Moondale

SILENCIO DE NUEVO

DIARIOS DE DESTINO

LA KVASIR

Metal tratado por los mejores alquimistas, doblado y plegado a la perfección por los metálicos de un país que aún no conocía el universo. Capas de aislamiento, cámaras de aire, sistemas de calefacción y depuración de aire y todo ello cubierto con un interior de madera criada por el equipo de botánicos para aportarle un necesario toque de hogar. Y sin embargo el frío se filtraba por sus pasillos y la gente que había vuelto para darle vida estaba a punto de perder la suya en una pesadilla sin fin, sin que la Kvasir pudiera hacer nada.

El terror pisaba sus suelos, observando con una sonrisa los cuerpos sumidos en un sueño turbado. Aquello le estaba dando un festín como hacía tiempo que no conocía. Al miedo le encargaba alimentarse de las personas buenas, porque eran las que más tenían que perder, las que tenían una conciencia más sensible.

Se colocó al lado de Jane y se agachó, pasando la mano a escasos centímetros de su rostro. Con solo tocarla podría acabar debilitado, incluso muerto. Tanto poder y al final, rendida a su reino de noche eterna. Más allá podía ver a Elle, removiéndose como si tratase de salir de un ataúd. A Kaylee, con el rostro compungido como si fuera a echarse a llorar. Mostró una sonrisa de dientes afilados. Adoraba alimentarse de mujeres, por eso vestía ese cuerpo de depredador, de hombre blanco que cree ser superior a cualquier mujer, que cree tener derecho sobre ellas y sobre todo lo que tenga a mano. Una pesadilla en carne y hueso.

Aquél ser se quedó allí, observando, deleitándose, empezando a creerse superior al desafío que los Daë debían plantearle.

Dicen que el ego es peligroso, y ni siquiera el miedo está libre de él.

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