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Categoría: Palacio Kvinneby

  • LA SERPIENTE ESCONDIDA

    DIARIOS DE DESTINO | PALACIO KVINNEBY

    El Director observaba de nuevo los terrenos del Palacio, un lugar al que habría podido terminar de considerar un hogar si hubiera estado a su lado la persona que más quería. Pero esa oportunidad, pese a lo que veía en los futuros, cada vez parecía más distante, especialmente desde que Butterfly había fallecido.

    Recordaba perfectamente la chispa de esperanza cuando la tuvo inconsciente frente a él y vio que su cuerpo cambiaba al de Beatrix, solo para ser de nuevo el  de Tess, apagando esa esperanza. Esperó verla regresar, pero no avanzaba. ‘Osiris’ el experto en medicina del bando negro la dio por muerta en una acalorada discusión con ‘Faust’ que decía que el alma se había transferido correctamente pero no estaba consiguiendo aflorar porque algo la retenía. El nigromante volvió a sus estudios, desesperado también porque si aquello no funcionaba para Z, tampoco lo haría para él.

    El cuerpo de Tess quedó a buen recaudo, hasta que irrumpieron y se lo llevaron. Z entró en ira cuando lo supo, estuvo a punto de tirar todo por la borda y llevar el ejército que tenía en su poder a las puertas de cada uno de los refugios de los Moondies. Pero las visiones le calmaron. Desde entonces había recurrido varias veces a ellas, a diario, buscándola siempre. ‘Faust’ le había ayudado a tranquilizarse, si Beatrix no lo conseguía en el cuerpo de Tess era que no estaba preparado para ella y solo podían recurrir al plan habitual, Sarah.  O en su defecto, la otra Cazadora, Sasha. No sería ideal, tendría que acostumbrarse a la nueva apariencia, pero en el fondo sería ella.

    Alguien llamó a la puerta. – [Z]Adelante.[/Z] –  Entraron dos mujeres. Una de ellas era bajita, llevaba frente a ella una tablet y varios aparatos más conectados a un cinturón que parecía ser bastante pesado, más los que llevaría en la mochila. Junto a ‘Software’, estaba ‘Krishna’, una cara cada vez más conocida en los últimos días. La joven tenía el pelo de un color diferente dependiendo de la semana, estaba cubierta de tatuajes y llevaba varios piercing. No era para nada la apariencia que uno esperaría para una vidente.

    Hizo un gesto a Software, su reunión con ‘Khrisna’ llevaría más tiempo. – [Software]Señor. He interceptado esto en las noticias locales.[/Software] – no le llevó más de unos segundos mostrar dicho vídeo en la pantalla de su habitación. Z observó con detalle lo que empezaba como una de las fiestas del magnate local, Alexander Fenris, pero pronto las cosas cambiaron. Se enfocó a una joven de pelo rubio que no era ni más ni menos que la inocente ‘Wing’. Allí, delante de la gente y de las cámaras, extendió sus alas y dio un discurso en el que destapaba a los sobrenaturales y abogaba porque todo el mundo resolviese sus diferencias y trabajara unido. – [Software]He evitado que salga de Ripper, pero por la zona ya estaba difundido.[/Software] – intervino antes de que terminase el discurso. El Director asintió.

    – [Z]Bien. De todas formas nos viene bien que la gente esté preparada. Así habrá menos bajas.[/Z] – afirmó. No apartó la mirada del vídeo. Estaba orgulloso de Wing y de lo que había conseguido, habría encajado perfectamente entre los suyos. – [Z]Wing habría encajado bien en nuestra utopía.[/Z] – pensó en voz alta.

    Hubo unos segundos de silencio en los que ‘Software’ comprendió la determinación del Director. – [Software]Es buena chica.[/Software] – puntualizó.

    – [Z]Sí, pero ya es tarde. Lo de Butterfly es algo que no puedo dejar sin castigo.[/Z] – aseguró. Eso significaba que si se interponían en el campo de batalla, no podría protegerlos ni gastaría recursos en ello. Estarían completamente por su cuenta. Software guardó silencio y él lo percibió. – [Z]Cuando acabemos con la Iniciativa tendremos juicios. No te preocupes.[/Z] – admitió como gesto de buena voluntad. Es lo que Abel habría querido y la decisión a la que llegarían los Reyes y las Reinas. Por eso se había rodeado de consejeros, para evitar matarlos él mismo sin dudar ni un instante.

