Moondale

Categoría: Diario de Xander Echolls

  • LA ÚLTIMA MISIÓN

    DIARIO DE XANDER

    TARDE – LA KVASIR

    Estaba emocionado. Era consciente de que me sentía impresionado por formar parte de algo que podría ser historia. Como hijo de Moondies, había soñado siempre con formar parte de esas reuniones en las que los demás y yo solo veíamos una puerta cerrada.

    Pero ahora éramos nosotros y nosotras, todas las personas de la nave, las que estábamos reunidas bajo una misma misión. El mundo había cambiado, mientras los Moondies esperaban tras los discos Daë a saber lo que pasaba tras esa puerta.

    Los miembros del Consejo de la Kvasir estábamos sentados tras unas mesas que habíamos colocado en la sala común de la planta principal. Frente a las mesas, el resto del grupo se desplegaba en todo su esplendor. Habíamos decidido que las reuniones serían a puerta abierta para todos, para que pudieran opinar, aportar, en resumidas cuentas, para convertirnos en una especie de democracia ya que mientras viviéramos así, éramos nuestra propia civilización.

    – [Elle]Esto es un poco raro.[/Elle]- empezó a decir Elle, poniéndose en pie. Aquella era nuestra primera reunión oficial desde haber sido creado el Consejo de la Kvasir y era lógico que todavía se sintiera incómoda por su posición. – [Elle]Buenos días. Os comento: el Consejo ha hecho esta propuesta de grupos para la siguiente fase.[/Elle] – hizo un gesto y Henry activó una proyección holográfica de una foto de cara de cada uno de nosotros, agrupadas bajo tres símbolos del zodiaco que representaban los mundos a los que iríamos a continuación. Con suerte, los últimos.

    Miré a mi hermana para darle ánimos mientras la atención del resto se centraba en el holograma, primero preguntándose dónde les tocaría y segundo, percatándose de que a uno de los mundos a habíamos ido.

    – [Elle]Se admiten propuestas.[/Elle]- sugirió Ellie. Vi a Jane a su derecha, negando con la cabeza. Todavía era demasiado firme, tenía que acostumbrarse a confiar en el resto, porque por el momento, solo se fiaba de que estuviéramos a salvo bajo su dirección.- [Elle]Y mientras os decidís a hablar, le dejo paso a Noah.[/Elle] – sonreí a mi hermana mientras se sentaba. Era un buen movimiento para evitar un silencio incómodo mientras valoraban a qué mundo iban.

    — [Noah]Con eh… la información que ha recogido Lexie en la ciudad. [/Noah]— empezó a decir mi primo Noah. Giró la mirada para sonreír a la persona que tenía a la derecha, que no era otra que una Lexie satisfecha de su trabajo. Estaba claro que pese a su reticencia, había resultado ser increíblemente valiosa para todos. — [Noah]Sabemos que Selas es un mundo anclado en la Grecia clásica. [/Noah]— explicó. En el holograma Henry aumentó unas imágenes de archivo de la Antigua Grecia, cómo vestían, cómo era el entorno… — [Noah]Y Dyavol en el siglo XVIII aproximadamente, es, por lo que parece, un mundo pirata.[/Noah]— añadió. Henry aportó otro grupo de imágenes para dejarlo claro. Me había asignado junto a Jane a ese mundo por una decisión estratégica, pero no era el favorito de ninguno de los dos.

    – [Owen] Te lo pondré sencillo Elle, no tengo inconveniente en ir a ese mundo. [/Owen]- se ofreció Owen. Me alegró que fuera el primero en romper el silencio de los demás, ninguno de los miembros del Consejo estábamos muy cómodos por el hecho de que el resto pudieran verse inferiores cuando no era el caso, así que ver a alguien hablar era un alivio. Aun así, la alegría no duró mucho. – [Owen]…con suerte me lanzan por la pasarela.[/Owen] – murmuró en voz baja. Quizá no fuese así exactamente porque estaba lejos, pero iba en la misma línea. Me preocupó ver así de desanimado a mi amigo. Sabía que llevaba así desde que la noche anterior Amy se había sincerado con él- Habíamos hablado pero aún no había sabido qué decirle de eso en concreto. Si alguien a quien quieres no te corresponde, no puedes hacer otra cosa que seguir adelante, pero esas palabras a Owen no le ayudarían mucho y menos viniendo de alguien que había seguido queriendo durante años a una persona que pensaba que le odiaba.

    — [Xander]Por eso estás el primero de la lista. [/Xander]— aseguré, dirigiéndole una mirada a Ellie, que notaba el mismo desazón en Owen que yo. Por eso habíamos comentado un asunto con el Consejo que estábamos a punto de comunicar. — [Xander]Y habíamos pensado que fueras el líder del equipo ofiuco.[/Xander] – añadí. Teníamos que ayudarle y darle un puesto de responsabilidad era un buen primer paso. Si se mantenía ocupado, podría tener más fácil darse cuenta de que la vida seguía y encontraría a alguien que le correspondiera. No podía seguir encerrado eternamente devorando series y canciones melancólicas.

    – [Owen] ¿Yo? ¿Liderar? [/Owen] – miró las caras del holograma y alzó la mano señalando. – [Owen]¿Por qué no mejor Jane, Cole… O incluso tú?[/Owen] – sugirió.

    – [Elle]Estás más que capacitado para esto. Además, eres el que más sabe de piratas.[/Elle]- intervino Ellie, rematando su argumento con un guiño de ojo. Estaba tan orgulloso de lo maravillosa que era mi hermana que no tenía palabras para expresarlo.

    — [Xander]El equipo de Nexus lo liderará Elle y el de Selas Amy.[/Xander] — continué. Henry contorneó sus imágenes con un borde dorado para remarcar su posición. — [Xander]Pero antes de seguir con los grupos, Noah tiene algo más de información[/Xander] – terminé, cediéndole el turno con una mirada.

    Noah asintió y se aclaró la garganta. Tampoco llevaba bien tener un gran público delante, pero se había estudiado tan al detalle lo que iba a decir, que dudaba que titubease. — [Noah]En Nexus ya estuvo un grupo nada más llegar, pero hemos pensado que necesitamos más información para estar preparados y además, nos hemos topado con una nueva fuente de información.[/Noah] – eso daría respuesta a quien se preguntase por qué volvíamos a un mundo en el que ya habían estado Idris, Henry, Laura y la propia Zahra. Noah hizo una señal a Henry, que colocó una lista de papeles donde había anotado lo que iba a decir. Estaba bastante nervioso.

    Bowie alzó una mano de pronto y Henry se detuvo.- [Bowie]Yo quiero cambiar de mundo.[/Bowie] – lo dijo con calma, pero con firmeza. No conocía a mi hermana pequeña desde hacía mucho tiempo, por desgracia, pero empezaba a reconocer cuando tomaba una decisión en la que no se echaría atrás.

    Nos quedamos en silencio, valorando. – [Xander]De acuerdo, lo hablaremos cuando Henry y Noah terminen.[/Xander] – respondí. Era lo único que podía hacer en el momento, aparcar durante unos instantes la decisión. Me preocupaba mandar a Bowie a otro de los mundos, Selas era el más seguro de los tres. Bowie asintió, con paciencia y le hizo un gesto a Henry.

    – [Henry] He encontrado en la base de datos de la nave información del resto de mundos que he actualizado con las… vivencias que hemos tenido en ellos.[/Henry] – explicó. Desde que se había alzado la Kvasir, más de una cosa estaba recuperando su vieja gloria, gracias a las reparaciones en el vientre de la Kvasir que Henry y Dante habían podido empezar a realizar. – [Henry]Parece ser que son datos que…preceden a…al malo.[/Henry] – aclaró. El Soberano, para la mayoría de nosotros, aunque aquí tuviera muchos nombres pero le conocieran como Antailtire. Apenas acabábamos de enterarnos de que la Kvasir había llegado al Cúmulo antes que él, antes de que los mundos cambiasen a su antojo. – [Henry] Pero apenas tenemos información del Nexus…[/Henry] – añadió, revisando entre sus archivos. – [Henry]…al parecer la nave se estrelló antes de que pudieran hacer un reconocimiento de ese mundo.[/Henry] – a  veces pensaba en qué habría pasado con la tripulación, pero viendo que hacía tanto tiempo desde que se habían estrellado, podría ser cualquier cosa, incluso haber poblado algunos mundos con sus descendientes.

    — [Noah]Lo único que hemos sacado de allí es un registro de una interferencia similar a la del momento en que vinimos. [/Noah] — intervino Noah. Henry mostró dos señales en el holograma y las superpuso, eran idénticas. Según lo había llamado en la reunión previa, era la «frecuencia de resonancia del Axis Mundi». — [Noah]En resumen, creemos que el portal al Axis Mundi está allí.[/Noah] – explicó. Mi mente se vio invadida de los recuerdos caóticos de la noche que nos fuimos de Moondale. Omega. Ella había sido el principio.

    — [Xander]Por eso el equipo de Nexus será de infiltración y combate en caso de necesidad.[/Xander] — comenté. Necesitábamos saber dónde tendrían que ir los Daë después de reunirse, para así protegerles y permitir que cumplieran su misión y con suerte, poder volver a casa.

    — [Noah]En Selas la nave tiene registros de seres similares a los de los mitos griegos, asi que hay que estar preparados. Por lo que le contaron a Lexie, los héroes y heroínas son bastante comunes.[/Noah] — explicó Noah. Sus palabras se vieron acompañadas de imágenes de criaturas de su mitología. Podían encontrarse muchos inconvenientes, pero aun así era el mundo menos peligroso de los tres. — [Noah]Y Dyavol parece un mundo muy oscuro, por su posición con el sol pero también por las criaturas. No será fácil.[/Noah] – aparecieron unas imágenes lejanas del mundo de Dyavol y parecía un lugar frío y muerto.

    — [Xander]Los equipos que veis tienen el cuenta el tipo de misión y las fortalezas de cada uno.[/Xander] — expliqué. Habíamos debatido hasta conseguir una especie de consenso, pero ahora estaba abierto a debate general y Bowie ya había propuesto su cambio. — [Xander]A Nexus van los más fuertes, los que ya conocen el lugar y los que pueden infiltrarse mejor.[/Xander] – dije, aclarando las elecciones. Algunas personas habrían encajado en ese, pero no nos atrevíamos a poner toda la «carne en el asador» por si pasaba cualquier cosa, tener equipos de respaldo para una extracción.

    – [Julia]Yo nunca he sido muy fan de la masculinidad tóxica.[/Julia] – intervino Julia, alzando la mano.- [Julia]Así que borradme del mundo pirata.[/Julia] – pidió. Dos cambios en el aire. Si Bowie quería cambiarse por ella, no sería lo ideal por el peligro que suponía Dyavol, pero al menos estaría más segura que en la boca del lobo que era Nexus.

    — [Xander]¿A qué mundo quieres ir, Bowie? ¿A Dyavol? [/Xander] — pregunté, esperando que su respuesta fuera la que yo quería. Sentía en alguna parte de mí que no sería así.

    – [Bowie]No, quiero ir a Nexus. Estoy preparada para estar en ese grupo.[/Bowie]  – respondió, confirmando mis sospechas. Bowie había sido valorada para ir a Nexus porque sus capacidades de androide ayudarían a la infiltración, pero también era «joven», no en apariencia, pero sí en tiempo real de vivencias.

    Miré a los demás, a sabiendas de que la preocupación se iba a manifestar en mi rostro. – [Jane]Si todo el mundo se pone a elegir va a ser un desmadre, así que os quedáis como estáis y carretera y manta.[/Jane]  – por un instante agradecí el apoyo de Jane, pero sabía que no podíamos hacerlo así, no si queríamos ser iguales todas las personas de la nave.

    – [Bowie]Pues si no voy a Nexus me quedo en la nave y os apañais como podáis.[/Bowie]- sentenció, cruzándose de brazos.- [Bowie]Y carretera y manta.[/Bowie] – la retó. No iba a cambiar de idea, era algo que parecía haber sacado de mamá Sasha, su determinación.

    – [Julia]Vas tú a los piratas, Hail Hitler.[/Julia] – se unió Julia. Las cosas no iban bien, necesitábamos llegar a un acuerdo, pero había muchas personalidades diferentes en aquella sala.

    – [Ezra]Nos vendría bien tu fuerza en este mundo Bowie. Y quien sabe, lo mismo encuentras información de Caitriona allí.[/Ezra] – le propuso Ezra, tratando de convencerla de ir a Selas. Bowie alzó una ceja, no, no iba a cambiar de idea. Empecé a barajar opciones para protegerla en ese mundo, no había otro remedio, no era ético dejarla encerrada en la nave porque la considerásemos pequeña, no era justo.

    – [Jane]No, si yo ya iba a esa bazofia de mundo y no me habrás oído quejarme.[/Jane] – replicó Jane, empezando a estar molesta.

    — [Xander]Jane…[/Xander] — la llamé, tratando de ayudarla a tomar control de la situación. Me di cuenta de que había sonado como mi tío Toph cuando Kaylee me miró con una sonrisa. Tenía que intentar que Jane empezase a confiar en todos nosotros como grupo y no nos sobreprotegiera. Era una persona muy maternal, se preocupaba mucho por cada una de las personas de la nave, incluso las que apenas conocía y eso hacía que mostrase su cara más firme.

    – [Owen]Te invito a una botella de ron si vienes con nosotros.[/Owen] – propuso Owen mirando hacia Julia. No quería pensar mal, pero dado el atractivo físico de Julia, pensé que mi amigo estaba tratando de ligar.

    – [Kaylee]Viendo que La Canciller está a punto de quitarse el cinturón, creo que lo mejor es que alguien de Nexus se ofrezca voluntario o voluntaria para cambiarse por Bowie y después solucionamos lo de Julia si es que Owen no se ha desnudado para que se vaya con él.[/Kaylee] – medió Kaylee. Era una buena propuesta, equilibrada.

    — [Xander]¿Alguien quiere cambiar su puesto por Bowie?[/Xander] — pregunté.

    – [Ruby]Puedo dejarle mi puesto a Bowie y que Julia se vaya a Grecia en el puesto de ella y yo me voy a los piratas.[/Ruby] – explicó Ruby, poniéndose en pie, firme, sin el más mínimo temblor. Era toda una soldado.- [Ruby]No sé si se me ha entendido.[/Ruby] – preguntó.

    — [Xander]Vamos a votarlo. En caso de empate decidirá Elle.[/Xander] — sugerí. El cambio que proponía Ruby era justo, todo el mundo conseguía lo que quería, pero tendríamos que colocar contramedidas para proteger a Bowie aunque era cierto que a Julia le iría mejor en Selas.

    – [Elle]En caso de empate lo echamos a suertes.[/Elle] – me corrigió Ellie, con una sonrisa. Se la devolví y pasamos a las votaciones, que fueron un sí unánime aunque por un momento Elle pareció votar que no para devolverle a Ruby lo de su elección. Incluso Jane aceptó.

    – [Ruby]Tengo una propuesta.[/Ruby] – añadió Ruby. Elle asintió para que la expusiera.- [Ruby]Quiero ser la líder del grupo de los piratas junto con Owen y creo que los demás mundos también necesitarán dos líderes.[/Ruby] – sugirió. Dos líderes. Teniendo en cuenta que ahora íbamos más en los grupos, quizá no fuera una mala idea.

    – [Jane]¿Pero por qué no podéis dejar las cosas como están?[/Jane] – se quejó Jane, que no llevaba demasiado bien los cambios.

    – [Kaylee]Calla ya, Mussolini.[/Kaylee] – le replicó Kaylee. Jane la miró, pero Kay se las arregló para que entendiese que era una broma.- [Kaylee]A mí me parece buena idea, porque Owen el 90% del tiempo está pensando en sex..ries.[/Kaylee] – comentó para reír, mirando al aludido.

    — [Xander]¿Qué opinas owen?[/Xander] — le pregunté. Era importante que cada persona pensara que su opinión era importante, porque así era.

    – [Owen]De hecho no tendría inconveniente en dejárselo todo a ella, pero las mujeres no están bien vistas en esa época. Así que, claro, porque no, delegaré y eso.[/Owen] – comentó. Seguía viéndole afectado. Esperaba tener más tiempo en Dyavol para hablar a solas y quizá conseguir que se animara un poco.

    – [Julia]Lo que yo decía: una mierda de mundo.[/Julia] – murmuró Julia.

    — [Idris]Qué dice líder contigo owen.[/Idris] — bramó Idris soltando una carcajada. Vi como pellizcaba a Owen en el brazo. — [Idris]Ya sabes…. líder…. contigo….[/Idris]  – añadió enfatizando las palabras para que quedase claro el subtexto.

    – [Ruby]Idris, soy una guerrera entrenada y podrías estar muerto ahora mismo y no haberte dado cuenta.[/Ruby] – le cortó Ruby, seria.- [Ruby]No te conviene tocarme la moral.[/Ruby] – le amenazó.

    — [Idris]La moral no, pero owen otras cosas si ¿eh? Hay que ver….[/Idris] — se rió Idris, bromeando como era habitual en él.

    Ruby puso los ojos en blanco, pero no añadió nada más.

