Moondale

Autor: Destino

  • PONERSE EN LA PIEL DEL OTRO

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Mi primera parada de aquella peculiar mañana fue mi habitación, claro que en aquél momento no caí en la cuenta de que mi ropa le quedaría a Jane como un saco. Así que allí estaba, en mitad de la sala común de la planta principal, en el cuerpo de Jane, con un jersey en el que podría entrar otra persona, la cabeza revuelta con los murmullos de los pensamientos de los demás presentes y una sensación extrañisima de tener que aislarme de la conexión con mi cuerpo para no sentir cada parte de Jane.

    – [Xander]¿Qué habéis hecho?[/Xander] – pregunté mirando a Kaylee. En el último descanso había hecho de las suyas con su magia y la ayuda de Lexie, Sophie y creo que también Idris, así que era la principal sospechosa. Quizá algo había salido mal, porque desde luego esto no era lo que me imaginaba precisamente como una diversión para relajarse.

    -[Cole]A mí no me mires Xander. Soy Cole.[/Cole] – respondió con la voz de Kaylee. Os contaré una cosa, cuando uno ve una película o una serie en la que suplantan a alguien metiéndose en su cuerpo, parece todo muy obvio y resulta raro pensar que no lo descubran, pero al ver Cole allí delante en el cuerpo de Kaylee, con la voz de Kaylee, supe que con que hubiera disimulado un poco y yo no hubiera sido consciente del cambio de cuerpo, habría pasado desapercibido. A veces vemos lo que queremos ver, lo más simple.

    – [Kaylee]¿Por qué tiene que ser culpa mía, Xander?[/Kaylee]- me preguntó Cole…no Kaylee rascándose la barba de Cole. Esperaba que no tuviera que llegar a acostumbrarse al picor. La mera idea de quedarme atrapado en el cuerpo de Jane me horrorizaba, en especial porque cada vez estaba más cerca el momento de ir al baño y cuanto más pensara en ello, más cerca estaría.

    En ese momento entró Owen vestido con una camiseta oscura. – [Amy]¿POR QUÉ ESTÁ EN MI CUERPO?[/Amy] – gritó fulminando la sala con la mirada. Me paré a pensar quién estaba dentro de Owen hasta que vi a Amy llegar detrás de él, bueno de ella.

    – [Owen]¿Pero porque estáis gritando todos?[/Owen] – preguntó Owen rascándose la cabeza. Miró el cuerpo que tenía delante y se sorprendió. -[Owen]Oh, ya veo.[/Owen] – replicó.

    – [Amy]¡SAL DE MI CUERPO![/Amy]- le gritó Amy desde su cuerpo. Reprimí el impulso de echarle la bronca a Owen por hablarle así a mi prima porque era al revés.

    – [Owen]Si supiese cómo, lo haría. Tranquila, no eres mi primera mujer.[/Owen] – Amy iba a responderle pero al escuchar eso se quedó sin palabras. Me pasé una mano por la frente y me sorprendí al ver lo suave que era. Owen se refería a cuando nos habíamos cambiado de cuerpo con nuestros padres siendo pequeños, pero por la forma en lo que lo había dicho…aunque podría haber sido peor.

    – [Jane]Después de la idiotez que acaba de soltar mi hermano, creo que ha llegado el momento de empezar a pensar en solucionar esto[/Jane].- propuso Jane desde mi cuerpo. Llevaba los hombros distendidos y le costaba mantenerse erguida por la diferencia de altura, eso me iba a dar dolor de espalda más tarde.- [Jane]Porque yo confío en Alexander, pero no todas las personas estarán igual de cómodas con su cambio[/Jane]. – me alegró saber que confiaba en mí y me relajé. Entré en conexión con mi cuerpo y fui consciente de cada parte de él. Al notar las diferencias me asusté y volví a concentrarme. Me centré en cómo sonaba mi voz para el resto, era curioso.

    – [Idris]Puedes apostar tus nuevos músculos a que sí.[/Idris] – replicó Elliot, salvo que no era él.  – [Idris]Blanco y menor, tiene huevos la cosa…creo. Por cierto  cuando vayas al baño pon las dos manos.[/Idris] – era Idris, claramente. Le guiñó el ojo a su cuerpo en el que supuse que estaría Elliot si todo seguía una lógica, por llamarlo de alguna manera.

    – [Owen]Fantasma. En vez de eso dile que tenga cuidado y no te la congele.-[/Owen] replicó Owen-Amy tocándose el pelo.

    Vi a otros hablar, pero me costaba escucharles, sus pensamientos se filtraban en mi cabeza y no sabía cómo detenerlo. Era como estar en un submarino que de pronto se ha llenado de filtraciones. Ponía las manos para tapar las que podía pero no dejaban de colarse más y más.

    [Elliot]¿Porque me tiembla todo el cuerpo?[Elliot]. Eso pensaba Elliot en su cabeza. Le miré, estaba temblando de verdad. Llevaba toda su vida sin sentir frío ni calor así que estar en el cuerpo de Idris, que adoraba el frío, debía resultarle abrumador.

    [Xander]Tranquilo, es el choque del cambio, te acostumbrarás. Recuerda que Idris manipula el hielo, así que el frío no te hará daño.[/Xander]. Le aconsejé en su mente, dejándome llevar por puro instinto.

    Vi a Elliot-Idris asentir, tratando de confiar en lo que acababa de decirle.

    – [James]Soy James. ¿Cómo nos ha cambiado esta magia?[/James] – preguntó el chico nuevo desde el cuerpo de Lekwaa. No sabía aún mucho de él porque apenas había cruzado unas palabras. Solo lo que los demás me habían contado, que era un fan de la magia y que su padre había sido parte de Antailtire. Esa última parte me preocupaba, pero si los demás habían confiado en él no iba a ser yo quien dudase. El cuerpo del muchacho pelirrojo estaba al otro lado de la sala, apoyado en una pared, observando en silencio. Allí estaría Lekwaa.

    – [Elle]Parece un hechizo que ha salido mal. O quizás, esa era la intención[/Elle].- escuché la voz de Ezra y ahí sí que pude reconocer quién estaba dentro de su cuerpo. Era mi hermana, reconocería su postura en cualquier parte.

    – [Lexie]A partir de ahora, antes de hablar, tenéis que decir quién mierda sois[/Lexie].- espetó alguien desde el cuerpo de Zahra. Tampoco tuve muchas dudas de quien podía ser, sin duda era Lexie.

    – [Kaylee]Yo soy Kay, pero tú no lo has dicho. Te acabas de ahogar en tus propias normas[/Kaylee].- le replicó Kaylee-Cole guiñándole un ojo. Era una situación muy bizarra.

    – [Noah]Por lo que entiendo nos hemos cambiado por parejas[/Noah]. – teorizó alguien desde el cuerpo de Leo. – [Noah]Soy Noah. Leo es yo.[/Noah] – confirmó. Eso facilitaba un poco las cosas.

    – [Ezra]No todos.-[/Ezra] dijo la voz de mi hermana. Jamás la había visto tan seria como con Ezra en su cuerpo.

    – [Noah]Bueno me refería….ya sabes, a de dos en dos.[/Noah] – aclaró Noah. Vio que Nate le miraba de una forma peculiar y se ruborizó. Al principio pensé que era Lexie pero ella estaba en Zahra, así que me imaginé que era Julia, que casualmente estaba ahora cambiándose de cuarto para compartirlo con él.

    – [Owen]Ahora vengo.-[/Owen] dijo Owen. Amy lo siguió de cerca y volvieron poco tiempo más tarde subiendo por el ascensor. Traía unas pegatinas y un bolígrafo que empezó a repartir. – [Owen]Hola, me llamo Owen y estoy en el cuerpo de Amy.[/Owen] – escribió su nombre y se lo pegó en la ropa, así que el resto hicimos lo mismo.

    Idris escribió algo en el suyo y se lo enseñó a Elliot. Fijé la mirada y vi que ponía «blackface». Elliot se tensó, incómodo. – [Idris]Es broma, no te agobies, te acostumbrarás a ser tan bello.[/Idris] – le dio un codazo amistoso que quedó a la altura de sus costillas.

    – [Elliot]Graci…-[/Elliot] fue a darle la mano y vio unas esquirlas de hielo formándose a su alrededor. Podíamos tener un problema con los poderes de cada uno si no sabíamos controlarlo.

    – [Jane]Lo más sensato es que nos separemos por p…dúos y que intentemos no hacer nada hasta que las aguas vuelvan a su cauce[/Jane].- comentó. Seguía sin acostumbrarme a escuchar mi voz y mucho menos a pensar que era Jane.

    – [Kaylee]Sensato, pero también inútil[/Kaylee].- replicó Kaylee.

    – [Elle]Esta situación nos hace vulnerables. Lo mejor será controlar el cuerpo en el que estamos en la medida de lo posible y, después, revertirlo[/Elle]. – sugirió mi hermana. Estaba siendo muy sensata teniendo en cuenta que el licántropo era algo con lo que podía costarle trabajo lidiar.

    – [Xander]Jane lo dice para que nadie intime demasiado consigo misma.[/Xander] – expliqué, después de captar pensamientos cruzados de todo tipo. – [Xander]Y a mí me vendría bien separarme, hay muchas voces.[/Xander] – expliqué.

    – [Owen]Dejad de mirarme así. Este cuerpo es un templo.-[/Owen] intervino Owen, haciendo que Amy se pasara una mano por la frente.

    En ese momento capté un pensamiento diferente, de una voz que no conocía en absoluto. – [Hector]Debería hablar. Al chico no lo conocen mucho pero sí que hablaba podría levantar sospechas.[/Hector] dijo. – [James]C-como mejor veáis.[/James] – habló la voz de Lekwaa, que supuestamente era James. Me fijé en él mientras él no me miraba y maldije no haber conocido más al nuevo.

    – [Noah]Yo iré a la biblioteca con Leo, a ver si hay algún antecedente. Me vendría bien alguien que sepa magia pero…[/Noah] – propuso Noah. Miró de reojo a Kaylee en el cuerpo de Cole pero daba a entender que le resultaba violento estando en el cuerpo de su hermano.

    – [Owen]Yo voy a ver si desayuno. ¿Algo a lo que atenerme?[/Owen] – preguntó. Amy le miró fijamente como respuesta, iba a ser su sombra.

    – [Ezra]¿Que quieres que haga?.-[Ezra] escuché preguntar a Ezra colocándose al lado de mi hermana, que se recolocaba la ropa, incómoda.

    Los demás siguieron hablando y vi mi cuerpo acercarse a mí de una forma un tanto errática, como si Jane no supiera como colocar los pies. Siempre pensaba demasiado. Pero no pude fijarme mucho porque por el rabillo del ojo seguía vigilando el cuerpo de Lekwaa, llevado por a saber quién.

    Me pregunté muchas cosas. ¿Quién sería? ¿Dónde estaría James entonces? Pero entre tantas dudas había algo que sí que tenía claro. Aquél intercambio no era fruto del azar, alguien trataba de colarse entre nosotros aprovechando la confusión, seguramente el mismo o los mismos que habían entrado en la nave, un grupo de unos cuatro o cinco según Ruby. Tenía que trazar un plan pero éramos muchos y por el momento no podía confiar en nadie.

