Moondale

Categoría: Diarios

  • SOLO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    Me dejé llevar por la euforia de alzarme sobre ese precipicio y sonreí al pisar tierra firme al otro lado, pero no me detuve ahí, decidí seguir corriendo, presionando los límites de ese cuerpo y esa habilidad que aún era nueva para mí.

    Pasé al lado de una manada de velociraptor listos para captar sus presas, unas con la carne más blanda que la de mis escamas Rakkthathor. Mi parte demoníaca parecía hecha para estar en aquél mundo, capaz de sobrevivir a esos depredadores y a las condiciones duras del entorno.

    Parecía muy lejano el día en el que Lexie y yo habíamos aparecido de nuevo en ese planeta, desprotegidos en mitad de la noche en un paraje lleno de criaturas que podrían devorarnos, criaturas que no tardaron en aparecer. Para cuando las ilusiones de Lexie no consiguieron distraerles más, el poder acudió a mí como la tormenta en la que nos encontrábamos. El poder de mi padre estaba vivo en mi parte demoníaca, había entregado mi velocidad, pero a cambio había podido despertar esa parte latente.

    Aprendí a servirme de la electricidad para darnos luz, fuego y conseguirnos alimento. Con el tiempo, conseguí darle forma para obtener un pequeño sustituto a mi velocidad. No era lo mismo, nunca lo sería, pero si que me movía con bastante rapidez.

    Recordar aquellos primeros días juntos contra todo lo demás, me hizo sonreír. Fueron duros pero estábamos unidos, parecía que nada podía acabar con nosotros.

    La pradera bajo mis pies dio paso de súbito a una acera pavimentada. Estaba entrando en el territorio de Lexie, donde las demás criaturas no solían acercarse. Era fácil de percibir, no solo por el ambiente si no porque ahora, incluso en mi forma de demonio, iba vestido con una especie de ropa de fiesta bastantes tallas mayor a la que habría llevado como humano. Evité los coches y me dirigí hacia donde sabía que la encontraría.

    Lexie estaba en una tumbona en primera línea de playa, cerca de un chiringuito con bebidas de aspecto refrescante. Su poder no dejaba de sorprenderme, notaba el calor sofocante, la suave y fresca brisa marina e incluso el olor a crema protectora.

    – [Noah]Hola, cariño. [/Noah] – la saludé, llegando a su lado. Ella me miró tras sus gafas de sol. De pronto mi ropa cambio a un bañador de color rosa. Dejé paso a mi forma humana y el bañador se adaptó a mi cuerpo.

    – [Lexie]¿Quieres algo? ¿Le digo a Michael que te ponga un mosto y una tapa?[/Lexie] – ofreció, señalando a un tipo que saludaba sonriente tras la barra, con una melena mecida por el viento.

    – [Noah]He traído comida.[/Noah] – dije, sentándome a su lado en una tumbona y ofreciéndole unas frutas salvajes que había recolectado. Allí las fresas eran del tamaño de cocos, Xander lo habría disfrutado. Solo esperaba que estuviera bien, no quería ni pensar en que les hubiera pasado algo.

    – [Lexie]No, gracias. Prefiero mi tapa de lomo.[/Lexie]- replicó, guiñándome un ojo. Evité dejarme llevar por el miedo a enfadarla, aquella ilusión de vida había empezado a torcerse hacía una semana. Hasta entonces habíamos estado bien, como un equipo. Pero ahora…

    – [Noah]Lexie, eso no te alimenta.[/Noah] – insistí, tendiéndole una fruta que no cogió. La diferencia era leve, aún habían pasado pocos días de esta nueva situación, pero había adelgazado, solo había conseguido que comiera algo de verdad unas pocas veces. – [Noah] No puedes vivir en esta ilusión todo el tiempo.[/Noah] – sentencié, aunque era más un ruego. Temía por ella, por los estragos que eso estaba haciendo y haría en ella.

    – [Lexie]No es una ilusión. Estoy en Louna.[/Lexie] – me dio pena ver que lo creía con total convicción. Lexie sabía diferenciar perfectamente sus ilusiones, ¿qué estaba pasando? Lo único que me había pasado por la cabeza era una depresión que no hubiera sabido detectar a tiempo. Ella no parecía tener mucha esperanza de volver a la Tierra o reencontrarse con los demás. Quizá había tardado en manifestarlo y cuando le golpeó, fue con demasiada fuerza.

    – [Noah]Cariño, tienes que centrarte.[/Noah] – le pedí. Lexie empezó a fruncir el ceño, no quería salir de esa fantasía, de la vida que habría llevado si no se hubiera cruzado con nosotros. – [Noah]Esto empezó como una forma de evadirte pero ahora es continuo.[/Noah] – le puse una mano en el hombro, esperando salvar la distancia que nos separaba en ese momento. De pronto cambio de aspecto al de mi hermano Leo durante un instante. Me aparté y ella se echó a reír al volver a su aspecto real. – [Noah]Cariño, me preocupas, te estás perdiendo en todo esto, en una mentira.[/Noah] – percibía mi propio miedo y mi desesperación. No sabía qué hacer para sacarla de ahí, no tenía a nadie, estaba yo solo, sin nada que me ayudase a salvar al amor de mi vida de estar encerrada en su propio sueño.

