Moondale

Autor: Noah Arkkan

  • UN RECUERDO PERDIDO EN LOS RECUERDOS

    NOAH ARKKAN

    HOSPITAL

    Abrí los ojos, sobresaltado. Donde esperaba encontrar la minimalista y cómoda más allá de lo imaginable cama de la nave, descubrí un colchón duro, caliente, que contribuía a un dolor de espalda del que cada vez era más consciente.

    La tirantez de los cables en mi frente y pecho me hicieron percatarme de su presencia. Giré la cara, notando dolor en las cervicales, y vi un monitor controlando mi pulso.

    Miré a mi alrededor, todo parecía instrumental de la Tierra, aquello no era la Nave. ¿Pero cómo había vuelto? Traté de recordar, solo para conseguir que un dolor punzante se adentrase en mi sien. Al llevarme la mano solo conseguí notar un tirón agudo en la muñeca, como un corte. Tenía una vía.

    Esperé, por si alguien venía, busqué una forma de llamar a alguien, pero nada funcionaba. Me incorporé y busqué a los pies de la cama, tanteando hasta encontrar un fichero sobre mi condición.

    Noah Arkkan…coma provocado por memoria genética. ¿Cómo podían saberlo? La fecha de ingreso era…era poco tiempo después de regresar a la Nave con los demás. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía haber terminado allí?

    Tenía que ser un truco, obra de algún soldado renegado de Antailtire o de la oscuridad que se expandía a lo largo del Cúmulo. Quité los cables y con temor, la vía de mi mano. Al ponerme en pie noté que las piernas me fallaban, mi cuerpo estaba dolorido, adormecido.

    Con dolor me arrastré fuera de la sala, a un pasillo vacío en el que se escuchaban ecos lejanos de máquinas pitando. Sentía la cabeza embotada, como si en cualquier momento fuese a desplomarme en el suelo, inconsciente. Traté de resistir y seguí adelante.

    Unos metros más allá, sentada en unas sillas de una sala de espera estaba una mujer de cabello cano, liso, con un peinado muy cuidado y ropa impoluta. Pensé que podría ayudarme, así que me acerqué.

    – [Noah]S-señora…¿puede ayudarme?[/Noah] – pregunté. Un enfermero me alcanzó y me observó, preocupado.

    – [b]Eh, tranquilo. ¿Cómo te encuentras?[/b] – dijo, ayudándome a tomar asiento. – [b]¿Quieres un poco de agua?[/b] – añadió.

    La anciana dormitaba en la silla, a lo lejos no me había fijado, pero ahora podía ver como su respiración subía y bajaba en calma, sumida en un sueño ligero.

    – [Noah]Agua, sí.[/Noah] – pedí, llevándome una mano a la frente. Traté de sentarme bien en la silla cuando el enfermero se marchó, pero perdí fuerza en las piernas y me golpeé con fuerza contra ella. El estrépito hizo que la mujer abriera los ojos, sobresaltada.

    – [Lexie]¿Pero qué coj…?[/Lexie] – la anciana me miró, colocándose los audífonos en los oídos. Había algo en ella que me resultaba conocido, algo en sus ojos, en la forma de su rostro.- [Lexie]¿NOAH?[/Lexie] – preguntó la mujer. Su voz, aquella voz.

    Por un instante fue como si mi cuerpo dejase de funcionar mientras mi mente trataba de procesar lo que veía. – [Noah]¿Lexie?[/Noah] – no quería saber la respuesta, aunque en el fondo ya la sabía. – [Noah]¿Cómo es posible? ¿Qué ha pasado?[/Noah] – miré mis manos, tan jóvenes como las recordaba. Sin pensar, coloqué mi mano derecha sobre las suyas, más delgadas, cuidadas, pero marcadas por la edad.

    – [Lexie]La vida.[/Lexie]- respondió con una sonrisa triste. Aún en shock, vi que en su mano derecha tenía una alianza. ¿Cuánto tiempo había pasado en coma? Eso no podía estar pasando.

    Me eché hacia atrás, apartando la mirada. No quería afrontar la realidad. – [Noah]No lo entiendo. ¿Qué ha pasado?[/Noah] – me pasé una mano temblorosa por el pelo.

    Lexie suspiró. No, no podía llamarla Lexie, tenía que distanciarme de mis recuerdos. Pero no podía hacerlo, vi con claridad su rostro joven, tal y como lo recordaba antes de despertar. ¿Por qué no podía volver atrás? – [Lexie]Te quedaste…atrapado en tu memoria genética.[/Lexie]- atrapado en los recuerdos, durante…años. Mientras todo seguía adelante, mientras Lexie hacía su vida. Noté que le temblaba la voz. – [Lexie]Estabas intentando encontrar el camino a casa, arrancar la Nave y…[/Lexie] – cuanto más escuchaba, más empezaba a entender esa oscura realidad que tenía delante.

    – [Noah]Me he perdido…¿todo?[/Noah] – traté de controlar mi respiración, pero no era capaz. Lexie me miraba, apenada, contenida. No podía soportar verla así, pensar que nuestro futuro…no existiría nunca.

    – [Lexie]Han pasado cincuenta años.[/Lexie]- cincuenta años. La Lexie que conocía y amaba era ahora una anciana de más de setenta. Una mujer que ya había vivido toda una vida sin mí, mucho más que a mi lado.

    – [Noah]Cincuenta años…perdido en mis recuerdos.[/Noah] – no conseguí evitar que las lágrimas me resbalasen por el rostro. Y todo era culpa mía, había entregado mi velocidad y la había usado para absorber conocimientos uno tras otro, conocimientos para una vida. Y sin la velocidad, mi cerebro se perdió en esa infinidad de información absorbida gracias a una agilidad de la que ya carecía.

    – [Lexie]Pero ahora estás aquí.[/Lexie]- sonrió y puso su mano sobre la mía. En aquél gesto había cariño, no amor. Para ella era algo del pasado, y demostraba un aprecio…como el de una abuela.

    – [Noah]No queda nada de mi vida, tú…tú ya habrás vivido la tuya.[/Noah] – sollocé. Aquello me estaba destrozando, solo quería volver a caer en mis recuerdos y dejar de vivir la cruda realidad en la que había despertado.

    – [Lexie]Espero no morirme tan pronto como estás dando a entender.[/Lexie]- replicó ella, sonriendo.

    – [Noah]Me refiero a que…ya tienes tu familia y yo…no soy yo.[/Noah] – nunca me había hecho ilusiones claras de mi futuro con Lexie, siempre había temido que se cansara de mí, que no fuera suficiente para alguien tan…impresionante. Ni siquiera estaba seguro de que ella se viera con hijos, pero sí que lo había imaginado alguna vez. Y ahora, todo eso había desaparecido.

    – [Lexie]Te esperé.[/Lexie]- aclaró. Aquello hacía que doliese más. Cada detalle que me traía el recuerdo de que ella alguna vez me había amado.- [Lexie]Y he venido a verte todos los viernes desde aquel día, pero…[/Lexie] – ese terrible ‘pero’.

    – [Noah]La vida siguió.[/Noah] – tragué saliva, la información era como trozos de cristal atravesando mi garganta. – [Noah]¿Le conozco? ¿A él o ella?[/Noah] – no sabía qué me había llevado a preguntar aquello, no quería saberlo.

    – [Lexie]Tuve que seguir.[/Lexie]- explicó ella. Mostró una foto en su infiniBand, parecía más avanzada, pero no sabía decir cómo. Había dos niños. Se parecían a ella pero ese pelo oscuro….- [Lexie]Al final, me decidí a tenerlos y fue una buena decisión. Este es Noah. Se lo pusimos en tu honor. Le encantan los animales y tiene una cafetería a medias con su pareja, Víctor. Mi otro hijo se llama Devon. Sí, yo también odio su nombre. Devon es un viva la vida. A mí a veces tampoco me cae bien.[/Lexie]- ese era mi futuro con ella, dar nombre a uno de sus hijos. Ser un recuerdo. Un recuerdo perdido en los recuerdos..

    Asentí, no era capaz de hablar, ni me sentía con fuerzas para escuchar. – [Lexie]Sé que te estarás preguntando con quién me casé.[/Lexie]- parecía costarle. Mostró otra foto, muy del estilo que ella solía tener. Entonces me fijé primero en el pelo oscuro.

    – [Noah]No puede ser.[/Noah] – repliqué. Había terminado casándose con Owen.

    – [Lexie]Nos hicimos muy amigos cuando… cuando te perdiste.[/Lexie]- tragué saliva, ahora como arena que rasgaba las heridas abiertas por el cristal.- [Lexie]Me ayudó mucho.[/Lexie]

    Apoyé los codos en las rodillas y me doblé hacia delante. La vida había seguido, mi futuro con Lexie, esfumado, junto con la vida que habría tenido junto a todos los demás. Había perdido cincuenta años, me había perdido la vida de Leo, de mis padres, del resto de New Moondies. Todo. Me había perdido mi propia vida.

     – [Noah]No puede ser… [/Noah]- grité, destrozado. Los nervios recorrían todo mi cuerpo. No dejaba de ver cómo eran las cosas hacía unos minutos, lleno de esperanza. Aquél dolor recorrió mis venas haciéndolas arder. Se encendieron con tanta intensidad que para cuando noté la chispa, ya era tarde. Estaba rodeado de electricidad que emanaba de mí y se expandía rápidamente. – [Noah]Lexie vete…corre.[/Noah] – no podía controlarlo. No había podido controlar mi memoria genética y ahora no podía controlar este poder.

    La electricidad alcanzó a Lexie, que cayó al suelo. Sus ojos seguían abiertos cuando me agaché a su lado. Los enfermeros vinieron y me apartaron, pero ella ya no respiraba y yo habría deseado dejar de hacerlo antes que ella.

  • EL MENTOR

    NOAH ARKKAN

    DAONNA

    Persistí durante horas tratando de volver a llegar hasta Lexie. Al final tuve que desistir porque mi cuerpo no aguantaba más. Necesitaba descansar, comer, hidratarme y pensar con claridad. En otro tiempo habría tenido más facilidad para encargarme de todo, pero ya no era así de rápido.

    Traté de no alejarme demasiado. La noche ya había caído y temía que en un momento de guardia baja algún depredador, ya fuera dinosaurio o demoníaco, fuese a por ella. Encendí una hoguera para prepararme algo de comer y la ilusión en el horizonte no se desvaneció.

    Mastiqué un par de bocados y dejé a un lado el resto, algún pequeño animal lo aprovecharía más tarde. Yo no conseguía comer, no hacía más que pensar en Lexie y en cómo podría su propio poder hacerle creer que estaba comiendo mientras su cuerpo sufría los efectos del hambre y la sed.

    No tenía demasiado tiempo y maldije una vez más haber cambiado mis poderes. Hubiera descubierto o no que una parte de ellos vivía en mí con el don de mi padre, ya no era igual, mi mente no iba a la velocidad de la luz. Estaba seguro de que hacía semanas habría encontrado la respuesta y Lexie estaría ya recuperándose.

    Al calor de la hoguera, pese a las preocupaciones, fui consciente del cansancio acumulado. La tensión y los nervios que había pasado mientras trataba de volver con ella habían pasado factura y pronto empecé a notar los párpados pesados.

    Caí en un sueño contra el que luché, sin conseguir vencer, algo común ese día. Al cabo de lo que me parecieron minutos, desperté de pronto, sobresaltado. Notaba algo acercarse, algo peligroso. Aún adormilado, abrí los ojos y me incorporé. Tras la maleza había algo arrastrándose.

    Me puse en pie por completo y apagué el fuego. A oscuras, mi oído se agudizó y seguí escuchando algo arrastrarse, esta vez acompañado de un lamento. Cambié a mi apariencia demoníaca para estar protegido y cuando el sonido se hizo más cercano, invoqué electricidad en la palma de mi mano para iluminar frente a mí.

    Me eché hacia atrás con un grito al ver el rostro de un cadáver frente a mí. Tenía el rostro hundido y los ojos casi blancos, pero la habría reconocido en cualquier parte. Lexie. No, no podía ser, no podía haberle pasado eso en unas horas.

    Seguí retrocediendo mientras el cadáver me perseguía despacio. Pensé en huir hacia la derecha, pero entonces otra figura apareció. Esta vez el cuerpo del no muerto también era conocido, mi hermano, Leo. Como si se llamasen entre sí, fueron surgiendo más y más, una tras otra todas las personas importantes que había perdido en esos mundos, aparecieron de entre las sombras para ir hacia mí.

    Acorralado, esquivé a un Xander cegado por la muerte y corrí hacia la caverna, mi única salida posible, usando la velocidad que me permitía mi control de la electricidad.

    En la oscuridad de la cueva, cada esquina parecía guardar una amenaza, un nuevo fantasma del pasado. Escuché el sonido de los muertos persiguiéndome. Ya habían entrado a la cueva y yo no sabía si había salida. Seguía avanzando, impulsado por el miedo, hasta que me encontré con un camino que descendía hasta un abismo insondable.

    No podía seguir, estaba rodeado y no conseguía pensar con claridad. No podían estar todos muertos, no tenía sentido. ¿Y qué hacían aquí? Lexie había estado bien la última vez que la vi, no llevaba tanto sin comer y su ilusión no había disminuido, era difícil pensar que no hubiese engañado a cualquier amenaza que se acercase. La había visto engañar a los dinosaurios.

    Fue entonces cuando me di cuenta. Las ilusiones de Lexie. De alguna manera me habían seguido, habían tratado de evitar que me acercase a ella alejándome a través de mis miedos. Tenía que dar la vuelta.

    Al hacerlo, vi un rostro descompuesto observándome en la oscuridad. – [Noah]No vas a alejarme, sé que no eres real.[/Noah] – el cadáver sonrió y se abalanzó contra mí. Sentí sus manos sobre mi pecho con la fuerza suficiente como para hacerme caer hacia el abismo.

    Mi espalda chocó contra una pendiente descendente. Sentía la roca chocar contra mi piel escamosa. Tuve suerte de estar en forma de Rakkthathor porque de lo contrario no habría aguantado los cortes. Rodé, choqué, me golpeé varias veces por el descenso incremental hasta que ya no hubo más roca y sufrí una caída de más de diez metros a un lago agua gélida.

    Aquellas aguas parecían pesar, sujetarme y arrastrarme al fondo. Volvía a ser consciente de mi cansancio y mis párpados pesaban. Solo tenía que dejarme llevar, aferrarme los brazos para conservar el calor y dormir un poco. Solo un poco.

    Mi cuerpo se hundía y mi mente estaba en calma. Algo recorrió mi cuerpo como una sacudida eléctrica, enviando una rápida sucesión de imágenes a mi cabeza.

    Veía a Antailtire siendo arrastrado a la Nada, con sus personalidades siendo arrancadas de su ser una a una como capas de una cebolla por aquella que moraba allí, la del Pelo Rojo que había atormentado a mi madre, esa cuyo nombre no podía recordar pero no debíamos olvidar.