    Mientras Jane y yo nos alejábamos de la sala para ir hacia su cuarto, aproveché el silencio para pensar. Lo lógico sería asegurarme de que podía confiar en la persona con la que había cambiado. Parecía Jane totalmente, pero no sabía cuánto nos conocían los que estuvieran haciendo esto. Tenía el recurso del poder nuevo de Jane pero no sabía usarlo bien y además no conseguía leer a quien estuviera en mi cuerpo, supuse que por mi poder oculto. Al parecer era inmune a más poderes que el de Jane. Era bueno saberlo, pero en ese momento deseé que no fuera así. Necesitaba ayuda y confiar en alguien y especialmente, quería que ese alguien fuera Jane.

     

  • CAMBIO DE CORAZÓN

    4×09 – A CHANGE OF HEARTS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALLE DE LA CAÍDA, LUNA VILTIS

    En el «Valle de la Caída» como lo llamaban los habitantes de la Luna Viltis había aparecido hacía varios días un refugio excavado en la pared de una ladera. A primera vista nadie era capaz de distinguirlo en aquellas vastas tierras, tal y como pretendían los que lo habían hecho.

    La magia de Violet había horadado la piedra y mantenía ahora oculta también la entrada. De esa manera habían podido permanecer más o menos cerca de la nave estrellada que daba nombre al valle, cerca de aquellos aspirantes a héroes que se interponían en el camino de Antailtire.

    Cinco de los seis miembros de la mano que habían ido a la Luna como parte de su misión estaban allí dentro. – [Asia]Ya han vuelto todos.[/Asia] – indicó Asia, con sus ojos perdidos en la inmensidad de la información que tenía en su cabeza. Cuando la Nave había estado vacía había aprovechado para conectarse al sistema interno de cámaras y había ido monitorizando quiénes entraban y salían hasta que al fin estuvieron todos. Dos más de los que habían identificado anteriormente. – [Asia]Les he escuchado hablar, la llamada Ruby ha descubierto que hemos estado allí.[/Asia] – explicó. – [Asia]Alguien no ha tenido cuidado.[/Asia] – añadió mirando hacia Violet sin disimulo.

    – [Violet]¿Me estás mirando a mí?[/Violet] – le espetó la nigromante. Estaba lista para descargar toda la ira que acumulaba contra aquella mujer mitad máquina.

    – [Jack]Deberíais haber purgado vuestros problemas antes de venir.[/Jack] – comentó Jack sin alzar la mirada, dando vueltas entre los dedos a un rosario.

    – [Snake]No es el momento.[/Snake] – intervino el frío asesino conocido como «The Snake». – [Snake]Hay que prepararlo todo.[/Snake] – añadió.

    – [Hector]Ahriman no está. No sé dónde ha ido.[/Hector] – les recordó Héctor, el enorme caballero del yelmo astado. Ahriman, aquél engendro sacado de las profundidades de Dyavol, se había marchado hacía unos días. No trabajaba en equipo y la mayoría de los presentes agradeció que se fuera. Ya lidiaría Antailtire con él por desobedecer las órdenes.

    – [Jack]»Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos.»[/Jack] – recitó Jack. Violet puso los ojos en blanco como cada vez que citaba su libro santo. – [Jack]Aún así me alegro de que hayamos separado nuestros caminos.[/Jack] – añadió.

    – [Asia]Antailtire lo envió como seguro. Si fallamos, él se encargará.[/Asia] – les corrigió Asia, pese a no estar tampoco demasiado segura. Le costaba admitir que aquél ser pudiera encargarse de algo de lo que los otros cinco, especialmente ella, no pudiera.

    – [Violet]Mi magia no falla.[/Violet] – sentenció Violet.

    – [Asia]Tampoco mi plan.[/Asia] – le replicó Asia. – [Asia]¿Tienes claros los objetivos?[/Asia] – le preguntó, cambiando de tema.

    Violet la observó con desdén. – [Violet]Afectará a todos los de la Nave y todos los de aquí, excepto a mí.[/Violet] – explicó una vez más, como si recitara una lección del colegio. – [Violet]Y los que tenéis que tener claros los objetivos sois vosotros.[/Violet] – añadió. – [Violet]Yo me limitaré a lanzar el conjuro y vosotros tendréis que estar pensando en la persona con la que vais a cambiar.[/Violet] – puntualizó. La magia permitiría sacar el alma misma de cada uno de ellos y traspasarla al cuerpo de otro. Cuando los demás estuvieran allí dentro, llevando caras conocidas, sacarían toda la información que pudieran y acabarían con ellos de manera rápida. Asia había perfeccionado el plan, por mucho que Violet odiara admitirlo, pidiendo que los de allí dentro cambiaran también entre sí, así aprovecharían la confusión para que no les detectaran.

    – [Asia]¿Todos listos?[/Asia] – preguntó. Hector, The Snake y Jack asintieron.

    – [Violet]Eso siempre.[/Violet] – dijo Violet. Los demás se apoyaron cada uno en una columna de metal macizo y Asia ocupó su lugar en la cuarta. Entonces Violet procedió a atarlos a todos uno a uno, de manos y de pies, inmovilizándolos contra las columnas.

    Entonces empezó a recitar unas extrañas palabras y un  halo se alzó desde el mismo suelo cubriendo el refugio y extendiéndose hasta cubrir por completo la nave. – [Violet]Sayonara, baby.[/Violet] – se despidió. Segundos más tarde, las almas empezaron a bailar.


    OWEN Y AMY

    Owen se acercó a Amy, llevaban el suficiente tiempo separados y había muchas cosas de las que hablar, pero Amy no se sentía en ese momento con la fuerza necesaria como para hacerlo. Cuando le vio, buscó la manera de poner una excusa, pero entonces sintió como si su ser, toda su esencia, le fuera arrebatada de su cuerpo. No tuvo tiempo de ver que a Owen le pasaba lo mismo. Le percibió más cerca que nunca, con sus almas orbitando entre sí hasta que algo tiró de ellas de nuevo y las ancló a la tierra, a un cuerpo, solo que esta vez no era el suyo propio. Amy se miró las manos y las notó más grandes, pero mucho antes que eso percibió, o más bien dejó de sentir, a su otro yo. Ya no estaba conectada a la loba, estaba más sola que nunca. Echó a correr hacia la zona común sin dejar tiempo a que Owen fuera consciente de lo que pasaba.

    XANDER Y JANE

    En la cocina, mientras tanto, Xander cocinaba, brindando a Jane de un silencio que necesitaba , no solo en sus oídos si no en su propia cabeza. Ella se afanaba en convertir los pocos productos que tenía a mano en algún postre que le llevase un tiempo, para acallar los recuerdos del hombre que había muerto para que ella tuviera ese nuevo y temible poder. En ese momento ambos sintieron el tirón y sus almas formaron brevemente una esfera brillante en mitad de aquella cocina, hasta que intercambiaron sus cuerpos. Nada más verse en el cuerpo de Jane, Xander tragó saliva y mantuvo la vista al frente, sin saber que hacer.

    JULIA Y NATE

    Julia conversaba con Nate mientras movía sus cosas al cuarto. Ella había propuesto dormir con Nate aunque a ella le habían dicho que podía dormir con Zahra ahora que iba a haber menos espacio y casi todos tenían que compartir habitación. Zahra no parecía entusiasmada y Julia le había ahorrado que nadie invadiese su espacio vital aprovechando para acercarse al silente y gigantesco Nate. Él la sujetó cuando el alma abandonó su cuerpo, pero solo durante unos segundos, el tiempo que tardó en ser arrancado también de su propio cuerpo. Cuando sus esencias se desenredaron, ambos se sorprendieron al estar en el cuerpo del otro y trastabillaron al tratar de levantar sus nuevos físicos del suelo.

    MIKE Y DANTE

    Mike acababa de terminar de revisar una herida en un ala que Dante había sufrido en el rescate del Daë. Aplicó un gel antiséptico en su bíceps secundario y aseguró de que con eso y la rápida curación de Dante fuera suficiente. Aprovechó para hablar con su viejo amigo y tratar de no estar siempre tan distanciado del resto, pero su conversación se vio interrumpida por la extracción de sus almas y el consecuente cambio de cuerpo. Mike comprobó en sus nuevas «carnes», que el antiséptico era lo único que necesitaba.

    JAMES, LEKWAA Y JACK

    James sonreía tímidamente mientras Lekwaa le enseñaba la distribución de la nave. Vera había querido hacerlo pero al ser Lekwaa uno de los más «nuevos» había pensado que era uno de los que mejor podía conocer su experiencia de primera mano. James vio el alma abandonar el cuerpo de Lekwaa y sintió como algo tiraba de la suya propia, pero tardó en hacerlo más que en ninguno. No supo qué le pasaba y se preguntó si tendría algo que ver con ser hijo de quien era, pero sus pensamientos se suspendieron cuando su alma finalmente salió a la luz. Ambas esencias giraron hasta que una tercera, desconocida y de un halo diferente, se unió a ellas. Entonces una de las dos sintió el tirón y fue arrastrada de la nave hasta un cuerpo más lejano, el del conocido simplemente como «Jack«. Las otras dos tomaron posesión de los cuerpos que tenían cerca, sin saber ninguno que el otro, en lugar de la persona que habían tenido enfrente, era ahora Jack.

    CHLOE Y BOWIE

    Chloe parecía animada mientras se llevaba los últimos y escasos objetos personales de Ruby al cuarto de Bowie. Había preferido hacerlo ella misma en contra de lo habitual porque estaba deseando compartir cuarto con alguien con más afinidad y sin duda, su futura cuñada era la mejor candidata, aunque aún no sabía como sería en el pasado. Bowie parecía estar meditando, ajena a todo. A Chloe no dejaba de resultarle extrañatodavía muy robótica. Pero cuando el conjuro las alcanzó, el alma de Bowie salió de su cuerpo igual que la de Chloe, intercambiadas de pronto.

    VERA, LAURA Y THE SNAKE

    Vera y Laura estuvieron a punto de chocarse cuando ésta última salió distraída y apresuradamente de su cuarto. Desde lo que sea que les hubiera pasado, Laura huía del cuarto que compartía con Henry cuando antes y se pasaba el día intentando saber que hacer en aquella nave dejada de la mano de todo. Laura se disculpó con una sonrisa y entonces ambas sintieron el tirón. Pero una tercera esencia, violenta y amenazadora, se colocó entre ellas, reemplazando a una de las dos, que se vio arrastrada al cuerpo inmovilizado del asesino ‘The Snake’, en el refugio en el que estaban las Manos del Pensaer. Una de las dos era uno de los enemigos, pero la otra no lo sabía.

