Moondale

Categoría: Diario de Diana Echolls

  • SIEMPRE HE SIDO MAS DE MAPACHES

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Alexandra | Moondale en ruinas

    [color=black]Tarde – Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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    El sol se escondía en el horizonte a medida que abandonábamos el Complejo. Bajé la ventanilla y dejé que el aire fresco me acariciase la cara y que las ráfagas de viento jugueteasen con mi pelo haciendo que las puntas rojas, ya caída, brillasen. Pisé con más fuerza el acelerador e inspiré con fuerza, como si en cada bocanada de aire viniese también una bocanada de vida. A nuestro alrededor, la naturaleza se había abierto paso en las ruinas de lo que había sido la sociedad de nuestros padres.

    Pasamos al lado de un viejo cartel, en el que todavía podía leerse “Bienvenidos a Moondale” y debajo, “La ciudad de la esperanza” (City of Hope) escrito con spray. Eso sin contar el símbolo del Soberano, como la Ley del Recuerdo dictaba. Era curioso pensar que en algún momento este agujero podía haber sido la esperanza de alguien.

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  • BEBES DE TODOS LOS COLORES, DIANAS Y MACLEODS DESNUDOS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Diana Echolls | Mundo de los SueÑos

    [color=#orange]Tarde[/SIZE][/color][/font][/b]

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    La visión del pueblo nevado de mi subconsciente duró menos que a la abuela cualquiera de sus maridos. El lado positivo, era que solía buscárselos con nombres repetidos, así que no era raro que si había estado con un tal John, el siguiente también se llamase igual. Los fallos se minimizaban, porque a la gente no se la suele llamar por su apellido y si alguien de la familia lejana preguntaba por ese tal John, tú le decías que era el mismo, aunque fuese más calvo o estuviese más gordo, daba igual, nadie tenía pruebas para llevarte la contraria. Salvo que tuviera una foto, pero vamos a suponer que en la familia no van a tener tanta mala leche. Eso sí, hacía un tiempo (desde que nosotras teníamos ocho o diez años) que mi madre le había prohibido que le presentase a uno más. Creo que fue después de John IV, que como su nombre indica, era el cuarto y aquello no era sostenible, porque cuando nos preguntaban por John y uno tenía los ojos saltones, otro era alto y con bigote, otro calvo y otro, rubio, no había forma de decirles que eran el mismo, por mucho que te inventaras que se había quedado calvo de tanto aguantarla, por ejemplo. Y esto venía, no a que se me vaya la olla (que también), sino a que el pueblo estaba repleto de gente conocida, futuros posibles, pasados mezclados y muchos McLeods, que se esfumaron y entre todos esos, los novios de mi abuela.

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  • BIENVENIDOS (Y BIENVENIDAS) A MI SUBCONSCIENTE

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Biblioteca de la Universidad

    Noche[/SIZE][/b][/font]

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    El camino hasta la biblioteca fue una odisea digna de Thelma & Louise, sólo nos faltaron el subtexto lésbico y el final suicida. Por suerte, conseguimos llegar a la Universidad con ayuda de unos furgones de los Búhos, que pasaron a recoger a los que estaban desperdigados y unos cuantos hechizos glamour que amenazaron con sacarme las venas negras. Y como Santa Mercy Sheppard estaba más que acostumbrada a nuestros “problemillas”, obligó al alumnado a encerrarse en sus habitaciones con las persianas bajadas porque un loco se había fugado de Thornhill y estaba campando con sus anchas pistola en mano. Era eso o decirles que se había desatado el Apocalipsis zombie y nosotros éramos los encargados de trasladar los seis cuerpos de los primeros infectados. La razón de que fuéramos a la biblioteca en lugar de la nave está en que nadie normal sale de su casa con el Ars Demonica debajo del brazo y vale que nosotros no éramos normales, pero todavía no llevábamos cosas raras debajo del brazo. Si a eso le sumamos haber visto morir a gente inconsciente y que Illya y Cara mostraban heridas abiertas, el tiempo corría en nuestra contra, por lo que aprovechamos la telekinesis de Dom y la fuerza de Sarah para transportar a todos los durmientes.

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  • DIVERSION A CUALQUIER PRECIO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Xiana, la princesa guerrera

    [color=#4fb1bd]MaÑana[/SIZE][/color][/font][/b]

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    Abrí un ojo con desgana y me desperecé. “Joder, cada día estoy más vieja”, pensé al estirarme y notar cómo la espalda y el cuello gritaban auxilio, recordándome que ya no era tan joven como quería creer. Ya ni siquiera me pedían el carné antes de entrar en los locales y de tanto reírme, estaban empezando a salirme dos líneas de expresión cerca de la boca. La solución para eso parecía simple: No reírme nunca más. Era eso o comprarme un Wonderbra que me subiese las dos razones a la altura de la boca.

    Decidí dejar de pensar y me di la vuelta para dormir un poco más. Entonces, abracé a McLeod, mucho más suave y diminuto que de costumbre: ¿Estaba encogiendo? Decidí no darle vueltas, porque lo más probable era que la edad hubiese empezado a pasarle factura, pero parecía que tenía pecho: ¿Había llegado el momento de decirle que se pusiera a dieta? Pero lo peor fue cuando puse la cara sobre su espalda y noté que su pelo, ahora largo, se me metía en la boca: ¿Pero qué coño…?

