COLE ROMAN
Yokosuka, Prefectura de Kanawa, Japón – Tarde
La mañana había sido tranquila, llevaba ya una semana sin encontrar trabajos y estaba empezando a inquietarme un poco. Estaba poniendo en práctica la meditación después de comer para aliviar la presión cuando una enorme sombra apareció en mitad de la sala de estar para dejar paso a mi hermano pequeño. Siempre le habían gustado las grandes entradas.
Me puse en pie y no pude evitar alegrarme. Habían pasado ya varios años desde la última vez que le había visto en persona, y entonces teníamos los dos demasiado encima. Las cosas no nos habían ido necesariamente mal, pero que yo me hubiese ido con Logan no le había sentado demasiado bien, ni tampoco a mí que quisiera quedarse en lugar de buscar al asesino de mamá. Reconozco que estaba equivocado, la decisión de Dante fue más sensata.
Después de unos segundos de silencio, hice una reverencia.
– [Dante]Cochiniwa a ti también.[/Dante] – comentó Dante despreocupadamente.
– [Cole]Konnichiwa/[/Cole].- le corregí. Tenía ganas de verlo, claro, pero una vez frente a frente, me estaba dando cuenta de que quizás aún no estuviese preparado. Dante se parecía mucho a mamá y eso me traía dolorosos recuerdos. Tampoco dejaba de ser raro volver a estar con alguien que simbolizaba todo tu pasado después de lo que había cambiado.
– [Dante]No te ha sentado bien Japón.[/Dante] – replicó él, sonriendo.
Fui en contra a lo que había aprendido de mi padre y me acerqué a Dante para estrecharlo en un abrazo. Era agradable ser libre de las ataduras de las doctrinas que nos imponen, a veces sin darse cuenta, otras con más intención. – [Cole]No creo que hayas venido a visitar a tu hermano mayor, así que pasa y cuéntame.[/Cole] – le señalé un lugar para sentarse, pero la vista de sus zapatos manchados de barro me generó un poco de incomodidad.
– [Dante]Si hubiera venido a verte habría sido en avión. Sabes que no me gusta mucho hacer esto.[/Dante] – explicó. Recordaba perfectamente haber encontrado a Dante cuando descubrió su poder. El lugar en el que estuvo le dejó huella, pero apenas había hablado de eso desde el día siguiente.
– [Cole]Tienes un medio de transporte que te sale gratis y te quejas. [/Cole]- negué con la cabeza, esbozando una sonrisa. Sabía que a Dante le tranquilizaría que le restase importancia, pero lo cierto es que debía tenerla para venir así. Me puse a servir un té mientras esperaba que se quitara los zapatos.
– [Dante]Ya, luego lo verás y seguro que no te hace tanta gracia.[/Dante] – explicó, sentándose. Me fijé en que sus calcetines tenían un agujero. – [Dante]En fin, he venido a pedirte ayuda, y al tío Hiroshi si está por aquí.[/Dante] – comentó, mirando alrededor.
– [Cole]El tío Hiroshi no está.[/Cole] – dije, sin concretar demasiado. Había salido en una misión de rescate. Había insistido en que no podía ir con él. Sentí el frío metal de su disco pegado a mi esternón, pero no se activó, para ver esos recuerdos, tenías que querer. Desde el momento en el que me legó ese regalo, había estado esperando para dar el salto y encaminar mi vida, pero sinceramente, no tenía claro por donde empezar.
– [Dante]Los demás están en peligro. Algunos. Entraron a salvar a un par de personas en una sede de Infinity que está en el edificio de la Iniciativa. [/Dante] – resumió. Me tomé unos minutos para analizarlo todo.
– [Cole]No suena bien. [/Cole]- dije dando un sorbo a mi té. El de Dante estaba aún intacto, y quizá fuese a seguir así. – [Cole]Esa gente es peligrosa.[/Cole] – añadí, con mis emociones contenidas. Mi primera madre, la que me trajo al mundo, había muerto tratando de conseguir que yo estuviese a salvo. Había luchado como había podido en la Guerra de Ripper. Mi padre no había sido suave al hacérmelo saber, la había matado un miembro de la Iniciativa y el le mató después. Sentí un poco de desasosiego porque esa oscuridad también habitaba en mí.
– [Dante]Llevan horas allí, así que estoy reuniendo un grupo de rescate.[/Dante] – aclaró.
– [Cole]¿Un grupo?[/Cole] – pregunté, preocupado. Dante nunca había estado muy interesado en la lucha contra la oscuridad. No estaba entrenado ni tenía experiencia, salvo la de las peleas callejeras en las que se había metido en más de una ocasión.
