Vincent C. Solo | Hotel White Candle
TARDE | 19 DE ABRIL
El tiempo pasaba y los conflictos que parecían un futuro inmediato, no estaban más cerca de resolverse. No me refería solo a la evidente guerra que iba a estallar en el Condado que me había acogido y que por tanto se convertía en mi guerra, sino también por la mafia controlada por Kento que había infestado Louna y a la que aún no habíamos conseguido hacer frente.
Hacía un par de meses habíamos detenido a un tipo. Medio demonio, lo descubrimos después de que Bill se quedase a solas con él en la sala de interrogatorios. Dijo todo lo que sabía de la organización de Kento, pero cuando estaban saliendo los mejores detalles se mostró errático, tomó su forma de demonio e intentó atacar a Bill antes de caer al suelo, muerto en el acto sin que nadie le hubiese tocado. Karen y yo llegamos a la sala justo para verle caer y ella nos contó que había sentido una presencia salir del lugar cuando murió, y no el espíritu del muerto, sino otro.
Sospechaba que Kento era el responsable de esa muerte, pero desconocíamos cómo había podido conseguirlo exactamente. La única pista que teníamos era Phoenix, y solo quería hablar con Karen, siempre rodeado de incógnitas cuando hablaba de Kento. Siempre parecía que tenía planes secretos y me preocupaba que esos planes no fuesen simplemente meterse en la cama de Karen. En realidad, esos también me preocupaban, nadie se metía con los míos.
No hace falta decir que la organización que nos había contado el demonio cruzado cambió completamente al día siguiente. Eso confirmó nuestras sospechas, Kento lo sabía y fue el causante de su muerte con algún tipo de poder o magia relacionado con los espíritus, según lo poco que Karen había conseguido de su último encuentro con Phoenix.
Las siguientes semanas las pasamos intentando volver a encauzar una pista e investigando acerca de mitos y leyendas de los oni, para ver si conseguíamos algo. Pero eso no había sido lo único que nos había mantenido ocupados.
Los tres viajábamos cada poco a Moondale, aprovechando la ‘brújula planar’ y el portal que estaba en la cabaña del pantano, requisada con aburridos trámites para uso policial después de amañar un poco el lugar. En ocasiones nos reuníamos todos juntos con los Moondies, debatiendo planes y analizando información importante, pero otras veces teníamos nuestros propios intereses en la ciudad.
Karen ayudaba a los O.W.L.S a cuidar de Idris, hasta que encontrasen una familia con la que estuviese seguro, intentando seguir las vías legales.
Bill por su parte se reunía a solas con algunos de los Moondies y con un conocido suyo al que apodaban «El Guía». Intentaba mantenernos apartados de los problemas, pero tanto Karen como yo sabíamos que a veces Keli tenía demasiada presencia en su cabeza y eso era algo que una persona como Bill no llevaba demasiado bien. No le gustaba nada la idea de ser controlado.
Y por último estaba yo, que evidentemente intentaba pasar todo el tiempo posible con Mara, especialmente las noches de luna llena, en las que compartía su vigilancia con el resto de sus amigos en la, aún en construcción, ‘Escuela Legado’. Todavía intentábamos descubrir qué éramos y qué podíamos llegar a ser, pero ella ya tenía suficiente con acostumbrarse a su nueva condición e intentar poner en orden su vida y su futuro, porque para el mundo, ella seguía oficialmente muerta y eso daría lugar a demasiadas explicaciones.
El resto de mi tiempo estaba ocupado en ayudarla a formalizar su situación, una tarea que recaía completamente en los contactos de los O.W.L.S. y que por el momento estaba resultando difícil. Resultaba que era más complicado crear una identidad para una persona muerta que para una que llegaba de otro mundo. Aunque en su caso también influía toda la documentación necesaria para que pudiera tener licencia para ejercer como médica.