    La pantalla se apagó y ‘Software’ asintió antes de retirarse. ‘Khrisna’ y él se quedaron solos.

    – [Z]Necesito volver a verlo.[/Z] – pidió. No hubo nada más que hablar. Los últimos días les habían hecho acostumbrarse, así que ella se acercó y preparó sus habilidades.

    Le mostró de nuevo un futuro de unos días más tarde, manejando los hilos de la visión con habilidad, centrándose en lo que él más ansiaba ver. Le mostró victorioso, alzándose sobre sus enemigos y siendo alabado, pero más que eso, él deseaba otro premio, no la gloria. Le mostró a una bella muchacha de pelo rubio a su lado, un fantasma de su pasado que por fin había regresado. Y con esa visión, la joven no tuvo problema en esconder las traiciones de la escena.

    El bando negro jamás se doblegaría a Z, usarían su poder para respaldarse siempre que pudieran y aprovecharían esa protección para seguir cometiendo atrocidades y amasando poder, hasta que tuvieran suficiente como para librarse de él.

    Habían llegado a ella hacía mucho. ‘Krishna’ nunca tuvo demasiados reparos en hacer las cosas a su manera, sin hacer mucho caso a las restricciones que nadie le impusiera. Así que la oferta de la Reina había sido un trato inmediato y desde entonces se había encargado de ocultar en las visiones de Z todo lo que tuviera que ver con las oscuras maquinaciones de los demás, eligiendo con sabiduría qué posibles futuros mostrarle, siempre endulzando un poco la parte de la visión a la que accedía el Director.

    Cuando terminó la visión, él musitó ‘Gracias’, como siempre y ella se fue. Era el trato habitual, a veces tenía que mostrarle varios futuros, porque era una persona recelosa que no daba ningún futuro por sentado y no terminaba de fiarse de los demás, pero muchos conocían su punto débil, Beatrix, y esa sería su perdición.

  • SUFICIENTE

    Edward MacLay / Palacio de Z – Fabrica abandonada

    Recordaba el palacio de Z de otra manera por mi breve estancia. En aquel momento no había síntomas de una incipiente batalla, era un refugio para la gente que había sido repudiada por sus habilidades o por su aspecto. Ahora el cielo gris, junto a los gritos de gente entrenando poniendo a punto sus poderes o peleando entre ellos, le confería un aspecto lúgubre al palacio.

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  • NO TODO ES BLANCO O NEGRO

    Diarios de Destino | Palacio Kvinneby

    TARDE

    palaciokvinneby

    La puerta del despacho del Director vibró bajo la fuerza del puño que estaba llamando para pasar. Sentado tras el escritorio, Z depositó el retrato de su fallecida esposa en un cajón y se puso en pie.

    – [Z]Adelante.[/Z] – dijo para dejar paso a quien estaba al otro lado de la puerta, aunque no había duda de quién era, porque él mismo le había mandado llamar. La situación lo exigía.

    La manilla de la puerta giró y Aaron atravesó el umbral de la puerta, cerrándola tras de sí y cruzando la estancia con el ceño fruncido, sin mediar palabra. El Director sabía que tendría que enfrentarse a un Aaron así cuando le mandó llamar, y no le faltaba razón.

    – [Aaron]Me imagino que esto tiene algo que ver con lo que está pasando abajo.[/Aaron] – dijo el Rey Blanco deteniéndose frente al escritorio. Z no pudo evitar pensar en su fallecido amigo y consejero, Abel, y en cómo habría bordeado el escritorio y se habría situado a su lado, observando el horizonte a través de la ventana mientras le aconsejaba.

    Hacía una hora que el equipo que había enviado para «recuperar» a Sarah había vuelto, magullado y vencido por un desafortunado giro de los acontecimientos. El temperamento de aquellos que había enviado del bando negro había estallado de ira cuando les negó la oportunidad de volver a enfrentarse a ellos. Z sabía que estaban demasiado resentidos como para no esperar unas grandes bajas, y aunque había marcado al amigo de la Cazadora como prescindible, no quería ser cómplice del genocidio de todos los Moondies, como se llamaban a sí mismos.

