Moondale

UN CORAZÓN CALMADO COMO EL DE COLE

Amy – Kvasir

Mañana

La muerte de mi abuela me había afectado más de lo que pensé que podría hacerlo. Cuando estás acostumbrada a vivir sumida en una depresión que va y viene, tienes la sensación de que la apatía se ha hecho con el control total de tu personalidad, pero eso es verdad hasta cierto punto. La indiferencia habitual de mi carácter dio paso a una pena honda y grande, tangible. Echaba de menos a mi familia y no era consciente de que la familia, tal y como yo la recordaba, no existía. Creo que a esa fase le llaman «negación».

En esa fase de negación de lo que había pasado y de mis propios sentimientos estaba mientras Owen pululaba a mi alrededor como un caballo que persigue la zanahoria que va colgada de un palo. Owen era un tío atractivo y en un momento dado, podríamos haber tenido un rollo de una noche. El problema estaba en, que según sus propias palabras, yo le gustaba de verdad. Es más, había dicho que me quería y esos sentimientos tan exagerados me abrumaban. Ya había tenido malas experiencias con los amores locos y no iba a cometer ese error más veces. La persona más importante de mi vida era yo misma, fuera lo que fuera eso. Con un Leo en mi historial sobraba y bastaba. Si quería que fuéramos amigos, estupendo, pero la casita de dos plantas repleta de mini Williams no iba conmigo.

Decidí coger el libro que tenía en la mesita, «El último grito» y fui todavía en pijama hasta la zona que conectaba con las escaleras que iban hacia la biblioteca para sentarme a leer. Era una novela sobre una violación, yo como siempre tan alegre.

En uno de los sofás estaba Cole leyendo algo que no distinguí. Nos saludamos con un gesto de cabeza y cada uno siguió a lo suyo con una distancia prudencial entre ambos. Al cabo de unos minutos, él rompió el silencio. – [Cole]He descubierto que todo el mundo termina reuniéndose, pero casi nadie viene aquí más que para bajar las escaleras.[/Cole] – me contó.

– [Amy]Supongo que por eso me gusta[/Amy].- expliqué con simpleza. Me fijé en que Cole iba con una ropa cómoda de hacer deporte, como si estuviera en casa.

– [Cole]Quédate el tiempo que quieras. O que necesites[/Cole].- asentí y volví a la lectura. Hasta que hablé para decirle algo y él colocó su libro en su regazo, igual que yo había hecho con el mío.- [Amy]Hiciste bien[/Amy].- hice una pausa.- [Amy]Sé que no necesitas mi aprobación ni la de nadie, pero le devolviste la vida a tu madre y eso…eso es brutal[/Amy].

Vi que, a pesar de no perder la calma, parecía un tema duro.- [Cole]No me arrepiento, pero tampoco puedo permitirme estar alegre[/Cole]. – explicó. – [Cole]Esa niña crecerá sin un padre y lo menos que puedo hacer es acordarme de ella a diario[/Cole].

– [Amy]Entiendo lo que quieres decir. Solo intentaba…ayudar[/Amy].- me aparté el pelo de la cara.

– [Cole]Lo has hecho. Agradezco tu apoyo, sobre todo en un mal momento para ti como este[/Cole]. – me miró a los ojos y volví a alucinar con el color tan bonito que tenían.

– [Amy]Vivo en un mal momento permanente[/Amy].- solté una carcajada sarcástica.

Él negó con la cabeza.- [Cole]Te veía bastante bien[/Cole]. – comentó. – [Cole]Lo de ahora mismo es normal[/Cole].

– [Amy]Nunca estoy bien del todo, pero unas veces lo disimulo mejor que otras[/Amy].

– [Cole]No hace falta que disimules conmigo, nos conocemos hace mucho[/Cole]. – sonrió y le devolví la sonrisa. Cole, con su calma infinita, hacía que todo pareciera más fácil.- [Cole]Somos los precursores de todo esto[/Cole].

– [Amy]Querrás decir «los vejestorios»[/Amy].- puntualicé.

– [Cole]Nos irá bien, somos dos supervivientes[/Cole].

– [Amy]Gracias por los ánimos, Cole[/Amy].- se lo dije de verdad.- [Amy]Se me había olvidado lo zen que eres[/Amy].

– [Cole]Creo que aprendí a ser así, de pequeño ya tuve bastantes castigos[/Cole].- admitió con una risa socarrona.

