Moondale

Categoría: Dyavol

  • HACIA EL FINAL DEL CAMINO

    SELAS

    Alrededor de una hoguera, cerrada ya la noche, los New Moondies conversaban con el grupo de héroes y heroínas tras una cena ligera. Habían llegado a conocer un poco a sus compañeros y compañeras de camino, a los que habían dejado pensar que eran tan solo otro grupo de héroes advenedizos, siempre guardando con recelo sus orígenes y su verdadera misión en ese mundo.

    Uno de los héroes, el que tenía la piel tostada por el sol y no se separaba de su tridente dorado, parecía ser el líder. Abderus se llamaba, como un pariente lejano que había conocido y ayudado al legendario Heracles. Otros dos hombres y mujeres le acompañaban: Metioches la nieta del cometa, armada con una honda; Scabras el arquero, que decía descender de Odiseo; Derimacheia, la amazona de abdomen de acero tan duro como su lanza; y Caeneus, un hombre silencioso que lo observaba todo.

    Averiguaron que en ese mundo los héroes y heroínas habían sido antaño una profesión con mucho futuro, pese a que en bastantes ocasiones acabase en tragedia, pero en los últimos tiempos se rumoreaba que los monstruos eran menos osados y empezaban a esconderse.

    – [b]Dicen que hay un demonio, un ser horrendo y malvado que les está reuniendo para hacerse más fuertes y acabar con nuestra gran civilización.[/b] – dijo Abderus agachándose sobre las brasas. – [b]Así que muchos hemos salido a buscarlo para cobrar la recompensa. Es suficiente incluso para que quince personas vivan cómodas varias vidas.[/b] – respondió mirándoles con una sonrisa cómplice.

    – [Leo]¿Qué demonio es ese?[/Leo] – preguntó Leo, atento a cualquier información que encajase con las historias que su padre había contado.

    – [b]Dicen que hasta el jodido Hades huiría de él. Una bestia con cuerpo de hombre cubierto de escamas como una serpiente, pero duras como el acero.[/b] – contó, embelesado con su propia voz. – [b]Cuentan que le encanta comer humanos con sus dientes afilados. En especial héroes.[/b] – sonrió.

    – [Leo]¿Tiene nombre ese monstruo?[/Leo] – insistió Leo, tratando de parecer poco interesado.

    – [b]Oriax, le llaman.[/b] – añadió. – [b]Vive en las cuevas del monte Licaón. Pero para llegar allí, hay que cruzar el bosque.[/b] – como si respondiera una llamada, un aullido reverberó por el valle, procedente de allí.


    DYAVOL

    La tripulación realizó todos los preparativos y finalmente consiguieron atracar en el puerto de Avalon, la isla refugio en la que bullía el movimiento de un lado a otro.

    En la misma arena de la playa, campamentos y tiendas solitarias parecían haber estado organizados en un principio, pero con tantas personas habían tenido que añadir otras aquí y allá. De ellas salían personas cuyas ropas habían debido ver mejores tiempos y cuerpos a los que no les vendría mal algo de comida extra, algo que no parecía sobrar en aquél lugar.

    Desde antes incluso de bajar, presintieron una tensión en el ambiente que parecía presagiar algo muy malo a punto de ocurrir. Esa sensación ganó importancia al ver cómo la gente se movía de una forma errática, frenética, como si todos tuviesen algo urgente que hacer. Olía a guerra en el aire, una que aún no había empezado.

    A medida que se acercaban a una fortaleza de piedra negra que coronaba el centro de la isla, vieron que sus puertas se abrían y una comitiva acudía a saludarlos. Eran guerreros y guerreras en su mayor parte, vestidos ya con armaduras deslustradas de tanto uso y armas enfundadas, listas para desenvainarse pronto.

    Entre las figuras, una se erguía por encima del resto, un hombre con armadura de escamas de color obsidiana que caminaba en el centro, evidenciando su rango.

    Francis se adelantó y le saludó, tratando de contener su alegría, mientras que el otro hombre le devolvió una sonrisa amplia, serena. Hablaron en voz baja, flanqueados por alguna mirada indiscreta de uno de los hombres. Los New Moondies esperaron, inquietos, al ver que la mirada del hombre de armadura negra se desviaba hacia ellos durante unos segundos. Tenía unos ojos distintos, unos ojos en los que Cole veía algo familiar.

    Después de unos minutos, el hombre de cabello oscuro, se acercó, seguido de Francis, cuyo semblante estaba más serio aún que antes.