    Mi visión se alejó como un ave migrando hacia otro lugar y volvió a fijarse en el Cúmulo, donde Dyavol se hundía en una oscuridad profunda y corrupta. En su interior, la chispa de la maldad  sonreía con malicia al sentir la marcha de su captor y extendía sus tentáculos por todos los catorce mundos.

    Vi Daonna, brillante, salvaje, poderosa. En lo más recóndito el oculto protector de la magia de ese mundo cantaba al sol y con su canto los portales crepitaban cargados de energía. La oscuridad lo alcanzó, lo corrompió y su canto se volvió ansioso, destructivo, llamaba a disfrutar sin pensar en las consecuencias. En vivir la vida sin pararse a pensar en que eso la hiciera breve.

    Su canto parecía ocultar un llanto y con él, mi visión volvió a los catorce mundos volviéndose corruptos uno tras otro, a igual que sus tótem protectores, solo que ya no veía los mundos tal cual, si no como un mapa estratégico fusionado con un tablero de ajedrez. Cada fila era un planeta, hasta un total de quince incluyendo una de las lunas. Las negras estaban sumidas en la oscuridad, cubiertas de una neblina que no permitía verlas.

    En la primera fila, el planeta alineado con Sagitario, había tres figuras blancas: Una tenía los brazos abiertos, el Amigo; otra tenía un rasgo permanente tatuado en la mirada, era la Rebelde; y el tercero sostenía entre sus manos alzadas un objeto brillante, era el Creyente. Observé la figura entre tinieblas y fue como si algo interviniese para despejarlas, la figura negra era el Mono.

    En la segunda fila, la alineada con Cetus, la Analista y el Estudiante iban camino de encontrarse con el Conejo.

    En la tercera, la alineada con Aries, el Diplomático y el Inventor cruzarían su destino con el Caballo.

    En la cuarta, la alineada con Escorpio, el Harlequín, la Penitente y la Sombra avanzaban hacia el Tigre.

    En la quinta, la alineada con Piscis, el Guerrero y la Defensora estaban ya cerca de la Rata.

    En la sexta, la alineada con Libra, el Sanador y la Inocente eran esperados por el Perro.

    En la séptima, la alineada con Géminis, la Elegida y el Huérfano perseguían al Cerdo.

    En la octava, la alineada con Tauro, la Hedonista y el Hermitaño eran guiados hasta el Buey.

    En la novena, la alineada con Cáncer, el Fénix y el Poeta enfrentaban a la Cabra

    En la décima, la alineada con Acuario, el Explorador y la Amazona iban en busca del Pez.

    En la decimoprimera, la alineada con Virgo, el Mártir, la Madre y la Proscrita iban camino de despertar al Dragón.

    En la decimosegunda, el Vínculo y la Amante trataban de alcanzar al Águila.

    En la decimotercera, la alineada con Ofiuco, la Perfeccionista sufría el veneno de la Serpiente.

    En la decimocuarta, el Mentor y la Ilusionista estaban separados. La figura oscura estaba tras la Ilusionista, envolviéndola en su bruma. La visión lo mostró en toda su claridad. El Gallo había cautivado a la Ilusionista en su canto.

    Y por último, en la decimoquinta, la de la Luna Viltis, el Visionario se enfrentaba a una bruma oscura que reptaba en el corazón del hogar.

    Con la última de las visiones, abrí los ojos y noté la presión en mis pulmones mientras nadaba hacia la superficie. Pese a ser Rakkthathor, notaba las extremidades frías, si no salía de allí pronto acabaría helado. Nadé hacia la orilla y traté de procesar lo que había visto. Aún estaba fresco en mi mente así que dejé que se deslizara hacia mi memoria genética, donde ni yo ni ninguno de mis descendientes, si es que llegaba a tenerlos, lo olvidaría jamás.

    Me di cuenta de que llevaba demasiado tiempo dependiendo de mis poderes para definirme. Tenía que luchar por lo que quería. Seguía siendo un Daë. Era hora de que el Mentor demostrase lo que mejor se le daba. El Gallo estaba aprovechándose del poder de Lexie para sumirla aún más en el hedonismo de su canto. Y yo no iba a permitirlo.

     

  • SOLO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    Me dejé llevar por la euforia de alzarme sobre ese precipicio y sonreí al pisar tierra firme al otro lado, pero no me detuve ahí, decidí seguir corriendo, presionando los límites de ese cuerpo y esa habilidad que aún era nueva para mí.

    Pasé al lado de una manada de velociraptor listos para captar sus presas, unas con la carne más blanda que la de mis escamas Rakkthathor. Mi parte demoníaca parecía hecha para estar en aquél mundo, capaz de sobrevivir a esos depredadores y a las condiciones duras del entorno.

    Parecía muy lejano el día en el que Lexie y yo habíamos aparecido de nuevo en ese planeta, desprotegidos en mitad de la noche en un paraje lleno de criaturas que podrían devorarnos, criaturas que no tardaron en aparecer. Para cuando las ilusiones de Lexie no consiguieron distraerles más, el poder acudió a mí como la tormenta en la que nos encontrábamos. El poder de mi padre estaba vivo en mi parte demoníaca, había entregado mi velocidad, pero a cambio había podido despertar esa parte latente.

    Aprendí a servirme de la electricidad para darnos luz, fuego y conseguirnos alimento. Con el tiempo, conseguí darle forma para obtener un pequeño sustituto a mi velocidad. No era lo mismo, nunca lo sería, pero si que me movía con bastante rapidez.

    Recordar aquellos primeros días juntos contra todo lo demás, me hizo sonreír. Fueron duros pero estábamos unidos, parecía que nada podía acabar con nosotros.

    La pradera bajo mis pies dio paso de súbito a una acera pavimentada. Estaba entrando en el territorio de Lexie, donde las demás criaturas no solían acercarse. Era fácil de percibir, no solo por el ambiente si no porque ahora, incluso en mi forma de demonio, iba vestido con una especie de ropa de fiesta bastantes tallas mayor a la que habría llevado como humano. Evité los coches y me dirigí hacia donde sabía que la encontraría.

    Lexie estaba en una tumbona en primera línea de playa, cerca de un chiringuito con bebidas de aspecto refrescante. Su poder no dejaba de sorprenderme, notaba el calor sofocante, la suave y fresca brisa marina e incluso el olor a crema protectora.

    – [Noah]Hola, cariño. [/Noah] – la saludé, llegando a su lado. Ella me miró tras sus gafas de sol. De pronto mi ropa cambio a un bañador de color rosa. Dejé paso a mi forma humana y el bañador se adaptó a mi cuerpo.

    – [Lexie]¿Quieres algo? ¿Le digo a Michael que te ponga un mosto y una tapa?[/Lexie] – ofreció, señalando a un tipo que saludaba sonriente tras la barra, con una melena mecida por el viento.

    – [Noah]He traído comida.[/Noah] – dije, sentándome a su lado en una tumbona y ofreciéndole unas frutas salvajes que había recolectado. Allí las fresas eran del tamaño de cocos, Xander lo habría disfrutado. Solo esperaba que estuviera bien, no quería ni pensar en que les hubiera pasado algo.

    – [Lexie]No, gracias. Prefiero mi tapa de lomo.[/Lexie]- replicó, guiñándome un ojo. Evité dejarme llevar por el miedo a enfadarla, aquella ilusión de vida había empezado a torcerse hacía una semana. Hasta entonces habíamos estado bien, como un equipo. Pero ahora…

    – [Noah]Lexie, eso no te alimenta.[/Noah] – insistí, tendiéndole una fruta que no cogió. La diferencia era leve, aún habían pasado pocos días de esta nueva situación, pero había adelgazado, solo había conseguido que comiera algo de verdad unas pocas veces. – [Noah] No puedes vivir en esta ilusión todo el tiempo.[/Noah] – sentencié, aunque era más un ruego. Temía por ella, por los estragos que eso estaba haciendo y haría en ella.

    – [Lexie]No es una ilusión. Estoy en Louna.[/Lexie] – me dio pena ver que lo creía con total convicción. Lexie sabía diferenciar perfectamente sus ilusiones, ¿qué estaba pasando? Lo único que me había pasado por la cabeza era una depresión que no hubiera sabido detectar a tiempo. Ella no parecía tener mucha esperanza de volver a la Tierra o reencontrarse con los demás. Quizá había tardado en manifestarlo y cuando le golpeó, fue con demasiada fuerza.

    – [Noah]Cariño, tienes que centrarte.[/Noah] – le pedí. Lexie empezó a fruncir el ceño, no quería salir de esa fantasía, de la vida que habría llevado si no se hubiera cruzado con nosotros. – [Noah]Esto empezó como una forma de evadirte pero ahora es continuo.[/Noah] – le puse una mano en el hombro, esperando salvar la distancia que nos separaba en ese momento. De pronto cambio de aspecto al de mi hermano Leo durante un instante. Me aparté y ella se echó a reír al volver a su aspecto real. – [Noah]Cariño, me preocupas, te estás perdiendo en todo esto, en una mentira.[/Noah] – percibía mi propio miedo y mi desesperación. No sabía qué hacer para sacarla de ahí, no tenía a nadie, estaba yo solo, sin nada que me ayudase a salvar al amor de mi vida de estar encerrada en su propio sueño.

    – [Lexie]¡No es una mentira![/Lexie] – replicó, enfadada.

    – [Noah]No estamos en Louna, llevamos meses perdidos en Daonna, viviendo en la prehistoria.[/Noah] – le recordé. Y los primeros meses nos había ido bien, sobrevivíamos, ella usaba sus ilusiones para darnos pequeños respiros, hasta que un día volví y encontré todo ése lugar.

    – [Lexie]¿Te parece esto la prehistoria?[/Lexie] – me sentí mareado cuando cambió la ilusión para mostrarnos subidos a un deportivo. El coche iba muy rápido y Lexie no parecía concentrada en la carretera, pero en el fondo ni siquiera nos estábamos moviendo. La carretera bordeaba un precipicio y el coche viró violentamente hasta llegar al final de la misma, como en esa saga que le gustaba tanto, drifting le llamaban.

    – [Noah]Sabes que en realidad estamos en mitad del lago en el que nos asentamos nada más llegar.[/Noah] – daría lo que fuera para volver a aquellas mañanas en las que me despertaba a su lado en nuestra cabaña a orillas del lago de aguas rosas, por el lecho de gemas preciosas que lo sostenía. Ahora todo ese lugar estaba camuflado en esta Louna de fantasía. – [Noah] Tienes que afrontar la realidad, juntos podremos salir de esto.[/Noah] – le pedí.

    – [Lexie]Si sigues en plan muermo, no te voy a dejar entrar en Louna.[/Lexie] – apartó la mirada de la mía, la estaba perdiendo.

    – [Noah]Lexie, tienes que dejar que te ayude.[/Noah] – le cogí la mano, esperando llegar a ella.

    – [Lexie]No necesito ayuda.[/Lexie]- el coche volvió a acelerar, pero en un instante estaba subido y al siguiente me encontraba en la carretera, viendo cómo se alejaba. Cambié de aspecto a mi forma Rakkthathor y usé mi poder para correr tras él.

    – [Noah]No pienso perderte. [/Noah] – dije conteniendo al máximo las chispas que despedía mi cuerpo. No sabía qué distancia había ni qué estaba sujetando realmente.

    – [Lexie]Pues entonces deja de ponerle pegas a mi vida.[/Lexie] – dijo, de pronto ataviada con un vestido de noche, a punto de entrar en un restaurante a orillas de la playa. Era una noche preciosa, pero no tanto como las que habíamos vivido juntos en aquél mismo lugar, a muchos kilómetros de donde nos encontrábamos.

    – [Noah]Quererte implica evitar que tú misma te hagas daño. [/Noah] – por mucho miedo que me diese que ese camino la llevase a no querer ni verme.

    – [Lexie]Vete.[/Lexie] -dijo señalando la puerta. En su mesa ahora solo había una silla y un plato, no podía dejarlo más claro. Sentí el enfado crecer dentro de mí, propiciado por la impotencia y el dolor de sentirme solo. Traté de contener esa emoción, si me dejaba llevar podría perderla para siempre.

    – [Noah]Si me echas de tu vida nadie podrá ayudarte a salir.[/Noah] – intenté hacerla reaccionar.

    – [Lexie]No necesito salir. Estoy en casa.[/Lexie] – me miró, desafiante. Estaba protegiendo lo que creía que era bueno para ella.

    – [Noah]Vives en una ilusión.[/Noah] – le recordé, pero ella ya no me escuchaba.

    – [Lexie]Si tanto te molesta, te dejo fuera de ella.[/Lexie]- fui a rogarle, a pedirle por favor que no me echara de su vida, a hacer lo que fuera para ganar unos valiosos minutos que me permitieran seguir haciendo fuerza contra lo que estaba sufriendo. Sin embargo fue inútil, perdí los cinco sentidos durante un angustioso minuto y para cuando lo recuperé, estaba en la naturaleza de Daonna, en las praderas cercanas al lago.

    Traté de volver a atravesar la ilusión, veía su horizonte frente a mí, como en la visión de un oasis para un sediento. Cada vez que entraba, mis sentidos se confundían y terminaba corriendo en la dirección opuesta o apareciendo en la otra punta de la zona. Lexie se había encerrado en su propio mundo y me había dejado fuera, solo y sin posibilidad de contactar con nadie.

  • FAMILIA

    NOAH ARKKAN

    NEXUS – NOCHE

    Cuando las fuerzas policiales de Nexus nos asaltaron, nos vimos obligados a dividirnos, viendo que ni las ilusiones de Lexie eran capaces de afectarles.

    Era lógico, si te parabas a pensarlo, su líder tenía múltiples formas que dominaban siempre la magia en todas sus variedades y en todas tenía mostraba una personalidad paranoica que le haría prepararse contra otras personas que manipulasen las artes místicas.

    Aun así, terminar separados era un problema. Había escapado con Lexie y Bowie que eran las que estaban más cerca de mí. Ya no tenía mi velocidad y solo había tenido tiempo a ver que Idris y Elle iban juntos por un camino, el resto no sabía cómo se habrían agrupado.

    Unas semanas antes habría sido capaz de recorrer la mayor parte de la ciudad y comprobar cómo estaban todos, incluso trazar un plan después de recorrer decenas de veces la catedral y ver puntos débiles de la guardia, de los accesos… Tenía todo el tiempo del mundo, pero ahora tenía que acostumbrarme a lo que había, de nada servía que me lamentase de no tener más tiempo, solo haría que lo desperdiciase.

    Me subí la capucha de esa poco útil chaqueta sin mangas, y salimos las tres juntas del callejón hacia una calle principal. Lexie llevaba en silencio desde que su  ilusión había fallado y Bowie parecía estar absorbiendo todo lo que se encontraba, y quizá juzgándolo también.

