Moondale

Categoría: Dagrknot

  • NO ME ESTOY MURIENDO, SIMPLEMENTE ESTOY…

    ELLIOT WILLIAMS

    DAGRKNOT

     

    Cuando aquel vórtice nos arrastro a todos no pensé que acabaría apareciendo de nuevo en este mundo. Quizás tenga que ver con aquel disparo que escuche, un miedo que me hizo aterrizar en el primer mundo que se cruzo por mi camino para examinar que no había sido yo el que había recibido el balazo. Bowie me confirmo que me encontraba bien salvo por el ligero temblor que tenía y era incapaz de sentir, ella lo asoció al frio, yo al miedo.

    No podía dejar de pensar en ese disparo, si Bowie y yo estábamos bien eso quería decir que alguien había recibido el impacto. Solo podía esperar que esa persona no estuviera sola en uno de estos mundos. Tampoco podía quitarme de la cabeza lo que había sentido al ayudar a mi hermano. Desconocía si era un efecto secundario del trato con Caitriona o algo que siempre había estado en mí.

    Nunca había estado en contacto con alguien que estuviera a punto de morir, y cuando toque a Owen lo sentí, todo el dolor que estaba soportando paso a través de mi, mi hermano se estaba muriendo y no podía hacer nada. Por lo general pescar  me solía tranquilizar, pero ni los recuerdos con mi padre en el lago podían tranquilizarme con todo lo que podía estar pasando en los otros mundos.

    Palpe el orbe que todos y cada uno de nosotros teníamos. Los mundos estaban cerrados entre sí y no podíamos comunicarnos con el resto. Pero por alguna razón podía hablar con Tina a través de él. Sin duda debía de tratarse de Caitriona. Tras mi trato descubrí que todo era una treta para alimentar a una entidad con nuestros acuerdos o rechazos. El mío al parecer iba más allá de no volver a sentir nunca nada, Caitriona era consciente de mis sentimientos hacía Tina y sin duda iba a explotarlos.

    – [Elliot]Siento molestarte otra vez, es solo que quiero saber que estás bien.-[/Elliot] Hablar con Tina me hacia más llevadero los días que pasaba en este mundo. Hablar con ella aunque fueran unos breves minutos era desconectar de todo y cuando no lo hacía solo podía esperar impaciente nuestra siguiente encuentro.

    – [Tina]Hola.-[/Tina] Añadió sonriendo. Ese simple gesto hizo que mejorara mi día en un mundo en el que a penas podía vislumbrarse la claridad del sol. – [Tina]Christopher y Diana me están cuidando muy bien.[/Tina]

    – [Elliot]Me alegra oír eso.-[/Elliot] Sabía que el señor MacLeod y La señora Echolls cuidarían de ella. Sus problemas venían por la ausencia de sus padres y dejarla sola en una casa vacía no hubiese ayudado.

    – [Tina]¿Tú como estas?.-[/Tina] Mentalmente agotado. Desolado. Que por encima de todas las cosas donde más ganas tenía de estar ahora mismo era allí con ella. Pero no alcance a decir ninguna de estas cosas.

    – [Elliot]No muy bien, Bowie y yo seguimos atrapados en este pantano.-[/Elliot] Gracias a Bowie habíamos conseguido eludir a esas criaturas del fondo del agua. Con su visión y oído agudizado, cada vez que esas criaturas estaban por salir nosotros ya nos habíamos alejado lo suficiente para que no nos encontrarán.

    – [Tina]¿Cuánto tiempo ha pasado ya?.-[/Tina] El tiempo era diferente en todos los mundos y en este conseguí llevar la cuenta de los días conociendo la diferencia de tiempo que había con la Tierra.

    – [Elliot]Un mes. Una semana aquí es un día en la Tierra. Debes de estar cansada de saber de mi todos los días…-[/Elliot]La segunda vez que hable con ella habían pasado un par de días aquí pero solo un par de horas en la Tierra. Debía de pensar que la estaba acosando o algo.

    – [Tina]Deja de decir tonterías.-[/Tina] Añadió restándole importancia. -[Tina]Christopher ha dejado caer que gracias a ti estoy aquí.[/Tina]

    – [Elliot]Si… ¿Cuánto recuerdas de aquello?.-[/Elliot] En cuanto le pregunte me arrepentí. Para ser una persona constantemente atrapada en el pasado tenía muy poca empatía con los demás. Quizás rememorar aquello no fuera lo mejor para ella.

    – [Tina]Más de lo que me gustaría.-[/Tina] Su expresión cambio por completo, Nunca había visto a Tina de esa forma, por lo general era una persona alegre, pero cada vez me quedaba más claro que era una fachada de lo que estaba pasando en realidad por dentro. – [Tina]He hecho cosas de las que no estoy orgullosa.[/Tina]

    – [Elliot]No te atormentes por eso, seguro que a partir de ahora todo va bien.-[/Elliot] No menciono nada de nuestro breve encuentro en la cabaña, tampoco quería sacarlo a relucir. Tal vez me estaba haciendo ilusiones y ella no me veía del mismo modo que yo a ella.

    – [Tina]Si, voy a ver si encuentro mi hueco.-[/Tina] En más de una ocasión había dicho que le gustaría ser trabajadora social y me parecía una idea estupenda. Yo solo podía alentarla a que siguiera sus sueños. [Tina]Seguro que algo se me da bien, aparte de salir de fiesta, claro.[/Tina]

    – [Elliot]Tina, no te dejes menospreciar por nadie, para mi… eres importante.-[/Elliot] Habíamos compartido mucho y abierto mutuamente entre nosotros. Tina sabía cosas de mi que nisiquiera había sido capaz de contar a Jane o Owen.

    – [Tina]Ay, que mono eres.-[/Tina] Añadió abrazando un cojín que tenía al lado y recordé nuestro encuentro en la cabaña de Caitriona.

    – [Bowie]Tu ritmo cardiaco ha aumentado.-[/Bowie] Bowie me sobresalto al aparecer en mi espalda. – [Bowie]Espero que no te mueras.[/Bowie]

    – [Elliot]Ten… tengo que marcharme. Hablamos pronto.-[/Elliot] Tina hecho su cabeza sonriendo sobre el cojín y se despidió efusivamente moviendo los brazos. – [Elliot]No me estoy muriendo, simplemente estoy…[/Elliot]

    No termine la frase. Nunca había creído en el amor. Se que mi familia me quiere pero siempre lo he asociado con mi condición. Para mi el amor siempre había sido un sinónimo de pena, quizás iba siendo hora de que me transmitiera felicidad.

  • ABANDONADOS

    5X01 – ABANDONADOS

    DIARIOS DE DESTINO

    Con un último grito, la chispa de Antailtire se desvaneció del Cúmulo Nexus y con ella, los residuos de su magia, buena y mala. Los hechizos protectores que mantenía sobre Dyavol se atenuaron y el mal que tanto tiempo había estado recuperando poder se liberó al fin, alzando sus tentáculos sobre los otros trece mundos.

    Cuando la oscuridad se cernió sobre todos, los portales se cerraron y con ellos, las esferas Daë se quedaron en silencio. Los mundos habían sido aislados.


    NARA

    El sol estaba en su cénit cuando dos barcazas cruzaron la garganta de Takachiho en dirección a la aldea oculta. Cole admiró la catarata frente a ellos, por muchas veces que la contemplase, no dejaba de sorprenderle. Niall, detrás de él, parecía más absorto en sus pensamientos. En la segunda barcaza, Zahra remaba en silencio, vigilando sus espaldas.

    Habían pasado dos meses desde que los tres habían aparecido en las orillas de la aldea. Las heridas se habían curado hacía ya semanas, las físicas, al menos. Y mientras tanto, habían tenido que acostumbrarse a una vida muy distinta, sin saber si los demás habían corrido una suerte similar o eran los únicos supervivientes.


    KOURAS

    El forajido conocido como Jimmy el Rápido era fiel a su apodo. En apenas unos segundos desenfundó sus Colt y disparó hacia el sheriff hasta vaciar ambos tambores. El hombre, al que apodaban «El Mestizo», cayó al suelo, con su camisa teñida de la sangre que manaba de los agujeros de su pecho.

    Jimmy sonrió y lanzó un grito, dispuesto a tomar la ciudad de Bandera junto a sus muchachos. Pero algo raro pasaba, el ayudante del sheriff seguía montado en su caballo, sin moverse. Había quien decía que tenía una pata metálica, aunque seguro que lo que no podía era moverse y por eso Henry el Silencioso seguía ahí.

