VINCENT SOLO | BARRIO OESTE
Me lancé contra el joven y ambos caímos al suelo, a un metro escaso de donde acababa de caer un trozo de fachada del edificio. Me puse en pie y le señalé al chico un portal cercano donde un grupo de gente se estaba guareciendo. Él se marchó dándome las gracias a apresuradamente.
Miré hacia el frente. La calle estaba vacía y el silencio se mezclaba con el caos en una rápida sucesión. Hacía media hora que la batalla se había desatado en las afueras del Barrio Este, a no muchos kilómetros de la Universidad.
Comprobé el móvil, era un teléfono actual pero con carcasa a prueba de todo para su uso en guerras, Fenris los había distribuido para mantenernos todos en contacto en caso de emergencia. No sé si me alivió no ver ninguna llamada ni mensaje o me preocupó.
No sabía nada de Mara desde que se había quedado en su posición junto a Lucy, Rebecca, David, Desiree y Kuruk para atender a los posibles heridos y coordinar un refugio. Al haber estallado el conflicto en el Barrio Este, el refugio designado era la Universidad, al igual que si hubiera sido en el Barrio Oeste, habría sido la Nave.
Eché a correr por la calle vacía oliendo el polvo de los escombros, restos desprendidos de las fachadas de algunos edificios al recibir los proyectiles de todo tipo que teñían el cielo de colores. El día anterior la gente había festejado y desfilado por las calles junto a las carrozas en la fiesta de Fenris, que no había escatimado gastos como si dedicase una última ovación por su ciudad natal en caso de que cuando terminase la guerra no pudiese reconocerla.
La situación se alejaba mucho del mejor escenario que había previsto Matias, que el conflicto estallase en el Bosque de los Lobos, pero tampoco era el peor de los que había calculado. Al menos era una suerte que el conflicto no hubiera estallado en el centro ni los barrios norte y sur. No solo eran las zonas más antigüas y emblemáticas si no también las que mayor concentración de población tenían.
Seguí corriendo. Mis piernas estaban doloridas de la presión a la que las estaba sometiendo después de la mala caída apartando a ese chico. El traje que había confeccionado Lucy se adaptaba como un guante y era lo más parecido a «ir desnudo» pero yendo protegido. Aun así, uno de los ladrillos me había golpeado en la tibia y en cuanto enfriase me iba a doler bastante. Sería una suerte si esa era mi mayor preocupación.
Frené justo a tiempo de evitar un trozo de metal que se estrelló contra la acera, unos metros más allá y me habría empalado vivo. Mi corazón estaba desbocado y solo podía pensar en que si moría, jamás podría ver crecer a Idris o entablar una relación verdadera con Mara.
Y pensar que hacía unas horas todo parecía a punto de salir mejor. Beatrix estaba despierta y en nuestras manos, solo habría hecho falta avisar a Z en ese preciso momento, pero fue imposible. El bando negro puso todo el poder en sus manos para hacer imposible el acceso a su «líder» y convirtió el Palacio en una fortaleza impenetrable.
Habíamos pensado llevarla con nosotros antes de que estallase el conflicto, pero corríamos el riesgo de que cayera en manos de la Iniciativa y de cualquier forma, el bando negro pelearía cuando fuese descubierto. Necesitábamos esperar a que Z no estuviera en el epicentro, así que Beatrix descansaba ahora en la Nave bajo la supervisión de Mia, Keli, Karen, Aphrodite y Winston, preparados para llevarla frente a él en cuanto fuese posible.
Cuando llegué al cruce de calles vi a una mujer guepardo enfrentarse contra un hombre pantera salvajemente. Sus garras surcaban la carne del otro en un duelo igualado. A su lado estaba King, sus ojos brillaron mientras desgarraba el cuello con sus dientes a una muchacha de piel roja y colmillos prominentes.
No pude hacer nada por ella, pero corrí igualmente a enfrentarme a King desenfundando los katar que llevaba a la espalda. Él me miró con una perversa sonrisa, estaba disfrutando de mis ganas de venganza por lo que le había hecho a Mara, aunque mis posibilidades contra él no eran las mejores.
Sacó las garras y enseñó sus acentuados colmillos en una sonrisa mientras llegaba hasta él, entonces vi algo por el rabillo del ojo y frené. King me observó, confuso, el tiempo suficiente para que un coloso de titanio chocase contra él. De haber sido un humano, King habría muerto en el acto, pero al ser una Abominación soportó el embiste y siguió luchando contra Oliver. A veces hay que saber tener la mente fría incluso cuando la rabia te ciega. Oliver era un buen contrincante porque no sería capaz de contagiarle.
