[b]Sarah Echolls | Ataud [/b]
Oscuridad.
– ¿Tantas ganas tienes por vivir? – retumbó la voz de la muerte. – Así sea entonces. – tronó de nuevo. No tuve tiempo de responder ni de defenderme. Ni siquiera de decir perdón o de que de mi boca salieran unas últimas palabras inspiradoras o quizás, graciosas.
Me abracé a mí misma y permanecí quieta mientras la oscuridad me engullía. Me sentía como en el centro de un tornado. No podía ver más allá de la punta de mi nariz y el miedo me paralizaba, pero no sabía qué hacer. La impotencia me consumía por momentos. Recordé la noche en la que Seamus Ferguson, mi primer vigilante, me dejó sola en un bar lleno de demonios. Sola e indefensa. Salí corriendo como pude, me deshice de unos cuantos demonios a la salida y fui hasta casa. Cuando llegué a la habitación me escondí debajo de la cama, temblando de miedo como hacía cuando era pequeña. Lo que yo no sabía es que había llegado sana y salva gracias a Daniel.