    Exactamente un minuto y cuarenta segundos después de ser disparado, el sheriff Ezequiel se levantó, aún con la camisa cubierta de sangre y sin ningún orificio de bala. Diez minutos después la banda de Jimmy iba de camino al calabozo de Bandera, cada vez más lleno.


    KARDAS

    El herrero martillaba la última espada que le habían encargado. Cuando terminó de darle forma, la agarró con las pinzas y la metió en el balde para enfriarla. No estaba mal, había mejorado y aunque no era su pasión, le daba de comer y le permitía mantener la cabaña.

    Estaba empaquetando el encargo cuando un muchacho se acercó y se quedó mirándole. No era la primera vez que le veía merodear por allí. Sabía por la gente que iba y venía, hablando de más sin que él quisiera escuchar, que el niño era un huérfano cuyos padres habían muerto a manos del Rey Christian el Cruel. No necesitaba chismes para saber qué buscaba el niño.

    – [Dante]Vete, chaval, aquí no quedan héroes.[/Dante] – el niño echó a correr y él no tuvo tiempo a sentirse mal, porque se encontró con la mirada de reprobación de Chloe.


    KARNAK

    Tras la desaparición de la Gran Diosa Hathor, los teriántropos adorados como viejos dioses lucharon por sus viejas sedes de poder, dominando ciudades que en algunos casos terminaron enfrentadas entre sí. La gente de a pie fue la que más sufrió, cayendo en las luchas sin fin o entregando su vida a la creación de monumentos para sus dioses, que buscaban recuperar el tiempo perdido.

    No todo habían sido desgracias, algunos viejos y dioses y diosas trajeron prosperidad a sus pueblos. Contaba la leyenda que poco después de la desaparición, uno de los viejos dioses benevolente se había instalado cerca de la orilla del río. Decían que él tenía cabeza de pantera y era dios de la medicina y su diosa dominaba las aguas con su piel escamada. Para ello solo había que encontrar la ciudad de Bubastis.


    DAONNA

    Una bandada de velociraptor estaba tratando de rodear y capturar a su presa. El demonio de piel aguamarina al que perseguían no parecía muy fácil de comer, pero había entrado en su territorio y el grupo tenía hambre.

    Acecharon en la maleza y aceleraron para perseguirle cuando fue consciente de su presencia y echó a correr. El ser no era especialmente rápido, en varias ocasiones estuvieron a punto de darle una dentellada y ya estaban más cerca de encerrarlo en el desfiladero que había unos metros más allá. El demonio siguió corriendo, ahora cada vez más y más rápido, dejándoles atrás sin frenar hasta que apoyó un último pie en el borde del desfiladero y dio un gran salto al otro lado.

    Volvió al lago rosa cargado con una bolsa de gigantescos frutos salvajes que le recordaban a una mezcla entre melocotón y coco. De un paso a otro, la verde pradera y la playa a orillas del lago dieron paso al paseo de una gran ciudad. Había entrado en los dominios del poder de Lexie, ya estaba en casa.


    TERRA

    Dresden estaba siendo reconstruida, una ciudad pacífica en mitad de un conflicto que aún no había terminado de solucionarse. El viajero y la viajera, ocultos tras sus capuchas, cruzaron la plaza sin detenerse a admirar las vistas. Su misión era más urgente y aquella no era más que una ciudad de paso.

    Habían ido de una a otra, durante meses, tratando de poner su parte para minimizar todo el daño que había hecho la guerra e intentar que no volviera a ocurrir, por mucho que algunas partes estuvieran a punto de volver a estallar. Al menos, esta vez no había una mano invisible controlando que esa guerra perdurase. Había esperanza.

    Descansaron a comer algo de lo que llevaban en sus petates y mientras Robin usaba su magia para predecir el próximo punto débil para la paz, Ezra volvió a intentarlo. Una vez más no consiguió llegar a nadie. O habían desaparecido todos o algo ocurría con las esferas Daë.


    VALANTIS

    Idris soltó una carcajada. Si alguna ventaja tenía todo aquello, era que al menos la televisión era buenísima y gratis, lo malo era que habría matado por una pantalla plana en lugar de aquella enormidad. Echaba de menos algunas comodidades, pero no podía quejarse, llevaba cuatro meses viviendo con Ellie.

    Al principio, cuando habían llegado al mundo, trataron de contactar con el resto por todos los medios, pero fue imposible. Las esferas se habían callado y ninguno de los portales funcionaba. Estaban encerrados en aquél lugar.

    Así que habían conseguido un trabajo, alquilado una casa en la zona suburbana y se habían dedicado a buscar una forma de volver a la Luna mientras trataban de hacer vida normal en un planeta en el que los no muertos aún luchaban por ser tratados como algo más que propiedades.


    NEXUS

    La loba parda corría entre los árboles, con su melena sacudida por el viento. Olía las hogueras de la villa elfa cercana. Seguramente Owen las había encendido esperando que alguien preparase un buen asado.

    Olisqueó de nuevo y se aseguró de que los lobeznos la siguieran. Allí estaban, un poco más atrás, enzarzados en una batalla de mordiscos. Aún eran demasiado jóvenes, pero Amy estaba orgullosa. En aquél lugar había conseguido encontrar paz incluso después de lo que había pasado.

    Los sobrenaturales les habían acogido y les habían dado un hogar. Ella intentaba que fuera suficiente, no podía asumir que el silencio de los demás era algo bueno después de casi un mes. Pero Owen no se rendía, había tratado de ir a la ciudad de la Flecha pese a que estaba sellada y no se conocía nada de lo que pasaba en su interior, salvo que ahora las sombras acechantes que perseguían a la gente de la superficie habían desaparecido y las aldeas estaban recuperando su vieja gloria.

    Haleth estaba cerca de Owen, la elfa y el aesir parecían esperarla con noticias. Entonces vio que una cara conocida acababa de llegar al pueblo, Lekwaa.


    DAGRKNOT

    Bowie observaba en la distancia cómo Elliot pescaba la cena. Pensó varias formas en las que podría pescar de manera más óptima, pero había decidido que con las personas era mejor dejarles darse golpes hasta que encontraran la solución por sí mismos que dársela en bandeja.

    Lo que sí contó fueron los minutos que llevaba a la intemperie. Según el termómetro instalado bajo sus retinas, la temperatura de Elliot estaba bajando bastante. A esas alturas otro habría sentido tanto frío que hubiese castañeteado los dientes, pero él no tenía ese lujo.

    Decidió intervenir y llamarle justo cuando él pescó al fin algo que no era una espada oxidada. Bowie lo preparó con eficiencia y tras calentarse en una hoguera que ella también había preparado, siguieron el camino hacia la aldea pesquera más próxima. Con suerte allí encontrarían un barco que pudieran usar en ese mundo lleno de aguas siniestras que cobijaban criaturas más siniestras aún.


    ARTISAN

    Vera llevó la leña a la cocina y atizó las brasas para que ardiera con fuerza. Jamie llevaba toda la tarde estudiando en la biblioteca y alguien tenía que encargarse de que no murieran congelados.

    Poco tiempo después de aparecer en una ciudad cercana, habían vuelto a la casa familiar de los Barnes para encontrársela abandonada. Los sirvientes habían tenido que marcharse cuando viejos empleados del padre de Jamie empezaron a aparecer para hostigarles y tratar de recuperar sus salarios perdidos con su repentina desaparición.

    Por suerte no se habían llevado nada de gran valor, porque estaba bien escondido. Gracias a eso podrían mantenerse una buena temporada, porque la casa tenía a su alrededor todo lo que pudieran necesitar. Solo que alguien tenía que encargarse.

    Pese a todo, habían sido unos meses agradables, aunque Vera no conseguía quitarse el regusto amargo de no saber nada de sus hermanas ni de los demás.


    SENATUS

    El gigante se dejó caer en una esquina de su habitación, poco más que una celda pese a los honores que supuestamente le rendían. Miró sus muñecas, donde semanas atrás había tenido cadenas de metal, pero no por eso ahora era libre, sus cadenas eran de otro tipo.

    Aquella tarde había acabado con otra vida, la de un demonio de cabeza cubierta de pinchos. Era fuerte, parecía violento pero eso no lo justificaba. Él también era violento en la arena, la magia del Luditor se encargaba de ello, volcando toda la ira y la rabia del público y de los otros combatientes sobre su empatía para sumirle en una furia que le avergonzaba.

