Idris Moreau | Refugio, Antigua Iniciativa
NOCHE

Cuando Henry consiguió reunir fuerzas para salir a bailar con su cenicienta, me alejé de la pista observándoles con una sonrisa.
Ella movía su cuerpo de forma alocada intentando imitar pasos de todo el mundo, a veces con menos acierto. Él sin embargo miraba a todas partes y trataba de no moverse demasiado. La cara se le debía estar tiñendo de un divertido rojo fluorescente.
No pude evitar sonreír de corazón. Quedaba poca inocencia en el mundo en el que vivíamos, sobre todo entre los de nuestra «especie», y quedaba aún menos esperanza. Viéndoles, parecía que todavía podía haberla, pero solo era una tenue sensación antes de volver a la cruda realidad.
Continué caminando, alejándome más de la pista, hacia la puerta del Little Nicky. Saludé a Nick con la mano antes de salir, pero cuando estaba a punto de hacerlo me encontré de frente con Xandra.
– [Xandra]¿Ya te vas?[/Xandra]- preguntó apoyada en el marco de la puerta. Me costó unos segundos asociar a la Xandra que podía concentrarse para abrir una cerradura entre una docena de soldados disparando con esa muchacha que llevaba un vestido negro que marcaba sus caderas y tenía una melena negra que caía sobre su espalda.
– [Idris]Estoy un poco mayor para tantos trotes.[/Idris] – sonreí llevándome una mano a la espalda. – [Idris]Disfruta la fiesta.[/Idris] – añadí mirándola de arriba a abajo. Solté un silbido y moví las cejas mientras la miraba intentando contener la risa.
Ella respondió entrecerrando los ojos y mostrándome el dedo corazón. Apartó la vista hacia la sala, si no la conociese habría podido pensar que quizá se había sonrojado.- [Xandra]Henry está ligando[/Xandra].- comentó al verle moverse. Parecía divertirse.
– [Idris]Más bien están ligando con él.[/Idris] – aclaré. El bueno de Henry era extremadamente tímido, quizá por eso prefería la compañía de gatos y máquinas. Pero ella era diferente, era consciente, era una chica inocente, real, y eso debía desconcertarle, especialmente el hecho de que estuviera loca por sus huesos. – [Idris]No es justo para ella, todo eso de La Mesías.[/Idris] – comenté dejando salir mis pensamientos. Nunca me había gustado el nombre que le habían atribuido al conocer sus capacidades y lo que podía significar para nosotros. No debíamos perder de vista el hecho de que tenía apenas un año y ya había gente que quería embarcarla en una lucha que ellos no eran capaces de llevar a cabo, para salvarles.
No era justo. Pero el mundo tampoco lo era. Si lo hubiese sido, mis padres no habrían sido asesinados por ese maldito loco. A veces pensaba que ese había sido el inicio de todo. Lo que hizo que los de Z perdiesen y las cosas se volviesen terribles para todos los «diferentes«.
– [Xandra]Si es verdad eso de que puede pensar por sí misma, que lo decida ella[/Xandra].- replicó sin apartar la mirada de ella. La confianza de Xandra no era algo que se ganase con facilidad, a veces dudaba incluso de tenerla yo mismo. Era escurridiza, indiferente a los demás, pero si la acosaban, agresiva como nadie, como un mapache.
– [Idris]Es una persona, Xandra. No quiero esa clase de cosas aquí.[/Idris] – le recordé. Si queríamos seguir sobreviviendo, teníamos que continuar cooperando. Las cosas ya estaban suficientemente mal para que hubiese rencillas internas. Lo peor de todo es que ya las había, especialmente con esa muchacha inocente que intentaba bailar un twist. Siempre habrá gente que nos odie y nos adore, no podemos caer bien a todo el mundo.
– [Xandra]Una persona que funciona con baterías[/Xandra].- apuntó. La miré con el ceño fruncido. Los que cuchicheaban por los pasillos que La Mesías podía ser una espía, que la llamaban engendro y cosas peores, no eran gente a la que me gustaría caerle bien. Tenía ganas de que hiciesen un movimiento en falso para ir a saludarles.
– [Idris]Eres medio demonio, yo congelo cosas…no entres por ahí.[/Idris] – respondí con una ligera sonrisa. Xandra era una buenaza en el fondo, pero desconfiaba primero y preguntaba después. Era lo que le había demostrado la vida. – [Xandra]Podría ser una espía o que un día su balanza moral fallase[/Xandra].- argumentó frunciendo el ceño.
– [Idris]Podrías decir lo mismo de cualquiera de nosotros.[/Idris] – respondí observando a toda la gente del bar, algunos tratando de disfrutar y alejarse de la dura realidad, otros intentando ahogarla en alcohol destilado. – [Idris]Y ella es la que menos motivos tiene. ¿No ves la ilusión que tiene en la mirada? Eso está perdido para los demás, y algunos darían todo para recuperarlo.[/Idris] – la avisé. No hay nada peor que alguien que no tiene nada que perder y algo que ganar. Muchos de los que estaban allí nos venderían al mejor postor si con ello conseguían salir de este mundo, como el calvo de Matrix.
