Moondale

Categoría: Diario de Diana Echolls

  • VISIONES

    Diana Echolls| Iniciativa Awaken

    dianavision

    [QUOTE=En el post anterior de Moondale…]- El problema no son sólo los guardias. – hizo una leve pausa. – Ahí abajo…No son todo personas inocentes, pero todos van a estar sueltos cuando el plan comience. – añadió. Parecía algo apesadumbrado por no haber encontrado una solución que no requiriese dejarlos a todos libres, pero no la había.[/QUOTE]

    Iba a responderle a Nathan que por muy poco inocentes que fueran los que nos encontrásemos abajo estaba tratando con un bibliotecario resabiado, una bruja y un tipo que parecía saber más de lo que decía. Pero no pude terminar la frase cuando un horrible dolor de sobra conocido asaltó mi cabeza haciendo que millones de imágenes pasasen a toda velocidad por mi mente. Caí de rodillas en el suelo y sujeté mi cabeza con ambas manos. El dolor era más insoportable de lo que lo recordaba y las visiones más intensas. Lo podía ver con toda claridad, como si lo estuviese viviendo, era como tener mi propia TDT para verlas en una calidad perfecta que llegó a asustarme.

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  • DUCHAS FRIAS

    Diana Echolls| Iniciativa Awaken

    dianaojerosa

    Cuando me desperté y me di cuenta de que no estaba en mi cama, lo primero que hice intentar averiguar quién durmiendo a mi lado, porque daba por hecho que me había acostado con alguien tan feo que necesitó emborracharme para llevarme a su casa. La boca se me abrió de par en par al descubrir que era McLeod, por lo que tardé unos segundos en reaccionar, cerrar la boca y recordar lo que había pasado el día anterior.

    Aquello era la Inciativa y aunque estábamos en la misma cama, una almohada dividía su lado del mío para evitar [i]tocamientos[/i] a media noche. Bill debía estar todavía en la habitación de al lado, porque como eso no era ningún hotel y había sólo dos habitaciones disponibles, todos estuvimos de acuerdo en yo no iba a dormir con un tío al que había visto una vez en mi vida. Hacer [i]”guarreridas”[/i] era una cosa y otra muy distinta, dormir. Si alguno de los dos tenía que verme babear la almohada ese era McLeod. Que por cierto, aún no se había despertado.

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  • CAMBIOS DE CUERPO

    Diana Echolls| Iniciativa Awaken

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    – [b][i]La próxima vez me encargo yo del conjuro[/b][/i].- Murmuró McLeod, que ahora tenía el aspecto de una chica de unos treinta y tantos años, con el pelo largo y negro.

    – [b]No te quejes, al menos estamos buenas[/b].- Dije entre dientes mientras esbozaba una sonrisa. Era una experta en los cambios de cuerpo y aunque éste no lo era exactamente, a los ojos de los demás sí y había salido mejor parada que él. Al menos, en mi culo no se podía aparcar una bicicleta.- [b]En realidad, yo estoy buena. Tú eres la simpática.[/b]

    – [b][i]Si ya…espero no acostumbrarme a tener tetas[/b][/i]. – Repitió también en voz baja. No podíamos hablar demasiado alto si queríamos pasar desapercibidos (¿desapercibidas?). Estábamos saliendo del cuarto de experimentación y a nuestro alrededor había celdas que en vez de barrotes tenían un cristal que nos permitía ver a los que estaban dentro.

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  • BARRERAS

    Diana Echolls| Alrededores de la Inciativa Awaken

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    Después de unir todos los puntos a los que nos habían enviado con anterioridad, acabamos en un lugar que parecía ser donde los tenían encerrados. Era un edificio moderno, de difícil acceso pues estaba rodeado por un frondoso bosque, repleto de vigilantes y con una fuerte protección mágica que, según dedujo McLeod, impedía, entre cosas, la teletransportación.

    – [b]Estamos jodidos[/b].- Bufé cuando por fin pudimos parar a descansar. Habíamos tenido que dejar su coche a cientos de metros para evitar ser descubiertos y después de mucho caminar, teníamos a ese lugar a poca distancia.- [b]Hemos llegado hasta aquí y no creo que podamos avanzar[/b].- Me quité la chaqueta que tenía puesta y me quedé sólo con una camiseta de tirantes, después me sequé con el dorso de la mano el sudor que tenía en la frente.

    -[i][b]Tenemos que dar con alguna forma, Sarah y Daniel tienen que estar allí dentro y creo, que alguno más de los desaparecidos[/b][/i].- Parecía serio y caminaba de lado a lado, como si estuviese esperando un parto.