    – [Bowie]Deberías evitar mirar a la gente tan fijamente.[/Bowie]- me dijo Bowie. – [Bowie]Ahora que no eres más rápido de lo normal, paredes un tío raro.[/Bowie] – el consejo me escoció un poco, como recuerdo de ese miembro fantasmal que era mi velocidad sobrehumana, pero tenía razón, ahora todos eran conscientes de lo que hacía, ya no era más rápido que sus miradas.

    – [Noah]¿En serio? Lo miraré.[/Noah] – le prometí. Me sentía mal caminando por delante de Lexie, estaba preocupado por si se encontraba mal. Me giré para verla y vi que estaba concentrada, ocultándonos tras alguna ilusión mientras no hubiera policía cerca. – [Noah]¿Sacas algo útil de aquí?[/Noah] – pregunté a mi prima, mientras veía cómo un punto concreto de sus pupilas parecía brillar, seguramente usando alguna mejora ocular.

    – [Bowie]¿De una calle repleta de gente? La verdad es que no.[/Bowie] – comentó.

    – [Noah]No me extraña.[/Noah] – respondí. Miré a nuestro alrededor, tratando de disimular. Había personas de todo tipo, con implantes en brazos, piernas y rostro y peinados y atuendos de lo más variopintos. Por lo que había visto, todos lo habitantes tenían unos ingresos mínimos para vivir acomodados y a partir de ahí, según sus clases, tenían más acceso en base a lo que su nivel de «crédito» les permitiera. No sabía cómo entraban en cada categoría, no había podido tenerlo muy claro por las conversaciones que había escuchado. – [Noah]Esta ciudad me desagrada. Es como si todo estuviera…pactado. Como si lo tuvieran todo, pero sin libre albedrío real.[/Noah] – comenté. No había contrarios al sistema ni a Antailtire, la gente que quería rebelarse tenía su propio grupo social, acotado a unas zonas determinadas por las que ya habíamos pasado, y podían ser rebeldes sin afectar de verdad a nadie.

    – [Bowie]El libre albedrío está sobrevalorado.[/Bowie]- alcé una ceja, Bowie era demasiado directa, todavía tenía que pulir algunos puntos de su socialización y gestión de emociones porque, a fin de cuentas, era muy nueva en el mundo.- [Bowie]Durante la crisis del covid 19, los países que más libertades le dieron a sus ciudadanos fueron los que peor gestión de la pandemia tuvieron.[/Bowie] – era difícil no darle la razón, desde un punto de vista lógico la tenía, pero la humanidad necesita ser capaz de decidir, aunque vaya en su perjuicio, aunque se equivoque. Yo no sabía si había obrado bien entregando mi poder, dudaría de ello mucho tiempo, pero no habría querido que nadie más tomase esa decisión por mí.

    – [Noah]A nivel lógico tienes toda la razón, pero una persona no puede vivir toda su vida sin libertad de elección.[/Noah] – respondí. Una jaula de oro, yo, al menos, no la quería para mí ni para nadie que me importase.

    – [Bowie]En realidad, sí puede.[/Bowie] – replicó, enarcó ligeramente las cejas, no entendía que pudiera rebatirle un argumento tan lógico. Sonreí para mí mismo, para que no pensara que me burlaba, era agradable tener una conversación así, tan trascendental, pero a la vez mucho menos que la misión que teníamos entre manos. Me habría gustado poder estar en la Tierra y pasar más tiempo ayudándola a ver el mundo para que ella tomara sus propias decisiones con un margen mayor del que conocía todavía. Bowie tenía mucha información metida en su cabeza y también vivencias, pero había visto mucha pelea y muchas penas en su corta vida.

    – [Noah]Mientras no la conozcas.[/Noah] – dije. Una vez conoces la libertad ya no puedes vivir sin ella, como muchos otros placeres de la vida. – [Noah]Para mi este sitio es… como ‘Un mundo feliz’.[/Noah] – comenté. No tenía el recuerdo muy fresco, porque lo había devorado en una tarde junto a otros dos clásicos y no iba a ponerme allí en medio a acceder a mi memoria genética. Pero sí recordaba que su futuro era una utopía parecida a esta, una felicidad sin libertad, falseada, sin elecciones, todos iguales.

    – [Bowie]Supongo que estará inspirado en ese libro.[/Bowie] – dijo ella. Quizá tenía razón, puede que este mundo estuviese formado en base a lo que en la Tierra imaginábamos como una utopía futura, igual que los otros planetas estaban anclados en épocas de nuestro pasado. O puede que este fuera el futuro que nos esperase realmente.

    – [Noah]No sabemos realmente de dónde es Antailtire.[/Noah] – pensé en voz alta. Sabíamos muy poco de a qué nos enfrentábamos en realidad, más allá del ‘Soberano’. Aquél era una pequeña parte de su poder, esto era el todo, capaz de cambiar planetas a su antojo, de traer a gentes de otro mundo y mantener una parte de sí en cada uno, o varias. – [Noah]Aunque parece obsesionado con la humanidad y sus épocas históricas.[/Noah] – no eran una réplica, de todas formas, las había forzado en un ecosistema ya existente, con otros sobrenaturales, y por tanto eran algo distintas. Tenía cierta belleza ver cómo cambiaba, pero iría mejor sin el control de Antailtire.

    – [Bowie]Solo un humano podría estar obsesionado con la cultura de la humanidad.[/Bowie]- observó. Era una idea interesante.

    – [Noah]Pero no hay datos de él en nuestro mundo hasta que apareció su yo futuro. [/Noah] – respondí, disfrutando de cómo pensábamos juntos.

    – [Bowie]Que no haya datos no implica que no estuviera.[/Bowie] – sentenció, alzando una ceja, como si fuera lo más obvio. Sí, era cierto que la información del pasado, en especial del mundo sobrenatural, era escasa, plagada de leyendas que alteraban la verdad y de realidades contadas a medias. Podía ser que Antailtire fuera parte de nuestro pasado.

    Asentí, pensativo. – [Noah]Es increíble cómo aprendes.[/Noah] – le aseguré, orgulloso de que mi prima se estuviese convirtiendo en alguien tan inteligente.

    – [Bowie]No soy del todo humana y por eso mi curva de aprendizaje es más elevada.[/Bowie] – afirmó. Me preocupó que fuera tan consciente de sus diferencias, porque en un futuro, cuando interiorizase mejor su parte humana y sus sentimientos, eso podría hacerle daño.

    – [Noah]Aunque tengas implantes, eso no te hace menos humana.[/Noah] – la humanidad no la dicta tu genética. – [Noah]Yo tampoco soy humano del todo, pero entiendo por humanidad mis emociones.[/Noah] – expliqué.

    – [Bowie]Es diferente pertenecer, en un 50%, a una raza demoníaca a ser en parte cibernética.[/Bowie]- argumentó ella.- [Bowie]Los Rakkthathor eran de la Tierra.[/Bowie] – añadió. Extintos, pero sí, de una Tierra de hace milenios. Trataba de no pensar mucho en ello, en que si yo no tenía hijos o hijas, los Rakkthathor volverían a desaparecer cuando lo hiciéramos mi padre o yo.

    – [Noah]Tu tecnología te da otros atributos, pero en el fondo no dejas de tener madres.[/Noah] – rebatí. No había entrado nunca a preguntar en detalle su ascendencia, porque no era muy correcto, pero sabía que la habían creado a partir de ADN de los dos últimas Kvasir: mi tía Sarah y mi tía Sasha.

    – [Bowie]No exactamente.[/Bowie]- respondió con una sonrisa.- [Bowie]Esa es la versión de la historia que he decidido creer, pero en realidad, soy un clon de la mejor parte de ambas.[/Bowie]- puntualizó.- [Bowie]Los bebés no eligen la mejor parte de sus padres o madres. Se quedan con lo que hay al azar.[/Bowie] – añadió. Difícil responder a eso, no era un genio de la genética, así que tenía que ir por el camino de la filosofía.

    – [Noah]No has tenido mucho tiempo para estar con ellas ni con el tío Daniel, pero cuando volvamos, verás sus mejores partes y también otras que no lo serán tanto. Y formarán parte de ti.[/Noah] – yo no había sido clonado de mi madre y mi padre y me parecía mucho a ellos a nivel genético, sin embargo, en muchos aspectos de mi personalidad, no me parecía en nada, mientras que Leo, era todo lo contrario. Y en cualquiera de los dos casos, como siempre nos habían querido y se habían preocupado por nosotros, nuestros padres siempre serían parte de nosotros.

    Ella se encogió de hombros.- [Bowie]Puede ser.[/Bowie] – no sabía si me estaba dejando por imposible o si la filosofía no era un camino por el que estuviera interesada ahora mismo.

    – [Noah]Eres mi prima. No necesito más explicaciones para eso. Eres mi familia.[/Noah] – afirmé, sonriendo.

    – [Bowie]Genéticamente soy tu tía política.[/Bowie]- aclaró. No vivíamos en el mundo más fácil para ayudar a la gente a sentirse bien, eso os lo puedo asegurar. Pero parte de esas rarezas que nos rodeaban hacían nuestra vida mucho mejor.

    – [Noah]Técnicamente, pero a veces está bien ser menos correcto y como para ellas y él eres su hija, eres mi prima.[/Noah] – le sonreí de nuevo, valorando si había algún gesto de cercanía que pudiera hacer y no fuese incómodo. Ella me miró y esta vez no dijo nada, quizá lo estuviera pensando, quizá y solo quizá, hubiera entendido que para mí siempre sería una persona importante. – [Noah]Voy a ponerme a la altura de Lexie, por si necesita hablar.[/Noah] – dije después de unos segundos de silencio. Ella asintió y dejé que nos guiara, tenía el mapa en la cabeza y sabía qué caminos tomar para que encontrásemos menos gente.

    – [Lexie]¿Qué, dándole la murga a Bowie?[/Lexie] – preguntó Lexie en cuanto me acerqué.

    – [Noah]Más o menos. Asegurándome de que sabe que tiene una familia.[/Noah] – me puse a su lado, hasta sentir la calidez de su cuerpo. Sin apenas pretenderlo, me dejé llevar y la besé, sin ganas de separarme ni de estar en ningún otro lugar. Perder mi poder me estaba haciendo cambiar mi perspectiva sobre aprovechar las cosas y la verdad es que la echaba de menos.

    – [Lexie]Espero que no le hayas hecho lo mismo que a mí.[/Lexie]- respondió sonriendo cuando nos separámos.

    – [Noah]Solo tengo ojos para ti.[/Noah] – laseguré. No añadí que a mi prima no la vería nunca de otra forma porque me parecía obvio. Estaba enamorado de Lexie y solo me atraía ella, aunque claro, en su caso, una de las maravillosas rarezas que nos rodeaban, me hacía tener que añadir una excepción. – [Noah]Bueno, para todas tus yo.[/Noah] – corregí. Nuestra relación aún era muy nueva, pero trataba de ir acostumbrándome a saber que tuviese el aspecto que tuviese, era ella.

    – [Lexie]Pues tienes un montón de ojos.[/Lexie]- dijo echándose a reír. No parecía afectada por la situación, pero Lexie nunca se iba a mostrar así.

    – [Noah]Me hacían falta.[/Noah]- bromeé. – [Noah]¿Estás bien? Por lo de antes.[/Noah] – sabía que no llevaba bien situaciones que la superasen y ver que su poder no hacía nada contra esos policías era una de ellas.

    – [Lexie]Yo siempre estoy bien.[/Lexie]- replicó, alzando una ceja para enfatizar su preciosa sonrisa.- [Lexie]Y a veces, muy bien.[/Lexie] – añadió.

    – [Noah]Siempre estás muy bien. Y pocas veces bien.[/Noah] – la cogí de la mano y le di un apretón cariñoso. No le apetecía hablar de ello y estaba bien, no necesitaba decirle que la apoyaba, porque lo sabría.

    Lexie me guiñó un ojo. – [Noah]Ya queda menos.[/Noah] – dije incapaz de resistir la tentación de volver a besarla ahora que pasábamos por una calle vacía.

    Tanto Lexie como Bowie eran mi familia. Puede que estuviéramos muy lejos de casa, que corriéramos peligro continuamente, pero este viaje me estaba haciendo descubrir otra clase de familia, una que había elegido. Empezaba a entender a los Moondies desde dentro, sin las leyendas, sin la grandeza, solo personas que se habían apoyado en malos y buenos momentos y se habían convertido en familia sin importar de dónde venía cada una.

  • UN NUEVO NOAH

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Ajusté la apertura y observé por el objetivo. Aquél trabajo era laborioso, complejo, delicado y requería una paciencia que estaba empezando a descubrir en mí, era un camino para labrar al nuevo Noah en el que quisiera o no, comenzaba a transformarme.

    En los días pasados había dado inicio al lento proceso de acostumbrarme a mi nueva condición, rodeado de las terribles noticias de la Tierra y las heridas que estaban sembradas por toda nuestra «comunidad».

    Mi mente seguía ágil, cómo si aquella velocidad que había tenido y parecía ahora un eco de un pasado remoto la hubiera entrenado y pulido hasta estar a su altura. Mis reflejos también estaban a la altura, era consciente rápido de lo que me rodeaba, de los cambios en el entorno.

    Por eso en el momento en el que Lexie apareció por la escotilla de la segunda planta y caminó por el techo de la nave hacia mí, fui consciente. Pero serlo no implicaba que fuese más sencillo reaccionar. Había evitado a Lexie en los últimos días, tenía algunos motivos pero cualquier argumento se venía abajo si lo pensaba, eran miedos y no podía dejar que mediaran en mi vida, y sin embargo, pese a saberlo, me paralizaban.

    – [Lexie]¿Qué haces aquí?[/Lexie] – preguntó. Su voz fue música para mis oídos, echaba de menos estar con ella, sin necesidad de hacer nada, simplemente estando juntos, escuchar su voz, sentir el calor de su cuerpo contra el mío.

    – [Noah]Intento sacar una foto de los planetas visibles. [/Noah]- dije, incapaz ya de concentrarme pero haciendo como que sí para evitar mirarla fijamente a los ojos. Temía lo que podía encontrar en ellos.

    – [Lexie]No creo que se muevan mucho.[/Lexie] – su tono de voz parecía amigable, aunque eso no descartaba que su enfado estuviera presente.

    – [Noah]¿Y tú? ¿Cómo es que has subido aquí?[/Noah] – pregunté, girándome. No podía evitar cruzarme con ella por un miedo omnipresente a perderla, porque ya lo estaba haciendo. Por suerte, al no tener todo el tiempo del mundo para pensar como hacía antes, me resultaba más fácil lanzarme al impulso de actuar.

    – [Lexie]He venido a verte.[/Lexie] – dijo mirándome. Me fijé en cualquier cosa menos sus ojos. Su ropa, de puro verano de Louna, un top blanco, corto, dejando más que el ombligo al descubierto y unos pantalones de un tono rosáceo. Esas palabras eran el preludio de algo que podía ser bueno o muy malo. Si venía a verme porque me echaba de menos me derrumbaría pero no sería malo en sí, pero también podía venir a verme porque estaba cansado de un tío que estaba más ocupado sacando fotos a un cielo en lugar de tratarla como se merecía.

