Daakka | Playa Bitterwater, Merelia
MADRUGADA
Finalmente, la celebración de la boda llegó a su fin después de que los invitados se fuesen retirando como un goteo a sus habitaciones. Los novios, los MacLeod y los Moondies fuimos los últimos en marcharnos, a fin de cuentas, estábamos acostumbrados a dormir poco cuando el deber lo requería, y era mucho menos cansado bailar y reír que matar vampiros.
En lugar de irse a sus habitaciones, Sarah, Daniel, Elizabeth y Jaime decidieron marcharse al hospital a esperar que el bebé de Diana viniese al mundo. La primera de la nueva generación Moondie. Dominic se ofreció a llevarles, pero todo el mundo estuvo de acuerdo en que, aunque su constitución sobrenatural hubiese soportado tantos «cócteles», lo más seguro era que un alcoholímetro explotase en cuanto pusiera sus labios en él.
Así que finalmente Dom y Rebecca se fueron también a sus habitaciones. Lucy y Ed se marcharon también. Él parecía estar deseando ir al hospital, pero poco podía hacer allí y a fin de cuentas, si quisiera, podría ver cómo estaba Diana en cualquier momento.
Vincent y Mara se habían marchado un poco antes, para acostar a Idris, cada vez parecían más sus padres, tanto que me pregunté si no estarían pensando darle un hogar. Karen y Alexander Fenris se habían desvanecido en algún punto de la noche. Sasha se fue a su habitación acompañada por el camino de Amber, la amiga de infancia de las Echolls, que era bien recibida, pero con su presencia había hecho difíciles las conversaciones, teniendo que evitar los temas sobrenaturales.
Cuando todos se fueron, solo quedábamos Selardi y yo, con pocas ganas de dormir. El nacimiento del bebé de Diana nos afectaba a todos los que nos preocupábamos por ella. Era el momento decisivo en el que la elección de Diana en las Pruebas las salvaría a ambas. Todos confiábamos en que estarían bien, pero a veces, incluso aunque sepas algo con certeza, el miedo a que ocurra algo es demasiado grande. También estaba el hecho de que la luna llena no estaba muy lejana y la situación podía volverse un poco «peluda».
No puedo hablar por Cara Elle, pero por mi cabeza también rondaba ese futuro en el que teníamos dos hijos, uno de ellos muerto por culpa de la Iniciativa. A veces era mejor que el futuro siguiese siendo incierto, porque cuando crees conocerlo, al menos en parte, la presión es mayor de lo que pueda parecer.
Mientras esperábamos noticias, Selardi y yo caminamos en dirección a la playa. El mar siempre me provocaba una sensación de paz y esa madrugada, caminando por la arena descalzos cogidos de la mano por la playa vacía y el único sonido de las olas rompiendo contra la orilla, la paz era absoluta.
Selardi se giró para mirarme mientras me arrastraba, adentrándonos más en la arena pese a mi miedo a estropear el único traje que tenía. Ver su sonrisa, enmarcada por ese precioso pelo rosado, hizo que mis miedos se desvanecieran.
Apenas había tenido tiempo a preocuparme por perder de vista su precioso pelo cobrizo, porque de pronto había aparecido una mañana con el pelo más corto y su nuevo color. Tenía que admitir que le quedaba de maravilla, la hacía parecer más Selardi que nunca.
De alguna manera, estos últimos meses, pese a haber estado muy ajetreados, nos habían permitido también centrarnos en nosotros mismos y en el futuro que sabíamos que tendríamos. Cara Elle no solo se había cambiado el pelo de una forma acorde a su personalidad. También se había tatuado una libélula en la parte interna de la muñeca izquierda, un recuerdo de su familia, como el broche de plata que había pertenecido a su madre, a la que nunca había conocido. Y también se había puesto un par de piercings en una zona bastante agradable que probablemente solo fuese a ver yo, salvo que empezase a hacer topless.
