Moondale

Autor: Destino

  • MIEDO LIBERADO

    [align=center][color=black][b][font= Bookman Old Style][SIZE=5]Diarios de Destino | Septimo Cielo (Bar de Lorne)[/SIZE][/color][/b][/font]

    negro

    El obrero regordete se sentó encima de una pila de azulejos en la parte de atrás y continuó devorando su bocadillo.

    – [b]…sepan TERMINAR SU TRABAJO.[/b] – se escuchó gritar al demonio de piel verdosa. El obrero regordete movió la mano libre imitando a alguien hablando, provocando así que los demás se riesen.

    Después de un rato bromeando, dos de ellos se situaron frente a una pared picoteada y continuaron con la tarea de tirarla abajo. Tardaron un par de golpes más, porque la pared que ellos pensaban que sería ladrillo tras ladrillo, era un simple tabique que ocultaba un pequeño hueco.

    Primero uno y después el otro, pasaron por la abertura y observaron las paredes rocosas para al final centrar su mirada en el único objeto de la sala, una urna de arcilla con dibujos en tono negro. Se acercaron un poco y pudieron ver unos grabados en una de las caras, pero era un lenguaje intrincado que no podían leer. Os diré lo que allí ponía, para que si alguna vez os encontráis con algo así, huyáis.
    [i]Esta urna contiene un espíritu que antaño caminó por el mundo, pero fue contenido por el bien de todos. Rezamos para que no vuelva a caminar por él, porque ha doblegado a dioses y a demonios con el corazón más negro que la tinta que escribe estas palabras. Que la suerte sea con vosotros.[/i]

    El obrero regordete se estaba colando en ese momento por la abertura, vociferando con una sonrisa de oreja a oreja: – [b][i]Parece que nos hemos ganado la jubilación.[/b][/i] Se acercó a ellos y observó la urna. Desvió la mirada a los otros dos obreros y los vio con los ojos completamente abiertos, perdidos en su mirada hacia la urna, uno de ellos temblaba y los labios de otro se movían sin parar.

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  • UN DIA CHOCOLATE, Y PARA EL OTRO VAINILLA

    [align=center][b]~ Sylver F. Wolfe | Llegando al Lorne | Con Diana Echolls ~ [/b]

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    Habia llegado el dia, aquella reunión. Realmente no sabia si estaba excitada por encontrarme con todos de nuevo, o aterrada por lo que podía pasar. Al fin y al cabo no era más que una reunión de antiguos compañeros de celda pero, ¿quién decía que aquello iba a acabar alli? Por un lado, desconocía que habia sido de la Iniciativa después de nuestra huída, y por otro lado me importaba poco, o mucho.

    Volví a remover el frappuccino de caramelo que me habia pedido. Me dediqué a romper las burbujitas que se formaban con la pajita, en un intento por matar el tiempo. Habia quedado con Diana en aquella cafetería, pero quise venirme antes para pensar algunas cosas: lo malo fue al darme cuenta de que me habia pasado con el “adelanto”, estaba llegando a aburrirme cuando vi una cabellera pelirroja cruzar el lugar.

    -[b]¡Tía buena![/b]- grité desde una de las mesitas por fuera de la cafetería que ocupé, moviendo la mano exageradamente- [b]¿Vienes mucho por aqui?[/b]

    -[b][i]¿Estás ligando conmigo?[/b][/i]- Diana se puso la mano en el pecho como si estuviera afectada.- [b][i]Señorita, soy muy decente para eso.[/b][/i]- acto seguido se acercó a mi y me dio dos besos.

