[align=center][SIZE=3][b][color=black]Liad | Casa de las Echolls[/SIZE][/b][/color]
[SIZE=2]
Había algo de lo que me había dado cuenta. No era el único que estaba aquí. Quizás estuvo durmiendo, quizás entró mientras yo bajaba o quizás, en el peor de los casos, alguien había estado buscándome, rastreando mi esencia por todos los sitios donde había estado, intentando cazarme.
La música continuaba sonando, el efecto del Boogie Man estaba en el aire, cargándolo más de lo que ya estaba, consiguiendo que mi respiración se acelerase con cada segundo que pasaba. Intenté tranquilizarme, controlarme. No podía dejarme llevar por esa oleada de sentimientos, por ese tsunami de miedo que rompía cualquier pensamiento lógico para paralizarme. Si permitía eso, sobre todo ahora que no tenía a nadie a mi lado, no estaba seguro de lo mal que acabaría yo.
A través de la música, detrás de toda esa capa de notas, mis oídos, aunque de forma lejana, percibían que, lo que estuviese aquí, en la casa conmigo, susurraba. No podía entender lo que decía (algo lógico, la distancia, diferencia de plantas, esas cosas…) y tenía momentos en que ignoraba si se había callado o no. Pero después, por un momento, pensé en que me había quedado sordo, que quizás me había entrado demasiada agua rara en los oídos o incluso sangre, pero de verdad, llegué a un punto en que no escuchaba nada. Pero no era por mí, sino porque parecía que todo lo que me rodeaba se había puesto de acuerdo (y mira que tiene que ser difícil eso) para que el silencio reinase. La música había desaparecido, la conversación chirriante de la casa también. Tuve que hacer copio de mis fuerzas y del control que se suponía que tenía para tranquilizarme, para respirar de forma más tranquila y silenciosa.