Moondale

Autor: Stefy

  • LA ÚNICA OPCIÓN

    Anne – Dyavol

    Tarde

    La piel cobriza de Cas, que tan bonita me había parecido a mí cuando lo tuve por primera vez en mis brazos, era el blanco de mil y un comentarios. Eso, unido a la ausencia de su padre, nos hacía el blanco perfecto para todas las críticas. Por ello, casi cada día nos íbamos a pasar el mayor tiempo posible en la playa. Tampoco es que hubiera mucho más que hacer, la verdad sea dicha.

    Mientras mi hijo, con aquella ropa que empezaba a quedarle pequeña, correteaba por la playa, yo me senté lo más lejos posible del agua. Era un día cualquiera de la semana, porque todos parecían el mismo, pero ese fue diferente. El día que lo cambió todo.

    No esperaba encontrarme con él y tal vez, si Cas no se hubiera caído de culo en la arena, no nos habríamos llegado a conocer.- Cas, ten cuidado que vas a matarte.- me puse en pie para ir a por el niño, pero el hombre bien vestido, se adelantó y le ayudó a incorporarse.

    – [Owen]Arriba, campeón[/Owen].- le escuché decir y supe que no era de aquí. Los hombres de este lugar raras veces se dirigían a los infantes y, mucho menos aún, los tocaban. Y gracias al cielo, porque cualquiera se fiaba de esas bestias de dos patas.

    – [Anne]Gracias[/Anne].- susurré y me fijé en que mi ropa en cualquier momento se rompería de lo usada que estaba. En cambio, la suya era bonita y nueva.- [Anne]Mi nombre es Anne y él es Cassian[/Anne].- cogí a mi bebé de más de dos años en brazos y le hice un arrumaco.

    – [b]Casan[/b].- repitió el niño.

    – [Owen]Yo soy Owen[/Owen].- me fijé en su cara. Parecía triste o enfermo. Lo más probable es que fuera lo primero. Decidí entonces dejar al niño corretear un poco más para conocer mejor a Owen.

    – [Anne]No eres un refugiado, ¿verdad?[/Anne] – le pregunté para romper el hielo.

    – [Owen]No. He llegado en el último barco y… bueno, es complicado[/Owen].- quise decirle que complicado era criar a un niño en un mundo como este, pero no sabía nada de sus problemas y me caía bien. A lo mejor es porque era guapo.

    Vi que al ver que me quedaba mirándole, sonreía.-  [Anne]Tus dientes… son muy bonitos[/Anne].- él se rio también.- [Anne]Y hueles a perrito[/Anne].

    – [Owen]¿Gracias?[/Owen]- parecía sorprendido.-  [Owen]¿Tu también eres…?[/Owen]- vi que intentaba olfatear el ambiente, pero fue en vano. Lo más seguro es que solo le llegase el olor a pescado podrido y mugre.

    – [Anne]Feliántropa[/Anne].- le aclaré con orgullo.- [Anne]Una gata persa de pelo naranja. Te enseñaría a mi gatito, pero tendría que desnudarme y no me parece que nos conozcamos tanto aún[/Anne].- bromeé. Mi madre me habría reñido por decir algo así, pero estaba muerta.

    – [Owen]Te enseñaría a mi lobo, pero la verdad, no sé cómo funciona y lo mismo acabo muriendo antes de que ocurra[/Owen].- Cas se estaba entreteniendo jugueteando con un palo que arrastraba por la arena.

    – [Anne]Madre mía[/Anne].- parpadeé un par de veces.- [Anne]Sí que eres dramático[/Anne].

    – [Owen]Me has conocido en un momento complicado de mi vida. La dramática es mi hermana, por lo general, suelo ser mucho más animado. Esto debe de ser cosa de lobos[/Owen].- se explicó.

    Cassian, que ya se había cansado del palo, me tiró de la falda.- [b]Ma, teno hambe[/b].