    HENRY, NIALL Y HECTOR

    Henry y Niall coincidieron al salir de los baños de la planta superior, Henry saludó y agachó la mirada mientras se lavaba las manos, sin saber qué decir. Niall agradeció que los baños tuvieran cada uno su intimidad, nunca le habían gustado los urinarios de pared y se alegraba de que en el futuro pudieran haberse extinguido. Henry cedió el paso a Niall y cuando estuvieron fuera de la sala, sus esencias se unieron a una tercera que reemplazó a uno de los dos. Uno de ellos despertó en el cuerpo del gigantesco y fornido Hector, mientras que él tomaba posesión de uno de sus cuerpos. Niall, donde quiera que estuviese, al comprender lo que había pasado, agradeció que hubiera pasado después de ir al baño.

    IDRIS Y ELLIOT

    La carcajada de Idris resonó en la piscina después de un chiste que había sonrojado a Elliot. El muchacho aún recordaba el terror de verse en el agua incapaz de hacer nada y había decidido tratar de mejorar como nadador. Aquella mañana Idris había decidido ir también a darse un chapuzón y al ver a Elliot, había intentado que se soltara un poco y se sintiera menos preocupado. De pronto la esencia de Elliot abandonó su cuerpo, que se hundió en el agua y la de Idris hizo lo mismo, cayendo cerca del borde. Cuando sus espíritus se intercambiaron, Idris abrió la boca y tragó agua. Trató de nadar hacia la superficie y vio una mano conocida ayudarle a salir. Al ver su cuerpo llevado por otro soltó una maldición que reverberó por todas partes.

    LEO Y NOAH

    Leo y Noah estaban sentados en la biblioteca, en el cubículo de estudio de Noah, después haber conseguido hablar con su padre – y su madre a través de éste -. Era cada vez más difícil y más raro hablar con ellos porque para lo que ellos habían sido semanas, pronto meses, en su mundo eran apenas días. Acababan de cortar la comunicación cuando sus espíritus se intercambiaron y Noah se despertó en un mundo que de pronto iba mucho más despacio.

    LEXIE Y ZAHRA

    Alguien le había sugerido a Lexie que intentara hablar con la solitaria Zahra para que se sintiera más cómoda. No sabía a quién demonios había escupido para que le tocara a ella una misión más justo cuando había una pequeña pausa, ni por qué habían pensado en ella concretamente. Quizá era una forma de torturarla o alguien había pensado que como las dos podían cambiar de aspecto ya tenían mucho de lo que hablar. Pues no, estaban en silencio, Zahra no tenía la más remota idea de moda ni de casi nada de lo que Lexie conocía. El único momento en el que se sintió más cercana a ella fue cuando sus cuerpos se intercambiaron y Lexie, ahora como Zahra, se pasó maldiciendo casi media hora.

    ELLE Y EZRA

    Elle estaba sentada en la sala común junto a Ezra. Todavía le resultaba abrumador que su primo de otra realidad, el que había sufrido demasiado en un mundo en guerra y no hablaba apenas con nadie, tuviera confianza con ella como para contarle lo que había pasado en su último viaje. Pero desde luego, agradecía poder sentírse útil y le gustaba tener aquellas conversaciones, Elle nunca tendría demasiados primos. Era algo que tenía la suerte de poder decir, porque con ninguno de ellos tenía mala relación. Ambos se quedaron callados en mitad de su conversación, en la que en los últimos minutos quien más hablaba era Elle, y cuando despertaron ella se sintió extraña y perdida, pero notó que no estaba sola.

    RUBY Y SOPHIE

    Ruby subía las escaleras desde la planta inferior, habiendo terminado ya su entrenamiento matinal. Se encontró con Sophie, que bajaba para salir un rato a disfrutar del exterior y vio que perdía el control de su cuerpo y caía por las escaleras. Ruby la cogió a tiempo, justo antes de que ella misma perdiera el conocimiento. Cuando ambas abrieron los ojos, sus roles habían cambiado.

    KAYLEE Y COLE

    Kaylee y Cole se encontraron en la biblioteca. Kaylee estaba investigando los libros de magia que allí había, en papel y digitalizados, mientras que Cole revisaba los tomos en papel en busca de algo de lo que ni él mismo estaba seguro de querer encontrar, algo sobre su parte demoníaca. Kaylee notó la magia flotar en el aire antes de que sus cuerpos se cambiaran, pero no tuvo tiempo a lanzar un contrahechizo. Ahora estaba en el cuerpo de Cole y tampoco tenía armas para deshacerlo.

    ROBIN Y ASIA

    Robin estaba fuera, sentada sobre la nave, allí donde su magia la había transportado. No sabía aún si su decisión de ir con aquellas personas tenía sentido y si su reino no sufriría por ello. Se había dicho que no pasaría nada, que no podía seguir haciendo oídos sordos a los problemas del mundo mientras su reino estaba en paz, ajeno incluso al paso del tiempo. Supo por los demás que la guerra no era solo cosa de las dos naciones rivales, si no de un ser que estaba detrás de todo, un ser llamado Antailtire. Pensó que su destino era ayudar a aquellas personas a derrotarlo, pero una vez allí, lejos de lo que conocía, se sentía perdida. Su alma abandonó su cuerpo y no encontró una con la que emparejarse hasta que otra llegó, de más lejos. Notó que la arrastraban largo rato hasta que abrió los ojos en un cuerpo extraño. Se dio cuenta al instante de que veía las cosas de forma diferente y su cabeza funcionaba distinta. Estaba atada, junto a otros tres y una mujer frente a ella la miraba con una sonrisa de suficiencia. Sin esperarlo, en sus propios ojos aparecieron unas letras «Violet Death». Trató de leer el resto pero la mujer movió una mano. – [Violet]Ahora duerme, a Asia no le gustaría que juguetearas con sus cacharritos.[/Violet] – y sintió que el sueño la arrastraba.

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.

  • LAS MANOS

    DIARIOS DE DESTINO

    PALACIO DE ANTAILTIRE – LA FLECHA

    Antailtire esperó, jugueteando con un orbe de metal pulido entre sus dedos. Cuando estaba a punto de caer al suelo, lo recogía con su magia y tras una cabriola, volvía a bailar entre ellos.

    Así mató el tiempo hasta que llegaron los sirvientes a los que había llamado. El hecho de «matar el tiempo» le había resultado muy divertido, especialmente en los asuntos que iban a tratar, porque su propia magia había matado el tiempo en la Luna Viltis, curiosamente impidiéndose a sí mismo entrar y ofreciendo un refugio para los rebeldes a su utopía.

    Las puertas de su gran salón de inmaculadas paredes de mármol se abrieron de par en par y aquellos a los que había mandado llamar fueron colocándose frente a él uno a uno, tras una aprendida reverencia.

    – [Arquitecto]Ya estáis todos.[/Arquitecto] – dijo dejando la esfera a un lado por un momento para apoyarse sobre sus rodillas mientras los observaba. Eran seis miembros de su cuerpo de élite conocido como «Las Manos».

    Normalmente, los miembros de la «Mano Derecha» actuaban juntos, al igual que los de la «Mano Izquierda», pero esta vez la situación requería mezclar talentos. Ni la fuerza física ni la mental por sí mismas solucionarían el trabajo.

    Su mirada se detuvo en cada uno de ellos: Violet Death, la mortal hechicera de Valantis, conocida por la poca importancia que daba a la muerte y a la vida; Asia la última elegida de entre las gentes de su maravillosa urbe paradisíaca, equipada con implantes de alta gama que la mejoraban física y mentalmente; Ahriman, una oscura criatura que había vivido durante siglos en las profundidades de la pérfida Dyavol, alimentándose del miedo que sembraba otro ser enterrado mucho más adentro; Héctor, el experto líder de la Hermandad de Tauro de la región sur de Kardas; ‘The Snake’, el silencioso espadachín tan mortífero como la legendaria espada que empuñaba y cuya fama era bien conocida en Nara; y por último ‘Jack’ el predicador, perseguidor de apóstatas nacido en Artisan.

    Violet tenía la mirada perdida. Estaba apoyada en una columna del gran salón y susurraba respuestas a las voces que solo ella escuchaba. Era tan poderosa como impredecible.

    – [Arquitecto]Hay un peligros en todos los mundos. Un grupo de terroristas ha llegado hace poco y está causando estragos[/Arquitecto] – explicó. La obra de toda su vida, siglos de preparación para que cada uno de aquellos mundos funcionase por sí mismo, se mantuviese en la época que había deseado, produciendo así los mejores bienes que necesitaba de cada esfera, la grandiosidad de ‘La Flecha‘, todo ello amenazado por una absurda profecía y un grupo de jóvenes que no sabían lo que estaban haciendo.

    Los ojos de Asia, cubiertos por una capa de nanotecnología mientras procesaba información, pasaron a su estado normal, retrayendo los nanitas al iris metálico en señal de que estaba prestándole atención.

    Aquellos, al igual que el resto susmis súbditos, le profesaban la mayor de las lealtades. Era su dios, aunque cada uno le interpretase en sus términos. La diferencia estaba en que ellos en concreto eran el resultado de la producción selecta de cada esfera.

    Si, las esferas le enviaban una producción continua de materiales, gemas, artefactos mágicos, consumibles y metales, pero tambien criaturas, seres sobrenaturales y soldados para su ejército: Selas producía héroes a las órdenes de Hyllus, que en esa ocasión no había sido llamado, éste era su Olimpo; Senatus tenía los soldados más disciplinados bajo el mando de Desdémona, una antigua gladiadora; Dagrknot, el mundo acuático proveía de guerreros berseker que le tomaban por Odín y lucharían hasta la muerte de las muertes, tomando ‘La Flecha’ como el Valhalla; Nara este producía los mejores samurai, mientras que Nara oeste nos daba los mejores asesinos en las sombras, ‘The Snake’, su líder, era una mezcla entre ambos; Kardas tenía a la Hermandad de Tauro, sirvientes de la ‘Llama Blanca’, nada menos que él mismo. Esos eran los principales proveedores de almas para su ejército, con algunas excepciones puntuales en el resto como sacerdotes y sacerdotisas de Karnak, hechiceros y hechiceras de Gwiddon o pistoleros y pistoleras de Kouras, además de los esclavos del ‘Soberano’ de Daonna.

    – [Arquitecto]Por lo que sabemos son muchos y vienen de otro mundo.[/Arquitecto] – aclaró. Para ‘Antailtire’ el número no habría sido un problema, porque su magia era la mayor de cualquier reino conocido. Pero en el pasado había cometido excesos y la balanza se había equilibrado dotando a aquél lugar de sus propias reglas sobre las que no podía interceder, pese a que sus vastos poderes le dejaban moldear la realidad a su antojo. Parte de esas reglas habían sido resultado de su propia magia desbocada, con consecuencias imprevistas. Otra parte era obra de aquellos seres rastreros que se escondían bajo sus adalides, los Daesdi y sus marionetas Daë.

    – [Snake]Nuevos conquistadores.-[/Snake] respondió ‘The Snake’. Antailtire asintió. No eran los primeros Daë que surgían para traer el caos, ‘Las Manos’ ya se habían encargado antes de detener a otros como ellos.

    Se puso en pie y su rostro dejó atrás la edad, el género, la sexualidad y la raza. No quedó rastro del anciano, varón, blanco, heterosexual y en su lugar, ‘Antailtire’ surgió de nuevo. Una mujer de mediana edad bisexual de tez olivácea. Todas aquellas etiquetas no significaban nada para ‘Antailtire’ pues solo una se le podía aplicar, la de su propio nombre.