    – [Lexie]¡No es una mentira![/Lexie] – replicó, enfadada.

    – [Noah]No estamos en Louna, llevamos meses perdidos en Daonna, viviendo en la prehistoria.[/Noah] – le recordé. Y los primeros meses nos había ido bien, sobrevivíamos, ella usaba sus ilusiones para darnos pequeños respiros, hasta que un día volví y encontré todo ése lugar.

    – [Lexie]¿Te parece esto la prehistoria?[/Lexie] – me sentí mareado cuando cambió la ilusión para mostrarnos subidos a un deportivo. El coche iba muy rápido y Lexie no parecía concentrada en la carretera, pero en el fondo ni siquiera nos estábamos moviendo. La carretera bordeaba un precipicio y el coche viró violentamente hasta llegar al final de la misma, como en esa saga que le gustaba tanto, drifting le llamaban.

    – [Noah]Sabes que en realidad estamos en mitad del lago en el que nos asentamos nada más llegar.[/Noah] – daría lo que fuera para volver a aquellas mañanas en las que me despertaba a su lado en nuestra cabaña a orillas del lago de aguas rosas, por el lecho de gemas preciosas que lo sostenía. Ahora todo ese lugar estaba camuflado en esta Louna de fantasía. – [Noah] Tienes que afrontar la realidad, juntos podremos salir de esto.[/Noah] – le pedí.

    – [Lexie]Si sigues en plan muermo, no te voy a dejar entrar en Louna.[/Lexie] – apartó la mirada de la mía, la estaba perdiendo.

    – [Noah]Lexie, tienes que dejar que te ayude.[/Noah] – le cogí la mano, esperando llegar a ella.

    – [Lexie]No necesito ayuda.[/Lexie]- el coche volvió a acelerar, pero en un instante estaba subido y al siguiente me encontraba en la carretera, viendo cómo se alejaba. Cambié de aspecto a mi forma Rakkthathor y usé mi poder para correr tras él.

    – [Noah]No pienso perderte. [/Noah] – dije conteniendo al máximo las chispas que despedía mi cuerpo. No sabía qué distancia había ni qué estaba sujetando realmente.

    – [Lexie]Pues entonces deja de ponerle pegas a mi vida.[/Lexie] – dijo, de pronto ataviada con un vestido de noche, a punto de entrar en un restaurante a orillas de la playa. Era una noche preciosa, pero no tanto como las que habíamos vivido juntos en aquél mismo lugar, a muchos kilómetros de donde nos encontrábamos.

    – [Noah]Quererte implica evitar que tú misma te hagas daño. [/Noah] – por mucho miedo que me diese que ese camino la llevase a no querer ni verme.

    – [Lexie]Vete.[/Lexie] -dijo señalando la puerta. En su mesa ahora solo había una silla y un plato, no podía dejarlo más claro. Sentí el enfado crecer dentro de mí, propiciado por la impotencia y el dolor de sentirme solo. Traté de contener esa emoción, si me dejaba llevar podría perderla para siempre.

    – [Noah]Si me echas de tu vida nadie podrá ayudarte a salir.[/Noah] – intenté hacerla reaccionar.

    – [Lexie]No necesito salir. Estoy en casa.[/Lexie] – me miró, desafiante. Estaba protegiendo lo que creía que era bueno para ella.

    – [Noah]Vives en una ilusión.[/Noah] – le recordé, pero ella ya no me escuchaba.

    – [Lexie]Si tanto te molesta, te dejo fuera de ella.[/Lexie]- fui a rogarle, a pedirle por favor que no me echara de su vida, a hacer lo que fuera para ganar unos valiosos minutos que me permitieran seguir haciendo fuerza contra lo que estaba sufriendo. Sin embargo fue inútil, perdí los cinco sentidos durante un angustioso minuto y para cuando lo recuperé, estaba en la naturaleza de Daonna, en las praderas cercanas al lago.

    Traté de volver a atravesar la ilusión, veía su horizonte frente a mí, como en la visión de un oasis para un sediento. Cada vez que entraba, mis sentidos se confundían y terminaba corriendo en la dirección opuesta o apareciendo en la otra punta de la zona. Lexie se había encerrado en su propio mundo y me había dejado fuera, solo y sin posibilidad de contactar con nadie.

  • FUENTE DE ENERGÍA

    NATE ROGERS

    TARDE

    Me dejé caer en el banco de mi celda, agotado tras los combates. Había sobrevivido un día más, pero mi alma moría un poco con cada día que pasaba en ese mundo. Apoyé los codos en las rodillas y me sujeté la cabeza, todavía sintiendo el dolor mental de la ira que creaba en mí el ‘Maestro de Ceremonias’.