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  • BIENVENIDO TODO AQUEL QUE DESEE ESTUDIAR

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Universidad de Moondale

    [color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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    La reunión había sido un coñazo y aunque odiaba esa expresión, porque seguro que la había inventado algún machista picha corta, no me quedaba más remedio que usarla. No había palabras suficientes para expresar el sopor de tener que aguantar cómo hablaban sin cesar para no llegar a ningún punto. Y encima ya me había hecho la manicura, así que tuve que escucharles.

    Salí de tan mala leche que ni esperé a Dominic, porque se había entretenido en meterle la lengua en la tráquea (ya le gustaría que fuera otra cosa) a una pánfila que le había mirado más de diez segundos. En el fondo me daba pena, porque mucho morder y mucho intercambio de babas, pero luego, nada de nada. Un coitus interruptus tras otro.

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  • LO MEJOR QUE LE HABIA PASADO A LA RAZA VAMPIRICA EN MUCHO TIEMPO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Cerca del Parque Bellamy

    [color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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    Di un par de vueltas sobre mí misma, clavando los tacones de aguja sobre el asfalto como si de la tráquea de Dominic se tratase. Siempre llegaba tarde y lo que es peor, me tocaba esperarle. Me importaba un carajo que se creyera importantísimo, el vampiro más malo de blablablá, porque no era más que un niñato inmortal.
    Lo que más nerviosa me ponía era que por aquella maldita calle no pasaba ni un alma, ni viva ni muerta, por lo que mis posibilidades de cazar eran, cuanto menos, reducidas. ¿Y qué hacía una cazadora cuando no tenía nada que cazar? Aburrirse, porque ya me había limado las uñas y había blasfemado en todos los idiomas conocidos.

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  • LA COSA SE PONE PELUDA

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Su despacho, despues Manicomio abandonado

    [color=orange]Tarde[/color] – [color=black]Noche[/color][/font][/b]

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    No sé en qué momento mi despacho, aquel en el colgaba de la puerta un letrero que rezaba “Diana Echolls, orientadora escolar” se había convertido en un consultorio sentimental. Ni tampoco por qué demonios lo había permitido, pero ahí estábamos, aquel alumno cuyas iniciales eran N.P.H (por temas de confidencialidad no puedo ponerlo ni en mi propio diario, hay que joderse) contándome que una tal Karen no quería saber nada de él y me daban ganas de decirle que con lo feo que era y lo mal que estaba de la cabeza, no me extrañaba, pero lo único que me faltaba aquel día era tener que subirle autoestima a uno de los tres tíos más feos del universo (los otros dos eran amigos suyos).

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  • SIEMPRE TIENE ALGUIEN QUE VENIR A JODERNOS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Manicomio abandonado

    [color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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    Que Mercy me hubiera citado en su despacho después de mi jornada laboral, el mismo día en que mi novio dejaba de ser mi novio para convertirse en mi perro, no era lo que se dice, el mejor de los planes. Las primeras veces, había pensado que lo hacía para vigilarme, porque no se fiaba de mi capacidad para (des)orientar al alumnado, pero al final resultó que era porque se trataba de la única rectora competente que había pisado esta Universidad. Y me había tocado a mí aguantarla.

    De nada servía que tamborilease con las uñas encima de la mesa o que pusiera cara de cansancio absoluto, porque a Mercy le encantaba revolver entre mis notas (las que tenían dibujitos las escondía de su vista), echarle un vistazo a los historiales o simplemente, preguntarme si estaba cómoda en mi puesto de trabajo. Pero lo peor de todo era que me caía bien y que encima, mi capacidad para no enrollarme como una persiana es inversamente…bueno, lo que sea. Que a mí me gustaba hablar más que a Dom una chica, así que la reunión duró una hora y media y llegaba tarde.

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  • INCLUSO LA INICIATIVA PARECE UN LUGAR MEJOR

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | La Iniciativa, subterraneo dos

    [color=#E16C13]Tarde[/SIZE][/color][/font][/b]

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    Me quedé esperando a que de los altavoces empezase a salir la música de ‘Oficial y caballero’ al ver a Dominic llevar en volandas a Rebecca, pero en la vida real, la música sólo suena en tu propia cabeza (al menos en la mía), así que para chincharles, comencé a tararear en voz alta la canción, con ayuda de Ed que siempre se apuntaba a un bombardeo. En este punto, debo aclarar que normalmente los chicos no conocen esa canción, pero él se había criado con las Echolls y eso significaba que había debido ver todas esas películas al menos, cien veces, aunque la mayor parte de de ellas se sentaba en el suelo a jugar con los Playmobil mientras nosotras llorábamos como la panda de horteras que éramos, cosa que agradecíamos porque sino se pasaba toda la película preguntándonos cuándo iban a empezar los tiros.

    Dom y Rebecca no tardaron en cansarse de mí y en mirarme mal, a lo que respondí sacándoles la lengua, bastante poco me importaba que me juzgasen cuando estaba emocionada cantando.

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