Moondale

Categoría: Cúmulo Nexus

  • PEDIRÍA PERDÓN MÁS ADELANTE

    Ruby – ?

    Noche

    Una risa conocida la sorprendió. Cole estaba tras ella, sonriendo, pero sus dientes estaban afilados como cuchillas. Se echó hacia atrás y sus manos tocaron tierra oscura y fría. No podía ser cierto, no podía estar allí de nuevo. Y sin embargo, dos lunas recortadas en la profunda noche confirmaban lo contrario. Nunca había salido de Dyavol, solo había sido otro juego enfermizo del Amo del Portal. Seguía estando sola, indefensa, incapaz de liberarse.

    Temblé con violencia. Estaba segura de que lo que había vivido era real. Había salido de Dyavol, ¿verdad? Toda la vuelta a la Nave no podía ser el delirio de mi mente enferma.- [Ruby]¿Quién eres?[/Ruby]- pregunté, aún desde el suelo y me fui incorporando despacio, sin perder de vista al ser que parecía ser Cole.

    – [Cole]¿Es que ya no me reconoces?[/Cole]- dijo él con su mirada pérfida.

    Solté una carcajada cuando lo tuve frente a mí. No sabía decir exactamente por qué, pero estaba segura de que esto era una pantomima. [Ruby]No eres Cole[/Ruby].

    – [Cole]¿Te ha vuelto la fiebre?[/Cole]- alargó su mano para intentar mirarme la temperatura y le arreé un golpe.

    – [Ruby]No me toques[/Ruby]- le amenacé y eché un vistazo a mi alrededor. Algo no encajaba, aunque estaba bastante currado el escenario.- [Ruby]Dime quién eres de verdad[/Ruby].

    – [Cole]Sería mejor que durmieras, mañana será otro día[/Cole].- la luz de gas, tan propia de la Tierra, era algo casi inexistente en mi planeta. Pese a este hecho, me resultaba fácil reconocerla.

    – [Ruby]No[/Ruby].- me encaré. Dos lunas, la cueva, Cole. ¿Qué fallaba? Algo tenía que estar mal y me daría la pista de que estaba acertada en mis teorías.- [Ruby]Dime quién eres[/Ruby].

    – [Cole]Ya lo sabes, pequeña escurridiza[/Cole]. – sonrió con suficiencia. Me daban ganas de partirle la cara. Fuera real o no. – [Cole]No puedes huir de mí[/Cole].

    Me reí.- [Ruby]¿Sabes? Es gracioso, porque yo no soy un crío de los de la Nave. Soy una guerrera entrenada y la experiencia es un grado. Yo salí de aquí, sabandija[/Ruby].

    – [Cole]¿Un pequeño animalito como tú escapando de mí?[/Cole] – se rio de mí y lejos de amedrentarme, la mala leche empezó a crecer dentro de mí.- [Cole]Anda, deja que beba y duerme[/Cole].- me mostró los colmillos y quiso beber de mí.

    Tomé aire y entonces lo supe. En Dyavol el silencio era casi inexistente. Las criaturas que poblaban el mundo no eran tan silenciosas como ellas creían y, cuando aprendías a oírlas, era como un acúfeno que te martillea los oídos. Esto era una farsa de alguien listo, pero no tanto como yo.

    Sin pensarlo, le asesté un puñetazo en la mejilla derecha. El monstruo, que no se lo esperaba, escupió una sangre negra como el petróleo. Ese no era mi Cole.- [Ruby]Me da igual que seas real o no. Me voy a quedar en la gloria dándote una paliza[/Ruby].

    Y entonces, empecé a pegarle. Si me estaba equivocando, ya pediría perdón más adelante.

    What did you think I’d say to that?
    Does a scorpion sting when fighting back?
    They strike to kill, and you know I will
    You know I wil

    (Mad Woman, Taylor Swift)

  • EL VERDADERO COLE

    Ruby – Dyavol

    Noche

    Dejé caer a la criatura montaña abajo con una patada y me limpié el cuchillo con el pantalón. Tras eso, lo guardé en el cinto e inspiré. Eché un vistazo a mi alrededor: estaba oscuro. Qué novedad.

    Dyavol era un pedrusco casi carente de vegetación, repleto de seres deseosos de clavarme el diente, putrefacción y agua..

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  • TIGRE Y SERPIENTE

    COLE ROMAN

    NARA – NOCHE

    El pueblo oculto tenía unas reglas muy claras, solo los ninja podían acercarse al Bosque del Tigre para obtener su bendición, ya que, incluso los mejor formados, no volvían nunca y los que lo hacían, tenían conocimientos más allá de los que podían encontrar en su mundo.

    Puse todo mi empeño en atender a los maestros, en convertirme en un ninja de nivel suficiente como para tener permitido el paso, pero aquello se dilató durante semanas. Zahra participó también en el entrenamiento pero aquello no era territorio de Niall, que no estaba interesado. Si todos teníamos que llegar al nivel que ellos consideraban, no saldríamos de allí nunca. Tenía que tomar una decisión

    Esperé tras la cena y las clases, hasta la hora de dormir, era el único momento en el que estábamos solos de verdad los tres, aunque en un pueblo de espías profesionales poco podía fiarme.