Ella se limitó a encogerse de hombros. Nos quedamos en silencio unos segundos. La miré de reojo, su mirada acerada se cruzó con la mía y solté una carcajada que hizo que ella también sonriese. La Mesías debió escucharme porque miró hacia nosotros y nos saludó agitando la mano con una enorme sonrisa.
– [Idris]Pásalo bien y no seas dura con ella.[/Idris] – traté de animarla. Le puse una mano en el hombro antes de despedirme.
Ella suspiró. – [Xandra]Qué manía tenéis…[/Xandra] – se quejó. No le gustaba mucho el contacto tan cercano. Aunque de joven habíamos estado bastante cerca, bueno, no con Xandra concretamente, a Xandra nunca la había visto desnuda.
– [Idris]Eres un poco erizo.[/Idris] – bromeé sonriendo. – [Idris]Sonríe, baila, disfruta….[/Idris] – le cogí los brazos y empecé a moverlos animadamente, como si bailase.
Ella negó con la cabeza y se alejó, adentrándose entre la multitud. En un parpadeo, la Xandra que conocía dio paso a otra un poco más alta, de melena castaña y curvas generosas a la que llamaba Alex. Mirando como se movía recordé cuando éramos más jóvenes e impulsivos, aunque lo último no había terminado de irse. Alex se mezcló entre la gente, bailando, divirtiéndose. Era como si Xandra necesitase cambiar su aspecto para cambiar su forma de actuar, como un disfraz, una máscara. El problema es que a veces las máscaras nos devoran.
Lo nuestro no había llegado a nada más que a divertirnos juntos de vez en cuando. Mi medio coco debía estar en algún lugar. Quizá algún día la encontrase, si no se la habían llevado los bastardos del Gobierno.
Cuando en pleno baile los ojos de Alex se cruzaron con los míos, di la espalda a la pista con una última sonrisa y caminé por los pasillos, pensativo.
Todo lo que teníamos, lo que nos permitía subsistir, venía de nuestros propios poderes. Vivíamos en una comunidad autosostenible, pero terriblemente frágil. Manuela, a la que algunos seguían llamando Manna, no podría vivir eternamente, y era ella quien nos daba la comida que necesitábamos. Sin Irina y su hija Laura los escombros nos habrían enterrado vivos. Sin Blackgrave las heridas y las enfermedades habrían acabado con todos.
Observé las luces brillando intensamente. La energía era un bien preciado que estuvimos a punto de perder cuando tres escuadrones le rodearon y consiguieron acabar con él a duras penas. Pero todo seguía funcionando desde entonces. Las mentes pensantes decían que se había convertido en energía y se había fundido con el complejo. Nadie sabía cuánto duraría, pero si Logan desaparecía, casi todo dejaría de funcionar. Los generadores de reserva durarían un par de meses pero después, oscuridad total, y la gente empezaría a perder la cabeza.
Escuché unos pasos ligeros y miré hacia delante para encontrarme con Sophie, una chica joven de cuerpo menudo y rostro afable que a la vuelta de cada misión se las arreglaba para encontrarme y preguntarme por su familia. Por desgracia todavía no los había encontrado. – [Sophie]Idgris, ¿has encontrgado a mis padgres?[/Sophie]- preguntó con evidente preocupación. Se colocó un mechón detrás de la oreja y me sonrió.
– [Idris]Sophie. Todavía no, lo siento.[/Idris] – dije mirándola a los ojos. – [Idris]Pero seguiré buscando, te lo prometo.[/Idris] – le aseguré mientras le pasaba el dorso de un dedo por la barbilla tratando de animarla. Ese lugar era un nido de huérfanos y sabía lo que se sentía.
Ella agachó la cabeza.- [Sophie]Prgonto[/Sophie].- dijo alzando la vista para mirarme a los ojos. Era bastante guapa y ese acento siempre me había gustado. Quizá con las ganas de vivir de hacía unos años habríamos acabado en alguna de nuestras habitaciones.
– [Idris]No descansaré, te lo aseguro.[/Idris] – le prometí pasando por su lado y apoyando una mano en su hombro. Me di cuenta de lo que eso había provocado en Xandra y esperé, pero a Sophie no pareció importarle. Contuve un impulso.
– [Sophie]Lo sé[/Sophie].- me aseguró mirándome muy de cerca. Aparté la mano y ella se marchó después de dedicarme una sonrisa.
La miré mientras se alejaba, no podíamos seguir viviendo de esa forma, seguir sobreviviendo. Necesitábamos un cambio, un alzamiento. Era hora de que nos convirtiésemos en una resistencia.
Me gustaría describir de forma épica cómo crucé el pasillo y le aseguré a Sophie que empezaría a prepararlo todo para lanzar una guerra de guerrillas más activa que desestabilizase a la Iniciativa antes de acabar con ellos, pero ese plan se desarrolló en mi cabeza. Mi cuerpo se limitó a ver como se contoneaba su culo mientras se alejaba.