    – [William]Francis me ha contado cómo les habéis ayudado.[/William] – dijo él. – [William]Tenéis mi agradecimiento.[/William] – añadió, haciendo una reverencia. – [William]Soy William Daye, el gobernador de Avalon y protector de estas gentes.[/William] – reconocieron con rapidez su nombre y se miraron, asombrados. – [William]Aunque me temo que no venís en buen momento.[/William]


    NEXUS

    ELLE E IDRIS

    Atravesando los callejones a toda prisa, la Vanir y el Elfo Oscuro se encontraron con un grupo de habitantes de la Flecha apoyados en un coche de líneas futuristas. En cuanto les vieron aparecer, quedó claro que estaban inmersos en un asunto no demasiado legal. Aunque era difícil saberlo, porque los ojos de Antailtire estaban en todas partes y hasta la delincuencia estaba controlada.

    BOWIE, NOAH Y LEXIE

    Bowie, con el mapa en su cabeza, les condujo hasta el enorme edificio, mezcla de cristal y piedra, unido por la magia de forma que no se veía la más mínima unión entre sus piezas. Se alzaba imponente, más alto que cualquier otro edificio salvo uno que se vislumbraba a lo lejos y debía ser la residencia de Antailtire.

    Allí, en la plaza que lo rodeaba, fuerzas policiales patrullaban con ahínco, acompañados de los ejércitos especiales de Antailtire, esos que solo habían visto marchar contra los sobrenaturales de la superficie.

    HENRY, EZEQUIEL Y ZAHRA

    La escisión del grupo principal formada por Henry, Zahra y Ezequiel se había visto obligada a dar un rodeo para evitar a la policía que les había perseguido hasta que Henry se vio capaz de teletransportar a ciegas a los tres hasta una plaza en la que se vieron atacados por dos agentes de Antailtire, alertados por su radar de detección de portales.

    Se prepararon para luchar, pero una figura encapuchada golpeó a los agentes con una fuerza sobrenatural y les hizo  una seña para que le siguieran. Al llegar a un callejón, se echó la capucha hacia atrás y mostró un rostro macilento, de piel clara como la nieve surcada por cicatrices amoratadas y unos ojos de un azul espectral

    ROBIN Y NATE

    Robin siguió una corazonada, rastreando una magia que parecía llamar a la suya. El camino les condujo directamente al centro de la plaza en la que se alzaba la Catedral del Arquitecto, construida, según se decía, por su misma magia, la que había forjado los mundos.

    Había algo en ese poder que llamaba al suyo, con tanto ímpetu que cuando se quiso dar cuenta, había avanzado hasta un lugar plenamente descubierto, ignorando las llamadas de Nate. Fue entonces cuando la rodearon y el gigante con el que apenas había hablado se presentó junto a ella para defenderse.

  • AVIVANDO LA LLAMA

    FRANCIS DRAKE

    NOCHE – DYAVOL

     

    Diario del capitán Francis Drake:

    El viaje a tierra firme a resultado fructífero, pero la oscuridad se expande con mayor rapidez, posiblemente sea el último viaje que realice. Temo por aquellas pobres almas que aun puedan encontrarse allí, pero temo más por aquellas que me acompañan constantemente en busca de supervivientes.  Muchos son los refugiados en Avalon que esperan que lleguemos con algunos de sus seres queridos, pero también están aquellos que esperan no perder a los suyos en estos viajes.

    El grupo de jóvenes que apareció de la nada ha resultado ser más útil de lo que hubiera pensado, sin duda sus intenciones son nobles. Algunos están ayudando con las reparaciones del barco y atendiendo a los heridos, otros consuelan a los refugiados y entretienen a los más pequeños, uno de ellos incluso esta amenizando nuestro viaje con música y canciones.

    Lo que realmente me preocupa es el motivo por el que están aquí. He hablado con uno de ellos, el joven que resulto herido en la batalla, y te buscan a ti, mi amor. Al parecer tenías razón, estas destinado a algo grande, algo tan grande que temo perderte en el proceso. No le he dicho que te conozco, aunque por su mirada sabe que estoy mintiendo.

    También ha mencionado algo acerca de un artefacto en el barco que podría llevar a todos los refugiados a una luna habitada por personas que han perdido su hogar como nosotros. A pesar de mi negativa y opinión de que debería de guardar reposo el joven ha decidido hacer caso omiso e investigar el navío en busca de dicho artefacto. No quiero ser optimista pues mi esperanza de algo mejor fue quebrada hace tiempo.

    Los días que pasamos separados me resultan eternos y cuento aquellos que nos hagan reunirnos de nuevo. La noche perpetua es cada vez más fría y me hace añorar la calidez de tus brazos, pero supongo que es algo a lo que debo acostumbrarme pues no pienso interponerme en tu destino.