    Seguí esperando. Niall se tomaba un té y me miraba con el ceño fruncido mientras trasteaba en su InfiniBand anticuada hasta encontrar unos audios con solos de varios instrumentos. Sabía que sería rata con los datos y tendría descargado lo que necesitara. Le pregunté por señas para que me dijera el que mejor podía encajar y cuando la música empezó a sonar, les mandé acercarse.

    – [Cole]No podemos esperar a la aprobación del clan, tenemos que ir ya a por el portal, esto es eterno.[/Cole] – les expliqué.

    – [Zahra]Lo veo correcto.[/Zahra] – replicó Zahra. Era una persona muy práctica, así que no esperaba menos. Tampoco era alguien que se quedara mucho tiempo en el mismo lugar. No sabía qué le pasaría si algún día lográbamos volver a casa.

    – [Cole]¿Niall? Tenemos que estar todos de acuerdo. Será peligroso.[/Cole]- pregunté a mi hermanastro. Niall no era persona de vivir luchas, conflictos y grandes batallas, si no más bien de cantarlas.

    – [Niall]¿Me estas diciendo que si me niego nos quedamos aquí para siempre? Por suerte para vosotros me quiero ir a casa, por muy peligroso que sea.[/Niall] – sentenció. Asentí, preocupado, las otras veces que habíamos hecho misiones habíamos sido grupos más numerosos. Y ni siquiera entonces nos enfrentamos a entidades ancestrales protectoras de la comunicación entre planetas.

    Recogimos nuestras cosas en silencio y salimos sin que nadie nos viera. Era un reto, pero nos habían enseñado bien y no debían esperar que nos saltáramos aquella regla vital a riesgo de morir tan fácilmente.

    – [Zahra]En realidad, te habríamos dejado tirado sin miramientos.[/Zahra] – le chinchó Zahra, cuando ya no podría oírnos nadie de la aldea. Sonreí al ver que había aprendido a bromear.

    En el bosque hacía un frío demencial y eso significaba problemas. – [Cole]Había pocas dudas, no eres persona de duchas frías.[/Cole] – Niall tenía un origen humilde del que no daba muchos detalles, pero se había acostumbrado muy rápido a algunas comodidades. De hecho su mochila era el doble que las nuestras.

    Tras caminar unos cuantos minutos, aún manteniendo el silencio, empezamos a ver ánimas, linternas espectrales que dotaban al bosque de un aire azulado y tétrico. – [Cole]No deberían hacernos nada, pero cada vez hay más.[/Cole] – aclaré.

    – [Zahra]Lo mejor que se puede hacer es ignorarlas.[/Zahra] – seguía siendo una experta en supervivencia.

    Pasamos entre ellas, cada vez más, como si fueran medusas del aire. Niall rozó una con el brazo.

    – [Niall]Está helado.[/Nial] – se quejó, abrazándose.

    – [Cole]No sé qué te pasa con el frío, debería estar quejándome yo. [/Cole]- que sin luz y calor solo era un demonio cruzado.

    Zahra continuó liderando la marcha, en silencio.

    – [Niall]Te recuerdo que soy medio pájaro.[/Niall] – replicó.

    – [Cole]¿Y no podías haber sacado la vista aguda en lugar de la piel de gallina?[/Cole] – pregunté, intentando mantenerle distraído del hecho de que había tantas que no se sabía por dónde pasar.

    – [Niall]También tengo el pico afilado.[/Niall]

    – [Cole]Vete preparándolo, porque mi ‘sentido lagartico’ dice algo. [/Cole]- Zahra se agachó y la imitamos.

    El frío a esas alturas era terrible, húmedo, calando hasta los huesos. De poco servirían mis poderes allí.

    Al frente las linternas se apartaron dejando paso a un tigre más grande de lo habitual hecho de pura niebla.

    – [b]Sé que venís a reclamar el portal.[/b] – sentenció. – [b]Pero aquí ya no hay pruebas de valor, solo muerte.[/b] – se acercó a nosotros y  la luz de la luna podían verse hebras de oscuridad dispersa recorriendo su cuerpo de niebla.

    – [Niall]Creo que el té ese de hierbas llevaba algo porque estoy viendo un tigre de humo.[/Niall] – dio un paso atrás.

    – [Cole]Lo divertido va a ser detenerlo. Tenemos que ir despa… [/Cole]- organizar no era lo mío, líderes natos teníamos a los Echolls, pero al menos esa vez debía intentarlo. Aun así el destino no lo quiso igual y aquella niebla oscura salió del tigre y nos rodeó completamente penetrando a través de las fosas nasales, los oídos, la boca….

    Mis ojos vieron entonces un mundo distinto, un mundo caótico, lleno de demonios que me invitaban a vivir como ellos, a controlar a esos débiles humanos, a usar nuestro poder. Ellos, con sus rostros de serpiente, llamándome, diciéndome que nunca me juzgarían porque eran como yo.