    Habría acabado con su existencia si no tuviera la esperanza de volver con los demás. Por eso, y por ella. Unos pasos resonaron por el pasillo y la puerta se abrió.

    – [b]’Bárbaro’ aquí tienes tu premio. Intenta hacer menos ruido hoy, bestia.[/b] – dijo el guardia, empujando a la mujer hacia el interior. Cuando se marchó, ella sonrió. Era un alivio sentir esa energía positiva. Sin Julia hacía mucho que no habría podido seguir adelante.


    SELAS

    El muchacho arrastró la improvisada camilla por la hierba, algo cansado después de llevar todo el día caminando, cruzando ríos con ella en brazos. Pero no había tiempo para descansar, cada segundo contaba, necesitaba llegar allí cuanto antes.

    – [Xander]Aguanta Jane.[/Xander] – le pidió, girándose para mirarla. Tenía los ojos cerrados, sumida en un sueño febril. Le tocó la frente, ardía. Preocupado, se detuvo. Descubrió con cuidado el vendaje que le cubría el pecho a la altura del corazón. Hacía ya unos días que había dejado de sangrar, pero el veneno seguía extendiéndose, ramificándose desde el orificio de bala hasta el resto de su cuerpo.

    Le cubrió la herida bien, le puso un paño húmedo en la frente y siguió caminando, cargando con la camilla. No podía perderla a ella también, tenía que llegar hasta el Laberinto, encontrar a Caitriona y curar a Jane. Daba igual el coste.


    DYAVOL

    La criatura permaneció atenta, olfateando en busca de la presa. La saliva le caía irremediablemente, el reinado de la oscuridad le había dado seguridad para dar rienda suelta a su maldad, pero al amparo de la noche eterna las criaturas habían acabado demasiado pronto con los tiernos humanos y ahora la comida empezaría a escasear.

    El ser estaba harto de ratas, por eso cuando vio a aquella tierna humana la siguió hasta los confines de aquella montaña. Las dos lunas se alzaban en lo alto del cielo nocturno y entonces vio el bulto cubierto de mantas cerca de la hoguera.

    Ansioso, fue hacia ella preparando sus dientes para masticar, pero antes de que pudiera levantar la manta y descubrir que era un engaño, alguien le rajó la garganta desde atrás. Ruby colocó el pie sobre la criatura y la tiró montaña abajo. Estaba cansada de huir y de correr, de luchar cada día por sobrevivir. Y también, de estar sola.


    LUNA VILTIS

    Los refugiados de Dyavol habían llamado a la ciudad Selene, aunque decirle ciudad quizá sería demasiado. En aquél momento eran poco más que un conjunto de cabañas reunidas, pero era la promesa de algo más, de un futuro a salvo de la oscuridad eterna que prometía su hogar.

    Francis hizo su ronda habitual y ascendió el valle hasta llegar a la colina desde la que podía ver la nave estrellada.  Cada día iba allí para ver si los demás habían vuelto, si William había cumplido su misión con más suerte de la que él mismo esperaba. Pero seguía sin haber nadie. Parecía un monumento a las vidas perdidas más que el hogar que había visto brevemente que era.

    Dio media vuelta y se dirigió a la gran ciudad de la Luna. Allí no era nadie, no tenía que fingir tener las respuestas mientras él mismo las buscaba, entre otros viajeros preocupados porque de pronto ya no podían volver a casa. Todos los portales se habían cerrado. Quizá por eso no habían vuelto ninguno.


    GWIDDON

     

    – [Kaylee]Parece que los Daesdi se han olvidado de nosotros.[/Kaylee] – dijo la hechicera pelirroja después de un nuevo e infructuoso intento de potenciar la esfera Daë para comunicarse con los demás.

    Leo asintió, silencioso. Acababa de preparar la comida para ambos y se observaba las manos con cautela. Ahora unas cicatrices recorrían parte de los dedos de su mano derecha. Cuando fueron absorbidos por el agujero negro de Antailtire, acabaron entrando en Gwiddon por un portal, pero un fragmento de metralla viajó con ellos.

    Instintivamente, Leo puso una mano frente a Kaylee, pensando en convertirse en metal. La metralla fue más rápida, atravesó carne y hueso, destrozando todo a su paso. Por la forma en la que dolía y cómo anulaba su curación sobrenatural, supieron que era plata.

    Había tardado un mes en volver a mover los dedos con normalidad, pero ahora que volvía a estar con fuerzas habían emprendido un viaje para encontrar a los demás. Aunque en aquél mundo ya corrían rumores sobre la hechicera pelirroja y sus habilidades.

     

  • NO TAN VALIENTE COMO EL RESTO

    ELLIOT WILLIAMS EDMOND

    NOCHE – DAGRKNOT

    Siempre me había considerado un apasionado de la historia, al no tener ninguna clase de poder como el resto ejercite mi mente con conocimientos que pudieran ser de utilidad en alguna situación, algo que me hiciera un hueco entre ellos. Aunque empezaba a pensar que quizás debería de haberme ejercitado más físicamente como Xander, eramos dos vertientes de un mismo río, el que no tiene poderes y el que los desactiva.

    Una cosa era leer la historia o ver como se tomaban demasiadas licencias en el cine con ella y otra muy distinta ser parte de ella. Cada paso en ese seudo mundo vikingo con demonios serpiente era una sentencia de muerte. Si no te mataban esas criaturas estaban el frío, la comida o una trifulca en la que en vez de acabar a puñetazos podía terminar con un hachazo en el pecho.

    Nos marchamos a la mañana siguiente de llegar a aquel poblado, al parecer no eramos muy bien recibidos. Da igual la época en la que te encuentres que siempre seras repudiado por el resto por ser extranjero. Al menos fueron lo suficientemente amables para decirnos donde encontrar al Daë, o simplemente nos dieron una localización aleatoria para librarse de nosotros.

    – [Dante]Ni puta gracia volver a montarme en un barco con esas cabronas ahí.[/Dante] – Llevábamos un rato en altamar y Dante no había apartado la vista del agua en tensión por si esos demonios aparecían de nuevo.

    – [Ruby]Eres un señorito de pies a cabeza.[/Ruby]- Ruby no parecía llevarse tan bien con Dante como con el resto, quizás era demasiado masculino para ella.

    – [Dante]A mí dame cosas con motor y ruedas, no impulsadas por barbudos borrachos.-[/Dante] Dante es una persona moderna, tal vez lo único antiguo que le guste sean los coches clásicos.

    – [Owen]Bueno al menos nadie se marea en barco.-[/Owen] Algo bueno tenía que tener el no sentir como el barco se zarandeaba por el golpe de las olas.

    – [Xander]No sé decirte, yo llevo bien el agua nadando, pero aquí.[/Xander] – Xander se aferraba al borde del barco con los ojos clavados en el mar al igual que Dante, esperando que esas cosas no volvieran a salir a la superficie. Mi hermano por otra parte no parecía tan intranquilo como ellos, siempre era demasiado despreocupado.

    Ruby se llevo la mano a la cara cubriéndose por completo, seguramente pensando que eramos los hombres más débiles con los que se había cruzado en su vida. Los vikingos comenzaron a entonar una canción mientras remaban con fuerza intentando mantener el rumbo por el fuerte oleaje.

    La isla se encontraba cerca, cada vez era más visible desde nuestra posición, pero con el temporal era como si se encontrara al doble de distancia.

    – [Dante]Más os vale que sea el jodido Daë.[/Dante] – Profirió cansado.

    – [Xander] Por lo que decían en el pueblo, tiene que serlo. No creo que haya muchos huérfanos náufrago con el pelo azul y más poderes que un aesir.-[/Xander] Uno de los guerreros vikingos se levanto y comenzó a pasarnos armas.

    –  [Ruby]Una pena de mundo entonces.[/Ruby]- apunto Ruby

    Uno de los vikingos hablo y todos nos giramos hacia Xander, la situación hubiese sido de lo más cómica si no fuéramos en un barco rumbo a una batalla contra unos demonios [Xander]- Dice que el hierro es bueno para las serpientes de Hel.-[/Xander]

    – [Owen]Podrían pulirlas un poco. No sé si esto es sangre o están oxidadas.-[/Owen] El hacha que sostenía mi hermano había perdido su brillo, ahora todo era de un color rojo oscuro. Por mi parte opte por portar un simple escudo, no era bueno con las armas y nunca lo seria.

