Moondale

Categoría: Diario de Xander Echolls

  • LA LEYENDA VANIR

    XANDER ECHOLLS

    DAGRKNOT – MAÑANA

    Mi tío había aprendido a nadar más tarde de lo que habría deseado, porque cuando lo descubrió, se dio cuenta de que ese miedo tan arraigado solo escondía un anhelo, como muchas veces pasa. Por eso desde pequeño me llevaba con Amy a la piscina a su casa para que aprendiesemos juntos. Podría haberme pasado horas en aquella piscina, simplemente nadando con libertad, y aún hoy en día, era una de las sensaciones que más relajación podían darme.

    Después llegó mi contacto con el mar, yendo de vacaciones a Merelia con mis madres, mi padre y más tarde Elle y Dante. A veces también iban algunos de mis primos y primas y sus padres. Eran buenos tiempos, pero el mar nunca fue para mí como la piscina. De pequeño me molestaba la sal en los ojos, pero me acostumbré y empezó a gustarme la playa. La orilla no implicaba muchos peligros, las costas se vigilan y para algo existen las banderas. Y sin embargo, ahí estaba el pero, bañarme en la playa me relajaba, aunque con esos términos, esas condiciones que me daban seguridad: viendo tierra, lejos de corrientes, sin tiburones y otras criaturas cerca…

    El mar en sí, y ya ni hablemos del océano, me daban bastantes reservas. Incluso un lago grande podía dármelas si era muy profundo, porque nunca jamás podrías saber lo que se ocultaba en él. Más allá de los mil metros de profundidad, no hay luz, solo oscuridad total. De los mares apenas conocemos una décima parte de las criaturas y secretos que guarda, cosas tan antiguas como la civilización humana.

    Dejando ya a un lado los miedos comunes del océano, como tiburones, ballenas y peces y cefalópodos del tamaño de camiones, alguien versado en el mundo sobrenatural tiene muchos más motivos para temerlo. Se supone que en las profundidades del océano pueden ocultarse toda clase de demonios de los que no sabemos nada y según las teorías de demonólogos famosos o de incluso mi propio tío Toph, en las zonas abisales hay muchas posibilidades de que se oculten demonios puros de los que no tenemos conocimiento. Algunos serán carcasas muertas, como los congelados en el Ártico, pero otros podrían estar muy vivos allá abajo, capaces de devorar a un gran tiburón blanco, de hacer desaparecer un submarino o de desplegar un tsunami que sumerja en sus dominios el más grande de los barcos. El Gran Agujero Azul, la Fosa de las Marianas, el Triángulo de las Bermudas o cualquiera de los doce Vórtices Viles…la lista de cosas extrañas relacionadas con ellos sería muy fácilmente explicable por la presencia de puros.

    Con todo eso en mente os podréis imaginar que desde el momento en el que me sumergí para ayudar a Owen y vi aquella insondable oscuridad salpicada de ojos fijos en nosotros, me invadió una sensación de desasosiego respecto a aquellas aguas.

    Mientras caminábamos al fin por tierra firme en aquél poblado costero en dirección a quien gobernase aquella zona, el marinero que nos había pedido unirnos a su tripulación empezó a explicarnos un poco de lo que ocurría por allí, seguramente pensando que éramos de otra parte de aquél acuático mundo, un error del que no le sacamos.

    Al parecer los demonios eran algo habitual por aquellos lares, atacando en cada oportunidad. Owen le habló de los demonios serpiente que nos habían atacado al principio y el hombre escupió en el suelo antes de responder. Al parecer aquellas criaturas se llamaban ‘Neidr’ y eran depredadores naturales de los ‘Seidr’.

    Owen, Dante y yo nos miramos y decidimos omitir el hecho de que nosotros también éramos ‘Seidr’. Ahora empezaba a cobrar sentido por qué habían ido a por Dante primero y luego a por Owen. Me generó más preocupaciones respecto al mar si cabe saber que lo que moraba en él nos buscaba.

    Ruby era la única que parecía confiada de los cuatro cuando nos presentamos en aquella gran cabaña que olía bastante mejor que alguna de las calles de la Nueva Pompeya, al parecer los vikingos se bañaban a menudo, nada raro con tanta agua cerca, pero es curioso porque en la ficción siempre parece lo contrario.

    La Jarl Vigdis era una mujer que transmitía fuerza, no sólo físicamente. Me recordaba a mis madres o a mi tía Cara y quizá eso me hizo tener mejor predisposición hacia ella. No obstante, sabía que no podíamos fiarnos de nadie.

    Pero cuando apareció tras ella su consejero, sentí una mala sensación, como si la habitación de pronto se hubiera hecho más fría y todo se hubiese vuelto más oscuro y amenazante. No debí ser el único, porque Owen miraba de manera inquieta sus afilados ojos que parecían brillar como los de aquellos seres submarinos.

    Instintivamente, hice un gesto a Owen para que tratase de ocultar todo lo posible sobre nosotros. En aquél lugar solo estaban ‘Lugh‘, ‘Solid‘, ‘Ford‘, ‘Jade‘ y ‘Edmond‘.

    La jarl y su consejero intercambiaron unas palabras que no fui capaz de entender y después la líder se dirigió a nosotros.

    – [Owen]Están preguntando quienes somos. ¿Alguna sugerencia?[/Owen] – preguntó Owen, que aún llevaba el traductor en el oído.

    Dante se encogió de hombros y disimuló delante de la jarl, que intentaba entender parte de lo que decíamos por nuestro lenguaje verbal. – [Dante]¿Dioses? ¿Aesir?[/Dante]

    – [Xander]Cuanto menos nos comprometamos, mejor.[/Xander] – intervine, componiendo una cara de póker que hiciese pensar que no teníamos nada que ocultar. Aparentemente los Seidr no eran nada raro por aquellas tierras, de hecho, eran tan comunes que hasta tenían un depredador natural que en la tierra desconocíamos, aquellos horribles Neidr. Pese a ello, era mejor no dejar clara nuestra genética. – [Xander]Di que somos guerreros, que venimos de una isla perdida en mitad del mar y por eso no hablamos su idioma, salvo tú…porque…lo que se te ocurra.[/Xander] – le sugerí. Dependíamos de la labia de Owen, así que estaba seguro en que se le ocurriría algo y parecería creíble.

    – [Owen]Le he dicho que somos guerreros de una isla que partimos en busca de nuevas tierras.[/Owen] – explicó después de decírselo a ellos.

    – [Xander]¿Cómo se llama la isla?[/Xander] – conocía a Owen, así que me imaginaba que había algún chiste oculto.

    – [Owen]La isla del oso.[/Owen] – replicó, encogiéndose de hombros. Ruby enarcó una ceja, no parecía estar del todo de acuerdo con la elección de nombre.

    – [Dante]El de los ojos chiribitas nos está mirando.[/Dante]

    – [Owen]Es el borracho del pueblo, tranquilos.[/Owen] – comentó, dirigiendo la mirada a un nórdico que debía haberse pasado media vida sumergido en alcohol. Sí, tenía los ojos haciendo chiribitas, pero no era de ese del que debía estar hablando Dante.

    – [Xander]Creo que lo dice por el consejero que lleva todo el rato sin quitarnos el ojo de encima.[/Xander] – aclaré. Orm Nystrom nos observaba desde el principio, como si sus ojos, especialmente el que no tenía la cicatriz, tratasen de navegar por nuestra alma. – [Xander]Disimula y esquiva como puedas sin decirles nada importante.[/Xander]

    – [Owen]Siempre tiene que haber un escéptico que no se cree nada.[/Owen]

    Asentí dándole la razón y Owen siguió hablando con ellos un buen rato, parando para hacernos una breve explicación a los demás. Al final quedamos en que lo que le permitía entenderles era un pequeño demonio de la zona que se colocaba en su oreja y le susurraba, curiosamente no lo dudaron demasiado y por suerte no pidieron probarlo. Al parecer llevaban generaciones con problemas con los Neidr, desde que «despertaron» algo a lo que no dieron demasiada explicación.

    Por suerte valoraban que hubiéramos sobrevivido y ayudado a los pescadores y nos iban a dar una cabaña para guarecernos de la tormenta que se acercaba mientras emprendíamos de nuevo nuestro viaje. Orm por su parte parecía más interesado en encerrarnos y Owen lo confirmó, pero no habíamos hecho mal a ninguno y Odín nos había protegido haciendo que llegáramos a salvo, así que éramos bien recibidos.

    Íbamos a preguntar por el daë, pero el consejero nos seguía dando mala espina, así que decidimos esperar e intentar sacar información a la gente del pueblo.

    – [Xander]¿Me dejas el traductor sin que se note mucho? Quiero preguntar algo sobre los seidr.[/Xander] – pregunté cuando la visita ya estaba a punto de terminar. Unas mujeres del pueblo vinieron a nuestro encuentro para llevarnos a la cabaña. Eran fuertes, no eran parte del servicio, si no guerreras. Era un aviso para que nos comportásemos.

    – [Owen] Límpialo un poco, no vayamos a pillar una otitis[/Owen]  – dijo al dármelo, de palma a palma, sin que los demás pudieran verlo bien.

    – [Xander]No me extraña que Jane y tú seáis gemelos.[/Xander] – bromeé. Pero lo limpié y me lo coloqué. Algunos murmullos que había estado escuchando empezaron a esclarecerse en mi cabeza. La Jarl Vigdis me observaba atentamente.

    – [Xander]¿Solo sois Aesir y Kvasir?[/Xander] – pregunté. Percibí que los murmullos cesaban y se generó un incómodo silencio en toda la sala. Temí haber metido la pata.

    – [Jarl]Los Jötnar tienen tanto en común con los demonios como con nosotros. En estas tierra solo hay uno, la Völva, pero más allá, en otras tierras, son más numerosos.[/Jarl] – comentó. Tradicionalmente los Seidr eran tres: Aesir, Disir y Kvasir. Cuando nació Elle, los Moondies empezaron a investigar y encontraron referencias perdidas a la raza Vanir, descendiente de aesir y kvasir, de la que poco se sabía y por el camino, supieron de otra, los Jötnar, descendientes de cualquier raza Seidr con demonios, como en el caso de mi primo Noah. Por suerte, no había venido a este viaje, porque no parecía que hubiese sido muy bien recibido. –  [Jarl]¿Alguno de vosotros es uno?[/Jarl] – preguntó. No sé si era la intención, pero sonó amenazador. Nada que tuviera que ver con demonios parecía muy bien recibido allí.

    – [Xander]No.[/Xander] – respondí crípticamente. – [Xander]¿Y Vanir?[/Xander] – esta vez no se hizo el silencio, si no que el murmullo creció. Vi caras mirarme con ira y la propia Jarl tuvo que ordenar que se hiciera el silencio. Su consejero no apartaba la mirada de mí. Volví a ver sus ojos centellear.

    – [Jarl]No sé de qué tierra venís, pero aquí hay preguntas que es mejor no hacer.[/Jarl] – sentenció. – [Jarl]Será mejor que descanséis.[/Jarl] – espetó. Las guerreras nos escoltaron hasta nuestras cabañas y la conversación terminó así, en el aire.

    La casa a la que nos llevaron no estaba mal. Era de madera casi en su totalidad, tanto que decidimos prescindir de los leños que había en la entrada para calentar la chimenea, con miedo a que terminase ardiendo todo.

    Cada uno aprovechó para comer algo de lo que nos habían dejado allí y asearnos. Cuando la noche empezó a caer, una muchacha joven entró y encendió la chimenea antes de ponerse a limpiar el suelo de la entrada. Parecía demasiado pequeña para estar haciendo eso y su ropa desvencijada me hizo pensar que era una esclava, o como las llamaban allí, una thral.

    – [Xander]No hace falta que hagas eso. Está todo limpio.[/Xander] – dije apartándome de la conversación de los demás. No quise sospechar de la muchacha, pero era extraño que viniese a limpiar en mitad de la noche. Fuera cual fuese el motivo, no iba a estar cómodo viendo a una esclava destrozarse las rodillas delante de mí.

    – [b]Es mi trabajo[/b].- respondió.

    – [Xander]Aun así. En el lugar del que vengo no hay esclavos.[/Xander] – aclaré. – [Xander]Nosotros podemos limpiar lo que ensuciemos.[/Xander]

    – [b]No es posible[/b].- alzó la mirada y sus ojos celeste se fijaron en mí.

    Ella siguió limpiando y la observé durante unos minutos. Tenía las manos encallecidas de tanto trabajar y apenas sería mayor de edad. Cansado, cogí uno de los trapos que tenía en el cubo y me puse a fregar a su lado.

    – [b]Eso…no está bien[/b].- susurró. Miró a todas partes pero los demás no podían verla y afuera no se veía a nadie.

    – [Xander]Entiendo que tenéis vuestras costumbres, pero yo no te voy a tratar como a una esclava.[/Xander] – dije con firmeza.

    Seguimos un largo rato en silencio. Aquello era más duro de lo que parecía y la chica era concienzuda. Al cabo de un rato, me quedó claro qué la había llevado allí a aquellas horas de la noche.

    – [b]Mi bisabuelo…era Vanir[/b].

    – [Xander]¿Por eso eres esclava?[/Xander] – pregunté, con el resto de cuestiones agolpándose en mi mente.

    Ella asintió. Entendía que allí ser Vanir era más que un crimen menor, pero no podía entender los motivos.

    – [Xander]¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no se puede ni mencionar a los Vanir?[/Xander]

    – [b]Se volvió…loco[/b].- su mirada transmitía un miedo terrible.

    – [Xander]¿Loco?[/Xander] – pregunté. Por lo que habíamos averiguado, Elle era físicamente igual o superior a las Kvasir, pero tenía una relación con la magia diferente. Diana había dicho que Elle tenía una conexión innata con ella, pero nunca habíamos llegado a ver nada, era una incógnita.

    – [b]No quiero hablar de eso[/b].

    – [Xander]Necesito saberlo. Es muy importante. Por favor.[/Xander] – le pedí. No me gustaba ponerla en esa situación, pero era de Elle de quien estábamos hablando.

    La chica se levantó e hizo como que limpiaba la puerta de la entrada para cerrarla. Entonces me miró, estaba sonrojada y por un momento me sentí incómodo con la situación. Por mi mente solo pasaba la idea de hablar con Jane.

    – [b]Pareces digno de confianza[/b].

    – [Xander]Puedes confiar en mí. Mi hermana es una Vanir.[/Xander] – ella dirigió una mirada a Ruby, que nos miraba, extrañada. – [Xander]No, no es ella, no está aquí.[/Xander] – aclaré. Era un riesgo desvelar más información sobre nosotros, todo podía ser una trampa, pero la intuición me decía que podía confiar en esa chica.

    – [b]Era un héroe. Tenía tanto poder…[/b]- dijo para sí, pensativa.

    – [Xander]¿Qué clase de poder?[/Xander] – pregunté.

    – [b]Magia[/b].- soltó ella.

    Asentí, forzándome a controlar mi preocupación. – [Xander]¿Qué pasó después?[/Xander]

    – [b]La magia hizo que se corrompiera[/b].- me miró y de nuevo el miedo se instaló en sus ojos.

    – [Xander]¿Tan grave fue? Puedes contármelo.[/Xander] – la animé. Por mi mente pasaban mis propios miedos, todos ellos relacionados con lo que podía pasar a mi pobre hermana. Ellie siempre había sido tan inocente y tan buena que no podía si no maldecir que le hubiera tocado estar pendiente de un legado así.

    – [b]Despertó a los Neidr, que llevaban miles de años durmiendo en las profundidades y…se alió con ellos…[/b]- se cubrió la cara, avergonzada y aterrada.- [b]No quiero hablar de esto, por favor…[/b] – negó con la cabeza.

    – [Xander]No pasa nada. Pero si quieres contármelo, puede que ayude a mi hermana.[/Xander]

    – [b]Pasaron los años y los Neidr…hicieron honor a su leyenda: traicionaron a mi bisabuelo y lo encadenaron de por vida bajo el océano para alimentarse de su magia[/b]. – sentenció.

    Estaba preocupado por Elle y las implicaciones que podía tener todo aquello. Hasta el momento habíamos vivido apartados de la lucha, pero ahora estábamos de lleno inmersos en una lucha por salvar el mundo y salvarnos a nosotros mismos, una lucha que podía desatar perfectamente la clase de poderes de los que hablaba esa chica. – [Xander]Gracias por contármelo. No me has dicho tu nombre.[/Xander]

    – [b]Antje[/b].- susurró.

    – [Xander]Gracias Antje. Yo soy Xander.[/Xander] – decidí no mentirle con mi nombre, porque ella había sacado la valentía de hablarme a mí de su legado oscuro. – [Xander]Una cosa más. ¿Conoces a un hombre llamado Alastair? Creo que lo apodan «El Azul» porque tiene el pelo azul oscuro.[/Xander] – pregunté, por probar suerte, quizá siendo de la clase social más baja Antje pudiese enterarse y ver cosas que otros no esperasen.

    Por desgracia negó con la cabeza, aunque no me sorprendió que no lo supiera.

    – [Xander]De todas formas, muchas gracias. Me aseguraré de que mi hermana esté a salvo.[/Xander] – le prometí, esperando que si lo decía en voz alta, yo mismo llegase a creérmelo.

    Antje sonrió y terminó de limpiar antes de irse.

    Mientras me reunía con el resto para cenar, no dejaba de pensar en ese héroe Vanir corrupto por su propia magia. No podía creer que a Elle pudiera corromperla nada, pero ahora estábamos sueltos en un mundo desconocido y agresivo. Me vino a la cabeza la historia de la tía Diana, su propia «saga del Fénix Oscuro», como la había bautizado en base a la de los cómics. La magia la había corrompido y para purgarse de ella tuvo que renacer. Pero no todo el mundo era el Fénix y podía volver a alzarse de sus cenizas.

    Aquella noche me costó conciliar el sueño. No dejaba de ver a mi hermana encadenada en las aguas más profundas, abriendo unos ojos negros como la noche cuando sentía que la observaba.

  • NOCHES SIN DORMIR

    XANDER ECHOLLS

    LUNA VILTIS, LA KVASIR – NOCHE

    Me removí en la cama. Notaba raras aquellas suaves sábanas de un tejido que aún no se inventaría en quien sabe cuantos siglos. Me sentía un extraño invadiendo un espacio que no estaba destinado para mí, durmiendo en la cama de otra persona que ya no vivía para disfrutarla, o quizá aún no había nacido.

    Había demasiadas preocupaciones rondando por mi cabeza. Quedaban muchos mundos por visitar y en nuestra primera misión ya habíamos visto morir a alguien cercano. Sin opciones, sin capacidad para hacer nada, sin tiempo para dialogar. Simplemente pasó y no fuimos lo suficientemente rápidos para detenerlo. En el fondo, seguíamos siendo niños y ahora estábamos metidos en una guerra con la que no podíamos lidiar.

    Entre toda aquella madeja de pensamientos, había uno que no conseguía quitarme de la cabeza por varios motivos. Uno era obvio, todos éramos muy jóvenes y estábamos allí, solos, en una especie de casa/comuna, repletos de nervios, así que las feromonas se podían casi tocar, especialmente después del juego de aquella noche. El segundo para mí iba relacionado con el primero. Después de años pensando que Jane y yo habíamos perdido para siempre nuestra amistad, había vuelto a mi vida, y después de resignarme a pensar que jamás estaríamos juntos, aquella noche nos habíamos visto bastante ligeros de ropa y aún más, nos habíamos besado.

    Giré y esperé esa sensación agradable de cambiar al lado fresco de la almohada, pero al parecer en el futuro siempre estabas en el lado fresco. Me puse boca arriba pero notaba inquietud, mi mente no paraba y no conseguía relajarme lo suficiente como para dormir.

    Agudicé el oído y me di cuenta de que Owen no respiraba profundamente ni roncaba.

    – [Xander]Owen, ¿estás dormido?[/Xander] – pregunté. Me sentía como cuando éramos pequeños y me quedaba a dormir en su casa o ellos en la mía. Siempre compartía habitación con Owen pese a que pasaba mucho tiempo con Jane. La realidad era que a Dom y Rebecca les habría dado un síncope  si nos hubieran estado viendo esta noche.