    – [Noah]Ah.[/Noah] – respondí. – [Noah]¿Pasa algo?[/Noah] – fue lo único que se me ocurrió preguntar pese a que los dos sabíamos la respuesta.

    – [Lexie]Quería saber qué te pasa estos días.[/Lexie] – encontré una cadencia de tristeza en sus palabras. Lexie era una mujer fuerte, divertida, maravillosa y no tenía por qué pasarlo mal por mí. Se me ocurrió que lo mínimo que podía hacer era mirarla a los ojos y cuando lo hice, recordé una vez más que no podía resistirme a ella, se me apareciera con una cara u otra.

    – [Noah]Estoy bien. [/Noah]- mentí. Aún no, pero estaba en ello. La muerte de Elizabeth me había influido. Puede que no fuera mi abuela pero la conocía y la había tratado, me apenaba la idea de no volverla a ver, pero también pensar en el dolor que estaban sufriendo Elle, Xander, Amy, Kaylee, Vera e incluso Bowie. Y luego estaba el hecho de que su muerte, aunque no había tenido nada que ver con Omega, me recordaba que mi trato no garantizaba que todos fueran estar allí cuando regresáramos. – [Noah]Adaptándome a esto.[/Noah] – me señalé a mí mismo con la mano y pude seguir con la mirada cada movimiento, algo de lo que antes no habría sido capaz.

    – [Lexie]Ya, pero últimamente estás pasando de mí y me estoy empezando a enfadar.[/Lexie] – ahí estaba, la Lexie de detrás de todas las apariencias y engaños a la que había conseguido conocer y amar.

    Suspiré, no tenía sentido evitar más hablar de mis preocupaciones con ella, así que me senté cerca. – [Noah]Lo siento, Lexie.[/Noah] – era una disculpa sincera, pero con eso no bastaba, ni para ella ni para mí.

    – [Lexie]No me vale, la verdad.[/Lexie] – confirmó, poniéndose de pie frente a mí y colocando los brazos en jarras. Alcé la vista, qué increíble era, ¿cómo podía llegar a merecerla? – [Lexie]Me he quedado en esta mierda de nave que no vuela por ti. Podría estar en mi casa como la otra idiota que nos ha dejado tiradas.[/Lexie] – sentenció. Ese era uno de los motivos por los que la rehuía los últimos días. Antes de Caitriona Lexie podría haberse ido, pero se quedó por mí, porque le importaba.

    – [Noah]Lo sé, ¿crees que no lo sé?[/Noah] – le respondí. – [Noah]No merezco que te quedaras aquí por mí, tienes una vida allí, la tenías antes de conocerme.[/Noah] – añadí. No podía enfrentarme a la idea de que tuviera que lidiar con una vida que no quería solo por estar conmigo, pero no nos quedaba más opción y tenía que dejarme de tonterías.

    – [Lexie]Para mí habría sido más fácil volver a casa.[/Lexie]- admitió. Solo decía las verdades que yo mismo sabía ya, pero la confirmación hacía que las preocupaciones me siguiesen rondando la cabeza.

    – [Noah]Y por mí culpa ya no existe esa opción.[/Noah] – Omega se encargó de eliminar las opciones y de paso, quedárselas para regresar a la Tierra. Era el origen de todo esto, pero al final tampoco recaía solo en ella la culpa, yo había decidido entregar la velocidad para protegerles, Lexie había decidido quedarse y Xander había decidido librar al mundo de su amenaza. Decisiones y repercusiones.

    – [Lexie]No te estoy culpando, porque fui libre de elegir, pero tampoco está bien que me ignores cuando sabes que eres la razón principal por la que estoy aquí.[/Lexie] – me sorprendió verla así, tan…madura, tan en control de sus sentimientos.

    – [Noah]No te ignoro, me despierto deseando estar contigo pero…[/Noah]- había empezado a decirlo y tenía que terminar. Lexie era mi Selardi, eso lo sabía desde hacía mucho y cada día y faceta que conocía de ella no hacía más que confirmármelo, así que si lo sabía con tanta certeza no podía dudar en mostrarle mis sentimientos. – [Noah] te estaba ahorrando mi presencia, acordarte de lo que perdiste y de que ahora…soy otro.[/Noah] – resumí, como si me arrancara un peso del pecho, evitando mirarla fijamente. No estaba preparado para su reacción. Lo había pensado muchas veces, ella se había enamorado de un Noah que tenía tiempo para pensar bien cada uno de sus actos, un Noah que podía llevarla a cualquier parte del mundo, que podía encargarse de todos sus problemas y tener tiempo libre de cargas junto a ella.

    – [Lexie]¿Tú crees que a mí me gustaba tu velocidad?[/Lexie] – preguntó. Su tono hizo que volviera a mirarla a la cara y vi que alzaba una ceja bien marcada, un gesto que siempre me había resultado atractivo en ella.

    – [Noah]Te enamoraste de un Noah y ahora soy otro. No podré hacer las mismas cosas, ni a pensar tan bien lo que digo.[/Noah] – reconocí. Puede que mi velocidad fuera un lastre en otros sentidos para algunas personas, pero tenía ventajas.

    – [Lexie]Bueno, lo de que estoy enamorada lo dices tú.[/Lexie]- replicó con una sonrisa maliciosa, estaba disfrutando en cierta manera y eso me hizo sentir mejor.

    – [Noah]Tienes que estarlo para haberte quedado en este sitio tan poco fancy.[/Noah] – repliqué siguiéndole el juego del tira y afloja.

    – [Lexie]Lo que quiero decir es que a nadie le gustaba tu velocidad salvo a ti.[/Lexie]- sentenció. Era duro pensar que había podido molestar a alguien con mi poder pero en aquél momento en el que ya lo había perdido, tenía una parte reconfortante.- [Lexie]Esto me ha quedado fatal. En realidad, creo que el problema es que eras demasiado rápido para el resto.[/Lexie] – corrigió. Debía tener muy mala pinta para que Lexie rectificara. Por algún motivo pensar eso me hizo sonreír y la sensación reconfortante se afianzó.

    Le di una vuelta a qué se refería, con mi poder siempre estaba buscando hacer algo, lo que no debería ser un problema en sí, pero los entretenimientos me duraban poco y al estar metido en una misión con el resto, podía estar asfixiándoles con mi ritmo, exigiendo algo que no podían cumplir.- [Noah]Supongo que lo entiendo, en parte ahora estoy descubriendo a vivir de otra forma.[/Noah] – comenté. Estaba volviendo a descubrir los placeres del mundo. – [Noah]Corría demasiado.[/Noah] – había sido un miedo recurrente desde después de la adolescencia, ir tan rápido que me perdía lo que de verdad importaba y con Lexie ese miedo había ido a más. Ahora pensaba en los momentos en los que estaba con ella y mi mente estaba a la vez haciendo cuatro o cinco cosas más.

    – [Lexie]La velocidad solo era una ventaja para ti. El resto íbamos detrás con la lengua fuera.[/Lexie] – replicó despreocupadamente. Yo me limité a sonreírle y alzar una ceja, eso bastaría, me conocía lo suficiente como para entenderlo.

    – [Lexie]Sabes a qué me refiero.[/Lexie] – replicó, pero asomó una sonrisa en sus labios.

    Asentí y noté que nuestro enlace volvía a estar ahí, pese a todo lo que había pasado, quizá más fuerte que antes. Este cambio era una oportunidad para centrarme más en lo que de verdad importaba. – [Noah]Quizá sea una buena oportunidad para mirar un poco más para lo… nuestro.[/Noah] – le confesé.

    – [Lexie]Y para el resto de relaciones que tengas con gente de la nave.[/Lexie] – me aconsejó. Estaba disfrutando de la sensación de que Lexie me aconsejara, que me apoyara cuando yo mismo no sabía qué hacer. Era una intimidad como no había conocido antes.- [Lexie]Relaciones no sexuales.[/Lexie] – mi mente repasó la idea de que yo no había nombrado el sexo aún, así que a quien debía habérsele cruzado en la cabeza era a ella.

    – [Noah]No son igual de divertidas pero las apuntaré en mi lista. Pensándolo en frío no tenía tiempo más que para preocuparme.[/Noah] – admití.

    – [Lexie]¿Ves? En Louna no pensamos y mira lo bien que nos va.[/Lexie] – bromeó, sentándose a mi lado. Olí su irresistible perfume.

    – [Noah]Me han dicho que en tu familia están todos bien, ya les han avisado de todo y de que aunque hice el trato, tengan cuidado.[/Noah] – dije aprovechando que la tenía tan cerca para disfrutar de nuevo de cada milímetro de su cuerpo.

    – [Lexie]Lo tendrán. Mi padre solo tiene dinero y los poderes de mi madre están relacionados con los muertos.[/Lexie]- se quedó callada, pensando. Omega no se arriesgaría a llamar tanto la atención como para atacar a las personas más ricas de Ripper, pero no podía arriesgarme a no incluirlos.- [Lexie]Y mi hermano tiene tres neuronas y las debe estar dedicando a fumar porros.[/Lexie] – espetó.

    – [Noah]¿Los echas de menos?[/Noah] – le pregunté. Sabía que no eran uña y carne, pero Lexie era una maestra en esconder lo que pensaba, así que la mejor forma de saberlo era preguntar.

    – [Lexie]Esto no lo diría nadie en voz alta, pero es la primera vez que pienso en mi hermano desde que estamos aquí.[/Lexie]- se encogió de hombros. Era lícito, no habíamos parado desde entonces y a veces una relación sanguínea no implica que haya que tener…vinculación.- [Lexie]Mi padre y mi madre no están mal, pero me gustan más cuanto más lejos los tengo.[/Lexie]- comentó mirándose las uñas, perfectamente arregladas y largas. Recordé un chiste sobre las orientaciones sexuales y el largo de las uñas, pero me lo guardé.- [Lexie]Lo que más echo de menos es mi vida. Estoy acostumbrada a…[/Lexie] – empezó a decir, pero me miró y se detuvo. Era una de las pocas veces que la veía dudar.

    – [Noah]Di lo que necesites decir, yo nunca voy a juzgarte.[/Noah] – coloqué una mano en su espalda, notaba su musculatura, pese a no dedicarse a ello en cuerpo y alma, Lexie estaba muy en forma.

    – [Lexie]En realidad, estoy acostumbrada a no hacer nada.[/Lexie] – replicó. Me encogí de hombros, a veces no hacer nada está infravalorado.

    – [Noah]Sé que tú naturaleza es muy distinta a esto de… salvar el universo, pero se te da muy bien.[/Noah] – le acaricié la espalda de forma distraída. Noté que el vello se le erizaba cuando le pasé los dedos por la suave piel de la nuca.

    – [Lexie]A mí me gusta despertarme tarde, coger el coche e irme a desayunar a una cafetería al lado de la playa.[/Lexie]- comentó. En un mundo ideal, Lexie, teniendo la fortuna de sus padres, no tendría preocupaciones de «supervivencia», pero en el que nos había tocado sí, era un choque directo contra su forma de ser.- [Lexie]No me gusta salvar el mundo.[/Lexie] – afirmó. Era legítimo, no era ningún trabajo, no estaba, como se suele decir «ni pagado ni agradecido».

    – [Noah]También te gusta actuar, fingir ser otra persona.[/Noah] – sugerí. A Lexie le gustaba interpretar papeles, engañar, guardar secretos. Era parte de su naturaleza, no podía ni debía cambiarla si quería seguir siendo ella misma, así que mejor hacerla parte de su día. – [Noah]Esto es una actuación con la que salvas el mundo.[/Noah] – comenté.

    – [Lexie]Por la que no me pagan.[/Lexie] – respondió.

    – [Noah]Ya tienes más dinero del que vas a usar.[/Noah] – repliqué, no era algo que pudiera ser un inconveniente salvo que su familia estuviera haciendo algún negocio turbio, y Fenris tenía fama de ser honrado hasta la médula. – [Noah]Te lo puedo pagar en…besos[/Noah] – ofrecí, no era un adonis pero tenía que confiar en que a ella le gustaba. Así saldríamos ganando los dos, porque me moría por recuperar los días perdidos por mi propia mala cabeza.

    – [Lexie]¿En el coño?[/Lexie] – dijo con una sonrisa. Me habría sorprendido, creo que lo hice un poco, pero era Lexie, era de Louna y las dos cosas me encantaban.

    – [Noah]Tú pones las condiciones.[/Noah] – dije echándome a reír, era un poco risa nerviosa, lo confieso, Lexie me atraía mucho y cada vez que veía que era mutuo, me alegraba el día.

    – [Lexie]Hecho entonces.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Ha sido más fácil de lo que esperaba.[/Noah] – me giré hacia ella e hice algo que llevaba mucho rato resistiendo, aparté su pendiente de aro y le besé el cuello.

    – [Lexie]Ha sido fácil porque no tengo forma de volver, también te lo digo.[/Lexie] – se quejó. Era parte de su personalidad, le gustaba quejarse. Su figura se recortaba contra un cielo despejado, ligeramente bañado por el lejano sol y en el que se distinguían casi tres de los planetas del cúmulo. Pero de todo ello, Lexie era lo más maravilloso.

    – [Noah]Quédate así, no te muevas.[/Noah] – le pedí. Me levanté y cogí la cámara para empezar a fotografiarla desde distintos ángulos. Ella se dejó llevar, posando, disfrutando de la atención.

    – [Lexie]Si pretendes que me despelote, la respuesta a tu pregunta es sí.[/Lexie] – parecía broma, pero Lexie no decía nada si no era capaz de hacerlo.

    – [Noah]Esto va cada vez mejor.[/Noah] – admití. Ella se puso en pie. Encima de la nave cualquiera podría habernos visto, era un riesgo, pero a Lexie le daba igual y el poder de nuestra relación era que nos equilibrábamos, así que su impulsividad y su alegría conseguían que me atreviera a hacer cosas que nunca antes habría hecho.

    Traté de pasar todo el tiempo posible ese día con Lexie, pero cuando llegó la hora de comer decidió bajar a la cocina a ver qué trabas podía ponerle al menú de ese día. Como ese terreno de batalla no dejaba sitio para mí, decidí hacer caso a Lexie y pensar también en esas otras relaciones que tenía pendientes.

    – [Noah]¿Tienes un hueco?[/Noah] – pregunté asomándome al cuarto de Niall.

    – [Niall] ¿Bromeas?, aquí todo lo que tengo es tiempo.[/Niall] – dijo él. Parecía jovial y alegre, no tenía pinta de estar afectado por la pérdida de su poder, pero sí que podía afectarle cómo vieran los demás a cambio de qué lo había dado.