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  • LLAMADAS DE CASA

    [ [b]January Allard | Residencia Universitaria Hexe | [color=green]{ con Ann & Sarah }[/color] ][/b][/align]

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    Había llegado de San Francisco aquella misma mañana y hacía poco más de una hora que había descubierto cuál era mi nueva habitación y quién mi compañera, así que la maleta seguía cerrada a los pies de la cama. Había también dos cajas que había tenido que trasladar desde mi anterior habitación y que había dejado encima del escritorio, esperando a que se me ocurriese comenzar a sacar marcos de fotos, recortes de periódico, lámparas y demás objetos decorativos que había ido acumulando durante aquellos años en la residencia. Tumbada en la cama, con el libro en la mano, echaba un vistazo ocasional a las cajas y me planteaba ponerme a ordenar. Al fin y al cabo, Diana entraría a la habitación en cualquier momento y no quería que aquello pareciese un campo de batalla.

    Sonreí al pensar en Diana. Puede que no estuviera tan unida con ella como con Sarah, pero desde que celebráramos juntos nuestros cumpleaños, no podía evitar sentir oleadas de cariño y gratitud hacia ella y Daniel y muchos otros, especialmente después de pasar las Navidades juntos. Era pensar en esos días y que una sonrisa tonta se me dibujara en la cara, como si de repente todo lo bueno pudiera compensar todo lo malo. Quizás por eso me había pasado las Navidades en San Francisco viendo capítulos de [i]Xena[/i] o [i]Roswell[/i] o releyendo [i]Hamlet[/i] como si no fuera ya capaz de recitar versos y escenas completas de memoria. Cada vez que tenía alguna de aquellas cosas en las manos me podía parar a recordar momentos especialmente bonitos del tricumpleaños, o de la Nochebuena, y era una sensación demasiado agradable para no querer recuperarla constantemente, como acurrucarse bajo una manta particularmente suave con una taza de chocolate caliente en una mano mientras sabes que al otro lado de la ventana hay quince centímetros de nieve acumulándose en tu jardín.

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  • UN COSQUILLEO POR DOMINIC

    [b][Jamie Smith || Residencia Hexe || {Con Tegan}][/b]

    jamiesmith

    La puerta de la habitación 301 me miraba como si lo que hubiese adentro fuese a ser algo malo, muy. Suspiro, colocando la mano en el picaporte girándola, para abrir y entrar en el sitio que me albergaría hasta fin de curso. La reorganización de la universidad implicó también que hubiese cambios en la selección de compañeros de habitación. Me ha costado lo suyo y medio, poder adaptarme a mi antigua compañera. Ahora tengo una nueva compañera, Tegan algo; adaptarme a ella, va a costar lo suyo y medio. Yo y mi incapacidad de socializar.

    Observo que una de las camas está ocupada, por lo que supongo sabiamente que la cama libre es mía. Dejo la maleta encima de ésta, dejándome caer en el espacio libre. Un largo mes en Italia ha conseguido que me sintiese ‘normal’. Las Navidades que he pasado en Venecia han estado lo que se dice: perfectas, y sobre todo me había alejado de todo lo que concernía a Dom y el beso. Recuerdo exactamente que en cuando se rompió la burbuja del beso, al finalizar la fiesta, la culpabilidad me había dominado. Se suponía que Dominic estaba con Sylver, o eso había entendido y yo me había interpuesto. Ese hecho me sentó bastante mal, y me hizo preguntarme sobre si era cierto que las mujeres nos cegamos cuando nos sentimos especiales. Evidentemente era así. Por mucho que la evidencia estuviese patente, a mí no me gusta dar puñaladas por la espalda, y por mucho que sienta un cosquilleo por Dominic, me ha molestado mi comportamiento. Creo que he estado inconforme conmigo misma desde el catorce de diciembre hasta las más de veinte horas de vuelo a Italia.

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  • UN INTENTO DE MIRADA DEL TIGRE QUE TERMINA EN UNA SONRISA Y ENCOGIMIENTO DE HOMBROS

    [b]Cecil Anwalt | Residencia Hexe | Dormitorio de Daniel y Ed (Con ambos)[/b][/align]

    cecilanwalt

    ¿Año nuevo vida nueva? ¿Personas nuevas? ¿Cosas nuevas? Si siguiéramos eso al pie de la letra, cada año que iniciásemos sería completamente distinto al anterior, sin los mismos hábitos o las mismas personas. Siendo, literalmente, un año nuevo, cuando no siempre pudiésemos considerarlo así.