    – [Owen]Me acabo de meter en la cama literal. No soy tan rápido para quedarme dormido.-[/Owen] respondió. Quizá no llevaba tanto dándole vueltas en mi cabeza, pero las noches en vela se hacían eternas y había perdido la noción del tiempo.

    – [Xander]Mi padre sí.[/Xander] – comenté. Dominic solía sacarlo a colación a veces. Se habían marchado juntos hacía unos años a seguir la pista del asesino de los abuelos de Owen y de los míos y habían regresado con anécdotas pero sin conseguir su objetivo. Desde que mis madres y mi padre habían «salido del armario», Dom había empezado a decir que ahora tenía sentido. – [Xander]¿Te importa si te pido opinión de una cosa…de alguien?[/Xander] – pregunté finalmente. No me apetecía molestarle cuando iba a dormir y menos después de haberme prometido no meter a Owen entre Jane y yo.

    – [Owen]¿Por qué tengo la sensación de que se por dónde van los tiros?[/Owen] – no podía verle esbozar una sonrisa, pero en mi mente veía perfectamente su cara.  – [Owen]Anda venga, cuéntame.-[/Owen] dio dos palmadas y la luz se encendió en modo noche. Henry había estado ajustando los gestos y comandos para las luces de las habitaciones y al final había optado por algo que todo el mundo ya conocía, las palmadas.

    – [Xander]Porque soy un libro abierto y llevo media vida enamorado de tu hermana. Así que ahora, volviendo a vernos…[/Xander] – empecé a decir. Estudiar psicología no ayuda a abrirte a los demás de esa manera. A mí me seguía costando trabajo hablar de mis sentimientos, tendía a reprimirlos demasiado y eso hacía que me quedase con cosas sin decir que podrían haber solucionado los problemas rápidamente, o al menos, tener ya una respuesta que asimilar. Pero es como suelen decir, el hábito no hace al monje. Podía dar muchos consejos pero a la hora de la verdad era uno de los que más desbordados estaban por mis sentimientos. Los reconocía, los entendía y los procesaba, mi inteligencia emocional siempre había ido muy bien gracias a mi entorno y a mí mismo, pero cuando entraban en juego las emociones de otros, las ponía por delante de las mías. Y supongo que eso también lo había aprendido de alguien.

    – [Owen]Quieres romper conmigo, lo entiendo.-[/Owen] – bromeó, girándose hacia mí y apoyando la cabeza en el brazo.

    Sonreí. – [Xander]Siempre nos quedará el espacio.[/Xander]

    – [Owen]¿Pasó algo en la piscina? [/Owen]

    – [Xander]Bueno, hablamos.[/Xander] – resumí, no pensaba decirle a Owen que había visto toda la parte trasera de su hermana al desnudo, había límites dentro de la confianza. – [Xander]Pero luego con el beso…[/Xander] – añadí. Habían sido las dos cosas juntas, sumadas a empezar a procesar que volviésemos a hablarnos.

    – [Owen]¿Y cual es la duda Xander? – [/Owen] nunca dejaría de admirar la facilidad con la que parecía enfrentar la vida Owen. Le habría envidiado si no supiera que tras la máscara de indiferencia se ocultaba alguien a quien dolía igual que a cualquier otro lo que le pasase. Quizá más, porque no tenía con quien compartirlo.

    – [Xander]Hasta venir aquí no me hablaba y…no creo que ella me vea de la misma forma.[/Xander] – respondí. Ella misma lo había dicho, que mi poder me permitiese tocarla no significaba nada.

    – [Owen]Ha pasado por mucho, ya lo sabes. Pero no dudes que ella pueda sentir lo mismo por ti. Has conseguido que te vuelva a dirigir la palabra y hasta has conseguido un beso. No esperes salir casado de aquí y con una casa conjunta. Pasos de bebé Xander, pasos de bebé.-[/Owen] me paré un momento a meditar lo que acababa de decirme. Es cierto que no estaba viviendo el presente. Apenas me había permitido disfrutar de volver a hablarnos cuando ya me estaba preocupando por tener algo romántico entre nosotros. Iba demasiado rápido, llevaba tantos años esperando que el tiempo se había convertido en mi enemigo.

    – [Xander]Ya, creo que me estoy rallando antes de tiempo.[/Xander]

    – [Owen]¿Tú, rallado?. Qué vaaaa.[/Owen]

    – [Xander]Bueno ¿y tú qué? Vi que habías ido a hablar con Amy.[/Xander] – no quería monopolizar la conversación en mí. Owen ya me había dado un buen consejo y ahora era el turno de ayudarle en lo que necesitara.

    – [Owen]Sí, al trastero que debería de haber sido tuyo y de mi hermana. La piscina era mía.-[/Owen] puso un gesto dramático, nuestra generación había interiorizado todos los memes de la generación anterior y ya se explicaban solos. – [Owen]Xander… ¿sabías lo de su visión?[/Owen] – preguntó. Mierda – pensé. Había evitado en todo lo posible hablar de cualquier cosa que llevase a la visión de Amy, porque tenía problemas mintiendo, especialmente a mi mejor amigo.

    – [Xander]¿Qué visión exactamente?[/Xander] – no podía responder a la primera de cambio, primero tenía que asegurarme de que era lo que pensaba, porque tenía una promesa que cumplir con Amy.

    – [Owen]Esa en la que muero.[/Owen]

    – [Xander]Vale, ya lo sabes…[/Xander] – suspiré. Tenía suerte de saber que Owen no me guardaría rencor por no habérselo contado. – [Xander]Parte de sus problemas han sido por sus visiones.[/Xander] – le aclaré. A Amy se le vino todo encima cuando Leo se fue, incluidas las visiones. Apenas hablaba de las cosas que veía pero sabía que algunas no eran muy agradables y Amy no tenía forma de saber si se iban a cumplir o no.

    – [Owen]Bueno, creo que esta arreglado. No tengo intención de morirme a corto plazo.-[/Owen] sentenció.

    – [Xander]No podemos dejar que el destino nos impida hacer nada.[/Xander] – respondí. Si nuestro destino lo regía todo, entonces nunca habíamos sido libres realmente y me negaba a pensarlo. – [Xander]En algún lugar de estos mundos está el colgante de mi tía Diana[/Xander] – entre mis preocupaciones habituales también estaba esa, sí, y tenía varios planes que quizá podrían funcionar. La generación de los Moondies había tenido como regalo objetos de los Daë de este cúmulo, así que esos objetos tenían que estar aquí ahora.

    – [Owen]Y crearíamos una paradoja temporal como me lo quedara.-[/Owen] replicó. Sin ese colgante Amy probablemente no nacería, o quizá sí, pero Kaylee y Vera no.

    – [Xander]Pero puede haber más.[/Xander] – por lo que sabíamos podía haber muchas copias. Era una esperanza tenue, pero algo a lo que aferrarse.

    – [Owen]Lo dudo. Tiene pinta de ser objeto exclusivo y de edición limitada.-[/Owen] pese a su respuesta, Owen parecía confiado. Quizá se había resignado a que dependía solamente de ellos.

    – [Xander]Encontraremos algo.[/Xander] – le aseguré. Pensé en la cura que también le habían ofrecido a mi tío Toph, pero Amy nunca dejaría de ser licántropa. Era tan parte de ella como ser humana.

    – [Owen]Bueno voy a echar un pis y por algo de picar. Mucha nave y mucho futuro pero sin neveras y baños en las habitaciones.-[/Owen] respondió poniéndose en pie. – [Owen]No hagas guarrerías mientras no esté.[/Owen] – bromeó.

    – [Xander]Si estoy dormido es que ha sido un dia intenso[/Xander] – aseguré. No llegué a enterarme de cuando volvió Owen, porque me quedé dormido. De tal palo, tal astilla, dicen.

    LA MAÑANA SIGUIENTE

    Cuando me desperté, Owen estaba dormido profundamente. Me fijé que en la mesita había un bote de desinfectante de la cocina y un trapo. No podía preguntarle, así que no le eché imaginación tampoco.

    No es que no fuera a lo que estaba acostumbrado, pero lo primero que pensé fue en Jane. Owen me había dado un buen consejo, pero necesitaba terminar de comprobarlo con alguien.

    Caminé sintiendo el suelo en mis pies descalzos. Era metal en muchas zonas pero sorprendentemente el pasillo interior de la zona de habitaciones parecía el de un hotel. Pero no uno con esas sucias moquetas, si no uno con suelo de láminas de madera.

    Llamé a la habitación que mi hermana compartía con Jane y un nudo se me instaló en el pecho. Si Jane estaba allí, literalmente no sabría cómo actuar.

    – [Elle]Pasa, seta.[/Elle]- Ellie me abrió la puerta y me dio una sonriente bienvenida. Echaba de menos a mis madres y a mi padre, a Xena, a mis tíos. Pero tenía claro que estando Ellie cerca, estaba en casa.

    Crucé el umbral hecho un manojo de nervios. Por mi cabeza pasaba la idea de que Jane estuviese allí, recién levantada, con el pelo suelto, tan guapa como ella era. Por suerte no estaba allí, en su lugar, Bowie estaba tumbada encima de la cama viendo una serie en la InPad de Ellie, que sí, se había traído el aparato con series descargadas por si tenía tiempo que matar entre las Pruebas. Desde luego había sido previsora. – [Xander]Necesito consejo de hermana….hermanas.[/Xander] – corregí, mirando a Elle para que se diera cuenta de que no quería dejar a Bowie de lado. No era intencionado, simplemente resultaba difícil acostumbrarse a tener una nueva hermana.

    – [Elle]¿Sobre qué? [/Elle]- me hizo un sitio en el borde de la cama. Bowie seguía estirada en la de Jane, que seguramente habría estirado pulcramente las sábanas y el nórdico minutos antes.

    – [Xander]Lo mismo por lo que siempre necesito consejo. Jane.[/Xander] – resumí. Tenía poco sentido andarse con rodeos.

    – [Elle]No os habéis vuelto a pelear, ¿no? [/Elle] – preguntó, preocupada. Admiraba a mi hermana, siempre había sido tan buena persona que era imposible no hacerlo. Despertaba unas ganas profundas de defender su inocencia del mundo tan cruel que había fuera. Pero lo cierto es que ya había visto esa crueldad cuando vimos morir a Calliope y ahí seguía, preocupada, alegre, tratando de ayudar.

    Negué con la cabeza, tratando de no pensar que ese era uno de mis miedos más profundamente instalados, junto a que a los demás les pasase algo por haberles arrastrado allí conmigo. – [Xander]No y precisamente es eso. No quiero volver a estropearlo.[/Xander] – añadí.

    – [Bowie]Lo mejor para no estropear una relación es no intentarlo. [/Bowie]- dijo Bowie, sin dejar de mirar la serie, ‘Leverage’ o algo así. No tuve claro si era sarcástico o no porque no dominaba del todo la entonación de las palabras.

    Suspiré, pensando que quizá no fuera sarcástico y podíamos quedarnos simplemente como amigos.

    – [Elle]Xander, lo que no se estropea es lo que se deja guardado en una vitrina, pero tampoco sirve para nada [/Elle] – cuando éramos pequeños a veces guardaba algunos muñecos raros en sus cajas, temiendo sacarlos y romperlos. Elle no, ella nunca los dejaba, decía que si no, no los vas a disfrutar. Tenía razón entonces, pero ahora la tenía más.

    – [Xander]¿Y si soy solo yo?[/Xander] – miedo al rechazo, miedo a no ser suficiente. Si hubiera sido un paciente me habría dicho que tenía que solucionar mis inseguridades al respecto, cosas como pensar que no era tan bueno como mi madre Sarah, tan heroico como mi padre, tan fuerte como mi madre Sasha. Sabía que ellos nunca me habían dado motivos para pensarlo, pero lo había interiorizado y eso fomentaba mi infravaloración de manera recurrente.

    – [Elle] Yo no te puedo decir lo que piensa Jane. [/Elle]- dijo. Era su mejor amiga, lo entendía, no quería ponerla en ningún momento en ese compromiso. – [Elle] No sería justo. [/Elle] – añadió. Asentí para que supiera que lo entendía.

    – [Xander]Ya, lo sé. No hablaba contigo por eso. [/Xander] – expliqué, para que no se sintiera mal. No acudía a ella como amiga de Jane si no como hermana. – [Xander]Pero necesitaba ánimos en una dirección o en otra.[/Xander] – le dije.

    – [Elle]Deberías decírselo de una vez. [/Elle]-  respondió con una sonrisa. La miré fijamente.

    – [Xander]¿Tu crees?[/Xander]

    Ella asintió, sin perder esa sonrisa que la caracterizaba. Que suerte tenía de tenerla de hermana.

    – [Xander]¿Y tú bicho? [/Xander] – pregunté mirando hacia Bowie.

    – [Bowie]No soy un bicho.[/Bowie]- respondió, molesta.

    – [Xander]Es un intento de apelativo cariñoso Bowie.[/Xander] – le aclaré con paciencia. Sabíamos ya por experiencia que los enfados le duraban poco. Con tiempo controlaría mejor el tono de las palabras, aún era muy pequeña.

    – [Bowie]No mola.[/Bowie]

    – [Xander]Pues dime tú uno[/Xander]

    – [Bowie]Bowie.[/Bowie]

    Sonreí. Al menos estaba orgullosa de su nombre. – [Xander]¿Y de Jane?[/Xander]

    – [Bowie]Te quiere y tú la quieres.[/Bowie]- se encogió de hombros, para ella, con su mente y sus recursos, debía parecerle una trivialidad.

    Me reí. Quizá lo era, quizá era una tontería dudar y lo mejor que podía hacer era lo que los tres me habían aconsejado. No rallarme, no apresurarme, intentarlo y no pensar tanto. – [Xander]Gracias. [/Xander] – iba a darles un abrazo pero Elle se adelantó y Bowie, que creemos que ya había aprendido que no significaba pedir disculpas, se unió a nosotros.

    Con algo más de confianza – Roma no se hizo en una hora – al menos en el terreno amoroso, decidí que ya era hora de centrarme en el resto de problemas que teníamos entre manos y empezar a planificar la siguiente «incursión».

    Pero antes tenía que desayunar. A un Echolls no lo busques con el estómago vacío.

  • CUERPO Y PSIQUE

    XANDER ECHOLLS

    LUNA VILTIS, LA KVASIR – NOCHE

    Mi prima hizo girar de nuevo la botella y se detuvo en Jane. Por un momento temí que le tocase con otra persona después del momento tan cercano que habíamos tenido hacía un rato, pero Kay captó mi mirada preocupada y me guiñó un ojo. Como era de esperar la botella giró una segunda vez deteniéndose en mí.

    – [Jane]Xander, ¿cuánto le has pagado a tu prima?[/Jane] – dijo Jane riéndose. Hacia tanto que no la veía reírse y hablar conmigo así que cuanto más nos acercábamos aquella noche más me parecía que eso no podía ser real y alguien estaba jugando con nuestra mente.

    – [Xander]Yo no…[/Xander] – me excusé, notando como me subía la sangre y la cara se me encendía. Esperaba que el resto pensaran que era cosa del calor de estar todos juntos en un espacio reducido.

    – [Jane]Y creo que elijo reto.[/Jane]-  añadió. La miré y ella parecía despreocupada. Después de que nos hiciesen bañarnos desnudos y de haber visto…bueno, su perfecta anatomía trasera, no sabía cómo reaccionar, así que parecía Geralt meditando mientras el resto del mundo pasaba a mi alrededor.

    – [Idris]Se lo voy a ceder a Lexie, Kay o Coquito, porque no quiero que me odies.[/Idris] – escuché decir a Idris. Caí en la cuenta de que yo podía haber pedido el reto y mi turno había pasado al no decir nada. En parte mejor, desde la piscina no dejaban de pasarme todo tipo de pensamientos y no quería que Jane me tomase por un pervertido o coaccionarla de alguna forma a hacer algo que no quería.

    – [Lexie]Os toca comeros la boca.[/Lexie] – dijo Lexie. Mi estómago dio un vuelco y me puse un poco nervioso. Miré a Jane, que no parecía para nada afectada.

    – [Xander]¿U-un beso?[/Xander] – pregunté. Lexie no había dicho beso pero necesitaba clarificar. No os podéis imaginar las veces que había pasado por mi cabeza un beso con Jane. Tantas que para mí verlo convertido en realidad era algo muy importante. El «primero» se había estropeado por haber sido engañado por Omega y no quería que un verdadero beso con Jane se quedase en una prueba de un juego en un noche loca. Además, era mucho asumir que Jane quisiera besarme. Ella misma lo había dicho, que pudiera tocarla no implicaba que tuviera que atraerla.

    – [Lexie]He dicho comeros la boca. Nada de un beso.[/Lexie]- escuché puntualizar a Lexie, que me miraba fijamente. Era extraño que actuase con confianza conmigo cuando esa relación la asociaba a otra cara completamente diferente, pero tenía que educarme y empezar a pensar en ella con ese aspecto. En realidad, le pegaba más, se la veía más suelta, menos contenida, menos como una actriz y me alegraba de que finalmente hubiese podido salir de eso.

    De pronto me asaltó a la mente un pensamiento. No solo sería mi primer beso con Jane, sería su primer beso. ¿Allí, mientras todos observaban? – [Xander]Delante de vosotros no.[/Xander] – avisé, sorprendido al no haberme parado a pensarlo antes de decirlo. No podía hacerlo delante de ellos. No era justo para ella, ni tampoco para mí.

    – [Lexie]Pues Dante se va con vosotros a vigilar.[/Lexie]- sugirió Lexie. Miré a Dante, que negó con la cabeza con total tranquilidad.

    – [Idris]También están las ronchas, desconfiada. Deja intimidad.[/Idris] – añadió Idris, intercediendo a mi favor.

    – [Lexie]Lo siento, Dante. No ha colado.[/Lexie]- respondió Lexie sonriendo. Entonces se levantó y vino hacia mí. No sé cómo lo hizo tan rápido pero de pronto tenía un pintalabios y me estaba pintando los míos. – [Lexie] Para que no haya dudas.[/Lexie] – añadió.

    Cuando terminó, vi que Jane me esperaba de pie, así que fui hasta ella y empezamos a caminar sin una dirección clara, pero lejos del resto.

    – [Xander]Es un juego. Sé que sería tu primer beso así que…yo hablaré con Kay.[/Xander] – estaba siendo un imbécil, ocultando mis sentimientos y lo que de verdad me apetecía hacer, solo por el hecho de que tenía miedo al rechazo o quizá peor, a la indiferencia.

    – [Jane]¿Dónde quieres…?[/Jane] – preguntó ella con timidez, como si no me hubiese escuchado. Se apartó un mechón de pelo de la frente y no pude dejar de fijarme en lo bonita que era su melena, tan oscura y tan brillante, aún húmeda después del baño.

    – [Xander]No te preocupes. Yo me llevo las culpas[/Xander] – dije aparentando seguridad. Ya veis, no era precisamente un ejemplo de asertividad. Sabía perfectamente que lo lógico habría sido decirle que me gustaba, que quería besarla y preguntarle si a ella le apetecía, pero en lugar de eso, me puse el último de la lista. Con esa mentira me había engañado muchos años, pensando que Jane estaba mejor sin saber de mí, que no quería mis explicaciones.

    – [Jane]Oye, yo quiero mi beso.[/Jane] – dijo ella, rompiendo el hechizo que llevaba años maldiciéndome. En aquél momento todo a lo que alguna vez me había resignado se tambaleó. Era la segunda vez que pasaba, después de volver a hablarnos en Senatus. Jane me rompía todos los esquemas.

    – [Xander]¿S-si?[/Xander] – fue lo único que conseguí decir. Era aún joven, acababa de ver semidesnuda a una chica con la que llevaba media vida soñando y ahora íbamos a besarnos, así que mi cabeza no regaba excesivamente bien.

    – [Jane]Hay que seguir las reglas del juego siempre y nos ha tocado besarnos, así que quiero mi beso.[/Jane] – dijo ella. Parecía un razonamiento muy lógico pero no conseguía saber si de verdad le apetecía.

    Al final, llegamos hasta la enorme cabina de la nave, desde la que se veía en toda su inmensidad el valle en el que nos encontrábamos y el cielo, en ese momento oscuro y repleto de estrellas gracias a aquél mundo sin contaminación lumínica.