    – [Hector]Han mancillado Kardas, pero escaparon de la Hermandad de Tauro.[/Hector] – replicó el valiente caballero. En su mundo las mujeres habían sido durante mucho tiempo la fruta prohibida y le llevó un tiempo acostumbrarse a la idea de que su omnipotente ‘dios’ también podía ser una diosa.

    Antailtire sonrió. – [Arquitecto]Están lanzando una rebelión que se extiende como la peste.[/Arquitecto] -explicó, creando átomos de arena que moldeó hasta formar imágenes tridimensionales de los incursores y de aquellos a los que habían alzado: los ‘Daë’. Observó uno a uno los que se habían reunido: Eldric Northwood, el viejo líder rebelde de los elfos claros de Nexus; Eleanor Asheby, una kvasir forjada en las mentiras de Senatus; Ugg’Krah, el último gólem de piedra del clan Lignito de Kouras; Richard Crane, un caballero renegado de la Hermandad de Tauro tras convertirse en licántropo; Geraldine Cecereau, una peligrosa hechicera de Gwiddon; y Rlia, una mujer leona salvaje de Daonna que había escapado de los grilletes del ‘Soberano’.

    – [Arquitecto]La otra mitad está encargándose ahora de ellos.[/Arquitecto] – el resto de ‘Las Manos’ estaba ya desplegado para enfrentarse a aquellos nuevos Daë antes de que tomasen más fuerza.  – [Arquitecto]Son suficientes, pero para vosotros tengo otra misión. Los incursores se han refugiado lejos de mi alcance.[/Arquitecto] – los Daë eran seis y la historia le había demostrado varias veces que eran tan mortales como cualquier otro. Pero aquellos incursores eran un grupo mayor, no sabía de dónde venían y parecían tener la misión de proteger y dirigir a esos Daë a su destino. Eran si cabe mucho más peligrosos que los propios Daë.

    – [Asia]¿Lejos de su…?[/Asia]- Asia empezó a hablar pero Violet la cortó. – [Violet]Me encargaré de ellos[/Violet]. – aseguró.

    – [Arquitecto]Lo agradezco Violet, pero son demasiados. Por eso os he llamado.[/Arquitecto] – ella dejó escapar un chasquido de desaprobación, pero había aprendido a no cuestionar al dios de la muerte que había dado sus poderes a toda su esfera.

    – [Jack]Si la hermandad de Tauro no ha podido con ellos no tienen salvacion.-[/Jack] sentenció Jack, haciendo una plegaria.

    Héctor se limitó a asentir y colocarse en posición con su alabarda.

    – [Violet]Infravaloras mi poder, Maestro[/Violet].- replicó Violet, molesta. En aquél momento podría haberla reducido a nada, haber hecho cualquier cosa que se me pasara por la mente, pero no era un villano de una historia y no llegaría a ninguna parte matando a más súbditos que sus enemigos.

    – [Ahriman]Seguid hablando. Vuestra inseguridad me está llenando la panza.[/Ahriman] – la sombra oscura que había danzado por la sala, escuchando pero sin tomar ni siquiera forma, salió de entre sus propias formas esgrimiendo el rostro de un hombre adulto.

    Violet parecía estar a punto de responderle, pero en ese momento se dobló sobre sí misma y gritó de dolor. Sus susurros se intensificaron y pareció haber perdido completamente el control de sí misma.

    – [Asia]Los débiles no deberían tener cabida en este equipo[/Asia]. – inquirió Asia. Pese a su debilidad, Violet tenía muchas fortalezas. Antailtire chasqueó un dedo y Violet volvió a tomar las riendas de su persona.

    – [Arquitecto]Estáis aquí porque sois los mejores de cada mundo, los líderes de cada uno de mis ejércitos.[/Arquitecto] – les recordó. – [Arquitecto]Por eso os hice inmortales. No me hagáis replantearme esa decisión.[/Arquitecto] – era un aviso, con misericordia, con consideración. Antailtire no era una deidad cruel, era benevolente, obtenía beneficios de los mundos pero también les había llevado un orden, una estabilidad. – [Arquitecto]Necesito que vayáis a la Luna Viltis y los busquéis. Sacad toda la información que podáis y traedlos. Si no podéis, matadlos.[/Arquitecto] – ordenó. Los prefería vivos, pero si tenía que elegir, prefería quedarse con la curiosidad y seguir controlando su mundo como hasta el momento.

    – [Asia]A sus órdenes[/Asia].- replicó Asia de manera ceremonial.

    – [Arquitecto]Asia será la responsable del equipo.[/Arquitecto]

    Ella asintió, orgullosa.

    – [Arquitecto]Aunque los otros seis dedos tienen la misión de sofocar la rebelión…[/Arquitecto] – aquellos seis Daë no serían un estorbo para sus soldados de élite. – [Arquitecto]…estad alerta de vuestros mundos natales.[/Arquitecto] – aclaró. Él se encargaría de que los líderes de los mundos estuvieran pendientes. Ya habían cometido bastantes errores, haciendo dudar a Antailtire.

    – [Violet]Así se hará[/Violet].- sentenció Violet.

    Antailtire asintió y uno a uno abandonaron la sala de un blanco inmaculado.

  • EL PUNTO DE NO RETORNO

    4×08 – POINT OF NO RETURN

    VALANTIS

    TARDE

    Tras cruzar el portal atardeciendo, el equipo liderado por Elle se alejó unos pasos de la estatua bajo un sol cegador. Antes de poder ubicarse, escucharon el pitido de un coche y se acercaron para ver como pasaba a toda velocidad por donde ellos habían aparecido.

    Dante lo habría reconocido al instante, pero para ellos lo que acababa de estar a punto de atropellarles era un coche clásico que bien podría haber estado en ‘Grease’. En la calle que había frente a ellos, decenas de coches brillantes estaban aparcados a la entrada de una cafetería.

    Las ropas de la gente y la música que se escuchaba en los altavoces de un coche aparcado no dejaban lugar a dudas, aquello eran los años cincuenta. Por la calle circulaba un grupo de hombres con chaquetas de cuero a juego. Cada uno llevaba detrás una pálida muchacha. Sin necesidad de acercarse, Elle supo que no estaban vivas.

    Noah había dado una serie de pistas para intentar identificar a los Daë. Al ver eso, humanos controlando a los muertos, todos supieron de inmediato que se encontraban en el mundo de Géminis. Ahora tenían que localizar a los dos Daë entre todas las ciudades-época que había.

     


    KARNAK

    MAÑANA

    Lo primero que sintió el grupo de Libra al dejar atrás el obelisco fue el calor abrasador. Estaban en un templo semiderruido en mitad del desierto. Ante sus ojos, no había más que arena en todas partes, con un horizonte distorsionado por el calor.

    Los trajes que llevaban bajo las ropas del desierto parecían aliviar un poco la angustia del clima del desierto. A lo lejos, casi confundidas con montañas de arena, se veían las brillantes cumbres de las pirámides en todo su esplendor, con su nívea superficie reflejando el sol y sus cumbres doradas centelleando como un faro.

    Buscaron sombra entre los pilares del viejo templo, pero antes de que pudieran siquiera hablar se vieron sorprendidos por un grupo de asaltantes. En el caos, Michael dejó salir a su bestia interior, prácticamente a la vez que Niall buscaba una escapatoria convirtiéndose en un ser mitad ave. Sophie dejó paso a su magia, pero para entonces una parte de los atacantes ya se había arrodillado ante Niall y Mike.


    DAGRKNOT

    NOCHE

    Cuando tocaron el viejo drakkar, barnizando y mantenido por los habitantes de Viltis, sabían que les conduciría a Dagrknot, pero el equipo Acuario no esperaba lo que se encontró.

    Sus cuerpos siguieron el patrón de respiración que llevaban de manera insconsciente. No había nada que se lo impidiera, salvo que de una inspiración a otra, en lugar de aire, lo que entró en sus bocas era agua. Al sentirlo, contemplaron aterrados que el portal les había llevado debajo del agua.

    Frente a ellos, hundido desde lo que parecían décadas, estaba el drakkar. Era uno de los mares de Dagrknot, por suerte, no demasiado lejos de la orilla. Con pánico trataron de ascender a la superficie, donde las nubes se arremolinaban anunciando tormenta. Bajo el agua, ocultas en la oscuridad, unas criaturas abominables les observaban, atentas, calculando fríamente.


    ARTISAN

    TARDE

    Amy tocó la fría superficie de aquella vieja locomotora, que curiosamente aún mantenía el lustre pese al paso del tiempo. Kaylee, Vera y Leo colocaron la mano tras ella y todos juntos dejaron atrás el silencio de la Luna Viltis para sumirse en el bullicio de una ciudad.

    Dejaron atrás la oxidada locomotora, abandonada en la estación como los huesos del cadáver de tiempos mejores. El suelo y las paredes de ladrillo estaban ennegrecidas y sucias por el humo de las fábricas, que se alzaban como monstruos de acero y piedra.

    La gente no tenía mucho mejor aspecto. En aquella zona, la más humilde, cerca del puerto, pasaron con cuidado por delante de adictos desplomados en las esquinas, de prostitutas ofreciendo sus favores a plena luz del día, cruzándose con trabajadores con las caras ennegrecidas y trabajadoras con las manos encallecidas.

    En los muros, entre los carteles apiñados unos sobre otros, se veía un periódico : «Barnes salva a las trabajadoras de la Textil Atkins de la pobreza.» En la foto, un hombre pelirrojo se veía evitando posar para la foto mientras caminaba junto a un gran grupo de mujeres. Unos metros más allá varios carteles anunciaban un nuevo ataque del ‘El Descuartizador de la Bahía Negra‘.


    TERRA

    NOCHE

    Inmediatamente después de tocar la estatua del soldado a caballo con las dos patas alzadas en el aire, el equipo del mundo Terra apareció en mitad de una plaza de lo que en su día había debido ser una bella y gran ciudad y ahora era poco más que un montón de escombros.

    En la plaza aún se veían puntos que no habían sido alcanzados por la devastación, pero en las calles cercanas, lo poco que permitía ver la escasa luz de las farolas que quedaban encendidas eran un montón de edificios derruidos, como cicatrices sobre el terreno.

    En ese momento escucharon el sonido de las alarmas extenderse por toda la ciudad a través de los megáfonos. Los pocos soldados que se veían cerca trataban de llevarse a algunas personas con las caras cubiertas por máscaras de gas.

    No tardaron mucho en escuchar los aviones sobrevolar la zona, cargando muerte que pronto liberarían sobre ellos.


    NARA

    MAÑANA

    Tras tocar la estatua del Komainu, los miembros del equipo de Nara aparecieron frente a un templo en la montaña. Al fondo se veía un enorme monte que se asemejaba al Monte Fuji. Para ellos, era difícil diferenciar aquél lugar de la tierra.

    En el exterior del templo, algunos habitantes observaban confunsos las llamativas ropas de Xie, mezclada con aquellos tres occidentales que no auguraban nada bueno.

