Moondale

Categoría: Diarios

  • UN ACTO DE REBELDÍA

    Sasha | Apartamento

    Mañana

     

    Toc, toc.

    Por un momento, creí que seguía soñando, así que me di la vuelta entre el amasijo de sábanas y seguí durmiendo.

    Toc, toc.

    Abrí los ojos con cuidado, con miedo a una resaca que era prácticamente imposible que tuviese. Estaba todo cerrado a cal y canto, así que podían ser las diez de la mañana, las tres de la tarde o las doce de la noche. Me fijé en la mierda de apartamento en el que estaba y del que ya debía dos semanas: ropa tirada por el suelo, latas de cerveza, envoltorios de comida rápida y colillas. Empecé a tener recuerdos fugaces de la noche anterior: cigarrillos, labios rojos, rubia, tetas pequeñas. Se llamaba Stacy o quizás Tiffany. Ah no, que era Miranda. Decía que no le gustaban las tías, pero que quería experimentar y yo que siempre había sido una amante de las causas perdidas, me la traje a casa. También es verdad que estaba de un humor de perros después de la fiesta de los amigos de Sarah. Por suerte, ya se había ido cuando me desperté. Supongo que fue una mierda de polvo de rebote para las dos.

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  • FIESTA, DESFILE AND ROCK&ROLL

    Dominic Williams / Escuela Legado

    Habíamos decidido hacer una pequeña fiesta en la nave, algo para subir la moral por el más que inminente enfrentamiento entre las huestes de Z y Preston, y que mejor que una fiesta de bienvenida para la pequeña Amy, un par de meses después si, pero era mejor eso a hacer una en plan, dentro de un par de días vamos a la guerra, party hard.

    Cara se había encargado de decorar el gimnasio de la nave, sus dotes para explotar al personal que contrataba eran extraordinarias. Cara había dispuesto de una gran mesa redonda, parecida a la mesa de reuniones, en la que nos sentaríamos a comer algo, y otra mesa alargada de bebidas y entrantes, junto a una de mezcla de música.

    – [Daniel]Dom, el ron era para más tarde.[/Daniel] – Añadió Daniel bromeando mientras me acercaba con mi vaso a los demás.

    – [Dom]Para mi ya es mas tarde.-[/Dom] Mire mi reloj pero en realidad aun no eran ni las diez de la noche.

    – [Cara]Si hubierais dejado a Cara cobrar entrada, esto no habría pasado[/Cara].- Refunfuño Cara. Cual discoteca, Cara quería cobrar entrada por entrar y por las consumaciones. Daniel intento explicarle que estaban en familia, a lo que Cara respondió que en ese caso debería de cobrarnos más caro aún.

    – [Daakka]El año siguiente quizá no vayamos a morir.[/Daakka] – dijo Daakka sonriendo, a lo que siguió un silencio un poco incomodo.

    – [Dom]Daakka, creo que necesitas una copa muchísimo más que yo.-[/Dom] Le di la copa que llevaba a lo que el demonio se quedo mirándola por encima y olisqueándola. No caí en ese momento, pero creo que acabe dándole alcohol a un infante.

    – [Rebecca]Por supuesto, Dom. Sigue bebiendo[/Rebecca].- Añadió Rebecca sarcásticamente. Becca no era especialmente amiga de las fiestas.

    – [MacLeod]¿Habéis empezado sin nosotros?[/MacLeod] – MacLeod entro por la puerta cargando a Amy encima. Lucy y Ed corrieron a saludar a la pequeña. MacLeod siempre había tenido ojeras, era lo que tenía beber cantidades exageradas de café e intentar reprimir a tu lobo interior, pero ahora las tenía especialmente marcadas.

    – [Cara]No han hecho caso a Cara y no han cobrado entrada, así que no es una fiesta. En las fiestas se cobra entrada[/Cara].- Añadió Cara aun visiblemente molesta, pero se le paso un poco en cuanto MacLeod paso por delante de ella con Amy.

    – [Diana]¿Pero cómo puedes ser tan roña?[/Diana]- Añadió Diana a modo de saludo entrado con el carro. Diana parece la típica madre que se lleva todo por delante sin importarle nada.- [Diana]¿Dónde está mi hermana, ligando con Sasha?[/Diana]

    – [Dom]Ohhhhh.-[/Dom] Grite desde la otra punta de la sala lo que ocasiono que todos se giraran.

    – [Daniel]….[/Daniel] – Daniel no dijo nada, simplemente se dedicó a lanzarme una mirada pensando posiblemente en castrarme. La de Rebecca también daba esa impresión.

    – [Sarah]La verdad es que no, pero si tan interesada estás en Sasha, le digo que venga[/Sarah].- Dice dándole un beso rápido en la mejilla a su hermana y luego saludando a MacLeod y a Amy.

    – [Daakka]Noche divertida.[/Daakka] – Añadió Daakka riendo entre dientes, cada vez que hacia eso, reír entre dientes, parecía un aspersor, no por llenar de saliva al que tuviera delante sino por el ruidito que hacia.

    – [Mia]¿Por qué no ponéis regaetton?[/Mia]- Añadió Mia con cara triste.- [Mia]Felises los cuatro…[/Mia]- canta.

    – [Dom]Acepto peticiones Mia.-[/Dom] Había dejado una playlist de fondo mientras llegaban todos.

    – [Mia]Puedo poner yo la música[/Mia].- Se ofreció dándole un sorbo a la pajita de su puerto de indias.

    – [Mara]Eh…mejor no[/Mara].- Mara se levanto de su asiento y le dio a Vincent al pequeño Idris, la maternidad le había sentado bien a ambos. Mara cogió una de las bandejas con comida y se paseo con ella para sentirse útil.

    – [Daniel]Ni Lucy.[/Daniel] – Bromeo Daniel. Lucy se encogió de hombros y agarro a Ed por los brazos para que bailara con ella, mientras Ed parecía un muñeco de trapo en sus brazos, ella bailaba como una profesional.

    Comimos, hablamos, bailamos y hasta en cierto momento tuvimos un pase de modelos en el que Lucy nos presento los trajes que nos había confeccionado. Mia emocionada fue la primera en desfilar, su traje dejaba al descubierto sus alas y llevaba un sugerente escote. Ed parecía un pulpo en garaje sin saber muy bien como moverse, daba zancadas largas posiblemente para acabar cuanto antes aquella pesadilla. No llegamos a ver todos los trajes porque Lucy aun esta terminando el resto, pero por lo poco que pudimos ver había realizado un trabajo impecable.

    – [Sasha]Creo que me voy[/Sasha].- Dijo Sasha tras el improvisado desfile, se le notaba un poco incomoda. Creo que se como se siente, no hace mucho estaba en su lugar. – [Sasha]Gracias y eso[/Sasha].

    – [Dom]¿Ya?, pero si ni siquiera son las 2 de la mañana.-[/Dom] Añadí dándole otra copa para disuadirla de que se marchara. – [Dom]Tomate otra, la fiesta solo acaba de empezar.[/Dom]

    – [Daniel]Claro.[/Daniel] – Añadió escuetamente Daniel, eso en él era demasiado, tenía el carisma por las nubes con la fiesta.

    – [MacLeod]No le hagas caso a Diana.[/MacLeod] – MacLeod le lanzo una mirada a Diana y ladeo la cabeza hacia ella para que le dijera algo, pero más bien parecía que le había dando un tirón en el cuello.

    – [Diana]Tranquila, solo estoy un poco molesta porque no te gusto.[/Diana] Diana iba de un lado a otro moviendo el carro intentando dormir a Amy.

    – [Daakka]Diana gusta a todos.[/Daakka] – Añadió Daakka de manera inocente.

    – [Diana]Lo sabía, pero gracias[/Diana].- Diana paso por su lado y le dio una palmadita en la espalda. Al parar el carro Amy comenzó a berrear. – [Diana]Pues me parece que la fiesta ha terminado[/Diana].

    Le hice una señal para que esperara y pinche esa canción que tanto había estado pidiendo Mia a lo largo de la noche, esa de felises los 4, y Amy dejo de llorar.

    – [Diana]Nos ha salido regaettonera la niña[/Diana].- Diana se llevo la mano a la cara negando con fuerza.

    -[Dom]No tenía mucha pinta en el futuro… bueno, los futuros.-[/Dom] Lo mismo la canción era tan mala que había conseguido dormirle.

    – [Daakka]Por descendientes.[/Daakka] – Dijo Daakka levantando la copa, a lo que todos nos unimos y brindamos.

    La noche transcurrió con normalidad, la verdad es que nos sento bien una noche libre lejos de preocupaciones.

    – [Rebecca]Christopher y Diana están agotados.—[/Rebecca] Dijo colocandose junto a mí en la cabina del DJ.

    – [Dom]Y es solo una.-[/Dom] Diana estaba apartando los platos de la mesa a un lado y coloco encima a Amy para cambiarle el pañal.

    – [Rebecca]Todavía les queda una más.—[/Rebecca] sonríe.

    – [Dom]Para cuando llegue la segunda ya tendrán practica.-[/Dom] Christopher cogio el pañal sucio y marcho hacia esa especie de cocina que teniamos para tirarlo.

    – [Rebecca]Podría ser peor: podrían tener dos a la vez.-[/Rebecca] Sonaba preocupada, y había ocultado su cara tras su bebida, no alcoholica.