    ~~~~~~~~~~

    El crujir de la puerta me hizo separarme de mi diario. Una cabeza se asomo por ella con la ligera sonrisa en el rostro. -[Owen]¿Puedo pasar capitán?.[/Owen]

    – [Francis]No eres parte de mi tripulación, puedes llamarme por mi nombre.-[/Francis] Le hice un gesto para que pasara.

    – [Owen]Esta bien… ¿señor Drake?….-[/Owen] Añadió sentándose con dificultad en la silla frente a mi. Cualquier otra persona en su estado estaría guardando reposo, pero este joven no era como el resto, ninguno de ellos lo era.

    – [Francis]Francis esta bien.-[/Francis] Saque una botella de ron del cajón junto a dos vasos, tal vez ellos tenían alguna otra cosa para apaliar el dolor de donde venían, pero esta era la única que yo conocía – [Francis]Según he podido deducir, eres el líder de tu grupo.[/Francis]

    – [Owen]En realidad la líder del grupo es mucho más guapa que yo.-[/Owen] Se bebió su trago como si nada, ni siquiera hizo una mueca. – [Owen]Yo solo soy un mandado para evitar que alguno de mis amigos muera y encontrar al Daë.[/Owen]

    – [Francis]Sobre ese Daë. ¿Qué se espera de él exactamente?.-[/Francis] Owen parecía un chico honesto y que iba con la verdad por delante, no tenía porque mentirme.

    – [Owen]No estoy muy puesto en el tema, me salte esa reunión. Pero básicamente él, junto a los Daës de los otros mundos, se enfrentaran a aquello que esta intenta destruirlo todo. Caerán como héroes, pero los mundos, los hogares de donde vienen cada uno de ellos estarán a salvo.-[/Owen] A salvo, nada quedaba que salvar de Dyavol. Todo había sucumbido a la noche. Todo no era más que un paramo de oscuridad. – [Owen]Le conoces. ¿verdad?. A William.[/Owen]

    – [Francis]¿Qué te hace pensar eso?.[/Francis]

    – [Owen]Vi como reaccionaste a su nombre cuando lo menciono Cole. Acabas de eludir mi mirada cuando he mencionada que mueren y te has bebido tu vaso de ron como si nada para procesarlo todo.-[/Owen] Me levante y le di la espalda para mirar por la ventana, antaño el olor del mar me tranquilizaba, ahora todo lo que rezumaba en el aire era azufre y podredumbre. -[Owen]Me atrevería a aventurarme más, se cuando le han roto el corazón a alguien, tengo experiencia en eso, me lo acaban de romper a mi después de todo.[/Owen]

    – [Francis]Háblame de ella.-[/Francis] Añadí mirándole por encima del hombro.

    – [Owen]No estamos aquí para hablar de mi Francis. Tú…-[/Owen] Me gire bruscamente hacía él.

    – [Francis]Ten cuidado con lo que vas a decir muchacho.-[/Francis] Más allá de amedrentarse, Owen se levanto de su silla con la mano en el costado y se echo hacia delante en mi mesa con la mano libre plantándome cara.

    – [Owen]Le amas.-[/Owen] Caí rendido en mi asiento – [Owen]Lamento ser yo precisamente quién venga a arrebatarte al amor de tú vida. Pero no dejes que su sacrificio sea en vano. No te rindas, aun puedes hacer mucho por estar personas y yo voy a ayudarte con eso.[/Owen]

    – [Francis]Insinúas que has encontrado lo que andabas buscando.-[/Francis] Una sonrisa socarrona es lo que obtuve por respuesta. Había perdido toda esperanza de algo mejor, y este joven estaba avivando de nuevo la llama en mi.

     

     

     

     

     

     

  • PULSIÓN

    MIKE SOLO-NOVAK

    DYAVOL – NOCHE

    Divisé las gaviotas en el horizonte después de que alguien en el barco gritase «Tierra a la vista». Ni mi visión agudizada gracias al felino que convivía conmigo me habían permitido adelantarme a alguien con la experiencia de decenas de travesías como aquellas.

    Tras el ataque del barco fantasma, Francis y su tripulación habían limpiado la cubierta de cuerpos, casi todos de los «corruptos» como les llamaban, pero también tenían que entregar al mar a dos de los suyos.

