Moondale

Autor: Elle Echolls

  • UNA VORÁGINE DE PROGRAMAS DE TV

    Elle – Valantis

    Tarde

    Si algo había aprendido de mi familia, es que siempre hay que disfrutar de cada momento. Por eso, a mí la búsqueda esta del cerdo de marras más que un castigo me parecía un regalo. ¿Cuántas veces tendríamos la oportunidad de viajar a un conjunto de realidades que eran la versión condensada de la historia de la humanidad? Que sí, que nos podíamos morir en cualquier momento, pero a lo mejor a ti te atropella un día un coche volviendo del InfiniMarket después de haber comprado un paquete de rollos de papel higiénico. Cosas más raras se han visto, yo qué sé.

    Idris y yo nos cambiamos de ropa para adentrarnos en aquel estudio televisivo que parecía sacado del imaginario colectivo. Ya sabéis: dos columnas de hormigón, un letrero enorme, naves industriales y más gente que en la cola de Endless.

    Cuando salimos al exterior de la tienda, estudié nuestras pintas. Nos habíamos decantado por unos atuendos de lo más random: camiseta del estudio ‘Producciones Valantis’ y pantalones vaqueros. A Idris casi le da un síncope al descubrir que sus zapatillas no eran de marca. ¿Para cuándo una charla sobre la obsesión de mi Idris con las deportivas?

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  • NO SE PUEDE ESTAR A TODO

    Ellie – Brand-New San Francisco, Valantis

    Tarde

    ***EL SIGUIENTE PROGRAMA CONTIENE EMPLAZAMIENTO DE PRODUCTO***

    +12. Connotaciones sexuales, racismo, ideología de los 90.

    Aquel día solo necesité un par de intentos para encender la cocina de gas y colocar en el fuego la olla en la que iba a cocinar unas lentejas. Cuánto glamour desprendíamos. Solo me faltaba cardarme el pelo un poco más y remover mientras me fumaba un pitillo y ya sería una Peggy Bundy cualquiera.

    Giré la vista a mi alrededor y posé los ojos en el calendario. Dieciséis de octubre de 1995. Llevábamos aquí tres meses y aún me costaba acostumbrarme al olor a aquel combustible fósil que en el futuro ya había desaparecido, pero claro, en 1995 había pocas más opciones.

    Eché un poco de aceite y empecé a pochar una cebolla. De la radio salía una canción que me sonaba. La escaneé con mi InfiniBand que funcionaba con lo que había almacenado en su memoria y luz solar y resultó ser ‘Let Me Entertain You’, de Robbie Williams. No era el primer anacronismo con el que me encontraba, puesto que la canción era de 1997, pero eso explícaselo al Antailtaire.

    Suspiré. En cualquier momento aparecería Idris y dejaría de sentirme como un hámster enjaulado. En los 90 no estaba mal visto que las mujeres trabajasen, pero yo solo había encontrado algo a tiempo parcial como niñera de mis vecinas. Además, me costaba relacionarme con gente que veía bien la esclavitud de sobrenaturales, aunque tenía que ser cordial si no quería llamar la atención.

    Dejé la cebolla pochándose y las primeras notas de ‘When you’re gone’ de Bryan Adams empezaron a inundar el piso. 1998. Antaltaire no daba una o quizás solo quería sacarme de quicio. Madre mía, estaba empezando a volverme paranoica o tal vez, eso era lo que él quería…

    Sin darme cuenta, empecé a bailar. Me fijé en lo ridículo de mi ropa: pantalones vaqueros anchos, cinturón enorme, unas Air Jordan en blanco y una camiseta que decía FANTA metida por dentro. ¿En qué momento me había convertido en un extra de «Salvados por la Campana»?

    Baby when you’re gone
    I realize I’m in love
    Days go on and on
    And the nights just seem so long

    El pequeño apartamento que habíamos conseguido gracias a la nómina de Idris me recordaba al de Monica en Friends: la cocina y el comedor formaban una única estancia atascada de muebles con alfombras y sofás por doquier, así como una televisión de las de culo grande que te valían de repisa. Después, teníamos un baño con bañera (un lujo que en esta época no se consideraba un despilfarro de agua) y un dormitorio con una cama de matrimonio en la que, obviamente, dormíamos juntos. Sí, sí, ya sé lo que vais a decir.

    Una vez terminó la canción, me fui a continuar con las lentejas y en ello estuve hasta que la puerta se abrió y apareció él con una camiseta, unos vaqueros y, claro está, otras Air Jordan.- [Idris]Cariño ya estoy en casa[/Idris].- con su InfiniBand hizo que sonaran unas risas enlatadas.