    – [Noah]Yo ahora tengo menos, pero creo que ya he tenido bastantes vacaciones estos dos días.[/Noah] – no había compensado rehuir a nadie, solo había perdido un tiempo muy valioso con Lexie que ahora me hacía estar pensando en los minutos que quedaban para volver a verla.

    – [Niall]Debe debe de estar volviéndote loco el tener que hacer todo a velocidad normal.[/Niall] – comentó, perspicaz. Aunque estaba empezando a ver las virtudes de tomarse todo con calma.

    – [Noah]Le voy cogiendo el punto, descubriendo pasiones que antes me resultaban estresantes. [/Noah]- aclaré. Siempre me había gustado la fotografía, pero antes iba demasiado rápido para ella. – [Noah]Pero tampoco voy a hacer como si no me hubiera costado, volvería a aceptar pero es duro.[/Noah]

    – [Niall]Creo que nadie te lo ha dicho. Bueno Lexie te comió los morros, pero yo no lo voy a hacer.[/Niall] – mi mente divagó pensando en las últimas horas con Lexie pero me centré en volver a la realidad. – [Niall] Gracias por lo que hiciste, ya se que al menos estoy a salvo de esa tarada. Del resto del mundo…no tanto.[/Niall] – sonreí. No buscaba que los demás me agradecieran lo que había hecho, pero era agradable sentir su apoyo.

    – [Noah]Era lo mejor para todos.[/Noah] – comenté. Aún no me fiaba mucho de Caitriona y ese ser que concedía los tratos, pero sí en que cumpliría su palabra. – [Noah]¿Y tu cambio? ¿Ha sido duro?[/Noah] – desvié la conversación de mí hacia lo que él había pasado.

    – [Niall]Para nada. No quiero que pienses que soy un superficial por lo que hice, pero no soy como vosotros Noah.[/Niall]- empezó a decir. Valoraba la sinceridad de Niall, lo auténtico que era, sin importarle lo que pensaran. – [Niall]Nunca iba a trabajar de lo que realmente me gusta así que lo he hecho por mí y mi madre.[/Niall] – aclaró. Sabía que Niall venía de una familia muy humilde, solo su madre tirando de todo después de que fallecieran sus abuelos. Era normal la decisión que había tomado.

    – [Noah]Lo peor es que tienes que esperar a volver para eso.[/Noah] – dije, pensativo. – [Noah]Se que esta vida no es para ti pero hay que conseguir que volvamos y me invites a alguna fiesta llena de famoses[/Noah] – aunque no estuviese hecho para una vida heroica, pero necesitaba concentrarse en salir de todo esto sano y salvo. Ezra había comprado una oportunidad con sus recuerdos, pero solo una.

    – [Niall]Os ayudaré con lo que pueda. Y tenlo por seguro, vamos a quemar Hollywood.[/Niall] – sonrió. Me alegró verle orgulloso de su decisión y deseoso del futuro.

    – [Noah]Con Lexie de fiesta no me queda duda.[/Noah] – comenté. Lexie podría haber sido como los de la trilogía del «Arco de la Guadaña», fiestera profesional. Pero quizá cobrar por algo que le gustaba le habría quitado la gracia para ella.

    – [Niall]Vamos a cerrar todas las discotecas.[/Niall] – sugirió él. Me notaba cansado solo de pensarlo, pero si era en compañía de los dos, lo pasaría bien.

    – [Noah]Supongo que también te ayuda que se llevara tu poder, de otra forma igual hacías volar por los aires conciertos enteros[/Noah] – un desliz, por pequeño que fuera, podría haberle dado problemas.

    – [Niall]Visto así tienes razón, pero no me hubiese importado que se llevará el pajarraco en lugar de mi poder.[/Niall] – uno de ellos le había acompañado toda la vida y el otro había surgido de un ataque del que aún no hablaba demasiado.

    – [Noah]Ya, sé que no le tienes cariño pero como hermano de alguien que está similar… intenta hacer las paces con ¿Él? ¿Ella?[/Noah] – Leo había sufrido toda la vida por ser distinto y convivir con ese otro ser y sus instintos y era mejor que Niall no sufriese así, porque la cura de eso estaba en un futuro muy distante por desgracia.

    – [Niall]Él, es un cabroncete que no para de picotearme la cabeza y producirme migrañas.[/Niall] – me di cuenta de que Niall hablaba poco de los problemas que le daba día a día. Evitaba darle vueltas, era una persona con la que era muy fácil hablar.

    – [Noah]Igual quiere salir a volar un rato.[/Noah] – ofrecí. Hacer las paces con esa parte de sí mismo podría venirle bien. – [Noah]Si quieres te hago compañía, aunque como Rakkthathor no iré muy rápido.[/Noah] – añadí. A veces convenía dejar salir nuestras otras apariencias y a mí me lo empezaba a pedir el cuerpo.

    – [Niall]Mira que eres…[/Niall]- suspiró. – [Niall]Está bien, vamos.[/Niall] – asintió. Caminamos hacia el exterior de la nave y al ver que no había nadie, Niall dejó salir su aspecto de ave y sobrevoló la zona en círculos esperándome.

    Yo dejé salir mi aspecto de demonio, disfrutando de la resistencia de ese cuerpo y de la fuerza de mis músculos cuando eché a correr. Me sentía ágil, rápido y al notar el viento contra mi rostro noté una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo.

    Podía ser la sensación de ser libre, de tomar las riendas de mi vida y empezar de cero. Pero una parte de mí me decía que había algo más. Aun así, la perspectiva de un futuro prometedor me hizo centrarme solo en eso y nada más.

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE II

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR

    Por un momento, el hecho de verme transportado frente a la Kvasir me trajo la sensación de haberme movido gracias a mi velocidad, pero la ilusión se desvaneció rápido. Mientras todos hablaban de lo que había pasado, de lo que nos habíamos visto obligados a entregar, noté la ausencia de ese tiempo adicional en el que todo se detenía mientras yo pensaba.

    Mi mente se había quedado ágil, por suerte, supuse que por el esfuerzo de pasar más de veinte años tratando de mantener el ritmo de mi poder. Me reconfortó un poco no verme torpe, poder seguir la conversación a medida que dibujaba en mi cabeza mis propias conclusiones, pero siempre me faltaría ese tiempo extra, esa capacidad para meditar las cosas antes de hablar con el resto.

    – [Owen]¿Felicidades?[/Owen] – preguntó Owen, al que le habría venido bien haber podido meditar la respuesta viendo que la cara de Cole se alejaba mucho de la alegría. Si bien Caitriona no parecía completamente mala, había una parte de ella oscura y ansiosa de poder, una parte que ese ser al que servía había alimentado. Pero sin embargo había añadido a la madre de Cole y Dante a mi trato con ella sin pedir nada a cambio, así que en el fondo, era buena. Aunque por mucho que lo fuese, una cosa era eso y otra confiarle a tu hija, desconocida o no.

    Cole negó con la cabeza, tratando de aparentar una calma que solo era aparente, bajo la fachada, sus cimientos se resquebrajaban. – [Cole]No creo que vuelva a verla.[/Cole] – sentenció, fijando la mirada en el suelo.

    Por suerte, Sophie decidió intervenir con su trato para desviar la atención. – [Sophie]Aún no sé muy bien lo que he conseguido[/Sophie].- admitió. Había algo diferente en ella, además de que su pelo ahora tenía mechones de un rosa bastante agradable a la vista.

    Me quedé pensando en su intervención para ayudar a Cole y en como los demás lo habían hecho antes tambié, conmigo y con otros. Era una ilusión pensar que seríamos capaces de crear un grupo cohesionado como el de los Moondies con treinta personas, incluso en su tiempo, Bill, Vincent, Hiroshi y Logan iban y venían o en el caso del último aparecían cuando querían. Cada vez se veía una unión más clara y estaba confiado en que de aquello saldríamos unos verdaderos New Moondies mientras que otros serían como los de Blue o los Satellites, unos buenos aliados y aliadas que siempre estarían ahí. – [Julia]Tengo los recuerdos felices de Ezra.[/Julia]- la voz de Julia hizo que dejara de observar las interacciones no verbales entre los demás. Esperaba que no fuera cierto lo que estaba diciendo.- [Julia]Y todo lo que habéis perdido el resto.[/Julia] – añadió. Sentí un escalofrío en la espalda, mi poder podía estar en sus manos, aunque no la veía utilizarlo, ni ninguno de los otros. Quizá fuera una broma, pero el mero hecho de decirlo me recordó la parte de mí que acababa de perder y podía formar parte de alguien más ahora.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – preguntó Nate.

    – [Julia]Pues claro que no.[/Julia]- sonrió ella al ver la cara de Nate y del resto, dándose cuenta de que la broma había sido demasiado pronto.- [Julia]Me ha dado fuegos artificiales.[/Julia]- acompañó sus palabras iluminando la noche estrellada. Creo que sentí alivio al pensar que mi poder no estaba de inmediato en manos de nadie más, pero no sabía si prefería que esa parte de mí estuviera a salvo con alguien cercano como Julia o perdida en manos de quién sabe qué clase de persona.

    – [Idris]¿Y que has dado a cambio? [/Idris]- le preguntó Idris, que parecía igual de calmado y divertido que siempre. – [Idris]¿Lo que tenías suelto?[/Idris] – bromeó con una de sus amplias sonrisas que instaban a hacer lo mismo.

    – [Julia]¿Te estás metiendo con mi poder?[/Julia] -replicó Julia frunciendo el ceño.

    – [Idris]No no, que va, yo lo usaría cada vez que estuviera… ya sabes[/Idris] – por un momento no supe dónde mirar, a Idris le resultaba muy natural hablar de sexo, sin embargo a mi siempre me había resultado difícil, no como a mis padres ni como a Leo. Miré de reojo a Lexie y vi que esbozaba una sonrisa pícara, le correspondí con la mejor que pude invocar, aunque sorprendentemente, la pérdida parecía menor cuando la miraba a ella.

    – [Owen] Llevas la fiesta en el cuerpo.[/Owen] – comentó Owen, que también parecía relajado, incluso divertido, pero tenía pinta de ser fachada y en el fondo estaría preocupado por su hermana y su hermano, en especial el último, que observaba el suelo en silencio, pensativo.

    – [Julia]Pues yo estoy muy contenta con él.[/Julia]- replicó Julia sacándoles la lengua. – [Julia]Sois una panda de envidiosos.[/Julia] – añadió. La vi guiñarme un ojo, parecía que a Julia se le daba bien saber cuando tenía que bromear, porque el ambiente parecía un poco menos tenso, teniendo en cuenta la situación.

    – [Xander]¿Y tu Niall? [/Xander]- preguntó Xander, viendo que mi amigo era el único que no había dicho su trato. Me extrañaba que hubiese aceptado, porque lo primero que imaginaba que hubiese podido ofrecerle Caitriona habría sido volver.

    – [Niall] He dado mi poder a cambio de fama.[/Niall]- Julia iluminó el cielo de nuevo. – [Niall] Gracias tía.[/Niall] – dijo él. Un silencio pesado se cernió sobre todos nosotros. Nadie sabía qué decir porque Niall había entregado su poder por algo que a primera vista parecía…superficial. Pero tenía que haber más en esa historia, Niall era buena persona, confiaba en él.

    Estaba meditando qué podía decir para ayudarle cuando una luz cegadora resplandeció en mitad del círculo que había formado. Cuando la oscuridad volvió a asentarse allí, en el punto del que había surgido la luz, había ahora una esfera similar a las orbes daë, pero sin ningún color.

    – [Laura]Eh…hola.[/Laura]- dijo una voz conocida, emanando de la esfera. Pensé que solo la había escuchado yo, como estábamos todos acostumbrados a hacer con las orbes, pero vi que todos miraban hacia la imagen de Laura que se proyectaba de la misma, ahora con una ropa diferente.

    – [Henry]¿Donde estás?[/Henry] – preguntó Henry. Me sentí mal por él, por lo que significaba lo que estábamos viendo. Henry podría ser yo si la que se hubiese ido fuera Lexie, pero pese a lo mucho que detestaba estar allí, se había quedado por mí, por salvarme.

    – [Laura]En casa.[/Laura]- esas palabras salieron muy despacio, porque sabía el peso que tenían.

    – [Xander]Espero que estés bien. ¿Podrías decirnos a cambio de qué Laura?[/Xander]- preguntó Xander poniendo especial cuidado en cada una de sus palabras y adelantándose a otros que parecían tener algo….menos bueno que decir.

    – [Laura]He dejado de ser Daë.[/Laura] – evitó mirar a nadie en concreto.

    – [Dante]Es lo que me ofreció a mi. [/Dante]- repitió Dante, apoyándose en la Kvasir.

    – [Laura]Sé que…es difícil de entender…[/Laura]- Laura movió las manos con más coordinación que antes, muestra de que el trato de Vera había sido cumplido.

    – [Amy]Eres una egoísta de mierda, Laura.[/Amy]- esta vez ni Xander ni Elle pudieron evitar que Amy dijese lo que pensaba de su decisión.- [Amy]Mi hermana Vera ahora tiene unas cicatrices en tus manos para ayudarte con las tuyas.[/Amy] – pese a que Amy a veces podía resultar demasiado dura, era fácil entender que después de lo que había dado su hermana pequeña, tenía motivos para estar molesta.

    – [Xander]Amy, no estamos aquí para juzgar.[/Xander] – dijo Xander tratando de evitar una confrontación.

    – [Noah]¿Por qué podemos seguir hablando?[/Noah] – pregunté, intentando distraerles hacia otra cosa. Hasta el momento solo habíamos conseguido hablar mediante las orbes y esta que teníamos delante era diferente, de ningún elemento.

    – [Laura]No pido que me entendáis.[/Laura]-trató de defenderse Laura, se la veía a punto de perder la calma y caer presa de los sentimientos que tenía encima.- [Laura]He vuelto a casa porque no tengo madera de Daë y lo único que he pedido a cambio es esto para no perder el contacto.[/Laura] – añadió. Así que eso era obra del ser al que servía Caitriona, uno cuyos tratos no podían invalidar los Daesdi, así que sin duda, era un ser ancestral, casi tan viejo como ellos, pero en lugar de luchar por un equilibrio y una paz, se alimentaba de desesperación.

    – [Lexie]Bueno, lo único no, porque estás en tu casa mientras el esto estamos salvando la puñetera galaxia.[/Lexie]- replicó Lexie con descaro, la conocía, no le preocupaba decir lo que pensaba si creía que tenía la razón y en su caso, que había rechazado la opción de irse por ayudarnos, era difícil que no fuera a estar muy enfadada.

    – [Xander]Laura,¿te importa si hablamos entre nosotros para calmar las cosas y volvemos a hablar más tarde? [/Xander]- viendo que la situación no iba a mejorar mucho, Xander estaba optando por esperar a que se calmaran los ánimos.

    Laura asintió y tragó saliva.- [Laura]Lo siento. No puedo decir otra cosa.[/Laura]- se disculpó antes de desvanecerse. La esfera se apagó y Henry se agachó para recogerla.