    Sophie entonó una preciosa canción mientras les devolvían al mar. La observé mientras lo hacía, con una voz que parecía pertenecer al mar por cómo reverberaba contra sus olas y una melodía que surgía de lo más profundo de su corazón. Caitriona había despertado su herencia de sirena y aunque para ella fuese algo nuevo, era parte de sí misma desde que había nacido, reprimida por alguna magia. Quién sabía lo que eso podría haberle hecho, sentir toda tu vida que te falta algo que ni siquiera recuerdas. Era una suerte que Sophie fuera tan resiliente.

    Mientras el rostro de la mujer pirata se unía al hombre que habían sumergido antes, sentí una pulsión que apenas recordaba ya. Mi madre y yo nos habíamos realizado varias pruebas para comprobar si nuestra resistencia a los «simbiontes» eran algo físico o se movían en el plano espiritual. No habíamos obtenido nada concluyente, pero también era cierto que la medicina en ese ámbito no era nada avanzada, no teníamos forma aún de diferenciar con ninguna prueba no visual si alguien tenía poderes o no. En ocasiones, los poderes eran un vestigio de un pasado de sangre híbrida con otros sobrenaturales y ahí sí que había genes patentes, pero en otros era una pura mutación familiar de la que todavía no teníamos una teoría firme para establecer patrones.

    Sea como fuere, algo en mi, que había heredado de mi madre, me hacía resistir la tentación del felino de salir con libertad y arrasar con todo a su paso cada noche. Pero en aquél mundo tenebroso, bajo la luz de la Luna, la llamada era más potente. Percibía esa oscuridad de la que nos habían hablado y que devoraba ese mundo llamándome, instándome a desatar todos mis impulsos.

    Apreté la baranda de madera entre mis manos y fijé la vista en el agua para calmarme. Al llegar a tierra podríamos descansar y con algo de suerte, al estar reducido este mundo a poco más que una isla de supervivientes, encontraríamos rápido al último Daë del Cúmulo y nos alejaríamos de la influencia de ese diablo corruptor.

    Una mano pequeña pero firme, de dedos largos, presionó contra mi hombro. Me giré para ver a Sophie con una sonrisa que esperaba antes de girarme. Si lo que solían decir de que los opuestos se atraen era cierto, eso explicaba la electricidad que resonaba entre ella y yo. Ella siempre sonreía y yo casi siempre estaba serio.

    Fui consciente en exceso de cada uno de sus movimientos al ponerse a mi lado y apoyarse en la barandilla. El felino en mí estaba haciendo que mi visión fuera más animal que humana. Ellos percibían menos el color y a cambio, eso les permitía centrarse en el movimiento, tal y como me estaba ocurriendo.

    Como si ella lo supiera, posó su mano sobre la mía. Fui consciente de pronto de lo frías que se habían quedado las mías al haberlas mantenido aferrando la madera. Las suyas sin embargo eran cálidas y me hicieron recordar la calidez de su cuerpo bajo el tenue sol en la playa de Viltis.

    Intenté pensar en otra cosa, había demasiados problemas como para dejarse llevar por el hedonismo. Owen había resultado herido y su cura era algo que escapaba a mis conocimientos, aunque no habría sido así si hubiera aceptado el faustiano trato de Caitriona. Claro que para poder ayudar a Owen aún habiendo aceptado eso, habría tenido que matar antes a otro aesir, quizá incluso a un aesir ya infectado con la licantropía.

    No había tiempo de lamentarse, tenía que hacer todo lo que estuviera en mi mano para ayudarle y evitar su desenlace, pero la ausencia de información era una lacra. Solo sabíamos lo que los Moondies habían visto en un Daniel Arkkan aquejado por la misma enfermedad, en una realidad alternativa que no llegó a ser la nuestra. Eso y retazos perdidos en el folklore.

    – [Sophie]Pareces más serio que de costumbre, mi niño.[/Sophie] – Sophie cambió el silencio que había entre nosotros por el inicio de una conversación que carecía de presión. Resultaba natural hablar con ella, apetecible.

    – [Mike]Es este mundo, la noche. Lo de Owen…[/Mike] – comenté. Muchas cosas malas y poco control sobre ellas.

    – [Sophie]¿Lo superará?[/Sophie] – preguntó. La miré a los ojos, sopesando las opciones. Estaba acostumbrado a la idea preconcebida de que tendría que decir la fría verdad a mis pacientes y sus familias, pero había algo en los ojos de Sophie que me hacía rechazar esa dura realidad. Y a la vez, también rechazaba mentirle.

    – [Mike]Se curará de la herida pronto, pero después empezará a afectarle, a debilitarle.[/Mike] – expliqué. A efectos prácticos se comportaba como una enfermedad autoinmune, la genética aesir luchaba contra el virus de la licantropía y el cuerpo sufría siendo ese campo de guerra.