    – [Elle]Hay dos mundos que aún no tienen dos líderes.[/Elle] – resumió Ellie.

    — [Noah]Kaylee debería ser líder junto a Amy.[/Noah] — propuso Noah, que seguramente había estado haciendo sus cábalas mientras los demás discutían. — [Noah]Se que el resto prefiere no tener esa posición, salvo que Ezra diga lo contrario.[/Noah] – comentó.

    — [Idris]Y evidentemente yo líder con Coquito. [/Idris] —se autonominó Idris, aunque era una buena opción, tenía experiencia liderando a los Drow como combatientes nocturnos. — [Idris]Con beneficios como Ruby y Owen.[/Idris] – añadió, mirando a mi hermana. Quise borrar esa imagen de mi mente y desde luego deseé no tener nunca el poder de Jane.

    – [Kaylee]Yo no tengo problemas en ser la líder junto a Amy si el resto de los que van a ese mundo están de acuerdo.[/Kaylee] – comentó Kaylee.

    – [Ezra]Por mí bien. Llevo mejor el recibir órdenes que darlas.[/Ezra] – admitió Ezra. Si a él le daba igual, tal y como Noah había dicho, ni Leo ni Dante querrían, Julia aún era muy «nueva» para nosotros y Vera, Elliot, Jamie y Chloe eran demasiado jóvenes.

    – [Elle]Idris, ¿tú quieres ser líder?[/Elle] – preguntó mi hermana mirando a su…¿interés romántico? No sabía cómo llamarlos, pero saltaba a la vista que eran cercanos.

    — [Idris]Por supuesto. [/Idris] — replicó él poniéndole ojitos. Mi hermana sonrió y me alegró verla así incluso con todo el peso de ser la líder y todo lo que estaba pasando. Después de lo que le había pasado a la abuela Elizabeth.

    — [Noah]Voy a resumir entonces.[/Noah] — respondió Noah, revisando el holograma que Henry y él habían ido modificando. — [Noah]A Selas van Amy, Leo, Ezra, Kaylee, Dante, Chloe, Vera, Elliot, Jamie y Julia.[/Noah] — repasé mentalmente junto a ellos. La manada de lobos, una raza que no llamaría la atención allí, al igual que el alado y los más jovenes, junto con Julia cuyos poderes no le servirían de mucho en Nexus ni Dyavol. — [Noah]A Nexus Idris, Elle, Henry, Zahra, Bowie, Lexie, Nate, Robin, Ezequiel y yo.[/Noah] — Elle, Nate y Robin aportando la fuerza, Noah por sus conocimientos, Lexie para camuflarse, Henry, Idris y Zahra porque ya habían estado y Ezequiel porque podría resistir en caso de necesidad. — [Noah]Y por último a Dyavol van Owen, Mike, Sophie, Ruby, Cole, Jane, Xander, Lekwaa y Niall.[/Noah] – en Dyavol necesitaríamos fuerza como la de Owen, Ruby, Cole o yo, un sanador como Mike nos resultaría útil, igual que las recién descubiertas habilidades de Sophie. Lekwaa serviría de apoyo con su conocimiento del mundo espiritual y Niall permitiría una ventaja al estar en un mundo muy marítimo. Por último, pero no por ello menos importante, Jane era un as en la manga, por su nuevo poder y por su poder de nacimiento.

    — [Idris]Qué sepáis que me jode no llevar toga. [/Idris]— sentenció Idris, haciendo un falso puchero.

    Lexie se puso en pie y de pronto todos pasamos a llevar togas. Tengo que decir que no muy correctas históricamente y si bastante escuetas. Estaba claro que Lexie se había tomado la parte de las fiestas muy en serio. Y tampoco iba a negar que nos había alegrado la vista antes de una misión que podía ser la última que lleváramos a cabo.

    Si todo salía bien, pronto estaríamos en casa. ¿Pero cuando salen del todo bien las cosas?

     

  • CONFIANZA

    XANDER ECHOLLS

    MEDIODÍA – LA KVASIR

    Mis pisadas resonaron en el pasillo vacío que conducía a la segunda entrada de la nave, ahora activa gracias a haberla conseguido levantar de la tierra.

    A lo largo de la mañana había visto a varias personas cruzarse y en cuanto supe que sus conversaciones eran privadas, solucionando asuntos entre ellos y ellas, había ido alejándome, sin saber muy bien que hacer salvo no molestar. Hasta que al final había pensado dirigirme hacia el exterior y tomar un poco de aire fresco mientras seguía mis rutinas de tai chi, pero cuando iba a cruzar la puerta vi que alguien entraba por ella.

    — [Xander]No esperaba encontrarte aquí.[/Xander] — dije al ver la silueta de una mujer cuyo rostro no estaba acostumbrado a ver, pero que reconocía perfectamente por el contexto de llegar cargada de bolsas, con una ropa que no estaba hecha para fundirse con el entorno, salvo en Louna quizá.

    — [Lexie]Vengo cargada, así que agradecería menos charla y más ayuda.[/Lexie] — respondió, cambiando en un parpadeo a su aspecto original. La primera vez que la vi regresar de la ciudad me sorprendí, pero ahora yo, al igual que la mayoría, me había acostumbrado a que usara una de sus otras caras para ir allí fuera. Me tendió una bolsa y una mochila, tenía bastante fuerza pese a no alardear de ella.

    — [Xander]No sé cómo consigues todo esto. Yo sólo encontré negativas y miradas raras.[/Xander] — recordé mientras caminábamos hacia la cocina. Teníamos un almacén, pero al final todo lo de «uso rápido» acababa ahora en la cocina. Al principio, cuando Lexie consiguió mantas y otros objetos de necesidad, sí que los llevábamos al almacén, donde se quedaban los que no usábamos, pero ahora ya era casi siempre comida y algún que otro capricho ocasional.

    — [Lexie]No te lo voy a contar.[/Lexie] — replicó ella tendiéndome una bolsa más con cara de picardía.

    Me encogí de hombros, había verdades ocultas en la naturaleza de cada ser y una de las de Lexie es que no conseguirías que te contara algo que no quería. — [Xander]Un misterio más. Pero gracias, no tendríamos casi nada de no ser por ti[/Xander]. — admití. Pese a todo lo malo que sufríamos aquí, trataba de centrarme en los pequeños milagros que conseguíamos estando unidos. Lexie, pese a sus quejas, era un pilar fundamental de nuestro ecosistema.

    — [Lexie]Es que si te lo cuento te va a parecer mal.[/Lexie] — comentó, cruzando el umbral de la puerta la primera.

    — [Xander]Tengo algunas ideas y mejor no me lo cuentes, sí.[/Xander] — sonreí, era un intento de broma.

    — [Lexie]A ver si te crees que me dedico a la extorsión, colega.[/Lexie] — replicó ella alzando una ceja, mientras depositaba las bolsas.

    — [Xander]No, no. Pero tus poderes dan mucho margen.[/Xander] — aclaré. Con sus ilusiones podía conseguir lo que quisiera, solo tenía que plantarse en la ciudad y hacer que vieran cualquier cosa mientras ella cogía lo que necesitara.

    Al ver que ella no se lo había tomado mal, empecé a sacar las cosas de las bolsas. El olor de la fruta fresca me inundó las fosas nasales.

    — [Lexie]Le he hecho creer a la gente del mercado que soy una tía importante.[/Lexie] — dijo mientras sacaba un par de cajas con unos bollos que olían a reciente. La miré, arrepentido de haberle sacado un tema del que no le apetecía hablar y que al final se había visto forzada a aclarar.

    — [Xander]Y te regalan la comida ¿no?[/Xander] — respondí, con una sonrisa calculada que transmitiera mi comprensión. — [Xander]Ah, ésta fruta es como lima, verás cuando Jane sepa que podemos hacer guacamole.[/Xander] — le enseñé una fruta de un vívido color rosa pero que olía como una lima y tenía aspecto cítrico. Quería devolverle su ánimo, demostrar que su trabajo era agradecido y que confiaba en su forma de conseguirlo a pesar de haberme explicado tan mal.

    — [Lexie]La mayoría es de regalo y la otra parte, la compro con mis derechos de imagen.[/Lexie]  — añadió. Me la imaginé como a la Comandante Shepard del Mass Effect haciendo publicidad en todas las tiendas diciendo que eran su favorita, pero no lo expliqué porque sabía que Lexie no era tan fan de la ciencia ficción.

    — [Xander]Había opciones peores.[/Xander] — dije con una sonrisa. Yo no habría tenido las agallas para llevar adelante el engaño, pero su capacidad era sorprendente.

    — [Lexie]La otra opción era robar y me parecía peor.[/Lexie] — admitió. Me pregunté si en cualquier otro orden de acontecimientos habría podido conocer a Lexie como en ese momento, siendo consciente de que, pese a la apariencia que tratase de mostrar, tenía un corazón de lo más noble.

    — [Xander]Has hecho bien. [/Xander]— reconocí. — [Xander]Con ésta comida tenemos para antes de volver a irnos.[/Xander]— le sonreí, era un alivio tener un asunto menos por el que preocuparse cuando había tantos pendientes.

    — [Lexie]Muy pronto piensas que vamos a volver.[/Lexie] — replicó sentándose a comer una aranzana tras lavarla. Sus dientes traspasaron su corteza, similar a una manzana pero de un azul oscuro como la noche, y arrancó un trozo revelando un interior blanco como la nieve. Casi podía sentir su suave sabor a arándanos.

    — [Xander]Decía al resto de la misión. Si todo sale bien nos queda poco[/Xander]—  dije, pensativo. Una parte de mí lidiaba con el temor a que algo saliese mal, junto con una parte que temía que eso no fuera el final, que algo más nos estuviese esperando. Trataba de no pensar demasiado en ello la mayor parte del tiempo, me hacía más sencillo seguir adelante y parecer tranquilo ante el resto, que podían necesitar esa calma.

    Lexie no lo rebatió, pero no parecía confiar en que después de esos dos mundos más llegase la vuelta a casa. Lo cierto era que una parte de mí no era capaz de visualizarlo. Aunque ella parecía pensar que íbamos a estar aún más tiempo en ese lugar. Para pensar de esa manera, lo llevaba con entereza.— [Lexie]¿Sabes? No me quedé solo por Noah. Me quedé porque sin mí estaríais muertos en dos días.[/Lexie]— explicó, orgullosa. Ya conocía esa parte de ella, la que renegaba de ser una heroína desinteresada pero adoraba la sensación de ser útil para el resto y salvar el día.

    Asentí. — [Xander]Puede que seas más altruista de lo que pensabas[/Xander]. — sugerí. Había notado un cambio bastante importante en ella desde el momento en el que se le presentó la decisión de irse o quedarse y ayudarnos y decidió lo último. Era como si esa decisión lo hubiese cambiado todo para ella, como si todo el rechazo hubiese venido del hecho de tener que sufrir con algo impuesto, sin capacidad para elegir.

    Su respuesta fue sacarme la lengua y el gesto me hizo sonreír acordándome de todas las veces que Amy lo hacía de pequeña. Por aquél entonces le resultaba más fácil sonreír. La depresión y las visiones aún no le habían hecho mella.

    Un torbellino de melena castaña oscura atravesó el umbral de la puerta, colocándose un delantal a toda prisa para empezar a cocinar. Sentí una sensación en el pecho, una comodidad propia de estar en casa.

    — [Jane]Lexie, dime que has traído lo que te he puesto en la nota. [/Jane]— fue lo primero que dijo. Era tan entregada que a veces se olvidaba de tomarse un respiro. Tenía que entender que eso no era su obligación, ella ayudaba a todos cocinando, pero no era su responsabilidad. Aun así, hasta que ella misma no quisiera entenderlo, sería como luchar contra el mar.

    — [Lexie] Te he traído el mejor producto de toda la luna para que tú lo destroces con el rancho que nos cocinas.[/Lexie]— un escalofrío me recorrió la columna. Conocía a Jane desde hacía mucho tiempo, más de lo que conocía a muchas personas. Había llegado a desarrollar un sentido arácnido después de nuestra discusión respecto a lo que podía molestarle y lo que acababa de decir Lexie era sin duda una de ellas. Alcé la vista, esperando cualquier cosa. Jane hacía como si no la hubiese oído y Lexie me guiñó un ojo con picardía. Estaba provocándola, pero no sabía muy bien con qué propósito.

    — [Jane]Xander, corta las verduras pequeñitas, por favor.[/Jane]— me pidió, leyendo el menú o con toda probabilidad, haciendo como que lo leía, porque seguramente lo sabía de memoria. — [Jane] Hoy nos toca ensalada y macarrones. Para los vegetarianos van con pisto y el resto con chorizo.[/Jane]— resumió. Hizo una pausa que me extrañó, pero más tarde supe que estaba esperando a que Lexie apuntillara algo.

    — [Lexie]Se viene cagalera.[/Lexie]— replicó ella sin dejar pasar la oportunidad. Se hizo el silencio, roto solo por los crujidos de la aranzana. Cogí el cuchillo que no permitía usar a nadie más y me coloqué en la tabla con las verduras, rompiendo el silencio con el rítmico golpeteo del filo contra la madera.

    — [Jane]Pues no comas si tanto te disgusta mi comida.[/Jane]— dijo Jane tras meditarlo. Me sorprendió gratamente lo mucho que había madurado, parándose todo ese tiempo a pensar antes de replicarle con toda la molestia inicial. Puso una olla a hervir y parecía que en aquél instante habría podido hacerlo con su misma fuerza de voluntad.

    — [Xander]A todo el mundo le gusta. Solo bromeaba. [/Xander]— intervine, cuando ya empecé a tener claro que no iban a entenderse con facilidad. — [Xander]¿verdad Lexie?[/Xander]— comenté, mirándola con un gesto. Nunca era un buen momento para pelearse entre amigas, ni por una tontería como esa ni por ninguna otra, pero más aún si le sumábamos nuestra situación.

    — [Lexie]Por supuesto, ¿quién no querría deleitarse con tus viandas?[/Lexie] — suspiré mientras veía a Lexie parpadear, disfrutando de la reacción que estaba provocando en Jane.

    Negué con la cabeza, era consciente de que Lexie no lo estaba haciendo por hacerle pasar un mal rato, pero Jane no lo iba a entender así, porque Lexie no estaba empatizando con su vida, con el esfuerzo que ponía en todo y las pocas veces que la vida la había recompensado. — [Xander]Te está tomando el pelo[/Xander]— aclaré, mirando a Jane, que evitó cruzar sus ojos con los míos. Para ella, que ponía toda su alma en ello, era un ataque hacia su ánimo.

    — [Jane]Pues que le tome el pelo a otra, porque yo estoy harta ya de hacer el idiota.[/Jane]— en una fracción de segundo se quitó el delantal, lo hizo una bola y lo tiró en la encimera de la isla ante de salir por la puerta.

    — [Xander]Jane, espera…[/Xander] — le pedí, caminando tras ella, pero antes de salir por la puerta lo pensé mejor. De nada servía si yo iba detrás pero la situación con Lexie se enquistaba. — [Xander]¿No deberías hablar con ella?[/Xander]— le sugerí, girándome.

    — [Lexie]Solo le he dicho que su comida no es mi favorita del mundo y en realidad, se lo digo más por molestar que por otra cosa…[/Lexie]— aclaró, pasándose una mano por el pelo. Hacía ver que no le preocupaba, pero percibí una ligera incomodidad, como si la situación hubiera ido más allá de lo que ella pensaba.

    Escuché un sollozo atenuado. Sabía que era Jane, se había alejado de la cocina para no estallar delante de nosotros, pero no se había ido muy lejos para volver a lo que consideraba su deber de hacer la comida. Necesitaba empezar a delegar y disfrutar, pero en ese momento la que tenía que hacer algo no era ella.

    — [Xander]Ya pero ella se lo cree y le afecta.[/Xander] — le expliqué, sabiendo que la había escuchado tan bien como yo. Solo había sido una vez, porque seguramente en ese momento estaba reprimiendo futuros sollozos para que no la escuchásemos. — [Xander]Imagina que te pidiera que le hagas un cambio de look y te dijera que es horrible[/Xander]— le planteé. Lexie tenía que meterse en su piel, entenderla, para evitar hacerle daño sin querer.

    — [Lexie]Eso no podría pasar.[/Lexie]— replicó, encogiéndose de hombros.

    — [Xander]Imagina que sí.[/Xander] —insistí, sabiendo que Lexie se resistía levemente a hacer lo que sabía que era lo correcto.

    — [Lexie]Puede que me molestase un poco.[/Lexie]— admitió.

    — [Xander]Pues ahora que sabes lo que es, queda en tu mano, si crees que es lo correcto deberías hablar con ella.[/Xander]— no podía decirle qué hacer, no era quién para dirigir a nadie, para dictar sus relaciones. Los New Moondies solo llegaríamos a serlo si nuestras relaciones eran verdaderas, no forzadas ni guiadas por nadie que tirase de los hilos.

    — [Lexie]Creo que te odio muchísimo ahora mismo.[/Lexie] — replicó, poniéndose en pie frente a mí. No sé si era su vena lounie o su naturaleza en sí, pero Lexie intimidaba. Por suerte para mí, pesaba más el hecho de ayudarla a hacer lo correcto con Jane.