    – [Dom]Tranquila, todo saldrá bien.-[/Dom] Dije posando mi mano encima de la que ella tenía en la mesa.

    – [Rebecca]Si tú lo dices…-[/Rebecca] Mordisqueo el vaso de plastico nerviosa.

    – [Dom]¿Tienes dudas Becca? No tengo problema en que no tengamos hijos, pero tras haberlos vistos…-[/Dom] Nunca había pensado en tener hijos, hace años era demasiado alocado y ahora que medio había asentado la cabeza no había surgido la idea hasta ahora.

    – [Rebecca]No, no es eso. Pero… es un poco raro que todo vaya tan deprisa y que parezca que hay que seguir la línea que te marcan.-[/Rebecca] Sonaba nerviosa, algo raro en ella teniendo en cuenta lo serena que suele ser.

    – [Dom]No tiene porque. He visto dos futuros más y en ninguno de ellos teniamos hijos. Aunque uno de ellos fue antes de conocerte. El futuro no esta escrito en piedra Becca, puede pasar cualquier cosa.-[/Dom] Me acerque hacia ella y la abrace por detrás.

    – [Rebecca]Espero que «cualquier cosa» quiera decir «cualquier cosa buena».—[/Rebecca] Dijo echando la cabeza hacia atrás para mirarme.

    – [Dom]Por supuesto, si algo saco en claro de ver nuestro futuro, es que si algo esta mal poder mejorarlo.-[/Dom]
    Añadí dandole un beso en la frente mientras nos meciamos al son de una de sus canciones favoritas de Adele.

    Me lleve al bolsillo de la cazadora y sopese su contenido, mire a mi alrededor y cogi a Rebecca de una mano para que me siguiera. Nos metimos en la lobera, no era el sitio más romantico pero era tranquilo y estaba limpio, Christopher siempre se aseguraba de eso. Colocoque a Rebecca delante de mí, acaricie su mejilla e inque una rodilla en el suelo. -[Dom]Rebecca Lee. ¿Quieres casarte conmigo?.-[/Dom] Pregunte sacando la cajita del bolsillo y le mostraba el anillo. Si de algo estaba seguro es de que quiero pasar el resto de mi vida junto a ella a su lado.

  • SILENCIO

    Daniel Arkkan | Casa de las Echolls

    Algo a lo que jamás me acostumbraría, ni siquiera tras mis años de soledad, era al silencio, especialmente en sitios en los que no esperabas encontrarlo.

    La casa familiar de las Echolls era uno de esos lugares. Incluso en los peores momentos, aquella casa bullía vida y sin embargo aquella tarde estaba completamente vacía, sumida en un silencio solo roto por el crujir de una de las tablillas de madera de la entrada bajo mis pies.

    Ese día Daakka no limpiaba la sala de estar a ritmo de ‘I want to break free‘ mientras Cara compartía imágenes y gifs de series en su blog. No se oían los llantos de Amy, mudos cuando empezaban a cantar Diana y Christopher, ni tampoco sus risas. No estaban Freya y Eowyn con sus colas sacudiéndose sin parar mientras me recibían al llegar. No había una Elizabeth saludando con su perenne sonrisa, ni un Jaime concentrado en la adaptación de nuestras vivencias en la ‘Saga de los Daë‘. No había rastro tampoco de Ed inmerso en la tablet para afianzar su formación como Vigilante.

    Y por supuesto, la ausencia que más desasosiego me provocaba, no estaba Sarah devolviéndome la mirada, iluminando la sala con su mera presencia, incluso en sus momentos más preocupados o tristes. Si algo estaba llevando mal de todo el aluvión de preparativos que teníamos que hacer no era ni la falta de tiempo, ni los nervios, ni el cansancio, era estar separado de Sarah.

    Crucé el salón y encendí la televisión para que hubiese algo de ruido mientras me servía un vaso de té helado y me sentaba frente al diario para tomar nota de los últimos acontecimientos y repasar mis anotaciones sobre las armas que estaba preparando para los demás.

    Pero mis pensamientos seguían en Sarah. Cada poco miraba el móvil para ver si tenía alguna señal de ella, pero nada. Era una de las que más tenía que hacer. Su rol era vital, como había quedado claro con la visión del futuro. Sin ella, perdíamos la esperanza de luchar. No solo estaba entrenándose y cumpliendo su labor de Cazadora, los únicos momentos del día que solíamos compartir, también estaba practicando con frustrantes resultados para controlar su recién despertado poder. De sus manos dependía también el destino de Sasha, una conversación que no le resultaría nada fácil. Y por si todo eso fuera poco, Toph seguía insistiendo en que teníamos que descubrirnos frente a gente de a pie y que debía ser ella quien hablase.

    A la hora de comer nos habíamos reunido todos en la sala común de la Escuela Legado para discutir nuestros planes y, pese a que otras veces no había sido unánime, esta vez Christopher nos había convencido de que lo mejor era exponernos como muestra de buena voluntad para todos aquellos a los que teníamos que proteger. Incluso Sarah estuvo de acuerdo esta vez, pese a que la mera idea de hacerlo le hacía temblar.

    No era algo fácil para ninguno de nosotros. Decidí estar a su lado cuando hablase para apoyarla, aunque prefería no pensar en ese momento.

    Cuando llené varias páginas de vivencias y dejé ir mis pensamientos a través de la pluma, pasé a las anotaciones para intentar distraerme. Tenía varios diseños plasmados en las páginas y los nombres de los Moondies y Satellites, junto a objetos que ya teníamos en nuestra disposición. Por desgracia sería imposible armar a todo el mundo, así que había que hacerlo de forma estratégica.

    Yo estaba descartado, tenía suficiente con ‘Sendero Oscuro‘. Su hoja larga de adamantio me resultaría de mayor utilidad que cargar con ‘Albor‘ y ‘Ocaso‘, que podrían ser utilizadas por alguien que las necesitase.

    Sarah tenía la ‘Lágrima de Freya‘ y la ‘Piel de Fafnir‘, pero seguramente necesitaria algo cortante porque esta vez apenas se enfrentaba a vampiros y había algunas amenazas a las que no se podría abatir ni siquiera con su fuerza. Sarah era más fuerte que ninguno, así que podría blandir incluso un martillo a dos manos, pero lo ideal sería algo que se adaptase a su forma fluida de luchar, algo pequeño y resistente, como ella. Hasta ahí llegaba la teoría, porque la realidad era que Sarah no querría un arma de filo, no por capricho, si no por su marcada bondad. Entendía su punto de vista, no era lo mismo devolver a la muerte a un vampiro, que vive por y para matar, salvo raras excepciones, que poder acabar con la vida de un humano con poderes, un licántropo, un demonio benévolo al que le han dicho que debe luchar para conseguir un mundo donde todos convivirán en paz, ni los autómatas controlados por la Iniciativa. Con esa restricción en mente, aún había armas que podían ayudarla, aunque fueran concusivas, quizá un par de varas de eskrima que hechas con adamantio podrían incapacitar con más facilidad a un enemigo.

    Cara estaba aprendiendo a practicar con su arco etéreo. Un arco te da desventajas en distancia corta, pero los poderes de Cara y los metales que llevaba encima le daban una amplia variedad de formas de defensa. Quizá le resultaría útil una daga o una espada corta.

    Christopher era un problema logístico. Era imposible que no estuviese involucrado en el combate con todo lo que había en juego, pero ni su poder ni su licantropía podrían servirle de mucho. No tenía tiempo ni intenciones de controlar su parte lobo, así que era un punto débil. Para la defensa teníamos que confiar únicamente en su traje, los encantamientos y conjuros protectores y la presencia de Ted. En cuanto a ataque, Christopher era bueno en esgrima, así que tenía que aprovechar esa ventaja y hacerle un estoque.

    Me recorría un escalofrío solo de pensar en Diana allí, combatiendo contra todo mientras Amy se quedaba con Elizabeth, Jaime y los MacLeod, pero la mejor forma de ayudarla era con una buena preparación. Diana dependía de su magia, estaba bastante cubierta tanto de manera ofensiva como defensiva y por si acaso, tenía una daga que le había regalado hacía lo que ya parecían décadas. Quizá no necesitase nada.

    Daakka era rápido, era muy resistente y contaba con garras afiladas para lo que no pudiera contener con su manipulación de la electricidad. Era el tipo de persona a la que le habría dado un mazo o un hacha, pero en su caso sería cargarle con un obstáculo.

    Dom estaba bastante cubierto por su telekinesis, pero seguía necesitando algo «por si acaso». Una de mis ideas era modificar las estacas retráctiles que solía llevar cuando le conocimos, cambiándolas por unas cuchillas de adamantio. El problema es que no sabía replicar el mecanismo y tardaría un tiempo que no tenía en crearlo, así que solo podía cambiar las cuchillas, confiando en que el acero del mecanismo aguantase bien. Otra opción eran armas arrojadizas que pudiera controlar con su telekinesis. Cualquier cosa que le dejase las manos libres para poder concentrarse en su poder, aunque una lanza, dado el tamaño de Dom, tampoco era una mala idea. Al final, después de hablarlo con él, prefirió algo más «masivo», un martillo de guerra. Iba a ser difícil de realizar, tanto por el tamaño como por la forma, a los que no estaba acostumbrado. Seguramente necesitaria ayuda, quizá Nicholas podría ayudarme a moldearlo.

