XANDER ECHOLLS
SELAS
Esta vez el Laberinto no estaba tan calmado. La energía mística que se percibía la primera vez se manifestaba ahora en forma de monstruos nacidos de la oscuridad que parecían tratar de evitar que entrase.
Con ‘Ocaso’ desenfundada, asestaba tajos con la mano derecha mientras sujetaba la camilla con la izquierda, sin detenerme en ningún momento. Después de más de una hora, notaba el brazo dolorido y tenía cortes y mordiscos acumulados por haber luchado de manera imprudente.
– [Xander]Tranquila jane, ya casi estamos.[/Xander] – dije tras dejar atrás a los dos últimos monstruos. – [Xander]Ya sólo queda el laberinto.[/Xander] – apenas abría los ojos, entraba y salía de la vigilia, sumida en los sueños que le provocaban el dolor y el veneno.
– [Jane]Me encuentro mal…[/Jane]- dijo con apenas un hilo de voz. Me coloqué frente a ella, tenía la piel ardiendo y la tez nívea. Mientras le miraba la fiebre y comprobaba el vendaje, estaba totalmente expuesto a cualquiera de esos monstruos, pero no podía pensar en mi propia seguridad cuando ella estaba sufriendo así.
– [Xander]Estás herida pero te vas a poner bien. Te lo prometo.[/Xander] – respondí, tratando de animarla. Puse todo mi empeño en disimular mi miedo y mantener la voz firme, que amenazaba con quebrarse tras cada palabra.
Jane rió con tristeza y dificultad, como si supusiera reunir las fuerzas que le quedaban.- [Jane]No lo creo.[/Jane] – replicó. Me miró a los ojos y aparté la mirada de ella. Normalmente habría podido quedarme mirándola horas, pero en aquél momento no quería que notase mi dolor, tomando forma en las lágrimas que amenazaban con salir cada poco.
– [Xander]No digas eso.[/Xander] – le pedí. – [Xander]Siempre cumplo mis promesas, ya lo sabes.[/Xander] – aseguré. Traté de parecer confiado, pero no lo estaba. Podían salir mal muchas cosas, entre ellas que Caitriona no me recibiese o que llegase demasiado tarde.
– [Jane]Esto… no depende de ti.[/Jane]- dijo con dificultad.- [Jane]Me muero. Lo noto.[/Jane] – esas palabras atravesaron mis oídos y se instalaron en mi mente como un veneno que nunca llegaría a purgar. Un miedo del que nunca me llegaría a liberar.
– [Xander]No te voy a volver a perder.[/Xander] – repetí, ya incapaz de contener las lágrimas.
– [Jane]Tendrás que acostumbrarte.[/Jane] – insistió. Frunció el ceño con dificultad, como si quisiera asegurarse incluso con su dolor de que los demás nos encontrábamos bien.
Negué con la cabeza y empecé a soltarle los harapos que había utilizado para sujetarla en la camilla. – [Xander]Nunca.[/Xander] – le prometí. La cogí en brazos contra mí, apenas podía moverse por sí misma mientras usaba las cintas para atarla a mi espalda. Así iríamos más deprisa.
Una vez asegurada, empuñé la espada y eché a correr, poniendo mucho cuidado en no hacer movimientos bruscos. No veía delante de mí nada más que el camino y cualquier obstáculo que se pusiese entre el objetivo y yo acababa con un tajo de ‘Ocaso’.
Al fin empecé a ver un arco varios metros más allá. – [Jane]Me gustaría decirte una cosa…[/Jane] – dijo Jane, cerca de mi oído. Bajé el ritmo, preocupado por lo que pudiera decirme.
Respiró de entrecortadamente.- [Jane]Siempre… siempre te he…[/Jane] – quise decirle que esperase, que si iba a decirme lo que pensaba, lo hiciera cuando estuviera bien, pero ella nunca llegó a terminar la frase. La solté de mi espalda y traté de reanimarla sin éxito.
Con su último aliento sentí como si el mundo hubiese dejado de tener sentido para mí. Sin ella, no veía forma de seguir adelante. Me puse en pie y con ella en brazos atravesé el umbral hasta llegar a la zona en la que Caitriona nos había reunido.
– [Xander]¡CAITRIONA HE VENIDO A HACER UN TRATO! [/Xander]- grité. El portal se abrió y ella se presentó delante de mí.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.