    — [Xander]¿Sí? Pensé que era de tus favoritos.[/Xander] — comenté sonriendo.

    — [Lexie]En realidad, llevas bebiendo mi pis desde que llegamos aquí.[/Lexie]— entrecerró los ojos, poniendo un gesto tan serio que resultaba creíble. Era bastante tétrico pensar que nada de lo que sintiéramos fuera real. Era una suerte que confiásemos en ella, porque de lo contrario la temería.

    — [Xander]Te he visto beber de la misma botella.[/Xander] — respondí.

    — [Lexie]Eso crees tú.[/Lexie]— sentenció, manteniéndose firme en su farol. Aun así, tras una última mirada desafiante, se dirigió a la puerta y giró en la misma dirección que había tomado Jane.

    No necesitaba la telepatía de mi mejor amiga para saber que iba a hablar con ella y arreglar las cosas, porque ahora que conocía mejor a Lexie, confiaba en ella. Y por sorprendente que pareciera, me daba la impresión de que ella también confiaba en mí.

  • ABSORBIENDO LA PENA

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tras todo lo que nos había sucedido en ese breve periodo de tiempo, decidimos esperar antes de cruzar a los últimos mundos, así los demás tendrían también un merecido descanso. Y digo los demás porque yo fui incapaz.

    En mi mente se repetían los combates, el miedo a perder al resto, los pactos y los conflictos que nos dividían y sobre todo, la muerte. No dejaba de darle vueltas a las cosas que me habría gustado hacer por última vez con la abuela, pero además, no paraba de tener miedo a que cualquiera de las cosas que ahora tenía en espera se quedasen así si perdía a alguien más.

    Tenía una lista cada vez más larga en mi cabeza: hablar con mi padre de que me sentía inferior; pedir consejo a mi madre; decirle a Sasha que también era y sería siempre mi madre también; pasar el tiempo con mis tíos y tías, con todos los que habían quedado en la Tierra; pasar tiempo con Bowie; hablar con Elle como en los viejos tiempos; dar ánimos a Henry; charlar con Owen y Dante; y … seguir pasando el rato con Jane, aunque nunca llegase a más, pero si podía ser, siendo otra cosa.  Esto último me rondaba la mente una y otra vez, tenía miedo a perder la oportunidad de decirle lo que sentía, algo que no había sido capaz de afrontar la noche en que me enteré de lo que había pasado con la abuela Elizabeth.

    Unos días antes

    Acababa de hablar con mi padre y me sentía vacío. Vagué por toda la nave evitando encontrarme con mis primas. Tenía que esperar a que mi tío Toph y mi tía Diana pudieran hablar con ellas en cuanto mi tía se repusiera, pero no me veía capaz de mirarlas a los ojos y ocultárselo. Tampoco podía estar con Elle, mi hermana estaba superando la información como podía y no quería interferir en su proceso. Y a Bowie…aún la veía pequeña para hablarle de eso, pero tendría que afrontarlo en las siguientes horas.

    Así que huyendo de todo el mundo, llegué a la cocina, donde Jane estaba batiendo nata hasta montarla, probablemente. Quería estar solo, pero por alguna razón, con ella sentía que podía estar, aunque di gracias de que no pudiera leerme también el pensamiento.

    – [Xander]Esa tarta parece muy grande.[/Xander] – le dije, esperando que entendiese a qué me refería. Seguíamos hablándonos cuando Jane descubrió que hacer postres la relajaba, o al menos la mantenía entretenida. El mecanismo se había quedado con ella de forma permanente con toda la ansiedad que había sufrido en la separación de sus padres.

    – [Jane]Puede ser.[/Jane]- comentó. No me miró, así que sentí que algo iba mal conmigo.

    – [Xander]No te voy a engañar, me da miedo preguntarte, pero tampoco quiero que se quede ahí si es conmigo.[/Xander] – me sentía sin fuerzas para afrontar una discusión con Jane. No podía ir todo mal, necesitaba que al menos nuestra amistad siguiera funcionando ahora que parecíamos haberla recuperado.

    – [Jane]No estoy enfadada contigo, ¿por qué iba a estarlo?[/Jane] – paró la batidora y mezcló la nata con otros ingredientes que tenía en un bol, removiendo hasta que se integrase. La observé, pensando qué decir, porque sus palabras despejaban toda duda de que lo que le pasaba algo.

    – [Xander]Sabes que haces postres cuando estás molesta o nerviosa.[/Xander] – dije. – [Xander]Y quiero creer que si no fuera conmigo ya me lo habrías contado.[/Xander] – quizá no, puede que aún no hubiéramos recuperado tanta confianza, pero también estaba ahí esa desazón que me hacía pensar que era entre nosotros.

    Metió la tarta en la nevera y evitó responder.- [Jane]A lo mejor debería hacer un bizcocho para el café.[/Jane] – dijo para sí.

    – [Xander]Jane, por favor…[/Xander]- le pedí. Quería que supiera lo cansado y maltrecho que me encontraba por la pérdida que acababa de sufrir, pero tampoco podía decírselo estando enfadada. No solo porque no quisiera por orgullo, si no porque le estaría arrebatando la opción de estar molesta conmigo.

    – [Jane]¿Qué?[/Jane] – preguntó. Tenía las cejas enarcadas y sus fosas se habían acentuado.- [Jane]Es que actúas como si fueras el líder y yo creía que aquí no había líderes.[/Jane] – espetó, mirando alguna otra receta en su InfiniBand a la que no debía estar prestando atención porque estaba pensando en todo lo que quería decir.

    Yo puse en práctica las teorías que conocía, en especial las que me funcionaban. Respiré despacio y la miré, aunque ella no me devolvía la mirada. – [Xander]¿En serio crees que hago de líder? ¿Por qué?[/Xander] – pregunté.

    – [Jane]Porque no has parado de hablar en la reunión y de dirigir el cotarro como si fueras una Kvasir.[/Jane]- sentenció, ahora sí mirándome. Estaba molesta, estaba seguro de que por algo más que por eso, pero prefería solucionar los problemas que tuviera conmigo antes.- [Jane]Y, que yo sepa, las Kvasir son chicas.[/Jane] – aquello me dolió bastante. Sabía reconocer mis propios sentimientos, mis emociones y mis defectos, siempre había sido una de las pocas cosas que se me daban bien. Entre mis defectos estaba el complejo de héroe, sí, pero no de líder, más bien del héroe que se sacrifica aunque los demás no lo sepan. No me interesaba estar en mitad de todo ni dirigir nada, yo solo quería que todos estuvieran bien y aligerar la carga que llevaban. Y me hacía daño que pensara así, que me tuviera por un machista, cuando eso en mi casa nunca había tenido cabida.

    Negué con la cabeza y traté de reunir las palabras recordando bien la última vez que nos habíamos peleado y no había sido capaz de controlar mis propias emociones, aislándome y apartándome de ella. – [Xander]He hablado porque trabajo como psicólogo en la escuela legado y todos acabábamos de pasar por un trauma, en especial los que aceptaron. ¿Cómo quieres que intente que no se desmorone una nave con treinta personas, la mitad desconocidos, después de algo así? [/Xander]- tenía que entenderlo, no era ciega. Sí, parte de nosotros nos conocíamos de toda la vida y las cosas eran más fáciles, pero luego estaban todos los demás, por no mencionar el hecho de que incluso conociéndose desde siempre, era la primera vez que teníamos que convivir, convivir y salvar el mundo. Solo con una de las dos cosas cualquier otro grupo ya se habría peleado hasta no hablarse. Hacía falta mucho trabajo. – [Xander]Tenía que hacer algo.[/Xander]

    – [Jane]Supongo.[/Jane]- replicó, sin parecer muy convencida. Estaba dolido y en otras condiciones lo habría llevado mejor, pero con lo de la abuela me sentía solo, desamparado y desesperanzado.

    – [Xander]Pensé que me conocías lo suficiente como para no tomarme por un machista.[/Xander] – le dije. No quería sonar molesto, pero me di cuenta de que había sido así y paré. – [Xander]Quién quiera ser líder que lo coja, yo no puedo con ese peso, mi madre está hecha de otra pasta y aunque no lo sepa, Elle también.[/Xander] – resumí, sentándome en una silla y desviando la mirada hacia el suelo.

    – [Jane]Gracias por aclararlo.[/Jane]- farfulló entre dientes. Al menos me había escuchado, pero parecía que su enfado seguía ahí y ella misma no era capaz de echarse atrás.

    Me quedé en silencio, esperando no sé muy bien a qué. Nunca me habían gustado los silencios después de una discusión, era distinto si hubiésemos estado viendo algo o leyendo, pero así…me sentía violento, como si sobrase en esa habitación pero a la vez, no pudiera levantarme para no interferir en la escena.

    Me sentí sobrecogido, la abuela, los tratos faustianos, Omega, la marcha de Laura, Jane enfadada conmigo porque pensaba que quería liderar. ¿Líder yo? Solo quería que todos estuvieran bien y a salvo porque por mi culpa estaban aquí. Tenía que decírselo, pero me sentía sin fuerzas, con miedo a quedar vulnerable. – [Xander]No quiero ser el líder, pero no voy a dejar de preocuparme por todas las personas de esta nave porque es mi culpa que la mayoría estén aquí. Yo decidí ir a por Omega y por eso estamos…aquí.[/Xander] – la voz me tembló, no quería hablarle demasiado de Omega para que no se sintiera mal, pero no podía pensar con claridad, eran demasiadas cosas, tantas que apenas conseguí terminar la frase y aparté la vista para frenar el picazón que sentía en los ojos.

    – [Jane]¿Estás bien?[/Jane] – la voz de Jane había dejado atrás el enfado y sonaba más dulce, preocupada.

    – [Xander]No.[/Xander] – confesé. No podía guardar el secreto más, a esas alturas su enfado ya no se vería afectado y si no decía lo que me rondaba por la cabeza, pensaría que era por lo que me había dicho. Fui a decir algo más pero no supe cómo reunir las palabras que harían verdad lo que había pasado.

    – [Jane]¿Es por mi culpa? Lo… lo siento.[/Jane]- dijo acercándose. Por el rabillo del ojo vi su torso inmóvil, se había quedado petrificada y en ese momento pensé que quizá ella tenía tanto miedo a perder nuestra relación como yo.

    – [Xander]No, pero no pensaba que… trataba de ayudar, entender los sentimientos del resto sí se me da bien y…era lo único que podía hacer.[/Xander] – traté de aclarar una vez más cómo me comportaba. Había pasado mucho tiempo con mi madre como para saber cómo era una auténtica líder.

    – [Jane]Lo siento mucho.[/Jane] – dijo sentándose a mi lado. – [Jane]Ha sido muy duro lo de Caitriona…[/Jane] – empezó a disculparse, pero la detuve, no quería que lo hiciera, porque no era culpa suya. Se había sentido así y lo habíamos hablado, pero yo no estaría así de no ser por lo de mi abuela, ella no podía echarse esa responsabilidad encima.

    – [Xander]No es culpa tuya. Ni siquiera de Caitriona.[/Xander] – le expliqué. – [Xander]Es… muy duro, muchas personas de las que preocuparse, demasiadas pérdidas.[/Xander] – fijé la vista en la pared que tenía frente a mí, en cada pequeña imperfección de la pintura, aunque había pocas. Era curioso, siempre me había imaginado el interior de las naves como metal por todas partes y en el exterior sí lo era, de un metal tan precioso como nunca había visto, pero por dentro, imitaba en todo lo posible a un hogar, como si quienes hubieran estado en ella hubiesen necesitado pensar que estaban en una casa en lugar de en un transporte.

    – [Jane]¿Ha pasado algo…?[/Jane] – preguntó. Me conocía, incluso tras los años separados, no necesitaba la telepatía para meterse en mi cabeza.

    Me llevé una mano a la cabeza y me masajeé las sienes. Me dolía, supuse que por el sufrimiento. – [Xander]No se lo cuentes a nadie, por favor. Mi tío está esperando a mi tía Diana para contarlo a Amy, Kaylee y Vera.[/Xander] – le pedí, antes de contarle la verdad que tenía atascada en el pecho, quitándome el aire. Jane asintió, por su mente estarían pasando toda suerte de posibilidades después de decirle lo de mis primas. – [Xander]Elle y yo hablamos con mi padre antes. Mi abuela ha muerto.[/Xander] – lo dije sin pausas, sin pensar, porque si lo hacía me echaría a llorar y no sería capaz de articular palabra.

    – [Jane]¿Delia ha muerto? No sabía que estuviera enferma.[/Jane] – preguntó. Sentí un escalofrío al pensar en eso, esperaba que la abuela Delly viviese, ella y el abuelo Arthur eran los únicos que tenía ahora, y él estaba bastante mayor.

    – [Xander]No, no…[/Xander] – expliqué. Entendía la confusión, con mis primas compartía dos abuelas, aunque técnicamente Delia era abuela adoptiva, nunca nos había tratado diferente de Amy, Kaylee o Vera, pero lo había dicho tan rápido para no pensarlo que no había especificado qué abuela. – [Xander]La abuela Elizabeth. La abuela Delly está bien, viajando hacia Moondale.[/Xander] – aclaré, sintiendo el dolor al decir su nombre.

    – [Jane]¿Elizabeth ha muerto? Dios mío…[/Jane]- se tapó la boca, conmocionada.- [Jane]Lo siento. [/Jane]- dijo mirándome. Me giré hacia ella y vi una pena que no tenía ganas de ver, se suponía que yo tenía que cuidar del resto, tenía que recomponerme.

    – [Xander]Sé que pensabas que había sido Delly por edad, pero ha sido por…enfermedad.[/Xander] – era duro hablar de ello, sabía que me estaba forzando a ser demasiado fuerte, a responsabilizarme en exceso de lo que sentían los demás mientras reprimía lo mío.

    – [Jane]¿Elizabeth estaba enferma?[/Jane] – Jane seguía mirándome y sus ojos transmitían un cariño que me reconfortó. Quizá sí podía sentirme derrotado alguna vez, apoyarme en Jane para poder volver con todas las fuerzas.

    – [Xander]Nadie lo sabía.[/Xander] – le expliqué. Lo había intentado superar a solas, más centrada en lo que iban a pasar sus hijas que ella misma. Noté las lágrimas abriéndose camino por mis mejillas, calientes. – [Xander]Cáncer. No le dieron muchas opciones y no dijo nada a nadie, salvo a Jaime.[/Xander] – omití llamarle abuelo Jaime, toda la vida lo había hecho, para rehuir de ese lazo que me unía a Jane de una forma diferente a la que yo quería.

    – [Jane]Qué horror.[/Jane]- dijo con una tristeza evidente. La belleza de Jane, además de la obvia, radicaba en que con ella no había medias verdades, lo que sentía lo hacía con toda la intensidad de la que era capaz.- [Jane]Mi padre me contó lo de mi tía y es una enfermedad terrorífica.[/Jane] – comentó.

    Asentí, tragando un poco el nudo que tenía aún en la garganta y que las lágrimas habían hecho un poco más pequeño. – [Xander]Vinimos hasta aquí buscando a Omega y ahora que nos necesitan es ella la que está allí.[/Xander] – dije, pensativo. Eran muchos problemas, no habían aguantado los Moondies todas esas veces.

    – [Jane]Volveremos cuando todo esté encaminado aquí.[/Jane]- dijo ella. – [Jane]Si conseguimos trabajar como un equipo, si nos dejamos de tonterías: estaremos pronto en casa.[/Jane] – Jane era muy práctica, tenía buenas ideas pero se olvida de que para todos los demás esto no era un trabajo pendiente, de que podían necesitar otras cosas para poder conseguir sacarlo adelante.

    – [Xander]¿Y cuanta gente más perderemos?[/Xander] – le pregunté. El miedo llevaba instalado en mí desde que vi cómo podía Omega con todos nosotros con tanta facilidad y había ido a más con cada peligro, con cada enemigo acechando en las sombras. – [Xander]Allí el tiempo es más lento, pero aquí no, podría pasarle algo a cualquiera y luego tendríamos que ir allí sin esas personas, decírselo a sus familias…[/Xander] – era tierra de pesadillas para mí, solo el hecho de pensar en volver sin alguna de esas personas, o de volver quién sabe dentro de cuantos años, con nuestras familias igual pero nosotros totalmente distintos.

    Jane hizo algo que no me esperaba, pero necesitaba. Me rodeó con sus brazos y me estrechó contra su cuerpo cálido, que parecía absorber cada pena del mío y reemplazarlo por alegría. Dejé de contener las lágrimas, no tenía sentido ya y cayeron una tras otra mientras pensaba lo que había perdido.

    – [Jane]Elizabeth era una mujer maravillosa.[/Jane]- escuchar su nombre en su boca me hizo pensar que de alguna manera, seguía viviendo, no solo en mis recuerdos y los de mi familia, si no en los de otras.- [Jane]La vida no es justa y siempre duele cuando alguien muere, pero al menos tienes que ser consciente de que os quería muchísimo y que ella, de haber podido elegir, habría querido irse así, sin hacer mucho ruido y mientras el resto del mundo sigue girando.[/Jane] – no sabía qué decir, las palabras de Jane me habían calado.

