NOAH ARKKAN
LA KVASIR
Aquella noche redefinió para mí el concepto de estar nervioso. El cielo estaba oscuro, apenas iluminado por la vista lejana de la otra luna del Cúmulo. La Nave había quedado atrás, a nuestra espalda y con ella la seguridad de lo más parecido a un hogar que habíamos tenido. Solo estábamos Lexie, Zander, Jane, Elle, Owen y yo. El resto no habían pasado el casting de Lexie y observaban ahora a lo lejos, desde las ventanas de la Nave, preparados para venir a ayudarnos si hacía falta y para detener a los cuatro que estaban encerrados aún allí, en cuyos cuerpos estaban James, Laura, Robin y Niall, ahora mismo atados cerca de nosotros, simulando estar inconscientes.
No tenía mis poderes, no tenía mi forma de demonio y jugaba contra el licántropo continuamente en un pulso eterno de ver quién conducía. Y aunque lo hubiera hecho bien, no era bueno mintiendo, siempre intentaba evitarlo. Todo eso cayó como una losa sobre mí cuando apareció la última de los enviados por Antailtire, la que había obrado el conjuro que nos había cambiado de cuerpos y había perseguido a los que habían conseguido huir.
Era una mujer de complexión menuda y piel clara, era de lo poco que podía distinguir con la luz nocturna. Eso y su pelo oscuro y alborotado. Cuando estuvo cerca, pude ver que venía acompañada. Aquellos acompañantes la flanqueaban, con paso renqueante e inmóviles labios, de los que ocasionalmente se escapaba algún lamento por volver a la paz de la que habían sido arrancados. O por alimentarse, era imposible saberlo porque aquellos seres carecían de consciencia propia. Lo habíamos temido desde que los demás nos habían dicho que había enviado esqueletos contra ellos. Esto era mucho más peligroso, todos habíamos visto la avalancha de películas post apocalípticas de después de la cuarentena del 19, sabíamos lo que los zombies podían hacer y si todo el mundo coincidía en ello, era porque en parte algo era verdad. Sea como fuere, ninguno de nosotros se iba a arriesgar a que le dieran un bocado, pero si no conseguíamos nuestros verdaderos cuerpos de vuelta, iba a ser difícil.
– [Violet]¿Qué significa esto?[/Violet] – preguntó quedándose a una distancia prudencial, mirando con una ceja alzada hacia sus compañeros inconscientes.
– [Jane]Hemos venido a zanjar esto por las buenas[/Jane].- dijo Jane, emulando a Xander de tal forma que me creí su confianza hasta el punto de calmar un poco mis nervios. Busqué a Lexie con la mirada y tuve que recordarme a mí mismo que estaba en el cuerpo de Zahra. Le dediqué una mirada, tenía que acostumbrarme, a fin de cuentas Lexie no solo tenía un aspecto y no sería la primera vez que la vería de manera continua con otro.
Violet, la nigromante, dejó que el silencio imperase durante un largo rato. Quizá lo había hecho a posta, pero ese silencio solo hizo que escuchara con más fuerza los lamentos de los muertos. Era una suerte que no hubiese mucha luz, así las figuras oscurecidas que la acompañaban no se veían con claridad.
Entonces el silencio se vio roto por una carcajada que parecía no terminar.- [Violet]En serio, niño. ¿A qué habéis venido?[/Violet] – preguntó repasándonos con la mirada. Visto así, en los cuerpos que teníamos ahora mismo no imponíamos demasiado. A lo sumo parecíamos guerreros, pero humanos al fin y al cabo. Me habría sentido más seguro presentándome allí con mi forma de demonio, con toda la fuerza de Elle en pleno despliegue o con la manada de licántropos de colmillos afilados y garras ansiosas listos para abalanzarse sobre ella.
– [Xander]Tienes todas las de perder. No te recomiendo meterte con nosotros ahora que hemos vuelto a nuestros cuerpos.[/Xander] – esta vez fue Xander el que habló, aunque lo que Violet veía era una muchacha de cabello oscuro y ceño fruncido que la observaba con los brazos cruzados.
De nuevo el silencio ya conocido cayó sobre nosotros. Violet lo forzaba, quizá como una maniobra para dejar que el miedo nos dominase. Su risa volvió, al igual que antes. Vi que Lexie adelantaba un pie y luego lo volvía a dejar como antes, conteniéndose.
– [Violet]Enseñadme lo que sabéis hacer[/Violet]. – nos retó. Miré al resto, esperando que tuvieran una respuesta. Vi que algunos me miraban a mí. Sí, yo solía tener respuestas para todo, pero datos en frío, planes con tiempo o con mi poder a mano, cuando se trataba de engañar, me quedaba en blanco.