Pero no había sido ella sola la que había afianzado su personalidad en cambios externos. Motivado por ella, había tatuado mi antebrazo izquierdo en forma humana. El tatuaje era un brazalete de escamas que cubría todo el antebrazo, siendo un recuerdo permanente de mi forma demoníaca, incluso cuando estuviera en forma humana. Para no olvidar nunca quién era.
A mitad de camino hacia la orilla, Cara se detuvo en una caseta vacía que debía haber sido un bar de playa hasta hacía poco y empezó a quitarse el vestido, dejándolo doblado sobre la barra. Me sonrió sacando la lengua con picardía y le devolví la sonrisa, extrañándome un poco cuando siguió quitándose la ropa interior.
Miré a mi alrededor a ver si veía a alguien acercarse, pero estábamos solos. Todavía era abril por mucho calor que hiciese, y la gente a esas horas estaba durmiendo. Selardi colocó los brazos en jarras y de pronto vi que su cuerpo empezaba a cambiar. La textura de la arena parecía parpadear sobre su piel, hasta que vi que empezaba a adquirirla para cubrir sus partes íntimas como si fuera un bikini.
– [Duke]Cara, ¿qué haces?[/Duke] – pregunté sonriendo. Selardi era muy hábil cuando le interesaba algo, pero no podías buscarla para lo que no le gustase.
– [Cara]Un un tapatetas y tapaconejo de arena. Cara Elle sabe. Leonard Foster le enseña[/Cara].- replicó con una sonrisa orgullosa. Leonard había estado ayudando a casi todos los Moondies a utilizar mejor sus poderes aprovechando el propio poder que él mismo tenía, haciéndole el maestro perfecto. Yo había ido normalmente para acompañar a Cara y observar con una sonrisa sus progresos, pero nunca me había puesto a entrenar con él. Usar mi poder era una de las cosas que primero había aprendido, justo antes de aprender a controlarlo y limitarlo. Mi poder podía ser letal si quería, pero no iba a tomar ninguna vida si podía evitarlo.
Cuando volví a mirar a Cara Elle estaba cambiando la forma de su bikini de arena, dejando al descubierto sus pechos por un instante cuando vio que la miraba. Solté una risotada grave. – [Duke]Nunca dejarás de sorprender.[/Duke] – dije acercándome a ella y depositando los zapatos y los calcetines en la barra. De cerca podían apreciarse perfectamente las formas de Selardi bajo la textura de arena, y los piercing no podía cubrirlos porque no eran parte de su cuerpo. Pero de lejos parecía perfectamente un bikini.
– [Cara]Sorprender a Daakka es fácil. Daakka solo tiene un año[/Cara].- respondió ella encogiéndose de hombros. Mi mirada se desvió a sus piercing, que parecían pedirme que los mirase. Alguien podía pensar que el hecho de no poder cubrirlos con su poder era una desventaja, pero Selardi era muy inteligente. Los piercing siempre estarían en contacto con su cuerpo, por lo que podía adquirir su textura en cualquier momento. Así, uno de los piercing era de titanio con unas incrustaciones de piedras preciosas que rozaban también su piel, mientras que el otro era de madera oscura. Podía pensar que era por mi corta edad, pero mi mente tenía muchos más años, tanto los míos como los de mis antepasados y aun así, ella me sorprendía con su ingenio.
– [Duke]Técnicamente es verdad, pero crecimos juntos.[/Duke] – respondí dejando también la chaqueta, el chaleco y la camisa sobre la barra. Era agradable sentir la brisa fresca sobre mi piel. Había empezado a aprender a vestirme un poco mejor, a base de pasar por varios resfriados al no estar acostumbrado a la constitución humana, que hacía difícil ir en chanclas en invierno.
– [Cara]O Duke se quita esa cara fea o Cara Elle enfada[/Cara].- me amenazó. Solté un resoplido, pero terminé asintiendo con la cabeza. Me resultaba muy difícil negarle algo a Selardi, a fin de cuentas la quería desde que éramos «pequeños».