    Zahra estaba allí, sin querer moverse para ayudar a las personas que estaban a merced de los demonios. Niall también, observando desde un palco, protegido, a salvo.

    No sé lo que tardamos, solo sé que me enfrenté a esa parte de mí, no necesitaba ser aceptado por todo el mundo, no tenía que ser igual que los demás. Zahra consiguió ponerse en pie y Niall bajó de su zona de seguridad para ayudarnos. Salvamos a una joven y la oscuridad se desvaneció.

     – [b]Gracias por liberarme de ese ser.[/b] – dijo la joven, ahora en mitad del bosque, ataviada con un vestido decorado con el motivo de dos tigres entrelazados.

    – [Cole]Gracias a ti por dejarnos pasar.[/Cole] – asentí y juntos cruzamos. No habíamos obtenido poderes inconmensurables, pero el portal que abrió para nosotros nos dejó ver una silueta roja conocida en la distancia. Estábamos en casa.

  • LA OSCURIDAD DEL CORAZÓN

    XANDER ECHOLLS

    SELAS – NOCHE

    Caitriona se movía con la hierba bajo sus pies como si fuera un hada de cuento. Era difícil seguirle el ritmo, también en parte porque estaba preocupado por Jane y quería dejarles margen para solucionarlo.

    Cuando las alcancé, aún estaban hablando, así que me senté en un tronco caído a esperar. Mientras escuchaba el rumor distante de sus voces y sentía el frío de la noche calarme los huesos, pensé en lo que Caitriona me había mostrado.

    Las cosas habían cambiado poco en casa, sabíamos que el tiempo apenas había pasado allí en comparación con los meses que llevábamos varados, algunos más dependiendo del mundo en el que hubieran terminado. Pero verlo era diferente, mi casa estaba igual, mi madre, mi padre y mi tía también, solo que preocupados. Era un suerte que la tía Diana estuviera allí, con su confianza y su aspecto de despreocupada siempre hacía pensar al resto que no había motivo para agobiarse, que seguramente ella ya hubiera visto lo que iba a pasar y por eso estaba tranquila. Quise creerlo yo también, hasta hacía bien poco lo había creído, y entonces Jane murió.

    Ahora era una cáscara vacía, mi alma estaba en ella pero ella no quería ni verme por lo que había hecho, así que estaba irremediablemente destinado a acabar como un muerto en vida. Solo esperaba verlos a todos al menos una vez más, para despedirme antes de dejar de reconocerles.

    De pronto me fijé en el silencio y me acerqué a ellas. Me miraron al verme salir entre los árboles, pero Jane enseguida apartó la mirada y reanudó la marcha con Caitriona cerca. Yo me limité a seguirlas, sin hablar. Ni siquiera cuando el frío nos congelaba las pestañas, ni tampoco cuando los huesos empezaron a acumularse en el suelo.

    El Dragón no tardó en aparecer. Era lo que se esperaría de una leyenda, escamas brillantes, blancas como la nieve. En otro momento habría abierto los ojos de pura fascinación, pero no fue así. Puede que se debiera a la ausencia de mi alma. Puede que fijarme en esos ojos como dos pozos negros, sin iris, sin pupilas, fuera de lugar en una bestia tan magnífica. O quizá el hecho de saber que Jane y yo estábamos muy cerca físicamente, pero a la vez demasiado lejos.

    Caitriona se adelantó y se dispuso a usar su magia. Me preparé para que las cosas fueran más fáciles por una vez. Y cómo no, no iba a ser así. Caitriona esperó y empezó a extrañarse, lo que quiera que estuviese intentando, no funcionaba.

    Un aleteo del dragón me obligó a plantar los pies con fuerza en la tierra. Su aliento era helado, a Idris le habría ido mejor, prácticamente a cualquiera. Jane y yo solo teníamos nuestra fuerza física, el resto lo tenía Caitriona y su poder.

    Pareció oscurecer más, pensé que era la silueta enorme del dragón pero vi que de él o ella emanaba una niebla oscura que nos rodeó. Miré una vez más a Jane antes de que nos engullera, ¿para esto tanto sufrimiento? ¿Solo unas semanas más?

    Pero cuando la oscuridad se lo llevó todo, dejó de importarme. Nada tenía sentido, ¿para qué luchar? Ya no volvería a ver a nadie que me importase. Cualquier esperanza de lo que pudiera haber entre Jane y yo se había esfumado, nuestro futuro había sido compartido, sí, en una fosa común en una montaña cuyo nombre nadie recordaría, al otro lado del espacio y el tiempo.

    Veía una figura en la oscuridad, una que reconocía perfectamente porque era mi propio cuerpo, solo que lo observaba desde fuera de él. Estaba inmóvil, con la mirada perdida, ajeno a todo lo que me rodease. Ése debía ser el «muerto en vida» que Caitriona mencionaba.

    Vi que su mirada estaba fija más allá, donde Jane se debatía contra un enemigo que yo no alcanzaba a ver. Caitriona estaba más lejos, apenas divisible en la lejanía.