    Desde aquél lugar elevado vieron una ciudad por la que podían empezar. Cualquier lugar sería mejor que ése, donde cada vez les observaban más personas. Así que comenzaron a descender por las escaleras del piedra, adentrándose en el camino que se perdía a través del bosque, uno donde moraban criaturas de toda clase.

    Los lugareños sabían exactamente qué tenían que llevar para protegerse y qué camino exacto tomar, así que las criaturas solían evitarlos. Pero los extranjeros no lo sabían y los demás preferían no decírselo, porque con suerte, las criaturas se los llevarían y eso acabaría con sus problemas.

  • ESPÍRITU GUERRERO

    HOTAH ‘LEKWAA’ TEIKWEIDÍ

    ESFERA KOURAS

    Lo primero que pensé cuando Kohana entró a llamarme a mi tienda diciendo que habían llegado unos forasteros fue que querían que hiciese de traductor para algún intercambio de productos. Pero cuando dijo que teníamos que ir a ver a Ptaysanwee primero, supe que era más grave.

    Por el camino Kohana dijo que tenían a dos forasteros cautivos. Les habían divisado ya a las afueras de Dodge y eso no significaba nada bueno. La ciudad de Dodge era la más cercana a aquél territorio y de allí casi nunca venía nadie a comerciar. Aquella ciudad era una representación viva del clásico Viejo Oeste, un lugar de vicios, muerte y codicia, donde los forajidos campaban a sus anchas y las mujeres no eran más que un objeto.

    Cuando llegué frente a Ptaysanwee vi una modesta preocupación en su rostro. Era la líder de aquella tribu y uno de los motivos por los que había elegido quedarme en aquél poblado Sioux en lugar de otra de las tribus hermanas que ocupaban la zona. Mi madre era una líder Tlingit, una tribu de Alaska. Aquella mujer me recordaba a ella, transmitía la misma calma.

    Ptaysanwee me explicó que habían cogido a los forasteros cerca de la entrada de la tribu. No habían hablado todavía con ellos, pero una de los dos, una chica joven y pelirroja, hablaba su lengua. A los que les habían capturado les llamaron la atención sus ropas, que no se parecían a ningunas que habían visto antes, salvo las que yo mismo llevaba cuando me encontraron. También les llamó la atención que no oliesen como los vaqueros. Mientras que las tribus se bañaban y aseaban a diario, los vaqueros no, y eso junto a llevar prendas menos aptas para aquél clima, hacía que a veces se les percibiese desde lejos.

    Caminé en dirección a las tiendas en las que los tenían. Estaba acostumbrado a tratar con ese tipo de asuntos de vez en cuando. Por mis capacidades, me había convertido en una especie de chamán no solo para aquella tribu sioux, si no para las tribus aliadas de toda aquella zona, ya fuesen sioux, apache, cheyenne o cualquier otra.

    Lo hacía sin protestar. A fin de cuentas, ellos me habían salvado la vida y me habían dado un lugar al que llamar hogar después de haber perdido el mío.

    Kohana me señaló la tienda de la muchacha. Empezaría por ella y por su conocimiento de la lengua sioux. Entré y vi una figura menuda sentada en el suelo. Tenía las manos a la espalda y su cabello cobrizo caía libre por sus hombros. Al verme, alzó la mirada, podría decir que desafiante. Iba vestida con unos pantalones de esos con bolsillos laterales, una camiseta y lo que parecía un chubasquero atado a la cintura, sin duda una ropa poco apropiada para aquél clima.

    – [Lekwaa]Dicen que hablas nuestra lengua.[/Lekwaa] – pregunté en sioux. En el tiempo que llevaba entre ellos había aprendido el suficiente sioux como para expresarme como uno de ellos. Tenía que dar gracias a la insistencia de mi madre por aprender Tlingit, porque de lo contrario, me habría resultado casi imposible.

    – [Vera]Y tienen razón.[/Vera]- respondió en un perfecto sioux. Lo hablaba mejor que yo, sin el más mínimo acento. Me resultó extraño.

    – [Lekwaa]¿Y tu compañero?[/Lekwaa] – pregunté a continuación.

    – [Vera]No lo sé.[/Vera]- respondió ella, esta vez en un perfecto tlingit, que era en lo que acababa de hablarle.

    – [Lekwaa]¿Eres consciente de que ahora te estoy hablando en Tlingit?[/Lekwaa] – pregunté. Ella pareció no inmutarse.

    – [Vera]Sí.[/Vera]- aseguró. Era mucho asumir, pero por la forma en la que lo hacía, parecía que los idiomas no eran una barrera para ella.

    – [Lekwaa]Llevais ropa del futuro. ¿Qué hacéis en este mundo?[/Lekwaa] – dije, sentándome frente a ella. No me gustaba la sensación de estar de pie y ella allí, sentada sin posibilidad de levantarse.

    – [Vera]¿Cómo sabes que es ropa del futuro y no de otro continente?[/Vera] – replicó, inquisitiva. Le estaba dando la vuelta a la conversación, pero me dejé llevar.

    – [Lekwaa]Porque yo también llegué aquí desde el futuro.[/Lekwaa] – afirmé, sin dar demasiados detalles. No me parecía que decirle eso me pudiera perjudicar más de lo que ya lo hacía estar en el pasado.

    – [Vera]¿Eres un Daë?[/Vera] – continuó interrogando.

    – [Lekwaa]No entiendo esa palabra.[/Lekwaa] – respondí, hablando ya en inglés. No tenía sentido seguir hablando en otros idiomas cuando los dos hablábamos inglés y para mí era más cómodo. Era extraño hablarlo en voz alta, las únicas veces que lo había hecho desde que estaba allí era para hacer intercambios, por lo general se reservaba para mis pensamientos.

    – [Vera]Entonces no lo eres.[/Vera]- sentenció firmemente. Lo dejé estar, tenía otros asuntos que cumplir antes de preguntarle a qué se refería.

    – [Lekwaa]¿Eres de la Tierra?[/Lekwaa] – dije.

    – [Vera]Sí. De Moondale.[/Vera]- explicó ella. Si la historia hubiese sido diferente, no habría tenido que conocer ese nombre de una ciudad de un condado remoto de Estados Unidos, pero en mi historia, ese nombre era importante.

    – [Lekwaa]¿Moondale? Ahí se inicio «La Putrefacción».[/Lekwaa] – dije, tratando de no recordar demasiado. Desde allí habían saltado las primeras alertas, la cuarentena. El mundo civilizado se lo tomó como un evento climático. Yo acepté esa mentira sin dudar, mi madre y su tribu, no. Decían que era algo más, algo oscuro y antigüo como el mundo. Tenían razón.

    – [Vera]Me parece que vienes de una realidad alternativa.[/Vera] – afirmó ella. Os contaré una cosa, normalmente uno no espera que le digan eso, si no decirlo.

    – [Lekwaa]¿Realidades diferentes?[/Lekwaa] – pregunté. Me llevé una mano a la frente. Mi vida había sido perfectamente normal hasta hacía algo menos de un año. Desde entonces había visto espíritus, magia, seres sobrenaturales, viajes en el tiempo y ahora…realidades alternativas. – [Lekwaa]¿Tu mundo está…bien? ¿No sabes quien es «El Acechante»?[/Lekwaa] – pregunté tratando de centrarme. Tenía muchos nombres y ninguno. Mi pueblo lo llamaba así.

    – [Vera]En mi mundo están las cosas regular, pero las estamos arreglando.[/Vera] – respondió. Asentí.

    – [Lekwaa]Entiendo.[/Lekwaa] – respondí, pensativo. En realidad no lo entendía, ¿por qué mi realidad si mientras que en la suya ni siquiera habían oído hablar de él? ¿Quizá todavía no había pasado? – [Lekwaa]¿Qué hacéis en este mundo?[/Lekwaa] – le pregunté. Al principio lo había tomado por el pasado de mi Tierra, pero cuando las dos lunas se alzaron al caer la noche, supe que estaba aún más lejos de mi hogar de lo que pensaba.

    – [Vera]Tenemos algo que hacer.[/Vera]- dijo de forma escueta. Aquella muchacha era muy ágil de mente. No parecía dispuesta a contar mucho.

    – [Lekwaa]Puedo hablar con los demás para dejaros libres, pero necesito que me mires a los ojos un instante.[/Lekwaa] – le ofrecí. Aquella parte era complicada de explicar, especialmente porque no lo comprendía aún lo suficiente y porque no estaba dispuesto a que todo el mundo lo supiera.

    – [Vera]Eso es un poco extraño.[/Vera] – admitió, pero se encogió de hombros y fijó sus ojos en mí.

    Eran bonitos, pero pronto dejé de verlos porque ante mí estaba todo su vibrante ser espiritual. Sabía cómo lo veían otros, mis ojos centelleaban con un fulgor espectral, como una llama muerta, mientras que yo entraba a aquél mundo lleno de color. Al menos en algunos casos, cuando las intenciones de a quien estaba mirando eran las de una buena persona. – [Lekwaa]Está bien. Podemos ir con tu amigo.[/Lekwaa] – dije apartando la mirada.

    – [Vera]No es mi amigo.[/Vera]- puntualizó ella.- [Vera]Es el hermano de mi amigo.[/Vera] – añadió.

    – [Lekwaa]Sea como sea, necesito comprobar que él también tiene buenas intenciones.[/Lekwaa] – le expliqué. No era una habilidad que me hiciese sentir cómodo, pero tenía su utilidad. Si pasaban la prueba, no tendría problema en pedir a la tribu que los liberase.

    – [Vera]Lo único que puede pasar es que le gustes.[/Vera]- comentó, encogiéndose de hombros. Me imaginé que bromeaba.

    – [Lekwaa]Deja que te libere. Y vamos.[/Lekwaa] – me coloqué tras ella y saqué un cuchillo del cinto para cortar las cuerdas.

    – [Vera]Gracias.[/Vera]- dijo ella incorporándose y frotándose las muñecas.- [Vera]Me llamo Vera, ¿y tú?[/Vera] – preguntó.

    – [Lekwaa]Hotah…Hotah Teikweidí.[/Lekwaa] – respondí. Hacía no mucho tiempo habría respondido simplemente Hunter Travis. – [Lekwaa]Pero me llaman ‘Lekwaa'[/Lekwaa] – era el nombre con el que me había bautizado por segunda vez mi madre, significaba «espíritu guerrero«.

    – [Vera]Un placer conocerte, Lekwaa.[/Vera] – dijo con una sonrisa.

    – [Lekwaa]Lo mismo digo, Vera.[/Lekwaa] – repliqué.

    – [Vera]Lo normal es sonreír cuando te sonríen.[/Vera]- dijo ella. La miré. Los sioux se habían acostumbrado a mi forma de ser, no preguntaban cosas como aquella, así que me sorprendió.

    – [Lekwaa]Solía sonreír. Antes de todo lo que pasó.[/Lekwaa] – resumí. A veces parecía que habían pasado años, otras, segundos.

    – [Vera]Vaya.[/Vera]- dijo, apartando la mirada.- [Vera]Lo siento.[/Vera] – añadió. Parecía sentirlo de verdad. Era buena persona, aunque eso ya lo había visto.