    – [Sophie]Ya, pero para eso somos Daë.[/Sophie] – me recordó. Aquella palabra, Daë, para nosotros sinónimo de héroes y heroínas de leyenda, de nuestros padres y madres. Yo quería cambiar el mundo, salvar a las personas, pero no me había imaginado haciéndolo así.

    Saqué el crucifijo de plata que llevaba en una cadena, pegado contra el cuerpo. El vial vacío del brebaje que había curado el vampirismo de mi madre tintineó colgado a su lado. – [Mike]Soy hijo de una vampiresa, supongo que tenemos que ser positivos.[/Mike] – pensé, tratando de ser positivo, aunque solo fuese por ella. Se había curado de vampirismo como consecuencia de ser una Daë, pero luego había sido convertida en licántropa y de eso no había encontrado cura.

    Ella asintió. Miré su mano sobre la barandilla. – [Sophie]Saldremos de esta.[/Sophie] – dijo. Alcé la vista hacia sus labios cuando los movía para dejar pasar su melodiosa voz. Un mechón rosado ondeaba con el viento acariciando su labio inferior.

    Coloqué mi mano sobre la suya y sonreí. Ante lo inevitable, solo podemos confiar en nuestra voluntad para sobreponernos a las dificultades.

  • LA RELACIÓN MÁS VIVA QUE NUNCA

    Jane – Dyavol

    Noche

     

    Noté su aliento contra mi rostro. La boca me sabía a hierro por la sangre y empezaba a notar el costado entumecido. No pude evitar sonreír ante la ironía de todo esto.

    (…)

    Lo último que alcancé a ver antes de desmayarme de dolor fue a Francis y Xander cortar las cuerdas que conectaban ambos barcos.

    Odiaba los barcos. Odiaba a los piratas. Apoyada en el mástil, volví a vomitar ante el incesante vaivén. El corte de las cuerdas había provocado movimientos más bruscos y eso se traducía en más náuseas para mí.

    Entre toda aquella maraña de pensamientos desordenados, detecté que Owen estaba pensando en los tres Williams cuando éramos pequeños. Podría haber sido un viernes cualquiera en el que ni él ni yo habíamos salido para quedarnos con Elliot. Un viernes de película de Disney, palomitas y refrescos.

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  • LOS OJOS DE UN HOMBRE SIN MIEDO

    OWEN WILLIAMS

    NOCHE – DYAVOL

     

    No sé porque pensaba que esto iba a ser una misión fácil, entrar, dar con el Daë, salir y volver a casa, pero esta claro que no hay nada sencillo en la vida. Me habían puesto de líder de grupo porque entendía de el tema en el que este mundo se había quedado estancado en el tiempo, pero para empezar no se veía ninguna bandera negra con una calavera ondear en el barco.

    Seguido por la inclusión de mujeres dentro de la tripulación del capitán, eh, me parece genial, igualdad. Pero una mujer estaba considerada como augurio de mala suerte entre los piratas. Lo que me lleva a mi siguiente cuestión, esta gente no tiene pinta de piratas, podía ver el miedo en sus ojos, estaban más asustados ellos de nosotros que nosotros de ellos. Los sables temblaban en sus manos a excepción de la pistola del capitán, su mirada era diferente de la del resto, eran los ojos de un hombre con determinación.

    – [Xander]Hemos acabado aquí, pero no lo pretendíamos.-[/Xander] Xander alzo las manos para no alterarlos más, hice lo mismo y el resto siguió con el ejemplo. Pude ver como mi hermana se contenía las ganas de decir algo. Al menos en este mundo parece que las mujeres estaban mejor vistas y no tenía que organizar una nueva revolución. Jane gobernando un buque de guerra solo de mujeres.

    – [Francis]¿Entonces que es lo que pretendíais muchacho?.-[/Francis] Francis tiro del percutor de su arma hacia atrás y en un gesto tremendamente estúpido o sorprendentemente valiente, según lo queráis ver, di un paso hacia delante para que me apuntara a mí.

    – [Ruby]Pretendíamos llegar a tierra firme.-[/Ruby] Las palabras de Ruby parecieron alterar a algunos de los tripulantes de James, los susurros se amontonaban a su espalda, pero con un gesto de su mano hizo cesar el murmullo de todos. Eso si era un líder y no yo.

    – [Cole]No queremos causar problemas.-[/Cole] Intervino Cole. Era un tío silente y tranquilo, lo mismo conseguía apaciguar las dudas de James.

