Kaylee – Gwyddon
Noche
Murmuró unas palabras y a nuestro alrededor una burbuja de aire nos protegió de la lluvia y el viento. Eso nos permitió ver que habíamos terminado en un páramo que parecían las Tierras Altas de Escocia. Un cartel caído en el suelo tenía la misma lengua que se usaba en Gwiddon, no nos habíamos ido del planeta, solo nos había llevado a un lugar donde teníamos difícil sobrevivir.
Pero eso no era todo, Kay señaló al horizonte, a una montaña rodeada del rojo de las llamas, hacia la que caminaba una hilera de figuras encapuchadas, como si fueran hormigas. Nos acercamos con cautela, evitando que nos vieran. Yo lo escuché antes que ella gracias a mi oído lupino, todos entonaban un nombre «Baphomet».
Se había hecho de noche y lloviznaba. El pesado vestido de lana verde y la toquilla gris protegían del frío hasta cierto punto. Escocia es muy verde, muy bonita, pero hace un frío que te cagas. Me fijé en la ropa de Leo, que eran un chaleco, una camisa y unos pantalones. Con toda seguridad, él lo estaría pasando peor que yo. La diferencia residía en que él no se quejaba.
No teníamos más remedio que avanzar y así lo hicimos. Señalé al horizonte y vimos una montaña rodeada del rojo de las llamas que rompía con la negrura del bosque que nos rodeaba. Contra todo pronóstico, las llamas no calentaban nada.
Tomé aire disimulando la punzada de miedo que se había instalado en mi pecho. Aún así y sin saber cómo, Leo me dio la mano para inspirarme confianza. Se ve que no disimulaba tan bien como creía. – [Kaylee]Nunca pensé que me iba a morir de frío en mitad de las Highlands, pero aquí estamos[/Kaylee].- comenté sin dejar de caminar.
– [Leo]Tranquila, aguantaremos[/Leo].- nos miramos y, aunque se mostraba estoico, también estaba preocupado.
– [Kaylee]Y si no, seremos unos bloques de hielo de lo más monos[/Kaylee].
Él sonrió.- [Leo]De todas formas este frío no parece normal[/Leo].- cuanto más nos acercábamos a la montaña de fuego, más frío hacía. ¿Para cuándo un desafío en la playa a 30º?
– [Kaylee]¿Qué estamos buscando, una cabra o un cabrón?[/Kaylee]
– [Leo]Tu padre no fue tan preciso[/Leo]. – replicó ignorando mi chiste malo a la par que hacía referencia a la conversación que habíamos tenido con mi padre unas horas antes y que había ocurrido fuera de plano. – [Leo]Pero esos aldeanos de los que huimos estaban corruptos por lo mismo que había en Dyavol[/Leo].
– [Kaylee]Pero parece que nos quiere matar de frío[/Kaylee].- puntualicé y me senté en el suelo. Estaba cansada, asustada y un poco frustrada. A lo mejor era solo que tenía hambre.- [Kaylee]Me gustaba más esta misión cuando se trataba de estar todo el día de luna de miel[/Kaylee].
– [Leo]Está cerca, lo siento[/Leo]. – me dijo y se agachó a mi lado.- [Leo]Y la tierra, está…emponzoñada[/Leo].
Me levanté como un resorte.- [Kaylee]Quizás deberíamos seguir avanzando[/Kaylee].- propuse .- [Kaylee]A lo mejor lo que quiere es que nos quedemos aquí[/Kaylee].
Volvimos a caminar con menos ánimo del habitual. Sabíamos lo que teníamos que hacer gracias a las explicaciones de mi padre, pero era como si no tuviéramos ganas. Era la misión más apática de la historia. Cien años después, más o menos, llegamos a las faldas de la montaña de fuego.
Tanta pena debimos darle, que el Cabrón vino a nuestro encuentro. Era un tipo de marcado acento escocés, barba de chivo, media melena y sendas cicatrices en sus mejillas. Iba vestido con un kilt de tonos rojizos y sus piernas estaban curvadas como si fueran las de una cabra.- [b]Esperaba un fénix a mi altura[/b].
Quise decirle que yo también. Pero total, qué más daba. Si le habíamos encontrado gracias a mi padre. Leo se encabronó (jeje) y acabó convertido en un cruce entre yorkshire y chihuahua. Me estaba poniendo frenética con su ladrido incesante.- [Kaylee]Espero que sea reversible[/Kaylee].
