Jane Jess JJ – Instituto
Mañana
Si había algo en lo que los Williams habíamos ido perfeccionando nuestro estilo, era a la hora de ignorarnos. Desde el divorcio de mis padres, nuestra relación familiar se había ido resintiendo de tal forma, que a estas alturas éramos unos cuantos desconocidos que compartían techo. A mí no me importaba, porque ni mi madre ni Owen me caían especialmente bien. Ella, porque parecía que estaba resentida con nosotros por no haber cumplidos sus sueños y él porque era, con toda seguridad, la persona más superficial y ridícula que había tenido la desgracia de conocer. Como digo, todo esto a mí no me afectaba, pero me daba pena por Elliot, que no había conocido cómo éramos los Williams antes de que todo se fuera a la mierda. Eso ocurrió más o menos cuando empezó a tener conciencia de su propio cuerpo y descubrimos que su enfermedad era mucho más grave que la mía.
Si no hubiera sido por él, me habría ido a vivir con mi padre, pero me negaba a dejar a mi hermano con esos dos. Así que aquella mañana pensé que podríamos desayunar en paz y había hecho tortitas sonrientes para los dos con un montón de sirope de chocolate, porque era el primer día y necesitábamos todo el ánimo del mundo, pero el maldito sin cerebro tuvo que adelantar la vuelta de su carrera matinal con el hermano de mi mejor amiga.- [Jane]¡Mañana de tortitas![/Jane]- anuncié con alegría colocando su plato y el mío sobre la vieja mesa de la cocina que tenía una pata coja prácticamente desde que recordaba. La casa, anteriormente bonita y bien cuidada, estaba que daba pena. No me entendáis mal, estaba limpia y ordenada, porque mi madre para eso era una obsesa de cuidado, pero parecía que llevaba ocho o diez años atrapada en un bucle temporal, igual que nosotros.
– [Owen]Buenos días[/Owen].- anunció el descamisado y miré la sonrisa que había dibujada en mi plato intentando no perder la paciencia.
– [Elliot]Buenos días[/Elliot].- le respondió mi hermano sin dejar de comer. Le hice una seña para recordarle que no se hablaba con la boca llena y él tragó.
Me comí mi tortita sin mucha ceremonia y me bebí el café con leche a toda prisa, porque íbamos con la hora justa y todavía teníamos que pasar por casa de Vera MacLeod, que era la mejor amiga del pequeño de la casa.- [Jane]Elliot, cómete la tortita de una vez que no me va a dar tiempo a llevarte al colegio el primer día y mamá me va a matar[/Jane].- le recordé intentando parecer paciente y dejé el plato y la taza en el fregadero, porque el lavavajillas tampoco funcionaba.
– [Elliot]Puedo ir solo. Ya soy grande[/Elliot].- al escucharle decir eso, enarqué una ceja. ¿Es que en esta familia nadie podía hacer lo que se decía y ya está?
– [Jane]No, no lo eres[/Jane].- saqué el móvil que tenía la pantalla rota y revisé los mensajes. Como siempre, había uno de papá en el que me daba los buenos días, a lo que le respondí con una foto de Elliot comiendo las tortitas sonrientes. Seguro que le alegraba la mañana.
– [Owen]Puedo llevarlo yo si te parece bien[/Owen].- el ser ese con el que había compartido nutrientes durante nueve meses habló.
– [Jane]No[/Jane].- respondí sin levantar la vista del móvil, aunque mi vida social no era tan interesante como para tener nada más que leer.
Nos quedamos los tres en silencio. El descamisado parecía dolido y Elliot se estaba comiendo su desayuno tan despacio que me sentía como si estuviera observando a un perezoso en su hábitat.- [Elliot]Si no me dejas ir solo, prefiero que me lleve Owen[/Elliot].- la puñalada trapera me dolió, no lo voy a negar.
– [Jane]Como quieras[/Jane].- espeté de forma seca mientras apagaba la olla digital en la que mi madre había dejado la comida de mediodía puesta.
Viendo que no me necesitaban, fui a coger mis cosas y eché un vistazo a mi aspecto en el espejo de la entrada. Ese día me había puesto una falda de cuadros que había sido de mi madre y que Lucy me había ayudado a entallar para que me quedase bien y un jersey de color blanco que no estaba en sus días de gloria. Supongo que en alguna realidad alternativa había una Jane Jess JJ que no parecía el troll de las mazmorras, pero con lo escasos que íbamos de dinero, no se le podían pedir peras al olmo.- [Jane]Ya vas tarde[/Jane].- anuncié mirando el móvil. A ver si con el sueldo de tres o cuatro años en el videoclub conseguía comprarme una Infinity Band, aunque fuera de segunda mano.- [Jane]Vera se habrá ido[/Jane].- me fijé en que ya había terminado de desayunar y estaba preparándose un sándwich junto al descamisado. A lo mejor no era tan pequeño como lo quería ver.- [Jane]Bueno, me voy[/Jane].- y salí de casa en dirección a la parada de autobús, porque la casa estaba en el barrio oeste y el instituto, en el norte.