    Xander suspiró profundamente, miró a su hermana y decidió romper el silencio. – [Xander]De vuestros tratos hemos aprendido que se han llevado cosas muy importantes para alimentarse de vuestra pérdida. Sería interesante saber también que os ofrecieron al resto, para que todos podamos saber dónde defendernos. [/Xander]- propuso. Era cierto que cuanto más supiéramos, más preparados estaríamos, pero quizá algunos tratos fuesen demasiado privados.

    – [Idris]A mi un cambio de padres.[/Idris] – comentó Idris encogiéndose de hombros, pero vi una sombra cruzar su rostro. Idris adoraba a su madre y a su padre, pero eso no negaba el hecho de que le habría gustado conocer a los Moreau.

    – [Dante]A mí lo de Laura, no me gusta ser Daë pero tampoco lo voy a andar regalando. [/Dante] – recordó Dante. Vi que dirigía una mirada a Chloe, parte de una conversación que desconocía.

    – [Xander]Al menos ahora sabemos que somos Daë y que falta uno o una mínimo, por Laura.[/Xander] – comentó Xander. Era curioso pensar que de pequeño me veía a mi mismo como una especie del MacLeod de nuestro grupo, pero a la hora de la verdad era Xander el que estaba jugando de alguna forma ese papel. Quizá la clave era ser más preocupado. – [Xander]A mí me ofreció poderes.[/Xander] – añadió. Su sueño de toda la vida, un héroe de leyenda como su padre y su madre.

    – [Elle]Probablemente no fuera Daë.[/Elle]- intervino Elle, dando un paso adelante.- [Elle]¿Os acordáis de Cecil, Liad, Paige y Lila? Pues eso.[/Elle] – dijo después. Era cierto que a veces había falsas pistas sobre quiénes eran Daë de verdad o no, los Daesdi hacían sus elecciones, pero luego las comprobaban con Pruebas que no todos pasaban. Si esto era una, Laura no la había pasado.

    – [Kaylee]Esperemos que no dé tanto asco como esos seres.[/Kaylee]- dijo Kaylee. Elle y ella sonrieron, conscientes de que por mucho que Laura se hubiera ido, no había caído tan bajo como para ser  una traidora como ellos.

    – [Henry]Simplemente le ha vendido grande todo esto. [/Henry] – dijo Henry, pensativo. Sí, Laura había pasado bastantes cosas y no había terminado de encontrar su sitio ni su motivación, tampoco podía culparla nadie, al menos después de meditarlo bien. – [Henry] A mi me ofreció una cura para mí enfermedad a cambio de mis sentimientos.[/Henry] – explicó. Henry no había entrado en muchos detalles sobre su enfermedad más allá de que el terreno de batalla no era el sitio donde mejor podía estar.

    – [Lexie]Espero que se los hayas dado.[/Lexie]- comentó Lexie. Sabía que no lo decía de malas y su comentario pareció romper el hielo de la tensión que había creado volver a hablar de Laura.

    – [Idris]¿Y a ti que te ofreció listilla?[/Idris] – la pinchó Idris, consiguiendo que le sacara la lengua.

    – [Lexie]Me ofreció mejorar mi poder.[/Lexie]- dijo mirándonos mientras alzaba las cejas.- [Lexie]Mucho.[/Lexie] – puntualizó. Me acerqué a ella, que estaba a varias personas de distancia y le coloqué una mano en la espalda. Pocas personas pensarían que Lexie Fenris, la heredera «mimada» del hombre más rico de Ripper, había pasado demasiadas cosas malas en su vida.

    – [Leo]A mí cambiar el pasado. [/Leo] – escuché decir a mi hermano. No necesité ver como miraba a Amy para saber que se refería al hecho de haberse ido, o quizá a no haber sido nunca convertido.

    – [Owen]A mi intento venderme una cura contra la licantropía a cambio de una herida en el alma. [/Owen]- comentó Owen enfatizando haciendo unas comillas. – [Owen]La herida era que Jane no volviera a hablarme nunca más.[/Owen] – añadió. Un precio demasiado alto, yo no habría cambiado a Leo por volver a tener mi poder, ni a Lexie, ni probablemente mi relación con ninguno de ellos.

    – [Jane]Gracias.[/Jane]- dijo su hermana, se la notaba conmovida, aunque siendo como era, no tardó en ocultarlo.- [Jane]A mí me ofreció liberarme de mi poder a cambio de darle a mi madre.[/Jane] – explicó. Xander la miró fijamente y ella apartó la mirada.

    Mike se aclaró la garganta y habló. – [Mike]Saber médico.[/Mike] – resumió. – [Mike]Pero teniendo que sacrificar a alguien de cada «especie».[/Mike] – un trato que parecía sacado de Fausto. Se me pusieron los pelos de punta solo con pensarlo.

    – [Ruby]A mí ser la líder.[/Ruby] – comentó Ruby apoyando la espalda en el brazo de Nate. Alzó una ceja y sonrió, como si dijese que era evidente que así todo iría mejor.

    – [Bowie]Ser humana del todo.[/Bowie] – dijo Bowie en voz baja, parecía estar pensando algo más, como si estuviera en otra parte.

    – [James]M-magia.[/James] – dijo James. Debían haberle pedido algo importante para negarse viendo su interés en ella, o quizá temía obtenerla de un modo así.

    – [Zahra]Librarme de una parte de mí.[/Zahra] – dijo Zahra. Me pareció duro de escuchar, así que más debió resultarle la propia oferta.

    – [Lekwaa]Librarme de ser Lekwaa.[/Lekwaa] – dijo el aludido. En el fondo lo que había ofrecido a varios, volver a una vida normal.

    – [Chloe]Ser de vuestro tiempo, evidentemente dije que no.[/Chloe] – Chloe se rió y luego pasó a fingir mirarse las uñas, aunque sus ojos seguían a Dante, que también la miraba.

    – [Nate]Saber de dónde vengo a cambio de parte de mi poder.[/Nate] – explicó Nate. Era extraño que alguien que siempre había estado allí para nosotros supiera tan poco de sus orígenes.

    – [Robin]A mí no había nada que pudiera ofrecerme.[/Robin] – dijo Robin. Por un momento dudé de si era verdad o estaba ocultando el verdadero trato. Aquel silencio recurrente volvió a instalarse entre nosotros, hasta que una voz desconocida ses escuchó detrás de nosotros.

    – [Ezequiel]A mí ser Daë.[/Ezequiel] – dijo la voz.

    – [Lexie]¿Y tú quién eres?[/Lexie] – preguntó Lexie, adelantándose para plantarle cara al desconocido. Allí a su lado parecía ser varios centímetros más alta que él. Era un hombre que no aparentaba muchos más años que nosotros, de piel tostada.

    – [Ezequiel]Mi nombre es Ezequiel. [/Ezequiel] – explicó, mirando cada nueva cara que tenía frente a él. – [Ezequiel]Y desde hoy también soy Daë.[/Ezequiel] – añadió.

    Esta vez el silencio tardó más en disiparse. Había demasiadas preguntas en el aire y para mí el tiempo daba mucho menos de sí.

  • PERDIENDO LA PARTIDA

    NOAH ARKKAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Ni siquiera con mi velocidad pude reaccionar a tiempo cuando el sueño lo cubrió todo y caí al suelo. Lo que si me permitió fue ver que no era el único que estaba allí inconsciente, los rostros de mi familia y mis amigos y amigas quedaban aplastados contra las piedras de la plaza del centro del laberinto, coronada por una fuente sobre la que se alzaba un pequeño arcoiris. Aquél laberinto era mágico, no solo en parte, si no en todo su ser, cada fibra de demonio en mí lo percibía como un pulso que recorría y embargaba mis sentidos.

    Cuando desperté, además de la cabaña en la que me encontré, sentí que seguía, si no en el mismo, en un lugar igual de mágico, pero con una naturaleza diferente, con un equilibrio que de continuo parecía a punto de decantarse entre cualquiera de sus bordes.

    No molestaré con los detalles que descubrí en cada rincón de la cabaña, porque la recorrí una infinidad de veces tratando de buscar una salida. No había forma, aquella manilla no se movía ni siquiera bajo el peso de mi fuerza demoníaca hasta que de pronto, como si la física de aquél pequeño universo en el que se había convertido esa cárcel improvisada se rompiera, la puerta se abrió.

    – [Caitriona]Hola, Noah[/Caitriona].- dijo una voz femenina. Por regla general, para cuando hubiera cruzado el umbral mis sentidos ya lo habrían visto todo de ella, pero como si su propia esencia formara parte de aquél lugar, fui incapaz de ser más rápido, como si mi don hubiera desaparecido sin más, solo que en mi interior notaba que lo estaba usando.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Rebajé la velocidad y sus movimientos siguieron al mismo ritmo, esa magia, la de aquél lugar, quebraba las leyes de la física.

    – [Noah]¿Un trato? Antes tengo que saber más de todo esto…[/Noah] – le pregunté. Estaba en una situación desfavorable, no sabía nada de aquél lugar, de qué les había pasado al resto o cómo habíamos llegado al laberinto en primer lugar. Y luego estaba ese trato que ofrecía y que no pintaba nada bien.

    Creo que cuando asintió no esperaba todas aquellas preguntas, pero aceptó cada una con paciencia y me pregunté cuánto ganaría con ese trato como para aguantar así. Descubrí que la magia de Kaylee nos había sacado del ataque de los sirvientes y sirvientas de Antailtire pero con la prisa y el miedo nos había dejado a la deriva entre mundos, llegando al Laberinto. Tenía serias dudas al respecto, parecía más bien que ella, o a quien ella sirviera a juzgar por sus palabras, había mediado en el conjuro de Kaylee para atraernos aquí. Tenía confianza en las habilidades de mi amiga y posible cuñada.

    Al parecer el Laberinto comunicaba con aquél lugar y dormirnos era parte del proceso de cruzar el portal a ese lugar, ese Bosque del que no sabía ni el nombre. No es que diera muchos detalles, esa conversación era una partida de ajedrez en la que yo no tenía ninguna ventaja y Caitriona era una jugadora experta. Ese trato que me ofrecía se había repetido antes, no solo con el resto de los que habían venido conmigo y les había tocado ya el turno, si no incontables veces en el pasado, con a saber cuántas almas. Fuera como fuese, había demostrado que no podía salir de allí, así que me veía obligado a atenerme a sus términos y escuchar su pacto como harían los demás.

    – [Caitriona]Pues sí que tenías dudas…[/Caitriona]- dijo ella, esbozando una sonrisa tenue.

    – [Noah]Lo siento, sé que es molesto, pero la situación no va a permitirme errores.[/Noah] – no sabía aún qué pensar de ella, así que fui correcto pero cauto. Notaba el peligro en el ambiente, pero una parte de mí me decía que aquella persona que tenía frente a mí no era inherentemente malvada. Quizá así fuera siempre, puede que eso mismo hubieran sentido los demás al enfrentarse al Soberano, a Z o incluso a Mason, que eran personas a fin de cuentas. – [Noah]Escucharé tu trato si eso sirve para que nos vayamos de aquí.[/Noah] – le dije.

    – [Caitriona]Como te he dicho, os iréis cuando todos los miembros del grupo hayan escuchado mis ofertas[/Caitriona]. – repitió ella, firme. Asentí y esperé a que dijera el trato que tenía reservado para mí.

    – [Caitriona]Te ofrezco que tu familia esté a salvo de Omega[/Caitriona]. – con esa decena de palabras consiguió sorprenderme y dejarme indefenso. Omega, la amenaza que pesaba sobre todos los que habíamos llegado desde la Tierra y nos habíamos visto envueltos en esa misión. Por mucho que Antailtire fuera ahora nuestro principal enemigo, Omega seguía ahí, oculta en las sombras. Habíamos pensado qué habría pasado con ella cuando llegamos aquí, si se habría quedado en la Tierra o habría llegado también a estos mundos. Estuviera donde estuviese, era una terrible amenaza para todos.

    – [Noah]¿Está en la tierra?[/Noah] – pregunté. No sabía si me daría una respuesta o una evasiva. Juzgué la postura de sus manos, reposando en su regazo en cuanto alzó una silla de la misma tierra. Una posición estudiada, controlada, como cada una de sus palabras.

    Ella asintió.- [Caitriona]Ha vuelto hace poco[/Caitriona]. – añadió. Así que sí había llegado con nosotros a aquel mundo. No podía ser una Daë, ella no, con sus ansias de destrucción. Quizá era todo una jugada del destino o tenía que ver con Jane. Fuera como fuese, había vuelto y ahora era un peligro para los Moondies, que no sabrían que estaba allí. Y ella me ofrecía protección para mi familia, pero no sabía si según su concepción de familia o la mía.

    – [Noah]¿Por familia te refieres a mis padres? ¿Y cómo sé que podrás hacer algo desde aquí para protegerles?[/Noah] – pregunté. Por mucho poder que le hubiera visto desplegar, estábamos a efectos prácticos en el pasado, a mundos de distancia, era necesaria mucha magia para poder hacer algo, una capaz de detener a Omega.

    Esbozó una leve sonrisa y asintió.- [Caitriona]Jugando con las probabilidades y usándolas a su favor[/Caitriona]. – puntualizó.

    Suspiré, valorando las opciones. Podía conseguir tiempo, protección jugando con que a Omega le apeteciera ignorar a mis padres, pero sin nosotros allí, con la fuerza que había demostrado tener, no podrían con ella. Podría atacar a cualquiera que no fueran mis padres, incluso a la pequeña Chloe. – [Noah]¿Y los demás? Mis tías y tíos, los padres de Lexie, los MacLeod…[/Noah] – pregunté. Necesitaba incluirlos, no podía hacer un pacto así dejando de lado al resto.

    – [Caitriona]Tu padre y tu madre[/Caitriona].- confirmó, despejando mis sospechas. Por mucho que quisiera a mi padre y mi madre, no podía salvarles sabiendo que el resto podrían salir mal parados. Tenía que seguir el juego, conocer qué quería a cambio y negociar.

    – [Noah]¿Qué pides a cambio?[/Noah] – puse toda mi atención en sus palabras porque hasta la petición más inocente podía esconder algo.

    – [Caitriona]Tu velocidad[/Caitriona]. – dijo ella. No había duda, no había intenciones ocultas, quería mi don.

    Solo de pensar en el precio notaba un vacío en el estómago, una sensación que perduraría si perdía algo que era parte de mí desde el mismo momento en el que fui consciente de lo que me rodeaba. No había sido un niño fácil con tanta energía, aburrido después de poco tiempo porque con mi velocidad, apenas una fracción por aquel entonces, ya había jugado con todo lo que tenía a mi disposición. Había aprendido a controlarla, a dominarla para hacer mi vida más llevadera y conseguir ventajas, tenía todo el tiempo del mundo, nunca tenía prisa, podía visitar cualquier lugar. Me pedía renunciar a esa libertad, a una parte de mi propio ser, a cambio de otra parte de mi vida, de las personas que me importaban. – [Noah]Solo la daré si proteges también a los demás.[/Noah] – sentencié, tratando de parecer serio y firme. Me vibraba una mano por los nervios, así que la oculté detrás de mí. Aunque seguro que ella lo sabía, que con sus ojos veía a través de mí.