– [b]Tu madre podría hacerlo, pero claro, ella no tenía miedo a su propio poder[/b].- se burló y me mosqueé. La apatía estaba dando paso a un cabreo (jeje) monumental. Mi madre tampoco era un ejemplo de nada. Se tiró a su profesor alcohólico en la universidad, dejó que la magia la consumiera y tuvo que renacer dos veces de sus cenizas.
– [Kaylee]No tengo miedo[/Kaylee].- Leo no dejaba de ladrar. Guau, guau. No podía ni pensar.
– [b]¿Ah no?[/b]- con un chasquido, el yorkshire chillón dio paso a un pedazo de lobo. Que sí, que daba todo el miedo que tú quieras, pero por lo menos no ladraba como un demente.
El Cabrón lo enjauló dentro de unos barrotes de fuego y Leo, desquiciado, intentaba escapar.
– [Kaylee]Deja de usarle[/Kaylee].- le pedí. Mi voz sonó débil. ¿Dónde había quedado la fuerza?
– [b]¿Por qué no me lo impides?[/b] – me preguntó. – [b]¿Tienes miedo a todo? Quizá eres un polluelo en lugar de un fénix[/b].- la temperatura comenzó a elevarse. Por fin el fuego estaba sirviendo de algo.
– [Kaylee]¿Te recuerdo que soy hija de dos adictos y que el uso de la magia me da alergia?[/Kaylee]
– [b]Este fuego evitará que tengas que rascarte[/b].- las llamas se avivaron. Empezaba a echar de menos el fresquito anterior.
– [Kaylee]No sé qué pretendes, pero no vas a conseguir nada conmigo[/Kaylee].- me envalentoné. A lo mejor esto iba de quién era el más gallo.
– [b]A mi maestro le sirve con que estés muerta[/b].- abrió los barrotes y el lobo negro salió disparado.A diferencia de su versión licantrópica, este era un lobo de verdad.
– [Kaylee]Leo, ven aquí y deja de mearlo todo[/Kaylee].- dije en una especie de broma para ver si disipaba los nervios y me concentraba.
Pero el lobo, que no me reconocía, se puso frente a mí enseñando sus enormes fauces.
Noté un hormigueo en los dedos. La magia pugnaba por salir. Sabía qué debía hacer y cómo.- [Kaylee]No puedo hacer esto. Yo no soy una yonki como ellos[/Kaylee].- solté en voz alta y me tapé la boca con rapidez.
– [b]Una pena[/b].- el tipo chasqueó la lengua.- [b]Adelante Leo, total ya te la estabas comiendo con los ojos[/b].
El lobo negro se abalanzó contra mí. Y tuve miedo. Tuve miedo de ser tan inútil que mi propio novio me acabara comiendo. Como una especie de Caperucita tróspida que se tira al lobo y luego él se la come. De cuento para fomentar la castidad iba que ni pintado.
El hormigueo se hizo más intenso cuanto más cerca estaba el lobo y entonces solté un torrente de aire para empujarlo hacia atrás. Al principio, surtió efecto, pero después se transformó en piedra y se quedó inmóvil. No dejé de lanzarle aire.- [Kaylee]No me obligues a convocar un rayo para partirte[/Kaylee].- alcé un dedo amenazante.
– [b]Fíjate, ya estás sufriendo el calor[/b]. – era cierto. Mi constitución de MacLeod me pasaba factura con estas temperaturas. – [b]Vas a arder, pero sin renacimiento[/b].
– [Kaylee]No sé cuál es la solución a este acertijo. No sé qué tengo que hacer. A lo mejor es que nunca he sido tan lista. A lo mejor es que me mataba a estudiar y a veces se me olvidaba hasta comer porque tenía que ser la mejor[/Kaylee].- el lobo de piedra avanzaba lento, pero seguro. Mi torrente de aire no era lo bastante fuerte. Tal vez el
– [b]¿Eso hacías? No lo parece ahora mismo[/b].- solté una carcajada amarga. Era muchas cosas el el instituto y la mayoría las había borrado porque me avergonzaban demasiado.
– [Kaylee]No quiero ser esclava de mi propio poder[/Kaylee].- dejé de intentarlo con el aire. De todas maneras, no es que funcionara.
