Moondale

Categoría: Diarios de Destino

  • ACLARANDO LAS COSAS

    [align=center][b]~ Sylver F. Wolfe | Casa Echolls | Con Dominic ~[/b]

    silver1

    Aproveché la excusa perfecta que se me presentó para alejarme del grupo que comenzó a formarse. No me disgustaba la sociedad en momentos fiesteros, pero si que me impactaba que apareciesen del tirón. Por eso al principio me siento rara al entrar en una discoteca.

    Dominic caminaba a mi lado, directos a la cocina.

    – [b]Hey, queria aprovechar ahora que estamos solos…-[/b] dije mirando a la multitud que ibamos dejando en el salón con cada paso-.[b]..para pedirte perdón por todo el jaleo que monté en el Sylver. [/b]

    – [b][i]Tampoco es culpa tuya del todo. Igual yo tambien tengo parte de culpa. [/b][/i]

    [i]Pues sí cariño mío, ser tan jodidamente guapo. Pero no te preocupes, sigue tú siendo asi de alucinante y dejarás a las chicas hormonadas como yo en ascuas.[/i], dije para mí misma. A veces sabia cuando tenía que soltar algo en alto o cuando dejarlo en el baúl de “cosas impropias que decir en situaciones impropias de la vida”. Pero siempre se me escapaba algo, una indirecta. El problema era cuando era una indirecta demasiado directa.

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  • QUE COMIENCEN LOS PREPARATIVOS

    [b]Suzanne Sommerville | Calles de Moondale | Casa de las Echolls |
    {Con Sarah Echolls}[/b][/align]

    annsommerville

    Las calles de [b]Moondale[/b] parecen tranquilas, como recién pintadas sobre un lienzo, o sacadas de una fotografía antigua. Camino por las aceras, intentando no pisar las líneas que las unen, manía o costumbre que tengo desde pequeña. Llevo el bolso un poquito más cargado que de costumbre, y los tacones de los zapatos que me pondré para la fiesta sobresalen como dos bultos extraños en la anatomía de tela vaquera que cuelga de mi hombro.

    Desde que me desperté por la mañana, cerca de las nueve, estuve haciendo ejercicio físico: abdominales, sobre todo. Si estoy cansada desde la mañana, me resulta mucho más fácil afrontar el día sin comerme la cabeza. Es extraño: antes no solía darle demasiadas vueltas a las cosas, me adaptaba al día como venía, y si no era de mi agrado, ya vendrían otros que me gustarían más. Pero ahora lo único que puedo hacer es darle vueltas en un rinconcito de mi mente a todo lo que he leído sobre mi condición. He logrado alejar de mí la paranoia constante, al menos es un paso.

    La casa de las [b]Echolls[/b] es increíble. Preciosa. Como una casa de brujas (de las de verdad) y, bueno, teniendo en cuenta que [b]Diana[/b] es… bueno, [b]Diana[/b]; es divertido, en cierta línea de humor negro, que su casa parezca la de una bruja. Hace un pelín de frío, así que mientras subo las escaleras me arrebujo un poco más en la sudadera, colocándome bien el bolso sobre el hombro.

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  • FANTASIA AGUADA

    Jamie Smith – Residencia Lorenzetti[/align]

    jamiesmith

    Conduje por la autopista que une Moondale con  el pueblo donde reside Nana. En la radio sonaba justamente ‘Highway to Hell’, con lo cual no pude evitar sonreír a medias, estaba yendo por buen camino, porque conociendo a Carmella Lorenzetti como la conocía luego de tantos años, haría mi vida de un infierno si yo no abría la boca y le contase detalles jugosos sobre cierta persona y yo. Cambié el dial de la radio, dejando pasar una de Bruce Springsteen. He decidido luego de hablar con Christopher McLeod de la posibilidad de trabajar en la biblioteca, que era hora de regresar a casa. Pero por ahora no quiero pensar en nada de lo que estaba sucediendo en Moondale, nada de vampiros locos, iniciativas psicópatas ni de padres desaparecidos en combate.

    Me merezco unos días de desconexión total, litros de café caliente en un termo, una manta, Angus y la playa a mis pies. Mi propio oasis, sin que nadie me molestase. La sola idea me arrancó una sonrisa y pisé con más fuerza el acelerador. Y también, todo hay que decirlo, que pienso en él. Volví a sonreír, antes de girar hacia la salida.