    – [Caitriona]Esto no es un mercadillo, Noah[/Caitriona].- repitió, colocándose en la silla, su postura demostraba que ella no necesitaba esa negociación tanto como yo. Pero si fuera así, no estaría allí.

    – [Noah]Precisamente, si me pides mi velocidad es que sabes lo que significa.[/Noah] – me mantuve firme, evitando pensar en todo lo que cambiaría en mi vida si el trato se cumplía. No tenía sentido valorarlo, porque sabía en todo momento que la alternativa de perder cualquiera de esas vidas la cambiaría para algo mucho peor.

    – [Caitriona]Lo sé[/Caitriona]. – se limitó a decir.

    – [Noah]No puedo venderla más barata y menos sabiendo que ella ha vuelto y cualquiera puede sufrir por su culpa.[/Noah] – insistí. La miré a los ojos y le aguanté la mirada pese a que mis costumbres me pedían a gritos apartarla una y otra vez.

    – [Caitriona]Dime a quiénes quieres proteger[/Caitriona]. – dijo al final.

    Suspiré y medité bien mi respuesta. A cualquiera que me dejase fuera, podría caerle la ira de Omega. Lo había leído incontables veces. Me pregunté si aquella mujer con ese aspecto tan poco terrenal y ese bosque mágico no sería también una faë. Todas las historias avisaban de los tratos con ellos y si algo se repite tan a menudo en la ficción es que tiene parte de verdad. – [Noah]Cara Elle Arkkan, Daakka, Christopher MacLeod, Diana Echolls, Sarah Echolls, Daniel Arkkan, Sasha Elliot, Alexander Fenris, Karen Fenris, Liam Fenris, Mara Solo-Novak, Vincent Solo-Novak, Dominic Williams, Rebecca Williams, la…la señora Allen, la madre de Niall. Bill Parker. E Hiroshi Sato. Y Logan, Logan Villiers.[/Noah] – repasé una y otra vez la lista en mi mente. Logan Villiers no era casi ni un conocido para mí, pero era el padre de Cole, Dante y Niall y un Daë, además de tener un poder muy peligroso, podía ser un blanco fácil para Omega. Y por más que busqué, los nervios me dejaron en blanco respecto al nombre de la madre de Niall, lo sabía, lo tenía en la punta de la lengua, pero no era capaz.

    – [Caitriona]Son muchas personas[/Caitriona].- dijo ella, frunciendo el ceño con ligereza.

    – [Noah]Y pides algo muy grande a cambio.[/Noah] – repliqué. Era consciente de que con mi don podrían hacerse cosas terribles, necesitaba incluir esa garantía.

    – [Caitriona]Estarán a salvo hasta que volváis a la Tierra[/Caitriona].- concedió tras pensárselo un rato. Me di cuenta del cambio, ya no garantizaba su protección como antes, si no solo hasta que volviésemos a la Tierra. Eso me tranquilizaba en el sentido de que si algo impedía que volviéramos, ellos estarían bien, al menos respecto a Omega. Y también porque me hacía tener la esperanza de volver.

    Asentí y suspiré mientras meditaba mis palabras. – [Noah]Entrego mi don, no mi velocidad normal, si no mi don, a cambio de que esas personas estén a salvo hasta que nosotros volvamos a la Tierra…y que mi poder no se use con malos fines.[/Noah] – dije, extendiendo mi mano para sellar aquél oscuro pacto que sin duda recordaría toda mi vida.

    Caitriona me miró unos segundos, consciente de la cláusula que acababa de añadir. No pareció importarle, así que lo que sacaba de aquél trato tenía que ser algo más. Puede que no solo mi don, si no, quizá, quitármelo. Ella extendió su mano y agarró mi brazo, las manos de cada uno aferrando el codo del otro. Después, fue como si un rayo me partiera en dos y arrancara de mí toda energía, toda la fuerza y las ganas de vivir. En aquél instante caí de rodillas, roto, no por el dolor, si no por la pérdida.- [Caitriona]Que así sea[/Caitriona]. – dijo ella frente a mí. Mi don brillaba como una esfera dorada refulgente en su mano.

    Moví una mano lo más rápido que pude y me encontré con una barrera. Un límite había caído sobre mí, el de mi propia raza sobrenatural. Era algo más rápido que un ser humano todavía, pero muy lento respecto a lo que solía ser.

    Con Caitriona allí delante, con mi poder en sus manos, listo para ser entregado a saber a qué o a quién, quizá metido en una vitrina de trofeos para toda la eternidad, traté de buscar refugio en mi velocidad, ese tiempo para pensar, para decidir, que siempre había tenido. Pero ya no estaba, había corrido contra el tiempo toda mi vida y acababa de perder la partida.

    – [Caitriona]Gracias, Noah[/Caitriona].- dijo ella.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]. – me puse en pie, sacando fuerzas de todo lo que aún tenía por delante. Descubrí que mi mente seguía siendo ágil, quizá como resultado de llevar toda una vida entrenándose para decidir tan rápido como mi velocidad. No era una agilidad mental sobrehumana, pero si lo suficientemente rápida como para ver que mi poder se convertía en un topacio que se guardó en un bolso que colgaba en su cintura. Se me cruzó por la mente la idea de arrebatárselo, pero ni era tan rápido como para hacerlo ni podía arriesgarme a terminar con ese gesto el pacto que habíamos sellado.

    – [Noah]Cumple tu parte, por favor.[/Noah] – le pedí.

    – [Caitriona]Un pacto es un pacto[/Caitriona].- dijo con severidad. Pese a haberme arrebatado una parte de mí, supe que los demás estarían a salvo y ella cumpliría con su palabra.

     

  • FE, ESPERANZA Y ENGAÑOS

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MAÑANA

    Me removí en la cama un par de minutos hasta que fui consciente de que no iba a dormir más. Con todo lo de la noche anterior nos habíamos acostado tarde hablando y no me había dado cuenta de dejar tapadas las ventanas del cuarto. El sol me había desvelado, pero me encontraba bastante bien de energía, sobre todo ahora que volvía a estar en mi cuerpo. Sentía la necesidad de que necesitaba recuperar el tiempo perdido.

    Desayuné y me di una ducha antes de volver a la habitación, pero era tan temprano que no esperaba encontrarme a Lexie en mitad del pasillo.

    – [Noah]Has madrugado.[/Noah] – dije, alegrándome de verla. Estaba acostumbrado a despertarme con ganas de hablar con ella, pero asumía que Lexie no era de madrugar, si no más bien de acostarse tarde. – [Noah]O no te has acostado todavía.[/Noah] -razoné. venía con ropa de calle y tenía aspecto de cansada, aunque tenía un brillo en la mirada que llevaba tiempo sin verle.

    – [Lexie]Voy a acostarme ahora[/Lexie].- aclaró con un bostezo. Nada más abrir la puerta escuchamos los ronquidos de Niall.

    – [Noah]Puedes dormir en la mía si quieres, no hay nadie ahora.[/Noah] – su respuesta fue cerrar la puerta de su cuarto y caminar hasta el mío. Fui detrás de ella por si necesitaba algo para acomodarse. – [Noah]Era difícil distinguirlo, siempre estás estupenda.[/Noah] – las sonrisas con ella siempre me salían solas. Por regla general, trataba de sonreír aunque fuera ligeramente para facilitar las conversaciones y que la gente se sintiera bien. Pero con ella no y eso era una de las cosas que me habían hecho darme cuenta de lo que sentía. Aunque también me había confundido durante un tiempo al tener facilidad para sonreír tanto con «Lexie» como con «Allie».

    – [Lexie]Dime algo que no sepa[/Lexie].- parpadeó mostrando todo el encanto de sus pestañas. Lexie era una tanuki, así que junto a la creación de ilusiones y la posesión de muchos aspectos, venía el «encanto». Según los libros tenía un don para ello, no sé si era algo pasivo o llegaba a utilizarlo siquiera, pero estaba convencido de que con encanto o sin él, a mi me volvería loco de igual forma..

    – [Noah]Lo de que nos has salvado a todos también lo sabes.[/Noah] – me acerqué a ella y le pasé una mano por la cintura. Los gestos de cariño me habían resultado siempre difíciles. En casa estaba acostumbrado a verlos con naturalidad, incluso en mis tíos y tías. No se debía a algo que hubiera visto a ninguno si no a mi propia personalidad que había venido cargada de introversión y miedo al rechazo. Con Lexie, una vez pasadas las primeras veces, todo era más fácil, con ella me salía una parte de mí con la que estaba cómodo, los gestos de cariño eran naturales, espontáneos.

    – [Lexie]Las manos van al pan y yo aún no he dormido[/Lexie].- me recordó, con una sonrisa algo cansada por la falta de sueño.

    – [Noah]Pensé que eras un ave nocturna.[/Noah] – le repliqué, esperando mientras se cambiaba la ropa para dormir más cómoda.

    – [Lexie]Ni diurna, ni nocturna[/Lexie].

    – [Noah]¿Estás bien?[/Noah] – pregunté. Parecía muy callada y eso era señal de que algo le rondaba la cabeza. No había visto tan clara esa parte de ella hasta venir aquí, pero eso también se debía a que antes de todo esto pensaba que eran dos personas diferentes.

    – [Lexie]Tengo noticias[/Lexie].- respondió sentándose en la cama. Me senté a su lado.

    – [Noah]Cuéntame.[/Noah]

    – [Lexie]Hay un tío que nos puede llevar de vuelta a la Tierra[/Lexie].

    Los ojos de Lexie estaban clavados en mí, esperando mi reacción. Hasta el momento la conocía, pero después del tiempo que llevábamos dando vueltas por los mundos del Cúmulo y después del peligro en el que nos habíamos visto metidos la noche anterior, la idea de que Lexie y todos los que no querían seguir con esto se alejaran de tanto peligro, resultaba tranquilizadora. Aun así, no me hacía ilusiones, si se iban era posible que no les volviéramos a ver. Nada nos garantizaba que nos diesen el camino de vuelta cuando reuniéramos a los Daë. – [Noah]Te ayudaré a encontrarlo si quieres marcharte.[/Noah] – le aseguré, tratando de poner toda mi convicción mientras reprimía una lucha interna.

    – [Lexie]No creo que sea difícil de encontrar, pero no nos va a salir barato[/Lexie].- comentó, mirándose las uñas, que había debido hacerse al poco de volver a su cuerpo.

    – [Noah]Bueno, sea como sea, te ayudaré.[/Noah] – puse mi mano sobre la suya, viendo a través de toda aquella ilusión de seguridad. Lexie era dura, decidida, fuerte, pero a fin de cuentas, humana. Solo los héroes y heroínas de los libros no tienen dudas o miedo nunca. En la vida real, incluso llevando caminos como los nuestros y teniendo nuestros dones, el miedo está ahí todo el tiempo.

    – [Lexie]¿Te imaginas? Esta nave de mierda se queda aquí y yo me voy meneando el pandero[/Lexie].- se puso en pie, sonriendo y dio un giro, orgullosa por haber dado con aquella información. Asentí, tratando de disimular.

    – [Lexie]¿Te has ido a Honalulú y has vuelto?[/Lexie]- me preguntó, acercándose y sentándose sobre mis rodillas. Notar su peso sobre mí me reconfortó pero a la vez temí no volver a sentir algo así en mucho tiempo.

    Le sonreí y la miré a los ojos, sabiendo que así me sería imposible mentirle. –  [Noah]No. Es que…te echaré de menos. Pero me alegro de que puedas alejarte de esto.[/Noah]

    – [Lexie]Volveremos a vernos. No seas dramas[/Lexie].

    – [Noah]Ya. Ya. Lo sé. Saldré de aquí. Todos lo haremos. Y volveré.[/Noah]

    – [Lexie]Y el Oscar es para…[/Lexie]

    Fingí mirarla mal. Ahora que el shock inicial de descubrir su «engaño» había pasado, había tenido tiempo a comprender sus intenciones y a conocerla mejor. Me resultaba muy difícil, por no decir imposible, enfadarme con ella. Podía admitir sin ningún miedo que la quería, que para mí, era Selardi. Pero dudaba que ella estuviera preparada para escucharlo.

    – [Noah]No te metas conmigo.[/Noah]

    – [Lexie]Respeto tus sentimientos, pero…[/Lexie]- sonrió imitando una cara de malicia que alguna vez si había puesto de verdad. Lo reconocía porque le salía una arruga en el puente de la nariz muy graciosa.

    – [Noah]Vas a tener que compensar ese agravio.[/Noah] – fruncí el ceño y puse una mirada pícara. Conocía el punto débil de Lexie Fenris y pensaba aprovecharlo. Mis manos fueron más rápidas de lo que ella podía evitar y las cosquillas empezaron a repartirse por todos esos puntos en los que más se le concentraban.

    – [Lexie]¡PARA, PARAAAA![/Lexie]- pidió, riéndose. Daba manotazos para liberarse y alguno dolía, pero solo consiguió que cayéramos sobre la cama.

    – [Noah]Ah no, me voy a vengar.[/Noah]. – seguí haciéndole cosquillas hasta que me di cuenta de que se las estaba haciendo a mi propio cuerpo. Lexie había creado una ilusión en la que era yo mismo. – [Noah]Ya le has quitado la gracia. No soy narcisista.[/Noah] – puse cara de asco.

    Ella se echó a reír y recuperó su aspecto. Sonreía aún y su pecho subía y bajaba al haberse acelerado su respiración por las cosquillas. Estábamos uno al lado del otro, muy cerca. Nuestros labios se acercaron sin poder saber quién lo había hecho primero. Quizá ambos. Mientras estábamos así, unidos, el tiempo pareció pasar de forma diferente. Incluso mi «ansia» por hacer algo había desaparecido, no tenía prisa, podía pasarme así todo el tiempo. Por desgracia había que respirar.

    – [Lexie]Bueno, ¿me haces el desayuno?[/Lexie]- me pidió sonriendo.- [Lexie]Así cojo fuerzas[/Lexie]. – propuso. No sabía si ahí tenía que entender algo o no.

    – [Noah]Qué morro tienes.[/Noah] – le dije. Atravesé el pasillo a toda velocidad y me puse a prepararle el desayuno. Os diré una cosa, no hay nada que me inquiete más que los microondas. Preparé todo el desayuno y el café aún estaba dando vueltas en aquél aparato infernal que apenas había evolucionado más allá de que ahora estaba dentro de una nave espacial y según Henry, era menos nocivo y consumía menos.

    – [Lexie]Gracias[/Lexie].- dijo Lexie cuando al fin se lo llevé. Di gracias de que siguiera despierta, quería aprovechar al máximo el tiempo con ella.

