Moondale

Categoría: Luna Viltis

  • LA CAMISETA DEL MEJOR HERMANO DEL MUNDO

    Ellie – Kvasir

    Mañana

    Lo más difícil de lidiar con la pena, es que no siempre eres capaz de llorar para sentirte mejor. Cuando mi familia nos reunió a mi hermano y a mí para comunicarnos la noticia de que que mi abuela había muerto, noté como si me hubieran arrebatado algo importante. Quise gritar, llorar o expresarlo de alguna forma, pero me quedé bloqueada.

    Observé a Xander, que lloraba a lágrima viva y supe que su reacción era la más sana y natural. Los días pasaban y mis primas y mi hermano iban lidiando con ello cada une como podían y yo continuaba en un estado de apatía constante, con un nudo en la garganta que me impedía actuar con normalidad.

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  • A CAPELA

    LEO ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    En la Kvasir había demasiadas personas a las que apenas conocía, así que el instinto, mi verdadera naturaleza, pugnaba por alejarme de la vista para poder pensar y descansar. Un piano habría sido lo que necesitase en ese momento, o una guitarra, algo en lo que poder volcar mis dedos y mi corazón y dejarme llevar por el ritmo de la música, algo con lo que dejar de pensar.

    Pese a todo lo que habíamos sufrido desde el inicio de nuestro viaje, y también todo lo que de otra manera  no habríamos vivido, los últimos días habían resultado devastadores. Una parte del grupo, entre los que estaba Kaylee, estaba pasando como podía el dolor de perder a una abuela, mientras que otra sufría los efectos de los pactos con Caitriona. Y en medio de todo ello, seguíamos rodeados de desconocidos, especialmente ese tal Ezequiel del que no me podía fiar habiendo tantas cosas importantes para mí en aquél hogar improvisado.

    En ese tiempo, sin dejar a un lado al resto, los que más me preocupaban eran Kaylee y Noah. No iba a esconder la realidad, eran los más cercanos a mí, sí, eso lo hacía casi todo, pero también sentía que los demás tenían otras personas que cuidasen de ellos y ellas. Vera pasaba el tiempo con James y Elliot, tratando de no pensar en ninguna de sus pérdidas, era madura y parecía ser la que mejor lo estaba gestionando. Amy era infranqueable y desde luego no podía ser yo el que tratara de ayudarla, eso solo empeoraría las cosas. Xander y Elle estaban rodeados de un montón de gente, Jane, Idris, ellos mismos… Y al resto de los que habían afectado los pactos no los conocía tanto. Con respecto a eso, ser tan aislado me había ayudado.

    Pero sin embargo, aunque me preocupasen, no sabía cómo aportar algo para facilitarles el proceso por el que estaban pasando. Quizá por eso ansiaba tanto un instrumento, para poder volcar al menos lo que sentía, lo que creía que ellos sentían, y que pudieran sentir que alguien les entendía.

    Salí al exterior. El sol brillaba en la lejanía iluminando el cielo como un atardecer. En aquél lugar la noche ganaba la partida al día con facilidad, así que todo el verdor de sus campos y el azul de sus aguas debía sustentarse en magia o en maquinaria de la que abundaba en la ciudad.

    Caminé hasta unos cuantos árboles que apenas podían llamarse bosque y apoyé la espalda en ellos mientras respiraba el fresco aire no contaminado. A lo lejos, separado de la Kvasir mucho más que lo que yo estaba, distinguí la silueta de Noah. Mi hermano estaba agachado junto al lago, tenía algo entre las manos, parecía esa cámara réflex que se había traído a la misión y apenas había sacado hasta entonces.

    Lo voy a decir porque sé que aunque lo leyese, mi hermano comprendería lo que estoy diciendo. Noah era demasiado rápido para su propio bien. Todo pasaba de forma tan veloz y a la vez tan lenta ante sus ojos, que ni siquiera se paraba a sacar una foto pese a lo mucho que le gustaba, porque siempre tenía algo más que hacer, más prisa, menos tiempo que perder y más largo era para él un instante de realización como era ese. Parecía que ahora, por muy útil que fuera su poder, perderlo le estaba haciendo abrir un poco los ojos respecto a toda la vida que estaba dejando atrás. Le estaba haciendo valorar lo que tenía, día a día.

    Estaba bastante lejos como para verlo ni siquiera con mis sentidos agudizados, pero sentía que al menos en ese mismo segundo, estaba feliz, realizado. A veces necesitamos esforzarnos, poner toda la carne en el asador, toda el alma en esa canción que se te resiste desde el mismo momento en el que aparece en tu vida. Eso es lo que permite crear obras maestras, la voluntad, la tenacidad y el hecho de sobreponerse a los obstáculos.

    Noah estaría bien y seguiríamos adelante sin que nos facilitase el trabajo con sus habilidades. Así que mi mayor preocupación era Kaylee. Siempre había estado muy unida a todos sus abuelos. En realidad, ahora que la conocía de verdad en lugar de darme de bruces con su fachada externa como un ciego, Kaylee había resultado ser una persona increíblemente empática y sensible. Cada golpe que recibiese alguien lo sentía como propio, así que por aquél entonces estaría luchando tanto con su duelo como con el que sufrían los demás. Pero hay cosas que la magia no puede solucionar y una de ellas es la mente de las personas.

    – [Nate]¿Tomando el aire?[/Nate] – preguntó una voz que me devolvió a la infancia, a los ratos en aquella enorme sala de la Escuela Legado llena de juguetes, mientras eran otros los que tenían la carga del mundo sobre sus hombros.

    – [Leo]Hola Nate. Sí.[/Leo] – respondí. La voz de Kaylee resonó en mi cabeza como si fuera mi conciencia. «Eres demasiado serio. Te alejas de la gente para protegerte.» Tenía razón, conocía a aquel hombre desde que tenía memoria, siempre nos había cuidado y probablemente siempre lo hiciera, como una especie de tío eterno de todos nosotros.  – [Leo]Necesitaba pensar.[/Leo] – añadí. No era mucho, pero yo tampoco lo era sin mi música. Como un puzzle al que le falta una pieza.

    – [Nate]No hay que avergonzarse. Yo también he venido aquí para dejar de sentir un rato lo que estaban pasando los demás.[/Nate] – se sinceró. De pequeños recuerdo que Nate sabía todo el tiempo lo que necesitábamos. Era extraño seguir viéndole con el mismo aspecto.

    – [Leo]La soledad me viene bien para relajarme y ordenar mis pensamientos.[/Leo] – vi que avanzaba y sus ojos observaban a Noah, que seguía capturando en su objetivo lo que quiera que le estuviese llamando la atención.

    – [Nate]Hay mucho dolor en esa nave ahora mismo, pero también mucho amor. Tenemos que tratar de prestarle más atención a eso.[/Nate] – aseguró. Vi la sabiduría de sus palabras, la pena que sentía Kaylee solo podía contrarrestarla con el amor que sentía yo por ella, apoyándola, estando ahí. Pero con la música habría sabido llegar mejor a ella, mejor de lo que podía ahora mismo.

    – [Leo]Supongo que será así un tiempo. Han sido muchos golpes.[/Leo] – y al final por duro que sea el saco, si lo golpeas de continuo un día se romperá.  No creía que nadie se hubiera roto aún. Laura había estado a punto, por eso había elegido apartarse y evitar el golpe final.

    – [Nate]Podéis con ello. Ahora puede parecer que no, pero podéis.[/Nate] – su presencia y sus palabras eran reconfortantes, en mi mente se empezó a formar una canción sobre él, «canguro inmortal, el eterno amigo«.

    – [Leo]¿Sabes dónde está Kaylee?[/Leo] – él era el más indicado para esa pregunta porque podía diferenciarnos y localizarnos de una forma que nadie más podía. Cada persona tiene una serie de cosas que la hacen única y el conjunto de nuestros sentimientos y sensaciones es una firma que Nate sabía reconocer. Por eso nos encontró muchas veces.

    Nate sonrió, el gesto era cálido, tranquilizador «…sonrisa de estrellas serena mi alma…«. Sabía que era buena idea buscarla porque lo notaba en el corazón, pero cualquier duda que hubiese tenido la habría despejado el hecho de que a Nate también se lo pareciera. Es indescriptible la sensación de saber que hay alguien que se preocupaba por nosotros más allá de cualquier otra cosa, incluso él mismo. Nosotros éramos la familia que nunca había tenido «…padre de todos, hijo de nadie…» – [Nate]Va de camino a la piscina.[/Nate] – dijo. Y se quedó allí, observando mientras me ponía en pie y me alejaba de él, dispuesto a demostrar mi amor a Kaylee incluso «a cappella«.

  • TAN BONITA Y SEGURA DE SÍ MISMA

    Vera – Kvasir

    Mañana

    Disclaimer: este post contiene spoilers de la trama del cómic «El príncipe y la modista» de Jen Wang. Este aviso es por ti, Dioni.

    James y yo estábamos en la biblioteca de la nave anotando hechizos que más tarde practicaríamos. No es que fuera una experta en temas mágicos, pero cuando alguien necesita mi ayuda, intento poner el máximo empeño.

    La biblioteca era grande, con enormes mesas de madera y estanterías cubiertas de libros, de los cuales, muchos de ellos aún no habían sido escritos. Alguien con una alineación más caótica, se los habría leído para después publicarlos, pero no era mi caso.

    Anoté un par de hechizos más: tirer la couverture y otros tantos. Me fijé en James. Ese día, parecía con un aire más taciturno de lo habitual y su ropa, más cercana a mi época que le suya, le hacía parecer que no estaba del todo a gusto en su propia piel.

