Moondale

Categoría: Diarios

  • LA CALMA TERMINA

    [align=center][SIZE=3][b]Edward MacLay | Bar de Lorne[/b][/SIZE]

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    Habían pasado un par de semanas desde que regresamos de nuestro viaje entre realidades. Las cosas estaban calmadas pero parecía que esa calma iba a terminar ya que Diana quería hablar inmediatamente con nosotros.

    Quedamos en el bar de Lorne en el que ya llevaba unas horas trabajando en el turno de noche. Sarah entro por la puerta con la cabeza echada en el hombro de Daniel mientras él la iba guiando, tras ellos Diana y Christopher, que parecía llevar mejor los vasos de café que se habría bebido mientras que Diana parecía cargada de energía. Y por último entro Dominic, quizás un poco más arreglado de la cuenta para las horas que eran.

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  • LAS MADRES SUELEN TENER RAZON

    [align=center][SIZE=3][b]Diana Echolls | Universidad de Moondale[/b][/SIZE]

    dianacapinuevo

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    Si hay algo que no le recomendaría ni a mi peor enemigo es correr con tacones y falda de tubo por los pasillos de una Universidad cuando acaban de encerarlos, porque te puedes torcer un tobillo o peor aún, puedes torcerte un tobillo, romperte un tacón, caerte de culo y limpiar el suelo con sus posaderas.

    – [b] [i] [color=#843181]¡Me cago en…![/SIZE] [/i] [/b]-Exclamé con furia al vernos a mí y mi bolso desparramados.- [b] [i] [color=#843181]Mierda de tacones, mierda de suelo y mierda de universidad: ¡Un día os quemo y me quedo más ancha que larga![/color] [/i] [/b].- Espeté mientras me levantaba, pasándome una mano con disimulo por mi dolorido culo. Tan enfadada estaba, que al ver que el tacón de uno de los zapatos se había roto, me lo quité y lo tiré a la papelera más cercana junto con su compañero (el que estaba en perfectas condiciones). Lo normal habría sido romper el otro tacón como hacen las protagonistas de las comedias románticas, que luego van ellas monísimas con sus tacones transformados en bailarinas, mientras andan como si fueran patos mareados, pero yo normal normal…nunca he sido.- [b] [i] [color=#843181]Le vais a tocar los huevos a vuestra puñetera madre[/color] [/i] [/b].- Les amenacé aprovechando que no pasaba nadie.

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  • EL GRAN MAL ATERRIZA EN MOONDALE

    [align=center][SIZE=3][b]Sarah Echolls |Biblioteca de la Universidad[/b][/SIZE]

    sarahentrena

    Entrenar con McLeod podía ser mucho más duro que luchar contra vampiros, por muy neófitos (y por tanto descontrolados) o ancestrales que fueran. Entrenar con McLeod suponía poner a prueba mi resistencia física y mental, adquirir nuevos conocimientos que debía almacenar en una sección completamente distinta a la de las asignaturas de la carrera y sobre todo, suponía controlarme para no hacerle daño. Y cuando digo daño, hablo de torceduras de muñeca, hombros dislocados y ojos morados que habían sido la tónica general durante los primeros meses de mi entrenamiento. Por suerte, por aquel entonces algo había evolucionado: Tenía que ser rápida, ágil, letal e inteligente, pero también cuidadosa. La estaca debía quedarse a una distancia prudencial de su pecho, mi puño no debía rozar su cara y no podía doblarle el brazo hasta partírselo. Éramos como la Bestia y el Bello, pero sin zoofilia, sin amor y…yo era un poco más simpática.

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  • Y CONSECUENCIAS

    [align=center][b][SIZE=3]Diarios de Destino | Lugar desconocido[/SIZE][/b]

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    [SIZE=2]La figura enfundada en una gabardina caminó por las ruinas de la ciudad. Representaban ya vívidamente el mundo en el que se encontraba, el mundo que el mismo había arrasado, pero quizá demasiado deprisa, apenas había tenido tiempo de divertirse lo suficiente.

    Todavía quedaban algunos reductos humanos muy reducidos, pero con la radiación del ambiente durarían poco, lo curioso es que eso era algo que ellos mismos habían provocado.

    No merecía la pena continuar en ese mundo, así que se concentró y frente a él comenzó a aparecer un portal, un portal que le llevaría a un brillante nuevo mundo, que esta vez apagaría más lentamente.

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  • RECOMPENSAS

    [align=center][b][SIZE=4]Diarios de Destino[/SIZE][/b]

    queenc

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    Cuando la Cazadora se reencontró con sus amigos, la realidad se desvaneció y unos segundos, aparecieron en una caverna, en la que había tres figuras pobremente iluminadas. Eran humanos o eso era lo que debías creer si llegabas allí por error.