    – [Xander]Supongo que tienes razón.[/Xander] – apoyé una mano en la rodilla cuando nos separamos. Ansiaba volver a sentir ese contacto, esa descarga que parecía llevarse todo sufrimiento. Entonces ella puso una mano sobre la mía.

    Me giré y la vi tan cerca, tanto que sentía la calidez de su piel, la suavidad de su aliento al escaparse de sus rosados y carnosos labios. Mis ojos no hacían más que ir hacia ellos, ansiarlos. Nos acercamos a escasos centímetros.

    – [Jane]Voy a hacer un bizcocho.[/Jane]- dijo levantándose de pronto. Tragué saliva e intenté no ponerme rojo de vergüenza. – [Jane]¿Me ayudas?[/Jane] – preguntó.

    – [Xander]Eh si, si, necesito tener las manos ocupadas…[/Xander]- dije siguiéndola, entonces caí en lo que acababa de decir. – [Xander]Ya me entiendes.[/Xander] – aclaré. Ella se rió. A veces echaba en falta tener su poder para saber qué había pensado en ese momento, si quería ese beso tanto como yo o solo era yo. Tanto tiempo después seguía sin saber qué pensar.

    – [Xander]Lo que decías de los líderes.[/Xander] – dije mientras le buscaba los ingredientes que pedía y que conocía en su mayoría por las etiquetas que habían puesto después, porque casi todo era de la luna. – [Xander]Es verdad que somos todos iguales, pero cuando nos enfrentamos a lo desconocido, a la muerte, a la desesperación, está bien tener a alguien a quien mirar y que nos guíe. Mi madre no mandaba, pero era el pilar sobre el que el resto añadía su parte. Todos juntos, pero con alguien que los unía.[/Xander] – expliqué. Yo no era ese alguien, yo buscaba los problemas y les ayudaba con ellos, planificaba, hablaba, pero la gente no acudía a mí, sin embargo si lo hacían con Elle e incluso con Jane.

    – [Jane]El problema es que este grupo es demasiado grande.[/Jane]- comentó. Éramos muchos, sí, no podíamos compararnos con los Moondies, para cuando fueron Daë ya estaban muy unidos y eran la mitad. Si ahora tantos lo éramos, no podía imaginar el peligro que íbamos a enfrentar. Aunque era cierto que la mayoría de los recién llegados no tenían orbe Daë así que quizá no lo fueran. Y ese Ezequiel, por ejemplo, decía ser un Daë pero tampoco la tenía, podía ser todo un engaño.

    – [Xander]Entonces quizá no sea solo una persona.[/Xander] – comenté, cuando me llegó la idea. Éramos muchos, quizá Elle necesitase ayuda adicional. – [Xander]Sé que Elle tiene eso dentro, pero también lo tienes tú aunque lo trates de esconder. Y Kaylee. [/Xander]- comenté, mirándola. Sentía orgullo al ver la persona que era.

    – [Jane]No sé. Tiempo al tiempo.[/Jane] – dijo, algo cohibida, como si leyese mis pensamientos a través de mi mirada.

    Asentí. – [Xander]Si. [/Xander]- aún me rondaba el dolor, pero Jane lo había hecho llevadero. Trabajamos juntos en aquél bizcocho y llegó un punto en el que estaba tan concentrado que no la sentí cerca hasta que me dio un beso en la mejilla. Podía sentir perfectamente la silueta de sus labios por el calor residual en mi piel.

    – [Jane]Cuando volvamos a casa, te acompañaré al cementerio para que puedas cerrar el ciclo.[/Jane] – me ofreció.

    – [Xander]Gracias Jane.[/Xander] – dije mirando esos preciosos ojos cuyo iris tenía heterocromía central, la parte del iris cercana a la pupila era de tono entre bronce y dorado mientras que la externa era zafiro. Tan únicos como ella. – [Xander]Por todo.[/Xander]

    Jane sonrió.

    Presente

    Recordar aquella sonrisa y las fuerzas que ella me había dado me hicieron ponerme en pie y empezar a atajar mi lista de cosas pendientes.

    La primera, hablar con Ellie, como hermano como en los viejos tiempos y como New Moondie para aconsejarla en un papel que ya estaba cumpliendo.

  • EL PRECIO DEL PODER

    XANDER ECHOLLS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO, SELAS – TARDE

    Me levanté desorientado y dolorido. Lo último que recordaba era llegar al centro del laberinto y ver cuerpos de algunos de los demás tumbados en el suelo. Lo siguiente de lo que tenía memoria era ya difuso, parte de la pesadilla que esa visión final dejó grabado en mi cabeza.

    En las pesadillas sus cuerpos no se movían, no respiraban. Algunos estaban de espaldas y cuando me acerqué a darles la vuelta vi sus rostros sin vida: el de Elle, el de Bowie, el de Owen, el de Dante, el de Noah, el de Amy, el de Kaylee, el de Vera y el de Elliot….el de Jane…

    No sabía cómo, pero de pronto habían aparecido las figuras difusas de nuestros antecesores, los Moondies, sin rostros definidos, pero sabía que eran ellos. Lloraban mientras me miraban y yo sabía la verdad, todo aquello era culpa mía.

    Controlé la respiración para calmarme y centrarme. No sabía dónde estaban los demás, la puerta no se abría y por la ventana solo conseguía ver bosque. Aquella habitación parecía hecha de una madera resistente a las inclemencias del tiempo y gruesa como para que no pudiera partirla. De la cama y los pocos muebles que había no podría sacar armas útiles salvo alguna estaca, pero esto no parecía obra de un vampiro y no se había visto a ninguno entre los súbditos del Soberano, bueno, de Antailtire, en realidad. Me acerqué a los grilletes anclados a la pared y tiré de ellos, ni siquiera con toda mi fuerza conseguí arrancarlos o debilitar el encaje. Quizá Ellie podría hacerlo, sería la única.

    En ese momento la puerta se abrió y me preparé para lo que pudiera encontrar. Una mujer, joven, aunque quizá unos años mayor que yo. Llevaba una toga que marcaba las formas de su cuerpo. No llegaba a sonreír, pero tenía una mueca de seguridad que me hizo estar alerta. No parecía una vampiresa, pero sentía que tampoco era humana del todo.

    – [Caitriona]Hola, Alexander[/Caitriona].- saludó. Obvié preguntarle cómo sabía mi nombre, pero lo usé para estar pendiente de sus intenciones. Había mucha clase de criaturas que podrían averiguarlo, podía ser una hechicera, alguien con un don como el de Jane o alguien que sirviera a un ser con poder, como Antailtire. No me sonaba haberla visto con los que nos habían atacado, pero de ellos sí que me había fijado en que cada uno parecía venir de uno de los mundos.  Quizá era una de ellos, pero la toga indicaba que tenía que ser quizá romana o griega, la noche pasada entre los atacantes había una gladiadora y un hombre enfundado en un traje que parecía el de un héroe griego. Pero era muy pronto para descartar nada basándome en conjeturas.- [Caitriona]Mi nombre es Caitriona[/Caitriona]. – se presentó. El nombre sonaba celta, aunque para estar seguro habría necesitado a Vera.

    La observé, dibujando bien mis palabras en mi cabeza antes de pronunciarlas. – [Xander]Hola, Caitriona.[/Xander] – respondí, aparentando mantener la calma. Lo primero que necesitaba era saber dónde estaban los demás, así que no podía perder el control antes. – [Xander]¿Dónde están los que venían conmigo?[/Xander] – pregunté sin esconder mis intenciones. Demostrar que me preocupaban me dejaba vulnerable ante ella, una desconocida, pero lo más probable era que ya lo supiera.

    – [Caitriona]Están aquí y se encuentran bien[/Caitriona].- explicó. Me extrañó que me lo dijera de forma tan directa, con un halo tranquilizador en sus palabras. Eso podía significar que necesitaba que cooperara.- [Caitriona]Os veréis cuando hayáis escuchado mis propuestas[/Caitriona]. – añadió.

    – [Xander]¿Qué clase de propuestas?[/Xander] – crucé los brazos y recordé que era un signo de mala predisposición a escuchar, así que los dejé caer a ambos lados de mi cuerpo.

    – [Caitriona]Tratos en las que las dos partes salimos beneficiadas[/Caitriona].- replicó con una sonrisa que le dio un aire más peligroso a mis ojos.

    Aquello no tenía buena pinta, nadie ofrece nada de buenas a primeras y esa oscuridad que detectaba a su alrededor no favorecía mi impresión. – [Xander]No te conozco lo suficiente para hacer un trato.[/Xander] – dije siendo asertivo. La confianza era clave, no podía darle negativas rotundas porque necesitaba jugar mejor esa partida de ajedrez para saber dónde tenía a los demás y qué quería exactamente. – [Xander]¿Trabajas para Antailtire como los que nos atacaron?[/Xander] – añadí, eligiendo la siguiente  pregunta clave de mi larga lista. Tenía que elegirlas bien porque no sabía cuando podría empezar a negarse a hablar. Pronuncié con cuidado el nombre, extraño a mis labios. De no haber sido por James y el grupo de Artisan, no habríamos conocido su nombre ni su capacidad para cambiar de rostro. Eso y el haber reconocido Noah el rostro del Soberano en Daonna habían permitido reunir algunas piezas de ese puzzle tan complejo.

    – [Caitriona]No[/Caitriona].- dijo ella y pese a todo, supe que no mentía. – [Caitriona]Sé que os atacaron. La situación se complicó después de que llegarais aquí y tuvieron que huir de la Luna en la que estabais[/Caitriona]. – aclaró. Mientras la observaba caminar por la cabaña y absorbía los detalles de su aspecto, su ropa y sus movimientos, me paré a analizar sus palabras. Así que después de irnos los sirvientes de Antailtire se habían visto obligados a huir de allí, ¿qué habría podido conseguirlo?  ¿Serían los Daesdi? Lo dudaba, ellos no interferían, solo a través de los Daë. ¿Habrían ido allí los Daë del Cúmulo? Quizá su destino pasaba por rescatarnos igual que el nuestro por salvarles a ellos y ayudarles a reunirse.

    – [Xander]¿Eso significa que si conseguimos regresar ya no estarán allí?[/Xander] – pregunté, tratando de dibujar un plan para cuando me reuniese con el resto. Era adelantarse mucho vista la situación actual, pero me gustaba tener las cosas planificadas.

    Ella me miró. No obtuve respuesta a mi pregunta en sus labios pero me descifrarla en los ojos. Puede que solo viera lo que quería ver, pero tracé mi plan con esa corazonada de que nuestro refugio seguía siendo seguro, quizá más que antes.- [Caitriona]Tu trato es diferente. Si me permites…[/Caitriona].- dijo acercándose. Mi cuerpo se tensó cuando apoyó una mano en mi hombro. Sentí una sensación extraña recorrer todo mi cuerpo, un júbilo que se apoderó de mí. Jamás sentiría algo así de nuevo, porque era el poder recorriendo cada fibra de mi cuerpo.

    Ella se apartó y se sentó en la mesa de madera, esperando. Movido por el instinto, giré la mano derecha y un vendaval recorrió la habitación- Con la izquierda centré mi objetivo en el pilar de piedra en el que estaban anclados los grilletes, que se soltaron junto a varias rocas, obedeciendo mi voluntad. Aquél poder era abrumador, pero miré a Caitriona, que alzó las cejas, esperando algo más y supe que no era todo lo que podía hacer. Descubrí que no solo controlaba el aire y la piedra, también el fuego, el rayo, el agua, el hielo…todos los elementos obedecían a mi voluntad, incluso el éter. Veía la sangre caliente circular por ella y supe que podría detener su corazón con un mero gesto de mi mano.

    – [Xander]Es…increíble. Este don me permitiría proteger a los demás pero…sé que esta clase de cosas no vienen sin un gran precio.[/Xander] – respondí, conteniéndome. Sentía una especie de pulsación, un ansia por acabar con ella y abrirme paso hasta encontrar a los demás. Pero ese pulso era tan intenso que podría controlarme, lo supe como sabía que el viento volvería a moverse si yo quería. No otorgaría un don así, más que el que ella misma debía tener, sin algo terrible a cambio. Y ya era solo el precio, si no en quién me convertiría.

    – [Caitriona]Dejarías de ser Daë[/Caitriona].- dijo ella eliminando todo atisbo de sentimiento. La neutralidad de su voz hizo que pareciera que no pedía nada importante, pero no era así.

    Sus palabras eran las primeras en confirmar que sería Daë, igual que el resto. Parece una tontería que daríamos por hecho teniendo las esferas y la misión, pero ésta era tan distinta de la de nuestros padres y madres que hacía pensar que cuando ayudáramos a los Daë del Cúmulo todo se acabaría, no tendríamos que superar Las Pruebas y volveríamos a casa como si nada hubiera pasado. No, éramos Daë y nuestra misión sería salvar la Tierra o quizá aún más, de un gran mal. – [Xander]Eso me dejaría más difícil lo de poder ayudarles.[/Xander] – razoné en voz alta. – [Xander]Y nuestro futuro, a saber qué pasaría.[/Xander] – con los Daë del Cúmulo parecía que el futuro que conocíamos estaba asegurado, pero no podíamos confiarnos. Puede que debiera a mi complejo de caballero de brillante armadura, a lo que admiraba de pequeño las historias de los Daë o a lo culpable que me sentía por haberles arrastrado allí, pero mi camino estaba donde estuviera el suyo.

    – [Caitriona]Pero tendrías poder[/Caitriona]. – insistió ella. Esta vez si vi un atisbo de emoción, como si ella misma ansiara que se le presentase esa oportunidad para cogerla y tener más poder que nadie.

    – [Xander]¿De qué sirve el poder si no es para proteger a los que te importan?[/Xander] – repliqué.

    Ella se encogió de hombros, incapaz de comprenderme. – [Caitriona]Yo solo estoy aquí para ofrecerte un trato[/Caitriona]. – repitió. Sus palabras ocultaban una pista importante, junto al deseo de poder que había manifestado.

    – [Xander]Lo rechazo entonces.[/Xander] – afirmé. No podía decir que no tuviera dudas mientras sentía esa gracia divina recorrer mi cuerpo, más sano y más poderoso de lo que nunca sería.

    – [Caitriona]Como quieras[/Caitriona].- volvió a posar su mano en mi hombro y sentí cómo se iba todo. De pronto me sentí cansado, como si el peso del mundo cayera sobre mí. Aquél maravilloso poder se había ido. Toda mi infancia había soñado con tener un don como mi madre, mi padre o Elle. En ese momento yo no sabía que tenía un don diferente, aunque ellos sí, por eso me habían dejado siempre jugar con Jane sin preocuparse. Supuse que ser adulto era dejar morir algunos sueños de la infancia y en ese instante yo enterré para siempre mi sueño de tener más poder. Mi don me permitía tocar a Jane, incluso si lo nuestro estuviera destinado al fracaso, no lo habría cambiado por nada en el mundo.

    – [Xander]¿Puedes llevarme ya con los demás?[/Xander] – le pregunté. Ella me miró, seria, ya no necesitaba parecer interesada. Había obtenido algo de aquella conversación y su sonrisa me hizo pensar que ella ganaría algo fuera cual fuese mi decisión.

    – [Caitriona]Tienes que esperar aquí hasta que el resto termine[/Caitriona].- replicó, encaminándose hacia la puerta. Se presentaría ante los demás uno a uno y les ofrecería algo, algo que quisieran. El problema estaba en que yo mismo era consciente de que las situaciones de los demás no eran tan sencillas como para poder rechazaar algunos de esos tratos. – [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- sentenció. Temí esa presencia oscura que la rodeaba, que arrebatase el destino o quien sabía qué, a cualquiera de las personas que me importaban. Pero sabía que no tenía ningún poder para impedírselo, ya no.

    – [Xander]Espera, has dicho que solo estás aquí para hacer un trato. ¿De parte de quién?[/Xander]  – pregunté. Ella cerró la puerta, pero sabía que me había escuchado. Era una emisaria, tenía poder, eso se notaba, pero había algo, una fuente de la que manaban sus tratos. Ése era el verdadero enemigo.

     

  • SI LA SUERTE ME SONRÍE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

     

    No había sido una mañana tranquila. El rumor que había escuchado Lexie había corrido como la pólvora y tras los problemas que habíamos vivido hasta ahora, con el cambio de cuerpos y el ataque de la noche anterior aún fresco en nuestras mentes, ya habían empezado a sonar más nombres para volver a la Tierra.

    Estaba en uno de los estudios de la biblioteca con la puerta abierta cuando escuché un ruido. Esperaba que no fuera Dante, porque no me veía con fuerzas para validar su decisión de irse ni tampoco podía evitar comprender que él había elegido esto y no podía obligarse a estar.

    Para mi sorpresa, era Jane. Nada más verla se me iluminó la cara. – [Xander]Hola[/Xander]. – la saludé, pensando en moderar mi reacción. Ya era obvio para casi todo el mundo lo que sentía y no quería asustarla. Ella me sonrió para devolverme el saludo, pero no habló, parecía pensativa. – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – le pregunté.