En resumen, llevaba unos meses con demasiados papeles sobre la mesa para mi gusto, por eso me agradó sobremanera recibir la invitación a la boda de la madre de las Echolls. A veces me sentía un extraño entre ellos, pero al final habían pensado en mí. No solo en mí, sino también en Karen, Bill e incluso el pequeño Idris. Había algo maravilloso en ese grupo, algo muy difícil de conseguir, algo que a personas como yo nos hacía envalentonarnos y decidir cosas de las que quizá pudiéramos arrepentirnos. Pero la vida es un riesgo, simplemente hay que apostar en la dirección correcta y yo esperaba hacerlo.
Y eso, después de tantas vueltas y explicaciones, porque no era conocido precisamente por ir directo al grano, me llevaba allí. Me llevaba a estar frente a la puerta de la habitación del hotel de Mara, vestido con traje y la tradicional pajarita, al menos en mi mundo, aquí parecía ser la corbata, con un regalo para Mara en una mano y una sonrisa nerviosa en la cara.
Llamé con los nudillos y Mara, con un aparato extraño en el pelo, abrió la puerta. – [Mara]Vincent…qué rápido[/Mara]. – respondió al verme. La vi sonreír y tardé unos segundos en darme cuenta de que tenía que hablar.
– [Vincent]Si no lo hacía rápido Bill y Keli me iban a volver loco con sus discusiones.[/Vincent] – admití bromeando. Empezaba a notarme nervioso ahora que llegaba el momento de hablarle de mi decisión, y eso para mí era especialmente peligroso, porque la lengua se me soltaba sola. Le dirigí una mirada, intentando estar callado, para preguntarle si podía pasar.
Ella asintió, haciéndose a un lado con su precioso vestido lavanda.
– [Vincent]Te he traído…una cosa.[/Vincent] – aseguré tendiéndole la pequeña cajita después de que ella dejase el artilugio del pelo encima de una mesa.
– [Mara]Gracias, pero…no hacía falta que te molestaras[/Mara].- respondió con una sonrisa tímida, cogiendo la caja de mis manos. Su suave tacto me recordó lo que habíamos compartido bajo la influencia de ‘Easy’. Era extraño cómo dos personas podían seguir estando tímidas o nerviosas entre sí cuando han pasado por eso, pero en nuestro caso era así, habíamos empezado «la casa por el tejado» como decían por aquellos lares.
– [Vincent]No es nada.[/Vincent] – afirmé. Me gustaban los objetos con historia y el par de pendientes de plata que se estaban guardados en la caja habían sobrevivido a dos guerras mundiales. Había sido un encargo a Phoenix y su tienda de antigüedades, usando a Karen de intermediaria. – [Vincent]He pensado adoptar a Idris.[/Vincent] – solté de pronto, cuando en realidad lo que quería era decirle que estaba muy guapa. Mi «maldición» o como quisiera llamársele, ya había hecho efecto por culpa de los nervios.
No es que lo que acababa de decir fuese una locura, era una parte de lo que pretendía contarle a Mara, de mi decisión, la que me mantenía nervioso porque podía parecerle una locura. Todo empezó cuando los demás salieron del subconsciente de Mara y Sarah me transmitió su decisión de ser licántropa.
Con las manos temblorosas observé cada cuidado médico, cada compuesto que le suministraban para remitir el vampirismo y dejar que la licantropía la curase por completo. Finalmente, cuando el proceso terminó, Mara descansó inerte en una camilla durante varias horas.
Recordaba perfectamente cómo me había despertado con el llanto de Idris en la habitación contigua. Cuando miré a Mara, tenía los ojos abiertos y buscaba algo con la mirada, también la había despertado a ella, la había traído de vuelta.
Nunca me había parado a pensar que pudiera volver a tener una familia, pero al ver a Idris, huérfano por culpa de las atrocidades que le habían ocurrido y sin encontrar un hogar en el que le mantuviesen a salvo, mi cabeza hizo tic. Además, él me había traído a Mara de vuelta. Me llevó un tiempo encajar todas las piezas del puzzle, pero era arriesgado, implicaba abrirse a una persona, algo difícil de pedir por su propia voluntad a alguien cuya biología le impide guardarse muchas cosas en privado.