    Me acerqué a Jane y apoyé una temblorosa mano en su cintura. Y hasta ahí llegué porque las dudas volvieron a atormentarme. ¿Y si no salía bien? ¿Y si solo lo hacía por la presión del juego?

    – [Jane]Ven aquí.[/Jane] – tercera vez que Jane ponía mi mundo patas arriba. Me cogió de la camiseta y nuestros labios chocaron. Eran suaves y buscaban los míos. Al principio nuestro beso fue torpe, atropellado. Yo parecía un maniquí de nuevo y ella hacía lo que podía. Entonces mi mente se conectó y me dejé llevar, entregándome a un beso que nada tenía que ver con el de Omega. En aquél había intensidad, rabia. Este era intenso pero en un sentido completamente diferente, apasionado pero contenido, melodioso, tierno. Un beso en el que los dos estábamos verdaderamente conectados.

    – [Jane]Bueno, pues listo.[/Jane]- dijo, separándose. El carmín estaba por toda su boca y probablemente también por toda la mía. Cada momento se estaba grabando a fuego en mi memoria, seguramente para revisitarlo más tarde y analizar cada uno de mis errores justo antes de dormir.-[Jane] Vamos.[/Jane] – añadió. Observé cada uno de sus movimientos cuando se puso en pie y por mi mente se cruzaron algunos pensamientos que me hicieron caer en la cuenta de que tenía un problema allí mismo.

    – [Xander]Ve… Ve delante.[/Xander]- le pedí. Ella se giró y me miró, sorprendida. – [Xander]Ahora voy.[/Xander]- no había manera en la que pudiera hablarle de eso en ese momento.

    – [Jane]¿Qué te pasa?[/Jane] – preguntó, preocupada.

    – [Xander]Nada, necesito unos minutos para… estirarme[/Xander] – disimulé, aunque no sabía si a esas alturas ya colaría entre la piscina y aquél beso.

    Jane enarcó una ceja y pensé que ese gesto la hacía terriblemente sexy. Piensa en cosas no eróticas, piensa en cosas no eróticas….Merelia, la playa de Merelia….Jane en bikini en la playa de Merelia…mierda. – [Jane]Tengo dos hermanos.[/Jane] – sentenció. Me había pillado, pero aquello era como cuando te caes y te levantas como si no pasara nada. Ya había intentado fingir así que tocaba seguir hasta el final.

    – [Xander]¿Y?[/Xander] – me hice el tonto, y no, no era buen actor, no quedó muy convincente.

    – [Jane]Nada, nada.[/Jane]- soltó una risilla y caminó de vuelta al círculo dejándome allí, mirando las estrellas y pensando en que la que más brillaba se estaba alejando en ese momento. Me giré para mirarla y terminé hipnotizado por el movimiento de su trasero. Mi cuerpo y mi psique estaban totalmente a su merced.

     

  • DESTINOS Y RECUERDOS

    XANDER ECHOLLS

    ESFERA SENATUS | MAÑANA

    Me levanté a cepillarme los dientes. Estaba medio dormido cuando me agaché a enjuagarme, pero empecé a notar algo extraño detrás y me puse en alerta. En la ventana que había a mi derecha vi una sombra moverse tras la cortina.

    Me asusté y salí del baño con el corazón encogido. Allí, en la oscuridad, era vulnerable. Había cosas, cosas que me perseguían. Venían de esa vieja cripta que habíamos descubierto tras una pared. Podía sentir su maldad viniendo de allí, lanzando sus tentáculos por toda la casa.

    Si quería proteger a los demás tenía que entrar ahí. Mis madres, mi padre, Elle, Bowie…incluso mis tías, mis tíos, mis primos y mis primas estaban allí. Todos estaban allí, todos los New Moondies y los Moondies. Para protegerlos tenía que entrar en la cripta.

    Avancé hacia ella, cada vez era más pequeño el espacio y el frío y el miedo aumentaban. Mi corazón iba a toda velocidad. Mi cuerpo temblaba, ni siquiera era consciente de si iba a morir o no, pero sentía que estaba en peligro, todo en mi cuerpo pedía huir en la dirección opuesta, pero yo mismo no me lo permitía. Escuché un ruido y me giré, esperando el susto, pero no había nada. Al volver a mirar hacia mi camino vi una oscura figura humanoide frente a mí, gritando.

    Entonces me desperté, cubierto de sudor, a punto de gritar. Mi corazón aún estaba acelerado. En aquella habitación rústica las Asheby habían dispuesto lo que habían podido para que durmiéramos mis hermanas, Nate y yo, aunque con la llegada de Jane y Owen, la habitación estaba hasta los topes. Nate había cedido su «cama» y yo había hecho lo mismo con la mía, que Jane estaba aprovechando en ese momento.

    Las cosas iban mucho mejor de lo que jamás habría esperado y sin duda eso era un motivo para estar alegre, pero por desgracia, cuando estás acostumbrado a estar preocupado, es fácil que encuentres algo que te inquiete.

    En mi caso, aunque debería estar feliz y eufórico por haber vuelto a hablar con Jane después de tanto tiempo, la situación actual de nuestra «misión» me abrumaba, unido al nuevo miedo de hacer algo que nos volviese a separar a Jane y a mí. Así que uniendo todo eso, me rendí a volver a dormirme mucho antes de que los demás se levantasen, incluso Eleanor y Calliope que estaban muy acostumbradas a madrugar.

    Traté de reprimir mi nuevo miedo, porque sabía que era irracional, fruto de lo feliz que me hacía volver a estar bien con ella, pese a que aún no tuviésemos la confianza que un día tuvimos, midiendo bien los temas que sacaba con ella.

    Mis otras preocupaciones iban más allá. La más cercana e inevitable era hablar con Eleanor del destino que le esperaba. Todo en mí me pedía optar por otra solución, aunque sabía que era así como se habían desarrollado los acontecimientos. Para mí el asunto era especialmente personal. Mis dos madres eran Kvasir y mi hermana una Vanir, para ellas el Destino siempre había esperado algo como lo que esperaba a Eleanor, pero los Moondies siempre lo habían evitado y en este caso, teníamos que aceptarlo. Era como entregar a mi propia hermana a su muerte segura. Moralmente no conseguía aceptarlo y por eso lo había postergado.

    Owen me había dicho que Vera había conseguido contactar con Elliot a través de la piedra que nos habían dejado los Daë en lugar de los discos, así que me propuse tratar de hablar con alguien más.

    Salí a la pradera, donde no molestase a los demás, y me senté en posición de loto. Cogí la esfera en la mano y repasé mentalmente. No tenía sentido tratar de comunicar con Elle, Jane, Owen, Bowie ni Nate, porque estaban allí. Necesitaba ser práctico, así que fui directo a comunicar con Noah.

    No tenía muy claro como funcionaba aquél artefacto. Supuestamente Vera había comunicado con Elliot simplemente pensando en él, pero la teoría de la magia siempre es más fácil que la realidad. A veces envidiaba la facilidad que tenían mis primas para ella, pero hay cosas en la vida que no se pueden elegir y cada uno tiene los dones que tiene.

    Después de probar varias formas, recordando incluso buenos momentos con Noah para ver si era un recuerdo conjunto lo que lo disparaba, diciendo su nombre y cambiando cómo agarraba la esfera, me rendí y empecé a probar con otros.

    A mitad de camino empezó a desesperarme no conseguir contactar con nadie. Mi mente estaba en pánico mientras trataba de luchar con ella justificando si los demás estarían también dormidos o no tendrían la piedra a mano.

    Al final, opté por lanzarme a una solución «segura» y me propuse contactar con Elliot, con el que ya había funcionado en el caso de Vera. Traté de fijarme la imagen mental de Elliot, sus ropas la última vez que le vi, la forma en la que solía evitar mirar fijamente a los ojos. Al cabo de unos segundos, comencé a sentir algo en la esfera y tuve esa sensación de que había alguien más allí conmigo, así que abrí los ojos.

    Elliot estaba allí frente a mí. Parecía el Elliot en carne y hueso de siempre, pero había algo distinto que hacía que notase que no estaba allí. Era una proyección de sí mismo y me imaginé que él estaría viendo lo mismo, a juzgar por lo que había dicho Owen.

    – [Xander]Elliot, ¿eres tú de verdad? ¿Estás con Vera? ¿Estáis bien?[/Xander] – pregunté atropelladamente. Mi cabeza era un hervidero de inseguridades, entre ellas que aquella tenue conexión se cortase en cualquier momento. Necesitaba sacar toda la información que pudiese antes de que fuera tarde.

    – [Elliot]Sí, estamos bien. ¿Sabes algo de Jane y Owen? Estaban aquí pero desaparecieron.[/Elliot] – caí en la absurda percepción de que no era el único que se preocupaba y Elliot y Vera tenían que estarlo mucho al ver desaparecer a sus dos acompañantes así como así.

    – [Xander]Han llegado aquí, con nosotros, al Imperio Romano.[/Xander] – resumí. Elliot había empezado no hacía mucho con su carrera en historia y siempre había estado bastante interesado en ella, así que ese detalle podía ayudarle al igual que me había ayudado a mí saber que los demás venían del Viejo Oeste para imaginarme que podíamos encontrarnos cualquier cosa en aquellos catorce mundos. – [Xander]Vuestro Daë fue el tercero. Eldric vendrá primero a nuestro mundo y luego al vuestro.[/Xander] – nosotros mismos nos habíamos sentido perdidos, sin saber dónde ir o cuando actuar. Había que hablar con Eleanor sobre su destino, pero sobre todo, la peor parte, era esperar. Lo poco que sabíamos sobre estos Daë era que Eldric inició el viaje, Eleanor fue la segunda y se convirtió en su Mentor. Ugg fue el tercero, el mejor amigo de ambos. – [Xander]Tenéis que manteneros a salvo.[/Xander] – le miré fijamente. Cuanto más tiempo pasaba, más claro le veía a él y a parte de su entorno. Vera estaba cerca, los dos parecían necesitar un baño, pero estaban sanos. Un poco más atrás, antes de que se difuminase el corto plano que podía ver, estaba el gigante de piedra que había recompensado a mi tío Ed.

    – [Elliot]Entendido. Nos quedaremos con Lekwaa y su gente por el momento.[/Elliot] – aseguró. Era un buen chico. No me gustaba que los dos más jóvenes estuvieran solos allí. Ni siquiera tendrían que haber viajado con nosotros, pero parecía que otros habían decidido lo contrario.

    – [Xander]¿Es…?[/Xander] – mi pregunta se cortó en el aire, junto con la imagen de Elliot y un hombre de más o menos mi edad de ascendencia nativa. Debía ser ese ‘Lekwaa’ que les había ayudado a dar con el Daë. Era un viajero del futuro, como nosotros, pero de otra realidad por lo que decían. Por lo que sabíamos, podía ser otro Daë como supuestamente éramos los demás.

    Estuve tentado de volver a contactar con Elliot, pero si la conexión se había cortado era por algo. Probablemente tenían que moverse o quizá al saber que estaban a salvo lo que nos «unía» se había debilitado. Las teorías podían ser infinitas, la realidad era que aquellas esferas funcionaban de momento un poco como querían.

    Al menos sabía que no hacía falta ningún elaborado ritual para contactar con los demás. Tan solo bastaba con pensar en ello, como descolgar el teléfono para llamar a alguien y marcar su nombre en tu cabeza. Así que seguí, uno a uno, tratando de llamarles a todos.

    Casi al final, volví a sentir que alguien estaba al otro lado y me pregunté cómo era posible. En efecto, la imagen de Allie se proyectó directamente delante de mí con una ropa que parecía sacada del Saints Row.

    – [Xander]¿Allie?[/Xander] – los nervios me hacían preguntar obviedades.

    – [Lexie]Lexie.[/Lexie]- me corrigió ella. Costaba un poco acostumbrarse. Había coincidido varias veces con «Lexie», la que había estudiado en el Hedy Lamarr, pero con Allie apenas me había cruzado tres o cuatro veces, así que me resultaba extraño tener que llamarla Lexie y saber que tenía aún más caras que mostrar.

    – [Xander]Perdona, es verdad.[/Xander] – me disculpé. No me lo tomé a mal, era difícil sacar conclusiones porque la otra Lexie y Allie eran muy diferentes, pero en general parecía una persona bastante directa, así que no asumí que me lo decía molesta. – [Xander]¿Estás bien? ¿Estás a salvo?[/Xander] – eso era lo principal, evaluar cómo estaban las cosas para todos los que pudiera. Sabía que lo más equilibrado para mí sería tener confianza y centrarme en lo que podía hacer, pero no podía reprimir esa parte de mí que necesitaba saber que todos estaban a salvo para continuar adelante.

    – [Lexie]Estamos fatal. Esto es una mierda.[/Lexie] – respondió. No era lo mejor que podía escuchar pero era la verdad.

    – [Xander]No sé cuánto tiempo podremos hablar. Dime lo que pasa e intentaré ayudaros.[/Xander]

    – [Lexie]Noah está herido y estamos separados del resto.[/Lexie]

    – [Xander]¿Herido? ¿Es grave?[/Xander]

    – [Lexie]No puede correr.[/Lexie] – respondió ella. Parecía preocupada, pero no en exceso, era complicado juzgar la gravedad de Noah por su reacción, pero por suerte, nuestro pensamiento se sincronizó en él y empecé a ver más claro el entorno.

    Estaban en una especie de valle con frondosa vegetación, al fondo se veían… dinosaurios. Parpadeé por si estaba adormilado y no veía bien. No, no había duda, eran dinosaurios. Nuestro mundo era peligroso, pero aquél se llevaba el premio. Vi a Noah apoyado en una roca, sujetándose la pierna. Tenía una venda rudimentaria manchada de sangre seca. Estaba consciente y se le veía bien dentro de lo que cabía esperar. Aun así, conociendo a mi primo, no se arriesgaría a correr por miedo a empeorar la herida.

    – [Xander]Lo estoy viendo a tu lado.[/Xander] – le expliqué, para ahorrar tiempo en descripciones. – [Xander]¿Puede caminar? ¿Quién más está allí?[/Xander] – pregunté. Cargar con Noah por aquél mundo prehistórico era todo un reto. Empecé a cuadrar en mi mente qué Daë podía estar en aquél tiempo, pero no tenía ni idea. Esperaba que Noah sí.

    – [Lexie]Estamos solos y yo me quiero ir a mi casa.[/Lexie] – respondió ella. Con los Daesdi Lexie había estado enfadada y desafiante. Ahora, bajo todo aquello, quedaba miedo.

    – [Xander]Todos nos vamos a ir a casa Lexie. Sé que da miedo. Pero Noah necesita tu ayuda.[/Xander] – traté de darle ánimos. Sí, había cosas urgentes que necesitaba saber, cosas que quería preguntarle a Noah a través de ella, pero era hijo de mi madre y eso significaba que antes que ser práctico, iba ser humano.

    – [Lexie]Esto es una mierda, Xander[/Lexie].- volvió a quejarse.- [Lexie]Yo no necesito esto para sentirme realizada. Mis padres no eran Moondies y no tengo ningún complejo que superar[/Lexie]. – sentenció. Lexie era dura, eso había que reconocerlo, no le preocupaba en absoluto que lo que acababa de decir me ofendiese, o a Noah a su lado. Quizá éramos los dos que más complejo de héroe teníamos.

    – [Xander]Lexie, hay dos formas de enfrentar esto. Ninguna de ellas permite huir.[/Xander] – quise ser claro, no estábamos ante una decisión de ser héroes o no. Se trataba de sobrevivir y volver a casa. – [Xander]Estamos perdidos en la otra punta de la galaxia, separados. La misión es nuestra única pista. Cuando encontremos un camino de vuelta, serás la primera en poder irse.[/Xander] – aseguré. Nadie iba a obligarla a estar allí si había escapatoria, tenía que entenderlo. No era algo contra nosotros, pero a juzgar por cómo se mantuvo callada, no encontraba otra forma de manejar la frustración.

    – [Xander]Tened mucho cuidado. Estaré aquí para lo que necesitéis.[/Xander] – le recordé, casi ya como despedida. Me imaginé que el enfado haría que nuestra conexión se cortase pronto. Ya veía difuminarse de nuevo su entorno.

    – [Lexie]Bye[/Lexie].

    Me quedé intranquilo, pensando en otras cosas que podría haberle dicho, pero tras un rato debatiendo, tuve confianza en que era capaz de arreglárselas y ayudar a Noah a mantenerse a salvo.

    Seguí repasando a todos uno a uno, pero no conseguí hablar con nadie más. Con la esfera en la mano, empecé a pensar que quizá tendría que estar hablando con Eleanor en lugar de allí sentado. Pero me resultaba difícil, sabía que el tío Toph había dudado durante mucho tiempo sobre entrenar a mi madre y al final, mi otra madre era lo que era porque ella había muerto. Momentáneamente, pero había perdido la vida por ser una Kvasir. Eleanor era pura inocencia, ¿no había otra forma de salvar el mundo? Yo arriesgaría mi vida, ¿pero por qué tenía que hacerlo Eleanor, o Lexie?

    En ese momento pasó algo que me dejó desorientado. Había alguien al otro lado de la esfera, fue lo primero que sentí. Después se manifestó su figura delante de mí. Era Eleanor. Por unos instantes pensé que estaba soñando, o que Eleanor estaba delante de mí y veía mal, pero no. Le hice una señal y desperté a Bowie para que me ayudase a comunicarme con ella.

    Ella parecía tan confundida como yo y nuestra conexión duró un lapso muy breve de tiempo. Minutos después la vi salir de la casa y caminar hacia mí. Aún tenía la esfera en la mano. No quise aventurar, pero si el resto de Daë de ese mundo tenían también una esfera y podíamos comunicarnos con ellos, las cosas serían más fáciles.

    Aunque sinceramente lo que estaba pensando era en que una vez emprendieran su camino, gracias a las esferas podríamos seguir en contacto. Era una vana esperanza, pero me aferraba a la idea de poder cambiar su destino y conseguir que salieran con vida.

    – [Xander]¿Tú también tienes una esfera como esta?[/Xander] – le pregunté cuando la vi acercarse, sonriente. Era una persona muy dulce y agradable. Me recordaba demasiado a Ellie y quizá por eso no era capaz de hacer lo que debía hacer.

    – [Eleanor]Hace un tiempo. Me puse enferma, no desperté durante dos días y solo recuerdo pesadillas.[/Eleanor] – empezó a explicar, confusa. Para ella tenía menos sentido que para mí, que sabía que los Daë de la generación de los Moondies se habían tenido que enfrentar a sus miedos. – [Eleanor]Cuando desperté lo tenía.[/Eleanor] – dijo mirándolo. – [Eleanor]Lo había visto en mis sueños.[/Eleanor] – estaba claro que la habían elegido como Daë. Me miró, esperando una respuesta.

    – [Xander]Mi madre también se enfrentó a pesadillas, como las tuyas.[/Xander] – respondí, sin saber ya cómo evitarlo. – [Xander]Ella y otros más. Fueron Daë, y salvaron el mundo. Tú también lo harás, cuando llegue el momento. [/Xander]

    – [Eleanor]¿Y si quiero quedarme aquí?[/Eleanor] – preguntó.

    – [Xander]Tu destino es salvar el mundo, habrá fuerzas que te persigan igualmente por lo que eres.[/Xander] – o podía elegir. ¿Por qué no podía otro tomar su lugar? ¿Tenía que ser ella a la fuerza? Hasta ahora todo el mundo había aceptado su destino, pero ¿y si se negaba? Mi madre Sasha también era Kvasir pero la líder era mi madre Sarah. Nadie sabía muy bien las reglas. – [Xander]O quizá puedas huir de esa vida. Quedarte aquí. Supongo que otra tomaría tu lugar.[/Xander]

    – [Eleanor]No quiero que otra persona tenga que hacerlo. Si mi destino es ese, así será. No lo cargaré en nadie más.[/Eleanor] – la miré a los ojos, sorprendido por su determinación.

    Seguimos hablando un rato, llegando a conocerla más. Podía ver por qué la habían elegido, era cercana, era inteligente y amable.