El Cabrón detuvo a al lobo, que se quedó petrificado. Tragué saliva con dificultad.- [b]Entonces serás la mía[/b].- unas cadenas de fuego salieron de la tierra y treparon por mi cuerpo. No creáis que no intenté liberarme. Lo que pasa es que todos los esfuerzos fueron en vano.
Me removí incómoda y sintiéndome indefensa.- [Kaylee]¿Qué quieres de mí?[/Kaylee]
– [b]¿De ti? Nada[/b].- confesó con desgana.
– [Kaylee]¿Entonces qué hago aquí?[/Kaylee]
– [b]No lo sé. Dímelo tú[/b].
Las cadenas me apretaron más. Casi no podía respirar.- [Kaylee]Me ahogo[/Kaylee].
– [b]Y yo me aburro[/b].- fingió un bostezo.
Las cadenas siguieron trepando. Me removí con todas mis fuerzas e intenté convocar la magia que fluía en mi interior, pero parecía que me hubiera abandonado.
Miré al lobo petrificado y las cadenas me atraparon del todo. Al final, estuve encerrada en una especie de crisálida de fuego.
Tuve miedo. Por un momento pensé que iba a morir y cerré los ojos dejándome arrastrar por lo inevitable.
– [Diana]Ratoncita, ¿qué estás haciendo?[/Diana]- la voz de mi madre se escuchaba con nitidez. Volví a abrir los ojos y la vi frente a mí. Parecía Katniss Everdeen rodeada por las llamas. Era el Fénix.
– [Kaylee]Morir, supongo[/Kaylee].
– [Diana]¿Ahora que por fin te estás tirando a Leo? Qué pena de vida, chica. Menuda narrativa de mierda[/Diana].
– [Kaylee]No soy lo bastante buena. No merezco ser una Daë[/Kaylee].- le expliqué con pesar.
– [Diana]Es verdad. No lo mereces[/Diana].- asintió.- [Diana]Ni yo tampoco lo merecía, ni tu padre, ni el tío Daniel y mucho menos el tío Ed, que tiene las fuerzas justas para levantarse por las mañanas, aunque la tía Sarah…[/Diana]
– [Kaylee]Mamá[/Kaylee].
– [Diana]¿Qué?[/Diana]
– [Kaylee]Céntrate[/Kaylee].
– [Diana]Lo que quiero decir es que esto no se trata de merecerlo, sino de ganárselo. Y tú, enana, te lo has ganado[/Diana].- fui a hablar y me detuvo.- [Diana]Lucha con todas tus fuerzas y sal de aquí[/Diana].
– [Kaylee]Os he llamado yonkis[/Kaylee].- confesé con un hilo de voz.
– [Diana]Yo he llamado a mi madre cosas mucho peores y la cuestión no es cagarla. La cuestión es saber reconocerlo[/Diana].
– [Kaylee]No soy como tú[/Kaylee].
– [Diana]No. Eres mil veces mejor[/Diana].- dijo con orgullo.
Noté cómo las lágrimas brotaban de mis ojos. Empecé a llorar sin saber por qué. Lloraba por mi familia, por Leo convertido en piedra, por haber sido mala en el instituto. Las cadenas se estaban desintegrando, mi madre desaparecio. Cada lágrima deshizo una y por fin, cuando lloré la última, noté que me estaba liberando.
De pronto, hubo una explosión de luz y Leo ya sin piedra y el Cabrón estaban de nuevo frente a mí.- [b]¿Quién eres?[/b]
– [Kaylee]Soy Kaylee MacLeod-Echolls y soy el puto Fénix[/Kaylee].
– [b]Así me gusta[/b].- las pintas de cabra dieron paso al mismo tipo. Quizás un poco menos feo y tras él se abrió un vórtice de fuego.- [b]Gracias y mucha suerteº[/b].
– [Kaylee]Eres un cabronazo[/Kaylee].- dije sonriendo y le di la mano a Leo.- [Kaylee]]Para la próxima, me pido yo ser la de piedra[/Kaylee].
Él sonrió y nos perdimos en el fuego.
So tie me to a post and block my ears
I can see widows and orphans through my tears
I know my call despite my faults
And despite my growing fears
But I will hold on hope
And I won’t let you choke
On the noose around your neck
And I’ll find strength in pain
And I will change my ways
I’ll know my name as it’s called again
(The Cave, Mumford and Sons)
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