Lexie – Residencia
Tarde – Noche
De lo que me dijo Idris que hiciera (reconocer quién era realmente ante Noah), a lo que hice (inventarme una personalidad para mi verdadera cara e intentar ligármelo en una especie de competición conmigo misma), va un trecho. Siempre he sido muy dramática, muy fantasiosa y muy mentirosa. Desventajas de ser una Tanuki, 50% Karen Reed, 50% Alexander Fenris. Supongo que tendría que mencionar a mi padre biológico, pero no me da la gana. En mi defensa diré que mi hermano era todavía peor, pero tenéis la suerte de no conocerlo aún.
La cuestión es que me había puesto como la niña de «El exorcista» al descubrir que Noah no era gay. Supongo que exageré, pero un poco más arriba me he definido como «dramática» y no estaba bromeando. Así que cuando me di cuenta de que podía perder a mi mejor amigo por gilipollas, porque solo a mí se me ocurriría etiquetar a una persona como LGBT o hetero sin preguntárselo (maldita herencia Reed), reculé, volví a mi habitación de la residencia, me puse mis mejores galas choniles y fui en dirección a la cafetería dispuesta a contarle toda la verdad y nada más que la verdad a mi bae. Si a alguien le extrañó que de la habitación de Lexie Reed saliera una Lounie de manual, todo el mundo lo disimuló de puñetera madre.
Lo que pasó después, es decir, por qué carajo seguí mintiendo y la bola acabó siendo más grande que la piscina de la mansión de mis padres, no tiene ninguna explicación. Bueno sí, que soy más tonta que el que vendió la moto para ir a comprar gasolina, porque ya me diréis qué me costaba ser sincera con la persona a la que me quiero zumbar. Que sí, que el romanticismo está muy bien, pero yo necesitaba un meneo más que comer y ya que había soportado la sesión de depilación brasileña en el mismísimo gracias a mi bendita madre, pues no estaba mal imaginarme que Noah acababa como el príncipe ese del chiste de la Cenicienta que no tiene hora para llegar a casa. ¿Que no lo conocéis? No «preocuparse», que os mando a mi madre y con tres copas os cuenta toda la colección de chistes obscenos que tiene.
A lo que iba, que pierdo el hilo: aquella mañana había discutido con Noah y me había pasado el resto del día hecha una mierda, por lo que cuando recibí un mensaje en el que me pedía que nos viéramos en la puerta de la cafetería de la Universidad, no se me pasó por la cabeza decir que no. Me asomé a la ventana de la residencia mientras le respondía que sí. El día amaneció con el cielo nublado y por la tarde, aunque seguía nublado, hacía un calor sofocante, más propio del verano que del casi otoño en el que estábamos, por lo que rebusqué en el armario con la esperanza de encontrar algo mono y fresquito, pero la ropa de Lexie Reed daba pena y dolor, así que me puse unos vaqueros y una camiseta blanca con mensaje feminista para ir a su encuentro.
Es curioso lo que hace la soberbia, porque era consciente de que la culpa era mía y aún así, me planteé varias veces inventarme una excusa, dejarlo pasar y que nos volviéramos dos extraños.
Caminé por los jardines del campus con nerviosismo. Ya no porque la máscara de Lexie Reed se caracterizase por su inseguridad, sino por tener que admitir que la había cagado con alguien.
Por fin lo vi a lo lejos y contuve una sonrisa. Caminaba de un lado a otro, como si hiciera veinte años que no hablábamos y se había puesto también unos vaqueros y una camiseta de Superman.
La terraza de la cafetería estaba a rebosar, igual que los jardines. La gente de Moondale estaba tan acostumbrada al mal tiempo, que un día en el que no lloviese ya se consideraba una victoria.- [Lexie]Hola…[/Lexie]- me coloqué el pelo detrás de la oreja y él me tendió un paquete de regalo pequeño, que abrí con manos temblorosas. Dentro de él, había una pulsera de plata. Era muy sencilla y, si mi ojo clínico no me engañaba, no muy cara, pero para mí era la pulsera más bonita que había visto.-[Lexie]¿Pero cómo puedes ser tan tonto?[/Lexie]- sonreí intentando aguantarme las ganas de comerle la boca.