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  • ABSORBIENDO LA PENA

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tras todo lo que nos había sucedido en ese breve periodo de tiempo, decidimos esperar antes de cruzar a los últimos mundos, así los demás tendrían también un merecido descanso. Y digo los demás porque yo fui incapaz.

    En mi mente se repetían los combates, el miedo a perder al resto, los pactos y los conflictos que nos dividían y sobre todo, la muerte. No dejaba de darle vueltas a las cosas que me habría gustado hacer por última vez con la abuela, pero además, no paraba de tener miedo a que cualquiera de las cosas que ahora tenía en espera se quedasen así si perdía a alguien más.

    Tenía una lista cada vez más larga en mi cabeza: hablar con mi padre de que me sentía inferior; pedir consejo a mi madre; decirle a Sasha que también era y sería siempre mi madre también; pasar el tiempo con mis tíos y tías, con todos los que habían quedado en la Tierra; pasar tiempo con Bowie; hablar con Elle como en los viejos tiempos; dar ánimos a Henry; charlar con Owen y Dante; y … seguir pasando el rato con Jane, aunque nunca llegase a más, pero si podía ser, siendo otra cosa.  Esto último me rondaba la mente una y otra vez, tenía miedo a perder la oportunidad de decirle lo que sentía, algo que no había sido capaz de afrontar la noche en que me enteré de lo que había pasado con la abuela Elizabeth.

    Unos días antes

    Acababa de hablar con mi padre y me sentía vacío. Vagué por toda la nave evitando encontrarme con mis primas. Tenía que esperar a que mi tío Toph y mi tía Diana pudieran hablar con ellas en cuanto mi tía se repusiera, pero no me veía capaz de mirarlas a los ojos y ocultárselo. Tampoco podía estar con Elle, mi hermana estaba superando la información como podía y no quería interferir en su proceso. Y a Bowie…aún la veía pequeña para hablarle de eso, pero tendría que afrontarlo en las siguientes horas.

    Así que huyendo de todo el mundo, llegué a la cocina, donde Jane estaba batiendo nata hasta montarla, probablemente. Quería estar solo, pero por alguna razón, con ella sentía que podía estar, aunque di gracias de que no pudiera leerme también el pensamiento.

    – [Xander]Esa tarta parece muy grande.[/Xander] – le dije, esperando que entendiese a qué me refería. Seguíamos hablándonos cuando Jane descubrió que hacer postres la relajaba, o al menos la mantenía entretenida. El mecanismo se había quedado con ella de forma permanente con toda la ansiedad que había sufrido en la separación de sus padres.

    – [Jane]Puede ser.[/Jane]- comentó. No me miró, así que sentí que algo iba mal conmigo.

    – [Xander]No te voy a engañar, me da miedo preguntarte, pero tampoco quiero que se quede ahí si es conmigo.[/Xander] – me sentía sin fuerzas para afrontar una discusión con Jane. No podía ir todo mal, necesitaba que al menos nuestra amistad siguiera funcionando ahora que parecíamos haberla recuperado.

    – [Jane]No estoy enfadada contigo, ¿por qué iba a estarlo?[/Jane] – paró la batidora y mezcló la nata con otros ingredientes que tenía en un bol, removiendo hasta que se integrase. La observé, pensando qué decir, porque sus palabras despejaban toda duda de que lo que le pasaba algo.

    – [Xander]Sabes que haces postres cuando estás molesta o nerviosa.[/Xander] – dije. – [Xander]Y quiero creer que si no fuera conmigo ya me lo habrías contado.[/Xander] – quizá no, puede que aún no hubiéramos recuperado tanta confianza, pero también estaba ahí esa desazón que me hacía pensar que era entre nosotros.

    Metió la tarta en la nevera y evitó responder.- [Jane]A lo mejor debería hacer un bizcocho para el café.[/Jane] – dijo para sí.

    – [Xander]Jane, por favor…[/Xander]- le pedí. Quería que supiera lo cansado y maltrecho que me encontraba por la pérdida que acababa de sufrir, pero tampoco podía decírselo estando enfadada. No solo porque no quisiera por orgullo, si no porque le estaría arrebatando la opción de estar molesta conmigo.

    – [Jane]¿Qué?[/Jane] – preguntó. Tenía las cejas enarcadas y sus fosas se habían acentuado.- [Jane]Es que actúas como si fueras el líder y yo creía que aquí no había líderes.[/Jane] – espetó, mirando alguna otra receta en su InfiniBand a la que no debía estar prestando atención porque estaba pensando en todo lo que quería decir.

    Yo puse en práctica las teorías que conocía, en especial las que me funcionaban. Respiré despacio y la miré, aunque ella no me devolvía la mirada. – [Xander]¿En serio crees que hago de líder? ¿Por qué?[/Xander] – pregunté.

    – [Jane]Porque no has parado de hablar en la reunión y de dirigir el cotarro como si fueras una Kvasir.[/Jane]- sentenció, ahora sí mirándome. Estaba molesta, estaba seguro de que por algo más que por eso, pero prefería solucionar los problemas que tuviera conmigo antes.- [Jane]Y, que yo sepa, las Kvasir son chicas.[/Jane] – aquello me dolió bastante. Sabía reconocer mis propios sentimientos, mis emociones y mis defectos, siempre había sido una de las pocas cosas que se me daban bien. Entre mis defectos estaba el complejo de héroe, sí, pero no de líder, más bien del héroe que se sacrifica aunque los demás no lo sepan. No me interesaba estar en mitad de todo ni dirigir nada, yo solo quería que todos estuvieran bien y aligerar la carga que llevaban. Y me hacía daño que pensara así, que me tuviera por un machista, cuando eso en mi casa nunca había tenido cabida.

    Negué con la cabeza y traté de reunir las palabras recordando bien la última vez que nos habíamos peleado y no había sido capaz de controlar mis propias emociones, aislándome y apartándome de ella. – [Xander]He hablado porque trabajo como psicólogo en la escuela legado y todos acabábamos de pasar por un trauma, en especial los que aceptaron. ¿Cómo quieres que intente que no se desmorone una nave con treinta personas, la mitad desconocidos, después de algo así? [/Xander]- tenía que entenderlo, no era ciega. Sí, parte de nosotros nos conocíamos de toda la vida y las cosas eran más fáciles, pero luego estaban todos los demás, por no mencionar el hecho de que incluso conociéndose desde siempre, era la primera vez que teníamos que convivir, convivir y salvar el mundo. Solo con una de las dos cosas cualquier otro grupo ya se habría peleado hasta no hablarse. Hacía falta mucho trabajo. – [Xander]Tenía que hacer algo.[/Xander]

    – [Jane]Supongo.[/Jane]- replicó, sin parecer muy convencida. Estaba dolido y en otras condiciones lo habría llevado mejor, pero con lo de la abuela me sentía solo, desamparado y desesperanzado.

    – [Xander]Pensé que me conocías lo suficiente como para no tomarme por un machista.[/Xander] – le dije. No quería sonar molesto, pero me di cuenta de que había sido así y paré. – [Xander]Quién quiera ser líder que lo coja, yo no puedo con ese peso, mi madre está hecha de otra pasta y aunque no lo sepa, Elle también.[/Xander] – resumí, sentándome en una silla y desviando la mirada hacia el suelo.

    – [Jane]Gracias por aclararlo.[/Jane]- farfulló entre dientes. Al menos me había escuchado, pero parecía que su enfado seguía ahí y ella misma no era capaz de echarse atrás.

    Me quedé en silencio, esperando no sé muy bien a qué. Nunca me habían gustado los silencios después de una discusión, era distinto si hubiésemos estado viendo algo o leyendo, pero así…me sentía violento, como si sobrase en esa habitación pero a la vez, no pudiera levantarme para no interferir en la escena.

    Me sentí sobrecogido, la abuela, los tratos faustianos, Omega, la marcha de Laura, Jane enfadada conmigo porque pensaba que quería liderar. ¿Líder yo? Solo quería que todos estuvieran bien y a salvo porque por mi culpa estaban aquí. Tenía que decírselo, pero me sentía sin fuerzas, con miedo a quedar vulnerable. – [Xander]No quiero ser el líder, pero no voy a dejar de preocuparme por todas las personas de esta nave porque es mi culpa que la mayoría estén aquí. Yo decidí ir a por Omega y por eso estamos…aquí.[/Xander] – la voz me tembló, no quería hablarle demasiado de Omega para que no se sintiera mal, pero no podía pensar con claridad, eran demasiadas cosas, tantas que apenas conseguí terminar la frase y aparté la vista para frenar el picazón que sentía en los ojos.

    – [Jane]¿Estás bien?[/Jane] – la voz de Jane había dejado atrás el enfado y sonaba más dulce, preocupada.

    – [Xander]No.[/Xander] – confesé. No podía guardar el secreto más, a esas alturas su enfado ya no se vería afectado y si no decía lo que me rondaba por la cabeza, pensaría que era por lo que me había dicho. Fui a decir algo más pero no supe cómo reunir las palabras que harían verdad lo que había pasado.

    – [Jane]¿Es por mi culpa? Lo… lo siento.[/Jane]- dijo acercándose. Por el rabillo del ojo vi su torso inmóvil, se había quedado petrificada y en ese momento pensé que quizá ella tenía tanto miedo a perder nuestra relación como yo.

    – [Xander]No, pero no pensaba que… trataba de ayudar, entender los sentimientos del resto sí se me da bien y…era lo único que podía hacer.[/Xander] – traté de aclarar una vez más cómo me comportaba. Había pasado mucho tiempo con mi madre como para saber cómo era una auténtica líder.