    Luego estaba Ed. Su magia le ponía en una situación similar a la de Diana, con el añadido del tótem de sangre, un riesgo por liberar al gólem de piedra y poder perder su control, pero un valioso recurso en caso de necesidad. El tótem necesitaba sangre, así que Ed debía llevar encima algo con filo, que le permitiera protegerse también en caso de estar concentrado y tener el peligro cerca. Una pequeña guadaña, una hoz, del tamaño de una espada corta, podría cumplir el propósito. Todo dependía de si Ed se apañaba con ella.

    Bill, pese al despertar de ‘Keli‘, aún tenía la cadena en sus manos así que no podía hacerle nada mejor. También tenía el martillo que Christopher le había dado hacía unos años, que podría ser útil en manos de alguien como Joey o Kuruk.

    Mara estaría en la retaguardia, junto a Lucy, ayudando a la gente de a pie que no hubiéramos podido sacar de la zona a ponerse a salvo y atendiendo a los heridos. Lucy quizá quisiera tener algo a mano con lo que defenderse, pero Mara jamás tocaría un arma. Rebecca estaría junto a ellas, protegiéndolas gracias a su poder, ella tampoco querría armas. Lucy, sin entrenar, tendría suficiente con algún arma concusiva de las que teníamos en el arsenal habitual o algún arma no letal que le pudiera dar Bill, como un táser.

    Hiroshi había pedido algo bastante específico en una de las reuniones: un par de hojas curvas, con una posición similar a la de las tonfas pero con una cuchilla en lugar del bastón. Había trabajado un poco el concepto y no resultaría muy difícil.

    Vincent tenía sus katar y no quería un reemplazo por unos de adamantio porque decía que le traían suerte, así que lo tenía todo cubierto.

    Y luego estaba Sasha. La parte más difícil sería que aceptase algo de mi parte, pero viendo su destreza con el bastón bo, había pensado hacerle uno nuevo con un tronco de madera de álamo blanco que tenía guardado en la cabaña, imbuido con algunas runas que la ayudasen. No llevaría mucho tiempo, pero de nuevo, tenía que quererlo.

    Logan aún estaba por ver si cumplía las espectativas de ‘Mia’ y peleaba junto a nosotros, y en caso de hacerlo, tenía suficiente con la espada que había conseguido en las Pruebas, una espada que en otras manos habría estado mucho mejor. ‘Mia’, por otro lado, más que luchar se encargaría de ayudar a la gente, era la que más fácil podía transportar a la gente de un lado a otro.

    Por lo demás, tenía que hacer tantas armas como pudiera, hasta donde llegase el tiempo y el material que Nicholas pudiese conseguirme. Como mínimo tenía que conseguir: las varas de Sarah, el martillo de Dom, el estoque de Christopher, la hoja de Cara, las cuchillas de Hiroshi y la hoz de Ed. Y por otro lado, el bastón bo de Sasha y cuantas armas pudiera conseguir con otros materiales.

    Una vez teniendo claro lo que me quedaba por hacer, cerré el diario y el silencio volvió a invadirme. No tenía mensajes de Sarah. Por lo que sabía, no estaba en nada peligroso, iba a intentar hacer acopio de fuerzas para hablar con Sasha y convencerla de unir fuerzas.

    Estaba inquieto. Ver de nuevo el futuro me había dejado inquieto. Hasta ahora, los cambios en los futuros que habíamos visto habían sido más directos, era más difícil implicarse emocionalmente.

    Primero vino la pequeña primogénita Arya, una simpática niña de cabellos rubios en un mundo destruido por Mason.

    Después vinieron Edward y su hermana perdida, Arya, menor que él, haciendo que la otra Arya desapareciese para siempre, igual que ese mundo loco regido por el Soberano.

    Después vino Xander, en el futuro en el que la Iniciativa lo controlaba todo. En esa ocasión estaba solo, pero porque había perdido a su hermana pequeña, ‘Elle’ en algo que no habíamos llegado a ver, igual que el aspecto de la niña.

    Y ahora, en el futuro en el que Z consigue su propósito, volvían a ser Xander, nuestro primogénito, y Elle, nuestra niña pequeña. Es más, Xander tenía el mismo aspecto, esta vez no había cambiado, no era un nuevo posible hijo de Sarah y mío. Eso solo podía significar una cosa, el momento de su concepción ya estaba fijado y que él sería nuestro hijo mayor. De ‘Elle’ no podía estar seguro porque no la habíamos visto en el futuro de la Iniciativa, pero todo parecía indicar que también.

    Y eso nos llevaba a la terrible realidad de saber cómo serán tus hijos y haberles visto morir. Ya no podía deshacerme del trauma de lo que les ocurría con la misma facilidad que cuando sabía que eran posibilidades. Esto era real, Xander era real. Mi pequeño, era igual que Sarah, será igual que Sarah. No tardé en echar cálculos de su edad y lo cerca que estaba de venir a nuestro mundo.

    Pensaréis que quizá era extraño pensar de esa manera en tener hijos, pero cuando te dicen una y otra vez que estás destinada a morir, terminas por creerte que jamás tendrás una vida normal. Sarah quería tener hijos y había interiorizado el miedo a no poder llegar a tenerlos. Viviendo al límite, no todo el mundo tenía tiempo a darse cuenta de ello, pero yo sí, Sarah y yo compartíamos un vínculo. Después del tiempo que llevábamos juntos, sentía lo que ella sentía, entre otras cosas, compartía ese miedo como si fuera mío, así que buscaba una esperanza que entregarle para que no viviera resignada a una vida sacrificada por personas que nunca creerán lo que haces por ellos.

    Esas cuentas me llevaron a dos conclusiones, si mi teoría era correcta: sobreviviríamos al combate contra los dos bandos, para bien o para mal, y entonces llegaría Xander; o Xander ya estaba con nosotros pero aún no lo sabíamos. La segunda opción me aterraba sabiendo lo que se avecinaba.

    Incapaz de salir de mis propios pensamientos, eché un vistazo al reloj y decidí irme a la cocina para preparar algo de cena para todos. Aunque no tenía muy claro qué, cocinar me relajaba, así que empecé a buscar recetas hasta que encontré una que adaptar. Dejé que mis manos tomaran el control  y que mi mente se dejara ir en el proceso creativo, porque a veces el mundo es demasiado complejo como para racionalizarlo. Para cuando terminara, probablemente Sarah ya estaría de vuelta, no podía esperar para verla.

  • DECISIONES

    DAAKKA | ESTUDIO DE DUKE

     

    Crucé la puerta de mi estudio y cerré con pestillo tras de mí. Una vez dentro, me quité la ropa y la doblé con cuidado en el armario empotrado mientras volvía a mi forma natural, la de escamas verdosas.

    Estiré los músculos, como si hubiera estado enclaustrado dentro de Duke, algo irónico teniendo en cuenta que para escribir este diario siempre usaba esa forma. Me senté frente al ordenador para terminar el arte gráfico de ‘Avalerion’.

    Tras los últimos detalles, lo envié a la impresora en A1 y lo recorté con la guillotina. Una vez terminado, lo coloqué con cuidado en el marco y lo observé pensativo antes de colocarlo junto al resto de la serie de los Guardianes.

    Avalerion me había guiado en un viaje espiritual para prepararme para los eventos que estaban a punto de comenzar. Gracias a eso, había sabido que parte de mi papel era ayudar a que Sarah volviese a estar con nosotros, y cuanto más avanzaba el tiempo, más sentido le veía a esas visiones, como la Cazadora que aparecía en ellas, Sasha, y la necesidad de que también formara parte de nuestra familia.

    Ese viaje me había dado un lugar, un propósito. La familia volvía a estar unida, no como en aquellas visiones, pero aún quedaba lo más difícil, enfrentarnos al caos del combate y a la preparación que todo eso implicaba.

    Uno de los puntos clave sería descubrirnos ante Moondale y prácticamente ante Ripper, porque nuestro mensaje sería cortado más allá de las fronteras del Condado. No dejaba de darle vueltas a eso y a mi propósito. Quizá después de tanto tiempo oculto era el momento de apoyar a Sarah cuando más lo necesitaba.

    Colgué el cuadro y volví a observarlos todos juntos. En aquél momento teníamos una guía, un destino que lo entrelazaba todo entre nosotros como Daë. Ahora todo caía de nuestra parte, el futuro de muchas personas estaba en juego y el día fatídico cada vez parecía más cercano.

    En las últimas semanas habíamos estado cada vez más ocupados con los planes, hasta el punto de apenas poder vernos para nada que no fuesen las reuniones en la ‘Mesa Redonda‘. Amy, los Satellites, las defensas, los puntos clave, el detalle de habilidades de todos a los que nos enfrentábamos, el análisis de los futuros que habíamos visto, Omega, la traición del bando negro, las armas, la protección de nuestros más cercanos….

    Sencillamente era demasiado. Un peso que podía minar la moral de cualquiera, por muy motivados que nos tuviera el desastre que habíamos presenciado en dos ocasiones. Di una vuelta durante unos instantes y volví a fijarme en las imágenes de los Guardianes, concretamente en los ‘Antiguos Daë‘.

    En aquél entonces tuvimos en nuestras manos nuestro propio futuro y el de muchos otros, decidiendo en algo que nos cambiaría para siempre.

