Vera – Bosque del Crepúsculo
¿Tarde?
Me quedé inconsciente mientras hablaba con Elliot y, cuando volví a estar en pleno control de mi cuerpo, me encontré con que me habían movido en contra de mi voluntad. La sensación de desagrado fue en aumento al darme cuenta de que estaba en una cama mugrienta dentro de una habitación que no pasaba los estándares mínimos de salubridad. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y pensé en que quizás habían abusado de mí.
Intenté tranquilizarme mientras me incorporaba. Observé mi ropa, que era la misma que antes de quedarme inconsciente: vaqueros y blazer negros y camiseta blanca. No tenía marcas en ninguna parte visible y mi ropa interior parecía intacta. Fuera quien fuera la persona que me había movido, no me había tocado.
Pasado el pánico inicial, empecé a analizar lo que veía a mi alrededor. La ventana tapiada, los grilletes sobre la cama, la palangana para hacer mis necesidades y una puerta por la que entró una mujer que debía estar en la treintena e iba ataviada con una toga de época indeterminada, al menos para mí, que no era una experta en historia.
Se presentó y dejó caer que sabía mi nombre. Estaba convencida de que en la otra punta del universo sería una desconocida, pero era evidente que estaba equivocada.-[Vera]Dime de qué se trata[/Vera].- le pedí sin adarme por las ramas. Si Caitriona me había dejado inconsciente solo para que la escuchara, el trato no pintaba bien, pero le daría el beneficio de la duda, porque tampoco tenía muchas más opciones.
Mi interlocutora materializó una silla que parecía salir del mismísimo centro de la Tierra y se sentó en ella con una parsimonia que me sacó de quicio.- [Caitriona]Puedo ofrecerte algo que quieres a cambio de un módico precio[/Caitriona].
Tamborileé con los dedos sobre el colchón.- [Vera]Te escucho[/Vera].
– [Caitriona]Tu amiga Laura ha perdido la movilidad de las manos por tu culpa[/Vera].- la boca se me secó de golpe. Era como si esa mujer pudiera leer mis pensamientos para utilizarlos en mi contra.
– [Vera]No somos amigas…aún[/Vera].- lo dije sin pensar. Laura no parecía tener nada en común con el resto de personas que estábamos en la nave y, a pesar de que me producía cierta simpatía, era una chica muy poco accesible. Quizás el estar tan centrada en su amistad con Henry le estaba perjudicando.
– [Caitriona]Tiempo al tiempo[/Caitriona].- asentí al oírla dar una respuesta tan críptica y me mantuve en silencio hasta que entendió que quería escuchar mi pacto.- [Caitriona]Puedo conseguir que Laura, de manera progresiva, vuelva a mover las manos con normalidad[/Caitriona].
Abrí mucho los ojos.- [Vera]Qué tengo que hacer[/Vera].
Caitriona se recostó en la silla en un gesto despreocupado y se tomó con calma su contestación.- [Caitriona]La movilidad de sus manos a cambio de cicatrices en las tuyas[/Caitriona].
– [Vera]¿Qué tipo de cicatrices?[/Vera]- pregunté con un hilo de voz.- [Vera]¿Afectarían a la movilidad o me dolerían?[/Vera]
– [Caitriona]Tendrás las cicatrices que deberías tener si te hubieran atacado en tu cuerpo, pero tus manos serían completamente funcionales[/Caitriona].
– [Vera]¿Me dolerán?[/Vera]- insití.
– [Caitriona]Solo a veces te molestarán, con la fricción de alguna prenda, por ejemplo[/Caitriona].- me quedé callada.
– [Vera]¿Cuál es el truco?[/Vera]
– [Caitriona]Vas a llevar las cicatrices de otra persona: ¿te parece poca cosa?[/Caitriona]- enarcó una ceja. Casi parecía divertida.
– [Vera]Si yo…si yo llevo la cicatrices de Laura…quítaselas a ella[/Vera].- musité.- [Vera]Por favor[/Vera].
Caitriona se quedó pensativa y yo valoré el trato que me ofrecía. Me habían atacado en el cuerpo de Laura y por eso ella tenía que cargar con las cicatrices y la falta de movilidad en sus manos. Era lo justo, ¿no?
– [Caitriona]Que así sea[/Caitriona].- la mujer se puso en pie y me invitó a hacer lo mismo.- [Caitriona]¿Estás de acuerdo en portar las cicatrices en las manos para ayudar a Laura a recuperar el uso de las suyas?[/Caitriona]
– [Vera]Sin dolor, sin problemas a la hora de moverlas[/Vera].- aclaré.- [Vera]Ni para ella, ni para mí[/Vera].
La bruja alargó su mano y me tocó el antebrazo. De pronto, noté cómo el poder me recorría y las manos empezaron a dolerme. Tuve que doblarme sobre mí misma para soportarlo.- [Vera]Me has…dicho…sin dolor[/Vera].
– [Caitriona]Es difícil conseguir una cicatriz sin dolor[/Caitriona].- su cara evidenciaba que lo estaba disfrutando.
Una vez hubo acabado, me soltó. Me miré las muñecas, que estaban ahora surcadas por unas cicatrices bastante feas, pero que se podían disimular con pulseras o manga larga.- [Vera]¿Ya está?[/Vera]- pregunté con lágrimas en los ojos debido al dolor, que ya había remitido.
Ella asintió y tocó la silla para que desapareciera. Después, se fue en dirección a la puerta.- [Caitriona]Me caes bien, Vera. Has sido altruista. Las fuerzas del universo te recompensarán lo que has hecho, estoy segura[/Caitriona].- no dije nada. Solo la dejé hablar.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].
La puerta se cerró y sobre la cama me encontré un diario viejo y manoseado. En la portada figuraban unas letras en el que debía ser el idioma de ese mundo; «Diarios de la Bruja del Bosque».
El ansia por saber me llevó a leer una página cualquiera.
«La noche había caído y el bosque estaba oscuro. Dejé mi cabaña atrás y me encaminé en dirección a la cueva en la que realizaría la ofrenda. Necesitaba renovar la fuente de mi poder. Seguir manteniendo los pactos era vital para mi supervivencia. Siendo realistas, yo no era más que un ente parásito. Nunca había sido poderosa por mí misma. Al menos, no de la forma en la que me hubiese gustado…»
Caitriona me había dejado su propio diario. Cuáles eran sus motivaciones y por qué me había permitido conocerlas era algo que descubriría más adelante. De momento, llevaba en mis manos las cicatrices por una chica con la que casi no había hablado.
Tal vez me parecía más a mi padre de lo que creía.
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