    – [Jane]Sí, ¿por?[/Jane]- replicó ella. Conocía lo suficiente a casi todas las personas de aquella nave como para saber cuándo me estaban esquivando.

    – [Xander]Pareces preocupada.[/Xander] – ella entró al estudio en el que guardaba todas mis anotaciones sobre la «misión» y se sentó a un lado.

    – [Jane]Es que Owen se está equivocando y es como ver cómo va a descarrilar un tren a cámara lenta[/Jane]. – admitió al final. Me senté frente a ella. Jane se sentía demasiado responsable por todo el mundo y cuando se trataba de su familia, todo iba más allá. No digo que Dominic y Rebecca lo hicieran con un mal propósito, pero el caos que habían tenido sus vidas habían hecho caer todo ese peso en sus hombros.

    – [Xander]Supongo pero sabes que si está equivocando, tratándose de amor lo único que puedes hacer es apoyarle, ¿verdad?[/Xander] – aunque la situación era distinta, no podía evitar pensar en apenas un par de años atrás, cuando Jane no me hablaba y lo que me decían era que me olvidara de lo que sentía.

    – [Jane]Está poniendo su vida en peligro[/Jane].- se la notaba tensa, pero tras tanto tiempo separados no me atrevía a un gesto tan íntimo como masajearle los hombros.

    – [Xander]Owen no es tonto, aunque la quiera evitará arriesgarse.[/Xander] – traté de aconsejarle. Con Jane no era un camino directo, mucho menos teniendo en cuenta que nuestra pelea original vino a raíz de defender a Owen.

    – [Jane]No digo que mi hermano sea tonto, pero es muy impulsivo[/Jane].-  aclaró ella. Evité sonreír porque ella estaba preocupada, pero me agradó ver lo mucho que había cambiado. Aquella era la Jane que yo conocía. Estar lejos de sus padres y sus preocupaciones le venía bien.

    – [Xander]A veces es mejor seguir un impulso que razonar algo durante años y no hacerlo por miedo.[/Xander] – admití. Estaba claro que hablaba de mí y no me iba a molestar en negarlo. Desde que Jane había vuelto a hablar conmigo había decidido ser sincero con mis sentimientos. – [Xander]Yo pensé hablar contigo muchas veces, pero no me atreví. Fue un error. Hay mucho tiempo que no vamos a recuperar.[/Xander] – añadí. Ese tiempo siempre me iba a pesar, pero si valía para que yo hubiese cambiado y no volviese a cometer esos errores, al menos habría servido para algo.

    – [Jane]La diferencia es que tú y o no nos íbamos a morir por estar juntos[/Jane].- se echó hacia delante y, aprovechando que en los primeros asientos del estudio la mesa no estaba en medio, me puso un dedo en el pecho y luego lo llevó al suyo.

    No pude evitar esbozar una sonrisa. Estaba hablando de ser sincero con mis sentimientos y me ponían esa conversación en bandeja. No quedaba más remedio. – [Xander]Bueno, pero por no estarlo quizá sí.[/Xander] – le aseguré. Siempre había tapado bastante lo que sentía por Jane, sabía que poca gente lo comprendería, en especial después de pasar tantos años separados. Nadie podría entender que sintiera por ella algo que me afectara de manera tan profunda.

    – [Jane]Eso ha sido bonito[/Jane].- respondió ella con una sonrisa. Me alegré, Jane a veces era como un cervatillo, capaz de asustarse sobre todo cuando se mencionaba el amor. Ella no había tenido muy buenas experiencias sobre lo que significaba.- [Jane]Pero volviendo al tema, no me gustaría que mi hermano se muriese por una noche loca[/Jane]. – añadió. Contuve un suspiro, no me apetecía volver a hablar de Owen ahora que estábamos hablando de nosotros, pero si le preocupaba era mejor seguir con el tema que quería discutir en lugar de agobiarla.

    – [Xander]Por lo que sé, Amy le ha visto mordido por ella, muriéndose por la incompatibilidad. Pero no muerto.[/Xander]  – planteé. Se trataba de mi mejor amigo y mi prima, yo también le había dado vueltas a la situación. El futuro era incierto en las visiones, sin ir más lejos nuestro futuro no se había convertido en el de Ezra. E incluso así, Amy no le había visto morir en concreto, solo el «proceso» por decirlo de alguna forma.

    – [Jane]Entre estar muriéndose y estar muerto hay poca diferencia[/Jane].- replicó ella alzando una ceja.

    – [Xander]Va a estar bien. Solo tiene que aguantar hasta llegar a la Tierra. Una vez allí, mi tío Toph puede ayudarle, ya tienen experiencia.[/Xander] – ellos ya habían pasado por eso, tenía que haber una forma de curarle y la encontraríamos en caso de que no pudiéramos directamente evitar que le pasara. Coloqué las manos sobre sus hombros para tratar de infundirle tranquilidad.

    – [Jane]Pero Amy…[/Jane]- no terminó de decirlo y tragué saliva. Prefería no saber en concreto que iba a decir porque no quería abrir un frente entre nosotros.

    – [Xander]Amy lleva todo este tiempo siendo desagradable con él aunque le guste para evitar que le pase eso, confía en ella.[/Xander] – respondí, esperando que lo entendiera. Amy se había esforzado en distanciarse emocional y físicamente de Owen, pero al final parecían atraerse como si recorrieran un sendero circular.

    – [Jane]No[/Jane].- sentenció cruzándose de brazos. Que…tenaz era a veces. No podía reprochárselo, eso no era necesariamente un mal rasgo, pero en momentos como este me dejaba sin argumentos.

    – [Xander]Pues confía en mí. Aunque sé que en estos años no te he dado muchos motivos.[/Xander] – me di cuenta de que aún seguía con las manos en sus hombros y me eché hacia atrás, pero al hacer ese movimiento poco calculado rocé la piel de su cuello. Al principio mi mente pensó en lo que toda la vida había pensado, la descarga, la absorción del poder, pero en ese momento toda mi mente se nubló con la sensación del calor de su cuerpo y la suavidad de si piel.

    – [Jane]Preferiría que me hicieran caso[/Jane].- replicó, triste.

    – [Xander]¿Estás segura de que no lo ha hecho?[/Xander] – le pregunté. Porque podíamos estar debatiendo algo que en realidad no estaba pasando.

    Como si le hubiéramos invocado, Owen pasó por delante de la puerta del estudio en dirección al gimnasio. Ni siquiera nos vio, caminaba cabizbajo, pensativo.

    – [Jane]Me ha hecho caso[/Jane]. – dijo Jane al cabo de unos segundos. Quizá en su caso ver lo que pensaba la gente no era una especie de maldición si no más bien una ventaja.

     – [Xander]No le des muchas vueltas. Estoy aquí para ayudaros. No tienes que hacerlo todo sola.[/Xander] – añadí. Ahora las cosas podían ser diferentes. De hecho, lo eran tanto que Jane se puso en pie y se acercó a mi para estrecharme en un abrazo. Me vi colapsado por la sensación de sentir su cuerpo contra el mío y percibir el aroma a fruta fresca en su pelo. Tragué saliva.

     

    – [Jane]Gracias[/Jane].- repitió al separarse.

    – [Xander]Gracias a ti por…intentarlo.[/Xander]  – confesé. Sabía que para ella todo este esfuerzo de volver a hablar conmigo no había sido fácil. – [Xander]¿Vas a quedarte?[/Xander] – le pregunté, volviendo a sentarnos. Me refería a quedarse allí, en la «misión».

    Ella asintió y sentía que la tensión en mi interior se aflojaba un poco.- [Jane]No podría hacer otra cosa[/Jane]. – añadió. Mentiría si dijera que no había tenido alguna duda, pero venían del miedo a separarnos. Sabía que Jane era perfeccionista y responsable, no podía dejar algo así sin terminar.

    – [Xander]Ya. Te conozco.[/Xander] – respondí. – [Xander]Me alegra saberlo.[/Xander] – añadí. No podía dejar de mirarla, estaba tan….guapa allí pese a la horrible luz de la sala.

    – [Jane]¿Tú…te vas a quedar?[/Jane]- sus ojos se cruzaron con los míos, pero tardó poco en bajar la vista. No sé qué vio en lo míos, quizá demasiado

    – [Xander]Sí. Es culpa mía que acabásemos aquí así que no voy a irme. Por todos vosotros y porque tenemos que ayudar a que nuestro futuro exista.[/Xander] – eran dos factores que por separado ya me habrían convencido y juntos hacían que ni me lo plantease. Tenía una responsabilidad, pero también un destino, que si no se cumplía, podría hacer que ni siquiera existiéramos.

    – [Jane]No es culpa de nadie. No digas tonterías[/Jane].- dijo ella. Oír eso de sus labios me tranquilizó

    – [Xander]Mía sí.[/Xander] – insistí. Yo me creí a Omega porque decía lo que quería escuchar.  Yo me cegué en castigarla cuando supe la verdad y arrastré a todos detrás. – [Xander]Y hablando de eso…cuando me poseyó el licántropo…[/Xander] – recordé. Me avergonzaba pensar que la había perseguido como un demente, aunque…bueno, en realidad había sido en su cuerpo.

    – [Jane]Deja de culparte por todo[/Jane].- se sentó a mi lado y apoyó la cabeza en mi hombro. No me avergüenza decir que me habría quedado así.

    – [Xander]Ya, no. Ahora quería decirte otra cosa.[/Xander] – tenía que dar el paso en algún momento, aclarar las cosas para que la relación fuera como tuviese que ser. – [Xander]Sé que lo sabes, lo que quiero decir. No necesitas telepatía para saberlo. Es obvio.[/Xander] – tuve que decirlo así, dando rodeos, para evitar sonrojarme o titubear. La quería, muchísimo, en más de un sentido. Esa era la realidad.

    Jane me miró y el rubor empezó a cubrirle el rostro. Estaba claro que no sabía qué decir, pero no sabía si eso era bueno o malo.

    – [Xander]Pero no insistiré, no me pondré pesado. Soy tu amigo antes de todo y no quiero arriesgarlo por nada.[/Xander] – añadí, dejando claro que estaría ahí fuera cual fuera nuestra relación.

    Jane seguía sin saber qué decir. No podía imaginar qué estaba pasando por su cabeza, pero estaba casi seguro de que la relación de sus padres era uno de los factores que rondaban por ella. – [Jane]No eres pesado[/Jane]. – dijo al final. No sabía si tomármelo como positivo o negativo. Tenía pinta de lo primero, pero quedaba en el limbo, sin respuesta, como hasta el momento, pero tampoco con una negativa.

    – [Xander]Después tenemos que vernos con los demás. Noah ha ido a la ciudad a confirmarlo todo y tenemos que ver quién se va a marchar.[/Xander] – comenté, cambiando de tema. – [Xander]Pero…podemos leer o ver un capítulo de algo juntos antes.[/Xander] – propuse. Pensar demasiado no iba a solucionar que Dante, Lexie o Niall se quedaran.

    – [Jane]¿Por qué no vemos algo en mi habitación?[/Jane]- preguntó ella. Mi rostro debió quedarse lívido, porque mi mente estaba llena de posibles significados.

    – [Xander]Eh, sí, bueno, si quieres, sí claro.[/Xander] – tragué saliva de nuevo. No estaba junto a ella en su cuarto desde que éramos preadolescentes y por aquél entonces no éramos conscientes de lo que significaba esa clase de intimidad.

    – [Jane]No me refería…a nada raro. Solo…eh…[/Jane]- intentó explicar, pero acabó tapándose la cara, avergonzada.

    – [Xander]Bueno ya, si tampoco…me iba a quejar.[/Xander] – admití, se me estaba soltando la lengua, asumí que me gustaba tanto y tenía tantas ganas de que lo nuestro existiera que mis filtros y mis miedos se habían desconectado temporalmente.

    – [Jane]¡EH! Has dicho que éramos amigos[/Jane].- replicó ella saliendo de su escondite muerta de risa.

    – [Xander]Pero…se puede subir de nivel.[/Xander] – bromeé.

    – [Jane]Al final has perdido la opción de ver la serie en mi cama[/Jane].- sentenció, aunque parecía una amenaza que todavía estaba en el aire.

    Aquél «rifirafe» que había aparecido entre nosotros, esa nueva posibilidad de flirtear que acababa de manifestarse, era un pequeño alivio para mí, un rayo de esperanza que iluminaba toda la oscuridad de preocupaciones y miedos que me agobiaban. Aún quedaba un rato para ir con el resto así que ya fuera viendo una película en su cuarto juntos o allí simplemente hablando, sabía que pasaríamos ese tiempo juntos. Y si la suerte me sonreía, mucho más.

  • LAZOS

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Entramos al almacén sin que me viese capaz de articular palabra en todo el camino. Notaba que Jane estaba preocupada por lo que Ezra había vivido con Omega, pero no podía llegar a hablar porque me asaltaba continuamente la idea de que en su subconsciente empezara a temerme después de haberme visto poseído por aquél animal, persiguiéndola sin cesar.

    De nuestro silencio sepulcral pasamos al alboroto que había allí dentro. Ezra caminaba de un lado a otro, pensativo, en una pose en la que nunca había visto a Elle. Ella por su parte seguía transformada, encerrada en una especie de jaula en la que no me había fijado antes, aunque no es que me hubiera dado mucho tiempo a bajar al almacén. Tenía sentido, según se le había escapado a Julia, en aquella nave habían viajado sobrenaturales de todo tipo y con el descontrol de mantener los ciclos de transformación dependientes de la luna, necesitaban un lugar en el que tenerles.

    – [Ezra] No he sido capaz de ayudarla a contenerlo.[/Ezra] – los ojos de Elle me miraban con una culpa y un desánimo que no eran habituales en ella. En ese caso no habría necesitado el poder de Jane para saber que hablaba con Ezra y no con ella.

    – [Xander]Lo sé, hace un poco…. estuve en vuestras mentes.[/Xander] – no sabía cómo decirlo porque me avergonzaba esa intromisión. No había sido del todo voluntaria, en especial por los recuerdos que había visto en la suya. Viendo como estaba ahora de preocupado, aquella conexión debió ser porque tenía demasiado en la cabeza, traumas muy fuertes volviendo tras una época de calma. Tampoco era el momento de hablarlo, lo aclararía con él y le ofrecería mi ayuda cuando lo demás estuviese solucionado.

    – [Jane]¿Ellie?[/Jane] – preguntó Jane. En la jaula, el licántropo que había tomado el control gruñó, sin apartar la vista de ella, de mi aspecto. Quizá recordaba que hacía muy poco estaba corriendo detrás.

    – [Xander]Nos vendría bien contar con ella. [/Xander]- respondí. Ezra me miró, esperando una explicación más concreta. Le conté lo de los intrusos y las personas que habíamos verificado. Aún faltaban muchos, pero sabíamos de al menos uno que sí era un polizón. Casualmente el que no habíamos visto por ninguna parte.

    El licántropo gruñó, acercándose a la jaula como si estudiase la forma de salir.

    – [Xander]¿Que podemos hacer?[/Xander] – le pregunté. Ezra era el experto, había convivido con esa criatura desde que la Amy de su mundo le había convertido para salvarle la vida. Él mismo lo había contado, pero ahora lo había presenciado en directo en sus recuerdos.

    – [Ezra] Hablarle, la conocéis mejor que yo. Si os escucha tal vez sea capaz de revertirlo.[/Ezra]- sugirió, cruzándose de brazos, como si le incomodara no poder hacer nada. Tomé nota de nuevo de que tenía que hablar con él más adelante. Con su pasado, estar aquí sumergido entre caras conocidas pero sin que apenas nadie le conozca a él, debía ser duro. Era el tipo de cosas que se pueden tratar a tiempo, antes de que se cronifiquen.

    – [Xander]Me cuesta saber cómo hablarle sin ser… yo.[/Xander] – admití, acercándome. Cada paso que daba con ese cuerpo era como si lo hiciera con mi mente fuera de él. Trataba tanto de evitar sentirme «en ella» que me disociaba de los sentidos y perdía capacidad de reacción. Quizá por eso cuando el licántropo acercó el hocico, retrocedí. – [Xander]Ellie, se que estás ahí, necesitamos tu ayuda, todos.[/Xander] – le pedí. Miré a los ojos de aquella bestia, pero allí poco había de Elle. Lo que quedaba de mi hermana estaba enterrado profundamente, el resto, tanto el cuerpo como la maldición del lobo, eran de Ezra. – [Xander]Yo siempre la he necesitado. [/Xander]- acerqué una mano muy despacio. Elle era mi roca, aunque era la pequeña, siempre había afrontado las cosas con más alegría que nadie.

    El lobo olfateó el aire y de un instante a otro enseñó los dientes, preparado para atacar. No podía funcionar así, funcionaba por instintos, por sensaciones físicas y nosotros estábamos todos cambiados.

    – [Xander]No sé si en persona va a funcionar.[/Xander] – pregunté alejándome. Vi que Jane se acercaba para ver si podía hacer algo, pero el lobo golpeó la jaula, tratando de acabar el trabajo que había empezado antes. Me pregunté si en el fondo, sabía que era Jane y la perseguía por el recuerdo de Omega. No era descabellado, mi tío no controlaba su licantropía pero estando transformado había protegido a mi tía Diana y en la ‘Guerra de Moondale’ a todos los demás.