    Sarah siguió adelante con su legado en lugar de conseguir el poder de traer a alguien de vuelta de entre los muertos y esa decisión le acarreó depresión y ansiedad que finalmente le hicieron perder la esperanza y entregarse a Z.

    Dominic decidió cambiarse a sí mismo en lugar de arrebatar el poder a Rebecca, lo que, para bien o para mal, dio lugar a Omega.

    Vincent por otro lado tenía ahora un artefacto muy útil para encontrar portales que nos ayudaría a mover gente en caso de emergencia de Moondale al Pantano del Grendel, pero también podría tener algo que hiciera confesar la verdad a alguien del bando negro para que Z fuese consciente del puñal que tenía ya entre las costillas.

    Daniel perdió algo de sí mismo que jamás podrá recordar con tal de conseguir algo que protegería a Sarah en un futuro, pero esa pérdida le minó de tal forma que perdió las fuerzas durante mucho tiempo cuando Sarah tuvo que ir al Palacio. También pudo cambiar el pasado e incluso el futuro según sus deseos.

    Cara tuvo en su mano el poder de ver todo aquello que le deparase el futuro, pero decidió dejar a un lado el destino y tomarlo en su propia mano cogiendo el arco.

    Mara dejó de ser una vampiresa, pero eso la hizo presa fácil de ‘King’, siendo ahora una licántropa. Eso nos permitió ver de primera mano el poder que tenían ambos bandos.

    Diana dejó pasar el poder, de una u otra forma, para proteger a su hija. Yo mismo dejé pasar la oportunidad de tener más poder para no arriesgar mi moralidad, pero no dejaba de preguntarme si podría haber resistido la tentación y en estos momentos tendría más poder para proteger a los demás.

    Quién sabe qué habría pasado si hubiéramos elegido otras cosas. En algún lugar del multiverso habría cientos de líneas temporales divergiendo a partir de esa decisión. Pero a nosotros tenía que preocuparnos esta, nuestro pasado, presente y futuro.

    Lo importante no era qué habíamos decidido, sino haber tomado esa decisión, haber tomado lugar en cambiar el mundo. Si lo habíamos hecho una vez, podíamos volver a hacerlo, con Daesdi involucrados o sin ellos. Mi deber era recordárselo a todos ellos, así que me puse a ello, pronto cada uno recibiría un mensaje para que no olvidasen lo que habían logrado.

    Cuando terminé los envié y me preparé un relajante té verde mientras observaba el también verde césped de la parte trasera de la Nave.

  • EL FIN DE LA UTOPÍA

    Dante Villiers | Edificio Lenora

    Me desperté confuso, con un dolor penetrante en la base del cuello que se extendía, ramificándose, por toda mi cabeza. Cuando conseguí recuperarme de la confusión miré a mi alrededor y vi que estaba en una especie de celda, aunque la puerta estaba abierta.

    Por instinto salí fuera y empecé a recordar lo que había ocurrido. Había perseguido a la que me había atacado hasta el claro de un bosque y allí me había topado con un golpe de estado antes de caer inconsciente.

    Me llamó la atención un papel que había sobre una mesa frente a la celda. Estaba escrito de manera apresurada y podía leerse: Señor Villiers, sentimos mucho todo lo que ha ocurrido, pero con suerte, cuando despierte, todo cobrará sentido y todos viviremos en un mundo mejor. Si despierta demasiado pronto no se acerque al Edificio Lenora. La nota estaba firmada por un tal Christopher MacLeod, cuyo nombre me sonaba pero sin tener muy claro de dónde.

    La nota me alarmó, y al leer la mención al Edificio Lenora lo primero que pensé fue en mi hermano Cole. Activé el Omnilens e intenté contactar con él, pero eso solo sirvió para aumentar mi preocupación cuando no respondió. Traté de contactar también con mi madre, pero no había más que silencio.

    Siempre había sido bastante imprudente e irreflexivo, y la familia era mi punto débil, por no mencionar mi rebeldía innata. Así que hice exactamente lo que la nota decía que no hiciese y recurrí a mi poder para atravesar el velo de la oscuridad y llegar en un instante al Edificio Lenora.

    Librado del mareo inicial del teletransporte, vi que estaba en la oficina de Cole. El sitio estaba vacío y debía haberse vaciado con prisa. Pero eso no era todo, con el impulso había olvidado que el Edificio tenía un sistema de protección para evitar apariciones como la que yo acababa de hacer, y ese sistema no había funcionado, así que fuera lo que fuera lo que estaba pasando, era gordo.

    Abrí la ventana de la oficina y me lancé al vacío, sintiendo el viento contra mi cuerpo mientras descendía y tomaba impulso para ascender batiendo mis alas hasta las azoteas del Edificio.

    Antes siquiera de aterrizar lo vi. Fuego, humo, sangre y cuerpos inertes por todas partes. Los que se movían o bien estaban enfrentándose entre sí, o bien huían del interior de la planta de la azotea, de una figura femenina vestida de negro.

    Esa figura me llamó la atención de inmediato, pero un grito familiar me hizo volver la vista. En una de las terrazas un amasijo de plumas blancas caía al suelo y trataba de ponerse en pie mientras otra figura la atacaba. Mi madre estaba en peligro, así que volé hacia ella con temor a llegar demasiado tarde, porque quién la atacaba, un miembro de alto rango del bando negro del Consejo, parecía a punto de dar un golpe mortal.

    Mi mente se quedó en blanco al saber que no iba a llegar a tiempo. Quise gritar, pero ni siquiera sé si lo hice o no. No podía soportar la muerte de mi madre, sin ella no era nada, era la única que nos mantenía unidos a mi padre, a Cole y a mí.

    Antes de recibir el golpe fatal, una figura se interpuso y lo recibió en su lugar. Le reconocí mientras caía al suelo, Niall, también miembro de esa especie de golpe de estado. Pero había defendido y salvado a mi madre de un alto rango del gobierno. Fuera como fuese dentro del caos que había en mi cabeza, no esperé, en su lugar utilicé mi segundo poder como nunca había hecho y mandé al atacante a través de la oscuridad que me había llevado allí. Con las prisas no sabía dónde lo había transportado, quizá a ninguna parte y ahora estaba encerrado en la oscuridad para siempre. No me importaba, no después de lo que había hecho.

    Corrí hacia mi madre y la sujeté. Estaba herida. – [Mia]Hijo, tu padre…lo siento…[/Mia] – tartamudeó con lágrimas surcando su rostro. Ella se había salvado, pero mi padre, estuviera donde estuviera, no. Quise preguntarle qué estaba pasando, por qué estaban luchando del lado de la gente cómplice de un golpe de estado, de atacarme e intentar acabar con mi vida, pero mi madre se desmayó, no sé si del dolor o el trauma emocional. Comprobé que estaba bien y la llevé a la oficina de Cole antes de volver a la azotea y aclarar la confusión de una vez por todas.

    Cuando volví, entre la refriega que aún continuaba y el caos que reinaba, distinguí a una figura conocida. La muchacha que me había atacado, esa tal Jane. Sin esperar a que volviese a escapar, me teletransporté a su lado y la aferré del brazo.

    – [Dante]¿Qué cojones es todo esto?[/Dante] – grité. Ella se sobresaltó, pero desvió la mirada con terror hacia otro lado, donde una mujer exactamente igual que ella miraba en nuestra dirección, seguramente habiendo escuchado mi voz.

    – [Xander]Sí, esa es la que intento matarte.[/Xander] – apartando mi mano de la de la chica. Me eché hacia atrás, pensativo. La que había intentado atacarme era la otra, estaba claro una vez las veías a ambas. Eran iguales, pero muy diferentes.

    – [Omega]Escondidos igual que ratas.[/Omega] – dijo la otra chica con una voz más severa y oscura. Continuaba caminando hacia nosotros, que la observábamos escondidos detrás de un muro derribado. De pronto se detuvo, miró a su izquierda y sonrió. Alzó una mano y de su escondite salió volando una chica delgada, de pelo castaño rojizo y una estética animal.

    – [Jane]¡Amy, n..![/Jane] – estuvo a punto de gritar la que estaba a nuestro lado, pero el tipo fornido le tapó la boca para evitar que nos encontrase. Le miré a los ojos y los vi brillantes, conteniendo las lágrimas. La muchacha de pelo castaño rojizo forcejeó hasta que de pronto cayó inerte y la atacante la dejó caer al suelo.

    Jane, la que estaba a mi lado, ahogó un grito. El chico, que aún no sabía cómo se llamaba, la aferró con la mano izquierda mientras la derecha estaba cerrada en un puño de nudillos blancos.

    La muerte de la chica me dejó helado. Había cuerpos allí fuera, en las terrazas, pero hubo algo en ver cómo mataba a esa joven pelirroja que me destrozó.

    – [Xander]No…no…[/Xander] – oí susurrar al chico. Seguí la línea de su mirada y vi que un grupo de jóvenes estaba atacando a la «versión asesina» de Jane. La atacaban de forma rudimentaria, unos con armas, otro, un demonio de piel verde menta, con sus garras y su fuerza, apoyado por un licántropo de pelaje negro como la noche que se lanzaba implacable contra ella. Ella sin embargo recibía cortes que se curaban al instante y cuando se aburría, golpeaba con un abanico de poderes terrorífico.

