Moondale

Autor: Diana Echolls

  • UN AULLIDO QUE ME DESGARRA POR DENTRO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Caernaforn, Gales

    [color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

    saddiana

    [SIZE=2]
    Cada aullido de del licántropo me desgarraba por dentro. Me hubiese gustado que fuera posible acercarme a él, rajarle la barriga y sacar de su interior a McLeod como hacían en el cuento de Caperucita, pero en la vida real todo era mucho más complicado y doloroso. Le había tirado la infusión por la ventanilla y ahora tenía cargar con eso. La próxima vez lo tendría en cuenta. O no.

    Cuando le vi transformarse, mi cuerpo se retorció como si fuésemos una sola persona. Ni siquiera había reaccionado a tiempo para ayudarle a colgarse el teléfono móvil del cuello, así que se lo había tenido que poner a medio transformar y por eso, ahora estaba tirado en el suelo. Le preguntamos a Ed varias veces dónde estaba, pero lo único que podía decirnos era que estaba bien y que seguía en el bosque, ¿cómo distingues una parte de otra?

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  • ALGO QUE VER Y ALGO QUE RECORDAR

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Sala Blanca

    [color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

    dic_zps6d46eb48

    [SIZE=2]
    Cuando parecía que el Doctor había desaparecido y quienes ahora nos enviaban visiones eran nuestros amigos los Grandes Poderes, uno de ellos gran fan mío al que olvidé firmarle un autógrafo, la cosa se torció, sin dobles sentidos.

    Estaba esperando mi visión positiva, tomándomela como un premio después de todo lo que había pasado, incluida la vergüenza que aún conservaba por haber perdido los nervios delante de todos, porque me hubiesen visto desprotegida, con todo lo que habitualmente cargaba, tragaba y pisaba para ocultarlo en un rincón dónde no hacerle mucho caso, cayéndome encima, meses y meses de preocupaciones, problemas, miedos e inseguridades agolpándose a la vez por no haberlos ido digiriendo uno a uno.

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  • POCOS, PERO FELICES

    [align=center][SIZE=3][b]Diana Echolls | Sala Blanca[/b][/SIZE]

    dic_zps6d46eb48

    [SIZE=2]

    La diferencia entre la vida real y una alucinación provocada por un hechizo es, entre otras cosas, que puedes meter a un puñado de gente en una sala de un blanco impoluto sin que corras el riesgo de que eso acabe más negro que mi conciencia. Luego estaba el hecho de poder jugar con sus mentes como si fueran de tu propiedad, pero eso ya dependía del grado de maldad que tuvieras. Y ahí estábamos nosotros, en una inmensidad blanquísima en la que me daban ganas de escribir como si fueran las puertas de un baño universitario.

    No estaba muy segura de qué pretendía sacar de ahí, si lo que quería era separarnos, no lo estaba consiguiendo y si quería hundirnos, no le iba a durar mucho, pero aún así, no dejaba de intentarlo. Primero había sido el turno de un joven McLeod que se daba el lote con mi yo feo (el mal gusto propio de la juventud) y se iba a de excursión a un episodio de ‘Teen Wolf’. Entendía que a él le hubiese parecido, en su momento, algo terrible, porque lo era, pero después de saber que eso no era más que mi antiguo cascarón, no tenía sentido que se siguiese flagelando.

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  • AVALANCHA DE MOONDIES

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Universidad de Moondale, Pasillos de la Universidad

    [color=#81BEF7]MAÑANA[/SIZE][/color][/font][/b]

    dianacapinuevo

    [SIZE=2]
    Los pasillos de la universidad estaban más concurridos que un óvulo en día de fecundación, pero McLeod me llevaba de su mano y eso, aunque no era el momento de reconocerlo, me daba seguridad.

    A cada paso que dábamos, iba apareciendo más y más gente. Había un Dominic en cada esquinas, a veces con Silver, otras con Jaime y pocas, muy pocas, con una chica bajita y con mala leche, que debía ser Rebecca. Los Ed estaban por ahí, llorándole a alguna pelirroja más bien feúcha o tomando café con una chica rubia, que por el bien de ellos, esperaba que fuese Kaylee. Había muchos Daniel, casi todos intentando encontrar a Sarah, que no aparecía por ninguna parte, pero que aseguraban querer más que a su vida.

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  • ME SALE OTRO ED DEBAJO DE LAS PIEDRAS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Universidad de Moondale, Despacho de Diana

    [color=#81BEF7]MAÑANA[/SIZE][/color][/font][/b]

    dianachanning

    [SIZE=2]
    El último mes había sido un infierno, me había acostumbrado a pasar el día con McLeod y después, marcharme con él a su casa, cenar juntos y pasar la noche allí. La relación había llegado a ese punto extraño en el que una gran parte de tu ropa está en su casa, tu cepillo en el cuarto de baño y la mitad de los armarios ocupados por tus cosas. Pero desde el día en el que pasó todo aquello, había vuelto a mi casa, casi no tenía ropa que ponerme y mi madre, de vez en cuando, se me quedaba mirando como a punto de decirme algo, pero después se lo pensaba mejor y se quedaba callada, mirándome en silencio, compadeciéndose de mí. Y si hubiese estado en mis cabales, le habría dicho algo, porque no me gusta la compasión, pero en ese momento, incluso lo agradecía.

    No me había atrevido, ni siquiera, a recoger mis cosas y me dedicaba a utilizar la ropa de Sarah (que me quedaba reventona) o la de cuando mi madre tenía mi edad, por lo que parecía que acababa de bajarme de la máquina del tiempo directamente desde 1983. Y no quería ir, ya no sólo por el hecho de tener que mirarle directamente a la cara, si no también por verme obligada a cerrar ese capítulo de mi vida.

