Moondale

EL SHERIFF INMORTAL… Y SU SOCIO

HENRY L. CROWE

KOURAS

Faltaban pocos días para cumplir dos meses en este lugar, cuando aterrice aquí no pensé que fuera a pasar tanto tiempo, que en cuestión de días nos reencontraríamos con el resto. Pero cuando vimos que las esferas no funcionaban y habíamos perdido toda clase de contacto con ellos Ezequiel decidió que tal vez lo mejor fuera adaptarnos a este lugar.

Las opciones eran escasas, que las tribus nos capturaran y torturaran, trabajar en las minas o formar alianza con algún grupo de forajidos, ninguna de las opciones era lo mejor. Por suerte Ezequiel parecía tener un gran sentido del deber y cuando vio que el gobierno no mandaba ningún sheriff al pueblo de Bandera decidió ocupar el puesto el mismo.

Con su habilidad que le hacia prácticamente inmortal hizo que disminuyera drásticamente los casos de ataques de forajidos, pero aun había algunos que otros descerebrados que pensaban que podían saquear el pueblo con él de vigilante.

– [Ezequiel]Otra camisa para tirar.-[/Ezequiel] Añadió cerrando la puerta de la celda con llave. Estábamos por encima de nuestra capacidad ya que apenas cabía algún delincuente más en ellas y los traslados a la ciudad para sus juicios se estaban retrasando. Otra noche más que nos tocaría dormir a ambos en el suelo la oficina.

– [Henry]No ganas para camisas, literal.-[/Henry] Apenas ganábamos algo por parte del gobierno tras el caos que había supuesto la desaparición del banquero de la ciudad de Bandera. Por suerte el buen hacer de Ezequiel manteniendo la ciudad a salva nos había granjeado algún que otro regalo por parte de sus ciudadanos.

– [Ezequiel]Quizá debería pedirte una de metal. Si ven los trajes que llevamos debajo habrá preguntas.-[/Ezequiel] Ezequiel se sentó frente a su escritorio mientras yo hacia lo mismo en el otro extremo de la habitación. Aún seguía sorprendiéndome los trajes que hice con Noah, en un principio podrían ayudarnos en temperaturas extremas de frio para evitar congelarnos, pero incluso en un mundo como este en el que el calor abundaba resultaba cómodo el llevarlo.

– [Henry]Es una buena idea, pero tampoco es plan de que los criminales de la zona copien tu look. Las noticias vuelan en este lugar.-[/Henry] Aunque también es cierto que una placa de metal pesa demasiado, Ezequiel podría soportarlo mejor que esa panda de gañanes que no eran ni capaz de orinar en el retrete. Pero tampoco era plan de inventar un chaleco antibalas antes de tiempo.

– [Ezequiel]Sin las personalidades de Antailtire al control, esto está siendo el salvaje oeste de verdad.-[/Ezequiel] El banco de la ciudad estaba cerrado y muchos eran los que intentaban constantemente entrar en el para hacerse con su botín. Corría el rumor de que su caja fuerte estaba repleta de lingotes de oro, la realidad es que lo mismo estaba vacía.

– [Henry]La gente esta en la ruina y esta gente no hace más que atemorizarles.-[/Henry] La gente guardaba todos sus ahorros en casa y con el temor a que los forajidos entraran en sus casas habían pensando en armarse contra ellos. Por suerte Ezequiel consiguió disuadirlos con que siempre estaríamos atentos y velaríamos por ellos, en parte también a nuestra rápida reacción de los acontecimientos con mi poder.

– [Ezequiel]Si seguimos así puede que terminen recuperados con esa nueva veta de oro, pero con la enfermedad por ahí.-[/Ezequiel] Como si la gente de Bandera no tuviera suficiente con los bandidos una enfermedad había comenzado a azotar el pueblo. Ezequiel y yo éramos de los pocos que aun no presentábamos síntomas, quizás por venir de otra época.

– [Henry]No tenemos medicamentes y el tren de suministros se ha retrasado otra semana.-[/Henry] La consulta del Doctor básicamente estaba compuesta por vendas, material quirúrgico para sacar los perdigones de bala y alcohol en grandes cantidades para las heridas y los heridos. Posiblemente la enfermedad estuviera relacionada con la alimentación como en los tiempos de los piratas cuando estaban demasiado tiempo en alta mar.

– [Ezequiel]Seguramente lo ataquen.-[/Ezequiel] Ezequiel se levanto y de un armario saco dos latas echando su contenido en una sartén. Prácticamente vivíamos en esa habitación donde teníamos todo, comida, armas… por suerte la letrina estaba fuera. – [Ezequiel]Quizá hasta tengamos problemas con las tribus, la fiebre les está afectando mucho.[/Ezequiel]

– [Henry]Quizás la de Lekwaa pueda ayudarnos, él era de este mundo.-[/Henry] Por el momento no habíamos tenido ningún problema con las tribus locales, de hecho los bandidos también solían evitar algunas de ellas. Corría el rumor de que algunas no solo se dedicaban a cortar cabelleras sino algo más. Tal vez la enfermedad vinera de aquí.

– [Ezequiel]Si las esferas funcionasen, pero a nosotros no nos van a conocer.-[/Ezequiel] No sabíamos nada del resto desde que llegamos aquí y tampoco sabíamos que hacer. Simplemente estábamos esperando a que los demás se pusieran en contacto con nosotros o nos encontraran.

– [Henry]Supongo que nos tocará escoltar el tren hasta el pueblo.-[/Henry] En alguna ocasión teníamos que viajar en el tren de vuelta para evitar saqueos. Cuando corría el rumor de que Ezequiel iba en el no eran capaces ni de acercarse al tren.

– [Ezequiel]Prepara bien esa pierna mecánica.-[/Ezequiel] A Ezequiel le gustaba burlarse con la pierna robótica de mi caballo, la realidad es que sino hubiese intervenido aquel día habría acabado sacrificado.

– [Henry]Eh, Tormenta es ahora el caballo más rápido del lugar. Un respeto.-[/Henry] Tormenta tenía una de las patas traseras  dañadas, si la cura para los humanos era casi inexistentes, para los animales era nula. Me hubiese gustado tener mejor equipamiento pero hice lo que pude con lo que tenía. No podía amputarle la pierna, así que cubrí parte de ella con metales fijándola hacia delante.

– [Ezequiel]Pero te recuerdo que la arena se mete por todas partes.-[/Ezequiel] Y no solo en las ranuras metálicas de la pierna de Tormenta. Dormir con las ventana abiertas era prácticamente imposible. Por las noches disminuyan las temperaturas y el viento arrastraba la arena. Los días los pasábamos de aquí para allá y el polvo se adhería a nosotros.

– [Henry]Lo sé, si no la limpiara todos los días seria incapaz de moverse.-[/Henry] La verdad no se que sería de Tormenta el día que nos marcháramos, quizá podría llevarme conmigo a la isla.

– [Ezequiel]Será mejor que comamos algo, mañana será un día duro.-[/Ezequiel] Añadió sirviendo dos platos.

– [Henry]Alubias otra vez… que… bien.-[/Henry] Echaba de menos la comida, pero no solo eso. Echaba de menos mi casa, incluso la isla, pero sobretodo a Laura. Llevaba tiempo sin hablar con ella, tampoco sabía que podía decirle más allá de que seguía atrapado en el oeste.

– [Ezequiel]Da gracias porque no hayamos cogido nada.-[/Ezequiel] Ezequiel hizo una breve plegaria bendiciendo la comida que íbamos a tomar. Esperaba que hiciera lo mismo para que los demás nos encontraran pronto.

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