– [Duke]Espero que algún día te acostumbres, también soy yo.[/Duke] – comenté mirando a mi alrededor una vez más antes de cambiar de forma. Lo cierto era que tenía muchas ganas de volver a estar un rato con el aspecto con el que había nacido, pero en la boda habría sido imposible, demasiadas personas que no sabían los secretos ocultos en este mundo. Me quité el resto de ropa, doblándola pulcramente sobre la barra, y cambié de forma.
– [Daakka]Aunque más cómodo así.[/Daakka] – sonreí sintiendo la arena sobre mi piel escamosa. Inspiré profundamente y la fresca brisa marina penetró en mis pulmones, mientras mis dos corazones bombeaban el oxígeno al resto de mi cuerpo. Estiré las manos, mucho más fuertes que las humanas.
– [Cara]Jejeje se te ve el pito[/Cara].- rió Selardi sin apartar la mirada de mis otros atributos en forma de demonio. Volví a ponerme los boxer de tela que llevaba como humano y que me había quitado por si en la transformación los reventaba. Me quedaban un poco apretados pero servían.
– [Daakka]Selardi está acostumbrada a verlo.[/Daakka] – aseguré con una mueca al notarme más apretado.
– [Cara]Pero da risa[/Cara].- replicó ella sin dejar de reír.Tanto a ella como a mí nos gustaba estar «libres» siempre que podíamos. Por desgracia casi todo el tiempo había que cumplir con las normas sociales, aunque ninguno de los dos fuésemos grandes seguidores de las mismas, pero sí de no estar metidos en la cárcel. De hecho, Selardi parecía una ‘suicide girl‘, que era la denominación para las chicas que se enfrentan a los convencionalismos y cometen un «suicidio social«, usando piercings, tatuajes o llevando el pelo de diferentes colores.
En eso me llamaba la atención haber encontrado tan buen hogar con los Moondies. Los valores de aceptación y crecimiento que los Rakkthathor habían tenido alguna vez e intentaba que volviesen al mundo, estaban presentes en ellos. No dejaba de impresionarme que mi nueva familia tuviese esa moral que yo intentaba hacer pervivir. Éramos diferentes, pero todos aceptábamos y aplaudíamos las diferencias de los demás. No sé cómo llegar a explicar con detalle esa sensación, supongo que cada persona en su interior puede imaginarse lo agradable que resultaría tener una familia con la que puedes ser tu mismo, sin que nada más importe, ni de donde vengas, ni tus gustos, ni tu aspecto.
Miré a Selardi con un brillo en los ojos, lo sé porque ella me lo dijo. Caminé junto a ella y la abracé mientras mirábamos hacia el mar. Cuando nos separamos, me llevó de la mano hasta la orilla. Nos echamos en la arena, juntos, observando la inmensidad del mar.
Pasamos un buen rato en silencio, simplemente así, unidos. – [Cara]Mola[/Cara].- admitió Cara Elle sonriendo. La miré, tendida de espaldas pero elevada sobre sus codos. Así quería que fuese mi vida, momentos como ese, acabando con la violencia y el miedo. Pero para eso teníamos que pasar por una guerra inminente. Unos lucharían por el dominio humano mientras que los otros, por el sobrenatural. Lo que no debía olvidársenos era por qué luchábamos nosotros, por defender momentos como ese.
– [Daakka]Estos meses han sido los mayores para mí.[/Daakka] – respondí. Las cacerías eran algo constante, pero ahora, con dos Cazadoras, el trabajo diario parecía más fácil. Habíamos pasado unos meses en el ojo de la tormenta, cerrando nuestros asuntos personales, preparándonos para defender lo que más queríamos. La tormenta ya no tardaría en estallar. Selardi me dedicó una sonrisa de blancos dientes.