    – [Lekwaa]Gracias.[/Lekwaa] – respondí. – [Lekwaa]No te preocupes por lo de antes. Solo he visto las intenciones de tu alma.[/Lekwaa] – añadí, para despejar las dudas que pudiese tener sobre lo que veía. Alguno había huido pensando que le robaba el alma, por suerte no era una buena persona y eso le mantendría alejado de la tribu.

    – [Vera]Espero que hayas visto que soy una persona horrible.[/Vera] – comentó.

    – [Lekwaa]Por suerte para ti, no.[/Lekwaa] – estuve a punto de sonreír. Ya había estado más cerca de hacerlo de lo que había estado en años. Ella sonrió abiertamente y salimos al exterior.

    El sol aún golpeaba fuerte, necesitaría cambiarse de ropa para seguir por allí, pero aún faltaba su compañero. Por el camino, la gente la miraba, extrañados y curiosos. Por suerte, como habían dicho, no olía como los vaqueros, olía a lavanda, a almendras y algo picante.

    Continuamos caminando hacia la tienda en la que estaba su compañero. Abrí y ella entró primero. Pensé que sería una mejor muestra de buena voluntad.

    – [Owen]Veo que has hecho un nuevo amigo.-[/Owen] dijo al verme entrar. Era algo mayor que ella. Tenía una constitución atlética, marcada por su camiseta apretada. Llevaba unos pantalones vaqueros clásicos y unas deportivas similares a las que yo llevaba cuando llegué aquí.

    – [Vera]Soy muy sociable.[/Vera] – replicó ella despreocupadamente.

    – [Lekwaa]Necesito que me mires a los ojos un momento.[/Lekwaa] – le dije, sentándome frente a él.

    – [Owen]¿Estas intentando ligar conmigo? Me siento halagado pero… oh que ojos tan profundos. – [/Owen] sonrió, fijándose en mis ojos.

    – [Hotah]Tenias razón.[/Hotah] – dije a Vera. Entonces volví a conectar con mi habilidad y el iris de aquél joven me mostró plenamente su alma. Cuando estuve seguro, aparté la mirada.

    – [Vera]Es rarito.[/Vera]- escuché decir a Vera. No tenía claro a quién de los dos se refería.

    – [Hotah]Está bien, hablaré con la tribu. Sois libres.[/Hotah] – aclaré, poniéndome en pie.

    – [Vera]Gracias.[/Vera]- dijo Vera. Me acerqué al chico y le solté las cuerdas.

    – [Owen]Muy amable. ¿Le has preguntado por eso?-[/Owen] escuché preguntarle crípticamente.

    Ella asintió.- [Vera]No sabe nada[/Vera] – me imaginé que se trataba de todo aquél asunto del «Daë».

    – [Hotah]No puedo ayudaros con ese «Daë».[/Hotah] – lo sentía, pero sin más información, no podía hacer nada. A fin de cuentas, seguía siendo un extraño en ese mundo. – [Hotah]Pero en la tribu os pueden conseguir ropa y alojamiento mientras tanto.[/Hotah] – ofrecí. La ropa la necesitarían y algo de comida y agua no les vendría mal seguramente.

    – [Owen]La ropa nos vendrá bien, pero no podemos quedarnos.-[/Owen] aseguró él.

    – [Hotah]Debéis tener cuidado con las ciudades. Las tribus son el único sitio seguro.[/Hotah] – le respondí. La ficción había tratado a las tribus de salvajes, pero la realidad era bastante diferente y en aquél mundo más. Los vaqueros eran aún más violentos.

    – [Owen]No deberíamos habernos separado[/Owen]. – comentó, preocupado.

    – [Vera]Tenemos que ir a buscar a Jane y a Elliot.[/Vera] – le dijo la chica, Vera. Así que no eran los únicos que habían venido.

    – [Hotah]¿Están en la ciudad?[/Hotah] – pregunté, verdaderamente preocupado. Las buenas personas apenas tenían cabida en la ciudad. Vera asintió.

    – [Hotah]Las ciudades son peligrosas, pero en Dodge vive el «Banquero».[/Hotah] – les expliqué, saliendo ya de la tienda. Él era la principal preocupación de las tribus. – [Hotah]Forajidos y gente normal trabajan para él. Solo le interesan los metales preciosos y están dispuestos a cualquier cosa.[/Hotah] – añadí. Los forajidos eran peligrosos, pero solían trabajar en solitario, el Banquero tenía la ley de su lado y además organizaba a los forajidos para su provecho. Era fácil imaginarse que nadie se iba a arriesgar a oponerse a él para salvar a un puñado de «indios». – [Hotah]Esta tribu y las vecinas protegen la zona y sus habitantes desde que sus hombres acabaron con casi todos los gigantes de piedra.[/Hotah] – aclaré. Aquello aún se recordaba entre las tribus cada año. Yo lo tenía muy presente pese a que había sido muchísimo antes de mi llegada. Había sido una masacre.

    – [Vera]El Daë.[/Vera]- comentó Vera. Vi cómo miraba a Owen.

    – [Hotah]¿Quién, el banquero?[/Hotah] – pregunté, sorprendido. Si era así no podía ayudarles, salvo que su destino fuera matarle.

    – [Vera]No, el gigante de piedra.[/Vera]- aclaró. ¿Él era el Daë?

    – [Hotah]¿Ugg’Krah? Es el último que queda. Está solo en la montaña, protegiendo el hogar de su tribu.[/Hotah] – era el último de su especie. Vivía sobre un cementerio de los suyos y los ataques no iban a menos porque el hogar ancestral de esa tribu de gigantes de piedra estaba sobre un enorme yacimiento de oro. – [Hotah]Los gigantes de piedra siempre han defendido a las tribus y ahora ellos le defienden también a él.[/Hotah] – añadí. Ellos habían sido los guardianes desde tiempos remotos, así que ahora le devolvían el favor. – [Hotah]Si ese es vuestro Daë, os ayudaré.[/Hotah] – sentencié. Ugg’Krah era un amigo, a veces iba a verle para que estuviera tan solo. En el fondo, los dos lo estábamos.

    – [Vera]Muchas gracias.[/Vera]- dijo Vera. Asentí y les conduje ante Ptaysanwee para explicarle todo y pedirle ayuda. La jefa enseguida mandó buscarles ropa y Vera y Owen se marcharon a cambiarse mientras yo preparaba el viaje.

    Cuando volví a unirme a ellos, ya estaban vestidos con ropas sioux tradicionales. Vera incluso llevaba el cabello recogido en una coleta que le había ayudado a hacer la hija de Ptaysanwee. Lo cierto era que incluso con la ropa, llamaban la atención.

    – [Vera]En un rato tendrían que volver al punto de encuentro. Si no lo hacen, iremos a por ellos.[/Vera] – comentó, preocupada, al poco de salir del poblado. La vi llevarse la mano a una bolsa y coger un pequeño orbe de cristal resplandeciente.

    No sé exactamente qué pasó, pero de pronto, Vera fijó la mirada al frente.  – [Vera]Elliot, ¿estáis bien?[/Vera]- preguntó con visible preocupación. Según lo que había captado en su conversación, Elliot era uno de los dos que habían venido con ellos. – [Vera]Sí, ya sé que no es la hora que habíamos acordado y que estáis investigando.[/Vera]- puso los ojos en blanco y esperó un momento, como si estuviera manteniendo una conversación. Miré a Owen, que parecía tan perdido como yo. Vera nos miró y notó que no estábamos viendo nada, pero no le dio importancia y siguió hablando. – [Vera]Sí, también sé que no deberías estar usando eso en esta época…[/Vera] – replicó con un suspiro de exasperación.

    Pasaron unos segundos en los que se cruzó de brazos. – [Vera]¿Quieres dejar de quejarte?[/Vera] – sentenció, alzando un poco la voz.- [Vera]Jane y tú tenéis que venir al punto de encuentro ya.[/Vera] – añadió. Fuera lo que fuera, era una suerte poder avisarles de que abandonaran esa ciudad condenada cuanto antes. También estaba la parte de mi mente que no estaba acostumbrada a todo lo sobrenatural, que pensaba que a aquella muchacha le estaba dando una alucinación por el calor. Por suerte, teniendo en cuenta que íbamos a ver a mi amigo el gigante de piedra, me forcé a pensar que era real. – [Vera]¿Eso que se oye es Jane discutiendo con vaqueros?[/Vera] – preguntó, colocándose para tratar de ver más cerca algo. – [Vera]¿Les está pegando?[/Vera] – añadió, conmocionada.  Me llevé una mano a la nuca, las cosas podían salir muy mal. – [Vera]¿Jane está intentando crear una sociedad feminista?[/Vera] – gritó.- [Vera]Dile que haga el favor de venir antes de que líe una paradoja.[/Vera] – sentenció. Aunque si la otra muchacha era capaz de estar pegándose por lograr el feminismo en un lugar tan lleno de machismo como el Viejo Oeste, dudaba que le hiciera caso.- [Vera]Bueno, pues echa andar y ya te seguirá. O roba un caballo. Uno que veas que no está muy enfermo.[/Vera] – sugirió. – [Vera]¿Cómo que no puedes robar un caballo?[/Vera] – añadió, poniendo de nuevo los ojos en blanco. – [Vera]Pues ven andando.[/Vera]- se quejó. – [Vera]Para cuando llegues seremos todos de piedra como el Daë.[/Vera] – gesticulaba, así que me imaginé que los dos se estarían viendo. – [Vera]Os esperamos…[/Vera]- empezó a decir. Entonces me miró y tardé un momento en darme cuenta de lo que quería.

    – [Hotah]En la cima de aquella montaña.[/Hotah] – le dije. No sabía si el muchacho me escuchaba o no.

    – [Vera]En la cima de esa montaña.[/Vera]- repitió. Después se quedó callada, esperando.- [Vera]Roba un caballo.[/Vera] – añadió antes de volver hacia nosotros.

    – [Owen]Te seguimos.-[/Owen] indicó Owen, haciendo que nos pusiéramos en marcha.

    Caminamos juntos por la senda de tierra, bajo el sol abrasador. Hacía unos meses no sabía todo lo que iba a cambiar la vida para mí, igual que en ese momento no sabía que mi destino iba unido al de aquellos extraños viajeros.

  • EL AMO DE LA NOCHE

    EL AMO DE LA NOCHE

    LOUNA

    Al amo de la noche no le gustaban las mañanas, porque solían implicar para él ver la dolorosa luz del sol. Se levantó de su cama y salió de la habitación como un zombie, consiguiendo apenas evitar al resto de habitantes de aquel apartamento.

    No sería persona hasta que no le incase el diente a ese precioso líquido rojo. Así que abrió la nevera, cogió una botella sin mirar el nombre de su dueño escrito en el post-it y se sirvió un vaso.

    El líquido bajó por su garganta reconfortándole y devolviéndole a la normalidad. No le extrañaba que los romanos estuvieran locos por aquella mierda, el vino era néctar de dioses para Jaheem.