    – [Elle]¿Qué tal la mañana?[/Elle]- pregunté dándole u abrazo.- [Elle]¿Tú es que no tienes frío?[/Elle]

    – [Idris]Sin parar de hablar. La gente tiene Cheers y el bar de friends muy presente[/Idris].- se encogió de hombros.

    – [Elle]A mí esta tarde me traen a los gemelos[/Elle].- comenté tendiéndole el mantel de cuadros para que pusiera la mesa.

    – [Idris]¿La cigüeña?[/Idris]- alzó una ceja.

    – [Elle]Ya te gustaría[/Elle].- coloqué las cucharas encima de las servilletas que él había puesto.

    – [Idris]Tengo madera de padre. Me lo dicen mucho, feminismo caduco y eso[/Idris].

    – [Elle]¿Sigues encontrándote con racistas?[/Elle]- me senté y él colocó la ensalada en el centro, para acto seguido, servir las lentejas.

    – [Idris]Mmm…espesitas. Estás hecha una crack de la cocina[/Idris].- me colocó el plato delante.- [Idris]En esta época todavía no lo son[/Idris].- en cuanto tuvo su plato, se sentó.

    – [Elle]Se te ha olvidado el pan[/Elle].- hice un gesto con la mano para restarle importancia.- [Elle]Ah, es verdad. El racismo empezó en 2008, como la crisis del capitalismo[/Elle].

    – [Idris]Estamos en pleno boom de series poc pero llenar de cliché, o de acosadores[/Idris].- eché un poco de agua en cada vaso y cogimos las cucharas para comer.

    No dijimos nada en un rato. El silencio solo lo rompía la vieja radio en la que sonaba ‘Bitch’, de Meredith Brooks, 1997.- [Elle]¿Crees que volveremos?[/Elle]

    Él se metió una cucharada casi sin haber tragado la anterior y, cuando pudo, habló.- [Idris]Sigo intentando conseguir información, lo que sea, chismes de un loco que haya cruzado a otro mundo[/Idris]. – parecía sentirse culpable y no lo era. – [Elle]Nada. La gente solo habla de la liberación de los sombras[/Elle].

    – [Elle]Esta mañana han vuelto a venir para venderme a un vampiro de compañía[/Elle].- reprimí un escalofrío.- [Elle]Están buenas, pero yo creo que les falta un poco de sal. A lo mejor debería comprar Avecrem. En esta época aún no se sabe lo malo que es[/Elle].

    – [Idris]También nos miran cuando vamos por la calle[/Idris].- me recordó.- [Idris]Y déjate de Avecrem que el glutamato me da dolor de cabeza[/Idris].

    – [Elle]Ya te gustaría que fuera tu sombra[/Elle].- riéndome, pinché un poco de tomate de la ensalada.

    – [Idris]Si incluye favores sexuales por mí bien[/Idris].

    – [Elle]No me quedará otra que envenenarte con Avecrem[/Elle].- fingí una risa malvada.

    ***

    Quedaba poco más de media hora para que llegaran los gemelos e Idris había estado en el sofá trasteando con su brújula en vano.- [Elle]Nada, ¿verdad?[/Elle]- pregunté abrazándole desde atrás.

    Él negó con la cabeza. – [Idris]Lo siento, vida[/Idris].

    – [Elle]Eh, ni se te ocurra culparte[/Elle].- le di un beso rápido en el cuello.- [Elle]Lo peor que puede pasar es que nos quedemos aquí los dos para siempre[/Elle].- susurré.

    – [Idris]Uh, qué pesadilla[/Idris].- tiró de mí hasta que caí en el sofá.

    – [Elle]Deja de hacerte el forzudo que te recuerdo que puedo cogerte en volandas[/Elle].- le recordé riéndome y me acomodé tumbada con la cabeza en su regazo.

    – [Idris]Seguimos teniendo estos souvenir[/Idris].- sacó la esfera. – [Idris]Entre nosotros funciona, así que tiene que ser porque los portales están cerrados[/Idris].

    – [Elle]Confío en que se abran y si no, viviremos aquí hasta que la muerte nos separe[/Elle].- fingí que me daba igual. Me encantaba vivir con Idris, pero echaba de menos a mi familia y a Jane.

    – [Idris]¿Voy a ser un Echolls?[/Idris]- abrió mucho los ojos.