    Como consecuencia, casi todo el Palacio se había enterado de que el Director había enviado en secreto a un grupo formado casi en exclusiva por el bando negro contra la Cazadora y los suyos.

    – [Z]Sí.[/Z] – afirmé. Decidí explicarle la verdad a Aaron para asegurarme de que no hubiese disensiones entre nosotros antes de conseguir nuestra utopía. Aunque eso no significaba que no tuviese que adornar un poco esa verdad. No le costó trabajo justificarse, sabía que nadie entendería el dolor y el ansia de recuperar a su amada.  – [Z]Fortuna me dio una visión.[/Z] – empezó a decir. Esa parte era cierta, la joven potenciada con la capacidad de infundir visiones del futuro en otros, se había convertido en un recurso continuo del Director. La última de sus visiones le había mostrado a Beatrix siendo extraída de Sarah a manos de ese amigo suyo. No podía confiarles a ellos algo tan importante. – [Z]Sarah fue a la Iniciativa para recuperar un artefacto que en teoría podía ayudarme a recuperar a mi esposa.[/Z] – continuó explicando, yendo un poco más atrás, a algo de lo que Aaron no sabía nada. Lo único que sabía de aquella partida era que su misión era minar las fuerzas de la Iniciativa, y que había salido mal. Pero el objetivo real era recuperar el artefacto de las Cazadoras. Aunque al final no fue necesario. La mirada de Aaron estaba fija en él, sentía su ira contenida.  – [Z]He descubierto que lo que pasó fue que su espíritu entró en Sarah al tocar el artefacto.[/Z] – añadió. Tras los informes de la misión pensó que todo había salido mal, que el artefacto no había funcionado, pero Mental y Faust descubrieron la verdad.

    – [Aaron]¿Por eso la tenías aquí?[/Aaron] – preguntó Aaron, molesto. Sentía el juicio de los miles de años a sus espaldas cayendo sobre él, pero Z también llevaba suficiente tiempo en la Tierra para tener su propia perspectiva. Aaron no sabía nada del mundo, se había ido a dormir plácidamente hasta que él le despertó.

    – [Z]Déjame terminar Aaron. Después prometo escucharte.[/Z] – aseguró. No le gustaban las lecciones, pero estaba dispuesto a ceder a ellas por mantener la unidad de los suyos, y por recuperar a Beatrix. – [Z]Al saberlo, me dejé llevar por las emociones y envié un equipo para traer a Sarah y extraerle el espiritu. Por la seguridad de ambas.[/Z] – puntualicé. Cierto era que no me fiaba de las habilidades del hechicero para extraer a salvo a Beatrix, pero estaba seguro de que no haría ningún daño a su amiga.

    – [Aaron]¿Un equipo formado por el bando negro…y un par de grises?[/Aaron] – preguntó apretando los puños, haciendo que la poderosa musculatura de sus brazos se marcase contra una camiseta que apenas le contenía. – [Aaron]¿En qué demonios estabas pensando Z?[/Aaron] – bramó, aun así, contenido.

    – [Z]Tienes razón. Les envié a ellos y a Lloyd para vigilarles, porque no quería preguntas, solo quería recuperar a mi esposa. Y me dejé llevar.[/Z] – respondió con total sinceridad. No había mucho que adornar en eso, y las pequeñas mentiras siempre son más fáciles cuando entregas parte de la cruda verdad junto a ellas.

    – [Aaron]¿Máscara Negra, Leprechaun, Elsass? No me creo que pensases que Lloyd podría controlarles.[/Aaron] – replicó él. Todos se conocían demasiado bien ya. A Máscara Negra le habría matado con mis propias manos cuando descubrió a qué dedicaba su tiempo libre, coleccionando rostros de aquellos a los que asesinaba. Pero no podía permitirse perder su poder, al menos hasta conseguir lo que todos buscában. Al menos Máscara Negra era un psicópata homicida y despiadado, pero sabías lo que podías encontrarte con él. Respecto a los otros dos, Elsass apoyaría la causa porque le interesaba la posición que le ofrecía. Y la Reina no se atrevería a llevarle la contraria porque recordaba cómo y dónde la había encontrado y apreciaba ese hogar más que ninguno de ellos.