    – [Dante]No quieras saberlo. -[/Dante] Dante se coloco un escudo en un brazo y agarro un hacha con su mano libre. Era como un arcangel apunto de entrar en batalla contra un grupo de demonios, parecía un pasaje recién sacado de la biblia. No es que fuese devoto más allá de acompañar a mi madre a misa o en sus oraciones porque me curara de mi «enfermedad».

    Con la isla cada vez más cerca comenzó a divisarse una columna de humo antes oculta por la tormenta. – [Elliot]Hemos llegado tarde…-[/Elliot] Xander observaba preocupado, era una mirada que conocía muy bien, era la mía propia que había mantenido durante toda mi vida, esa sensación de haber fracasado.

    – [Dante]Voy a mirar, estoy harto de barco.[/Dante] – Añadió mientras trepaba por el mástil y se lanzaba a volar. Debía de ser una sensación extraordinaria la de poder volar.

    – [Ruby]Se perderá…-[/Ruby] la fe de Ruby en los hombres era nula.

    – [Elliot]Solo tiene que seguir el humo.-[/Elliot] Pensaba que seria sencillo, pero con la tormenta lo mismo le costaba más llegar.

    – [Owen] Espera, llévame contigo… Eso ha sonado demasiado desesperado.-[/Owen] No pude evitar sonreír un poco. Esos comentarios fuera de lugar solo eran meros escudos de que él también estaba nervioso, pero los usaba para tranquilizar a los demás, y conmigo al menos lo conseguía.

    El trayecto de Dante no fue muy largo ya que nos encontrábamos a escasas millas. – [Dante]No están muertos pero les queda poco.[/Dante]

    – [Xander]Preparaos, no podemos dejar que el daē muera.-[/Xander] Me aferre a mi escudo con las dos manos con fuerza, como si fuera una parte más de mí.

    – [Ruby]Dejadme a mí.-[/Ruby] Fue tocar tierra el barco y Ruby se lanzo por la proa del barco de un salto evitando por completo mojarse mientras el resto desembarcábamos en grupo por los lados llegándonos el agua por las rodillas.

    – [Xander]Tenemos que abrirnos paso. [/Xander]- Grito Xander con fuerza para que le escucháramos por encima de los gritos de los vikingos que nos acompañaban. Acto seguido lanzó su hacha contra uno de los demonios acertando de lleno en el cráneo y desenvaino su espada.

    – [Owen]A las colas, que es lo que les jode.-[/Owen] Mi hermano iba dando hachazos a la altura de las piernas de un lazo para otro, parecía que iba dando golpes de ciego, pero ya era más de lo que estaba haciendo yo, completamente inmóvil sin ser capaz de moverme.

    – [Xander]Tenemos que encontrar al daē.-[/Xander] Volvió a gritar mientras asestaba cortes a esas criaturas. Un fogonazo tierra adentro de color azul ilumino el cielo.

    – [Dante]Lo tienen rodeado. [/Dante]- Nos informo Dante dando un par de vueltas por el aire mientras un grupo de demonios intentaban alcanzarlo por tierra . – [Dante]Hay una pitufina con él, que cuerpazos.[/Dante]

    – [Elliot]Voy yo.-[/Elliot] No sé porque lo dije, tal vez pensará que estaría más a salvo tierra adentro. El caso es que comencé a moverme entre la multitud, y esto no era una multitud de centro comercial, era puro caos, guerra.

    – [Xander]Ten cuidado[/Xander]. – Sabia porque lo decía, sus palabras sonaban con más miedo que la mirada que le lanzaba a esos demonios. Como me ocurriera algo Jane no se lo perdonaría en la vida.

    -[Owen] Jane nos mata a ambos. A Xander y a mi… Y a ti después.-[/Owen] Tratándose de Jane no descarto que de suceder algo cruzara espacio y tiempo para matarme, no había más que ver a su versión corrupta.

    Perseguí ese haz de luz azul entre cuerpos de demonios y vikingos por el suelo, cuando llegue me encontre con Keli, o más bien a su versión pasada. Era de lo más extraño que un demonio antiguo capaz de erradicar a la humanidad conviviera tan tranquila junto a ella en una pequeña zona residencial.

    Bill también se encontraba allí, se suponía que había venido a esta misión porque ambos nos encontramos. No sabía que decirle, pero se suponía que esto ya había pasado, así que para no crear una paradoja temporal me acerque hasta él e improvise.

    Tras la charla que mantuvimos él se marcho para continuar con el resto de sus pruebas y yo con la mía. Alistair estaba en la orilla de la playa, rodeado por esos demonios tanto por tierra como por mar. En un momento estúpido de valentía supongo, recogí una piedra y la lance contra lo demonios para distraerlos.

    Estos demonios no eran como yo que pasaban de los demás si les tiraban piedras, se giraron y avanzaron hacia mí, retrocedí hasta que no pude más al topar con el tronco de un árbol. Los demonios serpientes se cernían sobre mi, era el fin, hasta que una llamarada de fuego, no podía tratarse de Owen ya que las llamas eran azules, carbonizo a los demonios.

    A mi lado apareció Keli, daba tanto miedo como en la actualidad. No dejaba de mirarme de arriba a abajo evaluando si seria una amenaza o tan insignificante como parecía.

    – [Alastair]Keli no asustes al chico…-[/Alastair] Añadió un hombre sonriendo mientras le cortaba la garganta a una serpiente con total naturalidad.

    – [Elliot]¿Eres… eres Alastair?.-[/Elliot] Pregunte titubeante esperando que el resto de Daës aparecieran de la nada como otras veces y lo simplificaran todo.

    – [Alastair]La barba azul me ha delatado ¿verdad?.-[Alastair] Bromeo limpiando la sangre del cuchillo.

    – [Elliot]Se que sonara absurdo, pero debes embarcarte en una aventura con otros para derrotar a un gran mal.-[/Elliot] Seguro que cualquier otro se hubiese explicado mejor, pero estaba de los nervios.

    – [Alastair]¿Te refieres a ellos?.-[/Alastair] Pregunto señalando a un extremo de la playa a lo lejos -[Alastair]El de las orejas puntiagudas me ha comentado algo al respecto.[/Alastair]

    – [Elliot]¿Y vas a ir con ellos?.-[/Elliot] Pregunte esperanzado. Alistair se acerco hasta mi y comenzó a vendarme un corte en el brazo. No sabía en que momento me lo había hecho.

    -[Alastair]¿Bromeas? soy un pirata, nunca digo que no a una buena aventura.-[/Alastair] Apretó el vendaje con fuerza, al menos eso supuse por su esfuerzo.

    -[Elliot]¿Aunque eso suponga…?.-[/Elliot] -No sabía cuanto le había comentado Eldric, pero me hacia sentir mal el enviar a alguien a una muerte segura.

    – [Alastair]Eh, todos tenemos que morir en algún momento, que mejor que en una buena batalla.-[/Alastair] Añadió echándome un brazo por los hombros. -[Alastair]Me has caído bien chico, no todo el mundo es tan valiente cuando no es capaz de sentir nada.-[/Alastair] No sabría decir si bromeaba o no, mucha gente a lo largo de mi vida se había reído de mí por eso. Pero me fije en los cortes de sus brazo, y no pude evitar preguntarme si él era como yo. -[Alastair]Toma, estoy seguro de que le darás un uso correcto.[/Alastair]

    Dejo caer un anillo en mi mano y junto a Keli se unió al resto de Daës acabando con los demonios serpientes embarcándose hacía su inalterable final.

  • OJOS ROJOS

    DANTE VILLIERS

    NOCHE – DAGRKNOT

    Nunca he sido una persona muy metida en redes sociales, siempre he preferido trabajar con las manos y la vieja mecánica en lugar de los ordenadores e internet. Pero si que me habían hecho gracia toda la vida los memes, los buenos, al menos.

    En aquél momento no dejaba de darle vueltas al meme de Anakin Skywalker con la arena, pero en mi caso, con aquella puñetera tormenta sin fin.

    Desde que habíamos llegado a ese jodido planeta todo había sido agua, desde aparecer en mitad del maldito océano – o mar, lo que sea – pasando por unos putos demonios serpiente marina que nos querían hundir en las profundidades hasta terminar en esa maldita llovizna débil que parecía que no estaba cayendo pero al final te encontrabas calado hasta los huesos y muerto de frío.