    – [Jane]Lo siento mucho.[/Jane] – dijo sentándose a mi lado. – [Jane]Ha sido muy duro lo de Caitriona…[/Jane] – empezó a disculparse, pero la detuve, no quería que lo hiciera, porque no era culpa suya. Se había sentido así y lo habíamos hablado, pero yo no estaría así de no ser por lo de mi abuela, ella no podía echarse esa responsabilidad encima.

    – [Xander]No es culpa tuya. Ni siquiera de Caitriona.[/Xander] – le expliqué. – [Xander]Es… muy duro, muchas personas de las que preocuparse, demasiadas pérdidas.[/Xander] – fijé la vista en la pared que tenía frente a mí, en cada pequeña imperfección de la pintura, aunque había pocas. Era curioso, siempre me había imaginado el interior de las naves como metal por todas partes y en el exterior sí lo era, de un metal tan precioso como nunca había visto, pero por dentro, imitaba en todo lo posible a un hogar, como si quienes hubieran estado en ella hubiesen necesitado pensar que estaban en una casa en lugar de en un transporte.

    – [Jane]¿Ha pasado algo…?[/Jane] – preguntó. Me conocía, incluso tras los años separados, no necesitaba la telepatía para meterse en mi cabeza.

    Me llevé una mano a la cabeza y me masajeé las sienes. Me dolía, supuse que por el sufrimiento. – [Xander]No se lo cuentes a nadie, por favor. Mi tío está esperando a mi tía Diana para contarlo a Amy, Kaylee y Vera.[/Xander] – le pedí, antes de contarle la verdad que tenía atascada en el pecho, quitándome el aire. Jane asintió, por su mente estarían pasando toda suerte de posibilidades después de decirle lo de mis primas. – [Xander]Elle y yo hablamos con mi padre antes. Mi abuela ha muerto.[/Xander] – lo dije sin pausas, sin pensar, porque si lo hacía me echaría a llorar y no sería capaz de articular palabra.

    – [Jane]¿Delia ha muerto? No sabía que estuviera enferma.[/Jane] – preguntó. Sentí un escalofrío al pensar en eso, esperaba que la abuela Delly viviese, ella y el abuelo Arthur eran los únicos que tenía ahora, y él estaba bastante mayor.

    – [Xander]No, no…[/Xander] – expliqué. Entendía la confusión, con mis primas compartía dos abuelas, aunque técnicamente Delia era abuela adoptiva, nunca nos había tratado diferente de Amy, Kaylee o Vera, pero lo había dicho tan rápido para no pensarlo que no había especificado qué abuela. – [Xander]La abuela Elizabeth. La abuela Delly está bien, viajando hacia Moondale.[/Xander] – aclaré, sintiendo el dolor al decir su nombre.

    – [Jane]¿Elizabeth ha muerto? Dios mío…[/Jane]- se tapó la boca, conmocionada.- [Jane]Lo siento. [/Jane]- dijo mirándome. Me giré hacia ella y vi una pena que no tenía ganas de ver, se suponía que yo tenía que cuidar del resto, tenía que recomponerme.

    – [Xander]Sé que pensabas que había sido Delly por edad, pero ha sido por…enfermedad.[/Xander] – era duro hablar de ello, sabía que me estaba forzando a ser demasiado fuerte, a responsabilizarme en exceso de lo que sentían los demás mientras reprimía lo mío.

    – [Jane]¿Elizabeth estaba enferma?[/Jane] – Jane seguía mirándome y sus ojos transmitían un cariño que me reconfortó. Quizá sí podía sentirme derrotado alguna vez, apoyarme en Jane para poder volver con todas las fuerzas.

    – [Xander]Nadie lo sabía.[/Xander] – le expliqué. Lo había intentado superar a solas, más centrada en lo que iban a pasar sus hijas que ella misma. Noté las lágrimas abriéndose camino por mis mejillas, calientes. – [Xander]Cáncer. No le dieron muchas opciones y no dijo nada a nadie, salvo a Jaime.[/Xander] – omití llamarle abuelo Jaime, toda la vida lo había hecho, para rehuir de ese lazo que me unía a Jane de una forma diferente a la que yo quería.

    – [Jane]Qué horror.[/Jane]- dijo con una tristeza evidente. La belleza de Jane, además de la obvia, radicaba en que con ella no había medias verdades, lo que sentía lo hacía con toda la intensidad de la que era capaz.- [Jane]Mi padre me contó lo de mi tía y es una enfermedad terrorífica.[/Jane] – comentó.

    Asentí, tragando un poco el nudo que tenía aún en la garganta y que las lágrimas habían hecho un poco más pequeño. – [Xander]Vinimos hasta aquí buscando a Omega y ahora que nos necesitan es ella la que está allí.[/Xander] – dije, pensativo. Eran muchos problemas, no habían aguantado los Moondies todas esas veces.

    – [Jane]Volveremos cuando todo esté encaminado aquí.[/Jane]- dijo ella. – [Jane]Si conseguimos trabajar como un equipo, si nos dejamos de tonterías: estaremos pronto en casa.[/Jane] – Jane era muy práctica, tenía buenas ideas pero se olvida de que para todos los demás esto no era un trabajo pendiente, de que podían necesitar otras cosas para poder conseguir sacarlo adelante.

    – [Xander]¿Y cuanta gente más perderemos?[/Xander] – le pregunté. El miedo llevaba instalado en mí desde que vi cómo podía Omega con todos nosotros con tanta facilidad y había ido a más con cada peligro, con cada enemigo acechando en las sombras. – [Xander]Allí el tiempo es más lento, pero aquí no, podría pasarle algo a cualquiera y luego tendríamos que ir allí sin esas personas, decírselo a sus familias…[/Xander] – era tierra de pesadillas para mí, solo el hecho de pensar en volver sin alguna de esas personas, o de volver quién sabe dentro de cuantos años, con nuestras familias igual pero nosotros totalmente distintos.

    Jane hizo algo que no me esperaba, pero necesitaba. Me rodeó con sus brazos y me estrechó contra su cuerpo cálido, que parecía absorber cada pena del mío y reemplazarlo por alegría. Dejé de contener las lágrimas, no tenía sentido ya y cayeron una tras otra mientras pensaba lo que había perdido.

    – [Jane]Elizabeth era una mujer maravillosa.[/Jane]- escuchar su nombre en su boca me hizo pensar que de alguna manera, seguía viviendo, no solo en mis recuerdos y los de mi familia, si no en los de otras.- [Jane]La vida no es justa y siempre duele cuando alguien muere, pero al menos tienes que ser consciente de que os quería muchísimo y que ella, de haber podido elegir, habría querido irse así, sin hacer mucho ruido y mientras el resto del mundo sigue girando.[/Jane] – no sabía qué decir, las palabras de Jane me habían calado.

    – [Xander]Supongo que tienes razón.[/Xander] – apoyé una mano en la rodilla cuando nos separamos. Ansiaba volver a sentir ese contacto, esa descarga que parecía llevarse todo sufrimiento. Entonces ella puso una mano sobre la mía.

    Me giré y la vi tan cerca, tanto que sentía la calidez de su piel, la suavidad de su aliento al escaparse de sus rosados y carnosos labios. Mis ojos no hacían más que ir hacia ellos, ansiarlos. Nos acercamos a escasos centímetros.

    – [Jane]Voy a hacer un bizcocho.[/Jane]- dijo levantándose de pronto. Tragué saliva e intenté no ponerme rojo de vergüenza. – [Jane]¿Me ayudas?[/Jane] – preguntó.

    – [Xander]Eh si, si, necesito tener las manos ocupadas…[/Xander]- dije siguiéndola, entonces caí en lo que acababa de decir. – [Xander]Ya me entiendes.[/Xander] – aclaré. Ella se rió. A veces echaba en falta tener su poder para saber qué había pensado en ese momento, si quería ese beso tanto como yo o solo era yo. Tanto tiempo después seguía sin saber qué pensar.

    – [Xander]Lo que decías de los líderes.[/Xander] – dije mientras le buscaba los ingredientes que pedía y que conocía en su mayoría por las etiquetas que habían puesto después, porque casi todo era de la luna. – [Xander]Es verdad que somos todos iguales, pero cuando nos enfrentamos a lo desconocido, a la muerte, a la desesperación, está bien tener a alguien a quien mirar y que nos guíe. Mi madre no mandaba, pero era el pilar sobre el que el resto añadía su parte. Todos juntos, pero con alguien que los unía.[/Xander] – expliqué. Yo no era ese alguien, yo buscaba los problemas y les ayudaba con ellos, planificaba, hablaba, pero la gente no acudía a mí, sin embargo si lo hacían con Elle e incluso con Jane.

    – [Jane]El problema es que este grupo es demasiado grande.[/Jane]- comentó. Éramos muchos, sí, no podíamos compararnos con los Moondies, para cuando fueron Daë ya estaban muy unidos y eran la mitad. Si ahora tantos lo éramos, no podía imaginar el peligro que íbamos a enfrentar. Aunque era cierto que la mayoría de los recién llegados no tenían orbe Daë así que quizá no lo fueran. Y ese Ezequiel, por ejemplo, decía ser un Daë pero tampoco la tenía, podía ser todo un engaño.

    – [Xander]Entonces quizá no sea solo una persona.[/Xander] – comenté, cuando me llegó la idea. Éramos muchos, quizá Elle necesitase ayuda adicional. – [Xander]Sé que Elle tiene eso dentro, pero también lo tienes tú aunque lo trates de esconder. Y Kaylee. [/Xander]- comenté, mirándola. Sentía orgullo al ver la persona que era.

