Moondale

Autor: Kaylee Echolls

  • VOLVER A ACOSTUMBRARME

    [align=center][SIZE=5][b]Kaylee Echolls | Multicines de Moondale [/b]

    [color=#81BEF7][b]Noche[/SIZE][/color][/b]

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    La búsqueda de trabajo había resultado infructuosa. Al parecer, con la excusa de la crisis mundial que estábamos viviendo, un máster en relaciones internacionales era poco más que un papel con el que las empresas podían limpiarse después de comer, por lo que tuve que agachar las orejas y volver a casa de mi madre. Pero para alguien que había pasado tantos años viviendo sola, en la otra punta del mundo, era un paso difícil. Mi habitación, que durante meses había sido ocupada por aquel adolescente repelente que se hacía llamar a sí mismo “Echolls”, volvía a ser mía, pero no la sentía como tal. Echaba de menos Barcelona, esa ciudad tan cosmopolita, repleta de elementos de la arquitectura del genio de Gaudí, en la que fueras de donde fueras, te sentías como en casa. Necesitaba asomarme a la ventana un día entre semana a las doce de la noche y escuchar a la gente, que todavía no se había ido a dormir, porque en España, lo normal, era acostarse a la una de la mañana, como muy pronto. Echaba de menos el idioma, al que casi me había habituado, el mar, el sol, la comida, la siesta y la fiesta, aunque yo no tenía tiempo para ninguna de las dos últimas cosas. Y aunque Moondale era mi hogar, tenía que volver a acostumbrarme a sus rutinas.

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  • UNA ECHOLLS SIEMPRE CUMPLE SUS PROMESAS.

    [SIZE=2][align=center][b]Kaylee Echolls | Escocia[/b]

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    Kaylee Echolls se despertó más temprano de lo habitual y después de vestirse, se asomó a la ventana de la habitación de Rebecca para que el viento frío le diese en la cara. Era el último día de su visita, en pocas horas tendría que coger el avión que la llevase de vuelta al aeropuerto de El Prat, en Barcelona, en el que María y Jordi, compañeros de la FNAC, la estarían esperando para llevarla a casa.

    Una parte de ella, probablemente la que más pesaba en ese momento, quería quedarse allí, disfrutar de aquel ambiente familiar y dejar de lado el sueño de convertirse en una pieza más del engranaje de la ONU. Quizás cambiar el mundo era un sueño demasiado grande para una chica del condado de Ripper, en Estados Unidos. ¿El condado de quéeee? Le preguntaban cuando intentaba explicar en su mejor español la ubicación de su pueblo, Moondale. Por suerte, omitía el hecho de que era una bruja, igual que su madre, su hermana mayor, su abuela y así hasta la primera Echolls que debía ser Elphaba Thropp, como mínimo. Una bruja que además, tenía una hermana Cazadora, un cuñado Aesir y otro Vigilante. Una bruja que permanecía ajena al mundo sobrenatural y que jamás había pronunciado un hechizo, pero que en ese preciso instante deseaba quedarse allí.

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