NATE ROGERS
MAÑANA – ESCUELA LEGADO
Terminé de preparar los huevos revueltos y el bacon y me senté a desayunar en mi silencioso apartamento. Desde el cristal necrotemplado de la cocina observé mientras desayunaba a los jóvenes y no tan jóvenes estudiantes de la Escuela Legado aprovechar los tempranos rayos de sol de julio.
Era aún muy pronto para revisar la seguridad y hacer ronda de vigilancia, así que disfruté viéndolos sonreír y viviendo sus amores al aire libre.
Terminé de comer y fregué el plato y los cubiertos, pensativo. En toda mi vida no había conocido aún lo que era el amor de primera mano. Sabía perfectamente el impacto de ese sentimiento porque mi propia naturaleza me hacía fortalecerme de los sentimientos positivos y ese sin duda, era uno de los que más poder proporcionaba.
Muchas veces volvía a recordar aquella noche de hacía un año, justo cuando estaba cambiando el apartamento del edificio central de la Escuela, el que había sido de Sasha pero ya no necesitaba porque su relación con Daniel y Sarah había salido a la luz y en ese momento me habían ofrecido a mí.
– [Sarah]Nate, ¿te vienes a cenar a casa?[/Sarah]- preguntó Sarah. Esa noche estaba más jovial que de costumbre, parecía que desde que su secreto ya no era tan secreto, estaba más alegre. Por desgracia como bien sé, la alegría no es eterna y la felicidad no es un estado final. A veces la tienes y a veces no. Por eso yo mismo tenía días más fuertes y más débiles. Normalmente, por suerte, conseguía alimentarme de las esperanzas de todos los alumnos y alumnas de la Escuela por encajar en un lugar y usaba esas fuerzas para protegerlos. Pero en su día hubo momentos duros en los que flaquearon las fuerzas y solo con la ayuda de los Moondies pudimos mantenernos estoicos.
– [Nate]Llegaría muy tarde y tengo turno de noche.[/Nate] – le recordé. Para ser alguien que se alimenta de emociones positivas, no suelo ser una persona que refleje demasiado las suyas. Por regla general, era feliz con mi vida, así que no creía necesario recordarlo a menudo con una sonrisa. – [Nate]Pero muchas gracias, Sarah.[/Nate] – le respondí. Para mí, mi trabajo era mi vida, en él había conocido a mi familia y mi vocación, que era defender a los que más lo necesitaban. Si Sarah, Daniel y Sasha no me hubiesen encontrado aquella noche bajo la tormenta y me hubieran dado un propósito, no sabía qué habría sido de mí en el mundo. Estaba en un lugar desconocido, sin saber nada de si existían siquiera más como yo en el universo ni por qué había llegado a la Tierra nada más nacer en las profundidades del cosmos.
– [Sarah]Daniel ha preparado fajitas[/Sarah].- insistió ella, acercándose.- [Sarah]Noche mexicana[/Sarah]. – aclaró. Agradecí que se preocuparan por mí. Siempre lo habían hecho. Me enseñaron con paciencia, me dieron acceso a lo más valioso que tenían y me ayudaron a elegir un nombre, Nathaniel Rogers, Nate. Mi verdadero nombre no era transcribible a dialectos escritos, era más bien una sensación, la del amanecer visto desde el espacio exterior.
– [Nate]Tentador.[/Nate] – respondí. Sarah sabía que eran uno de mis platos favoritos. En general, todo lo picante no me afectaba, así que tenía cierta predilección por los sabores fuertes y condimentados. – [Nate]Por cierto, no te lo he podido decir antes porque han sido unos días locos. Enhorabuena.[/Nate] – le felicité. Los últimos días con la mudanza habían sido muy ajetreados y no había estado a solas con Sarah para poder hablarlo, sabía que no le gustaría recibir las felicitaciones en público.
– [Sarah]Calla, que me da vergüenza[/Sarah].- replicó ella, algo sonrojada.
– [Nate]¿Por qué? Sois felices. Ya se notaba y ahora sois libres.[/Nate] – como ya he dicho, yo lo sabía bien, para mí no era un misterio si la gente estaba feliz o deprimida. Cuando me encontraron, los tres estaban muy juntos, ni siquiera lo pensé en aquél entonces, solo percibí sus buenas sensaciones. Con el tiempo supe que era un secreto y que se suponía que en este mundo lo normal es tener solo una pareja. A mí, que era un completo extraño a toda la cultura y las normas sociales establecidas, nunca terminaría de parecerme lógica esa restricción, por mucho que hubiera aprendido a comportarme como se esperaba y a guardarles el secreto.
– [Sarah]Si alguna vez nos hace falta una rueda más: te llamamos[/Sarah].- bromeó Sarah. Alcé una ceja, algo extrañado. Tenía un problema todavía, después de veinte años, captando las bromas, pero ya había hecho mis pinitos con alguna. Me sabía unas cuantas que contaba Karen Reed, hay una de una sandía y un cuento, que está Cenicienta de fiesta y cenan sandía…espera, lo estoy contando mal. – [Sarah]Estaba de broma, Nate. Perdón[/Sarah]. – añadió. Me quedé serio unos instantes y dejé escapar una risotada que la hizo reír.