    – [Jane]No sé. Tiempo al tiempo.[/Jane] – dijo, algo cohibida, como si leyese mis pensamientos a través de mi mirada.

    Asentí. – [Xander]Si. [/Xander]- aún me rondaba el dolor, pero Jane lo había hecho llevadero. Trabajamos juntos en aquél bizcocho y llegó un punto en el que estaba tan concentrado que no la sentí cerca hasta que me dio un beso en la mejilla. Podía sentir perfectamente la silueta de sus labios por el calor residual en mi piel.

    – [Jane]Cuando volvamos a casa, te acompañaré al cementerio para que puedas cerrar el ciclo.[/Jane] – me ofreció.

    – [Xander]Gracias Jane.[/Xander] – dije mirando esos preciosos ojos cuyo iris tenía heterocromía central, la parte del iris cercana a la pupila era de tono entre bronce y dorado mientras que la externa era zafiro. Tan únicos como ella. – [Xander]Por todo.[/Xander]

    Jane sonrió.

    Presente

    Recordar aquella sonrisa y las fuerzas que ella me había dado me hicieron ponerme en pie y empezar a atajar mi lista de cosas pendientes.

    La primera, hablar con Ellie, como hermano como en los viejos tiempos y como New Moondie para aconsejarla en un papel que ya estaba cumpliendo.

  • LOS DIAS QUE PASARON

    LOS DIAS QUE PASARON

    4X11 – LOVE AND LOSS

    HENRY L. CROWE

    LA KVASIR

     

    Habían pasado un par de días desde nuestro encontronazo con Caitriona y los efectos que había ocasionado en nosotros aún eran palpables. Pero esa no era la única razón por la que se respiraba una atmósfera diferente en la nave, al poco recibimos noticias de la Tierra y descubrimos que Elizabeth, la abuela de gran parte de las personas que estaban aquí había fallecido. Pude conocerla brevemente cuando los Moondies me ocultaron de Infinity. Era una mujer agradable, simpática y no le gustaba que le llamaran señora, por eso me he referido a ella simplemente como Elizabeth.

    No sabía que hacer por ellos más allá de darles espacio, mi escape para la perdida era huir, marcharme de un lugar a otro como si no pudiera alcanzarme, pero esta vez me había alcanzado y no podía huir hacia ningún lado. Laura se había marchado y había intentando llenar ese vacío intentando mejorar la nave, pero era incapaz de concentrarme, aún percibía su presencia, como si en cualquier momento fuera a aparecer detrás de mí.

    – [Henry]Buenos días.-[/Henry] No esperaba encontrarme con nadie tan temprano en la cocina, me constaba dormir en esa habitación vacía, de por si ya era difícil en la sala de maquinas. Así que me sorprendió encontrar a Jane allí, seguramente había pasado la noche en vela también con Xander.

    – [Jane]Buenos días, Henry.-[/Jane] Me serví una taza de café y me coloque en el otro extremo de la cocina. Me costaba socializar con la gente, no entendía como pudieron elegirme para liderar una de las primeras misiones de reclutamiento, por suerte si existe alguien más antisocial que yo ese es sin duda un elfo. Además no quería que me preguntara por Laura. – [Jane]No te voy a preguntar por Laura.-[/Jane] Añadió levantando la cabeza de su taza y me tembló la mano de la mía al escuchar su nombre – [Jane]Puedes desayunar tranquilo.[/Jane]

    – [Henry]No es ningún secreto que quería marcharse. Simplemente pensé que no sería así.-[/Henry] La verdad no sé lo que pensé. Que aguantaría hasta el final de todo esto y la llevaría de nuevo a casa. En primer lugar nunca quiso estar aquí, se vio arrastrada hasta este lugar por mí culpa.

    – [Jane]Las heridas en las manos no creo que hayan ayudado.-[/Jane] No ahí día en el que no me culpe de ello. Imaginaba que conmigo estaría a salvo y le falle.

    – [Henry]¿Has hablado con ella?.-[/Henry] Quería que me dijera que si. Que estaba feliz, que había dejado todo esto atrás a pesar de lo que pudiera pensar el resto de ella, que me había… olvidado.

    – [Jane]Aún no.-[/Jane] Admitió – [Jane]Estoy enfadada con ella.-[/Jane] Añadió dándole un sorbo a su café. Jane era una de las pocas personas que había congeniado con Laura fuera de la isla. – [Jane]Me da igual que esté en la Tierra, pero me molesta que haya dejado de ser Daë. Y ya se que eso no tiene sentido.[/Jane]

    – [Henry]En parte entiendo porque lo hizo. Cuando le prometí a Xander ayudarle no pensé que fuera a ser tan complicado.-[/Henry] Cuando varios mundo se interponen en el camino no resultaba tan sencillo eso de reclutar a los Daës, y eso de que fuera un Daë aun estaba por ver. Los hijos de los anteriores eran ellos, yo aquí no era más que un mero espectador.

    – [Jane]¿Tú también quieres volver?.-[/Jane] Pregunto aguantándome la mirada. No tenía sentido mentirle ya que podía verlo perfectamente, además se me daba fatal, aún me sorprende que consiguiera estar tanto tiempo infiltrado en Infinity sin que se dieran cuenta.

    – [Henry]No te puedo mentir porque lees el pensamiento. Si, ha pasado por mi mente. Pero tranquila, no lo voy a hacer.-[/Henry] Había hecho una promesa y si algo me caracterizaba era por cumplirlas. Le prometí a Laura que volvería a por ella a la isla, a mi madre que confiara en los Moondies y me infiltrara en Infinity y a Xander que le ayudaría a encontrar los Daës.

    – [Jane]Menos mal porque de lo contrario tendría que matarte.-[/Jane] Dijo muy seria. Debió de percibir lo que estaba pesando porque acto seguido añadió con una sonrisa – [Jane]¿En serio crees que podría matarte?.[/Jane]

    – [Henry]No, no, no… es decir tu otra… lo siento quería decir… mejor me callo.-[/Henry] No quería que le molestara mi comentario. Estaba claro que lo decía de broma, pero había visto lo que su otro yo de otra linea temporal era capaz de hacer y su encuentro con el grupo fue aterrador.

    – [Jane]Te callas demasiado.-[/Jane] Y acto seguido se tapo la cara con la taza mirando al techo de la cocina. Sabía porque lo decía, después de todo era su amiga, raro sería que no le hubiese contado algo, además todos estaban presentes en aquel momento.

    – [Henry]Creo que por eso se ha marchado Laura también. No sabía como decirle que yo…-[/Henry] No entiendo como podía ser tan difícil decir dos simples palabras, a veces podía parecer una maquina sin sentimientos. La realidad es que no quería salir herido ni poner a Laura en una tesitura porque ella no sintiera lo mismo  – [Henry]¿Sabes qué? Se lo dije al que supuestamente era Niall, porque no a ti. Me gusta. Pero mi miedo es que ella no sienta lo mismo, somos amigos desde hace bastante tiempo…[/Henry]

    – [Jane]Más debería haberte dado que se fuera y no un posible rechazo.-[/Jane] A todo lo que habíamos pasado podíamos sumarle también el que por mi culpa había dejado de ser Daë.

    – [Henry]Tienes razón, no quería perder lo que teníamos y al final lo he conseguido de todos modos.-[/Henry] El mayor error que había cometido era el no ser sincero con ella. Si me hubiese abierto a ella quizás todo esto habría sido muy diferente. Tal vez no hubiese aceptado el trato de Caitriona y seguiría aquí. El trato que me ofreció Caitriona era mis sentimientos por ellas ha cambio de una cura para mi enfermedad. Si no era sincero con ella no tenía sentido el haber rechazado ese trato, aunque acabara con el corazón roto debía abrirme a ella.

    – [Jane]Aprovecha el comunicador que ha dejado en la nave y cuando termine todo esto, ve a verla a ver que opina.-[/Jane] Esta claro que no me iba a declarar a ella ahora que no estaba aquí, pero era buen momento para recuperar de nuevo su confianza, una confianza que sentía había perdido.

    – [Henry]Se te da bien esto. Gracias.[/Henry]

    [Jane]Owen tiene problemas amorosos desde que nació. Esto no es nada.-[/Jane] Jane dejo su taza en el lavavajillas y se marcho. Coloque la esfera que Laura había dejado en le encimera de la cocina y la active. No me imagine como podría reaccionar al verme, pero una sonrisa se dibujo en su rostro al ver que era yo. Los días que pasaron ya estaban haciendo efecto, se le veía mejor, más feliz de lo que nunca había sido aquí.  Laura había elegido, y lo que ahora necesitaba era la paz y tranquilidad de la isla, de nuestro hogar.

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE II

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR

    Por un momento, el hecho de verme transportado frente a la Kvasir me trajo la sensación de haberme movido gracias a mi velocidad, pero la ilusión se desvaneció rápido. Mientras todos hablaban de lo que había pasado, de lo que nos habíamos visto obligados a entregar, noté la ausencia de ese tiempo adicional en el que todo se detenía mientras yo pensaba.

    Mi mente se había quedado ágil, por suerte, supuse que por el esfuerzo de pasar más de veinte años tratando de mantener el ritmo de mi poder. Me reconfortó un poco no verme torpe, poder seguir la conversación a medida que dibujaba en mi cabeza mis propias conclusiones, pero siempre me faltaría ese tiempo extra, esa capacidad para meditar las cosas antes de hablar con el resto.