    No podía soportarlo más, así que traté de usar mi poder para sacarlos a todos de allí, pero no funcionó. De pronto era como si me hubieran arrebatado mis poderes.

    – [Xander]Ha anulado los poderes.[/Xander] – explicó el chico al ver mi cara de asombro y mi frustración. – [Xander]Todos menos los suyos.[/Xander] – aseguró. Con su telekinesis apartó al demonio verde mientras que su brazo se cubría de granito para golpear con fuerza al licántropo. El resto apenas le hacían rasguños con sus armas.

    – [Jane]Los va a matar a todos…[/Jane] – dijo Jane conteniendo las lágrimas. El chico guardó silencio y llevó la mano sobre la barriga de la joven mientras le decía algo al oído. Ella intentó retenerle, pero no pudo evitar que se pusiera en pie y saliese de nuestro escondite.

    – [Xander]Deja que se vayan.[/Xander] – pidió a la asesina, que de un gesto creó una onda expansiva que apartó a todos los que la atacaban.

    – [Omega]No tengo ninguna razón para hacerlo.[/Omega] – sonrió con crueldad  y con un giro de su mano una joven pelirroja que estaba cerca del cuerpo de la otra chica, se llevó las manos al cuello como si no pudiese respirar.

    – [Xander]No son rivales para ti. Pero yo soy inmune a tu poder.[/Xander] – afirmó.

    – [Omega]También lo era tu madre.[/Omega] – sentenció ella. El muchacho tembló de pura rabia.

    – [Xander]No hables de ella…[/Xander] – replicó.

    – [Omega]Es increíble lo fácil que fue todo.[/Omega] – ella empezó a caminar hacia él. – [Omega]Todo porque dieron por fallecida a la cambiaformas que tenía el espíritu de la novia muerta.[/Omega] – señaló con su mano más allá, donde descansaba el cuerpo sin vida del Director. Mientras ella caminaba, absorta en su gloria, en nuestro escondite apareció una chica rubia y un tipo de piel oscura, grande y fornido. – [Omega]Pero resultó que seguía viva, solo se estaba adaptando. Así que me encargué de que las dos estuvieran muertas de verdad.[/Omega] – añadió con una sonrisa pérfida. – [Omega]Después fueron a por la otra Cazadora, así que la maté para suplantarla como si la posesión hubiese vuelto a salir mal.[/Omega] – continuó explicando. Mientras tanto, a mi lado, los demás intentaban que Jane se fuese, pero ella no quería. – [Omega]Entonces fueron a por su último recurso, tu madre.[/Omega] – añadió, ya muy cerca de él. – [Omega]Se volvió muy blanda al verme con la cara de su «amiga» muerta. Así que aproveché la ventaja.[/Omega] – sentenció. Volvió a mover sus manos y los que estaban a su alrededor se llevaron las manos a la garganta igual que la muchacha. – [Omega]Vivir tantos años con su cara, simulando ser Beatrix y aguantando a ese imbécil fue una locura, pero quería su poder y siempre estaba demasiado vigilado, además, seguía débil por lo que me había pasado. Sabía que el bando negro estaba esperando también, así que era cuestión de que todo coincidiese.[/Omega] – estaba frente a frente con él. – [Omega]Así que dime, ¿aún eres una amenaza para mí?[/Omega] – preguntó. – [Omega]Porque la distracción no está funcionando muy bien.[/Omega] – añadió, sonriendo. Chasqueó los dedos y todos a los que estaba asfixiando cayeron muertos. Entonces fijó la mirada hacia nosotros.

    – [Xander]¡Vete, ya, corred![/Xander] – gritó, lanzándose sobre ella solo para ser repelido sin el más mínimo inconveniente.

    El tipo grandote se puso en medio, bloqueando el paso, mientras la muchacha rubia arrastraba a la chica. Era imposible que saliesen de allí corriendo con esa mujer persiguiéndoles, pero tuve una idea.

    Corrí hacia ellas, que ya estaban saliendo del interior de la azotea, y las empujé por el borde de la terraza saltando detrás. Extendí mis alas y las sujeté, forcejeando para mantenerme en el aire. Cuando lo conseguí, miré hacia arriba y vi que la mujer se preparaba para derribarme, pero ya estaba demasiado lejos de su alcance, así que utilicé mi poder y nos internamos en las sombras.

    El Paraíso soñado por Z había caído. De la luz prometida, ya solo quedaba oscuridad. Pero incluso en la más profunda oscuridad hay un retazo esperanza, al menos para los que habíamos sobrevivido.

  • CONDENADOS

    Noah Arkkan | Edificio Lenora, azotea

    La supervelocidad en el mundo real no es tan sencilla como puede parecerlo en la imaginación de un consumidor habitual de ficción. Sí, está la capacidad de llegar en un instante a cualquier parte o de hacer cualquier cosa increíblemente rápido. Pero esa capacidad no deja de estar limitada por nuestra propia condición, humana o sobrenatural. Así, pese a poder virtualmente detener todo lo que estaba ocurriendo a la velocidad del rayo, mi mente iba a ser incapaz de focalizarse a la vez en todo lo que pasaba, teniendo que concentrarme en un problema de cada vez y para cuando terminase, habría ocurrido algo que no habría podido evitar.

    En una guerra como la que estaba ocurriendo, eso se elevaba a la enésima potencia. En la batalla de los balcones inferiores me había asegurado de ir mermando a los peones, enfrentándome a las infinitas copias de ‘Carbon Copy‘ hasta que terminé con él. Pero para entonces el tío Christopher ya había muerto y no había podido hacer nada por él.

    Aun así, pese a la pérdida, seguimos luchando, porque no nos quedaba más remedio. La azotea se había convertido en una verdadera batalla campal y no nos iba nada bien para cuando nos reunimos todos en ella. Dominic y Owen lideraban la lucha contra, pero el tío Vincent y la tía Mara habían muerto y se habían unido a Kuruk como grotescas marionetas controladas mediante la magia de sangre de la Reina Negra.

    Mis padres peleaban juntos contra un cadáver animado con una corona y adornos dorados fundidos en su negra carne, junto a él, la chica del toque mortal, ‘Death’s Bride’, caminaba hacia ellos intentando acabar con su resistencia con un solo toque.

    Corrí en su dirección y aferré a la chica por la chaqueta con mucho cuidado de no tocar su piel. Sin detenerme a pensar, la lancé fuera de la azotea con la velocidad que llevaba en ese momento. Me dije a mí mismo que no podía hacer otra cosa pero el tiempo fue literalmente una eternidad mientras la veía caer al vacío.

    Cuando volví la vista hacia la azotea, el caos reinaba en todas partes y era casi imposible saber qué hacer. Una ángel cayó del cielo y se estrelló, inerte, en mitad del campo. A su caída le siguió un destello de luz que hizo explotar una sección de la azotea, que se derrumbó llevándose a varios defensores de Z, incluidos dos miembros de ‘Gambit’, junto a algunos de los nuestros que luchaban contra ellos. Vi a la figura en llamas en el cielo, atacando indiscriminadamente hasta que ‘Joker’ le derribó.

    La muerte de Logan era toda una victoria para ellos, por eso fui incapaz de entender lo que vi a continuación. Una flecha cruzó rápidamente el cielo y se clavó en la espalda de ‘Joker’. Ella se giró para ver quién la estaba disparando, solo para descubrir a ‘Elsass Malephar’, un miembro de ‘Gambit’, de los suyos. No tuvo tiempo a reaccionar antes de que el resto de flechas que Elsass ya había lanzado la abatieran hasta caer muerta.

    Pero esa no fue la única traición, el Rey Negro iba directo hacia el propio Z tomando la forma de una muchacha delgada y rubia que parecía atormentar al Director del Consejo. El Rey Blanco corrió en su ayuda, pero su resistente piel se abría en cientos de miles de cortes hasta que, cubierto de sangre, no pudo dar un paso más y cayó-. Revisé el campo a toda velocidad y vi que la Reina Negra era la culpable, utilizando la sangre de la propia Reina Blanca, que yacía tendida en el suelo, junto a ella y a ‘Offspring’, la Alfil Negra que daba vida a monstruos y que acababa de matar a la Reina Blanca con uno de ellos.

    Por todas partes era igual, el bando negro luchaba contra los suyos y contra los nuestros, aprovechando que nos estábamos enfrentando entre nosotros para acabar con tantos como pudieran. Era una masacre.

    Crucé a toda velocidad la azotea y derribé a un peon que estaba a punto de matar a Lexa y a Niall. Juntos luchamos por mantener la posición mientras Xander, Daniel, Elle y Jane venían hacia nosotros comunicándose con el resto para reagruparnos y fortificarnos en el interior de la azotea, ante el caos que estaba acabando con nosotros.

    Traté de ayudar a todos los que pude, pero desgraciadamente no conseguimos llegar todos y muchos se quedaron en el exterior, aún luchando en la cruenta guerra.

    Dentro, las cosas no eran mucho más fáciles, nos enfrentábamos también a la gente de Z, aunque ahora no parecían obedecerle a él, porque no le defendían mientras el Rey Negro le atacaba y acosaba, tan cerca de nosotros que incluso podíamos oírle. El bando negro estaba tomando el control.

    – [Z]¿Después de todo este tiempo?[/Z] – le preguntaba Z, retrocediendo ante el espanto de la muchacha de cabellos rubios que ahora mostraba un cuerpo putrefacto del que podían verse surgir los gusanos.