    Me distraje de nuestra conversación al escuchar el sonido de decenas de botas sobre la piedra y la tierra. Una cohorte de soldados romanos estaba acercándose a la entrada de la granja y se dirigía hacia nosotros con unas intenciones que no parecían muy buenas. Hice una señal a Eleanor y esta se fue a llamar a su hermana.

    Para cuando Calliope llegó, acompañada de los demás, los soldados ya se habían detenido a unos metros de la casa. El Legatus Tulio estaba al frente, vestido ahora con una armadura de combate completa.

    Owen me tendió mi espada y me sentí un poco más seguro con ella en la mano, aunque sabía que no estábamos preparados para enfrentarnos a algo así. Los Moondies se habían entrenado toda su vida y nosotros no.

    – [Calliope]Legatus, ¿qué le trae por esta humilde granja?[/Calliope] – preguntó ella, sin mostrar la más mínima mueca. Me fijé en que se había colocado a toda prisa su atuendo de combate y su mano reposaba en el pomo de su gladius.

    – [b]Se te dio una orden directa del Emperador y la has incumplido, así que estamos aquí en su nombre para mantener la Pax Romana.[/b] – sentenció. Parecía un hombre diferente al que habíamos visto en la ciudad. Se notaba que aquí no había ya nada que ocultar, ningún espectáculo que contener.

    – [Calliope]Puedo explicarme, si le parece bien[/Calliope]. – replicó ella. Era una suerte contar con Bowie, si no nos hubiese estado traduciendo todo, no habríamos sido capaces de enterarnos de nada.

    – [b]Lo siento niña. Te salvé una vez, cuando tus padres cometieron el mismo error.[/b] – sus palabras hicieron que la cara de Calliope cambiase completamente. En el tiempo que llevábamos en su casa habíamos llegado a conocer parte de su historia. Unos sobrenaturales se habían adentrado desde el bosque y habían matado a sus padres, pero una cohorte de soldados liderada por Tulio les había salvado la vida a las niñas. Al menos eso habían creído.

    – [Eleanor]Por favor, llevadme a mí. No ha sido culpa de mi hermana…[/Eleanor]- pidió Eleanor, interviniendo, pero ya era tarde. Calliope sacó su gladius y embistió hacia los soldados. Toda su vida había sido una mentira, sus padres habían sido asesinados por un hombre al que había idolatrado toda su vida, para tapar un secreto que el mismo Emperador temía que se liberase.

    – [Xander]Preparaos.[/Xander] – les dije a los demás, sacando a Ocaso de su vaina.

    – [Owen]Llevaba queriendo hacer esto desde que llegue aquí.-[/Owen] Owen empuñó una espada que debía haberle dejado Calliope y con sus llamas le prendió fuego a la hoja. Era todo un espectáculo.

    Nate, Elle, Owen y yo nos unimos a Calliope para protegerla de los ataques de los soldados, que formaban con una precisión de años de entrenamiento y experiencia.

    – [Xander]Cuidado con los escudos, Azor Ahai.[/Xander] – le recordé a Owen, al ver que los soldados avanzaban tratando de rodearle.

    A mucha gente le emocionan las batallas en la ficción, como aquellas tan famosas de Juego de Tronos o el Señor de los Anillos. A mí nunca me habían gustado, salvo por el subidón de adrenalina en los videojuegos. En la vida real me gustaban todavía menos. Era un manojo de nervios y miedo. Sentía que a cada segundo alguien importante para mí podía perder la vida. Quería controlarlo todo, pero no podía. Eran demasiados.

    Jane se quedó atrás sola cuando Eleanor se unió a nosotros con una agilidad asombrosa. Llevaba una vara de madera y golpeaba con precisión y con mucha fuerza. Ninguna había dicho nada, pero la noche pasada habíamos mencionado a mis madres y a Elle y sus habilidades. Calliope y Eleanor no se sorprendieron demasiado y ahora quedaba claro que debía llevar una temporada entrenándola en secreto.

    Si salvé mi vida en muchas ocasiones, solo podía debérselo a mi condición de aesir. De no haber sido más rápido, ágil, fuerte y resistente que ellos, solo uno de aquellos soldados me habría superado. Mi madre Sasha me había entrenado, pero ella no combatía con espada. Había practicado yo solo hacía tiempo, pero aquello era muy distinto.

    En un momento determinado, perdí el agarre y la espada me resbaló de la mano. La cogí, pero el lapso fue suficiente para que un soldado tuviese tiempo a golpearme. En lugar de eso, lo vi desplomarse en el suelo. Cuando su cuerpo cayó, vi a Jane con la mano extendida, mirando al soldado.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije mirando sus ojos llenos de miedo a sí misma. Acababa de salvarme la vida.

    – [Jane]¿Está muerto?[/Jane]- preguntó. Todo me hacía pensar que no, ella misma lo sabría, en humanos corrientes su poder era parecido al de su madre, puro dolor. Como ví que estaba preocupada, me acerqué rápidamente al cuerpo y le miré el pulso.

    – [Xander]Solo inconsciente por el dolor.[/Xander] – me levanté rápidamente y le di un apretón en la mano antes de volver al combate. Me di cuenta segundos más tarde de lo que acababa de hacer y me pregunté por qué demonios lo había hecho, pero durante un instante su mano también había agarrado la mía.

    – [Owen]Esto es más difícil de lo que pensaba.-[/Owen] se quejó Owen, blandiendo la espada como si fuera un bate de béisbol.

    – [Ellie]Siempre estamos a tiempo de arreglar esto hablando[/Ellie].- propuso mi hermana, defendiéndose y arremetiendo contra dos soldados con Albor en una sola mano.

    Aquello pintaba mal. Pese a nuestras fuerzas combinadas, solo algunos tenían experiencia en combate, como Nate y seguramente, solo Calliope la tenía de verdad. Por si fuera poco, los soldados romanos tenían un objetivo claro, que era acabar con nuestras vidas, mientras que nosotros nos limitábamos a dejarlos inconscientes y eso nos dejaba más vulnerables.

    Calliope era la única que arremetía contra ellos lanzando cortes y estocadas, sobreviviendo sin mirar si con los que se cruzaba sobrevivían. Iba derecha a enfrentarse a Tulio y por un momento pensé que iba a llegar, hasta que la vi detenerse. La vida real difiere mucho de la ficción. Aquí el tiempo no se detuvo y el silencio lo devoró todo mientras veía como atravesaba la espada el costado de Calliope. El ruido y el caos siguieron, mientras un segundo filo cruzaba su cuerpo.

    La valiente guerrera mató a los dos soldados antes de caer al suelo, pero estaba gravemente herida. Eleanor fue la primera en llegar a ella. Los demás la seguimos y la rodeamos para defenderla.

    – [Calliope]Lucha, Eleanor[/Callope].- la escuché decir.- [Calliope]Por las dos[/Calliope]. – pidió a su hermana, dejando una marca de sangre en su mejilla cuando le pasó una mano por el rostro.

    – [Ellie]No funciona[/Ellie].- mi hermana estaba desesperada intentando que su poder curase a Calliope. Pero aquello iba más allá. Ni siquiera mi padre con su experiencia habría sido capaz de curar algo así.

    Apenas un minuto después Calliope cerró los ojos para siempre. Nos había salvado de acabar como ella y eso le había costado la vida. Sentí una rabia cegarme y arremetí contra los soldados, dirigiéndome hacia el Legatus.

    – [Jane]Edward Alexander Echolls, ven aquí ahora mismo y deja de hacerte el héroe[/Jane].- Jane gritaba, acercándose al combate, pero la oía como si estuviera en otro lugar, como si mi historia hubiese pasado a otro libro.- [Jane]Owen, ayúdame[/Jane]. – pedía.

    Escuchaba más voces cerca. Agarré a un soldado con su escudo y lo lancé lejos, apartándolo de mi camino. Mi espada chocó con la del Legatus Tulio. Yo era más fuerte, más joven, mi espada era una leyenda de mi familia. Aun así, el Legatus me superó con su sobrada experiencia. Su espada mordió mi muslo y caí de rodillas. Traté de enfocar la vista para coger a Ocaso, pero no llegaba a ella.

    – [Owen]A la mierda con esto…-[/Owen] Owen clavó la espada en el suelo y se adelantó, lanzando sus llamaradas en un vano intento de llegar hasta mí.

    Los demás estaban muy lejos. Miré hacia ellos. No tenía que haberme dejado llevar. No vería más a Ellie, no pasaría más buenos ratos con Owen, no vería crecer a Bowie y me sentiría como cuando era pequeño con Nate. Ni tampoco tendría el amor de mi vida con Jane. Aquello era el final. Lo había estropeado todo. Ellie gritó y pensé que sería lo último que escucharía.

    El brazo de Tulio blandió la estocada final. No estaba preparado, no quería morir y perderme todo aquello. Nunca había debido entrar en aquella misión. Los Moondies se habrían encargado de Omega, ellos siempre lo habían arreglado todo.

    Esperé el golpe, buscando una manera de evitarlo. Alcé la mirada para tratar de detener la hoja con las manos, algo que había visto hacer a mi madre y dudaba que jamás pudiera hacer. En lugar de la hoja lo que vi fue una flecha que no parecía hecha de ningún material, de un vibrante azul celeste, clavada en la frente del Legatus, que cayó hacia atrás.

    Me quedé inmóvil, sorprendido. Pero no había tiempo para eso. Me levanté del suelo. El Legatus Tulio parecía muerto. La flecha había desaparecido de su frente y su cuerpo empezaba a estar rodeado de un aura extraña. No podía recrearme, recogí a Ocaso y me preparé para enfrentarme al resto de soldados, pero dos flechas más tumbaron a los que tenía más cerca. Después  otra y otra.

    Luchamos, sí, el fuego de Owen sembraba el miedo entre los soldados y aquellas flechas no erraban nunca. Al cabo de un rato fui capaz de ver de dónde venían. Una figura con una brillante y adornada armadura plateada cruzaba el terreno en nuestra dirección. Tenía un arco en la mano que reconocía perfectamente, un arco sin cuerda ni flechas, alimentado por su fuerza de voluntad. No necesité ver más, aquél era Eldric Northwood, el Daë de Sagitario.

    Unos pocos soldados consiguieron escapar y se alejaron de nosotros a toda velocidad. Volví hacia donde estaban todos, al lado de Calliope. Jane se acercó y me empujó. Era fuerte y perdí pie, casi cayendo al suelo.

    – [Jane]¿ERES TONTO?[/Jane]

    No sabía qué decir. Tenía motivos para estar enfadada, pero no podía dejar de ver a Calliope inmóvil en el suelo, sin vida. Elle me abrazó, aún tenía las manos manchadas de sangre y lloraba. Temí que aquello la cambiara, que mi hermanita dejase de ser ese foco de luz que siempre había sido. Qué ingenuos habíamos sido jugando a ser Daë.

    No sé muy bien cómo me levanté de aquel terreno de combate. Las horas pasaron de una forma extraña, cada uno lidiando como podía con su propio duelo. Eldric no se acercó en ningún momento, pasó la noche fuera, sentado en los establos, meditando aparentemente.

    A la mañana siguiente hicimos todo lo posible por ayudar a Eleanor con su funeral. Estaba entera, demasiado entera. En su tiempo aún estaban demasiado acostumbrados a perder a gente cercana antes de tiempo. Nate dijo unas palabras y Eleanor se despidió de su hermana en silencio, clavando su gladius frente a la tumba.

    Fue entonces cuando Eldric se acercó. Lo primero que hizo fue arrodillarse ante la tumba y murmurar unas plegarias en un idioma que no había escuchado antes, pero que incluso en aquellos momentos, sonaba extremadamente armónico.

    Si Bowie lo entendió, no lo tradujo. – [Bowie]Llegaste tarde, elfo[/Bowie]. – dijo abriendo los ojos.

    Él asintió, poniéndose en pie. – [Eldric]Lamento su sacrificio. No podemos cambiarlo, pero sí hacer que sea uno de los últimos de esta guerra.[/Eldric] – miró hacia Eleanor directamente. Eldric había sido el primero de los Daë, sus visiones le mostraban el camino. Más tarde se convertiría en el Mentor de Eleanor y terminarían siendo prácticamente familia. Era extraño estar allí observando cómo empezaba todo.

    Miré de nuevo la tumba. La historia de Eldric y Eleanor sería recordada tras su muerte. No por muchos, pero si por los suficientes. De Calliope no se sabía nada. Había muerto para salvarnos a nosotros y a su hermana, para permitir la misión que los Daë iban a llevar a cabo. Y no sería recordada. – [Xander]Ella era Calliope. No era Daë, pero eso no cambia nada, tiene que ser recordada.[/Xander] – le pedí. Él me miró fijamente con unos ojos sobrenaturales. Había demasiada sabiduría en ellos y allí estaba yo, apenas adulto, dándole lecciones.

    Sin embargo él asintió, solemne. – [Eldric]No es el momento, pero no puede hacerse de otra forma. Necesito hablar contigo, muchacha.[/Eldric] – dijo a Eleanor. Ella asintió, le habíamos hablado de su destino y lo estaba aceptando de una forma quizá demasiado estoica. Esperaba que su camino tuviese menos tristeza y desolación, aunque el final fuese tan amargo.

    – [Xander]No le mientas. Si sabes el riesgo, díselo.[/Xander] – le pedí una vez más. Eldric me miró y supe por sus ojos que sí conocía el posible desenlace. Para él era una posibilidad, para mí, algo del pasado, un hecho histórico.

    Eldric se fue con Eleanor y estuvieron hablando la mayor parte de la mañana. Yo estaba inquieto, esperando sin saber qué hacer o ante qué prepararme. Si Eleanor se iba con él, la misión ya estaba hecha, pero no sabía dónde teníamos que ir. Estábamos completamente perdidos.

    Cuando terminaron de hablar, Eldric habló con nosotros. Esperó a que Eleanor estuviese lejos y nos dijo que había conocido a Idris, a Henry, a Laura y otra chica llamada Zahra. Nos dijo que estaban a salvo y nos dio el camino que teníamos que seguir para encontrarnos con ellos en…la luna, por extraño que sonase.

    Apenas un par de horas después, todos habíamos recogido nuestras cosas. Nos despedimos primero de Eleanor, que se marchó antes que nosotros, dejando atrás la granja y su pasado.

    – [Owen]Pensaba que este mundo iba a ser más divertido, ya sabeis, saunas, gente embadurnada en aceite… pero es otra mierda más donde no se valora la vida de la gente.[/Owen] – sentenció Owen, cerrando la puerta.

    – [Xander]Será mejor irnos de aquí.[/Xander] – nos alejamos de aquella granja y del pueblo de Nova Pompeya. La historia es mejor en los libros y las guerras mejor en la ficción.

    Solo sentí alivio al sentir el frío tacto de aquella Venus de mármol, sabiendo que nos llevaría lejos de aquél lugar. Miré una vez más a Jane antes de que aquella magia nos transportase a la luna. Al menos tenía un buen recuerdo de aquél lugar, aunque estuviera rodeado de recuerdos muy amargos.

  • DIFICULTADES

    XANDER ECHOLLS

    ESFERA SENATUS

    Los músculos de mis brazos se tensaron mientras me incorporaba con dificultad. Aturdido, como si hubiese dormido más horas de las habituales, miré a mi alrededor tratando de reconocer el terreno.

    Estábamos en la linde de un bosque. No era ningún bosque de Moondale porque pese a no ser un experto, las diferencias entre los árboles de unos y otros eran notables. A mi alrededor no había nadie, así que un miedo por el destino de los demás se me había instalado en el pecho.

    Mientras me ponía de pie y estudiaba la zona, rememoré los acontecimientos recientes. Omega nos había atacado, había activado los discos y eso nos había llevado al mundo de los Daesdi. El recuerdo de los discos hizo que instintivamente llevase la mano al bolsillo interior de la chaqueta, donde guardaba el disco. Ya no estaba, pero en su lugar había una esfera que parecía hecha de un cristal muy resistente. Blanco plateado y un insondable negro se cruzaban, dando lugar a diferentes tonos según sus movimientos.

    Volví a guardarme aquella orbe por el momento y seguí recordando mientras repasaba el inventario de mi mochila. Los Daesdi nos habían encomendado una misión, guiar a los Daë del Cúmulo, así que ahí debían haberme transportado, junto a los demás, aunque no entendía por qué estábamos separados, quizá para cubrir más terreno. Necesitábamos volver a casa cuanto antes, pero habían dicho que no era nuestro momento. Les habíamos visto tomar el aspecto de algunos de nosotros y según sus palabras, solo tomaban la apariencia de los Daë, así que quizá nuestro camino fuese convertirnos en Daë y desterrar a Omega definitivamente. Quizá no había sido una idea desesperada que se me había instalado en la cabeza.

    Oteé el horizonte. Al lado contrario al bosque se veía un muro del que no podía ver su fin. Tras él, se apreciaba el humo de lo que parecía una granja. Un ruido me distrajo, parecía metálico pero bajo él se escondían voces cuyo idioma no conseguía identificar.

    Lo primero que pensé fue en refugiarme, pero no había tiempo, segundos más tarde un grupo de personas salían de las profundidades del bosque ataviados con trajes de soldados romanos. Mi mente tardó en procesarlo mientras analizaba su ropa. El metal limpio pero desgastado de los combates, el gladius colgando al cinto, el blanco grisáceo de la lana de las capas de la mayoría de ellos. Eso me permitió distinguir al «líder», con su capa de color rojo gastado y su casco adornado con un penacho, un centurión. Incluso allí, en una situación de tensión como aquella, fui consciente de que no era un disfraz, estaba ante auténticos soldados romanos.

    Eran una cuadrilla de una docena, así que decidí que lo mejor que podía hacer era esperar. Venían directos hacia mí con un orden y una precisión militares casi inhumanos. Cuando llegaron, formaron a mi alrededor, impidiéndome huir. Ellos iban armados y para cuando yo quisiera sacar a Ocaso de la vaina ya me podrían haber clavado sus pilum o sus gladius.

    – [b]Loquetur lingua illustrata?[/b] – noté la entonación de pregunta del centurión, pero no tenía la menor idea de lo que acababa de decir. ‘Lingua illustrata’ parecía ‘lengua ilustrada’, latín, seguramente, pero ni sabía que era ‘loquetur’ ni podía disimular fingiendo que sabía latín. Era consciente de que estaba en un problema porque para los romanos el equivalente al racismo era con los que no compartían su lengua.

    Pensé durante unos instantes, deseando tener el poder de Noah para que todo aquello hubiese sido más fácil. No sabía latín, llevaba ropas de otro tiempo y estaba rodeado y solo.

    – [Xander]Lo siento, no hablo latín.[/Xander] – dije, esperando que mi lengua les recordase al menos al inglés antiguo. Quizá no fue mi mejor movimiento, más tarde me explicaron que el inglés antiguo vino de las tribus germanas y yo, rubio y con ojos azules, tenía bastante pinta de alemán. Nunca ha sido una nación excesivamente bien vista, pero para los romanos eran poco más que bárbaros.

    – [b]Barbarus.[/b] – dijo a sus compañeros. – [b]Es homo?[/b] – ¿que si era hombre? ¿humano? Vi movimientos a mi espalda, varios de los soldados me apuntaron con sus pilum.

    Alcé las manos para indicar que estaba indefenso pero uno de los soldados debió tomarlo por un ataque y se abalanzó con su arma. Esquivé, agarré su muñeca con una mano y aproveché mi fuerza para tumbarlo en el suelo.

    – [b]Omnia mutantur, nihil interit.[/b] – gritó el centurión. Los soldados se abalanzaron hacia mí. Esquivé como pude, pero eran demasiados, muy precisos, muy entrenados. Habría acabado allí, muerto por soldados romanos en un mundo al otro lado de la galaxia, fallándoles a todos. Pero tuve un golpe de suerte.

    Algo golpeó a dos soldados, arrastrándolos como si los hubiese arrollado un tranvía. Cogió las armas con sus manos y las arrojó lejos. Se giró y sonreí, era Nate. Aún quedaban soldados atacándome, así que dejé el saludo para más tarde. Un puño golpeó a un soldado que me atacaba por un flanco. Me giré instintivamente y vi a mi hermana Elle sonriéndome. Sentí un alivio que no podría describir.