– [Noah]Tenía miedo de que siguieras enfadada, mira JJ y Xander.[/Noah] – se pasó la mano por el pelo. Él también estaba nervioso.
– [Lexie]Esos dos es que son tontos y en su casa no lo saben[/Lexie].- le aclaré intentando ponerme la pulsera sin mucho éxito.- [Lexie]Ayúdame a ponerme esto, por favor[/Lexie].
– [Noah]Entonces…¿no estás enfadada?[/Noah] – respiró aliviado y sus dedos rozaron la piel de mis muñecas, intentando ponerme la pulsera. ¿Confirmamos que me puse un poco? Confirmamos.
– [Lexie]Estoy enfadada conmigo misma por hacer lo que la gente me ha hecho siempre: poner una etiqueta[/Lexie].- puntualicé guardando la cajita en el bolso con forma de zapatilla Converse que llevaba.
– [Noah]No te culpes, tampoco podías estar en mi cabeza.[/Noah] – comentó. – [Noah]Siempre he sido reservado y no me gusta tratar a nadie como objetos.[/Noah]
– [Lexie]Eres tan bueno que di por hecho que eras gay[/Lexie].- se me escapó una carcajada y a él se le contagió.- [Noah]Esto me ha hecho pensar.[/Noah]- la gente que había alrededor no nos miraba. Así éramos nosotros: invisibles.
– [Lexie]¿Piensas? Madre mía, eres una caja de sorpresas[/Lexie].- le piqué. Esas horas en las que no nos habíamos hablado, Idris me había definido como «una almorrana con patas». O a lo mejor había sido mi madre. ¿Era Idris una figura maternal para mí? Eh…creo que estoy desvariando.
Noah se defendió sin mucho entusiasmo – [Noah]Eh, no aproveches para meterte conmigo.[/Noah] – alzó las manos. – [Noah]Necesito que me acompañes.[/Noah]
– [Lexie]Que no seas gay no implica que me pongas[/Lexie].- mentí.- [Lexie]Si hay un Arkkan en este mundo con el que quiera rollo, se llama Leo[/Lexie].- bueno, no mentí mucho porque Leo Arkkan estaba bueno hasta reventar, pero prefería a Noah.
– [Noah]Ya, y luego Leo piensa que yo soy el favorito de todo el mundo…[/Noah] – se quedó pensativo – [Noah]No quiero más secretos. No sé cómo te lo tomarás, pero creo que hay que…siento que tengo que ser sincero contigo.[/Noah]
– [Lexie]Te juro que como te saques el nabo, te dejo de hablar en serio[/Lexie].- soy incapaz de reproducir lo que pensé porque fue una burrada.
– [Noah]¿Primero gay y ahora salido?[/Noah] – me miró divertido.
– [Lexie]Vale, me callo[/Lexie].- hice el gesto de cerrar la cremallera en la boca.
Le seguí hasta que estuvimos en un callejón en el que había un cubo de basura enorme y volví a tener pensamientos impuros (la tónica habitual de mi vida, como puede verse).- [Noah]Vale, aquí. No te puedo pedir nada pero…me gustaría que no gritases.[/Noah] – le pedí a todos los Dioses que fuera a empotrarme contra el cubo de basura, pero en lugar de eso, se transformó en un demonio verde aguamarina con escamas. Me fijé en que su ropa estaba en el suelo, perfectamente doblada. No sé explicarlo muy bien porque es raro que el tío que te gusta, en lugar de meterte la lengua hasta la tráquea, se transforme en un dragón humanoide.
– [Lexie]¡Coño![/Lexie]- exclamé.
– [Noah]Mi padre es un demonio, mi madre…es largo de explicar. Yo soy mitad y mitad.[/Noah] – lo normal habría sido decir «anda, pues como yo», pero dije esto.- [Lexie]No tengo ni idea de qué eres, pero impresiona[/Lexie].
– [Noah]Rakkthathor, mi padre y yo somos los últimos. No te culpo si no lo recuerdas.[/Noah] – continuó explicando. Y yo, que era una medio demonio Tanuki, tenía que haberle contado mi historia.- [Lexie]Pues vais a tener que reproduciros con ganas[/Lexie].
Nos miramos y nos echamos a reír.- [Noah]Ganas nunca faltan.[/Noah]
– [Lexie]Uhhhh[/Lexie].- fingí que me daba un escalofrío. Pasaba tanto tiempo con Idris que me estaba convirtiendo en él.- [Lexie]Gracias por confiar en mí[/Lexie].