    – [Owen]¿Felicidades?[/Owen] – preguntó Owen, al que le habría venido bien haber podido meditar la respuesta viendo que la cara de Cole se alejaba mucho de la alegría. Si bien Caitriona no parecía completamente mala, había una parte de ella oscura y ansiosa de poder, una parte que ese ser al que servía había alimentado. Pero sin embargo había añadido a la madre de Cole y Dante a mi trato con ella sin pedir nada a cambio, así que en el fondo, era buena. Aunque por mucho que lo fuese, una cosa era eso y otra confiarle a tu hija, desconocida o no.

    Cole negó con la cabeza, tratando de aparentar una calma que solo era aparente, bajo la fachada, sus cimientos se resquebrajaban. – [Cole]No creo que vuelva a verla.[/Cole] – sentenció, fijando la mirada en el suelo.

    Por suerte, Sophie decidió intervenir con su trato para desviar la atención. – [Sophie]Aún no sé muy bien lo que he conseguido[/Sophie].- admitió. Había algo diferente en ella, además de que su pelo ahora tenía mechones de un rosa bastante agradable a la vista.

    Me quedé pensando en su intervención para ayudar a Cole y en como los demás lo habían hecho antes tambié, conmigo y con otros. Era una ilusión pensar que seríamos capaces de crear un grupo cohesionado como el de los Moondies con treinta personas, incluso en su tiempo, Bill, Vincent, Hiroshi y Logan iban y venían o en el caso del último aparecían cuando querían. Cada vez se veía una unión más clara y estaba confiado en que de aquello saldríamos unos verdaderos New Moondies mientras que otros serían como los de Blue o los Satellites, unos buenos aliados y aliadas que siempre estarían ahí. – [Julia]Tengo los recuerdos felices de Ezra.[/Julia]- la voz de Julia hizo que dejara de observar las interacciones no verbales entre los demás. Esperaba que no fuera cierto lo que estaba diciendo.- [Julia]Y todo lo que habéis perdido el resto.[/Julia] – añadió. Sentí un escalofrío en la espalda, mi poder podía estar en sus manos, aunque no la veía utilizarlo, ni ninguno de los otros. Quizá fuera una broma, pero el mero hecho de decirlo me recordó la parte de mí que acababa de perder y podía formar parte de alguien más ahora.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – preguntó Nate.

    – [Julia]Pues claro que no.[/Julia]- sonrió ella al ver la cara de Nate y del resto, dándose cuenta de que la broma había sido demasiado pronto.- [Julia]Me ha dado fuegos artificiales.[/Julia]- acompañó sus palabras iluminando la noche estrellada. Creo que sentí alivio al pensar que mi poder no estaba de inmediato en manos de nadie más, pero no sabía si prefería que esa parte de mí estuviera a salvo con alguien cercano como Julia o perdida en manos de quién sabe qué clase de persona.

    – [Idris]¿Y que has dado a cambio? [/Idris]- le preguntó Idris, que parecía igual de calmado y divertido que siempre. – [Idris]¿Lo que tenías suelto?[/Idris] – bromeó con una de sus amplias sonrisas que instaban a hacer lo mismo.

    – [Julia]¿Te estás metiendo con mi poder?[/Julia] -replicó Julia frunciendo el ceño.

    – [Idris]No no, que va, yo lo usaría cada vez que estuviera… ya sabes[/Idris] – por un momento no supe dónde mirar, a Idris le resultaba muy natural hablar de sexo, sin embargo a mi siempre me había resultado difícil, no como a mis padres ni como a Leo. Miré de reojo a Lexie y vi que esbozaba una sonrisa pícara, le correspondí con la mejor que pude invocar, aunque sorprendentemente, la pérdida parecía menor cuando la miraba a ella.

    – [Owen] Llevas la fiesta en el cuerpo.[/Owen] – comentó Owen, que también parecía relajado, incluso divertido, pero tenía pinta de ser fachada y en el fondo estaría preocupado por su hermana y su hermano, en especial el último, que observaba el suelo en silencio, pensativo.

    – [Julia]Pues yo estoy muy contenta con él.[/Julia]- replicó Julia sacándoles la lengua. – [Julia]Sois una panda de envidiosos.[/Julia] – añadió. La vi guiñarme un ojo, parecía que a Julia se le daba bien saber cuando tenía que bromear, porque el ambiente parecía un poco menos tenso, teniendo en cuenta la situación.

    – [Xander]¿Y tu Niall? [/Xander]- preguntó Xander, viendo que mi amigo era el único que no había dicho su trato. Me extrañaba que hubiese aceptado, porque lo primero que imaginaba que hubiese podido ofrecerle Caitriona habría sido volver.

    – [Niall] He dado mi poder a cambio de fama.[/Niall]- Julia iluminó el cielo de nuevo. – [Niall] Gracias tía.[/Niall] – dijo él. Un silencio pesado se cernió sobre todos nosotros. Nadie sabía qué decir porque Niall había entregado su poder por algo que a primera vista parecía…superficial. Pero tenía que haber más en esa historia, Niall era buena persona, confiaba en él.

    Estaba meditando qué podía decir para ayudarle cuando una luz cegadora resplandeció en mitad del círculo que había formado. Cuando la oscuridad volvió a asentarse allí, en el punto del que había surgido la luz, había ahora una esfera similar a las orbes daë, pero sin ningún color.

    – [Laura]Eh…hola.[/Laura]- dijo una voz conocida, emanando de la esfera. Pensé que solo la había escuchado yo, como estábamos todos acostumbrados a hacer con las orbes, pero vi que todos miraban hacia la imagen de Laura que se proyectaba de la misma, ahora con una ropa diferente.

    – [Henry]¿Donde estás?[/Henry] – preguntó Henry. Me sentí mal por él, por lo que significaba lo que estábamos viendo. Henry podría ser yo si la que se hubiese ido fuera Lexie, pero pese a lo mucho que detestaba estar allí, se había quedado por mí, por salvarme.

    – [Laura]En casa.[/Laura]- esas palabras salieron muy despacio, porque sabía el peso que tenían.

    – [Xander]Espero que estés bien. ¿Podrías decirnos a cambio de qué Laura?[/Xander]- preguntó Xander poniendo especial cuidado en cada una de sus palabras y adelantándose a otros que parecían tener algo….menos bueno que decir.

    – [Laura]He dejado de ser Daë.[/Laura] – evitó mirar a nadie en concreto.

    – [Dante]Es lo que me ofreció a mi. [/Dante]- repitió Dante, apoyándose en la Kvasir.

    – [Laura]Sé que…es difícil de entender…[/Laura]- Laura movió las manos con más coordinación que antes, muestra de que el trato de Vera había sido cumplido.

    – [Amy]Eres una egoísta de mierda, Laura.[/Amy]- esta vez ni Xander ni Elle pudieron evitar que Amy dijese lo que pensaba de su decisión.- [Amy]Mi hermana Vera ahora tiene unas cicatrices en tus manos para ayudarte con las tuyas.[/Amy] – pese a que Amy a veces podía resultar demasiado dura, era fácil entender que después de lo que había dado su hermana pequeña, tenía motivos para estar molesta.

    – [Xander]Amy, no estamos aquí para juzgar.[/Xander] – dijo Xander tratando de evitar una confrontación.

    – [Noah]¿Por qué podemos seguir hablando?[/Noah] – pregunté, intentando distraerles hacia otra cosa. Hasta el momento solo habíamos conseguido hablar mediante las orbes y esta que teníamos delante era diferente, de ningún elemento.

    – [Laura]No pido que me entendáis.[/Laura]-trató de defenderse Laura, se la veía a punto de perder la calma y caer presa de los sentimientos que tenía encima.- [Laura]He vuelto a casa porque no tengo madera de Daë y lo único que he pedido a cambio es esto para no perder el contacto.[/Laura] – añadió. Así que eso era obra del ser al que servía Caitriona, uno cuyos tratos no podían invalidar los Daesdi, así que sin duda, era un ser ancestral, casi tan viejo como ellos, pero en lugar de luchar por un equilibrio y una paz, se alimentaba de desesperación.

    – [Lexie]Bueno, lo único no, porque estás en tu casa mientras el esto estamos salvando la puñetera galaxia.[/Lexie]- replicó Lexie con descaro, la conocía, no le preocupaba decir lo que pensaba si creía que tenía la razón y en su caso, que había rechazado la opción de irse por ayudarnos, era difícil que no fuera a estar muy enfadada.

    – [Xander]Laura,¿te importa si hablamos entre nosotros para calmar las cosas y volvemos a hablar más tarde? [/Xander]- viendo que la situación no iba a mejorar mucho, Xander estaba optando por esperar a que se calmaran los ánimos.

    Laura asintió y tragó saliva.- [Laura]Lo siento. No puedo decir otra cosa.[/Laura]- se disculpó antes de desvanecerse. La esfera se apagó y Henry se agachó para recogerla.

    Xander suspiró profundamente, miró a su hermana y decidió romper el silencio. – [Xander]De vuestros tratos hemos aprendido que se han llevado cosas muy importantes para alimentarse de vuestra pérdida. Sería interesante saber también que os ofrecieron al resto, para que todos podamos saber dónde defendernos. [/Xander]- propuso. Era cierto que cuanto más supiéramos, más preparados estaríamos, pero quizá algunos tratos fuesen demasiado privados.

    – [Idris]A mi un cambio de padres.[/Idris] – comentó Idris encogiéndose de hombros, pero vi una sombra cruzar su rostro. Idris adoraba a su madre y a su padre, pero eso no negaba el hecho de que le habría gustado conocer a los Moreau.