    – [Z]He cometido un error. Abel era mi perspectiva en un mundo al que a veces me cuesta creer que todavía pertenezco.[/Z] – dijo recordando con pesar la pérdida de alguien a quien había considerado de verdad un amigo. Y aun así, no había podido protegerle, al igual que a Beatrix. Todos los que le importaban se iban. Era como si estuviese maldito, como si por cada generación que vivía más allá de la que me correspondía, alguien lo pagase. Abel me daba una perspectiva del mundo con esperanza, algo que había perdido hacía mucho.

    – [Aaron]Eso no te exime.[/Aaron] – sentenció. Aaron era inflexible, una moral de un blanco absoluto. – [Aaron]Creaste los bandos para algo, para equilibrarte en tus decisiones. Pero después eliges uno y otro según te convenga.[/Aaron] – no le faltaba razón. En ese mismo instante lo acababa de hacer, llamándole a él en lugar de incluir a Amaya, porque sabía que ella no creería en él directamente. Pero si era Aaron quien se lo decía, con quien se rumoreaba que compartía cama bastante a menudo, entonces lo entendería. Aaron y él tenían bastantes cosas en común, al igual que con Lloyd, todos habían vivido más allá que cualquier otro.

    – [Z]Lo sé, la utopía que pretendemos no puede conseguirse así. Será diferente a partir de ahora.[/Z] – afirmó, como una propuesta para enterrar el hacha de guerra. Estaba demasiado cerca de conseguirlo todo como para dejarlo escapar por hacerlo irreflexivamente. Si algo le habían enseñado los años era paciencia. Vio a Aaron relajarse un poco. – [Z]Pero tenemos un problema que solucionar antes.[/Z] – le planteó.

    – [Aaron]¿Qué han hecho?[/Aaron] – preguntó con el semblante completamente serio. Tratándose del grupo que había enviado, debía estar imaginando que habían matado a alguien, quizá a todos.

    – [Z]No han sido ellos. Los amigos de Sarah salieron a defenderla.[/Z] – comenzó a explicar, en base a lo que Lloyd le había transmitido. – [Z]Al verse superados, liberaron un poder que no pueden controlar.[/Z] – añadió, sin saberlo, le habían dado una oportunidad perfecta para reunir a los suyos con un objetivo común y alejarse de las dudas que sembraban las intenciones del grupo de Sarah. – [Z]Un demonio puro.[/Z] – dijo finalmente.

    Aaron apretó los puños. Sabía bien qué era un demonio puro. Era el único del Palacio que se había enfrentado a uno y había sobrevivido. Pero ese enfrentamiento le dejó hibernando durante milenios. – [Aaron]Esto se está yendo de las manos. Va a morir gente inocente.[/Aaron] – replicó, enfadado.

    – [Z]Lo sé. Por eso os pido detenerlo y si es posible, ayudar a Sarah extrayendo el espíritu de Beatrix. Faust os acompañará para recogerlo.[/Z] – propuso, aprovechando la distracción del demonio para acercar de nuevo a Aaron. – [Z]A un equipo equilibrado. A partir de ahora siempre habrá el mismo número de miembros de cada bando. Como debería ser.[/Z] – ofreció, pugnando por volver a conseguir su confianza.

    – [Aaron]Confiaré en ti, Z. Pero no sin reservas.[/Aaron] – aseguró Aaron. No esperaba menos de él. – [Aaron]Si esto vuelve a pasar, me iré.[/Aaron] – añadió. No tenía duda de que cumpliría su palabra, pero el sueño que todos tenían en común era un enlace demasiado fuerte.

    – [Z]Me parece razonable.[/Z] – concedió el Director, a sabiendas de que tendría que hacer las cosas de otra forma, pero si conseguía recuperar a Beatrix no habría problema, no necesitaría ocultar nada a los suyos, todos trabajarían por un bien común.

    – [Aaron]Y la otra condición es que yo elijo el equipo. Ni Máscara ni Leprechaun ni Elsass.[/Aaron] – puntualizó. Confiaba en Aaron para elegir a unos miembros capaces de enfrentarse tanto a los defensores de Sarah como al demonio puro. La única que les habría resultado más útil contra el demonio habría sido la Reina Negra, pero no iba a arriesgarse a presionar.