    – [b]Vengaaa, que empiece la fiestaa….partyyyyy.[/b] – el amo de la noche empezó a bailotear en la cocina, aún con su pijama de pokemon puesto y el antifaz de dormir sobre la cabeza.

    – [Dion]Jaheem, tío, baja la voz. Y deja de beberte mi vino a las doce de la mañana.[/Dion] – le reprendió Dion, una especie de líder en funciones de los ‘Drow’ cuando Drizz no estaba, algo cada vez más habitual.

    – [b]Chill hombre…necesito este néctar para revivir.[/b] – confesó el amo de la noche. – [b]Es como mi aceite de motor…si fuera un cyborg…que usa aceite de motor. ¿Has visto la peli esa de la Lara Croft? Tío, que piba… La tronca está encerrada y al final se pone ahí rebelde y se carga al pavo que la creó. Todo muy meta tío.[/b] – explicó, con aspavientos de sus manos. El amo de la noche se había pasado la noche comiendo cheetos y bebiendo vino mientras hacía un maratón de películas que iban a tener un remake protagonizado por Karima Kareem.

    – [Dion]¿Tú no tenías un encargo de Drizz?[/Dion] – le recordó. Dion era la mano derecha de Drizz, así que a sabiendas de cómo era Jaheem, le mandó una copia de la conversación porque sabía que se le iba a olvidar.

    – [b]¡Me cago en mi alma! Es verdad, tenía que….¿qué tenía que hacer?[/b] – se preguntó el amo de la noche, que quizá no tenía que haber trasnochado. Le debía la vida a Drizz, igual que muchos de los que estaban en aquel apartamento. Les había dado un propósito, les había alejado de las calles y les había dado una familia. Gracias a él tenía un techo bajo el que dormir, su propia habitación y un póster de Karima Kareem muy sugerente.

    – [Dion]Te lo acabo de reenviar.[/Dion] – comentó Dion, poniendo los ojos en blanco.

    Jaheem leyó el mensaje varias veces. – [b]Vale ¿y qué dices que tengo que hacer con esta peña?[/Jaheem] – preguntó, esperando una aclaración de Dion.

    – [Dion]Tío, haz que sean sinceros…[/Dion] – le explicó, poniendo énfasis en cada palabra. Al ver que Jaheem le miraba fijamente, añadió. – [Dion]…con tu poder…[/Dion]

    – [Jaheem]Ahhhhhh. Mi vudú especial. Venga va. ¿Tienes algo para un taxi?[/Jaheem] – pidió.

    – [Dion]Hay un portal en…deja, te llevo yo…ayer no tuve turno.[/Dion] – comentó. Dion había conseguido un trabajo de vigilante nocturno que compatibilizaba con las excursiones de los Drow para limpiar la ciudad de vampiros y demonios.

    – [Jaheem]Cool…cool, cool, cool.[/Jaheem] – respondió, a punto de salir con su pijama de pokémon. Dion le miró y entonces se dio cuenta. Se marchó a su habitación y volvió con unos vaqueros ceñidos y desgastados, una camiseta con la foto de Kein South y un chaleco negro, rematado todo por unos playeros blancos y unas gafas de sol.

    Dion se aseguró de llevarlo donde pudiera encontrar a cada uno de los de las fotos. Fue una suerte que casi todos estuvieran en la Universidad menos las dos mujeres y el hombre pelirrojo que estaban en la Escuela Legado. Intentó no dejarle margen de error, pero aun así Jaheem entró solo a la Universidad y Dion temía por los estudiantes. Por suerte solo implicaba ser sinceros durante 26 horas.

    Jaheem se quedó parado, sentado en una mesa de la cafetería, fingiendo tomarse un café mientras observaba a los tres muchachos. Drizz le había dicho que de esa foto solo eran dos a los que tenía que sincerar, pero no tenía ni idea de qué dos eran, así que Jaheem optó por hacérselo a todos. Silbó en dirección a cada uno de ellos y la sinceridad se instaló en sus corazones, igual que en la del resto de personas que le había dicho Drizz.

    Jaheem repasó la lista de los que había apuntado con los nombres que le había dado Drizz:

    • Rubia maciza chiquitilla. Sarah.
    • Grandote pelirrojo. Daniel.
    • Rubia maciza de cuero. Sasha.
    • Rubio con pinta de atleta y fiestero. Xander
    • Chica de ojos claros y tetorras más grandes que las de Karima. Lexie
    • Hermano con pinta ligón. Niall
    • Chico palo que seguro que canta rock. Noah
    • Pelirroja animadora. Kaylee
    • Moreno con pinta de empollón. Owen
    • Morenaza despreocupada. Jane

    Una vez que estaba todo, volvió a montarse en el coche de Dion y le convenció para ir a comer unas hamburguesas. El trabajo ya estaba listo, la gente que había pedido Drizz iba a estar escupiendo verdades 26 horas, pero solo las que de verdad quisieran decir. Porque la gente era así, complicada de narices.

  • LA SERPIENTE ESCONDIDA

    DIARIOS DE DESTINO | PALACIO KVINNEBY

    El Director observaba de nuevo los terrenos del Palacio, un lugar al que habría podido terminar de considerar un hogar si hubiera estado a su lado la persona que más quería. Pero esa oportunidad, pese a lo que veía en los futuros, cada vez parecía más distante, especialmente desde que Butterfly había fallecido.

    Recordaba perfectamente la chispa de esperanza cuando la tuvo inconsciente frente a él y vio que su cuerpo cambiaba al de Beatrix, solo para ser de nuevo el  de Tess, apagando esa esperanza. Esperó verla regresar, pero no avanzaba. ‘Osiris’ el experto en medicina del bando negro la dio por muerta en una acalorada discusión con ‘Faust’ que decía que el alma se había transferido correctamente pero no estaba consiguiendo aflorar porque algo la retenía. El nigromante volvió a sus estudios, desesperado también porque si aquello no funcionaba para Z, tampoco lo haría para él.

    El cuerpo de Tess quedó a buen recaudo, hasta que irrumpieron y se lo llevaron. Z entró en ira cuando lo supo, estuvo a punto de tirar todo por la borda y llevar el ejército que tenía en su poder a las puertas de cada uno de los refugios de los Moondies. Pero las visiones le calmaron. Desde entonces había recurrido varias veces a ellas, a diario, buscándola siempre. ‘Faust’ le había ayudado a tranquilizarse, si Beatrix no lo conseguía en el cuerpo de Tess era que no estaba preparado para ella y solo podían recurrir al plan habitual, Sarah.  O en su defecto, la otra Cazadora, Sasha. No sería ideal, tendría que acostumbrarse a la nueva apariencia, pero en el fondo sería ella.

    Alguien llamó a la puerta. – [Z]Adelante.[/Z] –  Entraron dos mujeres. Una de ellas era bajita, llevaba frente a ella una tablet y varios aparatos más conectados a un cinturón que parecía ser bastante pesado, más los que llevaría en la mochila. Junto a ‘Software’, estaba ‘Krishna’, una cara cada vez más conocida en los últimos días. La joven tenía el pelo de un color diferente dependiendo de la semana, estaba cubierta de tatuajes y llevaba varios piercing. No era para nada la apariencia que uno esperaría para una vidente.

    Hizo un gesto a Software, su reunión con ‘Khrisna’ llevaría más tiempo. – [Software]Señor. He interceptado esto en las noticias locales.[/Software] – no le llevó más de unos segundos mostrar dicho vídeo en la pantalla de su habitación. Z observó con detalle lo que empezaba como una de las fiestas del magnate local, Alexander Fenris, pero pronto las cosas cambiaron. Se enfocó a una joven de pelo rubio que no era ni más ni menos que la inocente ‘Wing’. Allí, delante de la gente y de las cámaras, extendió sus alas y dio un discurso en el que destapaba a los sobrenaturales y abogaba porque todo el mundo resolviese sus diferencias y trabajara unido. – [Software]He evitado que salga de Ripper, pero por la zona ya estaba difundido.[/Software] – intervino antes de que terminase el discurso. El Director asintió.

    – [Z]Bien. De todas formas nos viene bien que la gente esté preparada. Así habrá menos bajas.[/Z] – afirmó. No apartó la mirada del vídeo. Estaba orgulloso de Wing y de lo que había conseguido, habría encajado perfectamente entre los suyos. – [Z]Wing habría encajado bien en nuestra utopía.[/Z] – pensó en voz alta.

    Hubo unos segundos de silencio en los que ‘Software’ comprendió la determinación del Director. – [Software]Es buena chica.[/Software] – puntualizó.

    – [Z]Sí, pero ya es tarde. Lo de Butterfly es algo que no puedo dejar sin castigo.[/Z] – aseguró. Eso significaba que si se interponían en el campo de batalla, no podría protegerlos ni gastaría recursos en ello. Estarían completamente por su cuenta. Software guardó silencio y él lo percibió. – [Z]Cuando acabemos con la Iniciativa tendremos juicios. No te preocupes.[/Z] – admitió como gesto de buena voluntad. Es lo que Abel habría querido y la decisión a la que llegarían los Reyes y las Reinas. Por eso se había rodeado de consejeros, para evitar matarlos él mismo sin dudar ni un instante.

    La pantalla se apagó y ‘Software’ asintió antes de retirarse. ‘Khrisna’ y él se quedaron solos.

    – [Z]Necesito volver a verlo.[/Z] – pidió. No hubo nada más que hablar. Los últimos días les habían hecho acostumbrarse, así que ella se acercó y preparó sus habilidades.

    Le mostró de nuevo un futuro de unos días más tarde, manejando los hilos de la visión con habilidad, centrándose en lo que él más ansiaba ver. Le mostró victorioso, alzándose sobre sus enemigos y siendo alabado, pero más que eso, él deseaba otro premio, no la gloria. Le mostró a una bella muchacha de pelo rubio a su lado, un fantasma de su pasado que por fin había regresado. Y con esa visión, la joven no tuvo problema en esconder las traiciones de la escena.

    El bando negro jamás se doblegaría a Z, usarían su poder para respaldarse siempre que pudieran y aprovecharían esa protección para seguir cometiendo atrocidades y amasando poder, hasta que tuvieran suficiente como para librarse de él.

    Habían llegado a ella hacía mucho. ‘Krishna’ nunca tuvo demasiados reparos en hacer las cosas a su manera, sin hacer mucho caso a las restricciones que nadie le impusiera. Así que la oferta de la Reina había sido un trato inmediato y desde entonces se había encargado de ocultar en las visiones de Z todo lo que tuviera que ver con las oscuras maquinaciones de los demás, eligiendo con sabiduría qué posibles futuros mostrarle, siempre endulzando un poco la parte de la visión a la que accedía el Director.

    Cuando terminó la visión, él musitó ‘Gracias’, como siempre y ella se fue. Era el trato habitual, a veces tenía que mostrarle varios futuros, porque era una persona recelosa que no daba ningún futuro por sentado y no terminaba de fiarse de los demás, pero muchos conocían su punto débil, Beatrix, y esa sería su perdición.

