Aun me estaba recuperando de lo que acababa de ocurrir, nunca había sentido un dolor físico tan intenso, era como si el fuego hubiese recorrido mis venas. Observe mis brazos, las venas ya no estaban tan remarcadas pero seguían manteniendo cierto tono azulado. Palpé la cadena en mis manos, se sentía más ligera, como si todo su poder hubiese desaparecido y no fuera más que un simple arma.
Me deje caer en uno de los sillones contemplando todo a mi alrededor. Mara, Karen y Edward seguían junto a la joven que reposaba en la cama en busca del más mínimo atisbo de actividad. Contemple al muchacho, el cual tenía la mirada fija en ella. Según nos dijo todo esto era culpa de su padre, no pude más que empatizar con él, ambos teníamos unos monstruos por padres y ambos habíamos perdido al amor de nuestra vida, aunque en su caso esto estaba a punto de cambiar. Por mi parte nunca podría recuperar a Sam y a mi pequeña, era mejor así, mantenerlas alejadas de esta vida a salvo de nuevo en casa.
Bill Paker daba vueltas en el colchón de la cama de matrimonio de su apartamento alquilado. La calefacción central del viejo edificio le estaba matando, porque la encendían de cuatro de la tarde a doce de la noche a partir del mes de nombre. Daba igual si fuera la gente iba en bañador, porque para la comunidad de vecinos había llegado el invierno.
No eran las doce de la noche, ni mucho menos. Pasaban de las tres de la mañana cuando miró el reloj de su mesita, por lo que la calefacción debía llevar un buen rato apagada, pero hacía calor. Podría abrir la ventana y dejar que el aire húmedo de Louna entrase en su habitación, pero eso requeriría desperdiciar el dineral que pagaba al mes en recibos de la comunidad. Definitivamente, se estaba haciendo viejo.
[SIZE=2]
Me contuve para no golpear la pared de la furgoneta, lo último que necesitábamos era llamar la atención en el exterior del casino.
No debería haberla dejado ir sola, por mucho que su nombre fuera el único que estaba en la lista de invitados, siempre podía haber ido como acompañante. Pero ella estaba obcecada en que podía hacerlo sola. Además no nos dejo que le pusiéramos un pinganillo en el oído para mantenernos comunicados. Según ella no era de su estilo, sin embargo esas dichosos sombreros si que eran de su estilo.
-[b][i][color=#585F7D] ¿Consigues ver donde esta?.-[/SIZE][/i][/b] Le pregunte a Edward, el cual había venido des Moondale para ayudarnos con la investigación. Ya que seriamos incapaces de comunicarnos con Karen, Edward la vigilaría con su poder.
-[b][i][color=#266EAC] No… lo, lo siento.-[/color][/i][/b] Dijo el chico con un nudo en la garganta como si fuera culpa suya.
Aun tenía el olor al estomago de la criatura marina en la nariz, esperaba que fuera pasajero, o de lo contrario habría perdido para siempre el sentido del olfato.
Dominic andaba ligeramente de un lado a otro, probablemente a causa de lo que se había bebido, en cualquier otra parte le tendría que haber advertido, pero pensándolo bien, quizás debería de haber tomado algo también para ver si conseguía deshacerme de ese olor.
Las antorchas se apagaron nuevamente, empezaba a estar cansado, mas mentalmente que físicamente, no pensaba que encontrar ese arma que derrotaría al Doctor llevaría tanto tiempo. Esa era otra, había perdido por completo la percepción del tiempo, no sabía cuanto llevábamos allí ni la hora que era, el reloj había dejado de funcionar en cuanto llegamos aquí, era como si este lugar tuviese su propio espacio.
Llegados a este punto creo que era innecesario que las antorchas se apagaran para que cada uno siguiera caminos distintos. Todos éramos ya conscientes de que no se iban a repetir los compañeros por pruebas, era como si disfrutaran dejándonos momentáneamente a oscuras, sin saber que hacer, más allá de detenernos y esperar, al igual que dejarnos con la palabra en la boca.
Llegue el primero a la puerta en esta ocasión, había pasado una prueba que no correspondía con mi colgante, así que esta también debía de ser mía. Observe la puerta, en los marcos estaba adornada con remolinos de agua, y era de un profundo color azulado oscuro.
Escuche el agua romper contra las piedras, pensaba que venía de la puerta, pero al girarme vi al que seria mi nuevo compañero incorporarse del suelo completamente empapado.
Me encontraba echado contra una piedra de considerable tamaño mientras esperaba a mi nuevo compañero. No podía dejar de mirar de reojo a aquella puerta, tenía una ligera tonalidad rojiza, como si estuviese ardiendo, y podía verse como emanaba calor de ella, sin duda tras ella se ocultaba fuego, y no me apasionaba nada la idea.
– [b][i][color=#457238]¡Bill! Hola[/SIZE][/i][/b] – Escuche una voz a mi derecha que me saco de mi ensimismamiento, me quede mirando el lugar del que vino la voz y de entre las sombras apareció Christopher.
– [b][i][color=#585F7D] Hola.-[/color][/i][/b] Añadí dándole un breve apretón de manos – [b][i][color=#585F7D] Parece que has pasado calor en las pruebas.-[/color][/i][/b] Al observarlo más detenidamente me percate de que llevaba otras ropas diferentes a cuando llegamos aquí, ahora llevaba un conjunto más, veraniego.
– [b][i][color=#457238]Eh, no exactamente. La situación se puso peluda.[/color][/i][/b] Aseguro con una ligera sonrisa, parece que una de sus pruebas tenía que ver con su lobo. Eso hizo que me preguntara si una de mis pruebas tendría que ver con mi demonio. – [b][i][color=#457238]¿Qué tal te ha ido?[/color][/i][/b]
[SIZE=2]
El granizo golpeó la ventana de cristal poco antes de que un trueno resonase por toda la habitación. Conté los segundos y calculé la distancia, pero no me hizo falta, el relámpago había caído cerca del Palacio del Soberano.
Los súbitos cambios en el tiempo habrían extrañado a la gente de hacía veinte años, seguramente lo habrían achacado al cambio climático, pero en el futuro estábamos acostumbrados, las estaciones habían desaparecido junto con la lógica, ahora todo venía regido por la inestable mente de nuestro «líder», nuestro gran ‘Soberano’.
[SIZE=2]
Quería tanto creer que lo que estaba viviendo no era real, la muerte de mi hija, ese presunto complot entre ese que se hacia llamar mi padre y mi mujer fallecida, que pareció hacerse realidad, pero a un muy alto coste.
Me encontraba sentando en una silla con las manos amarradas, y fuese lo que fuese que estaban metiendo en mi organismo también estaba haciendo mella en mi fuerza, ya que era incapaz de romper las correas.
Gire la cabeza hacia ambos lados intentando despejar mi mente. El cristal que estaba a mi izquierda reflejo a un hombre de aspecto andrajoso y una amplia barba de un par de meses, cuando centre más la vista comprobé que se trataba de mi propio reflejo.