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  • LA ULTIMA BIENVENIDA

    [b][ Ben McBeth | Su buhardilla [color=green]{ Con Alice }[/color] ][/b][/align]

    benjaminmcbeth

    Diez de diciembre de dos mil nueve. Un día extraño como pocos en el que un demonio con un pasado lleno de sangre es abordado por Aesires y brujas para unirse a una causa que ni le va ni le viene. Él, en lugar de subirse a su Harley y huir, compra dos batidos, mantiene una desconcertante conversación con una cazavampiros recién salida de una serie de animación para niñas y acaba alquilando una pequeña buhardilla en el centro de Moondale. Aquel había sido mi día, ni más ni menos, y ahora que la noche ya había caído y las calles de Moondale empezaban a ser silenciosas, yo me dejaba caer en uno de los sillones del pequeño salón, con la vista puesta en la ventana y una cerveza en la mano. Era agradable, después de estar todo el día de aquí para allá, descansar sin pensar en nada.

    El lugar era pequeño. Una buhardilla, ni más ni menos, en la que el salón constaba de sofá de dos plazas, tele pequeña y una enorme mesa, casi fuera de lugar, con una solitaria silla en uno de sus extremos. La cocina estaba separada sólo por una barra y la cortina marrón del fondo esconcía al otro lado una cama de matrimonio, una cómoda y una puerta que daba a un pequeño baño. Era suficiente para mí y podía decir que la había adquirido legalmente; había un par de fajos de billetes menos en mi mochila.

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  • NUEVA COSTUMBRE

    [b][ January Allard | Residencia Universitaria Hexe | Dormitorio ][/b][/align]

    januaryallard

    La [URL=http://www.goear.com/listen/8c7a166/surfing-usa-beach-boys]sintonía del móvil[/URL] me despertó de una siesta que no había planeado. Por que sí, mis planes estaban, de hecho, cuidadosamente calculados en mi agenda; era mi nueva costumbre, recién adquirida la noche anterior al volver de ayudar a Sarah con su cita. Si lo planeaba todo de modo que estuviera ocupada de la mañana a la noche, tal vez no tendría tiempo para pensar en nada, como no lo había tenido esa tarde entre vestidos, cotilleos y risas estúpidas con sabor a osito de gominola. Así que lo primero que había hecho esa mañana había sido comprar una agenda, ir a tomar un café y planear mi día minuto a minuto. Podía avanzar temario de examen, lo cual me vendría bien; no sabría cómo afectaría el período sin clases a mis futuros exámenes y no pensaba meter la pata el último año. También podía ir de compras, dar una vuelta, comenzar con esa idea mía de estudiar español o simplemente dedicarme a ordenar el desastre que tenía por habitación

    En su lugar, mi primera parada habían sido las lindes del bosque de Moondale. Había tomado el coche, dispuesta a ir a una papelería que adoraba y atiborrarme a lápices de colores y cuadernos en los que escribir canciones tontas acompañadas por dibujos aún más tontas, pero antes de darme cuenta estaba tomando el camino contrario y aparcando justo frente a los árboles. Me había costado tres minutos ser consciente de dónde estaba: exactamente en el lugar por el que había salido el día después de mi asuntillo peludo. Reprimiendo un escalofrío, había decidido que era suficiente y, en lugar de arrancar y marcharme, me había echado mi cazadora sobre los hombros y me había adentrado levemente entre los árboles.

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  • UNA CARTA INESPERADA

    [align=center][SIZE=7][b]Diarios de Destino[/b][/SIZE][/align]

    cecilanwalt

    Sarah Echolls aún estaba tumbada sobre su cama, disfrutando de la felicidad que le proporcionaba organizar el cumpleaños sorpresa de tres de las personas más importantes de su vida, cuando alguien tocó a la puerta de su habitación. Casi ni pudo responder cuando su madre, Elizabeth Echolls entró con un sobre en las manos.

    – [b][i]Sarah cariño, en el buzón había una carta para ti[/b][/i].- Dijo dándosela a su hija con una enorme sonrisa.

    – [b]¿De quién es?[/b] – Preguntó la Cazadora cogiendo el sobre con el ceño ligeramente fruncido. En la era de Internet nadie mandaba cartas.

    La chica le dio la vuelta y vio en el remitente el nombre de Cecil Anwalt provocando que una sonrisa se dibujase en su rostro.

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  • CAMPANILLA

    [align=center][b]Suzanne Sommerville | Residencia Hexe [/b]

    annsommerville

    [QUOTE]- [i][b]Vale, nos vemos, guapa. Un besote.[/b][/i]- y colgué.[/QUOTE]

    Acababa de despertarme con [URL=http://open.spotify.com/track/0uGps3BPhLvK3eUsShjHRz]Next Go Round[/URL] al lado de mi oreja. Y si mientras estuve hablando con [b]Sarah[/b] había estado lo suficientemente adormilada como para no darme cuenta, ahora mismo mi cerebro parece estar golpeando las paredes de mi cráneo para salir a dar un paseo. [i]Nunca más, tequila, nunca más[/i]. Cierro los ojos con fuerza, girándome sobre la cama como una croqueta para quedarme bocabajo. En mala hora se me ha olvidado cerrar las persianas. La claridad me horada los ojos. Hundo el rostro en la almohada y respiro el olor. Es como el de mi champú, que de tanto irme a dormir con el pelo húmedo debe habérsele quedado.