– [Nate]Lo sé, tenéis el triángulo cerrado.[/Nate] – respondí, siguiendo la broma. Quería a Sarah, a Sasha y a Daniel, pero no de una forma física. Ese amor, el que no era romántico, sí que lo conocía bien. – [Nate]Y yo he ganado un apartamento.[/Nate] – añadí. Hasta el momento, había «compartido» el apartamento con Sasha, aunque prácticamente lo tenía todo el día solo para mí y dormía en el dormitorio principal porque Sasha dormía con ellos. Ahora, como ya no necesitaba la «tapadera» era todo para mí. Os diré algo, visto desde fuera, los seres humanos podéis ser muy rebuscados.
– [Sarah]¿De verdad que no quieres venir a cenar? Me sabe mal que te quedes aquí[/Sarah].- preguntó de nuevo. Se sentía mal viendo que el edificio central estaba vacío y el apartamento me esperaba a mí solo. Pero a mí no me molestaba en absoluto. Era el guardían de la Escuela, bajo mi vigilancia, ninguno de esos muchachos y muchachas, niños y niñas, saldría herido física o mentalmente.
– [Nate]Los niños me necesitan.[/Nate] – aclaré. – [Nate]Y Xander me ha regalado una nueva expansión de los Sims.[/Nate] – añadí. Un día antes Xander había venido a comunicarme que se iba una temporada a Merelia a terminar los estudios. Sentí flaquear mis fuerzas cuando me lo dijo, estaba muy afectado por Jane. Es horrible ver a personas a las que quieres tanto sentirse así entre ellos. Estuvimos charlando un rato y se animó un poco, volvería por la Escuela gracias a Noah y terminó regalándome el juego porque se sentía mal.
– [Sarah]Gran juego[/Sarah].- respondió. Ella y Daniel me lo habían dado a conocer y ahora Xander me encontraba las expansiones porque se lo habían llevado a ese tal Endless que nunca me había llamado la atención. Era un poco anticuado pese a tener la misma edad exacta que cuando me encontraron a las puertas de ese mismo edificio.
– [Nate]El próximo día voy.[/Nate] – le aseguré, para que se sintiera bien. – [Nate]Prometido.[/Nate] – una de las cosas que marcaban mi caracter es que mis promesas se cumplían siempre.
– [Sarah]Te tomo la palabra[/Sarah]. – respondió ella, sonriendo.
Asentí. – [Nate]¿Te puedo preguntar algo?[/Nate] – pregunté después de que cogiera el bolso y las llaves para irse.
– [Sarah]Claro[/Sarah].- respondió, mirándome.
Medité mis palabras. – [Nate]Nunca he estado enamorado.[/Nate] – confesé. Si lo había estado a través de otros y llegaba a ser adictivo, pero nunca lo había sentido en mis propias carnes. A veces resultaba demasiada carga no tener a nadie con quien compartir el mundo. – [Nate]¿Cómo es?[/Nate] – pregunté. Sabía que podía ser un sufrimiento, como Xander pasaba con Jane, pero sin embargo, no renunciaba a ello, así que tenía que ser algo que valiese la pena.
– [Sarah]Es… bonito.[/Sarah]- dijo ella después de unos segundos.- [Sarah]También es duro, porque no todos los días son buenos.[/Sarah]- comentó, mirándome. Sabía que Sarah no me mentiría, que no lo dulcificaría, porque luego se sentiría culpable. Esa pequeña mujer que estaba frente a mí había llevado y llevaría siempre, la carga del mundo, solo que ahora la compartía, porque también tenía unos hijos de los que preocuparse.- [Sarah]Son risas, confianza, abrazos.[/Sarah]- se dejó ir un poco, pensando en sus dos amores, Sarah empezó a sentirse feliz. Noté crecer en ella las ganas de verles, de abrazarles y quedarse así sin separarse. Me maravilló, siempre lo hacía.- [Sarah]Es sexo, pero también es un beso en la frente cuando los niños no paran.[/Sarah]- se colocó el pelo detrás de la oreja y noté que también tenía ganas de verles por otros motivos. Eso era algo que aún no conocía. Ni siquiera sabía cómo era para los míos eso.- [Sarah]Es tu mejor amigo o amiga, tu familia y tu amante en una sola persona…o en dos.[/Sarah]- finalizó, sonriendo. Lo de ellos tres era amor sin dudarlo, creo que parte de mí se quedaría siempre buscando tener algo así.
– [Nate]Espero encontrar algún día algo como lo que tenéis. [/Nate] – repliqué sinceramente.
– [Sarah]La oferta sigue en pie[/Sarah].- añadió ella bromeando. Esperé unos segundos y al ver que sonreía me eché a reír durante varios minutos.
– [Sarah]Lo encontrarás[/Sarah].- replicó ella, convencida.
– [Nate]Dale un beso a todos de mi parte.[/Nate] – respondí como despedida.
De eso hacía ya una buena temporada. Por el momento, no había conocido aún un amor como el suyo, pero sí lo había vivido a través de ellos y lo felices que se les veía. Por desgracia, los amores que sí conocía, los que tenía para mis niños, a los que había visto desde pequeños en algunos casos y desde que nacieron en otros, estaban ahora separados, desbandados. Y eso dolía de una forma que me hacía temer otro tipo de amor.
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