Moondale

VUELTA AL DULCE HOGAR TEMPORAL

Amy – Nexus

Tarde

Noté una punzada en el pecho cada vez más intensa. No le di mayor importancia, pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me lo hubiesen roto y entonces lo entendí: algo le había pasado a mi otra mitad. Algo le había pasado a Jane.

Vi a Owen llevarse una mano al pecho y pensé que solo estaba siendo melodramático, pero cuando la pantomima empezó a durar más de lo que se considera aceptable, me preocupé. Supe que no era abroma porque cayó de rodillas. Entonces, alargué mi mano para ayudarle y llamé a nuestro otro compañero de aventuras.- [Amy]Lekwaa, ayúdame, por favor[/Amy].

La respuesta fue un sonido amortiguado más adelante.- [Amy]Owen…[/Amy]- dije poniéndome a su altura y mirándole a los ojos para ver si era la maldición avanzando a pasos agigantados.

– [Amy]Venga, concéntrate en mi voz. Esto se parece mucho un ataque de ansiedad[/Amy].- le pedí.- [Amy]¿Qué necesitas?[/Amy]

Poco a poco, su respiración se fue tranquilizando.- [Owen]No… no es nada. Estoy bien[/Owen].- se reincorporó con mi ayuda y dio un trago de agua de la cantimplora que llevábamos.

– [Amy]Pues para estar bien, tenías peor color que yo[/Amy].- comenté mientras reanudábamos el camino.

Él hizo caso omiso a mi comentario. Con Owen siempre era así. Me gustaban el envoltorio y lo que tenía dentro, pero no el montón de capas que se empeñaba en meter en medio. Toda esa fachada del quarterback medio idiota me sacaba de quicio y el angry sex solo funciona para un rato (no había pasado, que conste).

Nos sentamos a comer un poco de pan con cecina y Lekwaa seguía sin aparecer. No es que fuera el compañero de batallas más presente del mundo, aunque había que agradecerle que nos dejara espacio. Mientras comíamos en silencio, disfrutando de los sonidos del bosque, pensé en que me había acostumbrado tanto a la vida en este mundo, incluso a los ropajes de elfo, que cuando volviera a la Kvasir, iba a tener el Síndrome de Estocolmo.

La cecina estaba dura como una piedra y el pan más de lo mismo. Aún así, había algo de reconfortante en saborear casi por última vez lo que había sido una comida habitual durante meses.

Por raro que parezca, lo observé mientras comía. Supongo que es algo muy animal, pero se puede saber mucho de alguien por la manera en la que se enfrenta a lo que tiene delante del plato. O quizás es algo de persona con TCA, no sabría decirlo.

Owen comía como si supiese que cada bocado podría ser el último. Iba a decírselo cuando unos ruidos nos interrumpieron. Me puse en pie como si hubiera saltado con un resorte. Él, al verme levantarme así, se puso en pie armando un gran estrépito. Le mandé estarse quieto. ¿Lo que estábamos escuchando eran primates?

– [Owen]No nos das miedo[/Owen].- le dijo a la nada, incapaz de callarse.- [Owen]Así que, ¿por qué no das la cara y nos dejas marchar de una vez de este lugar?[/Owen]

– [b]¿Marchar? ¿A qué vidas queréis volver, uno a morir y la otra a querer morirse?[/b]- exclamó una voz en las ramas. Afiné la vista y vi a un chimpancé en las ramas de un frondoso árbol. Un chimpancé que no pintaba nada en este bosque, si digo la verdad.- [Amy]¿Y quién te ha dicho que yo quiero morirme?[/Amy]- no todas las personas con depresión quieren morirse. Eso es banalizar una enfermedad y tirar por la pulla fácil.

– [Owen]Y yo prefiero morirme en mi mundo, la verdad[/Owen].- le recordó mi colega de fatigas.

– [b]Conozco bien los animales que tenéis dentro[/b].- el mono de pelaje oscuro avanzó hasta las ramas inferiores  y pudimos verlo con claridad.