    – [BlackMask]Siempre.[/BlackMask] – sentenció el espanto, una visión de los miedos de Z tras la que se ocultaba el poderoso Rey Negro. – [BlackMask]Ha sido duro, no lo creas, aguantar tantas estupideces, disimular tanto.[/BlackMask] – su avance se había detenido y Z y él estaban frente a frente. – [BlackMask]Habría matado por poder llevarme la cara de Abel.[/BlackMask]  – añadió. Los ojos de Z se perfilaron en una mueca de odio. – [BlackMask]Pero la gracia del trato era que no sospecharas de mí ni de Aislinn.[/BlackMask] – replicó.

    Z gritó de pura rabia y tomó el aspecto de un musculoso demonio de piel blanca. Golpeó al Rey Negro pero éste empezó a adaptarse tomando la forma de un nazi de alto rango y después la de un demonio que no reconocí.

    – [Z]Todo este tiempo, ocultos, esperando tomar el poder, ¿por qué? Ofrecí una utopía, un mundo perfecto.[/Z] – se preguntaba, más a sí mismo que al propio Rey Negro. Z intentaba hacerse a la idea del error que había cometido.

    – [BlackMask]Porque no queremos un mundo perfecto, queremos un mundo donde tengamos poder, donde el resto no seáis más que fines para un medio. Un mundo donde todos nuestros deseos estén satisfechos, no los de los demás.[/BlackMask] – resumió mostrando los dientes afilados de un monstruo gigantesco en el que se estaba transformando. Golpeó a Z con todas sus fuerzas y le partió el cuello con un chasquido, pero él se levantó y su cuello se reajustó, evolucionando.

    – [Z]La evolución obliga a superar los miedos, Edgar.[/Z] – dijo mientras intentaba mantener el aguante contra los cambios del Rey Negro.

    – [BlackMask]El miedo nunca se supera, solo cambia.[/BlackMask] – sentenció el Rey Negro, hundiendo a Z en el suelo con un poderoso golpe mientras tomaba brevemente una forma desagradable y retorcida, el verdadero aspecto del hombre del saco.

    Se acercó lentamente a Z, sonriendo, hasta que una voz le detuvo. – [Beatrix]¿Y a qué le tienes miedo tú?[/Beatrix]- preguntó la voz. El Rey Negro se giró y allí estaba mi tía Sarah, o al menos su cuerpo, porque la que llevaba las riendas y le observaba con una sádica sonrisa era Beatrix, la mujer de Z, la causa de lo que mi tío y mis primos habían perdido. Vi a Elle mirarla con ojos esperanzados, el propio Xander casi estuvo a punto de recibir un golpe con una espada que detuve antes de que le diese. Y mi tío…mi tío estaba destrozado al verla.

    Intentó luchar y abrirse paso hasta ella al ver la sonrisa pérfida que el Rey Negro le dirigía. – [Z]¡Beatrix, no! ¡Aléjate de él![/Z] – gritó Z. Por un instante, mi tío y Z compartieron un mismo deseo.

    Y su deseo se cumplió. El Rey Negro caminó hacia ella tomando la forma humana de un hombre mayor, fuerte, cubierto de cicatrices y vestido con ropa militar. Sonrió con suficiencia diciéndole algo que no llegué a escuchar. Entonces El Rey Negro se detuvo como si le hubiese retenido una fuerza invisible. Beatrix caminó hacia él ante la mirada de todos y colocó una mano en su rostro. El Rey Negro empezó a gritar de dolor, cambiando de formas rápidamente hasta que la figura retorcida cayó al suelo, muerta. Beatrix había acabado con el Rey Negro.

    – [Z]¿Qué…?[/Z] – preguntó Z, mirándola fijamente.

    – [Daniel]Tú no eres Sarah.[/Daniel] – gritó el tío Daniel. Me fijé en él y vi odio y dolor mezclados, una peligrosa combinación, especialmente en él.

    – [Beatrix]No[/Beatrix].- replicó ella con la voz de mi tía Sarah, sonriendo.- [Beatrix]Me sorprende que te hayas dado cuenta[/Beatrix]. – por un instante volvió a parecer el cadáver de la mujer rubia, la verdadera Beatrix, reflejando el miedo de Z. Había absorbido el poder del Rey Negro después de matarlo. Mi tía Sarah no tenía ese poder, solo conocía una persona que sí. Miré a mi alrededor, buscándola, y encontré que Xander hacía lo mismo.

    – [Z]¿Qué está pasando, Beatrix? ¿Cómo has matado al Rey Negro?[/Z] – preguntó Z, desconcertado. La oposición que habíamos encontrado empezó a desbandarse, sin saber a quién defender, por quién luchar. Así que nos abrimos paso.

    – [Daniel]Tampoco es Beatrix, siento desilusionarte.[/Daniel] – intervino Daniel, sin desviar la vista de ella. Jane acababa de hacerse visible al lado de Xander, y los dos se miraban tan desconcertados como el resto.

    – [Z]¿Quién demonios eres?[/Z] – preguntó Z poniéndose en pie, aún con su apariencia de demonio, que le hacía parecer aún más enfadado. Cargó hacia ella y la aferró por el cuello alzándola con su enorme fuerza. Ella ni se inmutó, sonrió con suficiencia y vio cómo Z se doblaba de dolor. Cuando se apartó de ella, no se lo permitió, prolongando el contacto.

    – [Beatrix]La que acaba con tu vida[/Beatrix].- replicó con una sonrisa. Unos segundos después, Z había muerto.

    – [Daniel]Marchaos…rápido.[/Daniel] – escuché gritar a Daniel. Sabía algo que nosotros no, y a juzgar por la cara de Diana, Dominic y mis padres, ellos también. Nos quedamos congelados, aunque algunos si hicieron caso y se marcharon. Daniel corrió junto a los demás para enfrentarse a nuestra nueva enemiga. – [Daniel]¿Qué has hecho con Sarah?[/Daniel] – le preguntó, golpeándola con su espada. El corte no le hizo nada, su nuevo poder absorbido de Z le garantizaba inmunidad.

    – [Beatrix]¿De verdad quieres saberlo?[/Beatrix]- preguntó ella con frialdad. Empezó a mostrar una enorme amalgama de poderes que superó rápidamente a todos sin apenas dejarnos tiempo a responder. Amy corrió hacia el combate pero se encontró con un muro levantado por la propia Diana que les rodeaba, no nos dejaban ayudarles y ella les superaba con creces.

    Dominic se acercó a ella lo suficiente, a punto de clavarla en una tubería de acero, pero dudó y ese instante de duda fue su muerte. Mis padres fueron los siguientes, cayeron al suelo como si una fuerza invisible les hubiera ahogado.

    Diana y Daniel intentaron aguantar, pero no pudieron. Con la muerte de Diana, el muro que les separaba de nosotros y nos impedía entrar cayó. Corrimos hacia ellos, pero para entonces ya tenía a Daniel aferrado.

    – [Beatrix]Siempre he querido más a Siegfried[/Beatrix].- le dijo, aún esbozando la cara de Sarah mientras le daba un mortal beso. Cuando mi tío cayó, muerto, nuestra enemiga abandonó el aspecto de Sarah y se mostró con su verdadera forma, la de Jane.

    – [Xander]Jane….[/Xander] – dijo Xander, entrecortadamente. Jane estaba a su lado, tan asombrada como él. Ante ellos había una copia exacta de Jane, con sus mismos poderes pero la excepción de que Jane solo había matado dos veces para conseguir poderes, una por error y otra en defensa propia contra ‘The Hand’. Nuestra enemiga sin embargo tenía decenas de poderes.

    – [Veronica]No soy Jane, soy Omega[/Veronica].- replicó con una sonrisa.

    Ese nombre hizo sonar algo en mi mente. Accedí con rapidez a la memoria genética de mis antepasados y lo encontré, entre los recuerdos de mi padre. Un futuro en el que la Iniciativa había impuesto su control sobre los sobrenaturales usando a los propios sobrenaturales como perros de presa. Una de ellos destacaba, Verónica Preston, la hija de Dominic y Rebecca, criada para matar y ganar poder, siempre sirviendo a la Iniciativa liderada por su abuelo, hasta que decidió dejar de hacerlo y se envió a sí misma al pasado. Y allí estaba, la misma, pero ahora en nuestro futuro, reduciendo nuestras esperanzas a cenizas.

    – [Veronica]¿Listos para morir?[/Veronica] – preguntó jugueteando con la luz que le permitía crear su nuevo poder. Corrí hacia ella, pero de pronto el mundo entero se volvió muy lento. Omega sonreía, acababa de anular mi poder y el del resto. Ése era el poder de mi tía Sarah. Estábamos condenados.

     

  • CICATRICES EN EL ALMA

    XANDER ECHOLLS | EDIFICIO LENORA

    La depresión, en su estado más puro, es frustración y arrepentimiento. Arrepentimiento por malas decisiones que nosotros u otros han tomado y frustración por no tener el poder para cambiar esas cosas. Quizá mi bisabuelo, capaz de controlar el tiempo, nunca tuvo ni podría haber tenido depresión, porque podía cambiar las cosas. Pero para el resto de los mortales eso no era más que un deseo irrealizable.