    – [Elle]Ya veremos[/Elle].

    – [Idris]Yuju, solo ha hecho falta viajar en el espacio tiempo y quedar anclados en los noventa para estar comprometidos[/Idris].- me besó en los labios.- [Idris]Mmm…lentejas[/Idris].- bromeó.

    – [Elle]¡Oye, que yo me lavo los dientes con Binaca![/Elle]- me defendí.- [Elle]Además, ¿quién está hablando de casarse? ¿Ya estás con las ideas raras de los noventa?[/Elle].

    – [Idris]Es la segunda temporada, o avanzamos o la audiencia nos deja de mejores amigos[/Idris].- me hizo cosquillas y manoteé para que parara, pero flojito que no quería ir al hospital.

    – [Elle]»Siempre he querido tener un mejor amigo negro»[/Elle].- imité una voz conocida.

    – [Idris]Y desde ese día me hago el sordo en el súper[/Idris].- confirmó.

    En ese momento, sonó el timbre e Idris se preparó para ir a trabajar mientras yo iba a abrir la puerta.

    Si hubiéramos estado atentos, habríamos visto un punto iluminado en la brújula.

    Pero no se puede estar a todo.

  • EL PRIMER PASO PARA SER UNA BUENA LÍDER

    Ellie – Kvasir

    Tarde

    Mi cabeza era un hervidero de pensamientos y no todos eran alegres. La muerte de mi abuela y la inevitable necesidad de que alguien nos guiase me empujaban en direcciones opuestas. La primera de ellas, me pedía tiempo para llorar a alguien fundamental en mi vida y la otra, me decía que llorar estaba muy bien cuando no tenías el destino de la humanidad en tus manos.

    Después de la excursión, Idris y yo volvimos a la nave para comer con el resto. Ese día, el menú de Jane consistía en macarrones, ensalada y fruta de postre. No sé si alguna vez os habíais imaginado al grupo que salvaba al mundo comiendo macarrones, pero ahí estábamos. Jane tenía tal dominio de la cocina de la Nave que incluso picaba chorizo y lo dejaba aparte para que las personas que no fueran veganas y/o les apeteciera, pudieran añadirlo a su plato.

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  • LA CAMISETA DEL MEJOR HERMANO DEL MUNDO

    Ellie – Kvasir

    Mañana

    Lo más difícil de lidiar con la pena, es que no siempre eres capaz de llorar para sentirte mejor. Cuando mi familia nos reunió a mi hermano y a mí para comunicarnos la noticia de que que mi abuela había muerto, noté como si me hubieran arrebatado algo importante. Quise gritar, llorar o expresarlo de alguna forma, pero me quedé bloqueada.

    Observé a Xander, que lloraba a lágrima viva y supe que su reacción era la más sana y natural. Los días pasaban y mis primas y mi hermano iban lidiando con ello cada une como podían y yo continuaba en un estado de apatía constante, con un nudo en la garganta que me impedía actuar con normalidad.

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  • LAS BUENAS SIEMPRE GANAN

    Ellie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Lo último que recordaba antes de quedarme inconsciente es que Owen y yo estábamos bromeando. Después, todo se volvió negro y en una suerte de Katniss en Sinsajo, aparecí en un sitio diferente: una habitación mugrienta y de mobiliario escaso (una cama, una palangana y una puerta). Por no tener, no tenía ni las ventanas ni los grilletes de marras a los que el resto del grupo haría referencia en charlas posteriores.

    No tuve tiempo de agobiarme, ni tan siquiera de procesar dónde estaba, porque una mujer de unos treinta y pocos años, guapa y ataviada con ropa de una época que tal vez fuera la romana o quizás la griega, entró en el habitáculo.- [Caitriona]Hola, Elle. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona].- dicho esto, cerró tras de sí y materializó una silla. Más tarde descubriría que el proceso se repetía ad infinitum con las demás personas que integrábamos les New Moondies y que no era necesario contar esto, pero bueno, ya que estamos lo hago.

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  • POCO A POCO, PASITO A PASITO

    Ellie – Laberinto

    ¿Tarde?

    Si tuviera que explicar de alguna forma cómo me sentí, tendría que utilizar el símil de una siesta que se te va de las manos. Nunca me habían gustado las siestas, en parte porque mi herencia Arkkan provocaba que me sentaran mal. Pero tampoco le veía el sentido a dormir en mitad del día, salvo que estuviera enferma, cosa que nunca pasaba.