Fruncí el ceño.

– [Owen]Pues cuidado que muerden[/Owen].- le respondió el Williams.

– [Amy]¿Ah, sí?[/Amy]- enarqué una ceja con guasa.

– [Owen]Tengo que sonar amenazante. No le voy a decir que voy a mearle la entrepierna[/Owen].

– [Amy]A lo mejor le gusta[/Amy].- esbocé una sonrisilla un tanto ridícula.

El chimpancé, aparentemente cansado de escucharnos, se posó delante de nosotros y nos arreó un zarpazo del que poco pudimos defendernos. A mí me dio en el hombro y a Owen, en el brazo. Después, empezó a chillarnos de manera amenazadora.

Me cabreé y nuestras transformaciones se desencadenaron. Había algo raro en ellas, porque no nos tuvimos que desvestir. Lo que pasa es que no pensé en ello hasta después. – [Owen]Hijo de…[/Owen]- se dobló sobre sí mismo y gritó de dolor.- [Owen]No te haces una idea de lo que duele esto[/Owen].

– [Amy]Bienvenido a mi vida[/Amy].- dije convenciéndome de que el dolor era solo el pequeño precio a pagar por la libertad.- [Amy]Déjalo ir y pasará más rápido[/Amy].

– [b]Luego dicen que los monos nos lanzamos mierda[/b].- soltó el mono de mierda y abrí la boca para que los afilados colmillos se abrieran paso.

– [Amy]Es lo que hay[/Amy].- la transformación no terminaba de llevarse a cabo. Estaban el dolor y el pelo. Los dientes y la ira. Pero faltaba todo lo demás.

El lobo de Owen no era normal. Estaba formado de oscuridad y vi que venía a por mí. Daba dentelladas y era fuerte, pero yo lo era más. Yo era una alfa y él un beta. Así es como tenía que ser.- [Amy]¡ATRÁS, BETA![/Amy]- le ordené con una voz más gutural de lo habitual.

Él no atendió a mi orden y lanzó un par de dentelladas que esquivé siendo más rápida. Como no era ni loba, ni mujer, tenía pleno control de mis facultades.- [Amy]¿En serio quieres matarme? Te has tomado el «hay amores que matan» de manera literal.[/Amy]

Lo que no esperaba es que él me contestase. – [Owen]Es el lobo al que le viene los instintos homicidas, ya sabes que yo soy un pacifista[/Owen].

Su boca no se movía. Estábamos hablando a través de nuestras mentes y esto solo era posible en un entorno controlado por el mono de marras.- [Amy]No intentes morderme o me enfadaré[/Amy].

Como si lo hubiese convocado, apareció aporreando el suelo con un rama. Vaya bicho más ridículo.- [b]Cuánta ira, cuánto dolor[/b].

– [Owen]Eres peor que los monos carteristas[/Owen].

El mono disfrutaba de aquellas dos transformaciones a medias. De que nos doliera y de que no estuviéramos organizados. Intenté pensar en qué narices podía querer ese tío. Nada. Ni puta idea.

La lista de la familia siempre había sido Kaylee. Lo que pasa es que en la vida real eso de «¿qué haría Kaylee?» no funciona. Joder, qué mierda haría Kaylee.

Me dolían los dientes. Me dolían los brazos. Ni loba, ni mujer. Un momento. A lo mejor lo que teníamos que hacer era invertir la transformación. El mono decía que conocía a los animales que teníamos dentro, pero en ese momento, lo que teníamos dentro éramos nosotros mismo.

– [Amy]Owen, concéntrate: el mono lo que quiere es que saquemos a los animales que tenemos dentro de verdad[/Amy].

– [Owen]No entiendo nada. No puedo concentrarme. Me duele todo.[/Owen].

– [Amy]¿No lo entiendes? Las personas también somos animales. El mono quiere que invirtamos la transformación[/Amy].