    Aquella noche había atravesado con un tridente a dos leones y un gladiador bárbaro. No salí de la furia inducida hasta que no vi su sangre tiñendo el arma. Entonces me invadió el agotamiento, apesadumbrado por sentir su muerte tan cerca.

    El guardia abrió la puerta y la dejó pasar, como venía siendo habitual desde aquella primera vez, cuando la elegí entre todas las que me presentaron, el mismo día que había previsto escapar por cualquier medio.

    – [Julia]Por un lado, hemos tenido suerte porque ABDOMINALES, pero por el otro…[/Julia] – bromeó ella. Julia llevaba una sencilla toga de esclava que le sentaba muy bien. Pensé que solo yo había llegado a este mundo, inconsciente, algo de lo que los esclavistas del Imperio habían aprovechado para capturarme, pero resultaba que Julia había estado a mi lado y también había sido esclavizada.

    – [Nate]Por el otro soy poco más que un gallo de pelea con mucha sangre en sus manos.[/Nate] – aseguré. Mi empatía era un arma de doble filo. En un entorno sano, como con los Moondies o incluso con los New Moondies pese a sus subidas y bajadas, solía estar fuerte, alimentado por las emociones positivas. En este lugar la magia negra del Maestro de Ceremonias usaba mi empatía para meterme en un estado berserker en el que mi fuerza nacía de mi ira. Pero cuando su magia se acababa, el desánimo, el dolor, el arrepentimiento y la tristeza me dejaban abatido, totalmente cansado.

    – [Julia]Ánimo. No creo que estemos mucho tiempo aquí[/Julia].- no parecía decirlo muy convencida, sin embargo siempre trataba de animarme para que recuperase energías. Lo cierto era que antes de tenerla a ella, el pozo de oscuridad en el que me había sumergido mi empatía me había hecho plantearme acabar con todo. Desde entonces, ella me recargaba las pilas para afrontar un nuevo día con la esperanza de poder escapar.

    – [Nate]Necesitaría mis poderes para salir, pero no dejo de pensar en esa rabia, en los muertos[/Nate]. – admití.

    – [Julia]¿No te hago lo bastante feliz?[/Julia] – preguntó, poniendo los brazos en jarras. Sentí un subidón de alegría proveniente de ella y dejé que mi empatía se enganchase a él.

    Solté una risa. – [Nate]Eres incorregible. [/Nate]

    – [Julia]Puedes corregirme cuando quieras[/Julia].- fingió chasquear un látigo imaginario. Con el afluente de alegría que manaba de ella empezaba a entremezclarse otra emoción, también era positiva, pero más problemática como para engancharme a ella. Julia siempre iba cargada de las dos, de alegría y de…picante.

    – [Nate]¿Gritamos ahora o después? [/Nate]- comenté. Cada tarde teníamos que fingir que…bueno, que le dábamos al tema para que me tomasen por un esclavo al que tienen contento para lidiar cada día con un nuevo combate. Si hubieran pensado que me había cansado de ella la habrían mandado con cualquier otro gladiador o gladiadora.

    – [Julia]A veces la gente no grita. A lo mejor somos muy malos y ni acabamos ni nada[/Julia]. – propuso ella, alzando una ceja.

    Volví a sonreír. – [Nate]Esta gente no entiende de eso. Y prefiero que sigan trayéndote. [/Nate]- aseguré. No quería sonar como alguien sobreprotector, había aprendido mi lección con los New Moondies. Simplemente quería saber que estaba a salvo y más en el fondo, yo también la necesitaba. – [Nate]Quien sabe con qué otro te enviarían[/Nate] – traté de no pensarlo, porque había retazos de la ira que había desplegado en la arena.

    – [Julia]AYAYAYAYAYAAYAYAAAA OH SISISISISSI YEAH YEAAAH[/Julia].- fingió a toda voz, golpeando la pared.- [Julia]¿Contento, Señor Grey?[/Julia] – preguntó cuando terminó, sonriendo con picardía. Ahí estaba esa segunda emoción que cada vez me resultaba más difícil ignorar. Era como un banquete frente a mi empatía hambrienta. La pasión es una emoción positiva poderosa.

    – [Nate]Tenemos que seguir juntos, si hay que fingir esto, es un precio mínimo. [/Nate] – aunque lo cierto era que no sabía cuánto tiempo más evitaría dejarme llevar por su pasión por miedo a no ser correspondido.

    – [Julia]Hombre, también podíamos hacerlo de verdad, ya que estamos[/Julia].- replicó, encogiéndose de hombros. La miré, supe que era verdad, noté esa energía en ella.

    Me quedé parado, con una lucha interna. – [Nate]¿De verdad te apetecería hacerlo con una bestia asesina?[/Nate] – pregunté. Así me llamaban cuando me presentaban en la arena. La bestia asesina de Nubia.