    – [James]¿Cuáles son vuestras intenciones cuando lleguemos a Avalon?.-[/James] Reconocí ese nombre, Avalon era una isla mágica de la mitología del Rey Arturo. Se decía que el tiempo en ella transcurría más despacio y que estaba gobernada por hadas. A mi hermano le encantaba la mitología y a mí escucharle hablar de ella.

    – [Xander]Como os han dicho, no queremos problemas. Venimos a ayudar.-[/Xander] Era verdad, nuestra idea era ayudar, pero no sé porque a veces tenía la sensación de que hacíamos más mal que bien y dejábamos algunos de esos mundos patas arriba.

    – [Jane]No quiero que piense que le estoy faltando al respeto… ¿capitan?. Pero como usted verá, no tenemos pinta de… ¿corsarios?.-[/Jane] Muy bien explicado hermana y no lo digo de forma irónica, ha acertado dos de dos, es capitán y no tenemos pintas de corsarios, de hecho nuestras ropas eran bastantes normalitas, como las de ellos, eso si las suyas estaban más raídas.

    – [Francis]Perdonad mi brusquedad.-[/Francis] Francis volvió a colocar el percutor de su pistola y la enfundo en su cintura. El resto de su tripulación hizo lo mismo y enfundaron sus sables. -[Francis]Toda precaución es poca, llevo un barco cargado de refugiados.-[/Francis] Eso explica el miedo de su tripulación, no están transportando cofres llenos de oro y objetos preciosos, están cargando consigo con algo mucho más importante, vidas humanas.

    – [Xander]¿Estáis en guerra?.-[/Xander] Y en que mundo no Xander, Francis le miro extrañado, creo que habíamos omitido decir que no éramos de este mundo.

    – [Francis]La oscuridad se cierne sobre tierra firme y el único vestigio de esperanza es Avalon.-[/Francis] Quizás tenían uno más cerca del que pensaba. Desde que llegamos no pude evitar percatarme de que estábamos en un objeto en movimiento. Algo de este navío estaba vinculado al totem de la luna de Viltis, si lo encontraba, todas estas personas podrían vivir a salvo allí.

    – [Owen]No solo en este mundo se avecina esa oscuridad. Estamos aquí porque alguien de este mundo puede salvar vuestro mundo y los otros.-[/Owen] Aunque quizás de este ya quedaba poco que salvar. Francis no pareció inmutarse ante la idea de que existieran varios mundos. Xander sonrío aprobando mi respuesta, no era nada que no hubiéramos ensayado antes. Era merito suyo, él debía ser el líder del escuadrón.

    – [Ruby]Por eso necesitamos viajar en tu barco.-[/Ruby] Apunto Ruby. Me pregunto si existían más barcos como este o si Francis era él único al que no le importaba anclar en una tierra desolada en busca de supervivientes.

    -[Xander]No levantaremos un arma más que para protegeros en el camino.-[/Xander] Que labia tenía el cabrón y que bien explicado el porque portaba un arma a su espalda.

    – [Francis]¿Y esa persona a la que buscáis tiene nombre?.-[/Francis] Viendo como estaban las cosas aquí lo mismo esa persona estaba en el barco.

    – [Cole]Su nombre es William Daye. Un…-[/Cole] Cole se vio interrumpido por una fuerte corriente de aire frio. Entre el viento me pareció escuchar los lamentos de alguien. Francis estaba paralizado, quizás también había escuchado esos lamentos, o había reconocido el nombre que le dio Cole. Los ojos podían decir mucho de una persona, no había miedo en ellos, no eran los lamentos lo que le paralizaba, era el nombre de William, Francis conocía al Däe que estábamos buscando.

    – [Jane]¿Alguien más se esta mareando?.-[/Jane] Jane estaba pálida y se apoyo contra el mástil del barco. Me iba a acercar hasta ella, pero los miembros de la tripulación de Francis comenzaron a correr de un lado a otro.

    – [Francis]Apagad las luces, ocultaros con los demás y protegedlos. Vosotros, conmigo.-[/Francis] Las velas del navío se fueron apagando y en una noche despejada rodeados de una ligera bruma lo único que nos iluminaba era una impresionante luna llena que me dejo pasmado por unos segundos.

    – [Ruby]Seguid al capitán.-[/Ruby] Nadie me seguía a mí así que debía de tratarse de Francis.

    – [Jane]No me encuentro bien…-[/Jane] Jane se oculto tras el mastil y la escuche vomitar, dudo que a Francis le importara que mi hermana le potara en su navío. Por otro lado hizo bien, si hubiese asomado la cabeza por la borda para hacerlo lo mismo se habría caído al mar por el mareo.