– [Mara]Es…una idea estupenda. Idris…se merece tener suerte[/Mara].- respondió aún sin abrir la caja de los pendientes. No era muy bueno analizando emociones, no iba a negarlo, pero en ese momento fui consciente de que Mara habría querido adoptar a Idris. La había visto con él y sabía el lazo que tenían, pero al igual que no podía ejercer todavía, tampoco podía adoptar. O quizá me engañaba a mí mismo pensándolo para conseguir las agallas que necesitaba.
– [Vincent]Sí, los O.W.L.S lo están mirando junto con tus papeles.[/Vincent] – comenté de pasada, esperando que ella entendiese algo que era imposible que entendiese. No se esperaría que nadie estuviese tan loco como para proponerle lo que yo le iba a proponer. – [Vincent]Adelante, ábrelo, es para ahora.[/Vincent] – le propuse desviando la conversación cuando me sentí demasiado nervioso como para decir lo que necesitaba decir.
Mara abrió la caja y esbozó una sonrisa tímida. Cuando me miró, vi que sus ojos se iluminaban.- [Mara]Son…increíbles[/Mara].- fue hasta el espejo de cuerpo entero que estaba en una esquina de la habitación y los observó contra su oreja antes de ponérselos. Hacía algo menos de un año, ese gesto tan cotidiano habría sido imposible, quizá por eso Mara sonreía tan abiertamente. La observé mientras se colocaba los pendientes, estaba tan hermosa que no podía apartar la mirada, pero finalmente lo hice cuando nuestros ojos se cruzaron y ella se sonrojó.
– [Vincent]Los he comprado en una tienda de antigüedades. A un…aliado.[/Vincent] – intenté explicar brevemente. La primera regla de Phoenix era no hablar de él con nadie, o nuestra única fuente de información se desvanecería. Al principio le tomamos por un paranoico, pero viendo el alcance del poder y el conocimiento de Kento, ya no lo tenía tan claro. – [Vincent]Estás…preciosa.[/Vincent] – dije sin poder controlarlo, aunque esa vez tampoco quería.
– [Mara]Gracias…[/Mara]- respondió ella, cohibida. Observé sus preciosos ojos, uno marrón y uno verde, una diferencia que era más patente cuando se transformaba en licántropa y sus ojos pasaban a ser ámbar y celeste. Nunca había visto un animal más bello que Mara cuando se transformaba en loba.
Mirando a sus ojos, decidí que era el momento. – [Vincent]En realidad, no vengo solo por el regalo. Es algo más importante, pero no sé cómo decírtelo, y si lo pienso mucho me pondré nervioso y mi boca lo dirá sola tal y como salga…[/Vincent] – expliqué atropellándome con mis propias palabras. – [Vincent]Eres muy importante para mí, Mara y…[/Vincent] – en ese instante fue como si todo lo que sentía por ella fuese arrastrado por una melodiosa sintonía que parecía salir de la nada.
[Vincent]Qué bien que en mis pupilas siga entrando luz del sol
Qué bien que en mi cerebro se produzcan intercambios de información
Qué bien que te pusiste en medio.[/Vincent]
Sin darme cuenta, me encontré cantando. Intenté rebelarme con todas mis fuerzas, pero era algo tan intenso como la magia que me impedía mentir. En este caso, era mucho peor, arrastraba mis sentimientos y me hacía volcarlos en la canción. Fui incapaz de resistirme. Me acerqué a Mara y acaricié su brazo desnudo con mis dedos.
[Vincent]Qué bien que con mis dedos note frío y tu calor
Qué bien que por mis nervios corran impulsos que me cuentan que estás en esta habitación
Que no te has ido y que te tengo cerca. [/Vincent]
Entonces Mara se unió a la canción, con una voz que parecía un susurro, pero era dulce y embaucadora.
