La patada que le propino Dom a ese tipo había ocasionado un silencio por parte de todos, en concreto los atacantes que por unos instantes no parecían comprender lo sucedido o que hacer al mirarse entre ellos extrañados.
Una vez más me lance a la carretera, pero al menos esta vez tenía un cometido más que una especie de búsqueda espiritual. Tras mi periplo por Alaska decidí volver a la civilización acompañando a al gente que acababa de rescatar de una secta de caníbales como ellos los llamaban. Todos decidieron asentarse en la misma zona, es curioso como de algo tan traumático había salido algo bueno, o tal vez era el miedo que tenían al separarse de un grupo y optaron por permanecer juntos.
El ascensor termino de subir y de el bajaron cuatro vampiros que se encaminaron hacia la dirección donde había estado hasta hace un momento el camión, así que debía actuar rápido. Me gire hacia mi acompañante, la cual me lanzo una mirada como si me hubiese leído el pensamiento. Iba a decirle que espera aquí, pero quizás era mejor que viniese conmigo, estaba tiritando de frío y podía congelarse esperando.
Necesitaba descansar si quería salir de allí con vida, pero fui incapaz de pegar ojo, solo conseguí sumirme en las preocupaciones de mis pensamientos y el terror que provocaba aquella ciudad. Intenté buscar algo de comida en aquella cafetería para racionar la que ya tenía, pero no había nada más allá de sangre. Lo que me dejo bastante claro que esos vampiros llevaban bastante tiempo aquí.
Los sucesos ocurridos en aquellas pruebas y sobre todo en la sala del final seguían pasando me factura. Había decido dejar Moondale tras aquello y tal vez a la única familia que me quedaba en el mundo en el proceso. No me hubiese sentido bien viendo día tras día a las hermanas de aquella joven que decidió sacrificarse por el resto, Dominic podía aguantarlo, eran sus amiga al fin y al cabo, yo solo era un desconocido que había participado en el asesinato de aquella joven.
Avanzamos en silencio, Illya no hablaba pero le estaba dando vueltas a algo que dijo antes, su colgante estaba completo tras dos pruebas, por lo que el mió también se encontraba completo, no había necesidad de separarnos, ahora deberíamos ir a parar con el resto del grupo.
Pero estaba equivocado, las antorchas se apagaron y volví a quedarme solo, quedaba algo más por hacer. Avance durante unos minutos hasta dar a parar con un pasillo estrecho, el suelo estaba adornado con intrincados dibujos en espiral que parecían moverse, ilusión óptica probablemente. Al final del pasillo alguien me esperaba, parece que finamente si que ahí otra prueba.
Las antorchas se apagaron nuevamente, y Vincent desapareció. No charlamos mucho más tras la prueba, en parte no sabía muy bien que preguntarle, ya fuera sobre él, o cualquier otra cosa, me abrumaba lo sincero que podría llegar a ser.
Llegue hasta la zona de la nueva puerta, y frente a ella ya había una joven esperando, de tez pálida y un ojo de cada color que resaltaban a su tono de piel. Había escuchado historias de vampiros, en realidad solo dos, que eran capaces de controlar su sed, pero esos tenían alma, en el caso de ella resultaba aun más sorprendente su capacidad de autocontrol, es como si su vida anterior hubiese tenido tanto impacto en ella, que en esta seguía viviendo igual, o al menos lo intentaba.
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Tal y como ocurrió con Dominic, el campeón en las sombras se desvaneció sin dejar rastro y me vi obligado a continuar en solitario hasta encontrar un nuevo compañero.
Según me contaron los demás, este campeón estaba oculto para que aquel tal Doctor no descubriera su identidad, lo que viene siendo un arma secreta. Me sentí ha gusto charlando con él, quizás por no ver su rostro.
Fuese quien fuese mi nuevo compañero sería incomodo, no conocía mucho de ellos más allá de sus nombres, ni siquiera sabía mucho de Dominic, a pesar de que nos habíamos puesto al día. Que él fuera consciente de mi existencia facilito bastante las cosas.
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El cambio de localización fue tan chocante como el hecho de que Dominic supiera quien era realmente. Había ido con pies de plomo y planeado distintas formas de decírselo, no todos los días se te acerca un desconocido por la calle y te suelta un “Ey, hola, somos primos, ¿Qué es de tu vida?”.
Las alcantarillas dieron paso a una habitación de residencia, y parecía una proyección de mi propia mente, ya que me vi a mi mismo acabando con la vida de aquel vampiro con ropas de mayordomo harapientas. Aunque no todo pasó como debería.