    Yo era un tipo de verano, especialmente desde que vivía solo. De poder ir por casa en calzoncillos sin preocuparme de coger un resfriado que me tuviera jodido una semana, porque sí, los aesir muy fuertes, pero nos ponemos malos igual, aunque según el padre de las MacLeod, de forma menos mortal en algunos casos. Alguna ventaja tenía que haber.

    Aquél lugar era invierno. Toda la vida me había quejado del tiempo de Moondale cuando llegaba el invierno, pero sinceramente, era un paseo comparado con el frío y la humedad de aquél mundo. Me extrañaba que no les hubiesen salido a todos unas malditas branquias.

    Para mí nadar era una putada. Mi madre había descubierto siendo pequeña que la fisiología de su cuerpo la hacía más densa y naturalmente en lugar de flotar, se hundía. Así que desde pequeño eso se me había quedado grabado en la retina hasta llegar a la actualidad, sin haber nadado en mi vida. Los bordes de las piscinas eran mis amigos y a la playa de todas formas no acostumbraba a ir porque la gente común me vería las alas. A la única playa a la que había ido era a la que estaba frente a la casa de verano de las Echolls e incluso allí había procurado hacer pie.

    Así que ese mundo no lo empecé de muy buen humor. A veces, cuando me apetecía relajarme, además de la forma que imagináis, me gustaba volar. Pero con aquél tiempo infernal era imposible salir y arriesgarme a convertirme en un pararrayos humano o en el mejor de los casos, volar con las alas empapadas.

    En el interior de la cabaña que nos habían dejado sí que se estaba bien, con el calor de la chimenea y la tormenta exterior, pero era aburrido a más no poder. Lo único que teníamos para entretenernos era hablar entre nosotros o a través de las esferas y aquellos trastos mágicos no terminaba de entenderlos. Para mí tendrían que haber tenido un botón, números o una puta palanca.

    Después de la charlita de Xander con la esclava Antje, vino a explicarnos todo el percal que había en aquél sitio y más concretamente, los miedos que guardaba por esa leyenda Vanir. Así que estabamos perdidos, sin pistas del Daë del pelo azul y con más preocupaciones para Xander.

    Digo «más preocupaciones para Xander» porque no me cabía en la cabeza la idea de que la inocente Elle que siempre cuidaba de todo el mundo, intentaba hacer todo bien y se guardaba una sonrisa para cada ocasión, pudiese convertirse en una psicópata hambrienta de poder, por mucho poder que tuviera.

    Estuvimos discutiendo qué hacer hasta bien entrada la noche, cuando el sonido de alguien llamando a la puerta cambió las cosas. Owen fue a abrir y en el marco de la puerta, recortado contra la noche oscura y tormentosa, como si acabara de salir de un puto slasher, estaba una figura encapuchada.

    Se descubrió antes de pasar y vi otra vez esa desagradable cara de Orm…algo, Orm Nostrum o como fuese. Me coloqué en tensión sin ni siquiera pensarlo, aquellos ojos brillantes que había mostrado antes eran calcados a los de los Neidr, así que el tipo no estaba detrás de nada bueno.

    – [b]Disculpad esta visita tan tardía.[/b] – dijo con una voz empalagosa. Trataba de ser tan educado y embelesar con sus palabras que tenía miedo de que me provocase una diabetes. Y sí, lo notaba incluso sin escuchar la traducción de sus palabras, porque el que llevaba ahora el dispositivo era Xander.

    – [Xander]Señor Nystrom, pase.[/Xander] – le ofreció Xander, mostrando la sonrisa de cortesía que se guardaba para aquellos de los que no se fiaba.

    – [b]No tengo mucho tiempo, la jarl Vigdis no querría verme aquí tratando con vosotros este…asunto.[/b] – Xander era el psicólogo, seguro que se estaba dando cuenta de que aquél tío era sospechoso.

    – [Xander]¿Qué asunto?[/Xander] – preguntó sin moverse de la entrada, no quería que Orm se acercara demasiado a nosotros. Ruby se puso en pie y se acercó a ellos, por si la necesitaba.

    El tipo se acercó a las ventanas y observó por ellas de una manera un poco teatrera. – [b]Es peligroso hablar de ello…[/b] – se quedó callado y la sibilancia de sus palabras se me clavó en el cerebro. – [b]…ha llegado a mis oídos que preguntabais por un joven de pelo azul.[/b] – añadió.

    Xander meditó sus palabras. Fuera lo que fuera lo que le hubiese preguntado, nos ponía en un compromiso. – [Xander]Es posible.[/Xander]

    – [b]Ese hombre, en caso de que lo busquéis, tiene el pelo azul por un motivo.[/b] – no me gustaba como miraba a Xander. – [b]Corre el rumor de que era de un poblado mucho más al norte, ahora abandonado. Odín no fue benevolente y en una incursión pereció toda su gente.[/b] – Xander lo escuchaba, atento. – [b]Se dice que naufragó en una isla perdida que ni siquiera sale en los mapas. Una isla maldita por un espíritu con el que hizo un pacto.[/b] – añade.

    – [Xander]Si hizo un trato con un espíritu entiendo por qué la jarl no quiere hablar de esa persona, si es que existe.[/Xander]

    – [b]Oh sí, existe. Mis propios ojos le han visto a él y a su melena azul.[/b] – torció los finos labios en una pérfida sonrisa.

    – [Xander]Supongo que no podrías decirnos dónde.[/Xander]

    – [b]No debería, pero sí podría.[/b] – volvió a fingir que miraba por las ventanas. – [b]Es un cazatesoros. Comanda un barco llamado ‘Diosa Azul’ y atraca habitualmente en Raahe, al oeste de aquí.[/b] – Xander entrecerró los ojos, algo que acababa de decir el otro tipo le había sorprendido.

    – [Xander]¿Nos lo dices así, sin más? ¿Por qué?[/Xander] – en aquél idioma infernal cualquiera sabía, pero parecía que le estaba preguntando algo.

    – [b]Vivimos tiempos difíciles. Un grupo de forasteros con muchas preguntas no ayuda, por mucho que sean hábiles…matademonios.[/b] – había algo en sus palabras que destilaba maldad. – [b]Vuestra marcha será buena para todos y si en vuestro camino se cruza ese hombre en el lado opuesto, también saldremos todos beneficiados.[/b]

    Xander se quedó un rato en silencio, pensativo. – [Xander]¿Y si es amigo nuestro?[/Xander] – noté que ponía mucho cuidado en sus palabras.

    Aquella serpiente rastrera le observó fijamente. – [b]En ese caso tendría que apelar a este gesto benevolente para confiar en que vuestros caminos no se cruzasen con nosotros de nuevo.[/b] – respondió.

    – [Xander]Marcharemos de madrugada.[/Xander] – Xander dijo algo corto que al otro le hizo sonreír.

    – [b]Buen viaje a todos. Que Odín os preste su bendición.[/b] – se giró y se marchó, fundiéndose una vez más en la noche.

    Cuando Xander se giró hacia nosotros, Ruby le miraba de forma inquisitiva, esperando respuestas. Nos explicó todo lo que había dicho aquél tipo y todos estuvimos de acuerdo en que había algo más oculto en sus intenciones.

    Podía ser una trampa o podía ser verdad que quisieran librarse de nosotros. La vena heroica de Xander le hacía dar demasiadas vueltas a si debíamos quedarnos un poco más y ver si podíamos ayudar a aquella gente, pensaba que las intenciones de Orm eran quitarnos del medio para seguir sus maquinaciones. Pero como le manifesté con mucha educación a Xander, no tenía que importarnos.

    – [Dante]¡Que le den por el culo a esta gente! Tenemos que preocuparnos de nosotros y de volver a casa.[/Dante] – ¿qué? estaba siendo educado. Aquella gente nos había mirado con recelo desde el principio y aquella cabaña pese a ser cómoda, tenía todos los ojos puestos en ella y parecía una cárcel.

    Al final, después de pasar media noche discutiendo con Xander, conseguimos convencerle de que teníamos que seguir adelante. Por mucho que le preocupara aquella gente, los nuestros estaban en un peligro inminente y Ruby le recordó que no estábamos allí para interferir en el desarrollo de esos mundos.

    Por mi parte, cuanto antes nos alejáramos de aquél mundo frío, húmedo y anticuado y volviéramos a la nave, mejor.