    Antes de que pudiera defenderme, alguien lanzó lejos a dos soldados que tenía frente a mí. Era Bowie, totalmente sonriente, como si no acabase de lanzar a dos adultos por los aires. Entre los cuatro acabamos rápidamente con el resto de soldados y el centurión.

    – [Bowie]Te he salvado la vida.[/Bowie]- me sonrió Bowie. Le di un abrazo a cada uno de ellos y por mi mente se cruzó la idea de que Bowie debía estar pensando que había hecho algo mal.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – les dije. – [Xander]Por un momento pensé que estaba solo en…¿Roma?[/Xander] – comenté. Ellie se encogió de hombros, esto le resultaba tan extraño como a mí.

    – [Bowie]Si estuvieras solo estarías muerto.[/Bowie] – razonó Bowie, todavía teníamos que enseñarle que a veces había que ser un poco menos lógico.

    – [Xander]¿Dónde estábais?[/Xander] – pregunté. Miré a los soldados, algunos parecían inconscientes y otros sencillamente no debían querer levantarse.

    – [Bowie]Robando ropa.[/Bowie]- respondió ella, levantando un atillo donde llevaban al menos seis túnicas de algodón. Una suerte que se hubieran guardado las espaldas cogiendo de más.

    – [Nate]Bowie y yo despertamos juntos. Elle estaba un poco más lejos. Y tú, mucho más.[/Nate] – explicó Nate. Esperaba una mirada de reprimenda, pero supongo que se la guardaba para cuando estuviéramos a salvo. – [Nate]Hemos cogido togas de una granja.[/Nate] – señaló el atillo de Bowie.

    – [Xander]Tenemos que tener cuidado.[/Xander] – les recordé. Si esos soldados nos habían atacado con tanta facilidad, iba a ser complicado llegar hasta el Daë. Por mucho que lleváramos togas, no hablábamos latín.

    Como si les hubiese invocado, otro grupo de soldados, quizá miembros del mismo batallón al que habíamos derrotado, vinieron hasta nosotros en actitud de guerra. Una de ellos, vestida con una capa de color rojo, se adelantó a los demás y miró en actitud defensiva a los que teníamos a nuestros pies. Con un gesto suyo una decena de arcos nos apuntaban, con pinta de que no iban a fallar.

    – [Calliope]Barbarus, imperium transire malo.[/Calliope]- dijo la mujer de melena rubia.

    – [Bowie]Bárbaros, habéis elegido un mal día para pisar el Imperio.[/Bowie]- tradujo Bowie al instante. La mujer la miró. Aún teníamos mucho que aprender de Bowie. Henry nos había dicho que tenía mucha información almacenada en su cerebro, mejorado con implantes y tecnología. Al parecer parte de esa información era traducir otros idiomas, al menos el latín.

    – [Xander]Nos han atacado sin avisar.[/Xander] – traté de explicar. – [Bowie]Subito adorti.[/Bowie] – puntualizó Bowie.

    – [Calliope]Mentiras.[/Calliope]- la mujer habló en latín, pero mi mente empezó a quedarse solo con las traducciones de Bowie.

    – [Xander]No entendía su idioma, me ha atacado uno, me he defendido y los demas me han atacado después.[/Xander] – me defendí. Iba a resultar difícil, por no decir imposible, convencer a un soldado romano de darle la razón a un bárbaro en lugar de a un ciudadano.

    – [Calliope]Me estoy cansando de tus mentiras, bárbaro.[/Calliope]  – sentenció. Una cicatriz le cruzaba la mejilla, junto a otras en retazos de piel que tenía al descubierto. Que vuestra imaginación no desborde, era una mujer pero llevaba una armadura lógica para ser mujer, no una que dejase mucha piel al descubierto como pasaba todavía a menudo en los juegos. Se la veía curtida en batalla.

    El centurión se incorporó y nos echamos hacia atrás con un gesto de la mujer. – [b]Decurión Calliope, ordena a tu unidad que acabe con todos ellos. Son monstruos del otro lado del muro.[/b] – era extraño entender sus palabras de boca de Bowie, pero aún más todo lo que estaba pasando. Sin tener un contexto de ese mundo era casi imposible defenderse, estaba completamente perdido.

    La mujer, Calliope, asintió.- [Calliope]Formación, preparados para el ataque.[/Calliope] – los soldados, incluso los que se habían incorporado a sus filas de entre los que habíamos derribado, se colocaron en formación con sus scutum para atacarnos. No había forma de que pudiéramos hacer nada.

    – [Nate]Solo nos hemos defendido.[/Nate] – intervino Nate. – [Nate]Venimos de muy lejos y no sabemos qué está pasando.[/Nate] – su sinceridad me llamó la atención. Quizá era el mejor enfoque, pero costaba ser sincero cuando

    – [b]Decurión, no escuches a estos monstruos. Nuestra labor es acabar con ellos.[/b] – el centurión parecía decidido a no dejarnos escapar, no había opción al diálogo y me estaba empezando a preocupar.

    – [Xander]Si fuéramos demonios, nos defenderíamos.[/Xander] – respondí, aferrándome a hablar antes de golpear. Me coloqué delante de Bowie y Elle y Nate hicieron lo mismo. – [Xander]Iremos con vosotros, demostraremos que no somos peligrosos.[/Xander] – les ofrecí. No era la mejor idea, adentrarse en un territorio hostil, pero necesitaba opciones y ahora mismo no tenía ninguna más.

    Calliope, la Decurión, nos observó atentamente. Su mirada pasaba de nosotros a Bowie, a la que teníamos cubierta y resguardada. Parecía que podíamos llegar a hablar las cosas, pero entonces el Centurión decidió iniciar la carga junto con varios soldados que estaban a su lado.

    Nos defendimos, claro está. Bowie probablemente tuviera más aptitudes que nosotros para librar ese combate, pero era nuestra hermana menor así que ni mi hermana ni yo dejamos que se acercaran a ella. Nate por su parte nos protegía a los tres con su descomunal tamaño.

    Tratamos de no ser letales, de incapacitarles, pero ellos iban armados y estaban entrenados, así que cuando el filo de un gladius me rasgó el costado, empecé a temer por nosotros. Fue entonces cuando algo cambió. Calliope habló e intentó detenerlos, pero sigueron tratando de matarnos. Ella se colocó en medio y trató de protegernos del Centurión, que era el único que quedaba en pie. Discutieron, pero sin la traducción de Bowie, que estaba más apartada, no entendí nada. Finalmente, Calliope le incapacitó y cayó inconsciente al suelo. La miré, parecía contrariada, como si en su interior se librase una lucha para despejar la confusión.

    – [Calliope]Cargad al centurión Faventino, someteremos este asunto a la ley romana.[/Calliope] – indicó al resto de sus soldados, que cogieron al Centurión y lo maniataron antes de subirlo a un carro. – [Calliope]Vendréis con nosotros a Nova Pompeya. El Legatus Tulio resolverá este asunto.[/Calliope] – aclaró. El nombre me dejó tan perplejo como a los demás. Calliope no apartaba la mirada de nosotros, pero esta vez no parecía tan confiada, algo le había provocado dudas, algo de lo que había hablado con el Centurión.

    – [Xander]No tenemos más remedio.[/Xander] – dije a los demás. Teníamos una opción y debíamos aferrarnos a ella. – [Xander]¿Podemos cambiarnos de ropas?[/Xander] – le pregunté. Con las togas destacaríamos menos entre los ciudadanos romanos y quizá tuviéramos una opción con ese tal Tulio.

    – [Calliope]Haremos un alto en el camino.[/Calliope] – indicó. Se dio la vuelta y caminamos casi una hora hasta otra parte de su destacamento, que custodiaba el campamento y los caballos. Allí, pudimos cambiarnos de ropa y emprendimos de nuevo la marcha con Calliope y un grupo de ocho soldados que nos rodeaba, asegurándose de que no escapásemos.

    La marcha, sin descanso y a pie mientras ellos iban a caballo, no iba a ser fácil, pero algo me decía que nada de lo que nos esperaba en una temporada iba a serlo.

  • UNA HERIDA SANGRANTE

    XANDER ECHOLLS

    PICO TANTREE – NOCHE

    El día había llegado y con él, el peso del mundo empezaba a recaer sobre mis hombros. Nunca sabría cómo había sido capaz de sobrellevarlo mi madre. Me sentía responsable de todas y cada una de las personas que habían ido allí conmigo, por no mencionar del conflicto con los demás, que seguramente apareciesen para evitar nuestro plan. La realidad de salvar al mundo era más difícil de lo que vendía la ficción.

    Caminaba en silencio por el sendero de la montaña que llevaba al lago subterráneo del Pico Tantree. Era una suerte que por la noche y con el frío otoñal que ya empezaba a notarse, no hubiese gente en los alrededores.

    Miré a los demás, que iban siguiendo la marcha hablando entre ellos, todos cargados con mochilas aunque algunos las llevaban demasiado ligeras mientras que la mía era una de las más grandes, solo superada por la de Elle. Si la tía Diana leyera eso último…

    – [Lexie]Odio esto. Odio salvar el mundo. Yo tendría que estar en mi casa haciéndome las uñas. [/Lexie]- se quejó Lexie por enésima vez. Había estado tan desconectado del mundo real planificando todo esto que me había resultado sorprendente ver allí a Allie, la amiga de Noah, solo para descubrir que era la hija de Karen y Fenris, que también era Lexie y que era una tanuki con múltiples caras. Eso para quien crea haberlo visto todo.

    – [Idris]Si no salvamos el mundo nadie hará pintauñas. [/Idris]- le replicó Idris. Gracias a él habíamos conseguido tres de los discos. Ya solo faltaban los que tenían Noah, Leo, Jane y Kaylee, junto con el del tío Ed, que imaginábamos que también tendrían.

    – [Owen]Yo también, pero es como dice Idris.-[/Owen] se unió Owen. Me vino a la mente una imagen de Owen en plena moda Lounie.

    – [Lexie]Te las puedo pintar yo. Llevo unos cuantos esmaltes en la mochila.[/Lexie]- aseguró con orgullo. Ya me los imaginaba sentándose allí a punto de arriesgar sus vidas para salvar el mundo pero con las uñas perfectas.

    – [Xander]Hablando de eso, ¿lleváis todo lo que podáis necesitar?[/Xander] – pregunté. Yo me había asegurado de echar ropa limpia y todos los artículos de supervivencia que había podido imaginar, además de mi espada, Ocaso..

    – [Amy]Menos charla y más andar.[/Amy] – nos apremió Amy, que lideraba la marcha. Parecía estar muy cómoda en un lugar tan cercano a la naturaleza y con una brisa tan fresca. Sabía que debía estar concentrada para no ceder a los impulsos de la luna llena.

    Elle se puso a mi altura. Solté un paquete alargado que llevaba enganchado a un lateral de la mochila y se lo tendí. Su mochila era enorme, pero era la que mejor podía cargar con ello, especialmente desde que había empezado a entrenar con el tío Ed.

    Ella lo abrió un poco y vio el mango de su espada, Albor.- [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió con una sonrisa. La pobre se había encargado de cargar con tiendas de campaña y un montón de cosas necesarias y me imaginé que se habría olvidado de llevar algo para protegerse.

    – [Xander]Yo también llevo la mía. [/Xander]- le dije. Papá nos las había dado cuando fuimos mayores de edad. Para él era muy importante que estuviéramos juntos porque él había perdido su infancia con la tía Cara.

    – [Owen]Oye, gracias por salvarme de la versión maligna de mi hermana.-[/Owen] – escuché decir a Owen, acercándose a la altura de mi prima.

    – [Amy]Nada.[/Amy]- respondió ella, mirando fijamente sus pies. La había notado algo más inquieta con Owen que en su día. Desde el principio no le había sorprendido mi idea de usar las Pruebas, así que debía haber visto algo, quizá algo que le incluyese a él.

    – [Idris]¿Han puesto el sitio este más lejos? [/Idris]- escuché quejarse a Idris, que llevaba puesta la banda sonora de Guardianes de la Galaxia en modo altavoces de su InfiniBand.

    – [Amy]Ya he dicho antes que menos hablar y más andar.[/Amy]- le recordó, apurando el paso y dejando a Owen atrás.

    – [Idris]A alguien Le sienta mal la luna llena [/Idris]- replicó Idris. Miré a Ezra, que iba también de los primeros y le vi concentrado, parecía estar costándole bastante contenerse.

    – [Cole]Hay más calor en el sitio al que vamos.[/Cole] – dijo Cole de pronto. Me paré un instante a pensar en lo que acababa de decir. Cole y yo nunca nos habíamos llevado especialmente bien de pequeños, era el típico niño al que te dirían que no te acerques, salvo que mis padres no eran así. Por suerte había vuelto cambiado, muy cambiado.

    – [Lexie]No sé qué hago aquí si no entiendo lo que dice el místico este ni soy amiga de nadie.[/Lexie]- se quejó de nuevo Lexie.

    – [Cole]Gente. [/Cole]- le explicó con calma. Cole tenía una variación del poder de su padre respecto a la energía, básicamente era una batería viviente y era capaz de detectar fuentes de energía. – [Cole] Y me caes bien. [/Cole]- añadió.

    – [Ezra]No me gusta el calor-[/Ezra]  comentó Ezra, a destiempo. Se notaba que estaba lidiando con el licántropo pugnando por salir.

    – [Idris]¿No es mejor que el frío Capi? [/Idris]- le preguntó Idris. Vaya, me habría gustado ser el Capitán América, pero hay que reconocer que la forma de encontrar a Ezra se lo adjudicaba perfectamente.

    – [Lexie]Y tú estás muy bueno. [/Lexie]- replicó Lexie, por encima de Idris.

    Cole le devolvió la sonrisa y no pude evitar sentir una punzada de culpabilidad por Noah. A lo largo de la caminata Elle se había encargado de explicarme que Noah y Lexie se habían peleado porque bueno, él no sabía que Lexie y Allie eran la misma persona.

    – [Idris]Villiers que te vigilo. [/Idris]- sentenció Idris.

    Continuamos durante algo más de un cuarto de hora y finalmente llegamos al final del camino. Allí, cerca del cartel del Lago Marmalade, estaban Jane, Nate, Kaylee, Noah, su amigo Niall, Leo, Michael, Sophie y Laura, la amiga de Henry.

    – [Owen]Bueno. La cagamos.[/Owen] – resumió Owen. Caminamos lentamente hasta colocarnos frente a ellos. Estaban en inferioridad numérica, pero evidentemente no íbamos a dejar que las cosas llegasen a ese extremo. Esto no iba a ser como cuando dos superhéroes se cruzan en los cómics.

    – [Jane]Te dije que no iba a permitir que te pasara nada.[/Jane]- respondió Jane, mirándonos fijamente. Nuestras miradas se cruzaron un instante, pero la apartó.

    – [Owen]Un poco excesivo, ¿no crees?[/Owen] – respondió su hermano.

    – [Xander]Solo hemos venido a pasear un grupo de amiguitos.[/Xander] – respondí, haciendo énfasis en lo de «amiguitos». Sí, quizá me había sentado un poco mal.

    – [Henry]Sí, vamos de acampada.-[/Henry] añadió Henry.

    – [Laura]Si no llega a ser por Jane, no me entero de que estás aquí.[/Laura] – espetó Laura. No había tenido demasiado trato con ella pero sabía que con Jane sí, además de evidentemente, con Henry y Sophie, que también venían de la isla. Supuse que Jane no había dudado en buscar apoyos.

    – [Jane]Estáis siendo ridículos e inconscientes.[/Jane]- espetó, cruzándose de brazos.- [Jane]Spoiler: no sois los Moondies.[/Jane] – sabía dónde dar si se lo proponía. El estigma de nuestros padres siempre iba a estar presente en nosotros. Ellos eran un grupo, nosotros apenas nos manteníamos juntos y a la vista estaba que no estábamos todos de acuerdo.

    – [Ezra]Los Moondies tampoco lo eran cuando empezaron.-[/Ezra] – replicó. Le miré, es extraño no crecer con alguien y saber que es tu primo. El tío Ed siempre había estado muy cerca de nosotros y en ese momento, por primera vez desde que le conocí, me había recordado mucho a él.

    Por el rabillo del ojo vi a Noah mirando a Lexie. Mi primo no conseguía decir nada, apenas mantenía la mirada.

    – [Kaylee]¿Sabéis por qué me llamo Kaylee?[/Kaylee] – preguntó mi prima. Verla así,  llena de tanta seguridad, decidida a detenernos, no pudo más que alegrarme por ser consciente de sus renovadas fuerzas. Habría preferido que esa fuerza estuviera de mi lado, pero no podía más que estar contento porque esta situación le hubiera dado un motivo para dar un paso al frente.

    – [Ezra]Lo sé perfectamente. Por eso hacemos esto.-[/Ezra] dijo la fuerte voz de Ezra. Él sabía mejor que nadie la historia de Kaylee. Aunque la tía Lucy no hablase mucho de eso, todo el mundo lo sabía, y quizá en el futuro de Ezra sí lo había hecho.

    – [Xander]No va a morir nadie. [/Xander]- le respondí. Si alguien tenía que hacerlo, sería yo. Esta había sido mi  idea y el coste de llevarla a cabo sería mío. Pero sinceramente, no me apetecía dar mi vida así como así y esto iba a resolverse con todo el mundo a salvo.

    – [Kaylee]¿Te atreves a garantizarlo?[/Kaylee] – insistió Kaylee. Sabía que tenía pocas pruebas que darle más allá de mi voluntad y unos estudios que no garantizaban ni siquiera que el portal se abriese.

    – [Leo]No va a morir nadie porque no vais a ninguna parte.[/Leo] – escuché decir a mi primo. Su voz resonó también con fuerza, me pregunté si sería por la luna llena y el licántropo que trataban de contener.

    Iba a responderle, pero Elle se colocó entre los dos grupos. – [Elle]Vale, ya.[/Elle]- pidió, haciendo señas. – [Elle]Fin. Escuchadme: estamos aquí porque si no detenemos a Omega, podemos acabar como Mia.[/Elle]- explicó. Su mirada fue hacia Dante y Cole a modo de disculpa por mencionar a su madre. La mía la siguió. Cole parecía sereno y decidido, emanaba un aura de tranquilidad. Sin embargo Dante tenía una cara de enfado que no veía desde un tiempo después de venirse a vivir con nosotros. Se le había reabierto una vieja herida que dolía ahora más que nunca. – [Elle]Es la única opción que tenemos contra ella. La única.[/Elle]- suspiró mi hermana, resignada. Elle odiaba los enfrentamientos, sin por ella fuera todo el mundo se llevaría bien. Era una energía que se contagiaba y daba esperanza en los peores momentos. Se notaba que estando divididos lo estaba pasando mal.- [Elle]Es tan poderosa que yo misma podría ser ella en este momento.[/Elle] – añadió. Desconocíamos el alcance de los poderes de Omega, excepto los que había mostrado. – [Elle]No hemos venido a fastidiar, ni de fiesta. Hemos venido a salvar el mundo y a salvarte a ti, Jane.[/Elle] – añadió, mirándola fijamente.

    – [Noah]Lo siento, pero no podemos permitirlo. [/Noah]- escuché decir a mi primo. Con Noah no había tiempo de reacción. Apenas pude moverme del sitio cuando Noah apareció frente a nosotros, con todos los discos en su mano.

    – [Lexie]Te dije hace mucho que no te fiaras del mapache, Noah.[/Lexie] – dijo Lexie en voz alta. Noah ató cabos rápidamente. Miró sus manos y la ilusión de los discos se desvaneció, mostrando tan solo unas piedras.

    – [Noah]No sabes lo que está en juego. [/Noah]- replicó, mirándola, enfadado. No habíamos tenido un plan útil contra Noah hasta que ella se unió a nosotros.

    Las miradas estaban fijas en Noah, por si volvía a intentarlo, pero capté a Kaylee y Sophie mirarse entre sí y empezar a murmurar unas palabras. – [Kaylee] Ahora, Noah.[/Kaylee] – El disco de mi madre salió del bolsillo interior de mi chaqueta y flotó hacia ellos. Lo agarré rápidamente, pero se escapó entre mis dedos. Mi prima había vuelto a recuperar una parte de sí misma que siempre se le había dado muy bien.