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  • MAL LIBERADO

    [align=center][SIZE=3][b]Diana Echolls | Universidad de Moondale[/b]

    [color=black][b]Noche[/b][/SIZE]

    saddiana

    [SIZE=3]

    Lo bueno de que fuera de noche, es que no tuvimos muchos problemas a la hora de aparcar y pudimos salir de él antes de que nos viese alguien, porque no era plan de que empezasen las preguntas incómodas del tipo: ¿Qué hacen un profesor y una orientadora de la Universidad en mitad de la noche saliendo de un coche con un puñado de estudiantes? a) Van de camino a una orgía en el despacho de Mercy. b ) Van de camino a una orgía en el despacho de Mercy en el que les proporcionarán a los jóvenes e inexpertos las respuestas a todos los exámenes. c) Vienen de una orgía.

    Mientras avanzábamos de camino a la biblioteca, íbamos en un silencio casi sepulcral, sobre todo porque si nos encontrábamos con Mercy y nos escuchaba hablando de algo que no procedía, le daría una patada a mi desteñido culo y acabaría en la cola del paro o en ‘The hole’, el club de las afueras de Moondale. Y sí, por club quiero decir bar de striptease. Y por striptease me refiero a puticlub en de los típicos en los que las bailarinas tienen celulitis, se sirven desayunos continentales y los clientes no están nada buenos. No lo digo porque haya estado, que conste. Una cosa es tener una etapa pseudo-lésbica y otra, frecuentar garitos de mala muerte. Nunca he estado tan salida (creo).

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  • LAS MADRES SUELEN TENER RAZON

    [align=center][SIZE=3][b]Diana Echolls | Universidad de Moondale[/b][/SIZE]

    dianacapinuevo

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    Si hay algo que no le recomendaría ni a mi peor enemigo es correr con tacones y falda de tubo por los pasillos de una Universidad cuando acaban de encerarlos, porque te puedes torcer un tobillo o peor aún, puedes torcerte un tobillo, romperte un tacón, caerte de culo y limpiar el suelo con sus posaderas.

    – [b] [i] [color=#843181]¡Me cago en…![/SIZE] [/i] [/b]-Exclamé con furia al vernos a mí y mi bolso desparramados.- [b] [i] [color=#843181]Mierda de tacones, mierda de suelo y mierda de universidad: ¡Un día os quemo y me quedo más ancha que larga![/color] [/i] [/b].- Espeté mientras me levantaba, pasándome una mano con disimulo por mi dolorido culo. Tan enfadada estaba, que al ver que el tacón de uno de los zapatos se había roto, me lo quité y lo tiré a la papelera más cercana junto con su compañero (el que estaba en perfectas condiciones). Lo normal habría sido romper el otro tacón como hacen las protagonistas de las comedias románticas, que luego van ellas monísimas con sus tacones transformados en bailarinas, mientras andan como si fueran patos mareados, pero yo normal normal…nunca he sido.- [b] [i] [color=#843181]Le vais a tocar los huevos a vuestra puñetera madre[/color] [/i] [/b].- Les amenacé aprovechando que no pasaba nadie.

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  • UN DESTELLO DE ESPERANZA

    [align=center][SIZE=3][b]Diana Echolls | Realidad desconocida[/b][/SIZE]

    dianallora

    [SIZE=2]Cuando el vórtice se abrió y caímos en la siguiente realidad, tuvimos la sensación de estar en un anuncio de compresas. Los pájaros cantaban y el sol brillaba con tanta intensidad que tuve miedo de derretirme (todo el mundo sabe lo que pasa con los bombones cuando hace mucho calor…).

    Miré al frente y vi la casa de mi madre con algunos años más, pero tan majestuosa como siempre. Avancé sin decirles nada y me puse de puntillas al lado del muro del jardín, dispuesta a cotillear todo lo que me fuera posible.

    Al primero que vi fue a Ed o quizás sería más correcto decir que vi a Don Edward Maclay, pues debía tener más de cuarenta años y…algo de barriga. Estaba cortando el césped descamisado mientras que la señora Maclay bebía una limonada a la par que tomaba el sol. Agudicé el oído para escuchar un poquito más (no era cotilleo, era información) y entonces, descubrí quién era la señora Maclay.

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  • DESTINADOS A ESTAR JUNTOS

    [SIZE=3][b][align=center]Diana Echolls | Casa de McLeod[/b][/SIZE]

    dianallora

    [SIZE=2]
    Cuando me desperté, llevé la mano al lado de la cama en el que se suponía que dormía McLeod, pero él ya no estaba. No me hacía falta ser adivina para imaginarme que estaba en el piso de abajo preparando café para ver si con unas cuantas tazas conseguía despertarse del todo. Porque sí, habíamos pasado la noche juntos, pero no era culpa mía que hubiese dormido poco. Él ya venía así de fábrica.

    Me puse en pie rápidamente y bajé las escaleras hasta la cocina con cuidado de no resbalarme, pues iba descalza y con una camiseta de McLeod que había usado como pijama. Si me resbalaba y moría desnucada, los forenses encontrarían mi cadáver despatarrado con una ropa interior a la vista muy poco favorecedora porque, dicho sea de paso, parecía que lo hacía apropósito pues cada vez que dormía en casa de él llevaba las bragas más feas de la historia y si eran de muñequitos, mejor.

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