    – [Z]De acuerdo. Pero Faust y Butterfly tienen que ir en ese equipo para encargarse del espíritu.[/Z] – respondió. Aaron pareció algo extrañado por lo de Butterfly, pero no preguntó. La realidad era que no iba a arriesgar nada, si no conseguían mantener a Beatrix imperando sobre el cuerpo de Sarah, tendría que ser sobre el de la otra Cazadora que estaba con ella. Y si no se podía sobre ninguna, tendríamos que intentarlo con Butterfly.

    Aaron asintió. – [Aaron]Amaya, Irina, Meilien, Russell y yo del blanco. [/Aaron] – recitó de inmediato. Aaron era un magnífico estratega. Russell le aseguraba la superioridad numérica, con Irina y Amaya controlaba los elementos, él mismo daba la superioridad numérica y Meilien le daba capacidades para incapacitar sin matar a nadie. – [Aaron]Erfric, Faust, Lloyd, Briar y Steel del gris.[/Aaron] – continuó. Nada extraño en las elecciones, Erfric y Briar de nuevo para controlar todos los factores elementales y los otros dos como combatientes. Nunca le había pasado desapercibido el hecho de que, pese a elegir todos un nuevo nombre cuando entraban allí, los más cercanos comenzaban a tratarse por su nombre real. Eso era un claro indicativo de en quien tenía más confianza Aaron. – [Aaron]Y del negro: Butterfly…Dimitri, Black Market, Ananta y el Djinn[/Aaron] – añadió finalmente. Tan solo nombró a Mental por su nombre. A Black Market sabía que se lo llevaba por si necesitaba intercambiar algún poder, Mental daba ventaja táctica y permitía incapacitar a algunos sin daño. Y el Djinn, Aaron no confiaba en él, pero su magia podía serles útil contra el demonio.

    – [Z]Reúnelos y coged lo que necesitéis.[/Z] – dijo simplemente. Quería demostrar su confianza en él. – [Z]Gracias, Aaron.[/Z] – añadió.

    – [Aaron]No me des las gracias. Toma la posición que tienes que tomar.[/Aaron] – sentenció. El Director asintió.

    La puerta se cerró tras Aaron y el Director quedó a solas en la habitación. Conocía perfectamente su posición, pero no podía soportar tomarla sin la persona que más merecía ver esa utopía. Y estaba a punto de recuperarla.

  • LA LUZ Y LA POLILLA

    LA LUZ Y LA POLILLA

    Sasha | Palacio

    ATARDECER

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    Seguí a la Cazadora y a su grupo hasta que se fueron con el tipo de piel oscura y mis opciones se limitaron a quedarme esperando en los jardines hasta que salieran. Si ellos, que eran ciento y su puta madre, no habían sido capaces de hacer nada más que pasearse por allí y dorarle la píldora a Z: ¿Qué podía hacer yo? Claro que tenía ganas de entrar y de partirle la cara al tío que estaba permitiendo que toda esa escoria se escondiese tras sus muros recubiertos de oro, pero había que ser realista y por mucha fuerza y resistencia que tuviera, si no conseguía ser una líder, si no tenía un equipo, difícilmente podía arriesgarme. Supongo que tendría que apuntarme a charlas de motivación, porque estaba claro que la gente no te seguía por mucho miedo que dieras.

    Escuché unos pasos detrás de mí y agarré el bastón con fuerza.- [Sarah]¿Sasha? No te esperaba por aquí[/Sarah].- comentó Sarah Echolls a mi espalda y me giré despacio, esperando que fuera un truco, pero no, era ella. Noté cómo empezaba a ponerme nerviosa. Menuda gilipollez, sobre todo si tenía en cuenta que medía medio metro y llevaba unos vaqueros, unas deportivas blancas y una sudadera con unas flores. Parecía una adolescente recién salida del instituto y a mí me gustan las mujeres.

    – [Sasha]Esa era la idea[/Sasha].- evité echarme hacia atrás, pero las palmas de las manos me estaban sudando.- [Sasha]A nadie le gusta que le obliguen a ir a una misión suicida, ¿sabes?[/Sasha]- le aclaré.

    – [Sarah]Lo siento[/Sarah].- sus ojos azules se cruzaron con los míos y recordé el encuentro que habíamos tenido gracias al influjo de ‘Easy’.