Llevé mi mano sobre la suya, acariciando su suave piel. Al contacto con la mía, ella se dejó llevar y su piel adquirió la textura de la mía. Nos quedamos unos instantes mirándonos fijamente a los ojos, en silencio, hasta que una ráfaga de viento arrastró una melodía.
[Daakka]Háblame,
no quiero quedarme dormido.
Los sueños están bien,
pero es mejor estar contigo.[/Daakka]
Me sentía extraño, de pronto, las cosas que sabía como Daakka y las que sabía como Duke estaban unidas. Cantaba con las palabras adecuadas, como si me llevase una especie de magia. La magia de la música.
No, no quería quedarme dormido, quería seguir así durante toda la eternidad. Por suerte ese recuerdo perviviría siempre en mi memoria y podría rescatarlo y revivirlo cuando quisiera. Era la ventaja y el peligro de esa capacidad de mi raza. Muchos se habían perdido en los recuerdos de tiempos mejores y habían muerto sin atender sus cuerpos reales.
Cara Elle abrió un poco más los ojos, mirándome, saliendo del cansancio que ya empezaba a embriagarnos. Ella tampoco quería dormirse, solo queríamos saber buenas noticias de una nueva Moondie.
[Daakka]Mirar al mar,
Tomar el sol,
Arena y sal,
Ginebra y ron.[/Daakka]
El sol empezaba a salir, calentando mis escamas con un calor reconfortante. Sentía la arena bajo mi cuerpo y la sal en la brisa del mar.
[Daakka]Túmbate, que si los dos estamos tendidos
Sé que así ya no te vas
Me quedo mucho más tranquilo.[/Daakka]
Dije girándome para quedar de costado al lado de Selardi, acariciando uno de sus brazos sin dejar de mirarla.
[Daakka]Y al respirar
la brisa y tú
me dais la paz
y el cielo azul, parece estar un poco más limpio.[/Daakka]
No necesitaba preguntarme si el mundo sería igual de brillante sin Selardi, sabía que la respuesta era un no, porque lo había temido demasiadas veces. Durante un tiempo temí estar solo para siempre, por suerte por aquél entonces era demasiado «joven» como para vivir esa sensación con intensidad. Cada vez que volvía a ella, me aterraba.
[Daakka]Ríos que van a parar siempre al mar no volverán.
Somos igual, por favor, no me sueltes jamás.
No me quiero volver a perder.
Sólo quiero estar donde tú estés.[/Daakka]
Habíamos luchado muchas veces contra fuerzas muy superiores a nosotros, como el Soberano. Una guerra era algo diferente, en una guerra hay demasiado caos, es muy difícil mantener a todos a salvo. A Selardi no podía perderla, no podía permitir un futuro como el que habíamos visto.
[Daakka]Grítame, que no te oigo con tanto ruido.
Necesito verte más,
dame la mano que yo te sigo.[/Daakka]
Demasiado peso en mi cabeza, muchos ecos advirtiéndome del peligro de una guerra, mientras que otros hacían crepitar mi sangre, sedientos de la gloria del combate que había poseído a mi pueblo llevándolo a su declive. Pero un susurro de Selardi se alzaba sobre ellas. Era mi ancla.
[Daakka]Quiero correr
cerca de ti.
Si no está bien
podemos ir a conocer algún otro sitio.[/Daakka]
Toda persona que se enfrenta a un gran miedo siempre tiene ante sí una opción muy tentadora, la de mirar para otro lado y echar a correr. Por desgracia los problemas nos persiguen. La única opción de dejarlos atrás es atravesarlos.
[Daakka]Ríos que van a parar siempre al mar no volverán.
Somos igual, por favor, no me sueltes jamás.
No me quiero volver a perder.
