Moondale

YA NOS PREOCUPARÍAMOS MÁS ADELANTE

Vera – Artisan

Mañana

La casa de Jamie era una vieja conocida, pero aquello que antes era un lugar lleno de vida, era ahora poco más que un cascarón vacío. La mayoría de las habitaciones estaban cerradas y tenían los muebles cubiertos por sábanas.  nos movíamos solo por la planta baja: allí estaban la cocina, el baño, el salón y nuestro dormitorio. No sentíamos la necesidad de subir las escaleras, porque cuantas más estancias usáramos, más había que limpiar.

– [Vera]No sé cómo habría sobrevivido aquí sin ti[/Vera].- comentó ella, ataviada con un sencillo vestido azul cobalto, mientras leía sentada en uno de los sillones orejeros del salón. El mobiliario, antaño bonito y caro, estaba desvaído y polvoriento, por más que me afanara en limpiar.

Aquel día había tenido que salir a por leña para mantener la chimenea encendida. Estábamos en el mes de abril, pero seguía haciendo frío. No se me daba bien cortar troncos, pero Jamie no es que fuera la persona más amante de los trabajos manuales que había conocido.

– [Vera]Habrías tenido que ir tú a por la leña[/Vera].- sonreí colocando los troncos en la leñera. Daba gracias a que había ido mejorando mi habilidad como cortadora, porque los primeros días casi me mato. Además, el dolor constante de las manos no me ayudaba.

– [Jamie]Y cocinar, y lavar[/Jamie]. – confesó y fui hasta la mesa del centro a por la jarra de agua para servirme un vaso de agua. – [Jamie]Padre no dejó que aprendiese nada de eso. Tampoco le gustaba que estuviese tanto entre libros[/Jamie].

– [Vera]Puedes aprender ahora[/Vera].- no lo dije en tono sarcástico, pero la ayuda nunca venía mal.

– [Jamie]Quizá entre los libros haya algún hechizo para limpiar[/Jamie].- le devolví la sonrisa que acababa de esbozarme y di un trago de agua.

– [Vera]También puedes limpiar con escoba[/Vera].- propuse mirando en dirección a la escoba que estaba apoyada en una esquina. Las pesadas cortinas pedían a gritos una lavadora.

– [Jamie]¿Y si barre sola como en esa película?[/Jamie]

– [Vera]Inténtalo[/Vera].- y me senté en el sillón que había a su lado.

Conjuró un hechizo y la escoba se movió. No era el colmo de la eficiencia, porque iba de un lado a otro esparciendo el polvo. Aún así, era una mejoría.- [Jamie]No quiero que pienses que no te ayudo. Estoy tratando de buscar una forma de salir[/Jamie]. – confesó. – [Jamie]La magia de Antailtire podía hacerlo, así que quizá yo…[/Jamie]

– [Vera]Tranquila. Yo no tengo afinidad con la magia, así que solo soy útil para mantener la casa[/Vera].- por mucho que me quejara de la falta de espíritu de Jamie, era infinitas veces más MacLeod que Echolls. Y, al contrario de lo que pudiera parecer, no me afectaba en absoluto. La magia me gustaba para verla, pero me parecía algo demasiado volátil e incontrolable. Yo prefería los idiomas y los libros. Además, viendo lo que le había pasado a mi madre con ella, me sentía más segura cuanta menos magia hubiera cerca de mí.

– [Jamie]Eres útil para muchas cosas[/Jamie].- se levantó y me dio un beso en los labios.

– [Vera]Qué guapa eres[/Vera].- iba a atraerla hacia mí para que se sentara conmigo cuando alguien tocó a la puerta.

Vi que Jamie se apartaba de un salto.- [Jamie]¿A-abres tú?[/Jamie].

– [Vera]Tú eres la señora Barnes[/Vera].- le recordé y ella suspiró.- [Jamie]Preferiría ser la señora Macleod[/Jamie].- me atraganté con mi propia saliva y caminé como una autómata detrás de ella en dirección a la puerta.

Cuando abrimos, nos encontramos a un tipo de unos treinta años, con la barba y el cabello de color castaño, bien vestido y de ojos azules.- [b]Buenos días, Señorita Barnes[/b]. – se quitó el sombrero y lo sujetó con ambas manos. – [b]Soy Robert Carmichael, tercer hijo del conde Northampton[/b].

Jamie se quedó paralizada. El tipo nos miraba esperando a que alguien hablase. Era un tipo atractivo si te gustaban las barbas.- [Vera]La señorita Barnes soy yo. Es fácil confundirse porque ambas somos pelirrojas[/Vera].- le tendí la mano deseando que mi vestido no dejase en evidencia que había estado cortando leña.- [Vera]Pase, caballero[/Vera]

Nos echamos a un lado y él pasó. Después, lo conduje hasta el salón, donde le invité a sentarse al calor del fuego.- [b]Encantado de conocerla al fin, he oído hablar mucho de usted y de la desgracia de su situación[/b].- comentó tomando asiento. No me pasó por alto que veía que nos estaban comiendo el polvo y la desidia en general.

– [Vera]Terrible, sí[/Vera].- me senté también.- [Vera]Vera, por favor, tráenos el té[/Vera].

– [Jamie]Sí, ya voy señorita Barnes[/Jamie].- Jamie abandonó la sala para irse a la cocina. Solo esperaba que fuera capaz de calentar la tetera con su magia.

Durante unos minutos, no supimos qué decir.

– [Vera]¿Qué le trae por aquí, señor Carmichael?[/Vera]- pregunté para romper el incómodo silencio.

– [b]Estará de acuerdo en que una casa como ésta sin la protección y la atención de un hombre no podrá sostenerse[/b].- afirmó. Jamie nos sirvió el té y unas pastas horrorosas que había hecho yo.

– [Jamie]Gracias[/Jamie].- musité.

–  [b]Dos señoritas solas en esta casa en los tiempos que corren…[/b]- comentó él dando un trago.

– [Vera]¿Y qué puede ofrecernos?[/Vera]- pregunté dándole un mordisco a la pasta. Contuve una mueca. Sabían a harina cruda.

– [b]He venido a pedir su mano[/b]. – sus ojos se encontraron con los míos. – [b]Tengo experiencia en llevar la tierra y seguro que pronto formaríamos una gran familia[/b].

Me tragué el trozo de pasta de golpe.- [Vera]¿Cuántos días tengo para pensarme su propuesta?[/Vera]

– [b]Bueno, esperaba que pudiéramos concretar algo hoy mismo[/b].- busqué con la mirada a Jamie, que hacía como que barría.

– [Vera]¿HOY MISMO?[/Vera]- chillé.

– [b]Corren muchos rumores de que en otros continentes están pasando cosas extrañas[/b]. – el tipo hablaba con convicción, pero yo no le estaba escuchando. Solo quería que se fuera y nos dejara en paz – [b]Y la fábrica de su padre ya no va igual que en vida[/b].

De pronto, noté una mano sobre la mía y vi a Jamie.- [Vera]Señor Carmichael, agradezco su propuesta, pero creo que Vera se le ha adelantado[/Vera].

Ella sonrió y nos besamos.- [b]¿Pero qué…?[/b]- el tipo se puso en pie horrorizado.

– [Vera]¿Le acompaño a la puerta o ya sabe dónde está?[/Vera]

– [b]Todo el mundo sabrá esto[/b].- nos advirtió antes de irse, pero ya no le escuchábamos porque no dejábamos de reír.

Ya tendríamos tiempo de preocuparnos más adelante.

Comentarios

Deja una respuesta