    Me quedé por allí, leyendo un libro de ciencia ficción en uno de los lectores de libro electrónico de la biblioteca y de vez en cuando alzaba la mirada para verla mientras comía. Por muy duro que fuera el camino que tenía por delante, nada lo sería tanto como tener que pasarlo sin Lexie. Pero si eso garantizaba que estuviera a salvo y contenta, seguiría adelante, y tenía claro que no me quedaría en el Cúmulo. Usaría cada recurso a mi disposición para volver con ella, para llevarnos a todos a casa.

    Una de las veces que levanté la mirada, vi que Lexie ya se había quedado dormida. Tenía aspecto de cansada por lo profundo que estaba durmiendo. Tras mucho tiempo pasándolo mal y luchando por estar en un sitio que no quería, al fin tenía una opción de estar a salvo, así que por mucho que disimulara ese estrés le había pasado factura. Me llevé el desayuno y la cubrí con las sábanas antes de sentarme en la butaca a leer aprovechando la luz natural. Quería aprovechar cada minuto cerca de ella.

     

  • VIOLETAS MARCHITAS

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR

     

    Aquella noche redefinió para mí el concepto de estar nervioso. El cielo estaba oscuro, apenas iluminado por la vista lejana de la otra luna del Cúmulo. La Nave había quedado atrás, a nuestra espalda y con ella la seguridad de lo más parecido a un hogar que habíamos tenido. Solo estábamos Lexie, Zander, Jane, Elle, Owen y yo. El resto no habían pasado el casting de Lexie y observaban ahora a lo lejos, desde las ventanas de la Nave, preparados para venir a ayudarnos si hacía falta y para detener a los cuatro que estaban encerrados aún allí, en cuyos cuerpos estaban James, Laura, Robin y Niall, ahora mismo atados cerca de nosotros, simulando estar inconscientes.

    No tenía mis poderes, no tenía mi forma de demonio y jugaba contra el licántropo continuamente en un pulso eterno de ver quién conducía. Y aunque lo hubiera hecho bien, no era bueno mintiendo, siempre intentaba evitarlo. Todo eso cayó como una losa sobre mí cuando apareció la última de los enviados por Antailtire, la que había obrado el conjuro que nos había cambiado de cuerpos y había perseguido a los que habían conseguido huir.

    Era una mujer de complexión menuda y piel clara, era de lo poco que podía distinguir con la luz nocturna. Eso y su pelo oscuro y alborotado. Cuando estuvo cerca, pude ver que venía acompañada. Aquellos acompañantes la flanqueaban, con paso renqueante e inmóviles labios, de los que ocasionalmente se escapaba algún lamento por volver a la paz de la que habían sido arrancados. O por alimentarse, era imposible saberlo porque aquellos seres carecían de consciencia propia. Lo habíamos temido desde que los demás nos habían dicho que había enviado esqueletos contra ellos. Esto era mucho más peligroso, todos habíamos visto la avalancha de películas post apocalípticas de después de la cuarentena del 19, sabíamos lo que los zombies podían hacer y si todo el mundo coincidía en ello, era porque en parte algo era verdad. Sea como fuere, ninguno de nosotros se iba a arriesgar a que le dieran un bocado, pero si no conseguíamos nuestros verdaderos cuerpos de vuelta, iba a ser difícil.

     

    – [Violet]¿Qué significa esto?[/Violet] – preguntó quedándose a una distancia prudencial, mirando con  una ceja alzada hacia sus compañeros inconscientes.

    – [Jane]Hemos venido a zanjar esto por las buenas[/Jane].- dijo Jane, emulando a Xander de tal forma que me creí su confianza hasta el punto de calmar un poco mis nervios. Busqué a Lexie con la mirada y tuve que recordarme a mí mismo que estaba en el cuerpo de Zahra. Le dediqué una mirada, tenía que acostumbrarme, a fin de cuentas Lexie no solo tenía un aspecto y no sería la primera vez que la vería de manera continua con otro.

    Violet, la nigromante, dejó que el silencio imperase durante un largo rato. Quizá lo había hecho a posta, pero ese silencio solo hizo que escuchara con más fuerza los lamentos de los muertos. Era una suerte que no hubiese mucha luz, así las figuras oscurecidas que la acompañaban no se veían con claridad.

    Entonces el silencio se vio roto por una carcajada que parecía no terminar.- [Violet]En serio, niño. ¿A qué habéis venido?[/Violet] – preguntó repasándonos con la mirada. Visto así, en los cuerpos que teníamos ahora mismo no imponíamos demasiado. A lo sumo parecíamos guerreros, pero humanos al fin y al cabo. Me habría sentido más seguro presentándome allí con mi forma de demonio, con toda la fuerza de Elle en pleno despliegue o con la manada de licántropos de colmillos afilados y garras ansiosas listos para abalanzarse sobre ella.

    – [Xander]Tienes todas las de perder. No te recomiendo meterte con nosotros ahora que hemos vuelto a nuestros cuerpos.[/Xander] – esta vez fue Xander el que habló, aunque lo que Violet veía era una muchacha de cabello oscuro y ceño fruncido que la observaba con los brazos cruzados.

    De nuevo el silencio ya conocido cayó sobre nosotros. Violet lo forzaba, quizá como una maniobra para dejar que el miedo nos dominase. Su risa volvió, al igual que antes. Vi que Lexie adelantaba un pie y luego lo volvía a dejar como antes, conteniéndose.

    – [Violet]Enseñadme lo que sabéis hacer[/Violet]. – nos retó. Miré al resto, esperando que tuvieran una respuesta. Vi que algunos me miraban a mí. Sí, yo solía tener respuestas para todo, pero datos en frío, planes con tiempo o con mi poder a mano, cuando se trataba de engañar, me quedaba en blanco.

    Al cruzar la mirada con Lexie sentí que aunque los ojos que estaban fijos en mí eran los de Zahra, quien los estaba dirigiendo era la misma persona de la que llevaba mucho tiempo enamorado. Tomé fuerzas y agarré un pedrusco del suelo. No había tenido tiempo a experimentar con los poderes de mi hermano, pero sí que había pasado antes por una situación similar y había terminado en el cuerpo de mi madre. En su momento supe como utilizar su poder porque no tenía otra cosa en la que matar el tiempo, así que solo esperaba que la suerte estuviera de mi lado y funcionase de forma parecida. Por suerte, al notar la roca en mi mano resultó todo bastante intuitivo, solo que esta vez, tal y como me había dicho mi hermano aludiendo a aquella primera vez que se transformó, me resultó axfixiante notar que, no solo mi cuerpo se cubría de ello, si no que se convertía totalmente en piedra. Sentí que me ahogaba cuando la piedra recubría mi boca, pero me concentré en pensar que a Leo nunca le había pasado nada. – [Noah]No tenemos tiempo para tonterías.[/Noah] – fingí. Cuanto menos dijera mejor. Me limité a estar serio. Sabíamos que esa gente nos había estado vigilando, pero no cúanto llegaban a saber de nosotros.

    – [Owen]No me agrada el olor que desprendes.-[/Owen] espetó Owen arrugando la nariz. Me recordó a un gesto que había visto hacer a Amy en alguna ocasión, una muestra de que Owen la había estudiado bastante bien. – [Owen]Terminemos con esto de una vez.[/Owen] – replicó, tirando de la cuerda con la que estaban atados sus compañeros. Estos imitaron su papel y se dejaron arrastrar, aún fingiendo estar inconscientes.

    – [Noah]Mira a ver si la convences…[/Noah] – susurré a Lexie aprovechando la distracción de Owen. Esto era todo una estudiada actuación. Actuar, a fin de cuentas, no era más que mentir , que engañar a los sentidos y las mentes de otros para convencerles de que eres otra persona. Y aquí la maestra del engaño y las ilusiones era ella.

    – [Lexie]Violet, si quieres recuperar a tus compañeros enteros, tendrás que aceptar el trato que te proponemos[/Lexie].- respondió adelantándose.- [Lexie]No tienes ni idea de lo que podemos hacer[/Lexie]. – mintió. Parecía segura, mentía con naturalidad, estaba sonriendo incluso. Yo no dudaba que la habría creído.

    – [Violet]Mis «compañeros» me importan casi menos que vosotros[/Violet].- sentenció con desdén. Eso…no nos lo esperábamos, pero también es cierto que teníamos poca experiencia porque tendríamos que haber previsto que los malos, siempre son malos y no trabajan bien en grupo. – [Violet]Tendréis que ofrecerme algo mejor[/Violet]. – replicó, con una sonrisa maléfica. Los muertos se acercaron, impacientes.

    – [Lexie]Kaylee ha deshecho el conjuro en medio día. Si intentas cualquier cosa, acabarás dentro de un hamster[/Lexie].- la amenazó Lexie. Pensé que eso iba a ser el fin, pero sabía lo que se hacía. Esta vez Violet no rió, se llevó una uña a la boca y la mordisqueó impulsivamente. No era muy estable, algo lógico teniendo en cuenta que se rodeaba de muertos en descomposición. Y también parecía orgullosa, porque un brillo resolutivo apareció en sus ojos.

    – [Violet]Pues que lo deshaga otra vez[/Violet].- sonrió, confiada en su poder. Un aura de magia poderosa la rodeó y ella la lanzó hacia nosotros, envolviéndonos junto con la totalidad de la Nave. Aquello se convirtió en un auténtico torbellino y por un momento temí que hubiera conjurado algo mortal en lugar de lo mismo que antes.

    Me vi obligado a cerrar los ojos al sentir que era arrancado de la vigilia y cuando volví a abrirlos, sentí la conocida sensación de que el mundo se movía muy despacio. Corrí, viendo como los demás empezaban todavía a descubrir que el cambio estaba bien.

    Lexie lo había conseguido, pero su plan todavía no había terminado. Fui hasta ella, ahora ya dentro de la Nave, con la extraña sensación de haber sido desplazados detrás de la pantalla, viendo como los demás protagonizan la historia. Ahora era Leo el que estaba allí, convertido en piedra frente a los no muertos.

    Aferré a Lexie evitando darle un shock por el movimiento brusco y le di un beso en la mejilla mientras la llevaba en brazos al centro de todo, con una congoja en mi interior por si algo salía mal y aquellas abominaciones la separaban de mí.

    La dejé, aún con miedo y volví a la Nave, siguiendo su plan. Los traje a todos, uno a uno, con la ayuda de Dante y de Henry, incluso a los compañeros de la nigromante que lancé contra ella, atados por un aleación metálica que habíamos descubierto que se podía imprimir. Era resistente, quizá la utilizaban para los licántropos a bordo, al igual que las jaulas. Sea como fuere, resistiría, no podrían soltarse de buenas a primeras.

    – [Lexie]¡AHORA![/Lexie]- gritó cuando vio que estábamos todos. Violet no se iba a echar atrás. Con mi velocidad actual, vi su rostro a cámara lenta descubriendo nuestro engaño. Sentí que estaba dispuesta a volver a intentarlo una vez más, pero ahora Kaylee entonaba una plegaria mística, con Sophie y Robin agarradas a cada una de sus manos, prestándole su magia. Por muy fuerte que fuese el poder de Violet, es más fácil defenderse de algo cuando ya lo conoces y habíamos tenido tiempo a que preparase un conjuro protector.

    Al ver que no era capaz y esta vez el torbellino chocaba contra una barrera invisible, lanzó a sus no muertos, muchos más de los que parecía a simple vista, como si aquello fuera la final de juego de tronos, unos capítulos antes de que la abandonara mi madre. No necesitamos que nadie lo dijera, cada uno desplegó todo su poder.

    Mi hermano Leo se lanzó a la vanguardia convertido en una estatua de titanio, ya tenía experiencia con los zombies después de Gwiddon; Amy y Ezra se convirtieron, dejando por fin libres a sus formas lupinas que llevaban tanto tiempo deseando salir, seguidos de un felino Mike y un alado Niall cuyos graznidos tumbaban a algunos muertos, incapaces de alzarse; Owen, sin miedo a pasarse, liberó columnas de fuego contra los enemigos que soltaban torres de vapor allí donde se juntaban con el hielo de Idris que congelaba a los muertos para ser aplastados por el cuerpo de metal de Leo o los golpes de Elle, Bowie, Ruby y Xander. Cole se metió en mitad de los ataques de Owen, absorbiendo el calor de las llamas para ser tan resistente que ni siquiera podían morderle; en un punto, Nate se alzó sobre nosotros e iluminó el cielo con incontables puntos de luz que comenzaron a caer contra los enemigos, como estrellas caídas del firmamento; y yo, bueno os preguntaréis si solo miraba, pero no, ahora que había recuperado mi velocidad era capaz de observarlo todo mientras rodeaba una y otra vez el ejército de muertos, asegurándome de que ninguno se escapaba a iba a por los que no podrían defenderse, como Laura que ahora estaría inconsciente en la Nave vigilada por Elliot, Vera y James. Pero el momento estelar lo tuvo Lexie, porque aquél era su plan y aquella su noche.

    En mitad del combate el cielo pareció rasgarse y de él comenzaron a salir naves de combate, al principio me sorprendí tanto por aquella visión que me pregunté si no sería Antailtire, pero al reconocer la Galactica y algunas más me di cuenta de que era cosa de ella. Pronto pareció que teníamos una flota a nuestro lado, ayudándonos a defendernos. Supe que Idris había debido tener algo que ver de una u otra forma, en parte porque seguro que había hecho ver a Lexie más de una vez sus películas favoritas de ciencia ficción. Allí faltaban pocas, incluso estaba la Estrella de la Muerte.

    Hice lo que debía hacer, en lugar de dejarme asombrar por aquél espectáculo maravilloso. Recorrí la fila enemiga y vi cómo Violet comandaba a un grupo de sus soldados no muertos a recoger a sus compañeros y se alejaban, dejando el grueso de sus filas atrás para ralentizarnos. Podría haber ido tras ellos, haberme puesto delante de ellos y haber acabado con todos, eso habría eliminado un riesgo para los demás que estábamos dejando libre, pero nadie dijo que ser los buenos fuese fácil y el plan tenía como objetivo que se fueran y se pensaran el volver. Ya habría tiempo de defender la zona mejor antes de irnos la próxima vez.

    Los vi alejarse y volví con los demás para dar cuenta de los últimos no muertos. Cuando terminamos, supe que lo peor sería librarse de aquellos cuerpos emponzoñando el verde valle en el que se había estrellado la Kvasir. Pero eso tendría que quedar para otro día, ahora tocaba festejar la vuelta a nuestros cuerpos y haber salido ilesos. Y para mí, junto a todo eso, preocuparme más que nunca y pensar en todo lo que podíamos preparar para que no volviesen a colarse en nuestro «hogar». Que si volvían, al menos lo hicieran de frente y con todas nuestras capacidades.

    Pero antes de todo eso pensaba ir corriendo hasta Lexie y darle un beso que llevaba todo un día aguantándome. Porque al final, era jóvenes y éramos personas con emociones y sentimientos.