Diana Echolls| Cafetería de la Universidad
Necesitaba contarle a alguien lo que me había pasado, pero no estaba segura de a quién. No todo el mundo estaba preparado para escuchar a una chica aparentemente cuerda decir que en una especie de viaje astral había conocido a un Oráculo cantarín que la había cambiado de cuerpo y por consiguiente, de vida.
Era demasiado descabellado como para contárselo a mis hermanas y mucho menos, a mi madre porque todas ellas tenían el mismo concepto de mí que yo habría tenido en caso de haberme aguantado durante más de dos segundos seguidos en mi etapa de Barbie Malibú.
Con todo lo que rondaba mi cabeza, no era consciente ni siquiera de hacia dónde me llevaban mis pasos, tenía claro que debía ir a la cafetería a trabajar, pero no pensaba en ello. Mi cabeza daba vueltas en busca de la persona indicada para quitarme ese enorme peso de encima. O al menos, para ayudarme a soportarlo. De pronto, me paré en seco, provocando que muchos me mirasen extrañados.