    Estábamos perdiendo, pero no podía más que elogiar el plan. Noah recogió los discos sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo, pero se detuvo mirando hacia un punto alejado de nosotros. Seguí su mirada y vi que un disco salía de entre unos arbustos. Noah lo recogió también y en un parpadeo apareció ante nosotros con tres invitados inesperados: Bowie, Vera, Elliot y Tina. – [Noah]Habéis estado a punto de arrastrarlos con vosotros[/Noah] – por mucho que me sorprendiera ver a Tina allí, que nunca había estado interesada en lo sobrenatural y por eso siempre parecía pasar por alto lo extraño que sucedía a su alrededor, ver a Vera, Bowie y Elliot me dejó helado. Con ellos allí no podíamos correr riesgos.

    – [Amy]No venían con nosotros.[/Amy]- replicó Amy con una voz intensa que parecía instar a seguir sus órdenes. Miró a su hermana, orgullosa. Mis primas MacLeod compartían todas una vena rebelde que no me quedaba claro de quién venía, aunque quizá fuese tan marcada porque venía de los dos.

    – [Jane]¿Elliot? Pero si tú eras el único normal de la familia…[/Jane] – dijo Jane, visiblemente preocupada. Si había entrado en todo esto para proteger a Owen, con Elliot allí estaría muy afectada. Todo en mí me pedía hablarle, pero no lo conseguía.

    – [Xander]Bowie, no deberías estar aquí.[/Xander] – le recordé a mi hermana pequeña. Físicamente era una adulta, pero aún le faltaba mucho para poder valerse por sí misma en el mundo exterior, más aún para estar en un lugar tan peligroso como ese.

    – [Bowie]Tus posibilidades de morir son más altas que las mías y más si tenemos en cuenta que está Jane aquí y…[/Bowie]- Elle corrió a taparle la boca. No necesitábamos un análisis estadístico de las probabilidades de morir con todos aquellos inocentes allí. Teníamos que irnos.

    – [Noah]Ya no hay problema, porque me llevo esto.[/Noah]- Noah tenía todos los discos en una bolsa, seguramente también los de los que iban con él para no correr riesgos. Desapareció y supe que se los llevaría lejos, escondidos hasta que pasara la luna de sangre.

    Pero un segundo después escuché un ruido. Miré hacia atrás y vi que Noah se había detenido. Fue apareciendo en distintos puntos a nuestro alrededor, como si algo evitase que se fuera. Miré a Lexie.

    – [Lexie]Esta vez no he sido yo.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Es como… La telekinesis de Dom. [/Noah]- explicó Noah, con cara de terror. Eso solo podía significar…

    Tina se apartó de Vera, Elliot y Bowie y sonrió de una forma en la que jamás la había visto sonreír.- [Omega]Hola, Elliot.[/Omega] – saludó al pequeño de los Williams.

    – [Idris]¿Esa chica siempre ha sonreído como una psico? [/Idris]- preguntó Idris. Él nunca había tratado demasiado con Tina, especialmente desde empezó a estar más distanciada poco después del cumpleaños de los gemelos. Había vuelto hacía unos meses y el secreto que llevábamos guardando toda la vida con ella se desveló cuando ella confesó que también tenía poderes. ¿Todo este tiempo había sido Omega?

    – [Omega]Desde hace unos meses.[/Omega]- respondió, sonriente. Temí por Tina.

    – [Idris]Al menos no te has marcado un Luke y Leia. It’s something.[/Idris] – bromeó Idris, seguramente tratando de ayudar a que no nos quedásemos allí paralizados.

    – [Kaylee]¿Qué has hecho con Tina? [/Kaylee] – preguntó Kaylee. Una parte de mí no quería escuchar la respuesta.

    – [Omega] Tina se fue y… no volvió.[/Omega] – sonrió de manera perversa y no supe que sentir. Quería odiarla, quería vengarme, quería tomarme la justicia en mi mano, pero seguía teniendo la cara de Jane. No podía odiar esa cara.

    Mi mente bloqueó lo de Tina, volvería con fuerza cuando hubiese un momento de calma, pero en ese instante lo más importante era que consiguiéramos salir con vida de allí. Omega debía haber esperado a que nos reuniéramos todos para conseguir todos nuestros poderes. Se lo habíamos puesto en bandeja de plata.

    Un destello emanó de la bolsa que llevaba Noah. La luna empezaba a alzarse, roja y amenazante, iluminando la escena.

    – [Omega]Podría haber sido cualquiera, incluso Jane.[/Omega]- se jactó, mirándonos. Estaba tranquila, jugaba con nosotros porque podía, porque lo disfrutaba.- [Omega]La última vez Xander estuvo encantado.[/Omega] – espetó. Me quedé quieto, no podía mirar a Jane a la cara. Había evitado hablar de lo que pasó, había tratado de rechazar y enviar a mi subconsciente el beso que habíamos compartido y las esperanzas que había tenido momentáneamente.

    Analicé la zona buscando qué hacer, buscando una salida. Los discos brillaban y todo el mundo estaba quieto, hasta que dejó de estarlo. Dante fue el primero en abalanzarse sobre ella, impulsándose con sus alas para golpearla. Ella ni siquiera se movió. Se giró hacia él y en el último momento usó el poder de su padre para lanzarle contra una roca. Contuve la respiración hasta que le vi moverse.

    – [Omega]Dejad de intentarlo, en serio.[/Omega] – sonrió. Un licántropo cubierto de plata se lanzó sobre ella y le hizo un corte a lo largo de la garganta.Ni siquiera tuve tiempo a tener esperanzas de que Leo hubiese acabado con el problema, porque Omega no perdió la sonrisa y su herida se cerró en segundos. Tenía el poder de regenerarse, Noah tenía razón.

    Leo dudó un segundo, confuso. Ella no, alzó su mano y le aferró por la garganta. Su puño se convirtió también en plata y elevó a Leo en el aire. Trató de moverse y liberarse, pero ella no le soltaba.

    – [Noah]Leo, no. [/Noah] – Noah se transformó en Rakkthathor a la velocidad del rayo y cargó contra ella, pero no consiguió moverla del sitio y del choque, la bolsa con los discos salió despedida y se desperdigaron contra el suelo, brillando cada vez con mayor intensidad. Pero al menos consiguió que soltase a Leo, que abandonó su cuerpo de plata para respirar con dificultad.

    Llamas, hielo, luz, oscuridad, magia y todo tipo de fuerzas se unieron contra ella, que no cedía y ni siquiera daba atisbos de estar cansada o esforzándose. No la venceríamos con nuestros poderes. No estábamos entrenados para trabajar en equipo y Omega se había criado como cazadora de potenciados. Veía perfectamente las debilidades entre nosotros y la falta de compenetración y la aprovechaba.

    Jane, Michael y algunos de los que menos poderes ofensivos tenían, estaban apartados, tratando de proteger a Bowie, Elliot y Vera. No había otra opción, era nuestra única salida, así que corrí hacia los discos y los fui reuniendo.

    Corría tan rápido que mi cuerpo parecía moverse por instinto. La piedra me rasgaba la piel de las manos y la sangre se mezclaba con el polvo. Cuando conseguí reunir todos los discos, brillaron intensamente y un rayo salió disparado hacia el lago Marmalade.

    – [Xander]El portal está abierto, es nuestra única oportunidad.[/Xander] – les dije, señalando el lago. No podíamos hacer otra cosa que correr y encomendarnos al destino.

    Noah consiguió alejar a Omega de nosotros y echamos a correr todos juntos. Estábamos ya cerca de saltar cuando ella se colocó frente a nosotros lanzando a un Noah en forma humana que por suerte respiraba.

    Omega sonrió y se preparó para acabar con nosotros. Los discos brillaban. La luna se alzaba como una herida sangrante en el cielo. Y entonces nos desvanecimos.

  • UN MUNDO QUE SALVAR

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, EDIFICIO CENTRAL

    El tiempo, cuando estás nervioso y preocupado, trascurre mucho más deprisa. Sin apenas poder pararme a pensarlo, el verano había llegado y se estaba marchando ya, mientras mi mente debatía día tras día las amenazas que teníamos ahora encima: Infinity y Omega.

    Supongo que es hablar demasiado bien de mí dejando pensar que mis únicas preocupaciones eran referentes a peligros trascendentales para todos los seres vivos y para mis seres queridos concretamente, así que voy a aclarar que no había sido eso lo único que había rondado mi mente.

    Durante un breve instante, en un lugar sacado del infierno, con todo el mundo en peligro, me había sentido como el héroe que siempre había querido ser, como los Moondies. Todo había parecido resuelto, las cosas con Jane estaban arregladas e iban incluso mejor de lo que jamás habría esperado. Nos habíamos besado y mi corazón albergaba solo esperanza por el futuro que teníamos por delante. Creía que todo, absolutamente todo, podía conseguirse con fuerza de voluntad. Y entonces mis esperanzas se vieron aplastadas delante de mis propias narices por nunca había sido Jane, solo Omega, jugando conmigo.

    No quería hablar de ello con nadie. Mis problemas con Jane habían sido públicos durante mucho tiempo y me avergonzaba confesarle a nadie Omega me había engañado con tanta facilidad porque me había dado lo que quería, el amor de Jane.

    Así que en lugar de hablarlo, me concentré en la preocupación que era común para todos. Usaba la InfiniBand con recelo, pese a las modificaciones que había hecho Henry a todas las nuestras. No había vuelto a conectarme a Endless, en su lugar, si conseguía concentrarme, usaba alguna de las viejas consolas de mi padre. No había vuelto a hablar con Jane desde la mañana siguiente, cuando ya estaba completamente recuperada, de hecho, ni siquiera hablamos en ese momento, solo me miró y desviamos la mirada.

    Mi tiempo, en resumen, se trataba principalmente de mi trabajo en la Escuela Legado, pasar tiempo con mi familia, incluida la nueva miembro a la que todos tratábamos de dar el mayor apoyo, y entrenarme con Owen para estar a la altura de lo que pudiera pasar.

    – [Xander]¿Qué tal está tu hermana?[/Xander] – pregunté, golpeando uno de los muñecos de Wing Chun, que en nuestro gimnasio privado eran de piedra y acero para soportar los golpes. Owen y yo los acolchábamos un poco, mis madres y Elle no lo necesitaban, de hecho, eran la fuente de ingresos de la empresa que los proporcionaba para la Escuela.

    – [Owen]¿La repostera o la malvada?[/Owen]. – trató de quitarle importancia, pero los dos sabíamos que no colaba. Ver a su hermana así, aunque fuese una versión malvada y psicópata, le había afectado profundamente. Yo también habría llevado mal enterarme de que estaba suelta por el mundo una Elle que me había matado. – [Owen]Bien supongo. Ya sabes como es se encierra en si misma.[/Owen] – comentó. Parecía acostumbrado a cómo lidiaba Jane con sus problemas. Se conformaba más que yo, por suerte eso le quitaba frustraciones.

    Asentí, serio. Bowie tenía razón pese a su «corta edad». Me habría gustado arreglarlo con Jane, especialmente ahora que podía necesitar ayuda una vez más para lidiar con la revelación de sus poderes. Pero una barrera invisible me lo impedía. – [Xander]No sé cómo pudo engañarnos.[/Xander] – comenté en voz alta. Cada día lo repasaba en mi cabeza, era exactamente igual.

    – [Owen] Jane siempre ha sido muy buena actriz. Supongo que eso se extiende a cualquiera de sus versiones.[/Owen]. – respondió. Cuando éramos pequeños siempre estaba apuntada a todas las obras que había en el colegio y se le daba bien. No dejaba de dar vueltas a la noche de los recreativos, ya no sabía quién de las dos me había encontrado. En su día me había parecido demasiado «punk» para ser Jane, pero estaba confuso y no quería hacerme ilusiones.

    – [Xander]Ya, pero me engañó la que es una asesina y una psicópata.[/Xander] – y que tenía casi tantos años como nuestros padres y madres. Noah había teorizado que Omega había debido conseguir el poder de un potenciado que no envejeciese o que tuviese regeneración celular. Con los Moondies había huido una chica que tenía regeneración y no volvieron a saber de ella, así que era una opción. Tenía un tablón en su cabaña con otras teorías de los asesinatos de potenciados que había habido en los últimos años, como Magnolia o la madre de Dante, junto a los que sabía que había matado en su futuro por los recuerdos que tenía su padre. Evidentemente, el poder de Owen y el de su padre eran preocupantes, pero el de la Amy de su mundo, que no estábamos seguros de si lo había conseguido o no, era uno de los más peligrosos, junto con la telepatía que había conseguido de la April de su mundo.

    – [Owen]Nos engañó a todos. Y no eres el único que cometió una estupidez por ella.[/Owen] – dijo, dejando el muñeco por un momento.

    Me detuve y le miré. Owen no me había dicho nada hasta ese instante,  pero saltaba a la vista que lo que fuese, le preocupaba. – [Xander]¿Qué hiciste?[/Xander] – pregunté sin juicios.

    – [Owen]Destruir las muestras de sangre.[/Owen] – aclaró, apartando la mirada. – [Owen]No me pareció bien que tuvieran algo con lo que pudieran hacer daño a Jane. Y ahora no podemos detener a su versión Killer Queen.[/Owen] – añadió.

    Volví a golpear el muñeco mientras pensaba. Las muestras habrían venido bien para encontrar la forma de detenerla, porque de una mala Infinity podría encargarse de ella. Golpeé demasiado fuerte el muñeco en una zona no acolchada y me quité el guante para ver si tenía la mano bien. Parecía que solo era el golpe, pero aun así, descansé.

    Owen lo había hecho por un buen motivo y de todas formas, seguro que Infinity habría intentando controlar a Omega o crear un ejército con su poder.

    – [Xander]No podemos dejarla libre otros veinte años.[/Xander] – llevaba mucho tiempo en las sombras. Según la teoría de Noah, recuperándose del viaje o de algo que le hubiesen hecho en la Iniciativa. Los Moondies sabían que estaba aquí porque en un futuro iba a tratar de controlar la utopía de Z después de reemplazar a mi madre, pero no había hecho acto de aparición y aunque ellos seguían alerta, no parecía una amenaza.

    Con Ezra por allí estaban más preocupados, se les notaba. Se habían reunido más veces, pero no tenían ningún atisbo de presencia de Omega por ninguna parte. No podíamos decírselo, era nuestra responsabilidad, nosotros le habíamos dado lo que quería y nosotros teníamos que librarnos de ella antes de que fuera tarde.

    – [Owen]¿Se te ocurre alguna idea?[/Owen] – preguntó. Dejé de divagar y volví a la realidad. Nos hacía falta un plan, algo para poder enfrentarnos a ella pese a que nos superase abismalmente en poder. – [Owen]Porque por muy versión malvada que sea, sigue siendo mi hermana. Y no me siento cómodo si la opción es matarla.[/Owen] – añadió. Le miré. Acababa de darme una idea con eso de no matarla.

    – [Xander]Vamos un momento a la biblioteca.[/Xander] – le dije, quitándome los guantes. Él me siguió y cerré la puerta detrás de nosotros. Esa biblioteca del edificio original de la Escuela era solo para Moondies e hijos. En su día había sido una biblioteca común para los alumnos con libros de demonología y ocultismo, pero ahora tenía su propio edificio con más colecciones y esta se había quedado para libros prohibidos y anotaciones de los propios Moondies, especialmente de mi tío Christopher.

    Empecé a repasar los tomos en busca de uno en concreto. Owen me ayudó, pero sin saber qué buscaba exactamente iba más lento. Tampoco yo recordaba cómo se llamaba, solo sabía que tenía que estar allí.

    Al final lo encontré, el tomo de los «Daë». Tenía como título Axis Mundi en sus tapas de cuero y en el interior recordaba perfectamente las ilustraciones de los Guardianes del tío Daakka. Eso era lo que buscaba. Los Moondies nunca tomaban a la ligera la solución violenta. Mason se devoró a sí mismo en la oscuridad y a Z se recluyó en su isla. Pero no eran ellos los que me habían dado la idea. Pasé las páginas y encontré la ilustración. Un vórtice arrastrando al Soberano a la Nada mientras los demás lloraban la pérdida de la tía Kaylee.

    – [Xander]Esto. Pero no sé cómo, ni si saldrá bien.[/Xander] – le indiqué, señalando la ilustración.

    – [Owen]¿Estás seguro? ¿Y si la cagamos y liberamos a ya sabes quién?[/Owen] – replicó. El sacrificio de la tía Kaylee les había marcado a todos. Incluso veinte años después, seguían recordando el día en el que pasó todo, porque la tía Lucy era ella pero no era ella. Para mi madre y mi tía Diana, Lucy era otra hermana, pero no Kaylee, ella se había perdido para siempre en el Axis Mundi. Por eso muchos no querían nombrar al Soberano, como si fuera nuestro propio Lord Voldemort.

    – [Xander]Según el tío Toph solo va en una dirección.[/Xander] – le expliqué, leyendo por encima las anotaciones. – [Xander]Él se escapó cuando fueron a buscar al tío Ed. Es el único arma que nos dejaron los Daesdi.[/Xander] – tenía dudas. Había muchas cosas que podían salir mal. En su día, los Daesdi habían preparado a los Daë para enfrentarse a ello y a nosotros no. Ellos tenían las piedras, nosotros no. Ellos eran un equipo, nosotros no. Pero aun así, no teníamos más opciones.

    – [Owen]Bueno. Si estas seguro me apunto. Es la única opción que no desemboca en un derramamiento de sangre.[/Owen] – aseguró, asintiendo con la cabeza.

    – [Xander]No sé, no es un gran plan, pero no se me ocurre nada más.[/Xander] – respondí con sinceridad. Tenía más cabos sueltos que atados e implicaba hacer muchas cosas a espaldas de los Moondies y de Nate. Traté de empezar a hilar un poco más las cosas. Nadie querría ayudarnos si presentábamos el plan así. – [Xander]Cuando ellos entraron había un evento cósmico.[/Xander] – pensé en voz alta, al ver la ilustración de la superluna de la cosecha, con su resplandor naranja tiñendo el pico Tantree. Volví a una de las estanterías para comprobar los calendarios de eventos astronómicos.

    Los eventos cósmicos afectaban de muchas formas al mundo sobrenatural, no solo por las lunas llenas de los licántropos. Después de un rato, encontré lo que buscaba, lo más parecido que encontraría ese año. – [Xander]Hay uno en nueve días.[/Xander] – le expliqué. Al menos era algo.

    – [Owen]Me encanta que siempre haya poco tiempo de preparación para estas cosas.[/Owen] – comentó con una sonrisa sarcástica.

    – [Xander]Ni siquiera sé si valdrá.[/Xander] – respondí. – [Xander]Se supone que será una luna de sangre.[/Xander] – le expliqué. No sería una superluna de la cosecha, pero la luna se teñiría de rojo y parece que se vería más grande y más nítida desde nuestra zona del mundo. – [Xander]Y no tenemos piedras como ellos, son discos.[/Xander] – comenté, volviendo al tomo de los Daë donde bocetos de los discos más toscos que debía haber hecho el tío Toph, a juzgar por el hecho de que tenían anotaciones y el nombre de sus dueños.

    – [Owen]Siempre podemos cogerlos «prestados».[/Owen] – propuso, haciendo unas comillas con sus dedos. No era lo más correcto moralmente hablando, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

    – [Xander]¿Puedes conseguir el de tu padre?[/Xander] – le pregunté.

    – [Owen]¿Bromeas? Se pasa más tiempo sin ropa que con ella. Está tirado.[/Owen] – Owen le quitaba importancia pero seguía afectando bastante en su casa la acalorada reconciliación que estaban teniendo sus padres.

    Esbocé una sonrisa, no podía sonreír más con la preocupación que tenía encima, pero al menos ahora tenía un propósito. – [Xander]Tenemos que convencer al resto para conseguirlos.[/Xander] – dice.

    – [Owen]Te dejo eso a ti. Tu eres el de la labia.[/Owen] – respondió. Por un momento pensé que lo decía bromeando.

    – [Xander]Sí, como me ha ido tan bien…[/Xander] – le respondí.

    Volvimos a dejar los libros en su sitio para no despertar sospechas en los Moondies y terminamos el entrenamiento. Tenía muchas personas con las que hablar para reunir un grupo suficiente como para pasar las Pruebas. Como mínimo, necesitábamos todos los discos y una persona que lo llevase.