    Miré a Jane. Era consciente de que solo teníamos una forma de llegar hasta Elle, pero me daba pánico.

    – [Jane]Tienes que entrar en su cabeza y ayudarla a salir.[/Jane]- dijo ella, leyéndome el pensamiento sin necesidad de un poder. Dios, había echado de menos estar juntos tanto que ya no recordaba esa sensación de estar tan compenetrados.

    – [Xander]No puedo arriesgarme a volver a perseguirte[/Xander]- dije acercándome. Por conseguir que estuviera a salvo arriesgaría casi cualquier cosa.

    – [Jane]Eso lo has hecho siempre, Alexander.[/Jane]- sonrió y me guiñó un ojo y con ese gesto tan sencillo, consiguió lo imposible, hacerme sonreír cuando todo parecía en contra.

    Pese al peligro exterior, pedí a Ezra que me atase de la mejor forma que supiera y me concentré. No era lo mismo entrar en la mente de una persona con ese poder que llevar a otros también.

    Lo primero que hice fue llegar hasta ella. Fui con calma, sin dejarme llevar para no quedar a merced del lobo. Esta vez las sombras se disiparon y me sentí diferente. Miré mis manos, estaba en mi propio cuerpo, algo lógico al ser la representación de mi mente en la de mi hermana, pero era un alivio confirmarlo.

    La oscuridad de antes dio lugar a un refugio de madera a través de cuyas ventanas se veía una inmensidad de blanco que de alguna forma, era cálido. El interior parecía tan amplio como para que entrasemos todos los de la nave y unos cuantos más. Había varias mesas con chocolates calientes y mantas apiladas en varios sofás. El fuego de la chimenea era agradable. Era Elle, no había duda.

    Una vez afianzado allí, empecé a traer a todos los demás. Busqué la mente preocupada de Jane, los pensamientos atribulados de Ezra y para esta misión, también el aire fresco y picante de la de Idris. Al cabo de un rato conseguí que todos se manifestaran allí.

    – [Idris]¿Y esto?[/Idris] – preguntó Idris. Se sorprendió al escuchar su voz y se miró las manos. – [Idris]Nunca me he alegrado tanto de verme las manos[/Idris] – puso una de sus sonrisas, tan amplias que parecía imposible sonreír más que él.

    – [Xander]Estamos en la mente de Elle. [/Xander]- aclaré. Mi mirada se posó en Jane, que volvía a estar en su cuerpo. Me alegraba de verla, aunque había estado a mi lado, había echado de menos sus gestos que ya se habían convertido en algo familiar para mí y que había perdido durante mucho tiempo.

    – [Idris]Me encanta lo que ha hecho con este sitio.[/Idris] – comentó Idris emocionado. En ese momento estaba inclinado sobre una de las ventanas para ver como ondeaba al viento una bandera con los colores del arcoiris. – [Idris]Bueno,¿me vais a decir que pasa?[/Idris]

    Idris se sentó frente a un chocolate del que empezó a dar buena cuenta. Suspiré y lo expliqué todo una vez más. Me di cuenta de que estaba cansado y necesitaba recargar las pilas dejando de contar la situación a todos una y otra vez, pero dependían de mí. Era a mí a quien había tocado llevar el poder de Jane y la carga de saber lo que pasaba. – [Xander]Estamos intentado que Elle vuelva a su forma humana.[/Xander] – añadí.

    Me eché hacia atrás, cansado. Reconocí el tacto de aquél sofá, era como el de nuestra casa, en el que nos habíamos sentado más de una vez con papá, mamá, mamá Sasha y Dante.

    – [Idris]Tu tía Lucy nos pilló a Cole y a mí cuando éramos pequeños en un armario espiando, cuando el cambio de cuerpos. Digo por si necesitas saber que soy yo.[/Idris] – aclaró. Negué con la cabeza, había olvidado aquello y creo que prefería no recordarlo. – [Idris]Oye Jane igual a tu hermano le ha dado un parraque al quedarme así. [/Idris]- dejó su segunda taza de chocolate en la mesa, echó la cabeza atrás y sacó la lengua, como si le hubiera dado algo.

    – [Jane]Elliot no suele perder los nervios nunca.[/Jane] – respondió ella, mirando un cuadro con una foto en la que salían ella y mi hermana.

    – [Ezra] Tened cuidado, el licántropo puede andar por aquí cerca.[/Ezra] – Ezra no se había sentado desde que habíamos llegado, se había mantenido de pie, alerta, escuchando cada ruido.

    Me puse en pie y empezamos a buscar

    – [Jane]Creo que no deberíamos inspeccionar todos. La mente de alguien es algo muy personal.[/Jane] – me fijé en que desviaba la mirada hacia otras fotos. En la mente de mi hermana estaba representado todo aquél que le importaba y quizás a Jane le abrumaba ser tan querida por ella. Normalmente pensaba que era más una molestia por su carácter más que importante para los demás.

    – [Idris]Bueno pero… hermano, mejor amiga barra interés amoroso, su otro coquito y mejor amigo…[/Idris]- replicó Idris señalando a cada uno de nosotros. Me llevé de manera instintiva una mano a la parte trasera de la cabeza y me rasqué con suavidad, era un gesto que hacía alguna vez si estaba incómodo y en ese caso lo había conseguido la mención de Jane como interés amoroso.

    No era un secreto que mi hermana cuando era joven veía a Jane con otros ojos, pero llevaban ya muchos años siendo mejores amigas y aun sabiendo lo que yo sentía por ella, Ellie nunca me había dicho nada al respecto, solo me había animado. Tenía que tomármelo solo como una broma como hacían Idris y ellas dos, pero en esa ocasión me había dejado pensativo.

    – [Jane]Yo me quedo aquí entonces.[/Jane]- respondió Jane cruzándose de brazos, señal inequívoca de que no pensaba cambiar de opinión. Pensé quedarme con ella, pero no me atrevía a dejar a mi hermana en manos de nadie más.

    Un gruñido gutural salió de la trampilla, pero lo que me hizo lanzarme a entrar allí fue un sollozo tenue que se escuchaba de fondo. Lo conocía, pese a no haberlo escuchado mucho porque ella siempre era la alegre, la esperanzada, sabía que era mi hermana.

    – [Idris]¿Cómo llevais la claustrofobia?[/Idris] – preguntó Idris adentrándose. Sus ojos de elfo oscuro le permitirían ver mejor en la oscuridad y guiarnos en un entorno en el que teníamos las de perder. Eso, suponiendo que sus poderes funcionaran en aquél lugar. La mente de Elle seguiría las reglas de su propietaria, aunque en ese momento, afectada por el licántropo, podía jugar en nuestra contra.

    Caminamos una eternidad sin ser conscientes de las dimensiones reales de aquél pasadizo. Cuando al final el conducto se amplió, Idris se detuvo al lado de Ezra.

    – [Idris]A Jane no le falta razón. Por muchas ganas que tenga de ver a Coquito, esto es cosa tuya. [/Idris] – la sonrisa de Idris me resultó tranquilizadora y me pregunté como tendrían que ir de mal las cosas para que alguna vez dejara de sonreír.

    – [Ezra]Pero estaremos aquí por si hay problemas.[/Ezra] – añadió Ezra. Desde donde estábamos de la sala que se abría ante nosotros solo se veía una jaula en el centro, con una niña pequeña de cabello rubio en su interior. El resto, lo que compondría los elementos principales de la mente de mi hermana, estaba oculto en las sombras.

    Asentí y me interné en las sombras, acercándome a la jaula mientras recordaba la facilidad con la que el lobo me había emboscado la última vez, haciéndome perseguir a Jane. – [Xander]¿Ellie?[/Xander] – pregunté al acercarme. Debía tener unos ocho años, quizá menos. Era antes de que nos cambiáramos de cuerpo, cuando Jane y yo aún éramos uña y carne.

    – [Xander]Ellie, soy Xander.[/Xander] – volví a llamarla.

    – [Ellie]No eres Xander. Xander es pequeño[/Ellie].- su voz sonaba débil, como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba.

    – [Xander]No, los dos somos grandes ya. Tan grandes como mami, papá y mamá.[/Xander] – le dije. Ella se giró y me miró con esos ojos que solían estar tan llenos de alegría pero ahora estaban enrojecidos por las lágrimas ya pasadas.

    – [Ellie]Yo no quiero ser grande[/Ellie].- negó con la cabeza.

    – [Xander]Necesito que seas grande como yo Ellie, no puedo hacerlo sin ti. Somos un equipo.[/Xander]

    – [Ellie]No[/Ellie].

    – [Xander]Todos te necesitamos Ellie. Jane, Idris y Ezra han venido aquí conmigo para ayudarte.[/Xander] – pensé que mencionarle a personas que eran importantes en su futuro más que en su pasado quizá le daría perspectiva. Con Idris tenía trato cuando era pequeña, pero nada comparable a lo que tenían ahora. Con Jane tenía bastante menos y ahora eran inseparables. Y a Ezra ni siquiera lo conocía por aquél entonces.

    – [Elle]No los conozco[/Elle].

    – [Xander]Sé que no vas a olvidar a Jane, que es tu mejor amiga. A Ezra que es tu primo perdido durante años o a Idris que …bueno, es tu pareja, creo.[/Xander] – no quería pillarme los dedos con lo que tuviera con Idris. Desde fuera parecían una pareja, pero ellos nunca lo habían «formalizado».

    – [Elle]Puaj[/Elle].- replicó haciendo un gesto. Tuve un brillo de esperanza al verla sonreír y acercarse a mí, hacia la puerta de la jaula.

    – [Xander]Eso dices ahora, seguro que se te pasa pronto.[/Xander] – le dediqué una sonrisa. Yo mismo no recordaba cuándo había empezado a gustarme Jane, pero para cuando me quise dar cuenta ya estaba pasando todo lo de sus padres y nuestra pelea.

    Ellie me hizo un gesto para que me agachase.- [Elle]¿Cuántos años tienes, cincuenta?[/Elle] – sonrió con picardía.

    – [Xander]Qué simpática te veo. No tengo ni treinta, señorita.[/Xander]

    – [Elle]Estás viejo[/Elle].- dijo sacándome la lengua.

    – [Xander]Y tú canija.[/Xander] – repliqué devolviéndole el gesto. Por un momento me sentí como si fuéramos pequeños y nada hubiera cambiado, no tuviéramos las preocupaciones que teníamos ahora, con nuestro futuro y nuestras vidas en juego a diario.

    – [Elle]Hay un lobo muy grande[/Elle]. -susurró. Me pareció sentir su aliento en la nuca, pero sabía que eran imaginaciones mías así que no me giré.

    – [Xander]Lo he visto. Está convencido de que puede contigo. Yo sé que no.[/Xander] – la animé. Aquellos eran sus dominios, podía contenerlo.

    – [Elle]Creo que come niñas[/Elle].- temblaba visiblemente.

    – [Xander]Te he visto poder con cosas más grandes.[/Xander]

    – [Elle]¿Seguro?[/Elle]

    Actué por instinto, confiando en que en aquél dominio de la mente, con los poderes de Jane de mi lado, sería capaz de hacerlo. Le mostré el combate que había tenido lugar en Senatus, junto a Calliope. Cómo había luchado contra todos aquellos soldados expertos y nos había protegido a los demás. Incluso cuando Calliope «cayó» y ella trató de ayudarla.

    Elle parpadeó, asombrada.- [Elle]Mamá no me deja ver esas películas[/Elle]. – mamá siempre era la que estaba pendiente de que papá o mamá Sasha no estuvieran viendo algo que nos pudiera impresionar. Igual que lo había dado todo por salvar el mundo, lo había dado todo día a día por salvarnos a nosotros.

    – [Xander]Cuando seas mayor la protagonista eres tú.[/Xander] – le dije sonriendo. – [Xander]Pasan cosas malas, pero nos salvaste.[/Xander] – lo de Calliope le rondaría la cabeza mucho tiempo. Para Ellie era un fallo, un miedo, una inseguridad que no la dejarían sola, pero ella había hecho todo lo posible.

    – [Elle]Si me voy a poner de vieja como tú, prefiero no ser mayor[/Ellie].

    – [Xander]A ti te sienta mejor la edad.[/Xander] – volví a recurrir al poder y le mostré imágenes de todos en los días posteriores a encontrar la nave, cuando el destino incierto en el que nos habíamos visto envueltos quedó cubierto por el alivio de encontrar un refugio donde las risas y los buenos momentos sustituyeron por un instante al miedo y la preocupación.

    Mientras lo veía todo y su «centro» se hacía más brillante, Elle crecía y con el aumento de luz empecé a ver detalles en la sala que recordaban a cada una de las personas que eran importantes para ella. Ellie nos atesoraba en lo más profundo de su ser.

    – [Elle]¿Vamos a por ese bicho?[/Elle]- preguntó con una sonrisa ya de vuelta a su yo adulto.

    – [Xander]Juntos.[/Xander] – le di la mano y ella tiró de mí hasta darnos un abrazo del que me costó salir. A veces lo único que hace falta en los malos momentos es saber que hay personas que siempre te apoyaran. Ellie era uno de los pilares de mi vida y solo podía desear que Bowie pudiera terminar sintiendo el alivio que yo sentía al tenerla como hermana.

  • UNA PESADA CARGA

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Jane y yo recorrimos con cuidado la nave. Caminábamos despacio, con cautela, tratando de forzar un poder no era mío y no controlaba, para asegurarnos de que no nos tendían una emboscada.

    La regla de mantenerse por parejas había funcionado demasiado bien y los pasillos estaban vacíos. De no haber sido por el valle que se vislumbraba a través de las ventanas el aire de nave espacial abandonada me habría puesto los pelos de punta. Pero en aquél momento teníamos problemas más graves.

    Habíamos salido para buscar a Elle y Ezra, pero por el camino habíamos escuchado un grito y nos habíamos desviado un poco. Sin embargo al llegar al pasillo de las habitaciones no vimos nada. Quedaba la opción de ir cuarto a cuarto, preguntando, una alternativa que nos exponía demasiado. Estábamos en clara desventaja, prácticamente ninguno tenía poderes a su control o habilidades que le permitieran ayudar. Quizá Ruby, Zahra o Ezra que estaban entrenados y en cuerpos que podían responder. Cole también lo estaba pero Kaylee no tenía musculatura de lucha.

    Pensándolo así, tenía todo el sentido del mundo. Anulaban nuestros poderes, sembraban la confusión y nos hacían incapacces de distinguir entre nosotros. Sin el poder de Jane no habríamos llegado a oponer resistencia de ningún tipo.

    – [Xander]No va a ser nada fácil. Los pasillos están vacíos. Pueden sorprendernos en cualquier sitio.[/Xander]

    – [Jane]Concéntrate en escuchar[/Jane].- dijo ella. Su voz habría sonado más tranquilizadora y habría tenido más eco en mí si no fuera la mía propia.

    Aun así, me esforcé, traté de captar esas señales, esos ruidos de fondo, como conversaciones de una mesa cercana que no alcanzas a escuchar. El problema estaba en que había demasiadas conversaciones, demasiadas mesas y al final solo conseguía estar rodeado de un murmullo creciente e indescriptible que me confundía cada vez más.

    – [Xander]Hay demasiadas voces.[/Xander]

    Sentí cómo posaba sus manos, las mías, en mis hombros, los suyos. No sabía ni siquiera qué decir, porque no me sentía con permisos para hacer nada en su cuerpo, ni siquiera dejarme llevar por lo que sentía por ella.- [Jane]¿A quién quieres escuchar?[/Jane]- preguntó.- [Jane]Imagina que es…un rastro de olor que tienes que seguir[/Jane]. – era una buena sugerencia, a fin de cuentas así funcionaban las esferas Daë, no sería raro que su poder pudiera conducirse así.

    Me concentré en Ezra y Elle, eran el objetivo lógico, si nos perdíamos en el problema general, en ese grito, en ir habitación por habitación, estaríamos vulnerables y desunidos. Pensé en mi hermana, en el lazo que nos unía desde el mismo momento en el que la vi al lado de mamá en el hospital. Tan pequeña, tan indefensa, pero con tanta facilidad para llevar la alegría a su alrededor. Entonces lo sentí, solo que no fue a Elle a quien localicé, si no a quien estaba en su cuerpo en ese momento. – [Xander]Tengo a Ezra.[/Xander] – le dije. Su mente estaba opaca, apenas vislumbraba algunas puertas a mi alrededor y ecos de sus pensamientos en ese momento.

    De pronto le vi, allí en medio, serio, silente, observando una puerta de pomo oscuro a cuyo alrededor se acumulaba la maleza. En ese instante la puerta estaba parada, pero por lo general algo la golpeaba tratando de abrirla. Otra puerta se abrió a mi lado y entré sin poder evitarlo. Era más joven, estaba malherido, los pocos médicos a los que podíamos consultar me habían dado por muerto, una baja más en aquella guerra eterna. Ella no, Amy no. Nos quedamos solos, sus dientes fueron como dos agujas, pero después se convirtieron en dos cuchillos al rojo vivo, como si hubiese podido sentir la maldición entrando en mi cuerpo. – [Xander]Me están viniendo recuerdos a la cabeza de cuando Amy me transformó…todavía siento el dolor del mordisco….[/Xander] – una voz que no era ninguna de las mías habló para que Jane la escuchase.