    – [Julia]¿La bestia asesina tiene tu cara y tu cuerpo? Pues sí. No tengo moral[/Julia]. – sentenció. Estaba tan impertérrita hablando de eso mientras empatizaba con la intensidad que surgía de ella que me resultaba imposible morder el anzuelo.

    Caminé hacia ella, dejándome llevar por su pasión.

    – [Julia]Te estás poniendo tontorrón, ¿eh? Vamos a salir de aquí. No sé cómo ni cuándo, pero vaya mierda de historia si los protagonistas palman así[/Julia]. – dijo, observándome. Su alegría y su pasión me llenaban, suplían todos los huecos de mi maltrecha alma alimentada de sangre y desgracias.

    – [Nate]Eres una hoguera en todo este frío.[/Nate] – dije pasándole una mano por la mejilla. Tenía la piel suave.

    – [Julia]Me lo dicen muy a menudo[/Julia]. – replicó, sonriendo. Cada vez estábamos más cerca, tanto que ya me costaba distinguirme de ella. Mi empatía me hacía sentir lo que ella sentía y eso retroalimentaba mis propios sentimientos y sensaciones. Sin ser consciente de que había siquiera distancia entre nosotros, nuestros labios se fundieron en un beso, terminando de romper la división de nuestros seres.

    Sentía la sensación de besarla y percibía lo que ella misma sentía. Por desgracia, ese mundo era cruel y el guardia aporreó la puerta en ese mismo instante.

    La mayor parte de los días nos habría encontrado sentados en el banco, hablando o comiendo, pero precisamente ese nos habría encontrado haciendo lo que se suponía que debíamos hacer.

    – [Julia]Bueno chato, te dejo que son capaces de echar la puerta abajo. Tú piensa en este cuerpo serrano y mantente positivo, que saldremos de aquí[/Julia]. – se despidió, caminando hacia la puerta cuando el guardia la abría. Por un momento al separarnos temí haberlo hecho mal, sin embargo seguía percibiendo una energía positiva en ella que despejó mis dudas.

    Asentí, deseando que llegase la próxima tarde. – [Nate]Hasta mañana.[/Nate] – me despedí. Senatus se había convertido en un infierno, pero las tardes con Julia me estaban devolviendo la esperanza. Ya casi podía volver a soñar con estar todos reunidos en la Kvasir.

    Aún cansado, comí unas uvas y me tumbé. El día siguiente también sería un reto. Para evitar pensar en una nueva muerte en mis manos, recordé a Julia y me dormí pensando en el roce de sus labios.

  • AYUDA DESDE LA ISLA

    Laura – La Isla

    Tarde

    Desde la tumbona del jardín de mi casa, veía el sol ponerse. Hacía una temperatura agradable, empezaba a refrescar y, con toda seguridad, de madrugada llovería. La isla era así. Durante día brillaba el sol y estábamos a una media de 20º, por las noches refrescaba y, de madrugada, llovía lo justo para que resultara agradable.

    Desconecté los auriculares por los que salía la dulce melodía de una cover y alargué la mano para ponerme una chaqueta vaquera encima del vestido de verano que estaba usando.

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  • UN MUNDO SIN SENTIDO

    XANDER ECHOLLS

    SELAS

    Esta vez el Laberinto no estaba tan calmado. La energía mística que se percibía la primera vez se manifestaba ahora en forma de monstruos nacidos de la oscuridad que parecían tratar de evitar que entrase.

    Con ‘Ocaso’ desenfundada, asestaba tajos con la mano derecha mientras sujetaba la camilla con la izquierda, sin detenerme en ningún momento. Después de más de una hora, notaba el brazo dolorido y tenía cortes y mordiscos acumulados por haber luchado de manera imprudente.

    – [Xander]Tranquila jane, ya casi estamos.[/Xander] – dije tras dejar atrás a los dos últimos monstruos. – [Xander]Ya sólo queda el laberinto.[/Xander] – apenas abría los ojos, entraba y salía de la vigilia, sumida en los sueños que le provocaban el dolor y el veneno.

    – [Jane]Me encuentro mal…[/Jane]- dijo con apenas un hilo de voz. Me coloqué frente a ella, tenía la piel ardiendo y la tez nívea. Mientras le miraba la fiebre y comprobaba el vendaje, estaba totalmente expuesto a cualquiera de esos monstruos, pero no podía pensar en mi propia seguridad cuando ella estaba sufriendo así.

     – [Xander]Estás herida pero te vas a poner bien. Te lo prometo.[/Xander] – respondí, tratando de animarla. Puse todo mi empeño en disimular mi miedo y mantener la voz firme, que amenazaba con quebrarse tras cada palabra.

    Jane rió con tristeza y dificultad, como si supusiera reunir las fuerzas que le quedaban.- [Jane]No lo creo.[/Jane] – replicó. Me miró a los ojos y aparté la mirada de ella. Normalmente habría podido quedarme mirándola horas, pero en aquél momento no quería que notase mi dolor, tomando forma en las lágrimas que amenazaban con salir cada poco.