Sólo quiero estar donde tú estés.[/Daakka]
Continué cantando, lo que sea que me estuviese influenciando me hacía decir todo lo que sentía, todo lo que pensaba. Teníamos que enfrentarnos juntos a lo que nos esperaba, no había ninguna otra opción, eso lo sabíamos desde hacía mucho. Y si teníamos que hacerlo, iba a asegurarme de no perder a ningún ser querido, de que Selardi estuviese a salvo.
[Daakka]Ríos que van a parar siempre al mar no volverán.
Somos igual, por favor, no me sueltes jamás.
No me quiero volver a perder.
Sólo quiero estar donde tú estés.
Donde tú estés…[/Daakka]
Mis manos buscaron la arena, tomándola entre ellas mientras éstas se envolvían en electricidad dando una nueva chispa de vida a ese elemento, transformando la arena en un cristal con forma de libélula. Se lo tendí a Selardi, esa libélula era la promesa de que la vida seguiría después de la guerra.
– [Cara]Cara Elle y Daakka pueden grabar un disco[/Cara].- meditó. Me pregunté cuando y qué habría cantado. Seguramente me lo contase y conociéndola, tenía claro que me sorprendería.
– [Daakka]Selardi, nunca he dicho pero…[/Daakka] – empecé a decir. Había ciertas cosas que no era necesario decir y otras que no saldrían de tu cabeza a menos que las plasmaras en palabras. – [Daakka]Me gustaría tener hijos con Cara, como vimos. Y vivir siempre junto a Selardi.[/Daakka] – me sinceré, con todo lo que permitía mi vocabulario en forma de demonio. No tenía miedo a decir a Selardi lo que sentía, ya no. Nos habíamos conocido mucho más desde que habíamos desvelado nuestros secretos.
– [Cara]¿Niños verdes o niños como Duke?[/Cara]- preguntó ella. Me quedé pensativo durante unos instantes, ni yo mismo sabía lo que quería. En el futuro, Noah era medio Rakkthathor y podía cambiar de forma. De Leo no habían dicho lo suficiente como para saberlo. Quería que fuesen ellos mismos y por eso a veces pensaba que sería más fácil si no tuviesen que ocultar una piel verde y escamosa. Pero tampoco quería ser el último Rakkthathor.
– [Daakka]Niños como Selardi.[/Daakka] – respondí finalmente. Mi único deseo en el fondo de mis corazones era que fuesen sanos o sanas y si se parecían a ella, mejor. – [Daakka]Niños maravillosos. Como Noah, como Leo.[/Daakka] – comenté, no sin carencia de pena por no haber podido ver a Leo. Pensar en uno de mis hijos con Selardi, aunque fuese en una realidad alternativa, muerto, me entristecía demasiado.
– [Cara]Vale, pero Cara Elle cuenta los billetes y los guarda[/Cara].- aclaró. Solté una risotada. Viendo cómo gestionaba las finanzas de la futura Escuela Legado, no tenía duda en que prefería que ella llevase las cuentas.
La afirmación de Selardi me quedó clara cuando se giró para colocarse sobre mí y aprovechamos la soledad de la playa para «llamar a la puerta de Leo«. Casi nos quedamos dormidos en la arena, algo que iba a pedir demasiadas explicaciones para quien nos encontrase, a un demonio y a una chica desnuda cuyas partes parecían hechas de arena. Pero una llamada de teléfono nos despertó, era Daniel.
Esa misma noche, en el Palacio Kvinneby
– [Z]Por eso estamos en Ripper, donde tenemos dos Cazadoras.[/Z] – aclaró. Si no era posible conseguir que Beatrix «domase» el espíritu de Sarah, siempre estaba la alternativa de Sasha. – [Z]Pero primero, recuperad a Sarah.[/Z] – cortó, haciendo patente que la misión principal era traerla de vuelta.
Cerca del ventanal, tras el Director, Butterfly «parpadeó» cambiando de forma para adoptar la de la Reina Negra. La verdadera sonrió con malicia y complicidad. Después, la cambiaformas volvió a tomar su aspecto habitual.
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