[Mara] No sería lo mismo imaginarte
que poder estudiarte con detalle.
Usaré cada segundo que pase
para poner a prueba nuestras capacidades corporales.[/Mara]
No nos habíamos dejado llevar así desde la magia de ‘Easy’, nuestros cuerpos, tan juntos, mientras nos cantábamos frente a frente.
[Vincent]Sólo quedará sin probar un sentido;
el del ridículo por sentirnos libres y vivos.[/Vincent]
Aferré sus manos entre las mías. La ventana dejo pasar una ráfaga de aire que pasó en el pequeño hueco entre nuestros cuerpos.
[Vincent]Y qué genial,
qué astuto,
qué indecente,
qué maravillosamente oportuno.
El soplo de viento
que aún hizo atrevido
tu olor con el mío. [/Vincent]
Canté al sentir su almendrado aroma. Estaba tan cerca que sentía su pulso contra mi cuerpo. Recordaba la última vez que habíamos estado así de cerca, pero con mucha menos ropa.
[Mara] Y qué manera de perder las formas
y qué forma de perder las maneras.
Ya nada importa,
el mundo ya se acaba no quedará nada.
Disfrutemos de la última cena.
No sería lo mismo imaginarte
que poder estudiarte con detalle.
Usaré cada segundo que pase
para poner a prueba nuestras capacidades corporales. [/Mara]
En una situación normal habría tardado en reaccionar al escucharla hablar así, principalmente por el tiempo que habría tardado en contenerme a mí mismo para no lanzarme encima de ella, verbal y físicamente. Pero esa vez no, seguí cantando sin que nos separásemos un ápice, ni nos juntásemos más.
[Vincent]Sólo quedará sin probar un sentido;
el del ridículo por sentirnos libres y vivos.[/Vincent]
[Mara]Sólo quedará sin probar un sentido;
el del ridículo por sentirnos libres y vivos.[/Mara]
Cuando estabamos terminando de cantar al unísono, nuestros labios se fueron acercando más y más. Sentía su aliento cálido y quise dejarme ir, pero no pude hacerlo, no sin mi propio control.
– [Vincent]Espera esto…esto no está bien.[/Vincent] – dije apartándome un poco. La música se detuvo y Mara compuso un gesto de extrañeza. Mi corazón dio un vuelco. – [Vincent]N-no hablo de nosotros, hablo de lo que acaba de pasar, algo se ha apoderado de lo que sentía y me ha obligado a dejarlo salir…es…es como lo que me pasa a mí.[/Vincent] – aclaré, intentando explicárselo lo mejor que podía.
– [Mara]Es…extraño[/Mara].- respondió ella, de nuevo cohibida. Ninguno de los dos sabía explicar qué había pasado, pero lo que sí sabíamos los dos era que lo que habíamos cantado no salía de la nada, solo sacaba lo que verdaderamente sentíamos.
– [Vincent]No quiero que nadie se apodere de mí cuando te pregunte…[/Vincent] – empecé a decir cogiendo fuerzas. Quería ser yo quien lo dijese, aunque me tomase por loco. – [Vincent]…cuando…cuando…[/Vincent] – continué titubeando. – [Vincent]…cuando te pregunte si quieres casarte conmigo y ser…ser…la madre adoptiva de Idris.[/Vincent] – noté cómo se encendía mi cara al terminar de decirlo.
Mara se quedó completamente muda. Comencé a darle vueltas a una explicación, a cómo había llegado a esa conclusión. Por un lado estaba el hecho de que la quería, eso estaba claro, lo suficiente para pasar mi vida con ella. Por otro lado, si se casaba conmigo, que ya tenía una identidad en ese mundo, Mara pasaría a ser una ciudadana legal que podría conseguir la licencia de medicina. Y por otro, los O.W.L.S podrían colocar mucho más fácil a Idris en una familia que con un policía soltero que podía estar mucho tiempo fuera de casa. Decidí optar por la parte más práctica para ella.