    – [Xander]No digas eso.[/Xander] – le pedí. – [Xander]Siempre cumplo mis promesas, ya lo sabes.[/Xander] – aseguré. Traté de parecer confiado, pero no lo estaba. Podían salir mal muchas cosas, entre ellas que Caitriona no me recibiese o que llegase demasiado tarde.

    – [Jane]Esto… no depende de ti.[/Jane]- dijo con dificultad.- [Jane]Me muero. Lo noto.[/Jane] – esas palabras atravesaron mis oídos y se instalaron en mi mente como un veneno que nunca llegaría a purgar. Un miedo del que nunca me llegaría a liberar.

    – [Xander]No te voy a volver a perder.[/Xander] – repetí, ya incapaz de contener las lágrimas.

    – [Jane]Tendrás que acostumbrarte.[/Jane] – insistió. Frunció el ceño con dificultad, como si quisiera asegurarse incluso con su dolor de que los demás nos encontrábamos bien.

    Negué con la cabeza y empecé a soltarle los harapos que había utilizado para sujetarla en la camilla. – [Xander]Nunca.[/Xander] – le prometí. La cogí en brazos contra mí, apenas podía moverse por sí misma mientras usaba las cintas para atarla a mi espalda. Así iríamos más deprisa.

    Una vez asegurada, empuñé la espada y eché a correr, poniendo mucho cuidado en no hacer movimientos bruscos. No veía delante de mí nada más que el camino y cualquier obstáculo que se pusiese entre el objetivo y yo acababa con un tajo de ‘Ocaso’.

    Al fin empecé a ver un arco varios metros más allá. – [Jane]Me gustaría decirte una cosa…[/Jane] – dijo Jane, cerca de mi oído. Bajé el ritmo, preocupado por lo que pudiera decirme.

    Respiró de entrecortadamente.- [Jane]Siempre… siempre te he…[/Jane] – quise decirle que esperase, que si iba a decirme lo que pensaba, lo hiciera cuando estuviera bien, pero ella nunca llegó a terminar la frase. La solté de mi espalda y traté de reanimarla sin éxito.

    Con su último aliento sentí como si el mundo hubiese dejado de tener sentido para mí. Sin ella, no veía forma de seguir adelante. Me puse en pie y con ella en brazos atravesé el umbral hasta llegar a la zona en la que Caitriona nos había reunido.

    – [Xander]¡CAITRIONA HE VENIDO A HACER UN TRATO! [/Xander]- grité. El portal se abrió y ella se presentó delante de mí.

  • NO ME ESTOY MURIENDO, SIMPLEMENTE ESTOY…

    ELLIOT WILLIAMS

    DAGRKNOT

     

    Cuando aquel vórtice nos arrastro a todos no pensé que acabaría apareciendo de nuevo en este mundo. Quizás tenga que ver con aquel disparo que escuche, un miedo que me hizo aterrizar en el primer mundo que se cruzo por mi camino para examinar que no había sido yo el que había recibido el balazo. Bowie me confirmo que me encontraba bien salvo por el ligero temblor que tenía y era incapaz de sentir, ella lo asoció al frio, yo al miedo.

    No podía dejar de pensar en ese disparo, si Bowie y yo estábamos bien eso quería decir que alguien había recibido el impacto. Solo podía esperar que esa persona no estuviera sola en uno de estos mundos. Tampoco podía quitarme de la cabeza lo que había sentido al ayudar a mi hermano. Desconocía si era un efecto secundario del trato con Caitriona o algo que siempre había estado en mí.

    Nunca había estado en contacto con alguien que estuviera a punto de morir, y cuando toque a Owen lo sentí, todo el dolor que estaba soportando paso a través de mi, mi hermano se estaba muriendo y no podía hacer nada. Por lo general pescar  me solía tranquilizar, pero ni los recuerdos con mi padre en el lago podían tranquilizarme con todo lo que podía estar pasando en los otros mundos.

    Palpe el orbe que todos y cada uno de nosotros teníamos. Los mundos estaban cerrados entre sí y no podíamos comunicarnos con el resto. Pero por alguna razón podía hablar con Tina a través de él. Sin duda debía de tratarse de Caitriona. Tras mi trato descubrí que todo era una treta para alimentar a una entidad con nuestros acuerdos o rechazos. El mío al parecer iba más allá de no volver a sentir nunca nada, Caitriona era consciente de mis sentimientos hacía Tina y sin duda iba a explotarlos.

    – [Elliot]Siento molestarte otra vez, es solo que quiero saber que estás bien.-[/Elliot] Hablar con Tina me hacia más llevadero los días que pasaba en este mundo. Hablar con ella aunque fueran unos breves minutos era desconectar de todo y cuando no lo hacía solo podía esperar impaciente nuestra siguiente encuentro.

