Moondale

EN MI HOGAR

Laura – Bosque del Crepúsculo

¿Tarde?

Estaba tan harta, tan cansada de la nave, de la misión y de todo, que la inconsciencia me resultó casi un regalo. Abrí los ojos cuando escuché la puerta y me incorporé en aquella cama mugrienta a juego con el resto de la estancia.- [Laura]¿Has venido a rematarme?[/Laura]- le pregunté a aquella mujer ataviada con una especie de saco de patatas, que debía estar en la treintena. El cabello largo le caía por la espalda y estaba bastante limpio teniendo el cuenta el resto.

– [Caitriona]Hola, Laura. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona].- mientras me sentaba en la cama, la tal Caitriona materializó una silla que salió de la misma Tierra y se sentó.

Me dolían las manos, me dolía la cabeza, me dolía el alma de perder el tiempo y de echar de menos mi isla.- [Laura]No tengo más remedio que escucharte, por lo que eso haré[/Laura].- soné cansada, derrotada. Qué lejos quedaba aquella Laura que escuchaba música tumbada en la arena de mi hogar.

– [Caitriona]Seré breve, lo prometo[/Caitriona].- esbozó una sonrisa conciliadora y habló.- [Caitriona]Puedo llevarte de vuelta a tu casa ahora mismo[/Caitriona].

El corazón me dio un vuelco. Mi casa. Ni siquiera me permití pensarlo, solo me dejé llevar.- [Laura]Acepto[/Laura].

La mujer soltó una carcajada.- [Caitriona]Aún no te he dicho qué quiero a cambio[/Caitriona].

– [Laura]Me da igual[/Laura].- admití.- [Laura]Me han lastimado las manos de por vida, no me siento integrada en el grupo, soy incapaz de dormir debido al trauma que me supone estar en el espacio…[/Laura]- dejé de hablar. Las lágrimas se acumularon en mis ojos pugnando por salir.

– [Caitriona]No tienes por qué sufrir más[/Caitriona].- sabía que quería algo grande, pero no podía más. Aguanté la respiración por miedo a que me pidiera algo que no fuera capaz de dar.- [Caitriona]El trato consiste en volver a tu casa ahora mismo a cambio de dejar de Daë[/Caitriona].

Tomé aire y lo solté. Varias veces.- [Laura]Acepto[/Laura].- me puse en pie.- [Laura]No quiero ser Daë, nunca he querido serlo…[/Laura]- expliqué.- [Laura]Aún así, me gustaría pedir dos cosas: la primera es saber si el grupo estará bien sin mí[/Laura].

– [Caitriona]Habrá otra persona que ocupe tu lugar[/Caitriona].- lo dijo con tanta seguridad que solo pude asentir.

– [Laura]Y la segunda, es que quiero conservar mi amuleto para no perder el contacto[/Laura].

– [Caitriona]De acuerdo[/Caitriona].

– [Laura]Pues envíame a mi casa, Caitriona[/Laura].- le pedí.

– [Caitriona]¿Aceptas el trato de dejar de ser Daë a cambio de volver a tu casa en este preciso instante?[/Caitriona].-la silla volvió al vórtice y ella se puso frente a mí.

– [Laura]Sí. Sin reservas, sin dudas[/Laura].

– [Caitriona]Que así sea[/Caitriona].- colocó sus manos entrelazadas en mis antebrazos y noté un olor extraño, como metálico. Después, un vórtice como el que había creado la silla se abrió a mis pies y me tragó. Noté un tirón, vi un millón de estrellas y cerré los ojos.

Cuando volví a abrirlos estaba en casa. En mi isla. En mi hogar.

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