    Conocía bien cómo te hacía sentir porque yo mismo la había vivido desde que había visto, impotente e incapaz de hacer nada, como se llevaban a mi madre, no una, sino dos veces.

    La primera vez era demasiado pequeño para ser perfectamente consciente, pero una imagen se quedó grabada en mi mente, marcada a fuego para siempre. Era una imagen tenue, lógicamente, pero intensa. No contenía detalles, como el lugar o quienes estaban presentes. Solo recordaba a mi padre, tirado en el suelo, sangrando y a mi madre, inconsciente, arrastrada por un grupo de protegidos. Había una mujer con el pelo rojo como la sangre que me miraba divertida mientras jugaba con un alfiler.

    Quizá originalmente no recordaba todo eso, pero el tiempo y los conocimientos de los demás me permitieron darle más color a esa imagen, saber quién era esa mujer, la Reina Negra, una hechicera experta en magia de sangre.

    La segunda vez fui más consciente y sentí la impotencia de no poder hacer nada, no solo por no tener la fuerza suficiente para plantarles cara, si no por tener que esconderme y proteger a mi hermana.

    Esos hechos me marcaron, me dieron la personalidad que tenía hoy en día y los traumas que acarreo. El miedo a volver a sentir esa pérdida fue lo que permitió que decidiese alejar a Jane de todo esto sin su consentimiento, tratándola como a una chica indefensa sin capacidad para decidir por sí misma cuando sabía perfectamente que era mucho más poderosa que yo o que cualquiera de los presentes, salvo quizá mi hermana. Había intentado sobreproteger a ambas cuando eran más capaces que yo para hacerlo.

    Si pudiera volver atrás, seguramente repetiría lo mismo que había hecho, porque seguía teniendo el mismo miedo y habría cometido el mismo error. Sería ridículo decir que no temía morir allí, por supuesto que lo hacía, o que cualquiera de los demás tuviese un fatal desenlace. Mi mayor anhelo era que todos pudiésemos volver sanos y salvos, pero sabía que no sería así. Habría bajas, todos habíamos tenido que asimilar el riesgo cuando decidimos hacerlo. Lo que pasaba es que había bajas que sabía que no sería capaz de sobrellevar. La de Jane, la de nuestro pequeño nonato y la de Elle eran tres de ellas.

    El campo de batalla no atenuaba mis miedos. Estábamos aún a una terraza del ático donde el grupo de Owen y su padre luchaba contra los protectores más cercanos a Z. Tras la muerte de ‘Wall‘ a manos de mi padre, la balanza de inclinó de nuestro lado, pero no duró demasiado.

    Poco después se unieron varios protegidos y el propio campo de batalla se volvió contra nosotros. Las terrazas del edificio estaban diseñadas para incorporar la propia naturaleza al entorno urbano, manteniendo el ecosistema y tratando de recuperar parte del daño que había hecho el ser humano. Dos de las protegidas que aparecieron eran Leaf y Briar. Juntas, hicieron que la naturaleza cubriera completamente el terreno, entorpeciendo nuestros pasos, cegándonos, reteniéndonos en pleno combate y atacándonos desde todas direcciones.

    En mis manos, Ocaso segaba las ramas de los árboles con facilidad antes de que me golpearan, pero mi concentración tenía que ser completa para evitar también los ataques de los peones. Sentía en la espada la fuerza de su espada hermana Albor, que acababa con sus enemigos como si la que la empuñaba no fuera mi alegre hermana Elle sino una persona completamente diferente, despojada de su alegría e inocencia, una versión guerrera y despiadada de sí misma.

    Sabía que el miedo a perder a Jane y Elle ante la muerte era más complejo que el mero hecho de verlas morir. Estar cerca de la muerte siempre nos afecta, de una forma u otra. Morir es el final del camino, al menos que yo sepa. Pero dar muerte a otro es el principio de un camino de espinas que te cambiará para siempre. No solo temía que muriesen, temía que cuando terminase todo, si seguíamos vivos, hubiesen dejado de ser las mismas.

    Elle era inocente y alegre, toda su vida nos habíamos esforzado por aislarla de la violencia, ayudarla a rechazar esa oscuridad latente en su interior. Y Jane siempre había sido una pacifista, desdeñando desde el principio este ataque y la naturaleza de su propio poder. Por desgracia, vivíamos en un mundo donde la paz no era posible. No con lo que habían hecho. Ni con lo que seguían haciendo.

    Continuamos luchando, esperando derribar a Leaf y Briar para recuperar la ventaja. Mi moral se vino abajo cuando Ted murió atravesado por una rama. Durante los minutos que tardase en recuperarse, cualquiera de los nuestros podía caer. Y así fue.

    Diana acababa de derribar a cuatro peones con una llamarada y no vio las hiedras rodearla. Para cuando lo hizo, ya era tarde. Las hiedras arrastraron a su presa ante los gritos de los nuestros, que vieron impasible cómo cubrían el cuerpo hasta enterrarlo y asfixiarlo. Diana no pudo hacer nada, su fuego quemaba las hiedras pero otras ocupaban su lugar, hasta que el cuerpo de Christopher dejó de moverse, mientras Diana gritaba de rabia preguntándose por qué tenía que haberse interpuesto para que no la cogieran a ella.

    La rabia de Diana arrasó todo lo que había frente a ella, hasta convertir a Leaf en un montón de cenizas y quemar viva a Briar, que se lanzó por la terraza, desconcertada, intentando apagarse.

    Los esfuerzos de nuestros enemigos se centraron en mi tía, lanzando contra ella todas sus fuerzas. Corrimos a defenderla, pero se interponían en nuestro camino. Ella acabó con los peones uno tras otro.

    – [Xander]¡Detrás![/Xander] – grité al percibir un destello a su espalda. ‘The Hand‘ abandonó su invisibilidad para asestar una puñalada por la espalda a Diana sin que esta tuviera tiempo a detenerle. Pensé que también la habíamos perdido, pero Jane la salvó.

    En cuanto la mano desnuda de Jane tocó la piel de ‘The Hand‘, este se vino abajo, retorcido por el dolor, mientras Jane absorbía poco a poco su poder. Me quedé parado, sin saber que hacer, pensando que iba a matarle, que la Jane que conocía iba a cambiar. Pero ella lo soltó, ya inconsciente, pero respirando. Después Jane desapareció usando la invisibilidad que acababa de tomar prestada.

    Con el aluvión de la rabia de Diana y Jane dejando inconscientes a los más fuertes, nos abrimos paso hasta el puente de hielo que Idris acababa de construir. Avancé en la vanguardia mientras otros cubrían nuestro paso.

    Cuando llegué al ático me detuve. La lucha era atroz. Un despliegue de poderes por ambos bandos que iba en detrimento del nuestro. Tuvimos que esquivar los cuerpos para unirnos a un combate atroz. La Reina Negra estaba allí, con una pila de cuerpos ensangrentados bailando a sus órdenes como marionetas. Reconocí entre ellos a Kuruk, a Vincent y a Mara. Habíamos entrado al Reino de la Muerte y nos enfrentábamos a dioses inmortales.

    Al fondo de ese paraje desolador, lejos de donde nos encontrábamos, el Rey Negro estaba en pie frente a Z. Su forma cambió para reflejar a una mujer joven, rubia y delgada ante la que Z tembló. Aaron acudía en su ayuda, pero todo su cuerpo empezó a rasgarse dejando salir la sangre. Se giró, conociendo a la responsable y se lanzó contra ella con todas sus fuerzas, pero fue incapaz de soportar tantas heridas y sus ojos, anhegados en sangre, se apagaron. En el Reino de la Muerte, los dioses ya no eran inmortales y la oscuridad iba ganando la partida.

  • OTRO TIEMPO

    Daniel Arkkan | Edificio Lenora

    Cuando sentí el aire frío en el rostro, supe que ya habíamos llegado a nuestro destino y abrí los ojos. Diana nos había llevado a una de las últimas terrazas del edificio Lenora, a dos terrazas de distancia de la fiesta. Una sabia decisión estratégica que evitaba llevarnos directamente a la refriega con la confusión del teletransporte. Miré hacia ella, que esbozaba una sonrisa de ánimo, y asentí, sin devolverle la sonrisa como habría hecho en el pasado. No tenía demasiados motivos para sonreír. Esa noche podía perder o ganar, era un todo o nada.

    Me apoyé en la barandilla fingiendo buscar las vistas y la fría brisa para calmar el mareo, como algunos de los demás. Respiré profundamente y traté de controlar los nervios. Estaba a punto de ver a Sarah en persona después de muchos años y, aunque fuese una marioneta de Beatrix, ni siquiera yo mismo sabía cómo iba a reaccionar. Lo único que tenía claro era que tenía que liberarla de esa pesadilla fuera como fuese.

    – [Elle]Papi, ¿estás bien?[/Elle] – Elle se acercó a mí y apoyó su mano en mi brazo, intentando reconfortarme. Miré hacia ella y vi que me sonreía. Tras ella, en el otro extremo de la terraza, vi a Xander, que acababa de llegar con Noah, Leo y Lexa, discutiendo con Jane después de haber cometido un error que yo mismo había cometido cuando era más joven.