    Así que a la madrugada siguiente nos fuimos en la dirección que marcaba el mapa que esa serpiente de Orm nos había dejado. No nos despedimos de la jarl ni de nadie, porque él iba a encargarse de «excusarnos», pero sentimos una mirada fija en nosotros todo el camino. No tuve que darme la vuelta para saber que aquellos ojos que nos seguían eran rojos.

     

  • LA LEYENDA VANIR

    XANDER ECHOLLS

    DAGRKNOT – MAÑANA

    Mi tío había aprendido a nadar más tarde de lo que habría deseado, porque cuando lo descubrió, se dio cuenta de que ese miedo tan arraigado solo escondía un anhelo, como muchas veces pasa. Por eso desde pequeño me llevaba con Amy a la piscina a su casa para que aprendiesemos juntos. Podría haberme pasado horas en aquella piscina, simplemente nadando con libertad, y aún hoy en día, era una de las sensaciones que más relajación podían darme.

    Después llegó mi contacto con el mar, yendo de vacaciones a Merelia con mis madres, mi padre y más tarde Elle y Dante. A veces también iban algunos de mis primos y primas y sus padres. Eran buenos tiempos, pero el mar nunca fue para mí como la piscina. De pequeño me molestaba la sal en los ojos, pero me acostumbré y empezó a gustarme la playa. La orilla no implicaba muchos peligros, las costas se vigilan y para algo existen las banderas. Y sin embargo, ahí estaba el pero, bañarme en la playa me relajaba, aunque con esos términos, esas condiciones que me daban seguridad: viendo tierra, lejos de corrientes, sin tiburones y otras criaturas cerca…

    El mar en sí, y ya ni hablemos del océano, me daban bastantes reservas. Incluso un lago grande podía dármelas si era muy profundo, porque nunca jamás podrías saber lo que se ocultaba en él. Más allá de los mil metros de profundidad, no hay luz, solo oscuridad total. De los mares apenas conocemos una décima parte de las criaturas y secretos que guarda, cosas tan antiguas como la civilización humana.

    Dejando ya a un lado los miedos comunes del océano, como tiburones, ballenas y peces y cefalópodos del tamaño de camiones, alguien versado en el mundo sobrenatural tiene muchos más motivos para temerlo. Se supone que en las profundidades del océano pueden ocultarse toda clase de demonios de los que no sabemos nada y según las teorías de demonólogos famosos o de incluso mi propio tío Toph, en las zonas abisales hay muchas posibilidades de que se oculten demonios puros de los que no tenemos conocimiento. Algunos serán carcasas muertas, como los congelados en el Ártico, pero otros podrían estar muy vivos allá abajo, capaces de devorar a un gran tiburón blanco, de hacer desaparecer un submarino o de desplegar un tsunami que sumerja en sus dominios el más grande de los barcos. El Gran Agujero Azul, la Fosa de las Marianas, el Triángulo de las Bermudas o cualquiera de los doce Vórtices Viles…la lista de cosas extrañas relacionadas con ellos sería muy fácilmente explicable por la presencia de puros.

    Con todo eso en mente os podréis imaginar que desde el momento en el que me sumergí para ayudar a Owen y vi aquella insondable oscuridad salpicada de ojos fijos en nosotros, me invadió una sensación de desasosiego respecto a aquellas aguas.

    Mientras caminábamos al fin por tierra firme en aquél poblado costero en dirección a quien gobernase aquella zona, el marinero que nos había pedido unirnos a su tripulación empezó a explicarnos un poco de lo que ocurría por allí, seguramente pensando que éramos de otra parte de aquél acuático mundo, un error del que no le sacamos.

    Al parecer los demonios eran algo habitual por aquellos lares, atacando en cada oportunidad. Owen le habló de los demonios serpiente que nos habían atacado al principio y el hombre escupió en el suelo antes de responder. Al parecer aquellas criaturas se llamaban ‘Neidr’ y eran depredadores naturales de los ‘Seidr’.

    Owen, Dante y yo nos miramos y decidimos omitir el hecho de que nosotros también éramos ‘Seidr’. Ahora empezaba a cobrar sentido por qué habían ido a por Dante primero y luego a por Owen. Me generó más preocupaciones respecto al mar si cabe saber que lo que moraba en él nos buscaba.

    Ruby era la única que parecía confiada de los cuatro cuando nos presentamos en aquella gran cabaña que olía bastante mejor que alguna de las calles de la Nueva Pompeya, al parecer los vikingos se bañaban a menudo, nada raro con tanta agua cerca, pero es curioso porque en la ficción siempre parece lo contrario.

    La Jarl Vigdis era una mujer que transmitía fuerza, no sólo físicamente. Me recordaba a mis madres o a mi tía Cara y quizá eso me hizo tener mejor predisposición hacia ella. No obstante, sabía que no podíamos fiarnos de nadie.

    Pero cuando apareció tras ella su consejero, sentí una mala sensación, como si la habitación de pronto se hubiera hecho más fría y todo se hubiese vuelto más oscuro y amenazante. No debí ser el único, porque Owen miraba de manera inquieta sus afilados ojos que parecían brillar como los de aquellos seres submarinos.

    Instintivamente, hice un gesto a Owen para que tratase de ocultar todo lo posible sobre nosotros. En aquél lugar solo estaban ‘Lugh‘, ‘Solid‘, ‘Ford‘, ‘Jade‘ y ‘Edmond‘.

    La jarl y su consejero intercambiaron unas palabras que no fui capaz de entender y después la líder se dirigió a nosotros.

    – [Owen]Están preguntando quienes somos. ¿Alguna sugerencia?[/Owen] – preguntó Owen, que aún llevaba el traductor en el oído.

    Dante se encogió de hombros y disimuló delante de la jarl, que intentaba entender parte de lo que decíamos por nuestro lenguaje verbal. – [Dante]¿Dioses? ¿Aesir?[/Dante]

    – [Xander]Cuanto menos nos comprometamos, mejor.[/Xander] – intervine, componiendo una cara de póker que hiciese pensar que no teníamos nada que ocultar. Aparentemente los Seidr no eran nada raro por aquellas tierras, de hecho, eran tan comunes que hasta tenían un depredador natural que en la tierra desconocíamos, aquellos horribles Neidr. Pese a ello, era mejor no dejar clara nuestra genética. – [Xander]Di que somos guerreros, que venimos de una isla perdida en mitad del mar y por eso no hablamos su idioma, salvo tú…porque…lo que se te ocurra.[/Xander] – le sugerí. Dependíamos de la labia de Owen, así que estaba seguro en que se le ocurriría algo y parecería creíble.

    – [Owen]Le he dicho que somos guerreros de una isla que partimos en busca de nuevas tierras.[/Owen] – explicó después de decírselo a ellos.

    – [Xander]¿Cómo se llama la isla?[/Xander] – conocía a Owen, así que me imaginaba que había algún chiste oculto.

    – [Owen]La isla del oso.[/Owen] – replicó, encogiéndose de hombros. Ruby enarcó una ceja, no parecía estar del todo de acuerdo con la elección de nombre.

    – [Dante]El de los ojos chiribitas nos está mirando.[/Dante]

    – [Owen]Es el borracho del pueblo, tranquilos.[/Owen] – comentó, dirigiendo la mirada a un nórdico que debía haberse pasado media vida sumergido en alcohol. Sí, tenía los ojos haciendo chiribitas, pero no era de ese del que debía estar hablando Dante.

    – [Xander]Creo que lo dice por el consejero que lleva todo el rato sin quitarnos el ojo de encima.[/Xander] – aclaré. Orm Nystrom nos observaba desde el principio, como si sus ojos, especialmente el que no tenía la cicatriz, tratasen de navegar por nuestra alma. – [Xander]Disimula y esquiva como puedas sin decirles nada importante.[/Xander]

    – [Owen]Siempre tiene que haber un escéptico que no se cree nada.[/Owen]

    Asentí dándole la razón y Owen siguió hablando con ellos un buen rato, parando para hacernos una breve explicación a los demás. Al final quedamos en que lo que le permitía entenderles era un pequeño demonio de la zona que se colocaba en su oreja y le susurraba, curiosamente no lo dudaron demasiado y por suerte no pidieron probarlo. Al parecer llevaban generaciones con problemas con los Neidr, desde que «despertaron» algo a lo que no dieron demasiada explicación.