– [Elliot]Eh[/Jane].- me llamó Elliot y me giré.- [Elliot]Toma[/Elliot].- me tendió el sándwich que había estado haciendo y le di las gracias antes de meterlo en la mochila.- [Elliot]Para que cojas fuerzas[/Elliot].- me dio un abrazo que hizo que todo dentro de mí se removiese y echó a correr de vuelta a la cocina.
– [Owen]Elliot, no corras[/Owen].- escuché decir al otro y me guardé lo que me había dado Elliot en la mochila de cuero marrón.
Después, el viaje en autobús no tuvo nada destacable y la mañana pasó sin nada fuera de lo normal en un día de presentaciones, hasta que llegó la maldita clase de Química en la que me tocó hacer la práctica junto al hermano de Ellie. Una de las desventajas de que tu mejor amiga sea un año menor que tú es que no tienes con quién hacer los trabajos grupales, aunque también es cierto que había que ser muy sádico para poner a tus alumnos/as a trabajar el primer día.
Si digo la verdad, pensé que él se iba a comportar e íbamos a hacer la práctica por separado y después unir lo que teníamos, pero no se le ocurrió otra cosa que remover el pasado y acabé estallando. Y aquí estaba, escondida en el lavabo escribiendo sentada en la taza del váter, porque tenía los ojos tan hinchados que no me atrevía a salir.
Sin poder evitarlo, recordé una vez en la que me había sentido de una forma similar…
*** FLASHBACK***
Xander y yo habíamos quedado en su casa probar el nuevo ‘Crash Bandicoot’. Aquel día, además, su madre nos había hecho una tarta de chocolate blanco con moras y base de galletas. Se podía decir que iba a ser una tarde de tantas que habíamos pasado juntos desde que teníamos uso de razón, pero ese día yo estaba especialmente triste porque había escuchado a mis padres discutir hasta las tantas de la madrugada, porque mi madre quería probar un nuevo tratamiento con Elliot, a pesar de la oposición de Mara, que normalmente era ginecóloga, pero que con nosotros ejercía de pediatra por nuestra condición.
Papá había intentado convencerla, pero ella creía que estaban un paso más cerca de encontrar la cura y al final, él se fue de casa y cuando quiso volver, mi madre había cambiado la cerradura- [Jane]¿Por qué nosotros estamos malos y Owen no?[/Jane]- pregunté sin saber muy bien a qué venía. Por dentro, sabía que Owen no tenía la culpa de nada, pero papá ya no vivía con nosotros y alguien tenía que pagarlo.
– [Xander]No lo sé.[/Xander] – repuso Xander algo triste y me dio el trozo más grande de tarta, pero no me apetecía. No podía comerme un trozo de tarta y jugar con él cuando no sabía si mi padre iba a vivir con nosotros alguna vez.
– [Jane]Ojalá Owen estuviera malo igual que yo y Elliot estuviera bien[/Jane].- empecé a llorar sin poder contenerlo y Alexander se quedó mirándome.
[Xander]Jane, eso no es justo, Owen no tiene la culpa, también lo está pasando mal.[/Xander] – fue una protesta débil, pero empecé a enfadarme más y más. Fue, como si de pronto, se abriera una ventana y entrase un vendaval con toda la mala leche del mundo y se estaba acumulando en mi interior.
– [Jane]¡Sí la tiene! Owen es malo[/Jane].- me di cuenta de que me había puesto de pie y estaba gritando con los ojos llenos de lágrimas.- [Jane]¡Owen y mamá tienen la culpa de todo![/Jane]- grité fuera de mí.
– [Xander]No la tienen, lo estás pagando con ellos[/Xander].- Xander intentaba tranquilizarme, pero no se le daba muy bien.- [Xander]También es su hermano[/Xander].
– [Jane]Eres mi mejor amigo[/Jane].- solté con rabia- [Jane]Deberías darme la razón[/Jane].- sentencié.
Sarah, la madre de Xander, entró en la buhardilla que utilizábamos como sala de juegos.- [Sarah]¿Estáis bien?[/Sarah]- preguntó con preocupación.- [Sarah]He oído gritos y…[/Sarah]
– [Xander]No te puedo dar la razón, Owen también es mi amigo, no es justo que te enfades así con él.[/Xander] – susurró Xander con un hilo de voz sin levantar la vista del suelo. Su madre, que seguía allí, nos miraba sin dar crédito.
– [Jane]Pues ya no tendrás que elegir más: quédate con Owen[/Jane].- sentencié cogiendo mis cosas.- [Jane]Necesito que me lleves a mi casa[/Jane].- le pedí a su madre.
– [Sarah]¿Queréis que os prepare una taza de chocolate y lo habláis?[/Sarah]- Sarah intentó mediar.
– [Xander]¿Pero por qué me dices eso? Solo intentaba…[/Xander] – pero no le dejé terminar ni escuché a su madre cuando me llamó varias veces, porque ya no podía aguantar más y me había ido llorando.
Aquel día fue la primera vez que cogí el autobús sola, pero no se lo dije a nadie. Desde ese momento, me dediqué a construir a un muro a mi alrededor y dejé fuera a mi madre, a mi hermano y a mi mejor amigo.
Ellie había intentado una y mil veces que recuperase la relación con ellos, pero el muro era tan alto, que ya no se veía el cielo. Detrás de aquel muro, solo había un montón de oscuridad.
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