    – [Xander]¿Es lo que parece?.-[/Xander] Susurro Xander al ver emerger de entre la bruma un barco, pero en unas condiciones horribles. Tenía las velas destrozadas y balas de cañón por el casco del barco, pero aun así seguía navegando como por arte de magia.

    – [Owen]¿Serán calamares o esqueletos?.- [/Owen]Los que nos quedamos en la cubierta del barco nos agachamos un poco para que no nos vieran. Xander, imitando a Francis desenvaino ligeramente su espada en caso de que se vieran obligados a utilizarlas. Ruby saco dos dagas de sus botas y Cole hizo lo mismo. Aquí el único sin armas, un servidor.

    – [Sophie]Puedo intentar ir al agua y transformarme en sirena a ver si soy más útil que aquí.-[/Sophie] Propuso Sophie. Los lamentos del barco sonaban cada vez más cerca.

    – [Francis]Los humanos no somos los únicos que hemos huido de tierra. El mar esta infectado de criaturas, yo en tú lugar no lo haría.-[/Francis] Asome la cabeza por la borda, en el agua varias sombras se movían rodeando el barco de Francis. Me vinieron los flasbacks del mundo vikingo con esas criaturas marinas.

    – [Cole]Están muy cerca. Quizás pasen de largo.-[/Cole] El barco de los lamentos, llamémoslo así, se puso a la par nuestras. Estaban tan cerca que podía escucharse el crujir de la madera.

    – [Ruby]Francis, es tu barco y somos parte de tu tripulación: dinos cómo podemos ayudar.-[/Ruby] Dos ganchos se clavaron contra el estribor del barco, las cuerdas se tensaron y los barcos se acercaban entre si cada vez más y más.

    – [Francis]Atacad.-[/Francis] Criaturas de todo tipo se abalanzaron sobre nuestro barco. Francis y Xander asestaban mandobles a unas criaturas que ya eran más hueso que otra cosa.

    Agarre una de las espadas que habían caído al suelo, no sabía usarla, lo más seguro es que acabara cortándome a mi mismo de forma estúpida, así que me dedique a blandir la espada dando cortes en el aire repeliendo las criaturas que se me acercaban mientras el resto acababa con ellos. Una pantera se abalanzó sobre unos cuantos envistiéndolo todo a su paso y un pájaro enorme agarro por sus patas a otro tarándolos por la borda. Mi hermana por su parte cogió un remo del bote salvavidas y se dedico a asestar golpes a todo el que se le acercaba.

    Un sollozo me sobresalto, no parecía que ninguna de esas criaturas fuera a llorar. Cerca de las escaleras que daban al interior del barco un niño lloraba al verse rodeado por esos seres. Sin pensarlo, propio en mí, me avalance sobre ellos gritando y aseste mandobles a todo lo que se acercaba.

    – [Owen]¿Estas bien?.-[/Owen] Me había salido el instinto fraternal. Ver a aquel niño indefenso me recordó a Elliot, así que me lance contra esas criaturas que le estaban acosando. Una sonbra se reflejo tras el niño, así que rápidamente lo encerré en el camarote de Francis y me gire solo para darme de bruces contra un licántropo. De un manotazo me lanzo por los aires e impacte con la madera del suelo, la madera crujía a mi alrededor, no solo de mi impacto, también del licántropo que se abalanzaba sobre mi. Sus garras se clavaron en mi costado y agarre su brazo peludo intentado frenar que fuera más allá.

    Note su aliento contra mi rostro, la boca me sabía a hierro por la sangre, empezaba a notar el costado entumecido y no pude evitar sonreír ante la ironía de todo esto. Empecé a notar como la sangre me hervía y mi cuerpo se calentaba en lugar de enfriarse. Aferre mi mano con más fuerza contra su brazo y de mi mano surgió una llama. El licántropo aulló de dolor  intentando zafarse y comenzó a oler a pelo quemado.

    Tras soltarle retrocedió un par de pasos, me reincorpore a duras penas y clave mis ojos en él, tras esto salió corriendo huyendo, no sé lo que vio en mí, tal vez los ojos de un hombre sin miedo. Lo último que alcance a ver antes de desmayarme de dolor fue a Francis y Xander cortas las cuerdas que conectaban a ambos barcos.

     

  • A TRES MUNDOS DE DISTANCIA

    DIARIOS DE DESTINO

    En la Luna Viltis, el grupo al que Antailtire y sus servidores y servidoras llamaban «Selenitas», se dividió en tres después de una cálida despedida antes de afrontar su futuro incierto.