    Me desperté hecha un ovillo en el suelo y me incorporé con rapidez, quitándome la gravilla de la ropa, que dicho sea de paso no eran más que unos vaqueros y una blusa de florecitas. Vi que no estaba sola, pero Owen tardó un poco más en despertar y esperé sentada en el suelo.

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  • NUESTRO JUEGO

    Ellie – Nave

    Mañana

    Todavía me estaba incorporando cuando escuché que alguien tocaba a la puerta. Jane hacía rato que se había levantado. Me había dicho que quería hablar con su hermano y eso me inquietaba, pero quién era yo para meterme en su relación. Mi mejor amiga ahora era telétapa y eso significaba que habíamos dejado de tener secretos para ella. El problema, es que Jane estaba convencida de que poseía el don de la razón absoluta y eso la había llevado a equivocarse muchas veces en su vida, pero seguía sin aprender.

    – [Idris]Que alegría verte menos…lacónica.[/Idris] – comentó Idris con una enorme sonrisa después de que le dijera que pasase.

    Aún llevaba el pijama de unicornio y él ya se había vestido, pero eso no me impidió acercarme a darle un abrazo.- [Elle]Ha sido duro, pero Ezra es un buen tío[/Elle].- me detuve a olerle un poco el cuello. Fue algo instintivo. Idris olía muy bien.

    – [Idris]No todo lo duro es malo.[/Idris] – sonrió bajando la mano por mi espalda.

    – [Elle]¿Qué tal en el cuerpo de Elliot?[/Elle]- pregunté cuando nos separamos.

    – [Idris]Yo no sé cómo el chaval se mantiene entero, supongo que porque nació así, pero eso de no sentir nada…[/Idris]

    – [Elle]Ven, vamos a sentarnos[/Elle].- tiré de su mano y le hice un sitio a mi lado.- [Elle]Sobre lo de Elliot, me imagino que es por lo que dices. Digamos que sería como una persona que nace con discapacidad visual[/Elle].

    – [Idris]Acojona.[/Idris] – sentenció y le di la razón.

    – [Elle]Tengo la impresión de que hace meses que no hablamos[/Elle].

    – [Idris]Los Daesdi han debido cansarse de jugar a los Sims Moondies. Seguro que están con el Animal Crossing. Jodido Tom Nook, maldito mapache capitalista.[/Idris] – alzó el puño y me eché a reír.

    – [Elle]Ahora en serio, ¿cuánto crees que va a durar esto? Tengo miedo de volver un día a la Tierra y que hayan pasado cien años[/Elle].

    – [Idris]Bueno ya vamos por la mitad o más de mundos, son catorce como el zodiaco ¿no?[/Idris] – empezó a decir. – [Idris]Ya hemos estado en…Japón malrollero, guerra y paz, Roma no se hizo en una hora, Egipto, el oeste, la revolución olorosa, medio siglo veinte, la Edad Media, un libro de escoceses calentorros, un mundo de elfos jodidos, vikingos pasados por agua y la prehistoria. Doce, así que quedan…¿dos? [/Idris] – su sonrisa se ensanchó. – [Idris]En nada estaremos en casa y además, por lo que ha dicho tu tío MacLeod, el tiempo pasa mas rápido aquí que allí, quizá volvamos a la misma vida pero más arrugados.[/Idris]

    – [Elle]A ver si, al menos, conseguimos ser un equipo como lo eran los Moondies[/Elle].- lo dije sin convicción. No terminábamos de encajar. Éramos un grupo enorme y parecía como si tuviéramos las pilas medio gastadas. Supongo que estar encerrados en una nave en mitad del espacio no ayudaba a tener el mejor de los humores.

    – [Idris]Podemos pedirle a Ruby que haga un Easy. A los Moondies les fue bien, mira cuantos retoños hay aquí y qué bien va la Escuela de tu madre con la generación Easy.[/Idris]- bromeó.

    – [Elle]Deja la natalidad como está[/Elle].- moví las manos.

    – [Idris]También hay gomitas, muchas gomitas. Infinitas.[/Idris] – mi menté no tardó ni un segundo en imaginarnos en la cama, en la ducha, en una tumbona, en el cuarto de máquinas…

    Le di un golpecito en el hombro para que cambiara de tema.- [Elle]¿Quieres dejar de pensar en eso?[/Elle]

    – [Idris]Vaale.[/Idris] – agradecí que no fuera telépata y cambió de tema.- [Idris]¿Te dio miedo el licántropo?[/Idris]

    – [Elle]Me daba miedo hacerle daño a alguien[/Elle].- recordé cómo me había sentido y reprimí un escalofrío.

