Moondale

FUENTE DE ENERGÍA

NATE ROGERS

TARDE

Me dejé caer en el banco de mi celda, agotado tras los combates. Había sobrevivido un día más, pero mi alma moría un poco con cada día que pasaba en ese mundo. Apoyé los codos en las rodillas y me sujeté la cabeza, todavía sintiendo el dolor mental de la ira que creaba en mí el ‘Maestro de Ceremonias’.

Aquella noche había atravesado con un tridente a dos leones y un gladiador bárbaro. No salí de la furia inducida hasta que no vi su sangre tiñendo el arma. Entonces me invadió el agotamiento, apesadumbrado por sentir su muerte tan cerca.

El guardia abrió la puerta y la dejó pasar, como venía siendo habitual desde aquella primera vez, cuando la elegí entre todas las que me presentaron, el mismo día que había previsto escapar por cualquier medio.

– [Julia]Por un lado, hemos tenido suerte porque ABDOMINALES, pero por el otro…[/Julia] – bromeó ella. Julia llevaba una sencilla toga de esclava que le sentaba muy bien. Pensé que solo yo había llegado a este mundo, inconsciente, algo de lo que los esclavistas del Imperio habían aprovechado para capturarme, pero resultaba que Julia había estado a mi lado y también había sido esclavizada.

– [Nate]Por el otro soy poco más que un gallo de pelea con mucha sangre en sus manos.[/Nate] – aseguré. Mi empatía era un arma de doble filo. En un entorno sano, como con los Moondies o incluso con los New Moondies pese a sus subidas y bajadas, solía estar fuerte, alimentado por las emociones positivas. En este lugar la magia negra del Maestro de Ceremonias usaba mi empatía para meterme en un estado berserker en el que mi fuerza nacía de mi ira. Pero cuando su magia se acababa, el desánimo, el dolor, el arrepentimiento y la tristeza me dejaban abatido, totalmente cansado.

– [Julia]Ánimo. No creo que estemos mucho tiempo aquí[/Julia].- no parecía decirlo muy convencida, sin embargo siempre trataba de animarme para que recuperase energías. Lo cierto era que antes de tenerla a ella, el pozo de oscuridad en el que me había sumergido mi empatía me había hecho plantearme acabar con todo. Desde entonces, ella me recargaba las pilas para afrontar un nuevo día con la esperanza de poder escapar.

– [Nate]Necesitaría mis poderes para salir, pero no dejo de pensar en esa rabia, en los muertos[/Nate]. – admití.

– [Julia]¿No te hago lo bastante feliz?[/Julia] – preguntó, poniendo los brazos en jarras. Sentí un subidón de alegría proveniente de ella y dejé que mi empatía se enganchase a él.

Solté una risa. – [Nate]Eres incorregible. [/Nate]

– [Julia]Puedes corregirme cuando quieras[/Julia].- fingió chasquear un látigo imaginario. Con el afluente de alegría que manaba de ella empezaba a entremezclarse otra emoción, también era positiva, pero más problemática como para engancharme a ella. Julia siempre iba cargada de las dos, de alegría y de…picante.

– [Nate]¿Gritamos ahora o después? [/Nate]- comenté. Cada tarde teníamos que fingir que…bueno, que le dábamos al tema para que me tomasen por un esclavo al que tienen contento para lidiar cada día con un nuevo combate. Si hubieran pensado que me había cansado de ella la habrían mandado con cualquier otro gladiador o gladiadora.

– [Julia]A veces la gente no grita. A lo mejor somos muy malos y ni acabamos ni nada[/Julia]. – propuso ella, alzando una ceja.

Volví a sonreír. – [Nate]Esta gente no entiende de eso. Y prefiero que sigan trayéndote. [/Nate]- aseguré. No quería sonar como alguien sobreprotector, había aprendido mi lección con los New Moondies. Simplemente quería saber que estaba a salvo y más en el fondo, yo también la necesitaba. – [Nate]Quien sabe con qué otro te enviarían[/Nate] – traté de no pensarlo, porque había retazos de la ira que había desplegado en la arena.

– [Julia]AYAYAYAYAYAAYAYAAAA OH SISISISISSI YEAH YEAAAH[/Julia].- fingió a toda voz, golpeando la pared.- [Julia]¿Contento, Señor Grey?[/Julia] – preguntó cuando terminó, sonriendo con picardía. Ahí estaba esa segunda emoción que cada vez me resultaba más difícil ignorar. Era como un banquete frente a mi empatía hambrienta. La pasión es una emoción positiva poderosa.

– [Nate]Tenemos que seguir juntos, si hay que fingir esto, es un precio mínimo. [/Nate] – aunque lo cierto era que no sabía cuánto tiempo más evitaría dejarme llevar por su pasión por miedo a no ser correspondido.

– [Julia]Hombre, también podíamos hacerlo de verdad, ya que estamos[/Julia].- replicó, encogiéndose de hombros. La miré, supe que era verdad, noté esa energía en ella.

Me quedé parado, con una lucha interna. – [Nate]¿De verdad te apetecería hacerlo con una bestia asesina?[/Nate] – pregunté. Así me llamaban cuando me presentaban en la arena. La bestia asesina de Nubia.

– [Julia]¿La bestia asesina tiene tu cara y tu cuerpo? Pues sí. No tengo moral[/Julia]. – sentenció. Estaba tan impertérrita hablando de eso mientras empatizaba con la intensidad que surgía de ella que me resultaba imposible morder el anzuelo.

Caminé hacia ella, dejándome llevar por su pasión.

– [Julia]Te estás poniendo tontorrón, ¿eh? Vamos a salir de aquí. No sé cómo ni cuándo, pero vaya mierda de historia si los protagonistas palman así[/Julia]. – dijo, observándome. Su alegría y su pasión me llenaban, suplían todos los huecos de mi maltrecha alma alimentada de sangre y desgracias.

– [Nate]Eres una hoguera en todo este frío.[/Nate] – dije pasándole una mano por la mejilla. Tenía la piel suave.

– [Julia]Me lo dicen muy a menudo[/Julia]. – replicó, sonriendo. Cada vez estábamos más cerca, tanto que ya me costaba distinguirme de ella. Mi empatía me hacía sentir lo que ella sentía y eso retroalimentaba mis propios sentimientos y sensaciones. Sin ser consciente de que había siquiera distancia entre nosotros, nuestros labios se fundieron en un beso, terminando de romper la división de nuestros seres.

Sentía la sensación de besarla y percibía lo que ella misma sentía. Por desgracia, ese mundo era cruel y el guardia aporreó la puerta en ese mismo instante.

La mayor parte de los días nos habría encontrado sentados en el banco, hablando o comiendo, pero precisamente ese nos habría encontrado haciendo lo que se suponía que debíamos hacer.

– [Julia]Bueno chato, te dejo que son capaces de echar la puerta abajo. Tú piensa en este cuerpo serrano y mantente positivo, que saldremos de aquí[/Julia]. – se despidió, caminando hacia la puerta cuando el guardia la abría. Por un momento al separarnos temí haberlo hecho mal, sin embargo seguía percibiendo una energía positiva en ella que despejó mis dudas.

Asentí, deseando que llegase la próxima tarde. – [Nate]Hasta mañana.[/Nate] – me despedí. Senatus se había convertido en un infierno, pero las tardes con Julia me estaban devolviendo la esperanza. Ya casi podía volver a soñar con estar todos reunidos en la Kvasir.

Aún cansado, comí unas uvas y me tumbé. El día siguiente también sería un reto. Para evitar pensar en una nueva muerte en mis manos, recordé a Julia y me dormí pensando en el roce de sus labios.

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