    – [Tina]Hola.-[/Tina] Añadió sonriendo. Ese simple gesto hizo que mejorara mi día en un mundo en el que a penas podía vislumbrarse la claridad del sol. – [Tina]Christopher y Diana me están cuidando muy bien.[/Tina]

    – [Elliot]Me alegra oír eso.-[/Elliot] Sabía que el señor MacLeod y La señora Echolls cuidarían de ella. Sus problemas venían por la ausencia de sus padres y dejarla sola en una casa vacía no hubiese ayudado.

    – [Tina]¿Tú como estas?.-[/Tina] Mentalmente agotado. Desolado. Que por encima de todas las cosas donde más ganas tenía de estar ahora mismo era allí con ella. Pero no alcance a decir ninguna de estas cosas.

    – [Elliot]No muy bien, Bowie y yo seguimos atrapados en este pantano.-[/Elliot] Gracias a Bowie habíamos conseguido eludir a esas criaturas del fondo del agua. Con su visión y oído agudizado, cada vez que esas criaturas estaban por salir nosotros ya nos habíamos alejado lo suficiente para que no nos encontrarán.

    – [Tina]¿Cuánto tiempo ha pasado ya?.-[/Tina] El tiempo era diferente en todos los mundos y en este conseguí llevar la cuenta de los días conociendo la diferencia de tiempo que había con la Tierra.

    – [Elliot]Un mes. Una semana aquí es un día en la Tierra. Debes de estar cansada de saber de mi todos los días…-[/Elliot]La segunda vez que hable con ella habían pasado un par de días aquí pero solo un par de horas en la Tierra. Debía de pensar que la estaba acosando o algo.

    – [Tina]Deja de decir tonterías.-[/Tina] Añadió restándole importancia. -[Tina]Christopher ha dejado caer que gracias a ti estoy aquí.[/Tina]

    – [Elliot]Si… ¿Cuánto recuerdas de aquello?.-[/Elliot] En cuanto le pregunte me arrepentí. Para ser una persona constantemente atrapada en el pasado tenía muy poca empatía con los demás. Quizás rememorar aquello no fuera lo mejor para ella.

    – [Tina]Más de lo que me gustaría.-[/Tina] Su expresión cambio por completo, Nunca había visto a Tina de esa forma, por lo general era una persona alegre, pero cada vez me quedaba más claro que era una fachada de lo que estaba pasando en realidad por dentro. – [Tina]He hecho cosas de las que no estoy orgullosa.[/Tina]

    – [Elliot]No te atormentes por eso, seguro que a partir de ahora todo va bien.-[/Elliot] No menciono nada de nuestro breve encuentro en la cabaña, tampoco quería sacarlo a relucir. Tal vez me estaba haciendo ilusiones y ella no me veía del mismo modo que yo a ella.

    – [Tina]Si, voy a ver si encuentro mi hueco.-[/Tina] En más de una ocasión había dicho que le gustaría ser trabajadora social y me parecía una idea estupenda. Yo solo podía alentarla a que siguiera sus sueños. [Tina]Seguro que algo se me da bien, aparte de salir de fiesta, claro.[/Tina]

    – [Elliot]Tina, no te dejes menospreciar por nadie, para mi… eres importante.-[/Elliot] Habíamos compartido mucho y abierto mutuamente entre nosotros. Tina sabía cosas de mi que nisiquiera había sido capaz de contar a Jane o Owen.

    – [Tina]Ay, que mono eres.-[/Tina] Añadió abrazando un cojín que tenía al lado y recordé nuestro encuentro en la cabaña de Caitriona.

    – [Bowie]Tu ritmo cardiaco ha aumentado.-[/Bowie] Bowie me sobresalto al aparecer en mi espalda. – [Bowie]Espero que no te mueras.[/Bowie]

    – [Elliot]Ten… tengo que marcharme. Hablamos pronto.-[/Elliot] Tina hecho su cabeza sonriendo sobre el cojín y se despidió efusivamente moviendo los brazos. – [Elliot]No me estoy muriendo, simplemente estoy…[/Elliot]

    No termine la frase. Nunca había creído en el amor. Se que mi familia me quiere pero siempre lo he asociado con mi condición. Para mi el amor siempre había sido un sinónimo de pena, quizás iba siendo hora de que me transmitiera felicidad.

  • SE PARECÍA MUCHO A LA FELICIDAD

    Kaylee – Gwiddon

    Tarde

    Se llamaba Midhope Castle y, aunque su nombre os haga creer lo contrario, no era un castillo. En realidad, era un enorme caserón construido en piedra, de cuatro plantas y situado a las afueras de lo que vendría a ser la capital de Gwiddon. Era el hogar de unos ancianos nobles venidos a menos, de esos a los que ya solo les queda el título. Eran un matrimonio muy serio que no había tenido hijos y nos acogieron sin reparos cuando aparecimos en su puerta más perdidos que el barco del arroz.