  • EL FIN DE LA UTOPÍA

    Dante Villiers | Edificio Lenora

    Me desperté confuso, con un dolor penetrante en la base del cuello que se extendía, ramificándose, por toda mi cabeza. Cuando conseguí recuperarme de la confusión miré a mi alrededor y vi que estaba en una especie de celda, aunque la puerta estaba abierta.

    Por instinto salí fuera y empecé a recordar lo que había ocurrido. Había perseguido a la que me había atacado hasta el claro de un bosque y allí me había topado con un golpe de estado antes de caer inconsciente.

    Me llamó la atención un papel que había sobre una mesa frente a la celda. Estaba escrito de manera apresurada y podía leerse: Señor Villiers, sentimos mucho todo lo que ha ocurrido, pero con suerte, cuando despierte, todo cobrará sentido y todos viviremos en un mundo mejor. Si despierta demasiado pronto no se acerque al Edificio Lenora. La nota estaba firmada por un tal Christopher MacLeod, cuyo nombre me sonaba pero sin tener muy claro de dónde.

    La nota me alarmó, y al leer la mención al Edificio Lenora lo primero que pensé fue en mi hermano Cole. Activé el Omnilens e intenté contactar con él, pero eso solo sirvió para aumentar mi preocupación cuando no respondió. Traté de contactar también con mi madre, pero no había más que silencio.

    Siempre había sido bastante imprudente e irreflexivo, y la familia era mi punto débil, por no mencionar mi rebeldía innata. Así que hice exactamente lo que la nota decía que no hiciese y recurrí a mi poder para atravesar el velo de la oscuridad y llegar en un instante al Edificio Lenora.

    Librado del mareo inicial del teletransporte, vi que estaba en la oficina de Cole. El sitio estaba vacío y debía haberse vaciado con prisa. Pero eso no era todo, con el impulso había olvidado que el Edificio tenía un sistema de protección para evitar apariciones como la que yo acababa de hacer, y ese sistema no había funcionado, así que fuera lo que fuera lo que estaba pasando, era gordo.

    Abrí la ventana de la oficina y me lancé al vacío, sintiendo el viento contra mi cuerpo mientras descendía y tomaba impulso para ascender batiendo mis alas hasta las azoteas del Edificio.

    Antes siquiera de aterrizar lo vi. Fuego, humo, sangre y cuerpos inertes por todas partes. Los que se movían o bien estaban enfrentándose entre sí, o bien huían del interior de la planta de la azotea, de una figura femenina vestida de negro.

    Esa figura me llamó la atención de inmediato, pero un grito familiar me hizo volver la vista. En una de las terrazas un amasijo de plumas blancas caía al suelo y trataba de ponerse en pie mientras otra figura la atacaba. Mi madre estaba en peligro, así que volé hacia ella con temor a llegar demasiado tarde, porque quién la atacaba, un miembro de alto rango del bando negro del Consejo, parecía a punto de dar un golpe mortal.

    Mi mente se quedó en blanco al saber que no iba a llegar a tiempo. Quise gritar, pero ni siquiera sé si lo hice o no. No podía soportar la muerte de mi madre, sin ella no era nada, era la única que nos mantenía unidos a mi padre, a Cole y a mí.

    Antes de recibir el golpe fatal, una figura se interpuso y lo recibió en su lugar. Le reconocí mientras caía al suelo, Niall, también miembro de esa especie de golpe de estado. Pero había defendido y salvado a mi madre de un alto rango del gobierno. Fuera como fuese dentro del caos que había en mi cabeza, no esperé, en su lugar utilicé mi segundo poder como nunca había hecho y mandé al atacante a través de la oscuridad que me había llevado allí. Con las prisas no sabía dónde lo había transportado, quizá a ninguna parte y ahora estaba encerrado en la oscuridad para siempre. No me importaba, no después de lo que había hecho.

    Corrí hacia mi madre y la sujeté. Estaba herida. – [Mia]Hijo, tu padre…lo siento…[/Mia] – tartamudeó con lágrimas surcando su rostro. Ella se había salvado, pero mi padre, estuviera donde estuviera, no. Quise preguntarle qué estaba pasando, por qué estaban luchando del lado de la gente cómplice de un golpe de estado, de atacarme e intentar acabar con mi vida, pero mi madre se desmayó, no sé si del dolor o el trauma emocional. Comprobé que estaba bien y la llevé a la oficina de Cole antes de volver a la azotea y aclarar la confusión de una vez por todas.

    Cuando volví, entre la refriega que aún continuaba y el caos que reinaba, distinguí a una figura conocida. La muchacha que me había atacado, esa tal Jane. Sin esperar a que volviese a escapar, me teletransporté a su lado y la aferré del brazo.

    – [Dante]¿Qué cojones es todo esto?[/Dante] – grité. Ella se sobresaltó, pero desvió la mirada con terror hacia otro lado, donde una mujer exactamente igual que ella miraba en nuestra dirección, seguramente habiendo escuchado mi voz.

    – [Xander]Sí, esa es la que intento matarte.[/Xander] – apartando mi mano de la de la chica. Me eché hacia atrás, pensativo. La que había intentado atacarme era la otra, estaba claro una vez las veías a ambas. Eran iguales, pero muy diferentes.

    – [Omega]Escondidos igual que ratas.[/Omega] – dijo la otra chica con una voz más severa y oscura. Continuaba caminando hacia nosotros, que la observábamos escondidos detrás de un muro derribado. De pronto se detuvo, miró a su izquierda y sonrió. Alzó una mano y de su escondite salió volando una chica delgada, de pelo castaño rojizo y una estética animal.

    – [Jane]¡Amy, n..![/Jane] – estuvo a punto de gritar la que estaba a nuestro lado, pero el tipo fornido le tapó la boca para evitar que nos encontrase. Le miré a los ojos y los vi brillantes, conteniendo las lágrimas. La muchacha de pelo castaño rojizo forcejeó hasta que de pronto cayó inerte y la atacante la dejó caer al suelo.

    Jane, la que estaba a mi lado, ahogó un grito. El chico, que aún no sabía cómo se llamaba, la aferró con la mano izquierda mientras la derecha estaba cerrada en un puño de nudillos blancos.

    La muerte de la chica me dejó helado. Había cuerpos allí fuera, en las terrazas, pero hubo algo en ver cómo mataba a esa joven pelirroja que me destrozó.

    – [Xander]No…no…[/Xander] – oí susurrar al chico. Seguí la línea de su mirada y vi que un grupo de jóvenes estaba atacando a la «versión asesina» de Jane. La atacaban de forma rudimentaria, unos con armas, otro, un demonio de piel verde menta, con sus garras y su fuerza, apoyado por un licántropo de pelaje negro como la noche que se lanzaba implacable contra ella. Ella sin embargo recibía cortes que se curaban al instante y cuando se aburría, golpeaba con un abanico de poderes terrorífico.

    No podía soportarlo más, así que traté de usar mi poder para sacarlos a todos de allí, pero no funcionó. De pronto era como si me hubieran arrebatado mis poderes.

    – [Xander]Ha anulado los poderes.[/Xander] – explicó el chico al ver mi cara de asombro y mi frustración. – [Xander]Todos menos los suyos.[/Xander] – aseguró. Con su telekinesis apartó al demonio verde mientras que su brazo se cubría de granito para golpear con fuerza al licántropo. El resto apenas le hacían rasguños con sus armas.

    – [Jane]Los va a matar a todos…[/Jane] – dijo Jane conteniendo las lágrimas. El chico guardó silencio y llevó la mano sobre la barriga de la joven mientras le decía algo al oído. Ella intentó retenerle, pero no pudo evitar que se pusiera en pie y saliese de nuestro escondite.

    – [Xander]Deja que se vayan.[/Xander] – pidió a la asesina, que de un gesto creó una onda expansiva que apartó a todos los que la atacaban.

    – [Omega]No tengo ninguna razón para hacerlo.[/Omega] – sonrió con crueldad  y con un giro de su mano una joven pelirroja que estaba cerca del cuerpo de la otra chica, se llevó las manos al cuello como si no pudiese respirar.

    – [Xander]No son rivales para ti. Pero yo soy inmune a tu poder.[/Xander] – afirmó.

    – [Omega]También lo era tu madre.[/Omega] – sentenció ella. El muchacho tembló de pura rabia.

    – [Xander]No hables de ella…[/Xander] – replicó.

    – [Omega]Es increíble lo fácil que fue todo.[/Omega] – ella empezó a caminar hacia él. – [Omega]Todo porque dieron por fallecida a la cambiaformas que tenía el espíritu de la novia muerta.[/Omega] – señaló con su mano más allá, donde descansaba el cuerpo sin vida del Director. Mientras ella caminaba, absorta en su gloria, en nuestro escondite apareció una chica rubia y un tipo de piel oscura, grande y fornido. – [Omega]Pero resultó que seguía viva, solo se estaba adaptando. Así que me encargué de que las dos estuvieran muertas de verdad.[/Omega] – añadió con una sonrisa pérfida. – [Omega]Después fueron a por la otra Cazadora, así que la maté para suplantarla como si la posesión hubiese vuelto a salir mal.[/Omega] – continuó explicando. Mientras tanto, a mi lado, los demás intentaban que Jane se fuese, pero ella no quería. – [Omega]Entonces fueron a por su último recurso, tu madre.[/Omega] – añadió, ya muy cerca de él. – [Omega]Se volvió muy blanda al verme con la cara de su «amiga» muerta. Así que aproveché la ventaja.[/Omega] – sentenció. Volvió a mover sus manos y los que estaban a su alrededor se llevaron las manos a la garganta igual que la muchacha. – [Omega]Vivir tantos años con su cara, simulando ser Beatrix y aguantando a ese imbécil fue una locura, pero quería su poder y siempre estaba demasiado vigilado, además, seguía débil por lo que me había pasado. Sabía que el bando negro estaba esperando también, así que era cuestión de que todo coincidiese.[/Omega] – estaba frente a frente con él. – [Omega]Así que dime, ¿aún eres una amenaza para mí?[/Omega] – preguntó. – [Omega]Porque la distracción no está funcionando muy bien.[/Omega] – añadió, sonriendo. Chasqueó los dedos y todos a los que estaba asfixiando cayeron muertos. Entonces fijó la mirada hacia nosotros.

    – [Xander]¡Vete, ya, corred![/Xander] – gritó, lanzándose sobre ella solo para ser repelido sin el más mínimo inconveniente.

    El tipo grandote se puso en medio, bloqueando el paso, mientras la muchacha rubia arrastraba a la chica. Era imposible que saliesen de allí corriendo con esa mujer persiguiéndoles, pero tuve una idea.

    Corrí hacia ellas, que ya estaban saliendo del interior de la azotea, y las empujé por el borde de la terraza saltando detrás. Extendí mis alas y las sujeté, forcejeando para mantenerme en el aire. Cuando lo conseguí, miré hacia arriba y vi que la mujer se preparaba para derribarme, pero ya estaba demasiado lejos de su alcance, así que utilicé mi poder y nos internamos en las sombras.

    El Paraíso soñado por Z había caído. De la luz prometida, ya solo quedaba oscuridad. Pero incluso en la más profunda oscuridad hay un retazo esperanza, al menos para los que habíamos sobrevivido.