    Seguí mirando a Jane sacar fuerzas de ninguna parte, después de haber muerto, de haber vuelto y seguir adelante, ¿quién era yo para rendirme?

    Me forcé a pensar, Chernobog era nuestro enemigo, el que nos había aislado. Chernobog el Corruptor, controlando a los guardianes, intoxicando al Dragón con esos ojos negros, reflejo de su alma atormentada. Y ahora nos hacía lo mismo a nosotros, buscaba nuestra oscuridad para aferrarse a ella.

    Éramos presa fácil:  vidas duras, tratos oscuros, sacrificios, pérdidas. Pero no éramos solo eso, había mucho más. Jane estaba sobreponiéndose a su visión, alzándose, brillante, sobre lo peor que había en ella. Siempre había sido demasiado consciente de lo malo de su vida y de sí misma, muy crítica, muy dura. Y eso ahora le estaba haciendo más fácil luchar contra él.

    Tomé su ejemplo, la belleza de verla luchar pese a lo que acababa de sufrir, y luché yo también. Luché hasta que entre los tres hicimos retroceder la oscuridad de Chernobog, hasta el Dragón y luego más allá, replegándose hacia su amo, que sin duda no olvidaría la afrenta.

    El Dragón, o Dragona quizá, nos observó con unos ojos como gemas. Su aliento, antes frío, era ahora pura magia y lo usó para abrir el portal. Jane cruzó sin mirar atrás, Caitriona la siguió y yo cerré la marcha.

    Una cálida brisa en lo alto del valle me devolvió las ganas de sonreír. La Kvasir estaba allí, al fondo, y en ella gran parte de mi familia.

  • EL LEOPARDO

    MIKE SOLO-NOVAK

    KARNAK – NOCHE

    – [Mike]¡Corre![/Mike] – conseguí gritar a Sophie. El leopardo estaba oculto entre la nieve, agazapado, esperando su oportunidad. Lo sabía, conocía su forma de pensar porque habíamos sido uno hasta que el Perro le había hecho salir.

    Vi a Sophie alejarse con el corazón en un puño, recordando lo tranquilos que vivíamos hasta tener que volver a meter la cabeza de lleno en los problemas.

    Tras la visión de la muchacha, hablé con Sophie y decidimos que no podíamos irnos de allí de forma apresurada, dejando todo un pueblo desprotegido a merced de los «dioses». Así que nos pusimos a trabajar, reunimos una clase de refugiadas y refugiados y comenzamos a enseñarles todo lo que necesitaban para sobrevivir y aprender unos remedios básicos, más avanzados de los que tenían.

    Solo cuando vimos que eran capaces de valerse, partimos en un pequeño barco hacia el desierto, donde el Perro, conocido allí por Anubis, tenía su morada.

    Sobrevivimos gracias a las provisiones. Cada vez me preocupaba más la escasez de agua, no tanto por mí y la que necesitase beber si no por mantener a Sophie tanto tiempo lejos del agua salada. Empezaba a verla alicaída y me preocupaba enormemente no ser capaces de volver si no lográbamos dar con él.

    Una noche, finalmente, cuando las dudas no me dejaban dormir, una sombra apareció durante un instante. Pensé que era una alucinación por la deshidratación o la falta de sueño, pero no, era el Perro.

    Un aullido despertó a Sophie antes de que yo pudiera hacerlo y empezó a hacer cada vez más frío. Sophie y yo nos acercamos, intentando mantener el calor, pero la temperatura bajó tanto que la arena parecía nieve.

    – [b]Veo vuestra oscuridad.[/b] – dijo una voz lejana. La sombra volvió a aparecer. Recordaba que Anubis tradicionalmente era una figura masculina con cabeza de perro, pero ésta sombra tenía rasgos femeninos.

    Busqué la mano de Sophie pero ella no reaccionó, parecía estar enfrentándose a algo en su propia mente. Algo que no tardó en sucederme a mí también. Caí de rodillas y noté que arrancaban una parte de mí. Pronto, tuve los ojos del leopardo mirándome frente a frente, con su piel nívea casi resplandeciendo bajo la luna.

    Me aparté y el leopardo me observó. Sophie se abrazó a sí misma, sumida en su visión, ajena al peligro real que la rodeaba. Traté de acercarme a la bestia y recibí un zarpazo de advertencia.

    Tenía que girarme, desviar su atención de Sophie. Justo en ese momento, ella abrió los ojos y sentí que el poder al que nos enfrentábamos retrocedía un poco.  Pero el leopardo seguía allí, así que le pedí a Sophie que echara a correr.

    Un error, movido por el miedo, el leopardo fue tras ella, mucho más rápido. Maldije, no tenía tiempo de pensar en ninguna solución lógica, solo podía moverme por instinto, así que me interpuse entre ellos y enfrenté al leopardo. Fuera o dentro, éramos uno solo, con eso en mente conseguí que se detuviera y volviera a mí.

    – [b]Todos tenemos oscuridad dentro. Lo importante es equilibrarla.[/b] – dijo de nuevo la voz. Ahora parecía diferente, más serena, menos acechante.

