Moondale

EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

XANDER ECHOLLS

NOCHE

Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

– [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

– [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

– [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

– [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

– [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

– [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

– [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

– [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

– [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

– [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

– [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

– [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

– [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

– [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

– [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

– [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

– [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

– [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

– [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

– [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

– [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

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