    – [Idris]Pero pudiste encerrarte. Controlas más de lo que piensas.[/Idris]

    – [Elle]Por suerte, ahora está en manos de Ezra, que sabe lo que hace[/Elle].- suspiré aliviada.- [Elle]Se ha tirado veinte años encerrado en una cápsula. Eso es un confinamiento y no el del Covid19[/Elle].

    – [Idris]En parte tengo ganas de salir otra vez, me da mal rollo sentarme a esperar después del enjambre de muertos y el «cariño he cambiado de cuerpo a los niños».[/Idris]

    – [Elle]Al menos, vamos a tener un montón de anécdotas[/Elle].- le resté importancia, aunque a mí tampoco me hacía ninguna gracia sentirme una marioneta del destino.

    – [Idris]A los Moondies les dieron regalos, espero que uno de los míos sea la Kvasir. ¿Te la imaginas de chiringuito en la playa medio enterrada?[/Idris]

    Nos imaginé en Merelia con un chiringuito que solo funcionase durante los meses de verano, en el que venderíamos las bandejas de pescado al doble de lo costaban (triple si eran guiris) y durante el invierno, nos dedicaríamos a estar con nuestros hijos.

    – [Elle]Tiene pinta de que esta nave ha estado aquí antes y estará aquí después[/Elle].- la Kvasir parecía perdida en en el tiempo y en el espacio, como nosotros.

    Él me miró a los ojos.- [Idris]Siempre me quedará Coquito.[/Idris]

    Me acerqué y le di un beso rápido en los labios.- [Elle]Voy a cambiarme, que me muero de hambre[/Elle].- comprobé que la puerta estuviera bien cerrada y le pedí a Idris que cerrara los ojos mientras me cambiaba.

    Los dos sabíamos que no iba a hacerlo, pero ese era nuestro juego.

  • ELLE Y LA BESTIA

    Ellie – Nave

    Mañana

    No conocía a Ezra lo bastante como para estar cómoda en su cuerpo. Me sentía como cuando duermes en la cama de otra persona y echas de menos lo conocido: la dureza exacta de tu colchón, las bolitas de tus sábanas, el olor al jabón que se usa en tu casa. Es una cama, sí. Pero no es tu cama.

    Decidimos ir hasta la zona del almacén cuando pasó el caos inicial y aprovechamos para estrechar lazos. Se podría decir que era «recuperar el tiempo perdido», pero a mí me gustaba decirle «recuperar al primo perdido». Al principio, fue fácil. Henry había conseguido que pudiéramos escuchar la música de la cápsula del tiempo de la biblioteca a través de los altavoces de la nave y estuvimos comparando gustos. Como el suyo estaba oxidado de tanto sufrimiento, decidimos que yo sería la que nos guiase.

    Empezaron a sonar las primera notas de Heroes, de David Bowie y Ezra hizo una cosa que después descubriría que era muy suya: mover los dedos mientras la escuchaba y tararear los finales de cada estrofa.

    Nos fue bien hasta que noté me inquieta. Había alguien conmigo. Amy hablaba de esa parte como «el lobo», pero era bastante más amenazador de lo que ella contaba. Empezó siendo un susurro, un aullido lejano. Era un quejido lastimero. Parecía malherido o quizás, perdido, pero conforme avanzó el tiempo, se fue enfadando de manera progresiva y noté cómo iba arañando las paredes de mi mente para abrirse paso.

    – [Elle]El licántropo no me reconoce como parte de sí mismo y empieza a luchar por tomar el control[/Elle].- le expliqué preocupada a mi propia cara. Eché un vistazo a aquel almacén en el que había cajas con cierre metálico que no tocaría ni por volver a estar con mi familia y al fondo, una zona con una especie de cárcel. No tardé en visualizarme dentro de ella.

    -[Ezra]Es el efecto de esta luna. Trata de bloquearlo pensando en otra cosa[/Ezra].- lo intenté y no sirvió de nada. El licántropo ganó espacio y ya no solo atacaba mi mente, sino también mi cuerpo.

    – [Elle]No creo que pueda hacerlo sola[/Elle].- noté cómo mis dientes luchaban por crecer.- [Elle]Antes, el licántropo parecía confuso, pero ahora…[/Elle]- me llevé la mano a la boca intentando mitigar el dolor.