    – [b] [color=#270C0B] Roarrr…[/SIZE] [/b] – Pudieron escuchar los allí presentes. – [b] [color=#270C0B] Lo siento, no les había visto.[/color] [/b] – La caverna se iluminó algo más, como si las antorchas que había alrededor hubiesen cobrado vida.

    – [b] [i] [color=#BB609C]¿Qué tal, Wasz?[/color] [/i] [/b]- Preguntó la rubia con jovialidad.

    – [b] [color=#270C0B] Bien, estaba haciendo tiempo mientras llegabais, ¿qué tal todo?[/color] [/b] – Se guardó los dinosaurios de juguete en el bolsillo y esperó una respuesta que ya conocía.

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  • UN MUNDO SIN MAGIA

    [align=center][b][SIZE=3]Sarah Echolls | Parque Bellamy (Moondale)[/SIZE][/b]

    sarah555

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    Cuando abrí los ojos, estaba tirada en el suelo boca abajo. Intenté incorporarme, pero no pude porque estaba bastante debilitada. Al parecer, el viaje entre portales interdimensionales no era tan inocuo como nos querían vender Los Grandes Poderes. Esperé unos segundos y me incorporé todo lo despacio que pude, para evitar mareos. Cuando estuve de pie, observé a mi alrededor y comprobé que estaba en el parque Bellamy. Me sacudí la ropa y caminé hasta dar con alguien conocido, porque si era mi realidad ideal, aquella con la pretendían tentarme, seguramente estuviese “todo el mundo”.

    El parque Bellamy parecía como siempre, aunque quizás un poco más…normal. El cielo estaba despejado, el sol brillaba, los pájaros cantaban como si fueran sinsajos, los niños jugaban riéndose a carcajadas…y si Diana hubiese estado a mi lado me habría dicho que huyésemos en la dirección opuesta antes de que apareciese una señora preguntándonos “¿A qué huelen las cosas que no huelen?”

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  • NUEVO EN LA CIUDAD

    [align=center][b][SIZE=3]Residencia Universitaria[/SIZE][/b]

    hiroshi

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    La mitad de la habitación estaba perfectamente recogida, mientras que en la otra no había nada, solo la mesa completamente vacía y el colchón de la cama por lo que al parecer el chico vivía solo.

    Al acercase hasta la mesita de noche vio dos marcos de fotos. En cada uno de ellos aparecía el chico con chicas distintas, a una de ellas la reconoció, la otra parecía bastante cercana al chico.

    El intruso se movía con cuidado por la habitación evitando mover las cosas de su lugar, solo observando, pero si el dueño de la habitación era tal como le habían hablado lo más seguro es que lo notara.

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  • BURA BURA

    [align=center][b][SIZE=3]Diarios de Destino | Condado de Ripper[/SIZE][/b]

    yamabushi

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    En un pequeño almacén subterráneo, en algún lugar del Condado de Ripper, un grupo de personas sumidas en la oscuridad estaban reunidas en torno a una gran mesa.

    – [b] [color=#8B312E]Siento llegar tarde, me he entretenido por el camino.[/SIZE] [/b] – dijo el chico joven de pelo oscuro que acaba de bajar las escaleras mientras toqueteaba un reloj recién sustraído.

    – [b] [color=#689AAF]Siempre tarde pese a que estamos tratando un asunto de vital importancia para todos los Oni, de los que de momento, sigues siendo parte.[/color] [/b] – dijo el demonio de pelaje blanco y rojizo con rostro zorruno al que conocían como Kento. Por su posición en la mesa se notaba que era uno de los líderes de aquél grupo formado por los representantes de cada casa perteneciente a los Yokai, los de mayor rango entre los Oni. Kento representaba a los Kitsune, su sabiduría y su frialdad lo habían colocado en esa posición.

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  • UNA CHICA DE TUREE

    [align=center][SIZE=3][b][font=Bookman Old Style]Mercy Sheppard | Sala de espera[/align] [/SIZE][/b][/font]

    mercyhospital
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    Tac. Tac. Tac. Tac. Los tacones de aguja sobre los que caminaba Mercy Sheppard se clavaban en el suelo de cerámica con despiadada parsimonia. Forzó una sonrisa y se giró sobre sí misma para volver a la incómoda (y raída) silla de la sala de espera. Se recostó y cerró los ojos un segundo para evadirse de todo. Cuando los abrió, pensó en la fotografía que debía haber tenido a su lado si hubiese estado en su puesto de trabajo (la de ella con un niño rubio de poco más de seis años). Esbozó una sonrisa irónica y pensó en aquel chico, Liad…lo que fuera que creyó que se trataba de él mismo, pero en realidad, era uno de sus múltiples sobrinos, el hijo de su hermano Jack al que no veía desde el día en que tomaron esa foto.

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