    – [Dante]A mí lo de Laura, no me gusta ser Daë pero tampoco lo voy a andar regalando. [/Dante] – recordó Dante. Vi que dirigía una mirada a Chloe, parte de una conversación que desconocía.

    – [Xander]Al menos ahora sabemos que somos Daë y que falta uno o una mínimo, por Laura.[/Xander] – comentó Xander. Era curioso pensar que de pequeño me veía a mi mismo como una especie del MacLeod de nuestro grupo, pero a la hora de la verdad era Xander el que estaba jugando de alguna forma ese papel. Quizá la clave era ser más preocupado. – [Xander]A mí me ofreció poderes.[/Xander] – añadió. Su sueño de toda la vida, un héroe de leyenda como su padre y su madre.

    – [Elle]Probablemente no fuera Daë.[/Elle]- intervino Elle, dando un paso adelante.- [Elle]¿Os acordáis de Cecil, Liad, Paige y Lila? Pues eso.[/Elle] – dijo después. Era cierto que a veces había falsas pistas sobre quiénes eran Daë de verdad o no, los Daesdi hacían sus elecciones, pero luego las comprobaban con Pruebas que no todos pasaban. Si esto era una, Laura no la había pasado.

    – [Kaylee]Esperemos que no dé tanto asco como esos seres.[/Kaylee]- dijo Kaylee. Elle y ella sonrieron, conscientes de que por mucho que Laura se hubiera ido, no había caído tan bajo como para ser  una traidora como ellos.

    – [Henry]Simplemente le ha vendido grande todo esto. [/Henry] – dijo Henry, pensativo. Sí, Laura había pasado bastantes cosas y no había terminado de encontrar su sitio ni su motivación, tampoco podía culparla nadie, al menos después de meditarlo bien. – [Henry] A mi me ofreció una cura para mí enfermedad a cambio de mis sentimientos.[/Henry] – explicó. Henry no había entrado en muchos detalles sobre su enfermedad más allá de que el terreno de batalla no era el sitio donde mejor podía estar.

    – [Lexie]Espero que se los hayas dado.[/Lexie]- comentó Lexie. Sabía que no lo decía de malas y su comentario pareció romper el hielo de la tensión que había creado volver a hablar de Laura.

    – [Idris]¿Y a ti que te ofreció listilla?[/Idris] – la pinchó Idris, consiguiendo que le sacara la lengua.

    – [Lexie]Me ofreció mejorar mi poder.[/Lexie]- dijo mirándonos mientras alzaba las cejas.- [Lexie]Mucho.[/Lexie] – puntualizó. Me acerqué a ella, que estaba a varias personas de distancia y le coloqué una mano en la espalda. Pocas personas pensarían que Lexie Fenris, la heredera «mimada» del hombre más rico de Ripper, había pasado demasiadas cosas malas en su vida.

    – [Leo]A mí cambiar el pasado. [/Leo] – escuché decir a mi hermano. No necesité ver como miraba a Amy para saber que se refería al hecho de haberse ido, o quizá a no haber sido nunca convertido.

    – [Owen]A mi intento venderme una cura contra la licantropía a cambio de una herida en el alma. [/Owen]- comentó Owen enfatizando haciendo unas comillas. – [Owen]La herida era que Jane no volviera a hablarme nunca más.[/Owen] – añadió. Un precio demasiado alto, yo no habría cambiado a Leo por volver a tener mi poder, ni a Lexie, ni probablemente mi relación con ninguno de ellos.

    – [Jane]Gracias.[/Jane]- dijo su hermana, se la notaba conmovida, aunque siendo como era, no tardó en ocultarlo.- [Jane]A mí me ofreció liberarme de mi poder a cambio de darle a mi madre.[/Jane] – explicó. Xander la miró fijamente y ella apartó la mirada.

    Mike se aclaró la garganta y habló. – [Mike]Saber médico.[/Mike] – resumió. – [Mike]Pero teniendo que sacrificar a alguien de cada «especie».[/Mike] – un trato que parecía sacado de Fausto. Se me pusieron los pelos de punta solo con pensarlo.

    – [Ruby]A mí ser la líder.[/Ruby] – comentó Ruby apoyando la espalda en el brazo de Nate. Alzó una ceja y sonrió, como si dijese que era evidente que así todo iría mejor.

    – [Bowie]Ser humana del todo.[/Bowie] – dijo Bowie en voz baja, parecía estar pensando algo más, como si estuviera en otra parte.

    – [James]M-magia.[/James] – dijo James. Debían haberle pedido algo importante para negarse viendo su interés en ella, o quizá temía obtenerla de un modo así.

    – [Zahra]Librarme de una parte de mí.[/Zahra] – dijo Zahra. Me pareció duro de escuchar, así que más debió resultarle la propia oferta.

    – [Lekwaa]Librarme de ser Lekwaa.[/Lekwaa] – dijo el aludido. En el fondo lo que había ofrecido a varios, volver a una vida normal.

    – [Chloe]Ser de vuestro tiempo, evidentemente dije que no.[/Chloe] – Chloe se rió y luego pasó a fingir mirarse las uñas, aunque sus ojos seguían a Dante, que también la miraba.

    – [Nate]Saber de dónde vengo a cambio de parte de mi poder.[/Nate] – explicó Nate. Era extraño que alguien que siempre había estado allí para nosotros supiera tan poco de sus orígenes.

    – [Robin]A mí no había nada que pudiera ofrecerme.[/Robin] – dijo Robin. Por un momento dudé de si era verdad o estaba ocultando el verdadero trato. Aquel silencio recurrente volvió a instalarse entre nosotros, hasta que una voz desconocida ses escuchó detrás de nosotros.

    – [Ezequiel]A mí ser Daë.[/Ezequiel] – dijo la voz.

    – [Lexie]¿Y tú quién eres?[/Lexie] – preguntó Lexie, adelantándose para plantarle cara al desconocido. Allí a su lado parecía ser varios centímetros más alta que él. Era un hombre que no aparentaba muchos más años que nosotros, de piel tostada.

    – [Ezequiel]Mi nombre es Ezequiel. [/Ezequiel] – explicó, mirando cada nueva cara que tenía frente a él. – [Ezequiel]Y desde hoy también soy Daë.[/Ezequiel] – añadió.

    Esta vez el silencio tardó más en disiparse. Había demasiadas preguntas en el aire y para mí el tiempo daba mucho menos de sí.

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE I

    Jane – Kvasir

    Noche

    Cuando los tratos terminaron, Caitriona tuvo el detalle de dejarnos en la puerta de la nave. Fuimos apareciendo con segundos de diferencia y sentí un alivio enorme al ver a la imponente Kvasir frente a mí.

    Nunca habría pensado que un cielo nocturno permanente me produciría semejante sensación de paz, pero así fue.- [Xander]¿Estáis todos bien?[/Xander].- el primero que habló fue Alexander. No sabía si era su genética de Echolls o parte de su personalidad, pero no disimulaba que tenía aspiraciones de líder del grupo. Y había algo en eso que me molestaba. Quizás porque yo también quería lo mismo, aunque en mi cabeza compartía el liderazgo con Ellie.

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  • EL LABERINTO

    Diarios de Destino

    KADINGIR, LUNA VILTIS – TARDE

    En aquella plaza de Kadingir, la capital multicultural de la luna Viltis, Laura tendió su mano a Henry, listos para irse.

    – [Niall]Ya se lo que vas a decir porque lo veo en tu cara tía.-[/Niall] dijo Nate Allen, conocido normalmente como Niall.

    – [Lexie]Vámonos[/Lexie].- respondió Lexie. Su tristeza era patente, pero se puso en pie y cuando el hombre de aspecto extraño les hizo una seña, ella negó con la cabeza. Ese barco había zarpado, al menos por esa vez. Ella misma sentía en lo más profundo de su ser que no estaba perdiendo una oportunidad, si no la oportunidad. Por mucho que Dante dijera que podían volver a intentarlo, sentía que no volvería a ser posible, Pero había tomado una decisión, para bien o para mal, y tendría que vivir con ella, aunque no por eso le haría gracia.

    Los cuatro dieron la espalda al hombre y se internaron en un callejón, desvaneciéndose de un segundo a otro gracias a la teletransportación de Henry.

    En la plaza nadie pareció darse cuenta. El hombre misterioso, el enlace con la persona que podía mandar a otros a otros lugares y tiempos, estaba a punto de marcharse cuando una chica se colocó frente a él. Tenía unos aparatos extraños en los oídos y al colocarse frente a él se quitó uno de ellos, dejando ver una música fuerte y metálica, con voces rasgadas y ritmo electrificante.

    – [Omega]Perdona por hacerte esperar. Ya estoy lista.[/Omega] – dijo la joven. Su cabello oscuro caía a su espalda.

    – [b]El chico dijo que seríais más.[/b] – dijo el hombre. – [b]La tarifa será la misma.[/b] – negoció.

    – [Omega]Al final se echaron atrás. Pero tranquilo, yo se lo pagaré con creces.[/Omega] – sonrió con un gesto leve pero cargado de malicia.

    – [b]Muy bien. ¿Cómo te llamas?[/b] – preguntó.

    – [Omega]Verónica. Pero todo el mundo me llama Omega.[/Omega] – se presentó. Un ojo inexperto podría haberla confundido con Jane Williams, pero el pozo de oscuridad que tenía esta en su interior las diferenciaba mucho más de lo que lo hacían sus ropas de cuero, sus piercing o su maquillaje oscuro.

    – [b]¿Cuándo y dónde planeas viajar?[/b] – preguntó de nuevo mientras la conducía a un edificio vigilado por guardias.

    – [Omega]Me apetece volver a la Tierra. A mediados del siglo XXI.[/Omega] – añadió.

