Moondale

Categoría: Diario de Karen Reed

  • CALLA, SOSO Y DISFRUTA DE LAS VISTAS

    KAREN REED | LOUNA

    Flashback – Hace unas cuantas noches

    KARENREED1

     

    No hacía falta ser una genio para saber que Bill no se había creído una palabra de lo que le había dicho. Por la cara que ponía, es posible que no se creyera ni lo que veía con sus propios ojos. Y me parecía bien, estaba en su derecho de tirarse a la tía aquella que tenía la cara de su mujer pero que no lo era. Eso sí, lo único que le pedía era que hablase con la muerta y le dejase claro que el muerto al hoyo y el vivo al follo.

    Su parienta (la muerta), llevaba meses persiguiéndome, despertándome a deshoras, molestándome cuando estaba con un cliente y para colmo, ahora el ofendido era él. Perdona guapo (lo de guapo es por decirle algo), pero mi tiempo era mucho más valioso que el suyo y estaba perdiéndolo para que me mirase con mala cara y renegase de mis dones – físicos y paranormales-. A este paso, si lo único que iba a hacer era pasearse conmigo por toda la ciudad, empezaría a cobrarle mi tarifa para «los no tienen dónde caerse muerto». Ah no, que yo clientes de esos no tenía. La beneficencia no era lo mío.

    (más…)

  • TORTURA EN FORMA DE ZAPATO NEGRO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Karen Reed | Comisaria Central de Louna | Seis meses antes

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b][/align]

    karenreed1

    [SIZE=2]

    Tap. Tap. Tap. Tap. Los [i]stiletto[/i] negros de tacón imposible componían un ritmo pseudo musical, que acompañado por el vaivén de mi culo (marcado por un vestido negro ceñido, con escotazo y minifalda), provocaban que toda la comisaría me mirase. Aunque a lo mejor era porque llevaba una pamela de leopardo. O unas gafas de sol en plena noche. Pero no, seguro que era por mi culo, por alguna de mis famosas portadas enseñando cacha o quizás, por haber contratado mis servicios como acompañante.

    El policía de la entrada se me quedó mirando, pero no se atrevió a decir nada, por lo que cuando llegué a la sala principal, que era poco más que una mezcolanza de escritorios, policías, gritos y sospechosos sentados en sillas, me frené en seco sin saber hacia dónde me dirigía. Por lo que abrí el bolso y saqué de su interior el papelito en el que podía leerse (más o menos): William Parker.

    (más…)