[align=center][b]Suzanne Sommerville | Un bosque desconocido[/b]
Corro ciega, las ramas bajas me golpean la cara y me arañan el cuerpo al pasar entre ellas. Parece que en lugar de salir del bosque me adentro cada vez más en él. Me arde el pecho por dentro, como si tuviese los pulmones en carne viva, y cada vez me cuesta más respirar. No sé cuánto tiempo llevo corriendo. Tampoco sé hacia dónde. Sólo sé que correr hasta este punto, en el que ni siquiera soy capaz de dejar que mis pensamientos vaguen por sí solos, es lo que me queda. Si me permito el lujo de pensar, estoy perdida.
Tengo que parar o mis pulmones explotarán, lo presiento. Jamás en mi vida he corrido tanto como en estos momentos. Jamás en mi vida había sentido esto: la mezcla perfecta entre el terror y el vacío. Como estar en medio de una pesadilla. Me detengo de golpe cuando oigo una voz, que cruza la noche nítida y clara como si la tuviese a mí lado. Me doblo sobre mí misma, apoyando las manos en las rodillas, luchando por conseguir aire y controlar un poco los latidos de mi corazón que, sin embargo, redobla su marcha cuando entiendo el mensaje que esas palabras llevan impreso.