Vera – Selas

Mediodía

Jamie y yo nos alejamos del grupo en busca de algo que comer. No se me pasaba por la cabeza cazar a ningún animal, así que nuestra esperanza era encontrar agua que pudiéramos hervir para no morirnos de una diarrea y hacer unas verduras al fuego que conjuraría Kaylee. Caminamos en dirección a unas tierras cultivadas. No era lo más ético, pero teníamos hambre. Nuestra idea era coger lo justo para alimentarnos.

Durante el trayecto, no pude evitar mirarla. Me fijé en ella, en su pelo rojizo que le caía por los hombros, en el color de su piel, en la forma en la que la toga se ajustaba a su cuerpo. Nunca había sentido nada parecido por nadie e incluso hubo en la época en la que me planteé que quizás nunca llegaría.

A lo lejos vislumbramos unas tierras con lechugas y continuamos en esa dirección.- [Jamie]No me habría imaginado nunca en Grecia. Y menos así vestida.[/Jamie] – comentó ella para romper el silencio.

-[Vera]Es que tu época era más antigua que esta. Al menos, de mentalidad[/Vera].- apunté pensando en qué le diríamos al dueño de las tierras si nos descubría robando lechugas.

– [Jamie]Era todo lo que conocía, pero cada vez me veo…menos allí[/Jamie].- admitió.

– [Vera]Que vivieras allí no significa que fuera tu hogar[/Vera].- pensé en mi familia y en cómo, con todos nuestros defectos, nos queríamos y nos apoyábamos. Mi padre y mi madre habían tenido problemas relacionados con las adicciones en la juventud y jamás nos lo habían ocultado.

– [Jamie]De James, no. Nunca podría haberlo sido.[/Jamie] – le costó decirlo y me imaginé por qué. Utilizar el necrónimo que le fue asignado era aún muy duro.

– [Vera]Has tenido que perderte para poder encontrarte[/Vera].

– [Jamie]Antes no me habría atrevido a decirte que ese traje de heroína te sentaría muy bien.[/Jamie] – entre risas, mencionó la vestimenta de una de las chicas que habían acudido a llevarse los honores de lo que habíamos conseguido con la Hidra.

– [Vera]No me imagino con eso puesto[/Vera].- le devolví la sonrisa.

– [Jamie]¿Y sin ello?[/Jamie] – vi que se sonrojaba y me pareció muy tierno.

– [Vera]¿Quién eres tú y qué has hecho con Jamie?[/Vera]

– [Jamie]Estoy probando a soltarme un poco.[/Jamie] – se explicó y luego, cambió de tercio mientras yo baja por el terraplén en busca de un par de lechugas. No es que fuera a ser la comida más nutritiva de nuestra vida. – [Jamie]¿Elliot está bien? Parece…deprimido.[/Jamie]

Escarbé en la tierra y empecé a tirar de la lechuga con cuidado. En mi vida había tenido que cultivar nada y tenía la impresión de estar haciéndolo todo mal.- [Vera]Elliot ha tenido una vida muy dura[/Vera].- le expliqué intentando no ponerme nerviosa ante el hecho de estar robándole a alguien.- [Vera]Su carácter le hace tener tendencia a la introversión y además, está la forma en la que le tratan en su familia[/Vera].

– [Jamie]No sentir debe ser duro, pero…será peor si te sobreprotegen.[/Jamie] – bajó a por la primera lechuga, que no tenía mal aspecto para ser mi primer fruto recolectado.

Sin darme cuenta, seguí hablando. Elliot era mi mejor amigo y ver lo que su familia hacía con él, me dolía. No era algo que compartiera con nadie, pero con Jamie era diferente-[Vera]Rebecca siempre se ha sentido culpable porque lo de Elliot parece heredado de ella y esa culpa se transformó en un miedo tan atroz que son incapaces de dejar que viva su vida[/Vera].- maticé.- [Vera]También está por ahí el tema de Tina, que para una vez que le gusta alguien y es recíproco, la chica resulta estar en peligro de muerte en la otra punta del universo[/Vera].

– [Jamie]Está claro que para ser héroes no se puede llevar una vida normal.[/Jamie]

– [Vera]Es la primera regla[/Vera].- la segunda lechuga salió con más facilidad y se la tendí. Dos lechugas para diez personas no parecían gran cosa, así que decidí coger otra.

– [Jamie]Salvo tú.[/Jamie] – sus ojos se encontraron con los míos. – [Jamie]Eres la más normal de todos.[/Jamie]

– [Vera]No lo soy/Vera].- con la tercera lechuga fuera de la tierra, volví a subir el terraplén.- [Vera]Tendría que estar estudiando en vez de en esta misión[/Vera].

– [Jamie]¿Eres una académica allí en tu mundo?[/Jamie]- a veces se me olvidaban las diferencias entre los lugares que nos vieron nacer.

– [Vera]Estoy en el instituto[/Vera].

– [Jamie]¿Crees que…que yo podría ir allí, al instituto?[/Jamie] – preguntó con timidez. Se notaba que era algo que le hacía ilusión, pero se había acostumbrado a camuflar sus sentimientos.

– [Vera]Tendrían que hacerte una prueba de nivel y luego, te enviarán al curso que te corresponda[/Vera].- me di cuenta de que no era eso lo que quería escuchar y rectifiqué.- [Vera]Puedo ayudarte a estudiar[/Vera].

– [Jamie]Pero allí no tengo nada. Sería una molestia.[/Jamie]- desandamos el trayecto para llevar las lechugas y si hubiera sido religiosa, habría rezado para que el resto encontraran algo con más fundamento.

– [Vera]Me tienes a mí y puedes conocer a mucha más gente[/Vera].- quise darle la mano, pero ella llevaba una lechuga debajo de cada brazo y no era lo ideal.

– [Jamie]Pero no tengo dinero, ni casa…[/Jamie]- enumeró.

– [Vera]Puedo…podemos ayudarte. Si tú quieres, claro[/Vera].

– [Jamie]Pero…no quiero molestarte.[/Jamie]

Lo único que se me ocurrió para que dejara de decir eso, fue besarla. Quería transmitirle todo lo que la quería con un gesto tan simple.- [Vera]No me molestas. Incluso aunque no estuviéramos juntas, serías mi amiga[/Vera].- volví a besarla.

– [Jamie]¿Amiga?[/Jamie] – sus mejillas estaban sonrosadas. Era preciosa.

– [Vera]No somos amigas…[/Vera]- y terminé el resto de la frase en su oído.

– [Jamie]Me encanta cuando susurras.[/Jamie]- sonrió con el vello de los brazos de punta.

– [Vera]Y a mí me encantas tú[/Vera].- dije volviendo a andar.- [Vera]Piensa en lo que te he dicho: si quieres, tienes las puertas de mi casa abiertas[/Vera].

El resto del trayecto lo hicimos en silencio. Siempre he pensado que las mejores relaciones son aquellas en las que no es necesario rellenar los silencios con palabras vacías. Cuando todo está dicho, solo queda disfrutar del silencio.