    Frente a nosotros se abrió un portal y, cogidos de la mano, lo cruzamos.

    El frío dio paso a una húmeda y fresca brisa, que por el contraste, resultaba incluso cálida, agradable. Al fondo, como el recuerdo de otros tiempos, estaba la nave estrellada.

  • UNA ESPECIE DE TREGUA

    Jane – Selas

    Noche

    Me limpié las lágrimas como pude y eché a andar en dirección al pico. Dejé atrás a la bruja y a Alexander, cuya luz parecía un poco más tenue según me iba alejando.

    Estaba tan enfadada que no pensaba ni en lo que estaba haciendo. La rabia guiaba mis pasos y no era la primera vez. Mi carácter de mierda asomaba su fea cara cada vez que algo me disgustaba y eso pasaba más a menudo cuando estaba procesando mal alguna cosa.

    Por eso, cuando Caitriona desveló el pastel, me fui. Avancé sin saber adónde. Iba casi a tientas, porque se había hecho de noche. Si mi único poder consistía en dejar seco a quien se me acercara: ¿Qué pretendía conseguir con esta pantomima, matarme?

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  • COMO PEZ EN EL AGUA

    ELLIOT WILLIAMS

    DAGRKNOT

     

    Los vikingos eran exploradores, surcaban grandes distancias en el océano en busca de nuevas tierras que conquistar, pero lo de este mundo resultaba exagerado. Alla donde miraras solo veías agua, las islas eran escasas y sus asentamientos se veían mermados por los ataques de las criaturas acuáticas.

    Al llevar más tiempo aquí que la primera vez descubrimos un modo de viajar entre islas sin quedarnos estancados en una de por vida. A pesar del peligro en las aguas, las comunidades vikingas comerciaban entre si para seguir subsistiendo, algunos asentamientos poseían más maderas que otras, mientras que otras tenían una zona más segura de pesca, por lo que predominaba el trueque para su supervivencia.

    Así que para buscar al guardián del que nos hablo Laura nos enrolamos en un barco de pesca y fuimos de isla en isla preguntando por un ser que solo conocían de cuentos antiguos. Por suerte un viejo marinero se ofreció a llevarnos a una tierra remota, un lugar olvidado por muchos y alejado de todo rastro de civilización.

    – [B]A partir de ésta isla no avanzo. El ojo de Odin no alcanza a ver esta tierra sombría.- [/B] Nos encontrábamos en una isla considerablemente alejada del resto. Si la tierra fuera plana seria una de esas islas que puedes ver al filo de la cascada del fin del mundo.

    – [Bowie]¿Y no puedes usar otro ojo?.-[/Bowie] El marinero observo extrañado a Bowie. Sin duda era lista, pero no estaba muy puesta en mitologías antiguas.

    – [Elliot]Está bien, gracias por acercarnos.-[/Elliot] Añadí con un profundo acento marcado. En este tiempo gracias a Bowie, que en cuestión de segundos fue capaz de procesar el idioma, aprendí lo básico de una lengua tiempo ya extinguida.

    – [B]No sé qué podéis querer de aquí, pero cuidado con esas cosas. Casi me llevan.-[/B] Bajo la capa que usaba para protegerse del agua del oleaje dejo entrever un brazo marcado por las cicatrices y algún que otro dedo perdido.

    – [Bowie]Pero no te llevaron.-[/Bowie] No sé si intentaba darle ánimos por su supervivencia, me resultaba difícil saber cuando Bowie hablaba en serio.

    – [B]Al resto sí.-[/B] Añadió alejándose en su barcaza siendo devorado por la niebla como Caronte tras dejarnos en la otra orilla del río del inframundo.

    – [Bowie]¿Tienes miedo?.-[/Bowie] Había tenido miedo toda mi vida, pero desde que llegue al Nexus con los demás había aprendido a depender más de mi mismo.

    – [Elliot]No, solo estoy preocupado por como vamos a dar con el guardián entre tanta masa de agua.-[/Elliot] Nuestro guardián era un pez, o al menos algo vagamente parecido. Tal vez estábamos buscando a una persona con un pez tatuado en su cuerpo y no un pescado literalmente.

    – [Bowie]¿Canto de sirena o alucinación?.-[/Bowie] Una voz proveniente de el centro de la isla llego hasta nosotros.

    – [Elliot]Yo también lo oigo.-[/Elliot] Era una voz suave acompañada de una delicada melodía. Nos fuimos internando en la isla hasta llegar a un lago.

    – [Bowie]Ve delante. Yo te espero aquí.-[/Bowie] Bowie se oculto tras un árbol y comenzó a hacer aspavientos con la mano para que me moviera.

    – [Elliot]¿Tienes miedo?.[/Elliot]

    – [Bowie]¿Tienes miedo tú?.[/Bowie]

    – [Elliot]No… es solo que, en la mitología las sirenas usaban su canto para que los marineros se acercarán a ellas y matarlos.-[/Elliot] La canción sonaba cada vez más alto, sin embargo en el centro del lago no parecía apreciarse ninguna silueta, ya fuera de una autentica sirena, humana o alguna otra criatura.