– [Vincent]Quiero decir que…bueno…los O.W.L.S. me han dicho que tus papeles les están resultando difíciles de gestionar por tu muerte y…todo, pero si fueras una extranjera sin papeles que se ha casado con un estadounidense…no…no habría problema.[/Vincent] – expliqué. Los O.W.L.S habían barajado falsificar unos papeles de matrimonio con una persona dispuesta. Estaba claro que esa también era una opción, pero si me casaba con ella, fuera como fuese, sería porque la quería.
– [Mara]Pero…no creo que nadie…quisiera casarse conmigo…para eso.[/Mara] – respondió cohibida. Mi cabeza funcionaba al máximo intentando entender si le parecía mejor que quisiera casarme con ella por amor o si prefería apoyarse en la «excusa» de los papeles.
– [Vincent]Yo…sí y eso facilitaría las cosas con Idris. Podrías…podrías ser su madre.[/Vincent] – decidí responder sin dar demasiados detalles todavía.
– [Mara]Pero…[/Mara] – contestó ella con la frase quedándose en el aire. No sabía dónde mirar y empecé a ponerme nervioso.
– [Vincent]Entiendo si no quieres casarte conmigo…o si quieres pensarlo.[/Vincent] – aseguré intentando serenarme. Quería que supiera que ante todo, lo que no quería era perderla, respondiese lo que respondiese. – [Vincent]Solo quiero que sepas que…yo no lo siento como una obligación legal…sino porque…bueno…quiero estar contigo…[/Vincent] – añadí, buscando con cuidado cada palabra.
– [Mara]Gracias…[/Mara] añadió bajando la mirada. Antes de que lo hiciese me había parecido que sus ojos brillaban. Quizá estuviese ilusionada o quizá fuese yo el que quería verlo.
– [Vincent]Por estar contigo debería ser yo quien diera las gracias. Si nunca hubiera venido a este mundo…[/Vincent] – pensé en voz alta. Si no hubiese corrido ese riesgo en ese momento, si no hubiese hecho caso de los vaticinios de Lady Diana la Iluminada, no la habría conocido. Acaricié su mano distraídamente. Decidí decirlo todo de una vez. – [Vincent]Los O.W.L.S no pueden coger tu vieja identidad, así que había pensado que…como no me gusta la costumbre de cambiar el apellido…quizá podríamos ser Solo-Novak. Los dos. Bueno, si quieres.[/Vincent] – añadí. No podía ser oficialmente Mara Novak porque eso atraería demasiadas preguntas, pero por Mara Solo-Novak, llegada no hace mucho de Ucrania, nadie preguntaría.
– [Mara]Tengo…tengo que pensarlo…[/Mara] – respondió visiblemente abrumada. Intenté no asustarme aún, Mara apenas tenía un año de su nueva vida y cuatro meses como licántropa, todavía estaba adaptándose a todo eso y al futuro que tenía por delante, así que al menos necesitaba un tiempo para pensarlo.
– [Vincent]Lo entiendo, lo entiendo. Pero si al final la respuesta es no, quiero que sepas que para mí nada cambia, seguiré queriendo…pasar tiempo contigo.[/Vincent] – añadí queriendo tranquilizarla. Nada cambiaría entre nosotros, aunque tenía mis esperanzas puestas en que aceptase. Necesitaba contárselo a Karen para que diese su opinión, aunque en cuanto supiera que podíamos adoptar a Idris, sería capaz de preguntarle directamente a Mara.
Pero mi tranquilidad llegó más rápido de lo esperado, Mara se acercó a mí y me besó en la comisura de los labios. Le devolví el beso y ella se separó de mí, mirándome a los ojos, hasta que se apartó para terminar de coger sus cosas y colocarse los zapatos.
Cuando estuvo lista le di la mano y salimos juntos de la habitación. Quizá en un tiempo volviese a coger esa mano para colocar un anillo en ella, como era la costumbre de allí. Fuera como fuese, quería pasar todo el tiempo posible con ella.
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