[align=center][SIZE=5][b]Cecil Anwalt | Casa [s]de los horrores[/s][/b][/SIZE]
Mis ojos habían dejado de funcionar. Por un momento, me sentí ciego, indefenso sin la capacidad de percibir lo que tenía cerca de mí. Todo, de buenas a primeras, había desaparecido.
Primero me había encontrado allí, encerrado entre las cuatro frías paredes del baño. La “mercancía” que los colmillitos me habían dicho estaba aquí, preparada para que fuera utilizada. Me había encerrado aquí, intentando ganar tiempo, intentando pensar alguna manera de poder salir más o menos ileso de la situación en la que me encontraba metido. Pero el miedo continuaba, estaba dentro de mí, como si fuera una infección que se extendía por momentos. Me impedía pensar con claridad, me hacía dudar de quién era yo o de lo que realmente pensaba. Antes, desde que me había despertado, desde que había discutido con mi madre, había tenido más o menos claro que esto no podía ser real, incluida la escena del salón, que parecía sacada de una peli de vampiros.
Pero siempre estaba la pregunta, la duda. Siempre había una desagradable voz que me decía lo contrario, que me equivocaba y lo que veía era verdad. Pero continuaba negándome a afirmar eso, aunque a veces titubease.