    Suspiré y me levanté la falda. Owen, que era todo un caballero, apartó la vista.- [Anne]Puedes mirar. A lo mejor así se te quitan las penas, Lobo[/Anne].- solté una carcajada y saqué de un atillo que llevaba en la pierna un trozo de pan duro.- [Anne]Toma, cariño[/Anne].- el niño casi no lo vio delante y lo devoró.- [Anne]Yo no tengo más familia que a Cas y si la cosa sigue así, no sé cómo vamos a sobrevivir otro invierno[/Anne].

    Nos quedamos en silencio. Solo se oían el oleaje, la risa de Cassian y el bullicio del fondo.- [Owen]Creo que he encontrado la solución a eso[/Owen].-  nos miramos y se me ocurrieron unas cuantas cosas que le ayudarían a ser más feliz. En todas ellas estábamos desnudos.- [Owen]Hay una Luna en la que viven refugiados, no es gran cosa pero es mejor que…[/Owen]- señaló a nuestro alrededor. Al hambre, a los monstruos y a la oscuridad.

    Contuve las ganas de abrazarle y casi no sonreí. No me fiaba de los hombres, ni siquiera de los que eran tan guapos como Owen. De esos, creo que me fiaba un poco menos.- [Anne]Ya veremos. Todo depende de lo que quieras a cambio[/Anne].-  puntualicé.- [Anne]Gracias[/Anne].- dije sin más y me giré a mi hijo.- [Anne]Cas, vamos a la tienda que empieza a hacer frío[/Anne].- llamé al pequeño, que vino corriendo y nos fuimos sin mirar atrás.

    Cuando llegamos a la tienda y vi que no había nada que darle de comer a mi hijo, tuve claro que irme con Owen era la única opción. Me pidiera lo que me pidiera.

    Soy consciente del peligro
    Lo bueno es lo que nos pasa
    Lo demás, es no estar vivo

    (Lo que te mereces, Viva Suecia)

  • TALENTO DESPERDICIADO

    Ruby – Dyavol

    Tarde

    Avalon era una isla fea. Un enorme castillo en el centro de la misma era lo único majestuoso que podías encontrarte allí. En el resto, un montón de refugiados malvivían en las afueras de la muralla en tiendas de campaña que parecían haber pasado por tiempos mejores.

    Todo olía a pescado podrido y a falta de higiene. Y las mujeres, heroínas y veneradas en mi mundo, eran aquí poco más que un trámite para seguir trayendo churumbeles a sobrevivir en esa bazofia de destino.

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  • LA HIJA DE Z

    Interludio – La Isla

    Mañana

    La joven de poco más de veinte años, dormía plácidamente. Tenía el cabello y los ojos oscuros. Su piel, siempre tostada por el sol, parecía indicar que vivía en un verano perpetuo, pero eso era una verdad a medias. Había heredado los rasgos de su padre y el carácter curioso y tenaz de su madre. Vivía en la isla, pero no se mezclaba con el resto. Sabía quiénes eran Henry, Laura y Sophie, pero solo había cruzado unas palabras con ellos.

    Su casa, una réplica casi exacta del palacio de Kvinneby era una su particular versión de una jaula de oro. Dentro tenía todo lo que pudiera imaginar, pero se le quedaba pequeña. Lo que con diez años era el paraíso, con veinte era lo más parecido al infierno.

    Era la única hija de Siegfried y Lenora.
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  • JOVEN Y ATRACTIVA

    Aphrodite – La Nave

    Tarde – Noche

    El viaje en Uber desde el aeropuerto hasta La Nave no pudo resultarme más tedioso, aunque me animó un poco volver a ver el discurso de la rubia con alas que hablaba de la sororidad entre mujeres con poderes y que se había viralizado en cuestión de horas.

    Desde que me había retirado de «Under Your Spell», porque empezó a perder audiencia a pasos agigantados cuando se descubrió todo lo mi pasado, hacía una vida de lo más aburrida. Me había instalado en mi ciudad natal en las islas de Loverd y tenía un programa nocturno de testimonios en la radio local. Mis amigas bromeaban diciendo que se llamaba «Llorar por llorar», pero se llamaba «Testimonios en la onda», aunque no sé cuál era peor.