    – [b]Será necesario que lo concretes más cuando la veas.[/b] – explicó el hombre, deteniéndose ante una gran puerta plateada. – [b]Tienes que pagar antes.[/b]

    Ella asintió y el hombre se llevó la mano al cuello, como si una mano invisible le apretase la tráquea. Apretó hasta que dejó de respirar para siempre. Omega siempre pagaba, pero a esa misteriosa gurú de los viajes en el espacio y en el tiempo le pagaría con otra moneda. A ella le había calado muy hondo aquél refrán sobre no dar peces a alguien si no enseñarle a pescar. Así que iba a robarle para siempre la caña y volver a la Tierra por sus propios medios. Y quién sabe, cuando se aburriera quizá volvería a esos mundos para terminar lo que empezó con aquél grupo. Pero para eso debía recuperarse antes.

    Omega se colocó los auriculares y abrió las puertas plateadas. Al otro lado pronto empezaron los gritos, pero nadie lo oyó. Cuando hubo terminado, usó su nuevo poder para irse de aquél lugar. Ni siquiera el tiempo y el espacio podían decirle ya lo que debía hacer.

    Mientras tanto, Henry aparecía junto a Lexie, Niall y Laura en mitad del campo de batalla. La situación estaba peor de lo que pensaban y si seguía así, irían cayendo uno a uno. Ellos no eran guerreros, habían llevado una vida de paz mientras los Moondies luchaban sus batallas y ahora se enfrentaban a un enemigo superior. La última vez habían conseguido que se retiraran pero ahora se enfrentaban a todos los soldados de élite de Antailtire y una ilusión poderosa no les salvaría, ya habían gastado esa carta.

    Aun así, lucharon con toda la fuerza y recursos que tuvieron. Las ilusiones de Lexie inundaron el campo de batalla mientras Henry acudía a la Kvasir para tratar de ajustar las defensas que había estado tratando de reactivar. Incluso Laura y James jugaron su papel ayudando a salir del combate a Noah, que se había visto rodeado y había acabado herido. Por suerte, habían llegado a tiempo, pero aún tenían que vencer.

    La victoria no es un camino recto, a veces la mejor forma de ganar está en saber retirarse a tiempo. Kaylee lo sabía, así que reunió sus fuerzas unidas a las de Sophie y Robin y modificó sobre la marcha el conjuro para cambiar de cuartos, tocando ligeramente y sin darse cuenta la conciencia de una deidad mágica que estaba a la espera. El conjuro se activó y todos se vieron transportados a otro lugar lejano.

    SELAS – LABERINTO DEL ALBA

    Kaylee se sorprendió al ver que se encontraban en un lugar desconocido. Alcanzaba solo a ver setos de más de tres veces su altura que lo cubrían todo excepto el camino por el que caminaba. Ezra olfateaba el aire a su lado, intentando averiguar algo más por cualquier medio. Aprovechando las esferas Daë supieron que estaban todos en el mismo lugar, pero eran incapaces de verse. Aquél laberinto mágico ocupaba una enorme extensión y ellos habían aparecido emparejados por el azar en distintos puntos de la entrada. No podían retroceder, así que el objetivo era llegar al centro y encontrarse allí para decidir el plan. Lo que no sabían era que en ese centro les esperaba otro lugar completamente, el bosque que rehuían la mayor parte de habitantes de ese mundo, habitado por una criatura que mantenía su poder a base de oscuros pactos. Caitriona les esperaba expectantes.

    Kaylee y Ezra, Elle y Owen, Lexie y Noah, Vera y James, Cole y Zahra, Dante y Niall,  Lekwaa y Elliot, Bowie y Xander, Julia y Amy, Robin y Laura, Idris y Jane y finalmente Henry, Nate y Ruby .

  • NUESTRO PODER NO NOS DEFINE

    DIARIO DE JAMES BARNES

    KADINGIR, LUNA VILTIS – TARDE

    Cada día junto a aquellas personas era a partes iguales emocionante, fascinante y terrorífico. La experiencia de cambiar de cuerpos había sido impactante, pero nada comparado con ver a los muertos alzarse y luchar contra nosotros. Había soñado con la magia toda mi vida, estaba dispuesto a trabajar más duro que nadie y a dejar mi vida atrás por ella, pero acababa de comprender que no amaba todos sus aspectos y que el poder no es bueno ni malo, solo depende de la mano en la que esté.

    Mi padre, un ateo de la magia toda su vida, resultó ser parte de una especie de dios de la magia tiránico con muchos aspectos, incluso femeninos. No podía esperar nada bueno de ello, había enviado a aquel grupo a matarnos, pero aun así, en todos los años que había conocido a mi padre jamás había sido un hombre malvado. Estricto en mi educación desde que murió madre sí, preocupado, pero no era una mala persona.

    Pasé los primeros días antes del cambio conociendo bien aquel barco estrellado que antaño surcaba el cielo y más allá. Todo parecía sacado de un sueño y más de una vez pensé si no me habría vuelto loco de tanto leer como decían algunos trabajadores de mi padre. En cuanto volví a mi cuerpo retomé los paseos y las preguntas a las personas que allí vivían, tratando de no molestarles demasiado. La mitad de las veces me sentía como una sombra a la que nadie veía, observándoles como si fueran personajes de una novela. En esos momentos mi miedo a que todo fuera una invención de mi cabeza era más fuerte.

    Otras veces algunos se paraban conmigo y me hablaban, en especial Vera, a la que había cogido mucho cariño después del apoyo que me había prestado en mi mundo. Ella, sus hermanas y Leo serían siempre una clase de amistad diferente para mí porque habían estado en uno de mis peores momentos.

    Así que cuando empezó aquel debate sobre si volvían o no a su lugar de procedencia, esa «Tierra» de la que tanto había oído hablar, y supe que dos de ellos pensaban irse y dos quedarse, me sentí dividido. Por suerte para mí, que siendo nuevo en eso de decidir mi futuro no llevaba muy bien tomar yo las decisiones, la muchacha de pelo oscuro que parecía la madre de todos, Jane, decidió que tanto Vera, como Elliot, como yo, teníamos que irnos porque éramos demasiado jóvenes.

    Los demás le discutieron hasta que tuvieron que ceder, yo me limité a hacer caso a lo que recomendaba. Era una adulta responsable, seguro que sabía lo que decía.

    Noah, el que siempre me respondía todas las preguntas pero a veces lo hacía demasiado rápido, vino a buscarnos por la tarde. Venía ya acompañado del gigante de piel broncínea, Nate, de Vera y de Elliot. Nos explicó que él y Nate solo iban para ayudarnos y volverían con los demás. Al principio pensé que habría una especie de fiesta de despedida pero al parecer se había creado una clase de pacto unánime sobre evitar decir adiós, sin necesidad de hablarse entre ellos para formalizarlo.

    Me coloqué a un lado de Vera y ella me sonrió. Mi estómago se sentía extraño, como si tuviera un remolino de aire en su interior. Volvía a lanzarme a lo desconocido y eso me daba miedo, pero al menos iba con alguien a quien apreciaba. Noah fue llamando a algunas puertas y se nos unieron más personas.

    De una salió Laura, la chica que había despertado en la guarida de los malos conmigo y que había resultado herida, iba acompañada del ingeniero del barco volador, Henry. Pensé que él sería una pieza clave que no podría faltar, pero si su esposa estaba en esas condiciones era normal que se fueran ambos. Luego me di cuenta de que Vera me había explicado que aunque dos personas de distinto sexo durmieran en la misma habitación no tenían por qué estar casados. También dijo que si eran del mismo sexo podían estar casadas también. Aún tenía muchas cosas a las que acostumbrarme, la magia era el menor de mis problemas.

    De otra salieron una chica que me asustaba, que era la que había descubierto que podían viajar a la Tierra, junto a Niall, el chico que también había estado en la guarida de los malos. Esos sí sabía que no estaban casados, Lexie parecía estar cortejando con Noah, aunque no les había visto muy juntos desde que había llegado a aquel barco. Y Niall, por lo que había explicado Vera, prefería la compañía masculina a esos efectos. En mi mundo eso ni siquiera era una opción, pero de inmediato sentí que eso era como debía ser.

    La cara de Noah había cambiado desde que Lexie iba en el grupo. Ella charlaba y parecía contenta del viaje más que ninguno y cuanto más se le notaba, más serio y afectado parecía él. De uno de los cuartos salió solo el chico de pelo rubio que tenía alas de ángel, pero que no se comportaba para nada como uno, Dante se llamaba, como el de la Divina Comedia.

    Por último de otro de los cuartos salió solo Amy, que se limitó a caminar cerca de nosotros con aire pensativo. Parecía que no quería irse realmente, pero algún motivo la instaba a ello. Por ahí había escuchado algo de un amor trágico, al parecer, su licantropía podía matar al chico de fuego gemelo de Jane, Owen. No se me olvidaría ese nombre pese a que eran muchos porque su presencia se hacía ver. Eso y que mi bisabuelo se llamaba Owen.

    Salimos de aquel barco y la maravillosa brisa del exterior me recorrió mientras el sol me bañaba con sus rayos. Aquella sensación era revitalizante, pero duraría poco. Nos pidieron que nos colocáramos en un círculo agarrados de las manos y Henry empezó una cuenta atrás. Al terminar, aparecimos en otro lugar completamente diferente y mi estómago, que ya no estaba muy bien antes, se vació en una esquina antes de saber dónde habíamos ido a parar.

    Vera y Elliot me ayudaron a recomponerme y cuando alcé la vista tuve ante mí una inmensa ciudad de edificios que no se parecían nada entre sí.