    George y Arabella vivían en la planta de abajo, dejándonos a nosotros la de arriba y, como agradecimiento, Leo hacía de cocinero y limpiador y yo de jardinera y asistente de las gallinas. Se me daba fatal, pero los ajetes por fin estaban brotando y las gallinas daban huevos con regularidad.

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  • Y SI NOS QUEDAMOS AQUI PARA SIEMPRE

    Sophie – Karnak

    Mañana

    Tres meses habían pasado desde que el vórtice nos escupió a Mike y a mí en esta suerte de Antiguo Egipto. Podría haber sido mucho peor, me decía cada día al despertarme con el alba. Al menos, tenía lo tenía a mi lado y estábamos bien valorados en los estamentos arcaicos de esta sociedad. Él era lo más parecido a un médico de la época, que además era venerado como un pseudo Dios por su forma de pantera y yo me las ingenié para hacerle creer a todo el mundo que dominaba las aguas. En una época sin Infinity era fácil organizar una farsa lo bastante creíble como para tirar adelante una temporada.

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  • LA ALDEA OCULTA

    COLE ROMAN

    ALDEA MYOJIN, ESFERA NARA – MAÑANA

    – [Cole]La Aldea oculta Myojin esta cerca, remad con fuerza.[/Cole] – les animé. Nos había costado semanas llegar hasta allí siguiendo los hilos de viejas leyendas y habladurías.

    – [Zahra]Eso es fácil de decir cuando llevas un compañero de remo.[/Zahra]- se quejó Zahra, en la otra canoa. Había sido imposible meternos los tres en una, así que viendo que Niall era el que menos entusiasmo le ponía a remar, me había tocado cargar a mi hermano.

    – [Niall]Créeme cuando te digo que tampoco le estoy ayudando tanto.[/Niall] – admitió Niall. Una de sus virtudes era sin duda la sinceridad.

    – [Cole]Yo te creo.[/Cole] – repliqué. Los músculos de mis brazos se tensaron al remar con más fuerza contra la corriente que provocaba la catarata.

    Aquél lugar era una maravilla de la naturaleza, el sitio perfecto para que existiera una leyenda. Cuando llegamos a Nara, magullados, desorientados y sin comunicación con nadie fuera de la esfera, tuvimos que recurrir a ir al único lugar conocido, la aldea en la que yo ya había pasado un tiempo junto a Bowie y los demás.

    Tardamos en llegar a Kurashiki, apenas tenía nociones del idioma y no llevábamos el traductor de Henry con nosotros. Finalmente, llegamos. Nos recibieron con honores reconociéndome como alumno de la maestra Gozen.

    Nos instalamos unos días, pero me costaba encontrar la paz en aquél lugar sin saber qué había sido del resto y sintiendo el vacío de la maestra Gozen. Pedí visitar el hogar en el que se había recluido Qiu Lanying y estudié algunas de sus «verdades», buscando algo que nos sacase de allí, que pudiera reunirnos con el resto.

    Tardé días, pero finalmente encontré una mención, algo que podría hablar de nosotros, de los Daë del futuro y su destino. Disgregados, enfrentados a un mal que incluso a ella le daba pesadillas. El texto de la visión era breve, pero hablaba de un portal raíz, uno que no podía ser silenciado por la gran corrupción. Y su ubicación estaba escondida entre los secretos de la aldea Myojin.- [Cole]Pensad que estamos más cerca de salir de aquí.[/Cole] – les animé.

    – [Zahra]¿Quién ha dicho que a mí me gusta más la nave que esto?[/Zahra] – se quejó. Zahra seguía tratando de disimular que estaba mejor acompañada de nosotros que sola.

    – [Cole]Que el resto te cae mejor de lo que admites .[/Cole] – la sinceridad era un rasgo común a los Villiers, era curioso pensarlo.

    – [Zahra]Si eso es lo que quieres creer: adelante.[/Zahra] – replicó. Me giré para dedicarle una sonrisa y di una palada con el remo para que le salpicase un poco de agua.

    -[Niall] La nave no lo sé, pero la Tierra te encantaría.[/Niall] – sugirió Niall. Mi hermano estaba deseando volver a nuestra vida, mientras que yo cada vez tenía más claro que aunque volviéramos, nada sería igual.

    – [Cole]Así me gusta, con el objetivo en mente.[/Cole] – comenté, distraído. Había escuchado un ruido entre los árboles que rodeaban el cauce del río. De no haber sido medio demonio, jamás lo habría oído. – [Cole]Ha costado mucho encontrar un hilo del que tirar para arreglar esto.[/Cole] – admití. Si no hubiera sido por Qiu Lanying no tendríamos ni idea de qué hacer.

    – [Zahra]Normalmente, si tiras del hilo, descoses.[/Zahra]- respondió Zahra, alzando una ceja. Siempre tan práctica.

    – [Cole]Esta ciudad oculta nos dará respuestas. Los ninja lo sabrán.[/Cole] – traté de infundirles esperanzas pero no era un Echolls, no lo llevaba en la sangre. Si la cosa hubiera ido de defraudar a alguien o tener un hijo perdido, eso sí que lo tenía en mis genes.