    Había algunos con los que contaba con más facilidad: Amy probablemente dijera que sí, y así tendríamos el del tío Christopher o la tía Diana; de Kaylee no estaba seguro, pero Amy podía coger ambos y otro usaría el que sobrase; Elle seguramente estuviese conmigo, entre los dos teníamos los de nuestros padres; Idris iría donde fuese Elle y podía conseguir dos discos, uno para él y otro para alguien más; Noah tenía acceso a los de sus padres incluso si Leo no quería venir; con Ezra no había hablado demasiado en este tiempo, era un tipo silente, no hablaba mucho de cómo se sentía y me costaba llegar a él, no sabía si nos ayudaría o no, pero de hacerlo, tenía acceso a otros dos discos; y eso nos dejaba con el de Logan, el de Bill, el de Aphrodite y el de Hiroshi, que no tenía ni idea de cómo conseguir.

    Con la primera con la que hablé esa mañana fue con Elle, que me apoyó. Tenía suerte de tenerla como hermana, era un auténtico regalo que ahora también compartía Bowie. Idris estaba con ella así que tuve también mi respuesta e incluso iba a intentar conseguir el de Bill además de los de sus padres, porque sabía que Mike no querría tener nada que ver.

    Después de hablar con ellas y comer algo mientras revisaba el plan, fui a casa de mis tíos a ver a Amy y a Kaylee. Ellos por suerte no estaban, pero Amy sí.

    – [Amy]Hueles a ese[/Amy].- replicó arrugando la nariz, apoyada en el marco de la puerta.

    – [Xander]Algún día tendrás que enfrentarte a ello.[/Xander] – respondí sin acritud, los dos sabíamos hablar entre nosotros sin tomárnoslo a mal. Se hizo a un lado y pasé. – [Xander]Pero vengo a hablarte de otra cosa.[/Xander] – empecé a explicarle, dudando de si ya lo habría visto o no.

    – [Amy]Pues dilo[/Amy].- me animó. Llevaba una ropa sencilla de estar en casa, pero seguía siendo tan magnética como siempre. Llenaba la habitación.

    – [Xander]Quiero abrir la puerta al Axis Mundi para expulsar a Omega igual que al Soberano.[/Xander] – resumí, intentando parecer seguro de mí mismo.

    – [Amy]Si tú vas, yo voy contigo.[/Amy]- ella también sintetizó. Con Amy las cosas eran bastante fáciles, era directa, sin complicaciones.

    – [Xander]Va a ser peligroso. Voy a intentar hablar con todos porque necesitaremos los discos.[/Xander] – expliqué, pese a saber que la respuesta sería la misma.

    – [Amy]Jane va a decir que no[/Amy].- me miró fijamente, así que sí sabía ya algo del plan. Me esperaba lo de Jane.

    – [Xander]Le he pedido a Owen que hablase con ella. De todas formas en su casa solo hay un disco.[/Xander] – respondí, casi para mí mismo más que para ella.

    Amy se quedó en silencio, mencionar a Owen no era la mejor forma de sacarle las palabras desde que tuvo la visión. Conocía bien a mi prima y sabía que le estaba sobreprotegiendo, al igual que a sí misma, pero de momento no podía hacer nada por evitarlo.

    – [Xander]¿Está tu hermana?[/Xander] – le pregunté. Sabía que me refería a Kaylee, Vera era demasiado pequeña como para meterla en ese lío.

    Ella asintió, mientras se ponía la chaqueta para salir.- [Amy]Está en su habitación[/Amy]. – dijo, cogiendo las llaves.

    Asentí. – [Xander]Luego hablamos. Tienes que conseguir un disco y si Kay no quiere, dos.[/Xander] – le aclaré. En su caso no sería difícil, el tío Toph y la tía Diana no los escondían demasiado, igual que mi padre y mi madre.

    Amy me guiñó un ojo y se fue, seguramente porque tenía turno. Subí las escaleras y llegué a la puerta que tenía un cartel de madera donde se leía ‘Kaylee’. Llamé a la puerta y me dijo que pasase. Cuando la abrí vi que tenía varios libros desperdigados por la cama. Las clases aún no habían empezado y lo que vi en uno de los libros antes de que lo cerrase me dejó claro que estaba volviendo a la magia.

    – [Xander]Hola, Kay. ¿Molesto?[/Xander] – le pregunté.

    – [Kaylee]No, pasa.[/Kaylee]- respondió. Se quitó las gafas y se rascó los ojos, cansada. Sabiendo como era en los estudios, debía estar tomándose esto también muy en serio.

    – [Xander]¿Cansada?[/Xander] – le pregunté, sentándome en la silla del escritorio. Me pregunté si seguiría usando Endless como antes o ahora tendría recelos como algunos de los demás.

    – [Kaylee]Sobreviviré.[/Kaylee]- replicó, tratando de sonreír.

    – [Xander]Tengo que hablarte de algo…relacionado con aquella noche.[/Xander] – le expliqué. No sabía cómo decirlo, porque no quería añadir más preocupaciones a las que ella ya tenía encima.

    – [Kaylee]¿Qué mierda te ha dicho Leo? [/Kaylee]- preguntó, visiblemente nerviosa. Le temblaban las piernas cuando se levantó la cama a pasear por la habitación.

    La miré, probablemente con los ojos como platos. – [Xander]¿¿¿Leo y tú???[/Xander] – pregunté. No conseguía creérmelo, tenía que ser que había entendido algo mal. Kaylee había sido la que le había convencido de ir, pero…no podía ser. Si se odiaban.

    – [Kaylee]No, no, no, no.[/Kaylee]- negó con la cabeza y casi solté un suspiro. No sé cómo había podido pensar en que Leo y ella hubiesen tenido algo, era una locura.- [Kaylee]Bueno, sí.[/Kaylee] – corrigió después. No tuve la más remota idea de qué decir.

    – [Xander]¿Quieres…hablar de ello?[/Xander] – se me estaba yendo el motivo por el que había ido allí, pero era más importante ayudar primero a mi prima.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- respondió ella, aún nerviosa. Decidí dejar el tema como un tabú hasta que ella quisiera.

    Asentí para dejárselo ver y volví al tema principal. – [Xander]He venido a hablarte del rescate. De Omega.[/Xander] – aclaré.

    – [Kaylee]Ahora mismo no os puedo ayudar.[/Kaylee] – respondió. Fue tan rápida su respuesta que supe que sus problemas personales estaban aún bloqueándola. Ella había montado el rescate y convencido a todo tipo de gente cercana para ayudarnos. No era por desmerecer a Dante, pero no tenía el don de gentes necesario como para reclutar a alguien que no fuera Cole y al recién descubierto hijo de Logan, Niall, el amigo de Noah. Él mismo lo había admitido, Kaylee había convencido a Lexie, a Leo, a Mike y había recurrido a Nate y Jane. Ella nos había protegido en el peor momento con su magia. Pero al parecer aún se veía poca cosa.

    – [Xander]Si no quieres, lo entiendo. Amy puede coger los discos de tus padres.[/Xander] – respondí. Para alguien tan inteligente como Kaylee la mención a los discos bastaba para dejar claro mi plan.

    – [Kaylee]Lo veo justo.[/Kaylee]- respondió casi automáticamente. Estaba muy tensa, pero no era solo por lo que había ido a decirle. No sabía que decir así que empecé a darme la vuelta, pensando cómo despedirme después de esa jarra de agua fría. – [Kaylee]No deberíais ir.[/Kaylee]- dijo, sin mirarme fijamente.

    – [Xander]No hay otra forma. Ya la viste.[/Xander] – le respondí. Omega tenía más poder del que ninguno de nosotros tenía, ni siquiera los Moondies. Temía perderles después de todo lo que habían luchado. – [Xander]Será mejor que vaya a hablar con los demás.[/Xander] – añadí, despidiéndome. No quería presionarla. Sabía que era capaz, pero no podía obligarla.

    – [Kaylee]Siento no estar a la altura.[/Kaylee]- replicó apenada, girándose para volver a sus estudios.

    – [Xander]Nos salvaste la vida.[/Xander] – le respondí, con una chispa de esperanza, pero ella ni se inmutó, así que salí de su cuarto.

    Casi me tropecé con Vera cuando cerraba la puerta.

    – [Xander]Hola, Vera.[/Xander] -la saludé. Estaba muy cerca, así que empecé a preguntarme si había escuchado nuestra conversación. Ella y el tío Toph estaban muy unidos y tenía miedo de que se lo pudiera contar.

    – [Vera]Uy, hola.[/Vera]- saludó ella, sonriente. Miró su móvil, en el que tenía abierto el InfiniChat. Seguramente no se hubiese enterado de nada, solo iba despistada mirando la pantalla.

    – [Xander]¿Qué tal?[/Xander] – le pregunté.

    – [Vera]Bien.[/Vera]-  dijo con una amplia sonrisa .- [Vera] ¿Y tú?[/Vera] – preguntó.

    Disimulé lo mejor que pude, no me gustaba mucho mentir, siempre me dejaba una sensación desagradable en el estómago. – [Xander]Bien bien. Hoy tengo un poco de prisa, a ver si el próximo día vengo con más tiempo y pasamos un rato juntos.[/Xander] – me despedí demasiado rápido.

    – [Vera]Estoy deseando pasar tiempo con vosotros.[/Vera]- se despidió ella, sonriendo. Hacía tiempo que no pasaba mucho rato con la pobre Vera y me dio pena, pero cuando todo estuviese arreglado las cosas serían más fáciles.

    Pero por el momento aún había muchos planes que hacer y un mundo que salvar. Y aun así, no conseguía quitarme una cosa de la cabeza. ¿¿¿Kaylee y Leo???

  • UN BREVE INSTANTE DE FELICIDAD

    Xander Echolls

    Noche | Subterráneo dos, Infinity

    Miré la InfiniBand y un nudo se me instaló en el pecho. Habían pasado ya al menos dos horas desde que Noah nos había repartido a todos por los diferentes sótanos, al menos en teoría. Desde allí dentro no podíamos comunicarnos entre nosotros para saber lo que estaba pasando, principalmente porque nuestro medio de comunicación era un teléfono hecho por la empresa en la que acabábamos de colarnos, con una red de internet que también les pertenecía, un sistema operativo que habían creado y en un país en el que llevaban el control de todo el Departamento de Tecnología. Cuando saliésemos de allí y las cosas se calmasen, iba a tener una charla muy larga con Henry antes de atreverme a jugar de nuevo en Endless.

    Jane estaba alejada de mí, observando una de las celdas a través del muro de cristal. Yo estaba apoyado en una sala central en mitad del pasillo, formada entera por paredes transparentes y en la que solo había instrumental y una camilla. Estaba caminando y tocando el lugar que tantas pesadillas y ataques de pánico había causado a mi madre.

    En el rato que llevábamos allí, ni Jane ni yo habíamos vuelto a hablar de nuestra aparente reconciliación en el bosque. Ambos debíamos estar demasiado preocupados por cómo se encontrasen los demás. A mí también me influía el hecho de sentirme culpable por no poder disfrutar de una conversación juntos, de no poder ilusionarme por volver a hablarnos después de tanto tiempo. Me sentía responsable de todos los que habíamos entrado y si le pasaba algo a cualquiera de ellos, no podría perdonármelo.

    Pero fuera como fuese, tenía que concentrarme, si Jane lo estaba pasando tan mal como yo, era mejor que estuviéramos juntos en ese lugar escalofriante.

    – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – pregunté. No era mucho, no me acercaba más a ella como deseaba en el fondo. Simplemente fui incapaz de decir nada más.

    – [Jane]Sí.[/Jane] – respondió, mirándome fijamente. Sus ojos me atravesaban, había echado de menos su mirada, aunque no era como la recordaba, no encontraba la calidez que siempre había visto en ella, incluso cuando estaba enfadada conmigo. – [Jane]¿Y tú?[/Jane] – preguntó, desviando la mirada, cohibida. Quizá estaba pensando de más, había pasado mucho tiempo, estaba preocupada. La Jane de siempre estaba ahí debajo, pero había sufrido mucho.

    Asentí, en realidad no lo estaba, pero no ganaba nada dándole vueltas, ella sabía tanto como yo de cómo estaban los demás. No dejaba de pensar en cada uno de ellos y a veces mi mente me traicionaba imaginándose un fatal desenlace y qué sería de mi vida sin ellos, pero con dolor, conseguía mantenerlo a raya, convencerme de que estarían bien. – [Xander]Sobre lo de antes…me gustaría que pudiésemos volver a ser amigos.[/Xander] – suspiré, mi corazón estaba un poco acelerado.

    Ella tardó en responder y me forcé a mantenerme tranquilo. – [Jane]Yo…no quiero ser solo tu amiga.[/Jane] – dijo finalmente. La miré, estaba algo sonrojada, evitando mirarme.

    Me quedé callado, había sufrido mucho por algo que había creído imposible y ahora, de un momento para otro, en mitad de una situación de pesadilla en la que era incapaz de disfrutarlo, se me estaba algo con lo que había soñado. – [Xander]¿Lo dices en serio?[/Xander] – pregunté. Mi confianza no era la misma que cuando era más joven. Me fiaba de mis instintos pero tenía que comprobarlo más de una vez. No dejaba de pensar que algo iba a salir mal, pero lo achaqué a la ansiedad de la situación.

    Ella asintió y se quedó en el sitio. Me acerqué un poco más, no me sentía cómodo dejando que mis sentimientos vagasen por la distancia que nos separaba en ese aséptico y tétrico lugar. – [Xander]Jane yo…siempre he sentido algo por ti.[/Xander] – confesé. No era la primera vez que lo hacía, había rememorado las palabras que ella me había dicho aquella noche en el salón de juegos de Endless. Algo había cambiado desde aquél día, pero no sabía qué.

    – [Jane]Y yo por ti.[/Jane] – escuché cada palabra como si se pronunciasen en días diferentes, macerándolo, tratando de paladear cada una de ellas, pero seguía sin poder disfrutarlo.

    – [Xander]Pensé que me odiabas.[/Xander] – salió solo, sin pretenderlo. Nada más decirlo me agobié, pensando que ella se lo tomaría como una acusación o echárselo en cara.

    – [Jane]Nunca.[/Jane] – dijo, simplemente.

    – [Xander]No me has hablado en años.[/Xander] – comenté, cada vez más cerca. El pasillo era frío, así que al estar tan cerca empecé a notar el calor de su cuerpo.

    – [Jane]Lo siento.[/Jane] – respondió, mirándome. Era tan guapa y estaba tan cerca que empecé a no saber qué hacer.

    – [Xander]No, no te preocupes. Deberíamos dejar atrás el pasado.[/Xander] – añadí, pensativo. Pese a todo, no dejaba de rondarme la cabeza lo que me había dicho aquella noche, cuando decidí finalmente irme a Merelia para no tener que verla día a día. – [Xander]Es solo que…aquella noche en el salón de Endless…pensé que no significaba nada para ti.[/Xander] – lo dejé ir, no sabía cómo saldría, pero si quería estar bien y no dudar a cada instante, tenía que hacerlo.

    – [Jane]Lo siento. Estaba pasando por un mal momento[/Jane].- Jane fue concisa, no lo elaboró, no lo adornó, no dio demasiadas explicaciones. Era suficiente, quizá más adelante volviesen las dudas, pero ya habría tiempo. Sabía que la coraza que tenía no se iba a derrumbar de un día para otro.

    – [Xander]No, tranquila, lo entiendo.[/Xander] – afirmé. Nos quedamos en silencio, mirándonos, entonces un ruido nos sobresaltó y su mano saltó directamente a la mía. La cogí sin pensarlo y ella se asustó, apartándola, solo para sorprenderse de que no estuviese en el suelo retorciéndome de dolor.

    – [Jane]Dios.[/Jane] – exclamó, pasando sus dedos por mi palma. Recordaba la conversación con mi madre hacía unos meses, cuando me confesó que tuvieron un susto cuando teníamos tres años, porque Jane me agarró de una mano y pensaron que me quedaría en el sitio por su poder, pero no pasó. Hasta ese momento solo había sido una teoría, solo habría podido probarlo de verdad con ella o con su madre. Todo había empezado con Amy, por su poder, veía cosas del futuro a través de sus sentidos, muchas veces a través del contacto físico. Lo guardaba en secreto,a veces veía cosas sin importancia, otras veces veía cosas que mantenían su depresión. Cuando me tocaba a mí nunca veía nada, su poder no llegaba ni a activarse.

    – [Xander]No quería que lo supieras sin saber si…yo también te gustaba.[/Xander] – confesé. Jane sabía desde pequeña que no podía tocar a nadie y eso era una barrera enorme para las relaciones románticas. No quería que mi poder fuese un comodín y acabase conmigo porque no podía estar con nadie más.

    Suspiré y tragué saliva, corté todo lazo con mis pensamientos y me eché hacia delante, dejando que mi cuerpo se moviese solo hasta que nuestros labios entrasen en contacto. Así no habría dudas que me impidiesen hacerlo.

    Fue un beso corto, suave, no quería pasarme por si no era recíproco. Cuando nos separamos, sonreí. Fue un breve instante de felicidad ajena a todo lo que estaba pasando.

    – [Jane]Vaya…[/Jane] – respondió ella, sonriendo también.

    – [Xander]Lo..siento. No he podido evitarlo. Pero será mejor dejarlo para cuando no estemos en peligro.[/Xander] – me disculpé, algo sonrojado. Entonces ella me cogió de la mano y tiró de mí para darnos un beso más largo.

    La alegría duró poco, por desgracia, porque escuchamos unos ruidos que nos distrajeron. Avanzamos en dirección a ellos solo para descubrir que no estábamos solos. Las celdas de la zona en la que nos había dejado Noah estaban vacías, pero según te adentrabas más en el pasillo, cada vez estaban más llenas de otros seres, algunos sobrenaturales a simple vista y otros no tanto. Infinity no solo había ocupado las instalaciones de la Iniciativa. Era la nueva Iniciativa, solo que con más poder y con más tecnología.

  • DEL BOSQUE A LA BOCA DEL LOBO

    XANDER ECHOLLS

    TARDE / NOCHE – BOSQUE DE LOS LOBOS, SEDE DE INFINITY

    No era la primera vez que ponía los pies en el Bosque de los Lobos. En el colegio y en el instituto era un lugar de excursiones habitual. Tenía una loma despejada donde había un área recreativa y unas vistas impresionantes, pero el verdadero motivo de ir allí era para dar una lección de historia local sobre la Batalla de Ripper. Las primeras veces que escuché la «versión oficial» me molesté un poco por el hecho de que lo que habían sacrificado los Moondies pasara desapercibido, pero al final uno se acostumbra a que el anonimato es mejor.

    Todas las veces que había ido había sentido una sensación poderosa y sobrecogedora. Una cosa es saber que tu familia y sus amigos han evitado el apocalipsis en más de una ocasión y otra ser testigo en primera persona del lugar en el que ocurrió una de las más duras batallas.

    Esa vez, sin duda, la sensación fue mucho más fuerte. Me sentí muy conectado a ellos cuando nos acercamos a un extremo del bosque y atisbamos el edificio de la vieja Iniciativa. El ajado y descolorido logotipo ‘Iniciativa Awaken‘ había desaparecido casi completamente mientras que el infinito que simbolizaba ‘Infinity‘ se alzaba imponente, como si no tuviese nada que ocultar y mucho de lo que enorgullecerse.

    Allí, tan cerca de aquél lugar, me sentí muy conectado a los Moondies. Fue huir de allí juntos una de las cosas que más les unieron y ahora yo estaba allí también con un grupo de personas importantes en mi vida, esperando para entrar y rescatar a dos más.

    Me noté inquieto, preocupado. No sabía si los héroes se sentían así, si los Moondies se habían sentido así alguna vez cuando tenían que enfrentarse a algo. Mi cuerpo habría aceptado cualquier excusa para irse corriendo a casa.

    Miré a los demás, que esperaban en silencio a la señal de Henry, nuestro enlace y nuestra única forma de entrar y salir. Si no hubiera sido por la visión de Amy, habría meditado confiar en Henry pese a ser hijo de una de los O.W.L.S. Nos tenía a su completa disposición.