    Lo que sí que daba ganas de llorar era mi vida social y sexual. Ya no me invitaban a fiestas lujosas, ni era una de las mujeres «del momento». Supongo que para esa panda de retrógrados que controlaban los medios en Hollywood ni siquiera podía considerarme mujer, pero ellos no eran más que una panda de dinosaurios tránsfobos a los que no se les levantaba el pene ni con un camión de Viagra.

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  • NO NECESITAS UN OMNILENS NUEVO, SINO UN CEREBRO

    Jane | Sanctuary

    NOCHE

    jjwhite

    El sol se ponía en el horizonte o eso debían ver desde la calle, porque en el Sanctuary siempre parecía la misma hora. Llevé el plato combinado nº 2 (entrecot, patatas fritas, huevo frito y ensalada) a la mesa del ‘Guardia de Ziudadanía’ que me miraba con cara de pocos amigos. Contuve una arcada cuando el olor a «fritanga» llegó a mis fosas nasales, pero la aguanté con dignidad, hasta que me llegó el olor a sudor del tipo. – [b]A buenas horas…sintética…[/b] – espetó de malas formas. Debía rondar los cincuenta años y la barriga le llegaba hasta las rodillas, a juego con el bigote que cubría su labio superior y la enorme nariz aguileña que deformaba su cara. 

    – [Jane]Lo siento[/Jane].- coloqué el plato y contuve una nueva arcada.- [Jane]Que aproveche[/Jane].- dije con mi mejor cara de pena y me alejé despacio. 

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  • ¿NO ÉRAMOS TODOS MÁS FELICES EN ZEON?

    Laura Petrov | Z-Ambulancia

    TARDE-NOCHE

    laurafuture

    Abrí los ojos con dificultad porque me dolía horrores la cabeza, pero un luz blanquecina me cegaba y me impedía poder abrirlos por miedo a que me estallara el cráneo. Supuse que era por la mañana y que mis compañeras de trabajo me habían me convencido para beber «otra copa más» y después de eso, había venido la debacle en la que acababa totalmente borracha, bailando encima de la tarima para después vomitar en el callejón. No era algo que me hubiera pasado muy a menudo, de hecho, porque por lo general evitaba las fiestas y las reuniones con esa panda de arpías que solo me querían porque era hija de alguien del Consejo, pero era la única explicación razonable que le encontraba a ese dolor punzante y a la sensación de tener la boca seca. Laura Petrov no era una fiestera, era un miembro productivo de una sociedad que funcionaba con la precisión de un reloj suizo…casi siempre.

    Escuché una voz masculina mascullar algo que no llegué a entender, lo que me invitó a hablar.- [Laura]¿Me he muerto?[/Laura] tenía la voz pastosa. Lo que me faltaba era haberme machacado los dientes contra algún bordillo.

    – [Owen]No, sigues viva[/Owen].- pude abrir los ojos y vi unos ojos verdes más traviesos que el semblante que mostraba. Pertenecían a un chico que debía rondar mi edad y que se podía decir que no era la persona más fea del mundo.

    – [Laura]Vaya[/Laura].- resoplé y me fijé en que llevaba ropas de bombero. A saber lo que me había pasado.- [Laura]¿Dónde estoy?[/Laura]

    – [Owen]Pareces decepcionada[/Owen].- me colocó algo que parecía una tirita y noté la calidez de sus manos. – [Owen]Vamos camino del hospital, tienen que comprobar que no tienes nada grave[/Owen].- me explicó retirando las manos para volver a sentarse cerca de donde estaba. Por primera vez, me percaté de que estábamos en una ambulancia, que era exactamente igual que todas (con una camilla, estanterías con instrumental médico y olor a antiséptico) y recordé lo que me había pasado.

    – [Laura]No me malinterpretes, no soy una «novia de la muerte», pero al menos no me habría dolido mucho[/Laura].- entrecerré los ojos para que el dolor fuera algo más soportable: ¿Esto no se arreglaba con un analgésico? O con un bote.- [Laura]Hay formas peores de irse[/Laura].

    – [Owen]Sí, se a lo que te refieres[/Owen].- admitió frotándose las manos.