– [Owen]¿Y qué gana con eso?[/Owen]- su voz sonaba chillona. No podía negar de quién era hermano.

– [Amy]Que aceptemos lo que somos en todos los sentidos. Tú puedes con esto. Los dos podemos[/Amy].

– [Owen]¿Por eso no está Lewkaa aquí?[/Owen]

– [Amy]Exactamente[/Amy].

Me vi mordiendo a Leo. Dándole mi regalo más preciado que para él siempre fue una cárcel y entonces, traté a mi cuerpo como si fuera un beta de mi manada y fui invirtiendo la transformación. Para sorpresa de nadie, también dolía.

– [Owen]¿Nadie te ha enseñado nunca que el lobo es más fuerte que el mono?[/Owen]- Owen deshizo su transformación a la vez que yo y quiso atrapar al primate, que era más rápido de lo que debería.

– [b]Hay monos y monos[/b].- se rio y acabó transformándose en un gorila espalda plateada. Era impresionante. Nosotros estábamos vestidos como antes de que empezara la prueba.- [b]¿Cómo pensabais poder con mi oscuridad si vuestros corazones estaban llenos de dudas y miedo?[/b]. – dijo. – [b]Tú, siempre rechazado, y tú, atormentada por el pasado y el futuro[/b].

– [Owen]Ya bueno, nadie es perfecto, aunque me diga eso a mí mismo y, por cierto, mi corazón no alberga oscuridad[/Owen].

– [Amy]Y yo tengo que empezar a pensar más en el presente[/Amy].

El gorila, al escucharnos, se transformó en un tipo de unos cuarenta años, calvo, alto y fuerte. Tenía pinta de luchador de wrestling. Tras él, se abrió un portal.- [b]Venga, ya tenéis el portal, largo de aquí, tenéis que acabar con ese engendro[/b].

Pensé que desapareceríamos, pero según íbamos caminando, a nuestro alrededor se fue formando lo que parecía un cielo estrellado. Y al fondo, estaba la Kvasir, estrellada, que se hizo polvo y desapareció.- [Amy]¿Entonces, qué alberga tu corazón, Shakespeare?[/Amy]- le pregunté.

– [Owen]¿Ahora mismo? Incertidumbre. Creo que algo terrible le ha pasado a Jane[/Owen].- su respuesta me decepcionó un poco.

– [Amy]Estará bien. Es la fuerte[/Amy]

– [Owen]No lo sé, Amy. Tengo la sensación de que algo malo le ha pasado… algo como que si hubiera… muerto[/Owen].- hablaba con dificultad.- [Owen]Pero no puede estarlo, ¿verdad?[/Owen]

– [Amy]No está muerta. El que se muere antes eres tú[/Amy].

– [Owen]Eso es cierto[/Owen].- me dio la razón.- [Owen]Ya noto la huesuda mano de la muerte en el hombro. Aunque lo mismo es una mujer despampanante, pero hay tantas versiones de ella…[/Owen]

– [Amy]Lo del novio de la muerte es muy de legionario[/Amy].

– [Owen]No quiero ser el novio de la muerte[/Owen].- nos quedamos callados y detrás de nosotros apareció Lekwaa, tan tranquilo como siempre.

– [Lekwaa]Odio a los monos.[/Lekwaa]- se quejó.

– [Amy]¿Qué, te ha pagado Owen para que nos dejes solos?[/Amy]- bromeé.

– [Lekwaa]En cuanto lleguemos a la Kvasir[/Lekwaa].

Y, en ese momento, nuestro alrededor se difuminó y supuse que volvíamos a casa. Como dijo Owen antes de que pasara: volvíamos a nuestro dulce hogar temporal.

Did you ever want it?
Did you want it bad?
Oh, my
It tears me apart
Did you ever fight it?
All of the pain, so much power
Running through my veins
Bleeding, I’m bleeding
My cold little heart
Oh I, I can’t stand myself

(Cold Little Heart, Michael Kiwanuka)

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