    – [Bowie]Venga.-[/Bowie] Bowie se paro detrás de mi y de un empujón me dejo al descubierto.

    – [Elliot]Pero porque tengo que ir solo, somos un equipo ¿no?.-[/Elliot] Añadí girando rápidamente solo para encontrarme un matojo de arbustos sin rastro de Bowie.

    – [Bowie]Muy bien. Pero si nos morimos los dos las misión habrá sido un fracaso por tu culpa.-[/Bowie] Bowie apareció de entre los arbustos sacudiéndose las hojas y las ramitas colgadas del pelo.

    Nos acercamos hasta el lago, el agua calmada nos hizo confiarnos. Estábamos tan tierra adentro que no pensé que los demonios podrían alcanzarnos aquí. Dos garras me agarraron por las piernas al igual que a Bowie y comenzaron a arrastrarnos hacia el interior del lago.

    El barro dificultaba nuestros movimientos al no ser capaces de agarrarnos a nada. Bowie luchaba por zafarse de ellos mientras que yo intentaba dar una última bocanada de aire. Bajo el agua mis movimientos se ralentizaron, sin embargo Bowie seguía pareciendo igual de ágil. Tras librarse de los demonios nado con rapidez hacia donde estaba y me ayudo con los que me tenían preso.

    Al agarrarme para ayudarme a nadar me fije en que unas branquias sobresalían de su cuello, había escuchado a los demás decir que experimentaron con ella y le añadieron mejoras, pero no había pensando en nada como esto. Los demonios marinos cortaban nuestro paso hacia la superficie, así que no nos quedo otra que sumergirnos.

    Encontramos una caverna subterránea y el agua nos sacudió con fuerza, con algo de suerte saldríamos a parar en mar abierto. La superficie parecía encontrase demasiado lejos, Bowie miraba a su alrededor buscando algo que pudiera darme oxigeno. Por mi parte notaba como me fachaba la vista.

    – [Bowie]Más te vale no estar muerto.-[/Bowie]Escuche la voz de Bowie y abrí los ojos, no sabía cuanto tiempo había pasado inconsciente. Bowie estaba arrodillada a mi lado, levante la cabeza y a nuestro alrededor un grupo de humanos nos apuntaba con armas rudimentarias. – [Bowie]Mi nombre es Bowie y él es Elliot. Venimos en son de paz.[/Bowie]

    Me reincorpore con cuidado en un intento de no alterar a los que nos rodeaban. Al echar un vistazo me percate de que seguíamos bajo el agua pero dentro de una cúpula de cristal. De un extremo del circulo de personas que nos rodeaban fueron abriéndose paso para dejar entrar a una joven rubia con mejores ropajes que el resto -[B]Bienvenidos a Vanaheim.[/B]

    – [Bowie]Gracias.-[/Bowie] La muchacha se parecía a Bowie, quizás ere uno de los requisitos para ser cazadora, el ser rubia.

    – [Elliot]¿Cómo habéis acabado aquí?.-[/Elliot] No sé si era lo más inteligente esconderse bajo el agua, aunque teniendo en cuenta que los demonios asediaban campamentos terrestres cerca del agua, esconderse delante de sus narices tal vez no era tan mala idea.

    – [B]Somos el pueblo de Ulf, el vanir corrupto por los Neidr.-[/B] Recordaba ese nombre, algo que Xander había encontrado relacionado con Elle. – [B]Pero me temo que llegáis en mal momento.[/B]

    Nos entrego unos binoculares para ver como esos demonios se acercaban hacia la ciudadela con una criatura encadenada con aspecto de ballena, sin duda iban a utilizarla como ariete – [Elliot]¿Crees que se trata del guardián?.[/Elliot]

    – [Bowie]Lo es.-[/Bowie] Bowie apretó los puños y se acerco hasta la fosa que empleaban como entrada. Se movía con rapidez, como si el agua fuera su elemento y comenzó a asestar golpes a los demonios.

    Si esa criatura era nuestra única forma de volver con los demás debía de ayudar a Bowie, pero no era tan fuerte o ágil como ella, tenía que afrontar esta situación de otro modo. Tome aire y salte a la fosa para salir, Bowie seguía golpeando demonios mientras intentaba llegar con rapidez hasta la ballena.

    Pose la mano en la criatura y note una descarga de dolor que me hizo apartarla al instante. Me fije en sus ojos cargados de tristeza, muy parecidos a los míos. Aún no sabía muy bien como funcionaba mi poder, si es que podía llamarse así, o lo mismo no era más que una evolución de mi desgracia al igual que la capacidad de adaptarse de Bowie.

    Volví a posar mi mano en la criatura, esta vez sin apartarla. Lo que sí sabía es que de este modo podía apaciguar su dolor y tal vez así se detuviera evitando atacar la ciudad subterránea. Pude sentir cada golpe, arañado y latigazo como si lo hubiera sufrido en mis carnes. Un remolino de sombras envolvió a la criatura y esta se convirtió en una especie de sirena.