    – [Jane]Así es. Lo haces mejor que yo. Sigue buscando[/Jane]. – respondió ella. La tenía delante de mí, pero yo estaba en otro lugar. ¿Quién era yo? ¿Xander? ¿Ezra? No podía saberlo, solo era un muchacho que había estado a punto de morir.

    Una puerta distinta se abrió, oscura, profunda como una cicatriz. Jane estaba en mitad de una zona cavernosa, como unas alcantarillas, iba enfundada en un traje de cuero con puntas de acero y llevaba el pelo peinado hacia atrás. Parecía más pálida y su pelo aún más oscuro.. En el suelo frente a ella había una figura femenina, delgada, con el rostro mitad lupino volviendo a su forma humana. Jane alargó su mano y la alzó en el aire. No pude moverme. Amy se movía tratando de liberarse pero las fuerzas la abandonaron a medida que Jane absorbía su fuerza vital. Cuando terminó la dejó caer con un sonido sordo. Corrí hacia ellas.

    – [Xander]Tú la mataste…tú mataste a Amy.[/Xander] – le dije. La tenía frente a mí, pero su imagen fluctuaba. Tan pronto estaba en su traje de cuero como era un joven alto de cabello rubio ceniza corto, Xander se llamaba.

    – [Jane]¿Amy está muerta?[/Jane]- preguntó el chico. Parecía afectado, pero sabía que dentro de ese cuerpo estaba ella, la misma que había visto matar a Amy.

    – [Xander]Nos perseguiste…Amy se enfrentó a ti y…la mataste, absorbiste su poder hasta el final…[/Xander] – noté cómo me temblaban las manos, pero al verlas vi que eran más pequeñas de lo que recordaba. Estaba en el cuerpo de la asesina, sí, eso era.

    – [Jane]Yo…[/Jane]- ella se quedó en silencio, su cuerpo se sacudía pese a que intentaba controlarlo.

    El mundo se dio la vuelta y caí por otra puerta cercana. De nuevo ella, en su traje, pero ahora había otro. Un chico joven de pelo oscuro como ella, también en un traje completo de cuero.

    – [Xander]Verónica Preston…tu gemelo Victor y tú erais los perros de presa del Escuadrón V.[/Xander] – me llevé una mano a la cabeza y noté un pelo que no reconocía, pero daba igual, el dolor estaba ahí, como una esquirla ardiente.

    Jane, Verónica, temblaba frente a mí. Quizá por haberla descubierto. – [Jane]¿Víctor?[/Jane] – preguntó. Como si la hubiese escuchado, el muchacho iluminó la oscuridad con sus llamas, envolviendo los cuerpos de amigos y conocidos. Sus gritos llenaron mi cabeza una y otra y otra vez.

    – [Xander]El pirokinético. Quemó a muchos amigos.[/Xander] – conseguí decir. – [Xander]Erais como nosotros, ¿por qué? ¿por qué lo hacíais?[/Xander] – pregunté agarrándola por los brazos. Me superaba en físico, pero ahora tenía yo su cuerpo, sus poderes. – [Xander]Perseguidos, marcados como animales, viviendo como ratas…[/Xander] – llevábamos tanto tiempo escondiéndonos que no percibía el olor de las alcantarillas, estaba acostumbrado al olor de los restos humanos porque habían hecho que nosotros ya no fuéramos más que criaturas inmundas.

    – [Jane]Yo…yo…no[/Jane].- consiguió soltarse y echó a correr. Era rápida, pero mi cuerpo era más menudo y más ágil. Aunque ella estuviera en un cuerpo con constitución de aesir, yo estaba en uno de disir.

    ¿Pero cómo lo sabía? Cerré la siguiente puerta antes de caer por ella. ¿Cómo sabía que estábamos cambiados? ¿Cómo sabía que era una disir? Me di cuenta de que corría tras ella, pero no era tan ágil como esperaba, ¿cómo podía ser con esa constitución y habiendo sido entrenada para perseguir sobrenaturales? Verónica era más rápida, recordaba ser perseguido por ella. ¿Cómo? No. No era Verónica, era Jane. Jane. ¿Y yo? ¿De qué la conocía? Esa chica no venía de un mundo en guerra como yo…pero….yo no venía de un mundo en guerra, no conocía la guerra. ¿Quién era yo? Yo…Xander…Xander con el que ella había cambiado cuerpos. Xander, su amigo. Xander, el que la amaba desde hacía mucho tiempo.

    Tenía que hacer algo, me había metido demasiado de lleno en la cabeza de Ezra y no sabía salir. Así que me concentré y traté de conectar con Elle, pero esta vez de verdad, no solo con quien habitaba su cuerpo. La busqué, la rastreé y la encontré, pero cuando lo hice, me arrepentí al instante. Mi hermana estaba en una especie de jaula en mitad de aquél lugar y gritó para advertirme. Lo siguiente que noté fue un gruñido a mi espalda.

    Mi cuerpo, el cuerpo de Jane, corría. De pronto estaba libre de la cárcel en la que me había metido la que olía a plata. Delante de mí corría una presa, solo sabía eso. Pero cada vez era más torpe. Donde la gacela asustada cometía un error, el depredador que ahora era acortaba espacio. Para cuando llegó al pasillo de las habitaciones ya estaba a menos de un metro así que con un saltó caí sobre ella.

    Coloqué mis patas sobre sus brazos. Tenía fuerza en ellos, músculos que no serían muy agradables de masticar, pero no sabía usarlos, tenía demasiado miedo a responder.

    – [Jane]¡ATRÁS![/Jane] – gritó la presa. Vi una vena palpitar en su cuello y mi instinto me pidió acabar con su resistencia.

    Mis fosas nasales se expandieron, reaccionando a lo que estaba a punto de disfrutar. Pero entonces un olor a fresa me llegó. Estaba sobre la presa, pero también sobre mí. Una presencia empezó a hacerse más manifiesta y me arrancó, devolviéndome a la cárcel de plata mientras él tomaba el control y se echaba a un lado.

    Me agarré la cabeza, el dolor me atenazaba y me impedía ver bien, pero era el hecho de saber lo que había estado a punto de pasar lo que me hacía temblar estando allí sentado a su lado. – [Xander]Dios Jane, lo siento, lo siento…intenté huir de la mente de Ezra y busqué a Elle…yo…no sé qué ha pasado.[/Xander] – daba igual cuanto buscara, no había palabras que borrasen lo que le había hecho pasar.

    – [Jane]No te preocupes.[/Jane]- Jane se incorporó e hizo algo que no habría esperado. Se acercó a mí y me rodeó con los brazos. Un gesto que, aún siendo con mi propio cuerpo, me hizo sentirme un poco mejor.

    – [Xander]He estado a punto de morderte…[/Xander] – me lamenté. Sentirla tan cerca me hacía difícil evadirme de mi propio cuerpo. Aquello era confuso cuanto más lo pensaras, así que me dejé llevar, como si en lugar de nuestros cuerpos cambiados los que se estuvieran abrazando fueran nuestros espíritus.

    – [Jane]No eras tú[/Jane].

    – [Xander]Lo de Omega…no tenías por qué escucharlo.[/Xander] – me disculpé cuando nos separamos. Jane era consciente de la historia general de lo que su versión alterna había hecho en su mundo, pero conocerlo tan al detalle iba a resultarle una carga durante una buena temporada.

    – [Jane]Yo no soy ella[/Jane]. – dijo para sí, como si quisiera convencerse.

    – [Xander]Lo sé, pero si hubiera controlado esto mejor no tendrías por qué haberlo visto.[/Xander] – no, claro que no era ella. Se había criado de una forma completamente diferente, sin el menor atisbo de amor. Dominic y Rebecca podían haber sido un desastre, pero sí la querían y sus hermanos también.

    – [Jane]Da igual. En serio, no te fustigues[/Jane]. – añadió poniéndose en pie.

    Me quedé callado y después de observarla unos segundos aparté la mirada y me puse en pie. – [Xander]Será mejor que vayamos al almacén con Ezra y Elle.[/Xander] – dije. Sabía el impacto que tendría en ella ese momento, la conocía mejor de lo que pensaba y podía ponerme en su piel. Así que lo único que podíamos hacer era mantenernos ocupados.

     

  • PONERSE EN LA PIEL DEL OTRO

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Mi primera parada de aquella peculiar mañana fue mi habitación, claro que en aquél momento no caí en la cuenta de que mi ropa le quedaría a Jane como un saco. Así que allí estaba, en mitad de la sala común de la planta principal, en el cuerpo de Jane, con un jersey en el que podría entrar otra persona, la cabeza revuelta con los murmullos de los pensamientos de los demás presentes y una sensación extrañisima de tener que aislarme de la conexión con mi cuerpo para no sentir cada parte de Jane.

    – [Xander]¿Qué habéis hecho?[/Xander] – pregunté mirando a Kaylee. En el último descanso había hecho de las suyas con su magia y la ayuda de Lexie, Sophie y creo que también Idris, así que era la principal sospechosa. Quizá algo había salido mal, porque desde luego esto no era lo que me imaginaba precisamente como una diversión para relajarse.

    -[Cole]A mí no me mires Xander. Soy Cole.[/Cole] – respondió con la voz de Kaylee. Os contaré una cosa, cuando uno ve una película o una serie en la que suplantan a alguien metiéndose en su cuerpo, parece todo muy obvio y resulta raro pensar que no lo descubran, pero al ver Cole allí delante en el cuerpo de Kaylee, con la voz de Kaylee, supe que con que hubiera disimulado un poco y yo no hubiera sido consciente del cambio de cuerpo, habría pasado desapercibido. A veces vemos lo que queremos ver, lo más simple.

    – [Kaylee]¿Por qué tiene que ser culpa mía, Xander?[/Kaylee]- me preguntó Cole…no Kaylee rascándose la barba de Cole. Esperaba que no tuviera que llegar a acostumbrarse al picor. La mera idea de quedarme atrapado en el cuerpo de Jane me horrorizaba, en especial porque cada vez estaba más cerca el momento de ir al baño y cuanto más pensara en ello, más cerca estaría.

    En ese momento entró Owen vestido con una camiseta oscura. – [Amy]¿POR QUÉ ESTÁ EN MI CUERPO?[/Amy] – gritó fulminando la sala con la mirada. Me paré a pensar quién estaba dentro de Owen hasta que vi a Amy llegar detrás de él, bueno de ella.

    – [Owen]¿Pero porque estáis gritando todos?[/Owen] – preguntó Owen rascándose la cabeza. Miró el cuerpo que tenía delante y se sorprendió. -[Owen]Oh, ya veo.[/Owen] – replicó.

    – [Amy]¡SAL DE MI CUERPO![/Amy]- le gritó Amy desde su cuerpo. Reprimí el impulso de echarle la bronca a Owen por hablarle así a mi prima porque era al revés.

    – [Owen]Si supiese cómo, lo haría. Tranquila, no eres mi primera mujer.[/Owen] – Amy iba a responderle pero al escuchar eso se quedó sin palabras. Me pasé una mano por la frente y me sorprendí al ver lo suave que era. Owen se refería a cuando nos habíamos cambiado de cuerpo con nuestros padres siendo pequeños, pero por la forma en lo que lo había dicho…aunque podría haber sido peor.

    – [Jane]Después de la idiotez que acaba de soltar mi hermano, creo que ha llegado el momento de empezar a pensar en solucionar esto[/Jane].- propuso Jane desde mi cuerpo. Llevaba los hombros distendidos y le costaba mantenerse erguida por la diferencia de altura, eso me iba a dar dolor de espalda más tarde.- [Jane]Porque yo confío en Alexander, pero no todas las personas estarán igual de cómodas con su cambio[/Jane]. – me alegró saber que confiaba en mí y me relajé. Entré en conexión con mi cuerpo y fui consciente de cada parte de él. Al notar las diferencias me asusté y volví a concentrarme. Me centré en cómo sonaba mi voz para el resto, era curioso.

    – [Idris]Puedes apostar tus nuevos músculos a que sí.[/Idris] – replicó Elliot, salvo que no era él.  – [Idris]Blanco y menor, tiene huevos la cosa…creo. Por cierto  cuando vayas al baño pon las dos manos.[/Idris] – era Idris, claramente. Le guiñó el ojo a su cuerpo en el que supuse que estaría Elliot si todo seguía una lógica, por llamarlo de alguna manera.

    – [Owen]Fantasma. En vez de eso dile que tenga cuidado y no te la congele.-[/Owen] replicó Owen-Amy tocándose el pelo.

    Vi a otros hablar, pero me costaba escucharles, sus pensamientos se filtraban en mi cabeza y no sabía cómo detenerlo. Era como estar en un submarino que de pronto se ha llenado de filtraciones. Ponía las manos para tapar las que podía pero no dejaban de colarse más y más.

    [Elliot]¿Porque me tiembla todo el cuerpo?[Elliot]. Eso pensaba Elliot en su cabeza. Le miré, estaba temblando de verdad. Llevaba toda su vida sin sentir frío ni calor así que estar en el cuerpo de Idris, que adoraba el frío, debía resultarle abrumador.

    [Xander]Tranquilo, es el choque del cambio, te acostumbrarás. Recuerda que Idris manipula el hielo, así que el frío no te hará daño.[/Xander]. Le aconsejé en su mente, dejándome llevar por puro instinto.

    Vi a Elliot-Idris asentir, tratando de confiar en lo que acababa de decirle.

    – [James]Soy James. ¿Cómo nos ha cambiado esta magia?[/James] – preguntó el chico nuevo desde el cuerpo de Lekwaa. No sabía aún mucho de él porque apenas había cruzado unas palabras. Solo lo que los demás me habían contado, que era un fan de la magia y que su padre había sido parte de Antailtire. Esa última parte me preocupaba, pero si los demás habían confiado en él no iba a ser yo quien dudase. El cuerpo del muchacho pelirrojo estaba al otro lado de la sala, apoyado en una pared, observando en silencio. Allí estaría Lekwaa.

    – [Elle]Parece un hechizo que ha salido mal. O quizás, esa era la intención[/Elle].- escuché la voz de Ezra y ahí sí que pude reconocer quién estaba dentro de su cuerpo. Era mi hermana, reconocería su postura en cualquier parte.

    – [Lexie]A partir de ahora, antes de hablar, tenéis que decir quién mierda sois[/Lexie].- espetó alguien desde el cuerpo de Zahra. Tampoco tuve muchas dudas de quien podía ser, sin duda era Lexie.

    – [Kaylee]Yo soy Kay, pero tú no lo has dicho. Te acabas de ahogar en tus propias normas[/Kaylee].- le replicó Kaylee-Cole guiñándole un ojo. Era una situación muy bizarra.

    – [Noah]Por lo que entiendo nos hemos cambiado por parejas[/Noah]. – teorizó alguien desde el cuerpo de Leo. – [Noah]Soy Noah. Leo es yo.[/Noah] – confirmó. Eso facilitaba un poco las cosas.

    – [Ezra]No todos.-[/Ezra] dijo la voz de mi hermana. Jamás la había visto tan seria como con Ezra en su cuerpo.

    – [Noah]Bueno me refería….ya sabes, a de dos en dos.[/Noah] – aclaró Noah. Vio que Nate le miraba de una forma peculiar y se ruborizó. Al principio pensé que era Lexie pero ella estaba en Zahra, así que me imaginé que era Julia, que casualmente estaba ahora cambiándose de cuarto para compartirlo con él.

    – [Owen]Ahora vengo.-[/Owen] dijo Owen. Amy lo siguió de cerca y volvieron poco tiempo más tarde subiendo por el ascensor. Traía unas pegatinas y un bolígrafo que empezó a repartir. – [Owen]Hola, me llamo Owen y estoy en el cuerpo de Amy.[/Owen] – escribió su nombre y se lo pegó en la ropa, así que el resto hicimos lo mismo.

    Idris escribió algo en el suyo y se lo enseñó a Elliot. Fijé la mirada y vi que ponía «blackface». Elliot se tensó, incómodo. – [Idris]Es broma, no te agobies, te acostumbrarás a ser tan bello.[/Idris] – le dio un codazo amistoso que quedó a la altura de sus costillas.

    – [Elliot]Graci…-[/Elliot] fue a darle la mano y vio unas esquirlas de hielo formándose a su alrededor. Podíamos tener un problema con los poderes de cada uno si no sabíamos controlarlo.

    – [Jane]Lo más sensato es que nos separemos por p…dúos y que intentemos no hacer nada hasta que las aguas vuelvan a su cauce[/Jane].- comentó. Seguía sin acostumbrarme a escuchar mi voz y mucho menos a pensar que era Jane.

    – [Kaylee]Sensato, pero también inútil[/Kaylee].- replicó Kaylee.

    – [Elle]Esta situación nos hace vulnerables. Lo mejor será controlar el cuerpo en el que estamos en la medida de lo posible y, después, revertirlo[/Elle]. – sugirió mi hermana. Estaba siendo muy sensata teniendo en cuenta que el licántropo era algo con lo que podía costarle trabajo lidiar.