    – [Sasha]No todo fue malo[/Sasha] -no quise dar muchos detalles, pero hacía unos meses que Bianca había muerto y desde entonces, estaba de sequía. Una no es de piedra.

    – [Sarah]Espero que no lo digas por nuestro «acercamiento»[/Sarah].- sonrió apartándose el pelo.

    – [Sasha]Entre otras cosas, sí.[/Sasha] – esbocé un amago de sonrisa y la observé, en medio de aquel bosque parecía como si brillara. Podía entender que la gente la siguiera, porque tenía algo especial que no sabía identificar. Algo que yo no tenía. Y ese algo, me había hecho acercarme hasta donde estaba como si fuera una polilla y ella, la luz.- [Sasha]No es algo que me molestaría repetir.[/Sasha] – me acerqué un poco más e intenté acariciarle el pelo. Estábamos tan cerca, que mi top de cuero negro casi rozaba su sudadera.

    – [Sarah]Estoy con Daniel, pero gracias por la oferta[/Sarah].- me apartó la mano con delicadeza.- [Sarah]Y gracias por ayudarnos[/Sarah].- observé sus labios, que no eran tan gruesos como los de Bianca y aún así, me apetecía besarlos.

    – [Sasha]No podía hacer otra cosa.[/Sasha] – me encogí de hombros.

    – [Sarah]Eso dices tú, pero estás equivocada[/Sarah].- aclaró y se quedó en silencio, mirándome de arriba a abajo: ¿Estaba segura de que le gustaba el pelirrojo?.- [Sarah]Por cierto, deberías probar a ir de blanco. Lucy…mi…eh…una amiga, tiene una tienda de ropa y creo que podría hacerte un traje bastante más acorde a tu estilo[/Sarah].- me crucé de brazos y sonreí. – [Sasha]Buena idea. Quizá así tenga más suerte.[/Sasha] – le guiñé un ojo.

    – [Sarah]¿Más suerte?[/Sarah]- preguntó extrañada.

    – [Sasha]Cuando me veas de blanco, lo averiguaremos.[/Sasha] – me mordí el labio mientras intentaba imaginar cómo habría acabado esta escena si hubiéramos llevado menos ropa.- [Sasha]Por cierto, ¿tienes un boli? Apúntame en la mano el teléfono de esa Lucy[/Sasha].- ella sacó uno de su mochila de cuero marrón y escribió el número en el dorso de mi mano, después de comprobar que era el correcto. Cuando noté la calidez de sus manos, en comparación con la frialdad de las mías, noté cómo empezaba a ponerme.

    – [Sarah]Ahora eres una Moondie, que no se te olvide[/Sarah].- dijo sin soltarme las manos y se giró, dispuesta a irse. A lo lejos, la esperaban el pelirrojo y toda su corte.

    – [Sasha]Una Moondie…no suena tan mal.[/Sasha] – murmuré mientras le miraba el culo cuando se iba.

    «Nunca te enamores de una hetero, siempre acaba mal», me repetía Bianca miles de veces cuando hablábamos de lo triste que era cómo la mayoría de las bolleras acabábamos pillándonos por una amiga. Pero ella no era hetero.

    Nunca me habían gustado las rubias, ni las buenas, ni las bajitas. Pero con Sarah era diferente, porque era como una luz y yo, como una polilla.

  • UN FACTOR DIFERENCIADOR

    UN FACTOR DIFERENCIADOR

    Christopher MacLeod | Palacio Kvinneby

    ATARDECER

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    Cuando Sarah se marchó para encontrarse con Z acompañada de Ed y Daakka, los demás nos quedamos en una espaciosa sala común que ya estaba ocupada por un grupo de gente que nos observó desde el mismo momento en el que invadimos su espacio.

    El lugar era amplio, con una intrincada arquitectura que seguro que Sarah, Ed y Daakka habían disfrutado. La decoración acompañaba en parte a la arquitectura, con unos sillones de tono granate y detalles dorados que hacían que pareciera la sala común de Gryffindor. O Roca Casterly. Por peligroso, más bien lo segundo, también estaba lleno de leones.