– [Dante]Kaylee, tú, yo y quien podamos encontrar. Nate seguro.[/Dante] – explicó. Me llamaba la atención que ya hubiese dado por hecho que yo iba a acceder. Por un instante dudé si lo había pensado porque era su hermano y era buena persona o porque la gente me tomaba por alguien adicto a ese tipo de emociones. En su día lo había sido.
– [Cole]Cuenta conmigo.[/Cole] – afirmé, mirándole a los ojos. No parecía un grupo muy grande, pero con Nate de nuestro lado las cosas pintaban mucho mejor. Yo había estado en la Escuela Legado cuando tuvo que defenderla de un grupo de radicales de ‘Pureza’. Se había propagado como un altercado racista, pero no entre las razas que la gente pensaba.
– [Dante]Pues coge tus cosas.[/Dante] – dijo poniéndose en pie. Desde luego parecía tener prisa.
– [Cole]¿Qué cosas?[/Cole] – pregunté mientras le veía volver a ponerse sus sucios zapatos, seguramente por haber pasado por el Bosque de los Lobos. Solo se me ocurría ponerme unas botas para el barro y poco más.
– [Dante]¿Armas?[/Dante] – preguntó. Me encogí de hombros y le enseñé un bolsillo que solía enganchar al cinturón donde tenía algunos objetos que me podían venir bien. – [Dante]¿Se largó con la espada?[/Dante] – preguntó. Para otra gente una espada tendría poca importancia, pero en nuestra vida ese objeto nos había marcado. Mi padre tenía una espada mágica llamada Espada del Caos. De pequeños nuestra madre siempre se había asegurado de mantenerla lejos de nuestro alcance, pero a mi padre le gustaba enseñarla.
– [Cole]Sí. No la tengo.[/Cole] – comenté quitándole hierro al asunto.
– [Dante]Puto egoísta.[/Dante] – maldijo Dante. Su relación con Logan le definía demasiado, hasta el punto de hacer cosas que no serían propias de él con tal de alejarse de la estela de nuestro padre. – [Dante]En fin, echa lo que tengas y vamos.[/Dante] – añadió, al ver que no seguía hablando de él.
– [Cole]A veces me pregunto si tú eres el demonio serpiente y yo el hijo de «El ángel de Moondale».[/Cole] – metí algunas cosas más en una mochila de viaje que desgraciadamente estaba hecha por Infinity, que también era un gigante al otro lado del charco. No sabía cuantos días iba a estar fuera, así que eché varias mudas de ropa antes de ponerme a escribir una nota para mi padrino.
– [Dante]Probablemente, por eso me tocó llevar esa mierda de apellido.[/Dante] – respondió con el habitual ironía que ocultaba su enquistada angustia.
– [Cole]Si algo no te gusta: cámbialo.[/Cole] – le repliqué. No le resultaría difícil convertirse en Dante Browning, Dante Echolls o incluso Dante Roman.
– [Dante]Mamá siempre decía que nuestros apellidos son un recuerdo de dónde venimos, no de quién somos. Por eso no eres Cole Villiers, pero sí eras su hijo.[/Dante] – A punto había estado de ser Cole Villiers, pero mamá no había querido que olvidase a mi madre biológica y me dejó su apellido para que cuando fuese mayor, lo decidiese yo mismo. Al final, se había convertido para mí en un legado de mis dos madres. Mi padre no me había marcado tanto como para dejarlo ir. – [Cole]No lo vamos a superar en la vida. [/Cole]- admití mientras me colgaba la mochila y me ponía unos zapatos cómodos. No hablaba de mi padre y Dante lo sabía.
– [Dante]Era lo mejor que teníamos.[/Dante] – aseguró. Asentí con la cabeza.
– [Cole]Todavía sueño con ella: viene a verme, le enseño esto…[/Cole] – admití. Mi madre seguía siendo un ángel en mi vida, siempre me acompañaría y era por ella y por mi padrino por quienes había conseguido empezar a ser una persona diferente. – [Cole]Es como si siguiera viva.[/Cole] – le aseguré.
– [Dante]Tienes suerte. Yo no sueño.[/Dante] – replicó con amargura. – [Dante]A veces tengo miedo de olvidarla. De no recordar su cara o su voz.[/Dante] – explicó. Sentí miedo por él, porque no hay nada más doloroso que eso. De las personas que se van siempre nos quedará el recuerdo, quitarnos eso es el mayor daño que se puede hacer.
– [Cole]Siempre que la eches de menos, puedes venir y te cuento cosas de ella.[/Cole] – le dije, intentando apoyarle. Yo era unos años mayor así que tenía los recuerdos de ella más claros.
Mi hermano asintió, silente. La oscuridad creció a su alrededor, devorando la luz y tragándolo casi completamente. Le di la mano y me adentré en ella junto a él.