    – [Noah]Vendrán a buscarnos a esta plaza.[/Noah] – indicó Noah. Estábamos en una especie de gran plaza central en la que terminaban catorce calles principales, que sí, conté mientras esperábamos más tarde. Cada calle empezaba en un cartel de piedra labrada con un símbolo y conducía a una zona con un aspecto diferente, con mercados y más plazas. Más tarde me enteraría de que cada calle simbolizaba uno de los mundos del Cúmulo, para que los que habían huido de ellos se sintieran cómodos. Solo allí, en la plaza central, se reunían tenderetes y gentes de todo tipo. Vi ropas de gentes del pasado como griegos y vikingos, pero también seres de cuento y otros que nunca había imaginado a los que los demás llamaron «alienígenas».

    – [Lexie]¿Alguien quiere un kebab del espacio? Voy a pillar uno[/Lexie]- propuso Lexie. Parecía que evitaba mirarle y noté una tensión extraña entre ellos. Se suponía que Noah hacía esto por ella, se notaba entre los dos un abismo invisible.

    – [Niall]El mio sin salsa.-[/Niall] comentó Niall agarrándose del brazo de Lexie. Un gesto tan natural nunca lo había podido ver en mi mundo.

    – [Noah]Yo os espero aquí.[/Noah] – puntualizó Noah. Le temblaba un poco la voz. Lexie y Niall se dieron media vuelta y se marcharon hacia uno de los puestos.

    Mientras esperábamos en silencio, observé a las personas que pasaban, conté las calles, miré los carteles y traté de distinguir el horizonte de aquella enorme ciudad en la luna. Entonces, Amy se apoyó en Nate, llevándose una mano a la sien. .- [Amy]Noah, tengo que contarte algo[/Amy]. – dijo tratando de enderezarse.

    – [Noah]¿Has tenido una visión?[/Noah] – preguntó él, acercándose. Amy tenía el rostro más pálido que de costumbre y al acercarnos, su frente estaba perlada de sudor.

    – [Amy]Tenemos que volver[/Amy]. – respondió, después de asentir.

    – [Lexie]NO[/Lexie].-gritó Lexie, que llegaba en ese momento con la comida, que terminó derramada en el suelo.

    – [Noah]Espera, Lexie.[/Noah] – pidió Noah.  – [Noah]Cuéntanos qué has visto.[/Noah] – le dijo a Amy.  Ella empezó a dar detalles muy concretos pero que daban una imagen desdibujada. No me había imaginado las visiones así, pero tal y como ella lo describía, eran un cúmulo de sensaciones, no solo de ver, si no de otros sentidos. Recomponiéndolo todo una vez nos lo contó, en algún lugar de aquella luna, los seguidores de Antailtire que nos habían atacado se habían reagrupado, uniéndose a otros tantos más, y planeaban el ataque antes de que pudiéramos recuperarnos. El ataque sería esa tarde, antes de que oscureciera y los demás irían cayendo mientras nosotros nos íbamos.

    – [Noah]Voy a volver. Podría pasar en cualquier momento.[/Noah] – sentenció Noah. Miró a Nate, que asintió. Los dos iban a irse, inmediatamente.  – [Noah]Vendrán a buscaros aquí, os reconocerán aunque yo no esté.[/Noah] – me di cuenta de que hablaba como si todo el plan de irnos a la Tierra siguiera adelante, pero dejándoles a ellos atrás ante un peligro indeterminado. – [Noah]Estaremos bien.[/Noah] – su última mirada fue para Lexie, pero nadie habló, el silencio cayó sobre todos hasta que Nate lo rompió.

    – [Nate]Tened mucho cuidado.[/Nate] – y de un instante a otro, se desvanecieron. Los demás, los que íbamos a irnos, nos quedamos allí en silencio, mirándonos. Esperaba que alguien dijera que volviéramos, que fuéramos ayudarles aunque no fuéramos los más fuertes. Algo podríamos hacer.

    – [Amy]Yo tengo que volver[/Amy].- dijo Amy al poco. Miró a todos y fue caminando hasta su hermana para estrecharla en sus brazos. Eché de menos haber tenido algún hermano o hermana, pero viendo lo que tenía que asimilar ahora de padre, mejor no desearlo a nadie más.- [Amy]Saluda a todo el mundo de mi parte y ten cuidado[/Amy]. – le pidió.

    – [Vera]No, si yo me voy contigo. He venido por no escuchar a Jane, pero no pienso quedarme cruzada de brazos mientras alguien me necesita[/Vera].- miré a Vera plantada allí, estoica. No pensaba dejar que nadie decidiera por ella. Ojalá yo fuera igual. Pero al menos con su decisión, podía sumarme.

    – [Elliot]No creo que Jane se enfade si volvemos para ayudarles.-[/Elliot] intervino Elliot. Los dos que tenían mi edad volvían.

    – [James]Y-yo voy con vosotros. No tengo…sitio al que ir y no voy a-a dejarles así.[/James] – me temblaba la voz, no quería ofender a nadie después de contar conmigo para irse, pero era lo correcto.

    – [Lexie]¿Os estáis escuchando? Amy se lo puede haber inventado todo, porque no soporta quedarse sin enrollarse con Owen[/Lexie].- soltó Lexie, poniendo un gesto que me daba miedo. Estaba enfadada, mucho.

    – [Amy]Por supuesto. Esa era mi intención. Me has descubierto[/Amy].- replicó Amy, con un tono de voz carente de emoción. Aun así, la vi poner los ojos en blanco un instante.

    – [Dante]No creo que hubiese venido hasta aquí para eso Lexie. Además nada te impide irte igual..[/Dante] – intervino Dante. Él había hablado durante parte del camino y estaba bastante convencido de irse, pero ahora no sabía ya si estaba hablando de que él también se iría o de que Lexie podía hacerlo pero él no.

    – [Laura]Yo no tengo mucho que aportar, así que me iré igualmente[/Laura].- comentó Laura, encogiéndose de hombros. Aún tenía las manos vendadas y estaba débil.

    – [Niall]Pues anda que yo, que solo estoy en esta historia de soporte moral.-[/Niall] reconoció Niall.

    – [Amy]Cualquier ayuda es poca[/Amy].- admitió Amy, más preocupada de lo que dejaba ver. ¿Habría visto en la visión una señal de que teníamos que ir todos? Yo no dudaba de ella, de eso estaba seguro, si decía que había visto algo, era así.

    – [Lexie]¿QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ?[/Lexie] – gritó Lexie. Me eché un par de pasos hacia atrás, encogido. Vi que alguna gente se giraba hacia nosotros.

    – [Amy]No me escuches si no quieres. Solo digo lo que he visto[/Amy].- me sorprendía ver a Amy con paciencia, era una loba a la que ya había visto enseñar las garras en mi mundo. Pero allí estaba intentando mediar. Quizá necesitaba que Lexie volviera.

    – [Lexie]Es que no tenía que haberte dejado venir, porque siempre lo jodes todo[/Lexie].- Lexie se llevó una mano al pelo, nerviosa. Quizá más que nerviosa estaba molesta, con un enfado que se le escapaba de las manos.

    Dante caminó hacia Amy. – [Dante]Cuanto antes nos vayamos, mejor. [/Dante] – dijo. Lexie le miró, parecía sorprendida de que él también se fuera. Laura, Niall y Henry estaban todavía al lado de Lexie. – [Dante]Aprovechad para volver a casa. Yo volveré a intentarlo.[/Dante] – añadió. Notaba algo de pena en sus palabras, pero estaba decidido.

    – [Amy]¿Vamos?[/Amy]- preguntó, mirando hacia Dante. Nos esperaba una buena caminata hasta el barco volador, no sabía cómo lo haríamos sin Henry y su don, pero todos se acercaron a Dante como si él también pudiera hacerlo. – [Amy]Ojalá pudiera enseñarte lo que he visto[/Amy].- comentó Amy apartándose de nosotros para ponerse frente a Lexie. Ella seguía fulminándola con la mirada pero Amy le puso una mano en el hombro de una forma extraña, como si no fuera consciente de lo que hacía y Lexie, antes de poder apartarse, cayó de rodillas al suelo. Amy no sabía cómo lo había hecho ni que podía hacerlo, pero había compartido su visión con Lexie, que se quedó de rodillas con los ojos muy abiertos, sorprendida, procesándolo.

    Amy volvió junto a los demás y de pronto mi corazón dio un vuelco cuando la oscuridad nos rodeó por completo.

    – [Henry]Quizás deberíamos volver también. Es decir, si fuéramos nosotros los que estamos en peligro habrían venido…-[/Henry] escuché decir a Henry, casi como un eco lejano.

    – [Laura]Pero yo no puedo hacer nada[/Laura].- respondió Laura. En su estado, tenía razón. Al menos ella tenía un don, yo no tenía nada, no sabía cómo podría serles útil, pero estaba dispuesto a averiguarlo.

    – [Henry]Eso no es cierto, nuestro poder no nos define. Necesitan nuestra ayuda Laura.-[/Henry] – replicó él.

    – [Laura]Gracias[/Laura].-añadió ella. Noté algo diferente en su voz, como si algo hubiera cambiado, pero antes de poder pensar, sentí el tirón de la vez anterior y aparecimos en mitad de la pradera. Solo que ahora la tranquilidad de antes se había visto reemplazada por un combate encarnizado donde los sirvientes de Antailtire, el ser del que era parte mi padre, trataban ya no de apresar si no de matar al resto de habitantes del barco volador, que asistía a la lucha como un espectador de fondo.