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  • CAFE, MAPAS Y DESESPERACION

    Diana Echolls| Despacho de McLeod

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    – [b]El mapa señala un nuevo punto.[/b].- Al decir eso no pude evitar que una sonrisa de satisfacción se dibujase en mi rostro.- [b] Espero por el bien de nuestra cordura que ésta vez sea el definitivo [/b].- Le tendí el mapa a Christopher en el que ahora una quemadura señalaba el lugar en el que debía estar Sarah, después añadí poniendo morritos.- [b]Sé que después de esto me quieres un poquito más[/b]

    Habían pasado siete días desde la desaparición de Sarah y aún no tenía ni idea de dónde se encontraba. No pegaba ojo desde la noche en la que se la llevaron y sobrevivía a base de café. Intentaba por todos los medios no ilusionarme cada vez que el mapa, tras recitar un hechizo, nos mostraba un nuevo lugar, pero me era imposible. Era eso o ponerme en lo peor, en que quizás estaba…muerta.

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  • BÁRBAROS

    [s]Diana Echolls[/s] Elphaba Thropp| [s]Club Silver[/s] Lugar desconocido

    dianawick

    Elphaba permanecía impasible a la escena que transcurría ante sus ojos. Prefería mantenerse distante, a la espera de cómo se sucedían los acontecimientos. Recorría con la mirada a todos sus inesperados compañeros de aventuras, deteniéndose especialmente en el enmascarado de la eterna sonrisa {V} el cual, le parecía sin lugar a dudas, la persona más interesante de las que allí se encontraban. Todo lo contrario que la chica rubia que prácticamente no se había movido desde que un herido se acercó hasta ellos.

    Pudo verlos discutir acerca de si le ayudaban o no. A ella, no le interesaba lo más mínimo inmiscuirse en algo que ni le iba ni le venía. Con el tiempo, había aprendido que era mejor no decir nada y parecer idiota que abrir la boca y confirmarlo. Por lo que les dio de margen unos minutos de interminable de acalorada discusión y tras eso, habló de forma tajante.

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  • INTERESES COMUNES

    [s]Diana Echolls[/s] Elphaba Thropp| [s]Club Silver[/s] Lugar desconocido

    dianawick

    Elphaba no daba crédito a lo que sus ojos veían cuando por fin se dio cuenta de que no estaba en Oz, su ciudad. Lo cierto, es que nunca se había sentido especialmente cómoda allí, gracias en parte al trato que le daban todos sus vecinos, pero de ahí a querer aparecer de golpe en un lugar completamente desconocido…había una diferencia.

    Echó un vistazo rápido a su alrededor, como solía hacer para analizar todo lo que la rodeaba y pudo ver que había seres que hacían que su piel verde y sus dientes afilados pareciesen una nimiedad. ¡A algunas de esas criaturas incluso les faltaban miembros del cuerpo! Ni siquiera se estremeció, no tenía miedo, además como amante que era de la Biología respetaba a todas las criaturas que habitaban cualquier tierra, incluso esa, por extraña que le pareciese.

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  • ME ENCANTA ESTE CUERPO

    Diana Echolls| Despacho de McLeod

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    Íbamos por uno de los múltiples pasillos de la Universidad, de camino a su despacho cuando caí en la cuenta de que hacía horas que no me fumaba un cigarrillo y francamente, lo necesitaba. Sin darme cuenta, abrí el bolso, busqué mi pitillera, saqué uno y lo encendí. Tras darle una profunda calada vi a McLeod mirándome como si estuviera loca.

    – [b]¿En serio piensas que en mi situación estoy como para que me lo reproches?[/b]- Pregunté e hice una pausa para darle otra.- [b]Lo raro es que no te haya fumado a ti. Y créeme, he estado a punto.[/b]- Sonreí y él me miró confuso.

    Llegamos a su despacho, Christopher abrió la puerta y vi que estaba exactamente como lo recordaba: Desordenado.

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  • UN ORACULO CANTARIN

    Diana Echolls| Cafetería de la Universidad

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    Necesitaba contarle a alguien lo que me había pasado, pero no estaba segura de a quién. No todo el mundo estaba preparado para escuchar a una chica aparentemente cuerda decir que en una especie de viaje astral había conocido a un Oráculo cantarín que la había cambiado de cuerpo y por consiguiente, de vida.
    Era demasiado descabellado como para contárselo a mis hermanas y mucho menos, a mi madre porque todas ellas tenían el mismo concepto de mí que yo habría tenido en caso de haberme aguantado durante más de dos segundos seguidos en mi etapa de Barbie Malibú.

    Con todo lo que rondaba mi cabeza, no era consciente ni siquiera de hacia dónde me llevaban mis pasos, tenía claro que debía ir a la cafetería a trabajar, pero no pensaba en ello. Mi cabeza daba vueltas en busca de la persona indicada para quitarme ese enorme peso de encima. O al menos, para ayudarme a soportarlo. De pronto, me paré en seco, provocando que muchos me mirasen extrañados.

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