    El sonido de su voz sonó alto y claro en mitad del agua, mientras que a Bowie y a mí no parecía afectarnos los demonios de agua se volvieron locos y escaparon con rapidez. La guardiana nado en círculos alrededor nuestro y un remolino nos acabo tragando, cuando subimos hasta la superficie dimos a parar a un lago con una nave familiar a lo lejos.

     

  • VUELTA AL DULCE HOGAR TEMPORAL

    Amy – Nexus

    Tarde

    Noté una punzada en el pecho cada vez más intensa. No le di mayor importancia, pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me lo hubiesen roto y entonces lo entendí: algo le había pasado a mi otra mitad. Algo le había pasado a Jane.

    Vi a Owen llevarse una mano al pecho y pensé que solo estaba siendo melodramático, pero cuando la pantomima empezó a durar más de lo que se considera aceptable, me preocupé. Supe que no era abroma porque cayó de rodillas. Entonces, alargué mi mano para ayudarle y llamé a nuestro otro compañero de aventuras.- [Amy]Lekwaa, ayúdame, por favor[/Amy].

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  • UNA LUZ MÁS TENUE

    Jane – Selas

    Mañana

    Abandonamos la cabaña de Caitriona y yo me sentí extraña. Seguía a Xander estando fuera de mí misma, como cuando soñaba que conducía el coche de mi madre desde el asiento trasero. Con el tiempo, descubriría que esa sensación se llama irrealidad y forma parte del pack completo de la ansiedad. En ese momento, lo achaqué al cansancio. Esta especie de interludio entre la Nave y la acción estaba resultando más largo de lo esperado. Echaba de menos a mis hermanos, pero también el control. La vida en la Nave se parecía demasiado a la de la Tierra.

    – [Xander]¿Vas bien? Voy más despacio si lo necesitas[/Xander].- comentó cuando nos adentramos en el bosque. Era por la mañana, pero en el interior de aquella frondosidad, bien podían ser las siete de la tarde.

    – [Jane]De momento[/Jane].- musité.

    – [Xander]Encontraremos una forma de superar al guardián del portal sin luchar. Ya lo verás[/Xander].- me aseguró tendiéndome la mano para saltar una rama, gesto de deseché con un «gracias» que no sé si oyó. Alexander. Tan guapo, tan confiado. Tan Echolls. ¿Os acordáis de esa escena de Los Simpson en la que van a bautizar a los críos y Maggie se queda mirando a su familia, que está en el barro, mientras que los Flanders resplandecen? Mi familia son los de la ciénaga y los Echolls los que brillan.

    – [Jane]Eres más optimista que yo, eso desde luego[/Jane].- la toga que nos había prestado Caitriona se empezó a manchar de barro y maldije este mundo y los siguientes. ¿Dónde estaban mis vaqueros cuando los necesitaba?

    – [Xander]Siempre ha sido así[/Xander].- sonrió al verme. «Deja de brillar, maldita sea«.

    – [Jane]Tienes razón[/Jane].- le devolví la sonrisa.

    – [Xander]Enseguida estaremos con los demás y podrás librarte de mí[/Xander].

    – [Jane]Qué alivio[/Jane].- bromeé.

    Nos quedamos callados y estaba tan concentrada en intentar disimular el barro de mi toga, que no vi que delante de mí había un tronco enorme y me precipité al suelo sin poder evitarlo. Alexander corrió a ayudarme y me cogió en volandas.- [Jane]¿Ahora eres Edward Cullen? Ah, no, que eso también es muy Christian Grey[/Jane].- compuse un mueca.

    – [Xander]Lo siento, lo… lo pasé mal[/Xander].- se excusó apartándose de mí.

    – [Jane]Lo sé, pero no soy un personaje de ficción desvalido. No hagas eso, aunque te agradezco que aún tenga todos los dientes[/Jane].

    – [Xander]Ya, lo sé, ha sido… instintivo[/Xander].- se disculpó.

    – [Jane]No pasa nada[/Jane].

    De nuevo, el silencio se volvió denso y avanzamos a paso ligero. Me preocupaba no salir nunca de aquí, que el bosque fuera eterno, como si de un castigo bíblico se tratara y estuviéramos dando vueltas hasta el infinito.

    Al cabo de un rato, llegamos a una zona más despejada y Alexander señaló a lo lejos.- [Xander]Las leyendas hablan de ese pico[/Xander]. – señaló el pico de una montaña. – [Xander]Podemos acampar y ascender mañana[/Xander].

    Estábamos exhaustos y hambrientos. El sol se estaba poniendo en el horizonte. Llevábamos tantas horas caminando, que al oírle, me dejé caer en el suelo.- [Jane]Sí, me parece buena idea[/Jane].

    Mientras yo me quedaba sumida en mis pensamientos, él hizo una hoguera y sacó del morral que nos había prestado Caitriona, una cacerola de barro, un poco de pescado en salazón y unas verduras con las que se dispuso a hacer una especie de guiso.