Al cruzar la mirada con Lexie sentí que aunque los ojos que estaban fijos en mí eran los de Zahra, quien los estaba dirigiendo era la misma persona de la que llevaba mucho tiempo enamorado. Tomé fuerzas y agarré un pedrusco del suelo. No había tenido tiempo a experimentar con los poderes de mi hermano, pero sí que había pasado antes por una situación similar y había terminado en el cuerpo de mi madre. En su momento supe como utilizar su poder porque no tenía otra cosa en la que matar el tiempo, así que solo esperaba que la suerte estuviera de mi lado y funcionase de forma parecida. Por suerte, al notar la roca en mi mano resultó todo bastante intuitivo, solo que esta vez, tal y como me había dicho mi hermano aludiendo a aquella primera vez que se transformó, me resultó axfixiante notar que, no solo mi cuerpo se cubría de ello, si no que se convertía totalmente en piedra. Sentí que me ahogaba cuando la piedra recubría mi boca, pero me concentré en pensar que a Leo nunca le había pasado nada. – [Noah]No tenemos tiempo para tonterías.[/Noah] – fingí. Cuanto menos dijera mejor. Me limité a estar serio. Sabíamos que esa gente nos había estado vigilando, pero no cúanto llegaban a saber de nosotros.
– [Owen]No me agrada el olor que desprendes.-[/Owen] espetó Owen arrugando la nariz. Me recordó a un gesto que había visto hacer a Amy en alguna ocasión, una muestra de que Owen la había estudiado bastante bien. – [Owen]Terminemos con esto de una vez.[/Owen] – replicó, tirando de la cuerda con la que estaban atados sus compañeros. Estos imitaron su papel y se dejaron arrastrar, aún fingiendo estar inconscientes.
– [Noah]Mira a ver si la convences…[/Noah] – susurré a Lexie aprovechando la distracción de Owen. Esto era todo una estudiada actuación. Actuar, a fin de cuentas, no era más que mentir , que engañar a los sentidos y las mentes de otros para convencerles de que eres otra persona. Y aquí la maestra del engaño y las ilusiones era ella.
– [Lexie]Violet, si quieres recuperar a tus compañeros enteros, tendrás que aceptar el trato que te proponemos[/Lexie].- respondió adelantándose.- [Lexie]No tienes ni idea de lo que podemos hacer[/Lexie]. – mintió. Parecía segura, mentía con naturalidad, estaba sonriendo incluso. Yo no dudaba que la habría creído.
– [Violet]Mis «compañeros» me importan casi menos que vosotros[/Violet].- sentenció con desdén. Eso…no nos lo esperábamos, pero también es cierto que teníamos poca experiencia porque tendríamos que haber previsto que los malos, siempre son malos y no trabajan bien en grupo. – [Violet]Tendréis que ofrecerme algo mejor[/Violet]. – replicó, con una sonrisa maléfica. Los muertos se acercaron, impacientes.
– [Lexie]Kaylee ha deshecho el conjuro en medio día. Si intentas cualquier cosa, acabarás dentro de un hamster[/Lexie].- la amenazó Lexie. Pensé que eso iba a ser el fin, pero sabía lo que se hacía. Esta vez Violet no rió, se llevó una uña a la boca y la mordisqueó impulsivamente. No era muy estable, algo lógico teniendo en cuenta que se rodeaba de muertos en descomposición. Y también parecía orgullosa, porque un brillo resolutivo apareció en sus ojos.
– [Violet]Pues que lo deshaga otra vez[/Violet].- sonrió, confiada en su poder. Un aura de magia poderosa la rodeó y ella la lanzó hacia nosotros, envolviéndonos junto con la totalidad de la Nave. Aquello se convirtió en un auténtico torbellino y por un momento temí que hubiera conjurado algo mortal en lugar de lo mismo que antes.
Me vi obligado a cerrar los ojos al sentir que era arrancado de la vigilia y cuando volví a abrirlos, sentí la conocida sensación de que el mundo se movía muy despacio. Corrí, viendo como los demás empezaban todavía a descubrir que el cambio estaba bien.
Lexie lo había conseguido, pero su plan todavía no había terminado. Fui hasta ella, ahora ya dentro de la Nave, con la extraña sensación de haber sido desplazados detrás de la pantalla, viendo como los demás protagonizan la historia. Ahora era Leo el que estaba allí, convertido en piedra frente a los no muertos.
Aferré a Lexie evitando darle un shock por el movimiento brusco y le di un beso en la mejilla mientras la llevaba en brazos al centro de todo, con una congoja en mi interior por si algo salía mal y aquellas abominaciones la separaban de mí.