– [Noah]Eres mi mejor amiga.[/Noah] – en un parpadeo, volvió a estar vestido y en forma humana. – [Noah]Eso no era todo. Te importa si…eh…¿te cojo en brazos?[/Noah]
– [Lexie]¿Esto qué es, «Oficial y caballero»?[/Lexie]- a lo mejor lo dije con más entusiasmo del que quería mostrar.
– [Noah]Confía en mí.[/Noah] – me pidió.- [Lexie]Vaaale[/Lexie].
Noah me cogió en volandas y el corazón me empezó a palpitar a toda velocidad. Y lo que es peor, toda la sangre de mi cuerpo se me acumuló en un punto. Sí, ahí abajo. – [Noah]Agárrate.[/Noah]- Era más fuerte de lo que parecía. Joder, estúpido y sensual Noah, con su cuerpo fibrado y musculoso debajo de su apariencia de tirillas.
No pienso confirmar, ni en presencia de mi abogado, si pegué o no la nariz a su cuello. Ni siquiera puedo decir qué vi, pero tuve la misma sensación que cuando vas a toda velocidad en una montaña rusa. El problema es que siempre que me subía en una, acababa vomitando.
Al poco, frenamos en seco. Frente a nosotros estaba el lago más impresionante que había visto en mi vida, pero no era capaz de disfrutarlo, porque tenía ganas de echar hasta la primera papilla.- [Lexie]Espera, deja que me recupere[/Lexie].- me abaniqué con las dos manos intentando volver a tomar las riendas de mi cuerpo. Para alguien que podía hacer lo que quisiera con su apariencia, notar cómo sudaba en frío, no era lo más agradable.
– [Noah]Sí, lo siento. Es normal, creo.[/Noah] – comentó y una botella de agua fría apareció en mi mano. La super velocidad era una ventaja, aunque a mí me sentase como el culo.
Bebí el agua con avidez y fui encontrándome mejor. Por fin pude mirar a mi alrededor y flipar: estaba anocheciendo, hacía una temperatura agradable (más bien tirando a calorcito) y se respiraba una tranquilidad increíble.- [Lexie]¿Qué has hecho y dónde estamos?[/Lexie]- no había nadie cerca.
– [Noah]Guatemala. Lago Atitlán.[/Noah] – me miró a los ojos y el estómago se me puso del revés, pero esta vez no era culpa del viajecito de marras.
– [Lexie]Fantasma[/Lexie].- le pregunté a Cora, a IA de Infinity, a través de la InfiniBand, dónde estábamos y ella lo confirmó. Él hizo un reverencia. En ese momento exacto, tenía que haberle dicho la verdad, pero estaba tan acostumbrada a mentir que no era capaz de parar, n siquiera con un hechizo.- [Lexie]¡Me encantaaaaa[/Lexie].- me quité el pantalón, la camiseta y las deportivas a toda velocidad. Una vez estuve en ropa interior (nada sexy, cabe destacar), me percaté de que Noah seguía allí.- [Lexie]¡No mires, señor BISENSUAL![/Lexie]- le grité y corrí por el puente hasta el agua. Sin pensarlo, salté.- [Lexie]Dime que no hay pirañas[/Lexie].- grité desde dentro, eufóricca.
– [Noah]Si no puedo mirar no lo sé.[/Noah] -. apuntó con sorna.
– [Lexie]Dime si hay pirañas, que me está dando el jari[/Lexie].- no fui capaz de disimular la jerga Lounie.
Se rió y al poco, le vi el pelo mojado. Supuse que se había dado un chapuzón, pero solo había notado el agua moverse. – [Noah]Ni una piraña.[/Noah].- seguí nadando sin atreverme a preguntarme si se había fijado en las bragas de abuela que llevaba o en el sujetador reductor que tenía que ponerme con este cuerpo.
– [Lexie]¡Ven aquí, cobarde! Que te debo una ahogadilla.- le amenacé y el se quitó la ropa y se zambulló a mi lado.
Si hubiera estado en mi verdadera apariencia, todo habría sido más fácil. Incluso reconocer que me estaba enamorando de él, pero me gustaba demasiado complicarme la vida.
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