    Son demasiadas cosas para asimilarlas todas en tan poco tiempo. Parece que ha pasado un mes desde que [b]Ed[/b] me ha dicho que soy una chica-lobo, pero solo han pasado quince horas, veinte, como mucho. Y la verdad, aún no tengo especialmente claro qué pensar al respecto. Asumido ya lo tengo, no sé, no ha sido tan terrorífico como si me hubiesen dicho que estoy en la fase terminal de alguna enfermedad. No tengo miedo, al menos, no por mí. Lo único que quiero es no hacer daño a nadie. Y para eso debo empezar por leerme el libro que [b]McLeod[/b] me dio.

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  • LOCA

    [b] [align=center]~ Dylan Marc James | Piso compartido | Con Alice & Maximilien ~[/b]

    dylan

    [spoiler] No contiene sexo explícito, pero si palabras hardcore, y en la escena se huele mucho ust. Solo lo aviso.[/spoiler]

    Yo seguía jugando con aquella pelota de tenis, lanzándola hacia la pared y recibiéndola. Llevaba así un largo tiempo, y me estaba dando cuenta de que cada vez hacía más ruido, de que la lanzaba con mucha más fuerza que al principio. No me hubiese sorprendido si hubiese hecho un agujero. Y es que no podia aguantar aquel olor, aquella sensación de hambre, aquellas ganas inmensas de morder. Me sentía como un vagabundo que pasa frente al [i]McDonald’s[/i] y ve las hamburguesas de tres pisos llamándole. Como un niño pequeño que para en la tienda de golosinas y su madre se niega a comprarle la piruleta de colorines. O como una obesa en operación bikini, muriéndose de ganas de comerse una pizza cuatro estaciones. Igual, exactamente igual, pero modificando un detalle: la sangre.

    Tener a una humana en la misma habitación que Dylan M. James solo puede significar que la pobre víctima no vería la luz del dia siguiente, pero lo tenia prohibido, al menos con aquella humana. Aquella situación era peor que un mal polvo.

    Vi a Alice moviéndose por la habitación, como buscando algo. Iba radiante como siempre, sea de dia, sea de noche, esté lloviendo o soleado, Alice nunca repetía conjunto. Y eso me gustaba en ella, por lo demás, nuestra relación se basaba en un odio-amor insoportable. Pero preferia aquello a no tener nada, dato que la susodicha no conocería jamás.

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  • PASEO Y DISFRUTE

    [b][Maximilien|| Su casa][/b][/align]

    callemoondale113

    El vaso de cristal estaba literalmente vacío, y mis dedos parecían aburrirse, dado que no lo soltaban en absoluto. Con la mano libre, me apreté los ojos, intentando liberar una frustración que venía carcomiéndome desde horas atrás. Maldita Alice, si no hubiese aparecido anoche, no estaría con una calentura continua esta mañana. Me levanté del sofá hacia la barra, agarré la botella de cristal y rellené mi vaso con escocés puro de anda a saber de que año. Observé mi inexistente rostro en el líquido ámbar, agradeciendo no poder verme; no estaba de humor para saber si me veía fatal. Que de seguro estaba viéndome fatal. Me bebí el escocés de un solo trago, disfrutando ese ardor bajar por mi garganta.

    Seguía teniendo sed, pero no de bebidas añejas del Reino Unido. Era esa sed que llamaba al cazador que vivía debajo de mi piel cada día desde hace doscientos años. Y mi comida me esperaba en una habitación, bastante cuidada. Dejé el vaso en la barra, crují los huesos de mi espalda y cuello, preparándome para un desayuno de unos veinte años, rubia y ojos verdes. Delicioso.

    La chica en cuestión estaba acurrucada y temblando en la esquina de la habitación, sollozando compulsivamente y abrazando sus piernas. Se acurrucó más al percibir mi entrada en el lugar. Me sonreí, acercándome hacia ella, a una distancia no mayor de cincuenta centímetros, lo suficiente para no atacarla así como así (que tengo modales a la hora de comer) y para intimidarla un poco más. Me acuclillé, sin dejar de mirarla; piel pálida, cubierta de pecas, cabellos rubios, una mezcla entre platino y dorado y ojos enrojecidos que resaltaban más ese verde aguamarina. Seguramente tenía ascendencia sueca u holandesa o alemana, ¿quien sabe?.

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