La dejé, aún con miedo y volví a la Nave, siguiendo su plan. Los traje a todos, uno a uno, con la ayuda de Dante y de Henry, incluso a los compañeros de la nigromante que lancé contra ella, atados por un aleación metálica que habíamos descubierto que se podía imprimir. Era resistente, quizá la utilizaban para los licántropos a bordo, al igual que las jaulas. Sea como fuere, resistiría, no podrían soltarse de buenas a primeras.
– [Lexie]¡AHORA![/Lexie]- gritó cuando vio que estábamos todos. Violet no se iba a echar atrás. Con mi velocidad actual, vi su rostro a cámara lenta descubriendo nuestro engaño. Sentí que estaba dispuesta a volver a intentarlo una vez más, pero ahora Kaylee entonaba una plegaria mística, con Sophie y Robin agarradas a cada una de sus manos, prestándole su magia. Por muy fuerte que fuese el poder de Violet, es más fácil defenderse de algo cuando ya lo conoces y habíamos tenido tiempo a que preparase un conjuro protector.
Al ver que no era capaz y esta vez el torbellino chocaba contra una barrera invisible, lanzó a sus no muertos, muchos más de los que parecía a simple vista, como si aquello fuera la final de juego de tronos, unos capítulos antes de que la abandonara mi madre. No necesitamos que nadie lo dijera, cada uno desplegó todo su poder.
Mi hermano Leo se lanzó a la vanguardia convertido en una estatua de titanio, ya tenía experiencia con los zombies después de Gwiddon; Amy y Ezra se convirtieron, dejando por fin libres a sus formas lupinas que llevaban tanto tiempo deseando salir, seguidos de un felino Mike y un alado Niall cuyos graznidos tumbaban a algunos muertos, incapaces de alzarse; Owen, sin miedo a pasarse, liberó columnas de fuego contra los enemigos que soltaban torres de vapor allí donde se juntaban con el hielo de Idris que congelaba a los muertos para ser aplastados por el cuerpo de metal de Leo o los golpes de Elle, Bowie, Ruby y Xander. Cole se metió en mitad de los ataques de Owen, absorbiendo el calor de las llamas para ser tan resistente que ni siquiera podían morderle; en un punto, Nate se alzó sobre nosotros e iluminó el cielo con incontables puntos de luz que comenzaron a caer contra los enemigos, como estrellas caídas del firmamento; y yo, bueno os preguntaréis si solo miraba, pero no, ahora que había recuperado mi velocidad era capaz de observarlo todo mientras rodeaba una y otra vez el ejército de muertos, asegurándome de que ninguno se escapaba a iba a por los que no podrían defenderse, como Laura que ahora estaría inconsciente en la Nave vigilada por Elliot, Vera y James. Pero el momento estelar lo tuvo Lexie, porque aquél era su plan y aquella su noche.
En mitad del combate el cielo pareció rasgarse y de él comenzaron a salir naves de combate, al principio me sorprendí tanto por aquella visión que me pregunté si no sería Antailtire, pero al reconocer la Galactica y algunas más me di cuenta de que era cosa de ella. Pronto pareció que teníamos una flota a nuestro lado, ayudándonos a defendernos. Supe que Idris había debido tener algo que ver de una u otra forma, en parte porque seguro que había hecho ver a Lexie más de una vez sus películas favoritas de ciencia ficción. Allí faltaban pocas, incluso estaba la Estrella de la Muerte.
Hice lo que debía hacer, en lugar de dejarme asombrar por aquél espectáculo maravilloso. Recorrí la fila enemiga y vi cómo Violet comandaba a un grupo de sus soldados no muertos a recoger a sus compañeros y se alejaban, dejando el grueso de sus filas atrás para ralentizarnos. Podría haber ido tras ellos, haberme puesto delante de ellos y haber acabado con todos, eso habría eliminado un riesgo para los demás que estábamos dejando libre, pero nadie dijo que ser los buenos fuese fácil y el plan tenía como objetivo que se fueran y se pensaran el volver. Ya habría tiempo de defender la zona mejor antes de irnos la próxima vez.
Los vi alejarse y volví con los demás para dar cuenta de los últimos no muertos. Cuando terminamos, supe que lo peor sería librarse de aquellos cuerpos emponzoñando el verde valle en el que se había estrellado la Kvasir. Pero eso tendría que quedar para otro día, ahora tocaba festejar la vuelta a nuestros cuerpos y haber salido ilesos. Y para mí, junto a todo eso, preocuparme más que nunca y pensar en todo lo que podíamos preparar para que no volviesen a colarse en nuestro «hogar». Que si volvían, al menos lo hicieran de frente y con todas nuestras capacidades.
Pero antes de todo eso pensaba ir corriendo hasta Lexie y darle un beso que llevaba todo un día aguantándome. Porque al final, era jóvenes y éramos personas con emociones y sentimientos.
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