    – [Ezra]Tengo una idea. Bueno, más bien es una idea tuya[/Ezra].- activó mi poder y noté cómo si una linterna me apuntara en dirección a los ojos.

    – [Elle]Esa es luz normal…[/Elle]- intentaba no sonar más decepcionada de la cuenta, pero si creía que podía convocar luz solar de la nada, después de pasar tres horas en mi cuerpo…

    – [Ezra]Lo siento. No sé como funciona tu poder[/Ezra].- ya no solo me dolían los dientes, sino que la piel parecía estar cubriéndose de pelo. Y sorpresa, también era molesto.

    Ezra continuó manipulando la luz ambiental como si con eso consiguiera algo. Me estaba asustando el hecho de acabar convertida en un lobo.- [Elle]Duele mucho[/Elle].- me quejé.

    – [Ezra]¡Basta, retrocede![/Ezra]- amenazó mi primo cegándome con la luz.

    Escuché cada hueso de mi cuerpo partirse y chillé de dolor. Mi madre decía que había pocas cosas en el mundo que doliesen más que dar a luz. Bueno, pues ya teníamos una.

    – [Ezra]Ellie, te conozco: eres fuerte. Lucha contra él[/Ezra].- me dolía tanto que no podía evitar llorar.

    – [Elle]¡No soy tan fuerte![/Elle]- dije fuera de mí.

    – [Ezra]Sí lo eres, solo tienes que confiar más en ti misma[/Ezra].

    – [Elle]Estoy en tu cuerpo. No sé cómo voy a confiar en mí misma si no soy yo[/Elle].-  le expliqué viendo cómo la voz de Ezra cada vez sonaba más gutural, menos humana.

    – [Ezra]Aunque estés en mi cuerpo sigues siendo tú. Sigues teniendo todo que te hace la buena persona que eres[/Ezra].- medió.

    El dolor era tan brutal que me dejé ir. Dejé de luchar contra el licántropo y durante un segundo, creí morir, porque no sentía nada. Cuando recuperé la consciencia, ya no estaba yo al mando del cuerpo de mi primo, sino el licántropo.

    – [Ezra]Ell… mierda…[/Ezra]- escuché desde la prisión de la cabeza de Ezra. No podía hacer nada, solo observar la escena.

    El licántropo aulló imponente y comenzó a dar zarpazos a mi cuerpo. Yo, desde aquella burbuja, no podía hacer nada. Tenía tanto miedo de todo lo que podía pasar, que solo me apetecía llorar.

    – [Ezra]Calma, soy yo. Mírame[/Ezra].- vi cómo mis ojos se cruzaban con los de este ser, que no tardó más de un segundo en dar zarpazos. Por suerte, seguía teniendo la genética de mi familia y me libré de las garras.

    No sé cuánto tiempo pasé encerrada viendo cómo Ezra convocaba la luz sin éxito, hasta que encerró a aquella bestia en la jaula del fondo y pude llorar en paz.

    We’re nothing, and nothing will help us
    Maybe we’re lying
    Then you better not stay
    But we could be safer, just for one day

    Heroes, David Bowie.

  • NO TODO VA A SER MALO EN LOS 50

    Ellie Coco – Valantis (50’s)

    Mañana

    Estaba anocheciendo cuando atravesamos el portal, por eso supongo que no esperábamos encontrarnos con un sol cegador que nos impidió ver el coche que pasó a toda velocidad por nuestro lado. No tenía ni idea de la marca ni del modelo. Solo os podría decir que era rojo y antiguo. En mi cabeza se dibujó la imagen de Dante riéndose de mí. Ni que decir tiene que le hice una peineta.

    Decidimos cruzar la calle, que bien podría haber sido cualquiera en los años 50 de Estados Unidos. Todo estaba limpio y cuidado, era casi irreal, pero había algo que me daba mala sensación. Frente a nosotros, al otro lado, había un diner. En él se agolpaba un montón de gente que parecía parte del elenco de Grease. Jane y yo nos miramos sonriendo. En el instituto, en pleno apogeo de su pelea con mi hermano, habíamos pasado mucho tiempo juntas y, como no éramos muy populares, vimos montones de series y películas. Grease tenía encanto, pese a contar una historia que, vista desde la perspectiva que te daba el feminismo, era un poco cuestionable: cambia tu personalidad y tu aspecto para encajar en la masa y que el chico que te gusta se fije en ti. Una pena que no tuviera la opción de «Elige tu propio final» y Sandy y Rizzo se morrearan en plena feria de fin de curso.

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