Además, mi trabajo principal era poner a salvo a los civiles. Seguí avanzando para ayudar a April a levantarse. Tenía una herida fea en una pierna provocada por una esquirla. No había podido evitarla al estar concentrada para intentar anular a ‘Union’, la telépata que coordinaba a Adams Zero.
Mientras dejábamos atrás a King y Queen, cogí el teléfono con la mano libre y llamé a Keli.
– [Vincent]¿Estás lista?[/Vincent] – pregunté. El poder de Keli era incalculable como demonio puro, pero al estar confinada en su cuerpo actual y vinculada a la cadena, había mermado considerablemente, así que había tenido que concentrar sus energías desde el inicio del combate para llevar a cabo una jugada que la dejaría incapaz de poder hacer mucho más que dar golpes con superfuerza, que no era poco.
– [Keli]Los que deberíais estar listos sois vosotros[/Keli].-sentenció con el orgullo propio de la juventud, aunque fuera relativa en su caso, una demonio de a saber cuantos siglos de antigüedad.
– [Vincent]Voy a avisar al resto.[/Vincent] – respondí. Colgué y envié un mensaje a todos los terminales ‘Preparaos para el salto‘. No todos tendrían tiempo de poder mirar el teléfono, especialmente los Moondies que estaban en pleno epicentro del combate, pero todos estábamos preparados para el plan y con suerte el mero hecho de sentir el móvil vibrar les valdría de aviso.
Pronto el cielo se tiñó de azul oscuro alrededor de una figura que se alzaba flotando en el cielo. Allí, Keli era un blanco fácil, pero nadie tendría tiempo suficiente para hacer nada.
April se sentó en el suelo y asintió. Yo me mantuve en pie, concentrándome para no caer. Esperaba el momento, pero nunca llegaba, así que cuando parecía que no iba a pasar, pasó, junto con una oleada de vértigo que me dejó algo mareado.
Me froté los ojos y miré a mi alrededor. April estaba sentada ahora en el verde y frondoso prado, cerca de uno de los altos árboles del Bosque de los Lobos. Perdidos entre los troncos veía a ambos bandos desorientados por el cambio de localización. Keli lo había conseguido, nos había teletransportado a todos, poniendo a salvo la ciudad.
– [April]Cuidado.[/April] – gritó April. Desorientado y mareado como aún estaba, no esquivé a tiempo a King, que de un golpe me lanzó contra un árbol cercano. Sentí un fuerte pinchazo en la espalda, me había roto algo, pero no tenía tiempo a comprobarlo.
Me puse en pie, dolorido, apoyando la espalda en el tronco del árbol. Solo tenía un katar en la mano, el otro había caído demasiado lejos. No había nadie que pudiera ayudarme, April no podía usar su telepatía contra la mitad vampiro de King. Me preparé para lo que sucediera, pero nunca estaría listo para despedirme del futuro que ahora parecía que iba a tener.
Como no podía hacer nada, hice lo que hace la gente cuando no le queda nada más a lo que aferrarse y recé. No a las creencias que me inculcaron, porque esas fueron forzadas por unos tiranos, recé al dios de Mara, tal y como le había visto hacer a ella. Pedí ayuda para poder vivir un día más y si no era posible, que Mara e Idris estuviesen siempre a salvo y jamás les faltase de nada.
Me preparé para las garras de King, y entonces le oí gritar. Abrí los ojos y vi a King elevado varios metros sobre el suelo, atrapado en un remolino de arena que rasgaba su piel. Magnolia estaba frente a mí, con las manos levantadas. Con un movimiento concentró la arena del remolino y mandó a King volando más allá del bosque. No nos molestaría en el resto del día.
– [Vincent]Gracias.[/Vincent] – dije a Magnolia, que me dedicó una sonrisa amable.
El corazón me latía a toda velocidad, mis manos pedían coger el teléfono y llamar a Mara, confesarle cómo me sentía de verdad antes de que otro King apareciese y esta vez no tuviera tanta suerte. Pero ni en una guerra conseguí reunir el valor por miedo a perderla.
Le respondí con el símbolo de una cuchara y el de una copa de vino. Guardé el móvil y di gracias por continuar en pie, pero tenía que tener cuidado para seguir estándolo. Acompañado de Magnolia, April y Oliver, nos adentramos en el bosque. Peinaríamos los alrededores de la masa del combate y nos aseguraríamos de cuidar a los heridos y librarnos de los atacantes que pudiéramos. Ya había suficientes personas en ese caos central. Solo me quedaba ayudar y rezar también porque todos pudieran volver a casa con sus familias.