    Me quedé callada y abrí los ojos para observarle.- [Laura]¿Eres bombero?[/Laura]- no había sido mi pregunta más inteligente de la historia, pero ya estaba dicha. Supuse que además, tendría algún tipo de formación como paramédico y por eso me acompañaba en la ambulancia.

    – [Owen]El rojo me ha delatado, ¿cierto?[/Owen]- bromeó entrecerrando los ojos.

    – [Laura]Eso y recoger a una chica que acaba de desnucarse[/Laura].- le devolví una sonrisa dolorida.

    – [Owen]También he sacado a un cuarentón con poco pelo que lloraba desconsolado. No todo son bellas damiselas en apuros[/Owen].- se me iba a escapar una sonrisa boba, pero fruncí un poco el ceño al escuchar lo de «bella». ¿Estaba intentando ligar conmigo?

    – [Laura]¿Damisela en apuros? ¿De qué siglo eres, bombero? Soy una ingeniera sismográfica e hija de un miembro del Consejo[/Laura].- puntualicé con mi peor tono de «señorita odiosa». No podía acceder a mi Omnilens (seguramente por la contusión) para que me dijera de qué bando era ni quiénes eran los miembros de su familia, así que sonreírle ya era más de lo que debía hacer.

    – [Owen]Era una expresión. Por cierto, me llamo Owen, bomberos hay muchos[/Owen].- puntualizó un poco extrañado por mi reacción. Seguramente había empezado a pensar que era bipolar, pero tenía que comprender que si todos empezábamos a actuar como si los bandos no importasen, no nos diferenciaríamos en nada de los bárbaros que vivían fuera de Zeon.

    – [Laura]Encantada, bombero[/Laura].- recalqué en un tono que sonó peor de lo que había imaginado en mi cabeza.

    Volvimos a quedarnos callados y la ambulancia aminoró la velocidad hasta detenerse.- [Owen]Hemos llegado, a partir de aquí ellos se encargarán de ti[/Owen].- abrió las puertas de la ambulancia

    Mientras sacaban la camilla la ambulancia, rocé su mano rápidamente. [Laura]Gracias…Owen[/Laura].- siseé.

    – [Owen]Eh, ese es mi trabajo[/Owen].- sonrió y cerró las puertas de la ambulancia dispuesto a marcharse.

    Mi Omnilens volvió a conectarse y decidí buscar información sobre Owen, ignorando a los médicos que me transportaban. No lo hice en el modo de «búsqueda segura», porque era la mejor forma de llamar la atención para que te espiasen. Decidí dejarlo normal y que pareciera una búsqueda cualquiera.

    Primero salió su foto, así que hice click sobre ella y se desplegaron sus datos personales:

    Nombre: Owen
    Apellido: Williams
    Apellido materno: Lee
    Edad: 25
    Poder: Pirokinesis
    Alias: Fire man
    Profesión: Bombero

    Esos apellidos no sugerían nada bueno, por lo que decidí adentrarme en su árbol familiar.

    Padre: Dominic Williams
    Madre: Rebecca Lee
    Hermana: Jane Williams
    Abuelo materno: Victor Preston
    … (resto de familiares)

    Solo me quedaban sus afiliaciones, pero las tenía claras. Aún así, pinché y leí claramente:

    MOONDIES

    – [Laura]Zoder[/Laura].- exclamé.
    – [b]¿Está bien, señorita Petrov?[/b]- me preguntaron y asentí como pude para que me dejaran en paz.
    – [Laura]Eh…[/Laura]- conseguí decir.
    – [b]Lo siento, pero tengo que pedirle que desactive el Omnilens para continuar con la exploración[/b].- me pidió aquella mujer de raza negra en un tono amable.

    Envié la orden mental de desconexión por exploración médica y medité sobre lo mucho que quería saber sobre Owen. Por una vez, el Omnilens no parecía suficiente. ¿Serían los Moondies tan peligrosos como decían? Él no lo parecía, pero a lo mejor formaba todo parte de una estrategia.

    Pero, ¿una estrategia para qué? ¿No éramos todos más felices en Zeon?