– [Amy]De pequeño eras muy macarra. Por eso me gustas más ahora…como persona[/Amy].- aclaré un poco violenta.

Él se rió. – [Cole]Nunca viene mal un halago[/Cole]. – y tras eso, añadió. – [Cole]Tú estás mejor sin él poder. A veces son una maldición[/Cole].

– [Amy]Me liberé de él para ayudar a Owen y él se lo ha tomado como una declaración de amor[/Amy].- noté cómo se deshacía un nudo en mi interior.

– [Cole]Es más intenso que tú[/Cole]. – le di la razón con un gesto. – [Cole]Y ahora mismo tiene que entender que necesitas más la parte de amistad que la de amor[/Cole].

– [Amy]Puede que nunca necesite su amor, pero sí su amistad[/Amy].- le expliqué como pude. Para muchas personas, Owen era el chico perfecto: guapo, divertido y cariñoso, pero no para mí.- [Amy]A veces, no queremos a quien nos quiere y no tenemos por qué culparnos por ello[/Amy].

 – [Cole]Lo importante es ser fiel a uno mismo[/Cole]. – el libro que descansaba en su regazo era «La novena casa», de Leigh Bardugo. – [Cole]Sé que mi madre biológica me quería, pero no podía traerla de vuelta y dejar a Mia[/Cole].

Me levanté, porque llevaba un rato percibiendo retazos de la conversación que se estaba sucediendo en la biblioteca y había llegado el momento de intervenir.- [Amy]No te sientas culpable por considerar a Mia tu madre[/Amy].

Vi que Cole parecía conmovido y se puso en pie. Sin mediar palabra, me dio un abrazo. Fue rápido y nada romántico. Solo un abrazo fraternal. A veces, es lo único que necesitamos.- [Cole]Gracias[/Cole].- y se separó. Mis sentidos agudizados propios de una licántropa me hicieron captar su respiración y el ritmo de su corazón. Me gustaba la melodía calmada que marcaban. Era algo a lo que podría acostumbrarme.

Tras eso, recogí el libro.- [Amy]Voy a la biblioteca, porque estoy escuchando a Bowie incomodar a Ezra[/Amy].

Él se sentó de nuevo en el sofá y siguió leyendo, mientras yo bajaba las escaleras a toda velocidad. Los retazos de conversación que había captado me daban a entender que Bowie le estaba explicando a Ezra la misma teoría con la que me había torturado.

Llegué a toda prisa y, cuando abrí la puerta, me encontré con Ezra sentado en una silla en una postura visiblemente incómoda y a la pequeña de mis primas señalando con un rotulador en una pizarra.- [Bowie]Ya te he dicho que se quedaban como están, porque una vez que Amy sea feliz ya no importará con quién esté Leo[/Bowie].- me molestó escuchar a Bowie decir eso, la verdad.

– [Ezra]Vale, ¿y por qué no Amy con Robin y yo con Owen? Eso también funcionaría, ¿no crees?[/Ezra]- preguntó él dedicándome una sonrisa.

– [Bowie]Mira, esa es buena. Podemos apuntarla[/Bowie].- y escribió.

– [Amy]Bowie, ¿qué te he dicho de tu idea de hacer de casamentera?[/Amy]- pregunté con calma. Aún recordaba el ritmo calmado de la respiración de Cole y eso me ayudaba a estar más centrada.

– [Ezra]Dile que eres feliz con Owen y así lo mismo cesa en su intento de emparejarnos[/Ezra].- avancé por la estancia hasta que estuve a su lado.

– [Amy]Si le digo eso no va a colar[/Amy].- le expliqué.- [Amy]Gracias por tu ayuda, Bowie. Pero creo que Ezra y yo pasamos del incesto[/Amy].

– [Bowie]Que no es…[/Bowie]- le pedí que se callara con una mirada- [Bowie]Al menos, podías hablar con tu hermana para que me deje dormir con tanto hablar de Dante[/Bowie].- esta vez Ezra asintió con alivio y se fue de allí prometiendo que hablaría con Chloe.

Quizás había llegado el momento de arreglar las cosas con Owen y explicarle que nunca sería la mujer que él esperaba de mí y también con Leo, que no merecía que un error de juventud le persiguiera toda la vida.

Yo también quería un corazón calmado como el de Cole.

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