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  • UN BUEN HOMBRE

    UN BUEN HOMBRE

    Sarah | Palacio Kvinneby, Despacho de Z

    MEDIODIA

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    Dejamos al resto del grupo en la sala común acompañados por Petra y Bagheera. Volver a caminar por los pasillos del Palacio me traía malos recuerdos, especialmente porque no iba junto a Daniel, pero no me quedaba más remedio que hacerlo: Abel estaba muerto y quería que me explicaran por qué. No sabía qué me daba derecho a pedir explicaciones, ni qué esperaba que me dijeran, pero algo me impulsaba a ir. Quizás era eso de ser del bando de los buenos, que era un trabajo a tiempo completo, plagado de dolores de cabeza y mal remunerado.

    Caminábamos detrás de Aaron, que hacía como que no nos conocía. Como si no hubiera pasado aquí dos meses de mi vida y como si Ed y Daakka no me hubieran acompañado en parte del proceso. Aún así, no le juzgué, porque la utopía se había descontrolado en sus narices y habían empezado a sufrir bajas. Y nosotros, después de Fenris y de Kaylee, sabíamos lo que era perder a alguien.

    Mientras andábamos, me fijé en Ed y Daakka, que seguían desentonando, el primero con su camiseta de Star Wars y la bandolera roñosa, como si fuera un estudiante de intercambio y el segundo, con sus pintas de surfero demoníaco, con una ropa que le quedaba demasiado pequeña como para tomárselo en serio. Nunca podría agradecerles lo suficiente todo lo que hacían por mí.

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  • VAGINAS TOWN

    VAGINAS TOWN

    Dominic Williams | Alrededores del Palacio

    MEDIODÍA

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    El grupo estaba demasiado callado y la tranquilidad del bosque me hizo sumirme en mis pensamientos, los cuales todos acababan desembocando en Rebeca y el intentar darle lo mejor.

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  • LAS COSAS QUE HACEMOS POR AMOR

    LAS COSAS QUE HACEMOS POR AMOR

    Z | PALACIO KVINNEBY

    MADRUGADA

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    La luz del sol ya despuntaba sobre el dosel del bosque que rodeaba el palacio. Según había informado Katarina hacía unos minutos, Sarah todavía seguía en trance viendo el futuro al que nos conduciría la Iniciativa. La bruja permanecería a su lado hasta que despertase, lo que podían ser todavía horas, aunque tenía con qué amenizar la espera, un asalto que preparar.

    Se acercó a la gran mesa heptagonal y observó el mapa del complejo y las fichas desplegadas en él. Hasta hace poco había estado junto a Abel decidiendo quién acompañaría a Sarah en la misión.

    Cogió entre sus manos dos pequeñas figuras de madera con la forma de ‘Stone‘ y ‘Sandalman‘ y los miró fijamente. Eran los últimos en llegar y Abel había dudado al principio cuando se lo planteó, pero el Director tenía sus motivos.

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  • NO ES UN ADIÓS, ES UN «HASTA LUEGO, COCODRILO»

    NO ES UN ADIÓS, ES UN «HASTA LUEGO, COCODRILO»

    Sarah | Palacio de Z

    TARDE

    sarah040615
    Habíamos dejado la sala común por petición expresa de la Reina Blanca, que nos aseguró que estaríamos más cómodas en mi habitación y eso era cierto hasta cierto punto, pero tenía la sensación de que querían quitarnos de en medio. Tanto Dwarf como Russell se habían ido para dejarnos intimidad, así que ya sólo quedábamos Mia, Rebecca y yo, que estaba sentada al borde de la cama con la mirada perdida en los jardines del Palacio, mientras que Mia continuaba tumbada sobre mi regazo. Ya ni siquiera lloraba, simplemente tenía la mirada perdida en un punto fijo y los ojos enrojecidos. Rebecca, por su parte, hacía como que leía un libro para mujeres de una chica que estaba enamorada de dos tipos a la vez. A veces me sorprendía cómo alguien tan inteligente como Rebecca podía perder el tiempo con semejante basura, porque era algo que podías esperar de mí o incluso de Diana, pero siempre decía que era eso o empezar a dar gritos hasta que se quedase sola. Rebecca no era una chica de acción, los Grandes Poderes la habían dejado sin ese título de Campeona que tantos dolores de cabeza le traía por algo. No había venido a este mundo con la misión de luchar para salvar a la humanidad, pero se había enamorado de alguien que sí y ahora estaba dentro del Palacio con la intención de no dejarme sola.

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