    Por suerte valoraban que hubiéramos sobrevivido y ayudado a los pescadores y nos iban a dar una cabaña para guarecernos de la tormenta que se acercaba mientras emprendíamos de nuevo nuestro viaje. Orm por su parte parecía más interesado en encerrarnos y Owen lo confirmó, pero no habíamos hecho mal a ninguno y Odín nos había protegido haciendo que llegáramos a salvo, así que éramos bien recibidos.

    Íbamos a preguntar por el daë, pero el consejero nos seguía dando mala espina, así que decidimos esperar e intentar sacar información a la gente del pueblo.

    – [Xander]¿Me dejas el traductor sin que se note mucho? Quiero preguntar algo sobre los seidr.[/Xander] – pregunté cuando la visita ya estaba a punto de terminar. Unas mujeres del pueblo vinieron a nuestro encuentro para llevarnos a la cabaña. Eran fuertes, no eran parte del servicio, si no guerreras. Era un aviso para que nos comportásemos.

    – [Owen] Límpialo un poco, no vayamos a pillar una otitis[/Owen]  – dijo al dármelo, de palma a palma, sin que los demás pudieran verlo bien.

    – [Xander]No me extraña que Jane y tú seáis gemelos.[/Xander] – bromeé. Pero lo limpié y me lo coloqué. Algunos murmullos que había estado escuchando empezaron a esclarecerse en mi cabeza. La Jarl Vigdis me observaba atentamente.

    – [Xander]¿Solo sois Aesir y Kvasir?[/Xander] – pregunté. Percibí que los murmullos cesaban y se generó un incómodo silencio en toda la sala. Temí haber metido la pata.

    – [Jarl]Los Jötnar tienen tanto en común con los demonios como con nosotros. En estas tierra solo hay uno, la Völva, pero más allá, en otras tierras, son más numerosos.[/Jarl] – comentó. Tradicionalmente los Seidr eran tres: Aesir, Disir y Kvasir. Cuando nació Elle, los Moondies empezaron a investigar y encontraron referencias perdidas a la raza Vanir, descendiente de aesir y kvasir, de la que poco se sabía y por el camino, supieron de otra, los Jötnar, descendientes de cualquier raza Seidr con demonios, como en el caso de mi primo Noah. Por suerte, no había venido a este viaje, porque no parecía que hubiese sido muy bien recibido. –  [Jarl]¿Alguno de vosotros es uno?[/Jarl] – preguntó. No sé si era la intención, pero sonó amenazador. Nada que tuviera que ver con demonios parecía muy bien recibido allí.

    – [Xander]No.[/Xander] – respondí crípticamente. – [Xander]¿Y Vanir?[/Xander] – esta vez no se hizo el silencio, si no que el murmullo creció. Vi caras mirarme con ira y la propia Jarl tuvo que ordenar que se hiciera el silencio. Su consejero no apartaba la mirada de mí. Volví a ver sus ojos centellear.

    – [Jarl]No sé de qué tierra venís, pero aquí hay preguntas que es mejor no hacer.[/Jarl] – sentenció. – [Jarl]Será mejor que descanséis.[/Jarl] – espetó. Las guerreras nos escoltaron hasta nuestras cabañas y la conversación terminó así, en el aire.

    La casa a la que nos llevaron no estaba mal. Era de madera casi en su totalidad, tanto que decidimos prescindir de los leños que había en la entrada para calentar la chimenea, con miedo a que terminase ardiendo todo.

    Cada uno aprovechó para comer algo de lo que nos habían dejado allí y asearnos. Cuando la noche empezó a caer, una muchacha joven entró y encendió la chimenea antes de ponerse a limpiar el suelo de la entrada. Parecía demasiado pequeña para estar haciendo eso y su ropa desvencijada me hizo pensar que era una esclava, o como las llamaban allí, una thral.

    – [Xander]No hace falta que hagas eso. Está todo limpio.[/Xander] – dije apartándome de la conversación de los demás. No quise sospechar de la muchacha, pero era extraño que viniese a limpiar en mitad de la noche. Fuera cual fuese el motivo, no iba a estar cómodo viendo a una esclava destrozarse las rodillas delante de mí.

    – [b]Es mi trabajo[/b].- respondió.

    – [Xander]Aun así. En el lugar del que vengo no hay esclavos.[/Xander] – aclaré. – [Xander]Nosotros podemos limpiar lo que ensuciemos.[/Xander]

    – [b]No es posible[/b].- alzó la mirada y sus ojos celeste se fijaron en mí.

    Ella siguió limpiando y la observé durante unos minutos. Tenía las manos encallecidas de tanto trabajar y apenas sería mayor de edad. Cansado, cogí uno de los trapos que tenía en el cubo y me puse a fregar a su lado.

    – [b]Eso…no está bien[/b].- susurró. Miró a todas partes pero los demás no podían verla y afuera no se veía a nadie.

    – [Xander]Entiendo que tenéis vuestras costumbres, pero yo no te voy a tratar como a una esclava.[/Xander] – dije con firmeza.

    Seguimos un largo rato en silencio. Aquello era más duro de lo que parecía y la chica era concienzuda. Al cabo de un rato, me quedó claro qué la había llevado allí a aquellas horas de la noche.

    – [b]Mi bisabuelo…era Vanir[/b].

    – [Xander]¿Por eso eres esclava?[/Xander] – pregunté, con el resto de cuestiones agolpándose en mi mente.

    Ella asintió. Entendía que allí ser Vanir era más que un crimen menor, pero no podía entender los motivos.

    – [Xander]¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no se puede ni mencionar a los Vanir?[/Xander]

    – [b]Se volvió…loco[/b].- su mirada transmitía un miedo terrible.

    – [Xander]¿Loco?[/Xander] – pregunté. Por lo que habíamos averiguado, Elle era físicamente igual o superior a las Kvasir, pero tenía una relación con la magia diferente. Diana había dicho que Elle tenía una conexión innata con ella, pero nunca habíamos llegado a ver nada, era una incógnita.

    – [b]No quiero hablar de eso[/b].

    – [Xander]Necesito saberlo. Es muy importante. Por favor.[/Xander] – le pedí. No me gustaba ponerla en esa situación, pero era de Elle de quien estábamos hablando.

    La chica se levantó e hizo como que limpiaba la puerta de la entrada para cerrarla. Entonces me miró, estaba sonrojada y por un momento me sentí incómodo con la situación. Por mi mente solo pasaba la idea de hablar con Jane.

    – [b]Pareces digno de confianza[/b].

    – [Xander]Puedes confiar en mí. Mi hermana es una Vanir.[/Xander] – ella dirigió una mirada a Ruby, que nos miraba, extrañada. – [Xander]No, no es ella, no está aquí.[/Xander] – aclaré. Era un riesgo desvelar más información sobre nosotros, todo podía ser una trampa, pero la intuición me decía que podía confiar en esa chica.

    – [b]Era un héroe. Tenía tanto poder…[/b]- dijo para sí, pensativa.

    – [Xander]¿Qué clase de poder?[/Xander] – pregunté.

    – [b]Magia[/b].- soltó ella.

    Asentí, forzándome a controlar mi preocupación. – [Xander]¿Qué pasó después?[/Xander]

    – [b]La magia hizo que se corrompiera[/b].- me miró y de nuevo el miedo se instaló en sus ojos.

    – [Xander]¿Tan grave fue? Puedes contármelo.[/Xander] – la animé. Por mi mente pasaban mis propios miedos, todos ellos relacionados con lo que podía pasar a mi pobre hermana. Ellie siempre había sido tan inocente y tan buena que no podía si no maldecir que le hubiera tocado estar pendiente de un legado así.

    – [b]Despertó a los Neidr, que llevaban miles de años durmiendo en las profundidades y…se alió con ellos…[/b]- se cubrió la cara, avergonzada y aterrada.- [b]No quiero hablar de esto, por favor…[/b] – negó con la cabeza.

    – [Xander]No pasa nada. Pero si quieres contármelo, puede que ayude a mi hermana.[/Xander]

    – [b]Pasaron los años y los Neidr…hicieron honor a su leyenda: traicionaron a mi bisabuelo y lo encadenaron de por vida bajo el océano para alimentarse de su magia[/b]. – sentenció.