    – [Zahra]Espero que tengas razón.[/Zahra] – dijo Zahra. Traté de escuchar algo bajo sus remos, sin éxito. Seguía sintiendo que nos vigilaban, era una sensación continua desde hacía un buen rato, pero eran demasiado silenciosos.

    – [Cole]Se supone que esta ciudad tenía la mayor biblioteca sobrenatural. Se encerraron cuando empezó la amenaza de los guerreros oni.[/Cole] – para evitar que robaran sus secretos. Myojin no solo era una aldea secreta ninja, era «la aldea secreta», la Meca de los ninja de Nara, su última morada.

    – [Zahra]No me gustan los libros. Los libros los miras tú o que los mire Niall.[/Zahra] – razonó. Zahra era una superviviente, todavía tenía que cogerle el gusto a hacer cosas por ocio y no por salvarse.

    – [Niall]Una pena no tener a Noah por aquí, te ayudaría encantado a leer esos libros.[/Niall] – comentó mi hermano. Se notaba que echaba de menos a su mejor amigo.

    – [Cole]Los ninja son recelosos con sus secretos, pero nos están dejando pasar.[/Cole] – susurré. Tenían que ser ellos los que nos vigilaban. Y hacía tanto rato que habían tenido muchas oportunidades de emboscarnos. Si no lo habían hecho, era porque estaban observándonos.

    – [Zahra]Eso no es bueno.[/Zahra] – respondió Zahra, alerta.

    – [Cole]Peor sería que nos hubieran atacado. [/Cole] – aunque tampoco me agradaba la idea de que nos estuvieran vigilando sin poder hacer nada. – [Cole]Llevan siguiéndonos desde el principio.[/Cole]

    – [Niall] Menos mirar y más ayudar a remar.[/Niall] – dijo Niall. Nadie respondió. No sabía si le habían entendido, en teoría los ninja Nara viajaban por el mundo y dominaban muchos idiomas. Más allá del mar Ryujin, había una civilización que hablaba nuestra lengua. Zenitsu, un niño de Kurashiki que había empezado a entrenar con los ninja, había ido allí y era nuestro traductor oficial mientras estuvimos allí.

    Pasamos la cascada sin que nada más ocurriera y llegamos a una orilla del río a partir de la que no se podía seguir. Niall y yo nos bajamos, Zahra por su parte no parecía fiarse demasiado y permaneció en la canoa.

    Puse un solo pie en la verde hierba y cortando el aire con un silbido una decena de kunai atravesaron la tierra frente a mí. Zahra reaccionó tratando de remar de vuelta, pero un kunai solitario se clavó en la madera de su barca. Le hice una señal para que bajase junto a nosotros, no podíamos retroceder. Zahra me hizo caso, pero farfullando.

    Cuando volví la mirada al frente, un hombre ataviado con hakama tradicional de color azul oscuro. Tenía el rostro curtido y unos ojos demasiado ágiles.

    – [b]¿Qué os trae a Myojin?[/b] – preguntó en nuestro idioma. Era uno de los primeros hombres adultos que veíamos en ese mundo. Era cierto entonces que se habían refugiado cuando empezó la era de los guerreros Oni. En las sombras de los árboles empecé a distinguir ahora otras siluetas, masculinas y femeninas. Ninja.

    – [Cole]Buscamos conocimiento. Somos amigos de Qiu Lanying.[/Cole] – dije, dando un paso al frente. Zahra parecía estar deseando echar a correr y yo solo podía tener confianza en la bondad de aquella gente.

    – [b]Adelante. Hablemos en la aldea. [/b]- dijo finalmente, girándose para darnos la espalda sin el menor atisbo de miedo. No lo necesitaba, ni tampoco inspirárnoslo a nosotros. Sabía que sus ninja podrían acabar con nosotros sin el mayor problema.

    Me giré a los demás y les sonreí. No era un Echolls, no era un líder, pero iba a llevarles con ellos, nos reuniríamos y acabaríamos lo que empezamos, juntos. Y volveríamos a casa aunque eso significase enfrentarse a una oscuridad a la que incluso una Daë de leyenda temía.

  • CON OWEN TODO ES FÁCIL

    Amy – Nexus

    Mañana

    Dejé a los cachorros jugueteando entre ellos, me interné en la maleza y me puse la ropa del lugar. Una vez salí, vi que en la plaza de aquel poblado de madera que ahora era mi hogar, Lekwaa miraba a Owen como el que acaba de ver a un fantasma.

    Me costaba creer que ya lleváramos un mes en este sitio y mi relación con el que había sido un buen amigo, pareciera rota para siempre. Al principio, estaba convencida de que no me hablaba porque no quería nada romántico con él y, aunque quizás en parte fuera cierto, Owen estaba lidiando con algo que le atormentaba y a mi nariz no se la podía engañar.

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