    Sus caminos se separaron y cada grupo se encontró frente a un portal que les llevaría a un mundo del Cúmulo. Esta vez, más acostumbrados, cruzaron a la vez.

    SELAS

    El equipo Selas apareció reunido a la sombra de lo que parecía un templo derruido. Elliot se acercó a la estatua, representaba a una deidad con cuernos y órganos masculinos y femeninos, pero no la reconocía de los libros de historia. Se quedó observando una inscripción en una de las columnas centrales.

    Amy hizo una señal al resto para que permanecieran en silencio y se agacharan. Leo y Ezra la flanquearon, poniendo sus sentidos en lo que sea que hubiese escuchado la licántropa.

    Empezó como un sonido de arrastrar entre la hierba. Primero no veían nada, hasta que pronto empezó a escucharse tan cerca que todos pudieron percibirlo.

    Allí, frente a ellos, moviéndose entre las piedras y los restos derruidos de ese y otros templos, había una criatura de aspecto reptiliano, solo que más alta que las columnas que tenían a su alrededor. Jamie dio un paso atrás, asustada y al hacerlo no reparó en una vieja estatua que se resquebrajó al chocar contra ella.

    Con el estrépito, la criatura alzó una cabeza parecida a la de un dragón, a la que pronto acompañaron otras dos más.

    – [Vera]Aquí pone…templo de Lerna.[/Vera] – tradujo Vera. Elliot tragó saliva.


    DYAVOL

    El equipo de Dyavol sintió que algo iba mal cuando el suelo pareció moverse de manera inconsistente bajo sus pies, haciéndoles tambalearse.

    Acostumbrados al suelo firme antes de cruzar el portal, habían dado directamente a la cubierta de un barco. La lluvia les azotaba los rostros con fuerza mientras se ayudaban a ponerse en pie y reconocer dónde se encontraban.

    El barco empezó a zozobrar por la intensidad de la tormenta en la que se veían inmersos. Una violenta sacudida del oleaje inclinó la embarcación haciendo que Jane perdiese pie y cayera hacia el lado contrario. Se agarró en el último segundo a la baranda de proa, pero no aguantaría demasiado.

    Xander y Owen descendieron hacia ella sin pensarlo y la asieron entre ambos, arrastrándola a cubierta cuando parecía que se estabilizaba. Después corrieron a reunirse con el resto del grupo, al que Ruby ya había organizado, haciendo que se atasen al mástil por la cintura.

    Tras casi una hora, la tormenta amainó, pero antes de que pudieran soltarse, la puerta que daba a los camarotes se abrió y por ella salió un nutrido grupo de piratas, tanto hombres como mujeres, que les rodearon hasta que un hombre vestido con una chaqueta larga con ribetes que en su día fueron dorados y una cabeza afeitada en la que aún se distinguía un intenso pelo rojo.

    – [Francis]Vamos a resumir, soy Francis Drake, capitán de este navío. Será mejor que empecéis explicando que hacéis en mi barco, si no queréis ir de cabeza al agua.[/Francis] – sentenció. En su mano tenía una pistola cargada y preparada, en una mano que no parecía que fuese a temblar.


    NEXUS

    El equipo Nexus apareció alejado de su objetivo principal, en la cadena de montañas en la que una vez Idris, Laura y Henry habían corrido escapando de las criaturas que Zahra les había ayudado a evitar.

    Caminaron en silencio, tomando un sendero ascendente hasta que vieron sobre ellos la ciudadela flotante que se había convertido en la insignia de su tiránico gobierno, una ciudad tan grande que hacía sombra a casi todo el territorio que habían recorrido y mucho más.

    Zahra les explicó que había formas de acceder a la ciudad desde abajo, pero que los habitantes de las zonas bajas no solían tomarlas porque lo que les esperaba en La Flecha sería mucho peor.

    Plantearon varias alternativas, hasta que finalmente, tras la evaluación de riesgos de Bowie, decidieron subir por una columna de piedra recorrida de abajo hasta arriba por una escalinata que utilizaba la orden de Antailtire, un culto religioso, como peregrinación a las tierras inferiores.

    Al llegar arriba, atravesaron unas dunas salpicadas de artefactos electrónicos desechados hasta llegar a una entrada a la parte más oscura y pérfida de la ciudad, el Barrio Mecha. Se cubrieron con capas aprovechando la lluvia que acababa de aparecer y cruzaron las puertas, encontrándose con una ciudad llena de luces donde los edificios se perdían en el cielo. La gente iba de un lado para otro, algunos observándoles fijamente, cubiertos de implantes mecánicos hasta dejarles en algunos casos irreconocibles.