    En cualquier otra ocasión, me habría puesto a ayudarle, pero no me sentía con fuerzas.- [Jane]¿Sabes lo que echo de menos de la Nave? El chocolate[/Jane].- comenté al escuchar mis tripas rugir en cuanto percibí el olor del guiso.

    – [Xander]Estás cerca de darte un festín[/Xander]. – sus ojos se cruzaron con los míos y tuve que bajar la mirada. – [Xander]Yo los helados[/Xander].

    Para dejar de sentirme inútil, me puse en pie y fui con él. Con dos hojas que me puse en las manos, removí la cazuela alzándola un poco del fuego.- [Jane]No tiene mala pinta[/Jane].

    – [Xander]Menos mal que nos lo dio Caitriona, porque no me veía capaz de matar nada…[/Xander]

    – [Jane]Esperemos que no haya que matar al Guardián del Portal[/Jane].- volví a posar la cazuela en el fuego y me senté a su lado. Empezaba a refrescar.

    – [Xander]Demasiadas muertes para toda una vida[/Xander].- suspiró y me acerqué a él para entrar en calor.

    Me pareció escuchar a alguien a nuestras espaldas, pero estaba tan cómoda, que no presté atención.- [Caitriona]¿Y quién se ha muerto si puede saberse?[/Caitriona]

    Cuando escuché aquella voz que bien recordaba al siseo de una serpiente, me separé de Alexander y él, con calma, se dirigió a ella.- [Xander]¿Caitriona? ¿Vas a ayudarnos?[/Xander]

    – [Caitriona]Depende[/Caitriona].- apreté los labios al oírla.

    – [Xander]Si vienes a por otro trato, no creo que vaya a funcionar[/Xander].- le advirtió él.

    – [Caitriona]¿Qué gano yo si os ayudo?[/Caitriona]

    – [Xander]Que Chernobog no acabe con todo[/Xander].- busqué la mirada de mi amigo para ver si era verdad lo que decía y sí, era cierto.

    Caitriona dejó escapar una carcajada guturual, malévola.- [Caitriona]Está bien. Iré con vosotros a cambio de que le digas la verdad[/Caitriona].

    «La verdad». Aquellas dos palabras quedaron flotando en el aire y me envaré, molesta. Quise buscar de nuevo los ojos de él, pero esta vez fue en vano.- [Xander]No, no tienes derecho…[/Xander]

    – [Jane]¿La verdad? ¿De qué estás hablando, Caitriona?[/Jane]- mi voz sonaba ajena, como salida de otro cuerpo.

    – [Xander]La verdad de lo que pasó[/Xander]. – el fuego crepitaba con fuerza. Había que retirar la olla del fuego o se quemaría. – [Xander]No estabas grave cuando traje a ella[/Xander].

    La bruja se cruzó de brazos, esperando a que él siguiera hablando. Se notaba que, por más que intentara disimularlo, estaba disfrutando.- [Xander]El veneno era mortal, eso ya te lo dije. Y te mató[/Xander]. – le costaba hablar, como si tuviera un nudo en la garganta. Quizás los dos lo teníamos. Una cuerda invisible atada por dos extremos unía nuestras gargantas. – [Xander]Atravesé kilómetros contigo malherida, pero a la entrada del laberinto…dejaste de respirar[/Xander].

    Las lágrimas surcaban sus mejillas y yo empecé a temblar de manera violenta. Frío, nervios, miedo. [Jane]- ¿Estaba muerta? ¿Y ahora qué soy, un zombi?[/Jane]- la que preguntaba las cosas parecía yo, pero no era yo.

    – [Xander]No, no[/Xander]. – negó con la cabeza y se pasó las manos por los ojos para no seguir llorando. Ese gesto me recordó a cuando se separaba de su madre para irse a la fila del cole y no quería que le vieran llorar. Lo conocía tan bien que me dolía verle así. – [Xander]Hice un trato con Caitriona, te trajo de vuelta sana y salva[/Xander].

    – [Caitriona]¿Y qué más?[/Caitriona]- pinchó la bruja. El guiso empezaba a oler a quemado. Todavía era salvable.

    – [Xander]Te di…te di mi alma[/Xander].

    Noté cómo todo se me venía encima y me fui en dirección a la olla. Como no estaba pensando, me quemé al intentar cogerla y lloré con fuerza. Alexander quiso ayudarme.- [Jane]Dime que es mentira, por favor[/Jane].- le supliqué muy bajito. No quería que Caitriona se alimentara de mi sufrimiento.

    – [Xander]Hice lo que era necesario[/Xander].

    Me levanté trastabillando.- [Jane]Encárgate tú de la olla. No quiero saber nada de ninguno de vosotros dos. Me voy sola. Pienso salir sola de aquí e irme a la a Nave y no ver nunca a nadie más[/Jane].

    Me limpié las lágrimas como pude y eché a andar en dirección al pico. Dejé atrás a la bruja y a Alexander, cuya luz parecía un poco más tenue según me iba alejando.

    My love is
    Just waiting
    To turn your tears to roses
    (Whispers in the Dark, Mumford & Sons)