    Estaba preocupado por Elle y las implicaciones que podía tener todo aquello. Hasta el momento habíamos vivido apartados de la lucha, pero ahora estábamos de lleno inmersos en una lucha por salvar el mundo y salvarnos a nosotros mismos, una lucha que podía desatar perfectamente la clase de poderes de los que hablaba esa chica. – [Xander]Gracias por contármelo. No me has dicho tu nombre.[/Xander]

    – [b]Antje[/b].- susurró.

    – [Xander]Gracias Antje. Yo soy Xander.[/Xander] – decidí no mentirle con mi nombre, porque ella había sacado la valentía de hablarme a mí de su legado oscuro. – [Xander]Una cosa más. ¿Conoces a un hombre llamado Alastair? Creo que lo apodan «El Azul» porque tiene el pelo azul oscuro.[/Xander] – pregunté, por probar suerte, quizá siendo de la clase social más baja Antje pudiese enterarse y ver cosas que otros no esperasen.

    Por desgracia negó con la cabeza, aunque no me sorprendió que no lo supiera.

    – [Xander]De todas formas, muchas gracias. Me aseguraré de que mi hermana esté a salvo.[/Xander] – le prometí, esperando que si lo decía en voz alta, yo mismo llegase a creérmelo.

    Antje sonrió y terminó de limpiar antes de irse.

    Mientras me reunía con el resto para cenar, no dejaba de pensar en ese héroe Vanir corrupto por su propia magia. No podía creer que a Elle pudiera corromperla nada, pero ahora estábamos sueltos en un mundo desconocido y agresivo. Me vino a la cabeza la historia de la tía Diana, su propia «saga del Fénix Oscuro», como la había bautizado en base a la de los cómics. La magia la había corrompido y para purgarse de ella tuvo que renacer. Pero no todo el mundo era el Fénix y podía volver a alzarse de sus cenizas.

    Aquella noche me costó conciliar el sueño. No dejaba de ver a mi hermana encadenada en las aguas más profundas, abriendo unos ojos negros como la noche cuando sentía que la observaba.

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.

  • EL PUNTO DE NO RETORNO

    4×08 – POINT OF NO RETURN

    VALANTIS

    TARDE

    Tras cruzar el portal atardeciendo, el equipo liderado por Elle se alejó unos pasos de la estatua bajo un sol cegador. Antes de poder ubicarse, escucharon el pitido de un coche y se acercaron para ver como pasaba a toda velocidad por donde ellos habían aparecido.

    Dante lo habría reconocido al instante, pero para ellos lo que acababa de estar a punto de atropellarles era un coche clásico que bien podría haber estado en ‘Grease’. En la calle que había frente a ellos, decenas de coches brillantes estaban aparcados a la entrada de una cafetería.

    Las ropas de la gente y la música que se escuchaba en los altavoces de un coche aparcado no dejaban lugar a dudas, aquello eran los años cincuenta. Por la calle circulaba un grupo de hombres con chaquetas de cuero a juego. Cada uno llevaba detrás una pálida muchacha. Sin necesidad de acercarse, Elle supo que no estaban vivas.

    Noah había dado una serie de pistas para intentar identificar a los Daë. Al ver eso, humanos controlando a los muertos, todos supieron de inmediato que se encontraban en el mundo de Géminis. Ahora tenían que localizar a los dos Daë entre todas las ciudades-época que había.

     


    KARNAK

    MAÑANA

    Lo primero que sintió el grupo de Libra al dejar atrás el obelisco fue el calor abrasador. Estaban en un templo semiderruido en mitad del desierto. Ante sus ojos, no había más que arena en todas partes, con un horizonte distorsionado por el calor.

    Los trajes que llevaban bajo las ropas del desierto parecían aliviar un poco la angustia del clima del desierto. A lo lejos, casi confundidas con montañas de arena, se veían las brillantes cumbres de las pirámides en todo su esplendor, con su nívea superficie reflejando el sol y sus cumbres doradas centelleando como un faro.

    Buscaron sombra entre los pilares del viejo templo, pero antes de que pudieran siquiera hablar se vieron sorprendidos por un grupo de asaltantes. En el caos, Michael dejó salir a su bestia interior, prácticamente a la vez que Niall buscaba una escapatoria convirtiéndose en un ser mitad ave. Sophie dejó paso a su magia, pero para entonces una parte de los atacantes ya se había arrodillado ante Niall y Mike.


    DAGRKNOT

    NOCHE

    Cuando tocaron el viejo drakkar, barnizando y mantenido por los habitantes de Viltis, sabían que les conduciría a Dagrknot, pero el equipo Acuario no esperaba lo que se encontró.

    Sus cuerpos siguieron el patrón de respiración que llevaban de manera insconsciente. No había nada que se lo impidiera, salvo que de una inspiración a otra, en lugar de aire, lo que entró en sus bocas era agua. Al sentirlo, contemplaron aterrados que el portal les había llevado debajo del agua.

    Frente a ellos, hundido desde lo que parecían décadas, estaba el drakkar. Era uno de los mares de Dagrknot, por suerte, no demasiado lejos de la orilla. Con pánico trataron de ascender a la superficie, donde las nubes se arremolinaban anunciando tormenta. Bajo el agua, ocultas en la oscuridad, unas criaturas abominables les observaban, atentas, calculando fríamente.


    ARTISAN

    TARDE

    Amy tocó la fría superficie de aquella vieja locomotora, que curiosamente aún mantenía el lustre pese al paso del tiempo. Kaylee, Vera y Leo colocaron la mano tras ella y todos juntos dejaron atrás el silencio de la Luna Viltis para sumirse en el bullicio de una ciudad.

    Dejaron atrás la oxidada locomotora, abandonada en la estación como los huesos del cadáver de tiempos mejores. El suelo y las paredes de ladrillo estaban ennegrecidas y sucias por el humo de las fábricas, que se alzaban como monstruos de acero y piedra.

    La gente no tenía mucho mejor aspecto. En aquella zona, la más humilde, cerca del puerto, pasaron con cuidado por delante de adictos desplomados en las esquinas, de prostitutas ofreciendo sus favores a plena luz del día, cruzándose con trabajadores con las caras ennegrecidas y trabajadoras con las manos encallecidas.

    En los muros, entre los carteles apiñados unos sobre otros, se veía un periódico : «Barnes salva a las trabajadoras de la Textil Atkins de la pobreza.» En la foto, un hombre pelirrojo se veía evitando posar para la foto mientras caminaba junto a un gran grupo de mujeres. Unos metros más allá varios carteles anunciaban un nuevo ataque del ‘El Descuartizador de la Bahía Negra‘.


    TERRA

    NOCHE

    Inmediatamente después de tocar la estatua del soldado a caballo con las dos patas alzadas en el aire, el equipo del mundo Terra apareció en mitad de una plaza de lo que en su día había debido ser una bella y gran ciudad y ahora era poco más que un montón de escombros.

    En la plaza aún se veían puntos que no habían sido alcanzados por la devastación, pero en las calles cercanas, lo poco que permitía ver la escasa luz de las farolas que quedaban encendidas eran un montón de edificios derruidos, como cicatrices sobre el terreno.

    En ese momento escucharon el sonido de las alarmas extenderse por toda la ciudad a través de los megáfonos. Los pocos soldados que se veían cerca trataban de llevarse a algunas personas con las caras cubiertas por máscaras de gas.

    No tardaron mucho en escuchar los aviones sobrevolar la zona, cargando muerte que pronto liberarían sobre ellos.


    NARA

    MAÑANA

    Tras tocar la estatua del Komainu, los miembros del equipo de Nara aparecieron frente a un templo en la montaña. Al fondo se veía un enorme monte que se asemejaba al Monte Fuji. Para ellos, era difícil diferenciar aquél lugar de la tierra.

    En el exterior del templo, algunos habitantes observaban confunsos las llamativas ropas de Xie, mezclada con aquellos tres occidentales que no auguraban nada bueno.

    Desde aquél lugar elevado vieron una ciudad por la que podían empezar. Cualquier lugar sería mejor que ése, donde cada vez les observaban más personas. Así que comenzaron a descender por las escaleras del piedra, adentrándose en el camino que se perdía a través del bosque, uno donde moraban criaturas de toda clase.

    Los lugareños sabían exactamente qué tenían que llevar para protegerse y qué camino exacto tomar, así que las criaturas solían evitarlos. Pero los extranjeros no lo sabían y los demás preferían no decírselo, porque con suerte, las criaturas se los llevarían y eso acabaría con sus problemas.