    El resto del equipo no era muy extenso. Eché en falta a muchas personas, pero no podía culparles. Me acerqué a Amy, que estaba apoyada cerca de un árbol de color gris oscuro. Según la versión oficial de la guerra, había sido un combate entre una fuerza militar del gobierno y un grupo de terroristas amparados por el Director de Inteligencia Nacional. En el combate, decían, se habían usado armas químicas alucinógenas pero también otros prototipos. Supuestamente la petrificación de ese árbol era el resultado de un arma tóxica, pero en realidad mi padre me había contado una vez cuando era pequeño que había sido el poder de uno de los controlados por la Iniciativa.

    Observé el reloj, esperando el cambio de turno que había programado Henry. Noah caminaba de un lado a otro, inquieto, pensativo. Cargaba con demasiados recuerdos encima de ese lugar. Ellie e Idris estaban uno al lado del otro, bastante juntos. Me alegraba ver que mi hermana sonreía y era feliz. Owen estaba cerca de mí, pero lejos de Amy, ella se encargaba de mantener la distancia para evitar la visión que le había agobiado durante semanas.

     

    – [Xander]¿Crees que seremos suficientes?[/Xander] – pregunté a Henry, que a fin de cuentas era el que sabía cómo estaba todo dentro.

    – [Henry]Sí. Aunque no creo que haga falta…-[/Henry] respondió, señalando mi espalda. Ahí llevaba atado el legado de mi padre y mis abuelos paternos, la espada Ocaso, una hoja celta, corta, de empuñadura oscura. Ellie tenía su gemela, Albor, pero no la había llevado. Mi padre nos las había dado como un regalo muy especial para él. Hacía ya muchos años que había dejado de utilizarlas, desde que creó ‘Sendero Oscuro’.

    – [Xander]Prefiero ir preparado.[/Xander] – confesé. La hoja a la espalda me hacía sentirme más seguro. Noah y yo teníamos experiencia en combate, pero no en este tipo de combate. No es lo mismo luchar contra humanos, incluso armados o superándote en número, que contra humanos con armamento pesado y cualquier otra cosa que pudieran sacarse de la manga.

    – [Elle]¿Alguien se quiere ir?[/Elle] – preguntó mi hermana. La veía tan segura de sí misma que tenía claro que ella había heredado el temple de nuestras madres y padre. En un grupo de verdad, ella sería la líder natural.

    – [Idris]Es el momento.[/Idris] – apuntó Idris, el único que había tenido verdadero contacto con la lucha contra la oscuridad. Todos nos miramos, en silencio, esperando, pero nadie se fue.

    – [Elle]¿Vamos?[/Elle] – añadió mi hermana, algo nerviosa.

    – [Noah]Cuanto antes entremos antes nos iremos de ese sitio.[/Noah] – comentó Noah, parándose un momento en el sitio mientras sus ojos pasaban por el perfil del edificio.

    Asentí y estábamos a punto de marcharnos cuando Idris hizo una señal. Agudicé el oído y escuché unos pasos de alguien que se acercaba corriendo. Mi corazón latió dos veces en un instante y me preparé para agarrar la espada.

    El momento fue eterno, pero entre los árboles lo que apareció no fue una amenaza, si no Jane, que en parte era una amenaza para mi concentración.

    – [JJ]Siento haber llegado tarde.[/JJ]- respondió tomando aire después de la carrera. Hacía mucho tiempo que no la veía en persona, pero seguía siendo igual de guapa, y eso que iba vestida con unos vaqueros sencillos y una sudadera oscura – [JJ]Hola[/JJ] – saludó, algo más cohibida.

    – [Owen]Creía que no ibas a venir.-[/Owen] le preguntó su hermano, uno de los pocos que no estaba pendiente de mi reacción.

    – [JJ]No quería dejaros solos. [/JJ]-  explicó. No me había extrañado que Jane no viniera a Infinity, en parte por mí, pero principalmente porque no aprobaría un plan que nos pusiera en peligro. Pero quizá había decidido protegernos de una forma más directa.

    – [Elle]En realidad, es que querías hacer una entrada triunfal. [/Elle]- respondió mi hermana, sonriendo, intentando contribuir a calmar la tensión.

    Me removí en el sitio, sin saber qué decir. No era el mejor momento para causar problemas y no me apetecía molestarla, así que me centré en nuestra misión. – [Xander]Será mejor que entremos entonces.[/Xander] – dije. Henry parecía no entender del todo lo que estaba pasando. Era una larga historia.

    Jamás me habría imaginado lo que pasó, ni aunque me lo hubiera jurado Amy. Jane caminó hacia mí y se paró a unos pasos.- [JJ]He estado pensando…[/JJ] – empezó a decir.

    – [Xander]Podemos hablar después.[/Xander] – repliqué, nervioso por ser el centro de todas las miradas.

    – [JJ]Ya, pero déjame hacer una cosa.[/JJ]- asintió y lo siguiente que sentí fue su cuerpo contra el mío, abrazándome. Se aseguró de no cruzar su cara, lo único que no llevaba tapado, con nada de piel descubierta de mi cuerpo, evitando la acción de su poder. No sabía que en mi estancia en Merelia con Amy había descubierto por qué los Moondies no tenían miedo de que Jane y yo jugásemos juntos.

    – [Idris]Si nos vamos a poner todos cariñosones dejadnos un minuto.[/Idris] – bromeó Idris. Mi hermana le dio un puñetazo fuerte a juzgar por su cara. Yo no pude evitar sonrojarme, pero sonreí, mirando a Jane cuando nuestros cuerpos se distanciaron.

    Ella me guió un ojo. – [JJ]Ya nos podemos ir.[/JJ] – replicó. Se había vuelto a encender la esperanza de que Jane y yo volviésemos al menos a ser amigos y todo, probablemente, gracias al empujón de Amy para regalarle algo por su cumpleaños. Busqué a mi prima para agradecérselo con la mirada y la encontré aún apoyada en el árbol, parecía incómoda.

    – [Owen]Creo que voy a llorar…-[/Owen] sonrió Owen, abanicándose con la mano en un gesto exagerado.

    – [Henry]Está bien. Nunca he intentando esto con tanta gente. Por favor agarraos de las manos.-[/Henry] pidió. Jane agarró una de mis manos y con la otra a Elle. Como llevaba unos guantes negros no había problema, su poder, como el de su madre, funcionaba con el contacto directo.

    Cuanto todos cerramos un círculo alrededor de Henry, como si intentásemos despertar a un Super Saiyan Dios, el suelo y el cielo parecieron fundirse con un choque eléctrico. Segundos después aparecimos en un almacén cuyo final no se distinguía, de un blanco impoluto. La sensación de desorientación era terrible.

    Me pasé una mano por los ojos tratando de enfocar la mirada. Cuando lo conseguí, vi que había un montón de artefactos a ambos lados de la sala, en ocasiones también en el centro.

    – [Noah]Tienen todo lo que tenían en la Iniciativa y muchas más.[/Noah] – Noah estaba más acostumbrado a ese cambio de ubicación, así que aprovechó mientras nos recuperábamos para echar un vistazo a casi todo el pasillo.

    – [Elle]Amy, ¿cómo lo hacemos?[/Elle] – preguntó mi hermana. Mi mente estaba distraída en todos los artefactos, dossiers y notas que había por todas partes. Me forcé a concentrarme, no estábamos allí para eso.

    – [Amy]No lo sé.[/Amy] – respondió Amy, parecía frustrada, siempre fruncía el ceño de la misma forma cuando lo estaba.- [Amy]Algo ha cambiado y no sé cómo seguir.[/Amy] – explicó. El problema de ver el futuro ya lo habían contemplado los Moondies. Normalmente, cambia, al menos cuando lo ves y necesitas evitarlo, suele pasar. El problema está en que teóricamente esos futuros sí llegan a existir, porque de otra forma Ezra no estaría aquí, así que cada decisión nuestra crea un mundo nuevo. Decidme si no es presión tener que pensar así.

    – [Xander]Hay que sacarles de aquí. Es lo principal.[/Xander] – respondí. Las cápsulas no se veían por la zona en la que estábamos. Esperé la respuesta de Henry, pero estaba apoyado en una pared, casi incapaz de mantenerse en pie. El salto había sido demasiado.

    – [Xander]Elle, ¿puedes ayudarle?[/Xander] – le pregunté. Mi hermana, siempre preparada, sacó una botella de agua y una onza de chocolate de la mochila.Le hice un gesto a Noah, que inspeccionó el terreno en una fracción del tiempo que habríamos tardado el resto.

    – [Noah]Las tres cápsulas están allí delante.[/Noah] – señaló el camino y caminamos detrás de él, con cuidado. Idris, el más grande, llevaba a Henry a cuestas.

    Por el camino vi toda clase de cosas preocupantes, pero cuando llegamos a las cápsulas todo fue a más. Toda la pared que las rodeaba parecía un mural de la vida de los Moondies y de la nuestra también. Había fotos de los discos de las pruebas, de los Moondies, de objetos que tenían en su posesión y una especie de árbol genealógico de cada uno en el que también salíamos nosotros. Por si fuera poco, las fotos eran recientes y llevaban una serie de anotaciones.

    Me acerqué a ellas y se me heló la sangre. Sabían nuestra raza, nuestro grupo sanguíneo…incluso nuestros gustos. La mayoría de las fotos tenían nuestro nick en Endless, así que Infinity estaba sacando esa información del escáner que nos hacían al entrar al juego. Eso, o escuchaban nuestras conversaciones y mensajes, probablemente todo junto.

    Me aparté, deseando prender fuego a toda esa información, aunque fuera un sinsentido, porque tenían acceso siempre a esos datos. Me forcé a volver al presente y preocuparme más tarde de esa amenaza. Jane estaba cerca de las cápsulas, observándolas, como el resto.

    – [Idris]¿De quién es la vacía?[/Idris] – preguntó Idris, señalando una cápsula destrozada.

    – [Noah]Verónica Preston. Vino con Ezra.[/Noah] – explicó Noah, serio. Él sabía más que ninguno sobre la historia de los Moondies y había cosas que le habían pedido omitir. Conocía la historia de Ezra igual que algunos otros, el tío Ed se había pasado años buscándole, pero de la versión malvada de Jane no sabía nada casi nadie, seguramente para evitar que le cogiéramos miedo a la de verdad por su poder.

    – [JJ]¿Preston?[/JJ] – preguntó Jane, temblorosa. La mención a ese apellido era peliaguda, todo el mundo sabía quién era el abuelo de Jane, Owen y Elliot, pero nadie se lo recordaba.

    – [Noah]Tu versión alternativa…y malvada.[/Noah] – resumió Noah.

    – [JJ]Pues qué bien.[/JJ] – replicó ella, cruzándose de brazos. Se hizo el silencio entre nosotros.

    – [Elle]Primero deberíamos sacar al chico.[/Elle]- propuso mi hermana, rompiendo el silencio. Seguramente lo había dicho por algo. Henry había comentado que no teníamos mucho tiempo, así que podía ser eso.

    – [Noah]¿Qué fue lo primero que te regalo tu hermano?[/Noah] – intervino Noah de pronto, cortando la conversación. Estaba mirando a Jane fijamente, casi sin parpadear o tan rápido que no podíamos verlo. Me puse en tensión instintivamente.

    – [JJ]Unos patines de Frozen. [/JJ]- respondió al momento. Noah miró a Owen, que asintió. – [JJ]¿A qué viene eso?[/JJ] – preguntó Jane, molesta. Sabía a qué se debía, pero no pude evitar sentirme un poco molesto.

    – [Elle]Noah, ¿qué pasa? [/Elle]- preguntó mi hermana, colocándose en mitad de todos.

    – [Noah]Cuando los Moondies vieron el futuro, no sabían si Verónica y Ezra habían venido o no al cambiar la historia. Al estar él y esa cápsula vacía al lado…eso significa que tu doble está por ahí en alguna parte. Tenía que asegurarme.[/Noah] – explicó. Noah era práctico, no dijo que lo sentía, porque era necesario despejar la duda, especialmente allí dentro.

    Jane asintió, quitándole importancia, aunque parecía algo molesta, a cinco segundos de responderle algo, entonces un contenedor refrigerado llamó su atención.

    – [JJ]Henry, ¿tienen adn de Verónica?[/JJ] – preguntó, algo asustada. Me acerqué al contenedor donde había muestras biológicas desagradables y viales con muestras de sangre. Estaba el de Verónica y también el de mis madres.

    – [Henry]Sí.-[/Henry] aseguró él. Maldije no tener tiempo para llevarnos o deshacernos de todo lo peligroso de aquella sala, pero teníamos que priorizar a la gente. – [Henry]La llamaban Omega.[/Henry] – aseguró. Un escalofrío recorrió mi espalda con la mención de ese nombre. Miré a Noah y él me devolvió la mirada.

    – [Noah]¿Verónica es Omega?[/Noah] – preguntó para confirmar. Henry asintió. A mi familia no le gustaba demasiado recrearse en lo que había pasado en la Iniciativa. Sabíamos a grandes rasgos que les habían capturado, que había sido una pesadilla y que habían huido, pero durante años les habían seguido amenazando y habían tenido que volver a entrar varias veces, hasta su supuesta desmantelación. Lleno de dudas acudí a Noah. Su padre no había estado en la Iniciativa la primera vez, pero si en las reuniones de los Moondies en las que se aseguraban de no dejar amenazas sueltas. Una de ellas era referente a un cautivo peligroso que había escapado cuando ellos, Omega. – [Noah]Huyó de aquí la misma noche que nuestros padres hace más de veinte años.[/Noah] – resumió. Era terrorífico pensar que Verónica llevaba años por allí, pero también un alivio porque eso significaba que tenía el doble de años que Jane.

    – [Xander]Hay que librarse de las muestras[/Xander] – indiqué. Las de mis madres, la de Verónica, a saber qué podrían hacer con eso.

    – [Amy]No.[/Amy] – intervino Amy, mirándome fijamente. En ese momento tenía lo que yo llamaba de broma «mirada de alfa», que basicamente era ella llena de convicción para evitar algo.

    La miré, entrecerrando los ojos, pidiendo una explicación. – [Amy]Es el adn de Verónica, no el de Jane.[/Amy] – puntualizó.

    – [Xander]Sigue siendo peligroso.[/Xander] – dije tratando de razonar. Por lo que sabíamos, su adn debía ser idéntico.

    – [Amy]Para nosotros.[/Amy] – aseguró. Entonces dudé, confiaba en Amy igual que ella confiaba en mí, si no, Owen ni siquiera habría participado en la misión.

    – [Elle]Amy, estás siendo injusta.[/Elle] – terció mi hermana. – [Elle]Si fuera el de alguien que se parece a ti, lo habrías roto.[/Elle] – añadió. Entendía a mi hermana, pero si Amy lo decía, quizá fuese porque esa sangre podía ayudar contra Omega, o quizá ayudar a la propia Jane a librarse de su poder, las posibilidades eran infinitas.

    Jane no respondió, se quedó pensativa, observando los viales durante unos segundos, antes de irse a inspeccionar las cápsulas. – [Xander]Más tarde lo votaremos.[/Xander] – propuse, para centrar nuestros esfuerzos.

     

    – [Idris]¿Cómo sacamos al Capitán América?[/Idris] – preguntó Idris.

    – [Noah]Has estado mucho tiempo mirándolo. ¿Se te ocurre algo?[/Noah] – Noah se giró hacia Henry, que parecía pensativo.

    – [Henry]Ella puede despertar a She.-[/Henry] comentó, mirando a Elle. – [Henry]Compartis secuencuas genéticas. Solo… pon la mano sobre la cápsula. Para él no se que podemos hacer.[/Henry] – explicó. Al menos ya sabíamos cómo sacar a uno de ellos. La mención a la genética compartida me hizo pensar en el futuro. Esa muchacha era nuestra hermana, hubiese nacido como hubiese nacido, así que sería nuestra responsabilidad a partir de ese momento.

    Elle hizo caso y buscó el punto en el que colocar su mano. El escáner, muy parecido al que te hacían al entrar en Endless, cubrió con un haz azul el cuerpo de Elle, identificándola. Con lo que Henry estaba dicho quedaba claro, Infinity tenía todos nuestros datos genéticos. Si querían buscar a un sobrenatural, lo tendrían fácil, salvo que los vampiros no jugasen a Endless. – [Elle]Siempre he querido tener una hermana [/Elle].- sonrió Ellie, emocionada. Sonreí ligeramente, pese a la preocupación, mi hermana era adorable.- [Elle]No te ofendas, Xan[/Elle]. – apuntó, mirándome mientras me sacaba la lengua.

    – [Xander]No me ofendo, yo también he querido tener siempre una hermana.[/Xander] – me burlé, colocándome a su lado para poner una mano en su hombro como gesto de apoyo.

    Todo pasó muy rápido, pero diferente a lo que estáis acostumbrados a ver en las películas. Empezó a escucharse un sonido de succión y una especie de gel que había en el interior de la cápsula se fue absorbiendo por unos conductos. Cuando no quedó nada, la cápsula se abrió. La muchacha estaba allí, dormida aparentemente. Ayudé a Elle a sacarla, estaba completamente desnuda, así que Idris, que era el más alto, se quitó la chaqueta y se la pusimos. Era una suerte que a Idris no le molestase el frío de esa sala, que me imaginé que sería para mantener los artefactos en estado óptimo.

    La observé, tumbada en el suelo, con apariencia de dormir plácidamente. Se parecía a mis dos madres, y a Ellie. Es un poco extraño como me sentí. Habíamos empezado esa misión con el fin de salvarles a los dos, pero no me había parado a pensar hasta ese momento que tendría una nueva hermana y…era extraño porque solo con verla ya le tenía aprecio. Ellie me miró y vi que tenía los ojos brillantes, estaba emocionada.

    Por desgracia, los buenos momentos suelen ser breves. Escuché un ruido extraño y me giré para ver a Amy en estado glabro, cuando era aún más humana que loba, pero con un aspecto feral. Aulló y el sonido reverberó por todo el almacén.

    Me quedé parado y los demás también, observando. Cuando el aullido se detuvo, un ruido de golpes vino de la cápsula de Ezra. Nos acercamos corriendo y vimos que se removía, muy agitado, intentando salir.

    La puerta era muy resistente y él tenía poco espacio para hacer fuerza, así que decidimos tirar de la puerta. Noah se transformó y entre él, Idris, Owen, Elle, Jane y yo conseguimos arrancar la puerta de sus goznes.

    Una niebla helada salió del interior de la cápsula, seguida segundos después de un chico joven, robusto, más animal que hombre en aquél momento.

    Ezra fijó en nosotros sus ojos ambarinos y se lanzó contra Jane antes de que pudiéramos evitarlo. Noah se puso entre ellos en un parpadeo, pero Ezra no se amedrentó.

    – [Amy]¡ATRÁS, BETA![/Amy] – gritó Amy, interponiéndose. Él gruñó y ella le devolvió un gruñido. Después de unos momentos de tensión, su forma empezó a remitir a la humana. Eso sí, desnudo, ese día iba a ser marcado en el calendario como el de ver a tus parientes desnudos.

    – [Ezra]No lo entiendes. Estoy aquí para acabar con ella.-[/Ezra] trató de explicar, parpadeando demasiado. Parecía confuso.

    – [Xander]No la buscas a ella. No es Verónica.[/Xander] – me coloqué cerca de él y le puse una mano en el hombro, intentando anclarlo a la realidad. Después de años en crioestasis no debía poder diferenciar realidad de sueño.

    – [Ezra]¿Victor? Pero ella te…-[/Ezra] observó fijamente a Owen. Victor y Verónica Preston, no se lo había dicho nunca a Owen pero él también tenía su otra mitad sedienta de sangre. -[Ezra]Entiendo. Son los de vuestra linea temporal.[/Ezra] – dijo en voz más baja. Se llevó una mano al rostro, como si le doliera la cabeza. La desorientación tenía que ser muy fuerte, si no hubiera sido un licántropo quizá no lo habría contado.

    Un sonido metálico me distrajo. Me giré y había una docena de guardias apuntándonos con armas que parecían sacadas de una película de ciencia ficción. – [b]¡Quietos ahí![/b] – gritó uno de ellos. El aullido había debido alertarles.