    – [Xander]Jane lo dice para que nadie intime demasiado consigo misma.[/Xander] – expliqué, después de captar pensamientos cruzados de todo tipo. – [Xander]Y a mí me vendría bien separarme, hay muchas voces.[/Xander] – expliqué.

    – [Owen]Dejad de mirarme así. Este cuerpo es un templo.-[/Owen] intervino Owen, haciendo que Amy se pasara una mano por la frente.

    En ese momento capté un pensamiento diferente, de una voz que no conocía en absoluto. – [Hector]Debería hablar. Al chico no lo conocen mucho pero sí que hablaba podría levantar sospechas.[/Hector] dijo. – [James]C-como mejor veáis.[/James] – habló la voz de Lekwaa, que supuestamente era James. Me fijé en él mientras él no me miraba y maldije no haber conocido más al nuevo.

    – [Noah]Yo iré a la biblioteca con Leo, a ver si hay algún antecedente. Me vendría bien alguien que sepa magia pero…[/Noah] – propuso Noah. Miró de reojo a Kaylee en el cuerpo de Cole pero daba a entender que le resultaba violento estando en el cuerpo de su hermano.

    – [Owen]Yo voy a ver si desayuno. ¿Algo a lo que atenerme?[/Owen] – preguntó. Amy le miró fijamente como respuesta, iba a ser su sombra.

    – [Ezra]¿Que quieres que haga?.-[Ezra] escuché preguntar a Ezra colocándose al lado de mi hermana, que se recolocaba la ropa, incómoda.

    Los demás siguieron hablando y vi mi cuerpo acercarse a mí de una forma un tanto errática, como si Jane no supiera como colocar los pies. Siempre pensaba demasiado. Pero no pude fijarme mucho porque por el rabillo del ojo seguía vigilando el cuerpo de Lekwaa, llevado por a saber quién.

    Me pregunté muchas cosas. ¿Quién sería? ¿Dónde estaría James entonces? Pero entre tantas dudas había algo que sí que tenía claro. Aquél intercambio no era fruto del azar, alguien trataba de colarse entre nosotros aprovechando la confusión, seguramente el mismo o los mismos que habían entrado en la nave, un grupo de unos cuatro o cinco según Ruby. Tenía que trazar un plan pero éramos muchos y por el momento no podía confiar en nadie.

    Mientras Jane y yo nos alejábamos de la sala para ir hacia su cuarto, aproveché el silencio para pensar. Lo lógico sería asegurarme de que podía confiar en la persona con la que había cambiado. Parecía Jane totalmente, pero no sabía cuánto nos conocían los que estuvieran haciendo esto. Tenía el recurso del poder nuevo de Jane pero no sabía usarlo bien y además no conseguía leer a quien estuviera en mi cuerpo, supuse que por mi poder oculto. Al parecer era inmune a más poderes que el de Jane. Era bueno saberlo, pero en ese momento deseé que no fuera así. Necesitaba ayuda y confiar en alguien y especialmente, quería que ese alguien fuera Jane.

     

  • ENEMIGO A LAS PUERTAS

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tras aquella escarpada loma volvimos a ver al fin el valle que un futuro lejano conocerían como ‘Valle de los Daë’. Al ver la silueta artificial de la nave estrellada que se había convertido en nuestro refugio, sentí un calor familiar, la sensación de volver al hogar.

    Aun así, la sensación no duró demasiado porque un hogar no es nada sin la gente que lo compone y aquella nave no era más que un amasijo de metal frío por cuyas entrañas no corría ningún tipo de vida. Sin el resto allí, no podía llamarla casa.

    Recordaba a la perfección quedarme con la abuela Elizabeth, con la tía Lucy o con Nate cuando Elle y yo éramos pequeños, muchas veces estaban también los demás: Jane, Owen, Amy, Kaylee, Leo, Noah, Cole, Dante e incluso Idris y Mike. Una vez incluso nos fuimos todos a la casa de los abuelos MacLeod en Escocia. Eran buenos recuerdos con el resto, pero en aquél entonces estaba preocupado porque sabía que si nuestros padres y madres no estaban con nosotros es porque estaban ahí fuera jugándose la vida para protegernos.

    Desde aquél entonces no llevaba bien la espera sumada al peligro. No sé en realidad si alguien podría llevar bien eso de alguna forma, pero desde luego, yo no. Pese a comunicarnos con los demás todo lo a menudo que podíamos, había puntos ciegos en los que podía pasar cualquier cosa, por ejemplo Ezra, con el que habíamos perdido el contacto. Mientras estábamos en Dagrknot y estaba ocupado, alerta, había sido más fácil de llevar. Ahora sin embargo iba a tener todo el tiempo libre del mundo para desesperarme hasta que volviesen todos a salvo, iba a ser un mal rato.

    Dante abrió el portón de entrada y recibimos una fría bienvenida. Había debido bajar la temperatura mientras no estábamos y hasta que no hubiera suficientes personas allí moviéndose y generando calor, habría que mantenerse activo para no quedarse helado. Tomé nota para preguntarle a Henry si funcionaba la calefacción y cómo se encendía.

    Caminé recto hasta mi cuarto y me senté en la cama, notando de inmediato la diferencia con las camas del mundo vikingo. Estiré la espalda en el colchón, o como se llamase aquello, y me quedé mirando el techo en el que estaba labrado sobre el metal una especie de mapa estelar que no reconocía. Había un punto marcado como inicio y otro de final. Supuse que el planeta del final sería su destino, su hogar.

    Allí, descansado, con el estómago lleno gracias al poblado que habíamos ayudado a Alistair a salvar y sin planes por el momento, me invadió un silencio atroz. Mi mente empezó a pensar en todos los que no habían llegado, repasando cada grupo y cada mundo como si de esa forma, manteniendo el orden y el control, consiguiera ponerlos a salvo. Era un recurso de mi mente, el vestigio de una compulsión para tranquilizarme, pero en ese momento, en una situación como la que tenía entre manos, no podía resistirme a ella.

    El primer mundo en el que pensé fue en el que estaban Jane y Elle. Seguían buscando con apenas pistas a los Daë de un mundo tan enorme que en cada ciudad había una década diferente similar a las del siglo XX en la Tierra, eso como mínimo. La única ventaja que tenían era el nuevo poder de Jane y aún estaba demasiado asustada como para usarlo.

    Luego estaba el mundo del japón feudal. Me había preocupado bastante que Noah hubiese pasado varios días inconsciente. Si aquellos oni habían tratado de devorar su alma y le habían dejado así, era un mundo muy peligroso. Además era la segunda vez que tenía problemas graves y eso significaba que estaba siendo demasiado temerario para proteger al resto. Conocía bien a mi primo, se había interpuesto muchas veces cuando hacíamos de héroes locales y por aquél entonces nuestra máxima preocupación era que pudieran sacarnos un arma blanca. Una vez un violador de la Universidad de Dirdam nos había sacado una pistola pero Noah había reaccionado a tiempo y le había tumbado al suelo.  Por si fuera poco Bowie estaba en ese mundo y aún era muy pequeña para el mundo exterior, lo mejor hubiera sido que se quedase en la nave, pero se había negado de manera rotunda.

    En el mundo de la revolución industrial parecía que las cosas estaban bajo control. Amy había localizado al Daë a través de las esferas – quizá podíamos intentarlo para ayudar al grupo de Jane y Elle – y estaban a salvo, preparados para ir a por él. Además parecía que incluso Leo y Kaylee habían arreglado sus desavenencias. Alguien había chocado esas piedras frotando sin parar pero al final había aprendido cómo hacerlo sin que el mundo ardiese.

    Mientras pensaba me levanté y caminé en dirección a la biblioteca, allí tenía material para tomar notas y mi diario personal guardado en mi taquilla. Por el camino seguí pensando, el mundo en guerra me había dado reservas desde el principio y por el momento seguíamos sin contactar con Ezra. Los demás estaban a salvo la última vez que supimos de ellos pero afectados por lo que estaban viendo. La guerra saca lo peor del ser humano y ver algo así no debe ser fácil. Por lo que habían contado, a Lekwaa le había afectado sentir la muerte de un gran grupo de personas, porque uno de los dos bandos usaba la magia espiritual para atacar. En el bando en el que estaban ahora sin embargo, Henry tenía que estar pasándolo peor porque era una potencia tecnológica militar y le estaban mostrando el peligro de que la tecnología caiga en malas manos.

    Y por último estaba el mundo del Antigüo Egipto. Les habían separado después de tomar a Mike y Niall por dioses, pero Nate y Zahra estaban en una situación complicada con la diosa que gobernaba esa región. No sabía cómo podrían salir de esa, ni siquiera con el poder que tenía Nate. Había hablado con Mike hacía poco y había encontrado a la Daë, que planteaba una revolución contra la diosa para recuperar su poder. Zahra, con la que también podía hablar me había dicho que la diosa lo sabía y quería acabar con ellos. Iba a estallar una guerra y estaban en bandos opuestos.

    Era un espacio muy pequeño en el fondo y la situación nos llevaba a relacionarnos y encontrarnos muy a menudo. Así que teniendo en cuenta que mis sentimientos por ella eran algo que tenía asumido y no iba a negar salvo que no fueran recíprocos. Eso había hecho que pensara mucho sobre nuestra relación en concreto y las relaciones en general.

    Había llegado a elaborar un símil a partir de lo que había visto en las relaciones que conocía y en lo que había estudiado. Para mi una relación de pareja es como si coges una piedra en cada mano y las chocas. Van a salir chispas, eso está claro, pero dependiendo de cómo sea cada piedra, de las diferencias entre los cantos y de la fuerza que utilices, esas chispas pueden quemarte haciendo que sueltes la piedra. Si eso no pasa, las piedras se limarán entre sí de forma muy ligera y las volverás a chocar. Con cada choque que no haga que tires las piedras, éstas se limarán más entre sí hasta llegar a un punto en el que encajen. Sí, incluso entonces podrías provocar chispas haciéndolas chocar entre ellas, pero por lo general, serán compatibles. Está claro que esas piedras no serán iguales que cuando empezamos a chocarlas entre sí, habrán cambiado, moldeándose entre sí hasta poder formar una piedra más grande. Hasta ahí la teoría general.

    Luego había variaciones, parejas en las que las piedras chocaban con demasiada fuerza y caían pronto, otras en las que se iba la mano y lo hacían a mitad del camino, algunas en las que una piedra se quedaba estática mientras la otra chocaba, parejas en las que el bagaje que cargaba cada uno se añadía como gotas de gasolina, haciendo que fuera más probable que saltase una llamarada. También podían ser tres piedras, haciendo que hiciese falta mucha más precisión. Al final, la comparación me resultaba útil también para relaciones no románticas. Y fuera como fuese el tipo de relación que teníamos Jane y yo, nuestra dosis de chispas ya la habíamos tenido y al parecer las manos que nos unían llevaban guantes ignífugos, porque no habían soltado nuestras piedras.

    Por más que reflexionase, no lograba una respuesta firme. Por lo general solía llegar rápido a conclusiones y dar con las respuestas que necesitaba a los problemas, pero al tratarse de algo tan personal, mi mente y mi corazón estaban en conflicto. Por un lado parecía que todo nos llevaba a estar juntos, pero no quería hacerme falsas esperanzas confiando solo en mi corazón, cuando era obvio que también habíamos tenido muchos problemas.

    Dejé que mi mente se centrase en una tarea para evitar seguir pensando en exceso y así ponerme en perspectiva. A fin de cuentas, pasara lo que pasase entre nosotros, primero tendríamos que salir de aquí. El silencio motivó mi concentración y me permitió repasar los puntos clave de cada miembro del «grupo».

    Para cuando me quise dar cuenta, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero notaba la espalda tensa de haber mantenido mucho tiempo esa postura y el frío había contribuido a crear un dolor focalizado en un punto a media altura. Me levanté y me estiré, contemplando la maraña de hojas que llenaban uno de los cuartos de estudio privados de la biblioteca. Por lo que sabía, solo había tres más ocupados: el de Noah, el de Mike y el de Kaylee, cada uno por un tema distinto.

    Mientras me estiraba, capté por el rabillo del ojo una silueta al otro lado de la puerta de cristal. Cuando se abrió, vi que Ruby entraba a la biblioteca.

    – [Ruby]Xander, quería comentar algo contigo[/Ruby].- miró a nuestro alrededor detenidamente y alzó una ceja.

    – [Xander]Dime, tengo tiempo.[/Xander] – demasiado, en realidad. Mi único plan del día era cocinar, seguir escribiendo mis ideas hasta que el dolor de espalda me lo impidiese y quizá jugar una partida de esas cartas futuristas con Elliot.

    – [Ruby]La misión se está alargando[/Ruby].- me recordó. Estaba acostumbrado a vivir con todo tipo de personas, pero Ruby irradiaba una autoconfianza que no había visto antes y eso mismo la haría temible para muchas personas, porque no dudaba en decir lo que pensara. Sí, estábamos pasando más tiempo allí del que deberíamos, pero no era tan fácil salvar el mundo. Mis madres y mi padre también habían hecho muchos sacrificios, igual que los demás.

    – [Xander]Son muchos mundos y ninguno de nosotros tiene tu experiencia.[/Xander] – respondí, apoyándome en una de las mesas grandes para estirar la espalda sin parecer que no prestaba atención a la conversación.

    – [Ruby]Me he dado cuenta[/Ruby].- sonrió, consciente de sus fortalezas. Ruby era una auténtica soldado. Sabíamos poco del pasado de su mundo, pero había sido entrenada toda su vida.

    Asentí con calma – [Xander]Tienes que pensar que algunos están aquí a la fuerza, no lo han elegido pero aun así se están esforzando.[/Xander] – le expliqué. Usando el viejo símil, íbamos todos en el mismo barco y teníamos que remar en la misma dirección si no queríamos hundirnos en esa tormenta. Lexie, Niall, Dante…muchos habían venido a ayudar aquél día, pero sin esperar que fuera un compromiso de…meses, o quién sabe, quizá años. Teníamos a los más pequeños también a nuestro cargo, Elliot podía haber muerto en el mundo vikingo. No podíamos ir más deprisa, no podíamos correr el riesgo de perder a nadie.

    – [Ruby]No es una buena excusa. A veces, hay que hacer lo que hay que hacer y ya está[/Ruby]. – sentenció ella. Aún era muy firme. Ella estaba aquí por salvar el mundo, por su misión y otros se centraban en salvarse a sí mismos o a los cercanos y eso ella de momento no iba a entenderlo.

    – [Xander]Venimos de mundos muy distintos. Tú te has preparado desde pequeña, pero tienes que entenderles también.[/Xander]

    – [Ruby]Supongo[/Ruby].

    – [Xander]Esperar tampoco se me da bien.[/Xander] – dije enseñándole los papeles dispersos en la mesa a través de la puerta abierta del estudio. Ella asintió pero después de un rato frunció el ceño y empezó a moverse por la biblioteca.

    – [Ruby]Aquí ha estado alguien[/Ruby]. – dijo al cabo de un rato.

    – [Xander]¿Cómo? ¿Alguien de los demás?[/Xander] – no cuestioné cómo sabía lo que sabía, confiaba en sus capacidades. Una descarga me recorrió el cuerpo. Necesitábamos aquél lugar seguro, un sitio en el que descansar. Si ni siquiera allí podíamos hacerlo, la moral de todos se vendría abajo.

    – [Ruby]No. Alguien[/Ruby].- siguió observando la habitación y me aparté sin intervenir. – [Ruby]Eran varios y estaban buscando algo[/Ruby].- dijo al cabo de un rato.- [Ruby]No sé más[/Ruby]. – admitió, girándose hacia mí.

    – [Xander]Quizá con magia puedan sacar alguna otra cosa.[/Xander] – comenté, ocultando mi preocupación como mejor podía. – [Xander]Ahora me preocupa saber qué querían y por dónde han entrado.[/Xander] – eso era lo principal, localizarlos y evitar que nadie pudiera volver a entrar.

    – [Ruby]A nadie le gustan las visitas que se alargan demasiado[/Ruby].

    – [Xander]Tenemos que tener cuidado. Pueden seguir aquí incluso.[/Xander]

    Ella asintió, consciente.

    – [Xander]¿Te importa avisar a Dante, Owen y Elliot?[/Xander] – le pregunté. Mientras ella lo hacía, empecé a trazar un plan. Hasta que no llegara Henry o Kaylee la mitad de mis ideas se quedaban en el papel, pero algo teníamos que hacer.

    Aquello solo me recordó que no estábamos en casa y que el peligro acechaba en cada esquina. Pese a todo, por la tarde hice vida normal, manteniéndome alerta pero ocupado. Cociné, hice unos largos en la piscina, visité a Dante en su trabajo en soledad en la zona de carga, charlé con Owen, repasé puntos peligrosos con Ruby y finalmente, me relajé echando unas partidas de cartas con Elliot.

    Pese a todo no dejaba de pensar en la amenaza que teníamos en nuestra propia casa y en que algunas de las personas que más quería iban a estar expuestas pronto a ella.