    Las navidades habían pasado con una rapidez un tanto anormal. Creo que el tiempo que habíamos permanecido desaparecidos lo recuperamos durante el mes de Diciembre y parte de Enero. Habíamos regresado con la familia, independientemente fuese más tiempo o menos. Habíamos estado junto, descansado y tenido momentos felices en los que reíamos. Por supuesto, también habíamos tenido momentos malos, preocupaciones, ganas de llorar y escondernos a que el mal desapareciese. Aunque claro, eso último no lo habíamos hecho.

    Las cosas no iban bien, nada bien, pero eso no quería decir que no pudiésemos continuar con nuestras vidas. El osito con colmillos que casi nos [i]abraza[/i] cuando nos escapábamos se estaba volviendo cada vez más poderoso. Y nos gustase o no, no teníamos poder ni capacidad suficiente para hacerle frente a él o a la Iniciativa. Al menos por el momento.

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  • LOS POMOS DE LA PUERTA DE CASA EN INVIERNO

    [b]Suzanne Sommerville | Campus & Residencia |
    {Con Ed, Harmony & Sarah}[/b][/align]

    annsommerville

    No hace frío, casi. Bueno, vale, estamos a quince de enero y al aire libre. Pero el frío que pueda hacer aquí no es nada comparado con el frío que hace en casa por estas fechas. De todas formas, cuelo las manos en los bolsillos de mi chaqueta y enredo los dedos en el llavero, que está gélido al tacto y me recuerda a los pomos de la puerta de mi casa en invierno. Se me hace raro, la verdad, no haber estado con [b]Caroline[/b] estas [b]Navidades[/b], aunque seguramente a ella se le haga más raro aún no haber estado conmigo, decorando el árbol juntas, como siempre desde que aprendió a andar. Pero es por su bien, por el de todos, en realidad, y me lo repetiré una y otra vez, hasta que logre auto-convencerme.

    Miro hacia el estrado, donde la nueva rectora está dando el discurso de inauguración, e intento captar palabra a palabra todo lo que dice, pero me falla la concentración. Ahora mismo tengo demasiadas cosas en la cabeza como para poder prestar atención. Demasiada información de golpe, y supongo que necesito tiempo para contemplar el conjunto con perspectiva.

    Me giro ligeramente, y miro a [b]Ed[/b] de soslayo. No puedo evitar que se me escape una ligera sonrisa, y preguntarme cómo puede ser capaz de prestar atención a lo que dice la nueva rectora (he de reconocer que yo aún estoy medio dormida, a todo esto), o cómo puede… bueno, como puede con todo, en realidad.

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  • LA NUEVA RECTORA

    [align=center][SIZE=5][font=Bookman Old Style][b]Diarios de destino[/b][/SIZE][/font]

    [font=Bookman Old Style] 15 de Enero de 2010[/font] [/align]

    La persona que se iba a hacer cargo de la dirección de la Universidad de Moondale llegó una hora antes de lo previsto porque adoraba la puntualidad. Lo primero que hizo al llegar allí fue saludar a todos con un apretón de manos firme que indicaba que estaban ante alguien que iba a cambiar el rumbo de la Universidad para mejor.

    Cuando por fin llegó al que iba a ser su despacho fue quitar las placas de la puerta y del escritorio en las que ponía ‘Margaret Cleaver’ y colocar las suyas en las que podía verse su nombre con claridad:

    [align=center][SIZE=5][font=Bookman Old Style][b]Mercy Sheppard[/b][/SIZE][/font]

    [i]Unos minutos más tarde…[/i]

    mercy1

    – [b][i]Hola a todos.[/b][/i] – McLeod se acercó al micro y habló. – [b][i]Mi nombre es Christopher McLeod, profesor de esta universidad, aunque la mayoría me conoceréis como el bibliotecario.[/b][/i] – bromeó haciendo que algunos se riesen y que una alumna gritase ‘guapo’ sin venir a cuento. – [b][i]Todos sabéis que hemos pasado tiempos difíciles, hemos perdido mucho, pero es hora de que empecemos a recuperar. Es hora de iniciar un cambio.[/b][/i] – pausa. – [b][i]Por eso, me complace presentaros a la nueva Rectora de la Universidad de Moondale. [/b][/i]