    – [Daniel]Si, cariño. Es por la desorientación.[/Daniel] – mentí. Los dos me recordaban mucho a su madre y era por ellos tres por quienes había seguido adelante. Necesitaban un padre que cuidase de ellos aunque a veces fuese al revés y ellos cuidasen de mí. Y Sarah, necesitaba liberarla, aunque eso supusiese mi vida. Cada día, cada noche, en cada hora, no hacía más que pensar en lo que ella estaría viviendo, en lo que mi hijo y mi hija vivían sin su madre cerca, sabiendo que se la habían arrebatado por la fuerza.

    Tomé la mano de Elle entre las mías y respiré profundamente mientras miraba el horizonte de Moondale. La ciudad había prosperado hasta convertirse en una auténtica utopía futurística autosostenible, pero esa utopía no era para todos.

    Sí, las utopías siempre suenan maravillosas, pero el mundo nunca es blanco o negro totalmente. El ser humano, y el sobrenatural, tienden a repetir siempre el mismo error. Un grupo oprimido se alza sobre otro y al final termina por ser el opresor. Todos los que nos habíamos enfrentado a Z y a los suyos éramos ahora parias de esa utopía, al igual que los humanos, los sinpod o los artificiales.

    Una verdadera utopía tiene que salir del esfuerzo de cada individuo. Ser algo que cada persona, sana y estable, considere de verdad una utopía, sin importar su género, sexualidad, raza, etnia, religión o cultura. Y esa utopía solo se conseguiría si todos sacrificasen algo, si todos luchasen por ella. En lugar de ello teníamos desigualdad, una utopía de fuertes, donde los que han tenido la suerte de nacer con un poder útil tienen mejor vida que otros que no lo tienen. Un capitalismo potencialista, donde los poderes son el mayor recurso, la moneda de cambio.

    Me separé de la barandilla y sonreí a Elle. Temía perderles. Si no viviéramos en esa «utopía», habría acudido yo solo a por Sarah, jamás les habría dejado arriesgarse, ni a Xander ni a Elle, aunque fuera más fuerte que todos los demás. Pero ya vivían en un mundo que les ponía en peligro, no había más remedio que luchar porque las cosas mejorasen.

    – [Diana]Qué, ¿dejamos la discusión para otro momento, Amantes de Teruel?[/Diana]- sentenció Diana cruzándose de brazos. El tiempo había pasado por todos nosotros, pero era como si la chispa de la vida nunca se hubiera atenuado en Diana. Quizá por eso era Daë de fuego.

    Xander calló, avergonzado. Jane fulminó a Diana con la mirada pero no respondió. Sabían que no era el momento de discutir, pero me preocupó que eso fuera a afectar a sus ánimos y su atención en el combate.

    – [MacLeod]Si ya estáis todos bien…tenemos un poco de prisa.[/MacLeod] – apuntó Christopher, que había cambiado las canas por un pelo casi completamente gris oscuro. – [MacLeod]Seguiremos el plan y subiremos por las terrazas.[/MacLeod] – añadió. Los demás comenzaron a prepararse, dejando listas las armas o calmando los nervios para usar sus poderes en caso de que los tuvieran.

    Idris, el hijo de Mara y Vincent, se adelantó corriendo al grupo y se detuvo en el extremo de la terraza que comunicaba con la siguiente. Las terrazas estaban separadas por una distancia de varios metros, tanto de anchura como de altura. El chico se concentró y comenzó a crear un puente de hielo con sus propias manos. Cuando estuvo listo, fue el primero en probarlo y cruzar al otro lado. Los demás le seguimos, algunos más inseguros que otros, yo entre ellos. Por suerte tenía motivaciones suficientes para cruzar por ese frágil puente a cientos de metros de altura.

    Cruzamos la siguiente terraza al trote, pero esta vez Idris no tuvo tiempo a crear otro puente de hielo. Nos estaban esperando.

    Habían enviado a los peones a cubrir ese flanco. Originalmente, Gambit tenía tres peones, uno por facción, pero con la llegada al poder, Gambit se había hecho con un ejército de peones, divididos en las tres facciones y comandados por los miembros originales. Lo que todos tenían en común era una serie de poderes o habilidades sobrenaturales físicas que les permitían ser una fuerza a tener en cuenta.

    Los peones eran el ejército más extenso, pero con menos poder que los alfiles, los caballos y las torres. Abrumaban por su número, pero era un alivio saber que no nos enfrentábamos a los jokers, el escuadrón mágico comandado por la legendaria Joker.

    Sin demorarnos en presentaciones, atacamos. Todos sabíamos a lo que íbamos, no hubo oferta de retirarse, no hubo avisos, era todo o nada.

    Sendero Oscuro salió de su saya salpicando el suelo con la sangre de varios clones de Russell. Me rodearon varios peones pero los despaché en dirección a mi objetivo principal.

    Se encontraba en mitad de la refriega, de un golpe, el gigante lanzó a Ted al vacío. En ese momento, nuestras miradas se cruzaron. Wall era uno de los más peligrosos entre los peones, así que tenía que ser de los primeros en caer.

    – [Wall]¿Vienes a por tu chica otra vez? Porque creo que prefiere al jefe.[/Wall] – se jactó, sin apartar la mirada de mí.

    No respondí, corrí hacia él y esquivé una de sus enormes manos con una finta. Me agaché para esquivar la otra y de la que me alzaba, partí su rostro en dos con ‘Sendero Oscuro‘. Su sangre me bañó.

    Cuando su cuerpo cayó al suelo, sin vida, vi a Xander y Elle mirarme desde sus posiciones. Todo pareció detenerse durante unos instantes. Deseé que no hubieran tenido que verme así. Volver a ser el hombre que era cuando Sarah estaba junto a mí. Volver a conocer la esperanza, la misericordia, la piedad.

    Pero ya no era el mismo hombre de entonces, ‘Sendero Oscuro’ era totalmente el camino que había tomado mi vida. En este mundo, la piedad era algo que no podíamos permitirnos. Era un lujo de tiempos mejores. Si vis pacem, para bellum.

  • VIVE LA REVOLUTION

    Diarios de Destino | Edificio Lenora

    La azotea del Edificio Lenora bullía vida. Los trajes y vestidos de gala adornaban una majestuosa sala como pinceladas de una obra maestra en movimiento, danzando al son que tocaba una orquesta de un solo hombre, que no necesitaba de instrumentos para crear su arte.

    La flor y nata de la sociedad de Zeon estaba reunida allí ese día para celebrar, pese a todo lo que se gestaba a su alrededor, la victoria de sus principios hacía ya veinticinco años.

    Ese día era el único en el que el Consejo se reunía en un mismo punto para algo que no fuese tratar asuntos de estado. Todos estaban allí. ‘Petra‘, acompañada por ‘Bagheera‘; el Rey y la Reina blancos, casados desde hacía unos años; la Reina Gris acompañada de ‘Briar‘; el Rey Gris iba junto a ‘Death Jr.’, que ya distaba mucho de ser una pequeña «inocente»; el Rey y la Reina negros iban solos y no se mezclaban demasiado con el resto, excepto entre ellos o con otros miembros del bando negro en veladas conversaciones; ‘Faust‘ caminaba junto a una mujer rubia, de piel pálida como la nieve, su resucitada difunta esposa; ‘Vira‘ conversaba con ‘Shinken‘; ‘Surt‘ hablaba con su mujer en nórdico antiguo; los Malephar dialogaban en ese momento con el Rey Negro; la enigmática Joker, intercambiaba conversaciones con varias personas, conversaciones en las que seguramente no dejaba saber nada de su desconocido pasado antes de que se convirtiese en la heroína que les salvó de Valcranneo Logoon y consiguió así que muchos detractores del régimen lo apoyasen de pronto, consiguiendo un puesto de honor en el Consejo pese a no haber sido una miembro original de Gambit. Por último, el líder del Consejo, Z, ataviado con un traje de un blanco cegador, caminaba junto a su esposa, Beatrix, que ese día llevaba a Sarah Echolls enfundada en un vestido negro.

    La fiesta transcurría con normalidad y frenesí, con el Consejo mezclándose con las más altas esferas de Zeon mientras todo el evento se retransmitía al pueblo, absorto también en las celebraciones.

    Todo era normal, hasta que dejó de serlo. Z lo presentía, tenía una extraña sensación en el cuerpo que le hacía sentir que se avecinaba algo importante, y no se equivocaba. Minutos antes del discurso oficial, las luces empezaron a tintinear y se escuchó el eco de una alarma persistente. Uno de los ‘mentes‘ le comunicó telepáticamente que la seguridad de todo el edificio Lenora se había visto comprometida y que los ‘magis‘ estaban detectando apariciones inesperadas por todo el edificio.

    Iniciaron un protocolo de evacuación, pero Z sabía que eso solo podría resolverse cara a cara. No dudaba del origen del ataque, ni necesitó un Omnilens para reconocer al hijo de Dominic aterrizando en una de las terrazas cubierto en llamas junto a su padre, que llevaba con él a varios miembros de aquél grupo al que llamaron ‘Satellites‘.

    Varias puertas se abrieron y ‘Moondies‘, sus hijos, ‘Satellites‘ y enemigos del gobierno empezaron a entrar. Z buscó con la mirada al resto de miembros del Consejo, que se prepararon para luchar junto a las fuerzas de seguridad. La mano de Siegfried, que había estado en cientos de batallas, tembló mientras aferraba la de su alma, Beatrix. Ella se limitó a sonreír.