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  • ALEJANDOSE

    [b][ January Allard | Casa de los Allard ][/b][/align]

    januaryallard

    Salí de la bañera con cuidado de no resbalarme. La alfombrilla del baño del segundo piso (en el que yo estaba) había desaparecido misteriosamente la noche de fin de año, como me había dicho mi padre, y por supuesto nadie adivinaba que Claude y su [i]intoxicación estomacal[/i] (como él había descrito a los efectos secundarios del consumo de botella y media de vodka) tenían algo que ver. Di un paso al frente, intentando que el agua y el jabón no me hicieran resbalar y lancé una mirada furtiva a la puerta, antes de recordar que ya no había casi una veintena de Allards invadiendo la casa y, por tanto, ya no necesitaba encerrarme en el baño.

    Suspiré, aliviada. No era que no me alegrara el incesante parloteo de tía Enna, los juegos con Padma, Theo, Will y los demás renacuajos o incluso reírnos disimuladamente de las eses de Claude, pero eso no quitaba que las fiestas hubieran sido realmente agotadoras. Siempre lo eran, pero normalente no tenía que añadirle al ajetreo, las comidas y los niños el tener que desaparecer tres días para convertirme en un bicho peludo y peligroso que, por supuesto, nadie de mi familia podía ver.

    Extendí una mano hacia el espejo, intentando aclarar la imagen hasta que pude distinguir con nitidez mis rasgos. Comprobé, satisfecha, que las ojeras habían remitido un tanto. Luego comprobé, no tan satisfecha, que las marcas de las noches de luna llena seguían ahí. Tenía unos cuantos arañazos repartidos por el cuerpo, además de un par de moratones. No tenía muy claro cuándo me los había hecho, probablemente mientras me transformaba, cuando dejaba de ser yo pero aún no era el lobo y el dolor era demasiado horrible como para no intentar arrancarse la piel a tiras. Seguí con la mirada la línea del arañazo que tenía en el cuello, ya casi curado, y luego bajé al del brazo izquierdo, que no tenía tan buena pinta. Aún tendría que cuidarmelo unos días más. La voz de mi padre desde el otro lado de la puerta me arrancó de mis pensamientos:

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  • SOPLANDO LA OREJA A ED MIENTRAS VOY AL MANICOMIO

    [align=center][b][SIZE=6]Cecil Anwalt | Manicomio Abandonado de Moondale, se aceptan visitas. [color=blue](Con Daniel y Ed)[/SIZE][/b]

    cecilanwalt

    [SIZE=4]Hacía un frío de cojones y eso conseguía que me sintiese como si fuese un esquimal. Un macabro esquimal metiéndose en la boca del lobo.
    Quedaba poco para que terminase el año, por lo que claro, era bastante lógico. Pero igualmente, MADRE DEL AMOR HERMOSO BENDITO. Si esto era el infierno, acabaría por congelarse, los demonios y todos sus hermanitos, tanto grandes como pequeños, se meterían en sus madrigueras y no saldrían hasta la próxima primavera. O mejor aún, nunca.

    No habíamos tardado mucho en llegar a nuestra [i]nueva casa[/i]. Eso o es que me había entretenido bastante soplando en el oído de Ed mientras íbamos en el coche. Al llegar, tenía que admitir que me había decepcionado enormemente. La inmobiliaria nos había tomado el pelo con las hermosas vistas y la amplitud de historia que podríamos conocer por aquella zona de Moondale. Amplio era, desde luego, lo suficiente para montar un loquero de lo más acogedor.

    Y bueno, ¿qué por qué estábamos tres apuestos e increíbles tíos en un lugar como ese?

    Por amistad, claro. ¿Por qué iba a ser si no?

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