Moondale

Categoría: Nexus

  • VUELTA AL DULCE HOGAR TEMPORAL

    Amy – Nexus

    Tarde

    Noté una punzada en el pecho cada vez más intensa. No le di mayor importancia, pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me lo hubiesen roto y entonces lo entendí: algo le había pasado a mi otra mitad. Algo le había pasado a Jane.

    Vi a Owen llevarse una mano al pecho y pensé que solo estaba siendo melodramático, pero cuando la pantomima empezó a durar más de lo que se considera aceptable, me preocupé. Supe que no era abroma porque cayó de rodillas. Entonces, alargué mi mano para ayudarle y llamé a nuestro otro compañero de aventuras.- [Amy]Lekwaa, ayúdame, por favor[/Amy].

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  • EL CORAZON ROTO

    OWEN WILLIAMS

    NEXUS

    Que no os engañe mi sensual foto del encabezado, me encuentro en un estado lamentable y vivir en la edad media no ayuda. Yo que siempre había sido asiduo a un buen afeitado casi toda las mañanas y ahora no podía porque francamente no me iba a jugar el cuello a que un desconocido me pasara la navaja por el. Además la única zona de aseo era un lago en el que me frotaba un par de hojas por el cuerpo para no oler demasiado, con esto de ser medio perro ahora me daba la impresión de que siempre apestaba. Además aprovechaba para hacer mis necesidades en el bosque, que eso de tirar la mierda por las ventanas es bastante guarro.

    Por suerte Lewkaa, que el muy bastardo se había pasado un mes retozando en un vórtice espacio temporal con sus espíritus, menuda juerga se habrá metido, apareció con la buena noticia de que había un modo de salir de este lugar. Así que nos despedimos de esas personas que tan bien nos habían tratado a pesar de ser unos desconocidos y nos marchamos. En todo este tiempo no me había alejado mucho del poblado más allá del bosque, por lo que me resulto rarísimo que esta diera paso a una jungla, aunque no había nada más raro en este mundo que esa ciudad flotante futurista.

    – [Lekwaa]Se supone que hay un guardián ancestral vinculado al portal principal de cada mundo.-[/Lekwaa] Habíamos dado por hecho que estaríamos atrapados aquí para siempre al encontrar el portal destruido. Como nos podíamos haber dado por vencido tan pronto, esta claro que todo tiene su salida de emergencia, incluso los mundos.

    – [Amy]¿Eso te lo han dicho los espíritus?.-[/Amy]Pregunto Amy mientras por mi parte me preguntaba si mi espíritu se vincularía al de Lewkaa cuando muriera, lo mismo podía seguir por aquí con el resto a pesar de no ser corpóreo.

    – [Lekwaa]No, Laura.-[/Lekwaa] Estaba tan extraído intentando evitar el dolor que por un momento pensé que Laura había muerto y era uno de esos espíritus. -[Lekwaa]Y a ella tú padre.[/Lekwaa]

    – [Amy]Eso es trampa, ¿eh?.-[/Amy] No sé si le molestaba más que Lekwaa hubiese acudido a su padre para que nos ayudaran o que no sé le hubiese ocurrido antes a ella.

    – [Lekwaa]Anoche habló conmigo a través de la esfera.-[/Lekwaa] La mía parecía mas un pisapapeles que otra cosa, no podía hablar con Jane o Elliot por ella. – [Lekwaa]Yo les confirmé qué es lo que despertó cuando Antailtire desapareció.[/Lekwaa]

    – [Owen]¿Y que pinta tiene ese guardián?.-[/Owen] Pregunte notando como me costaba cada vez más moverme, demasiada humedad en este lugar.

    – [Lekwaa]El mono. Como en el zodiaco chino.-[/Lekwaa] Buena suerte al equipo que le tocara el dragón,  aunque ese lo mismo era más fácil de encontrar por tamaño.

    – [Amy]Pues entonces que vaya Owen que son familia.-[/Amy] De cualquier otra persona hubiese tomado eso como un cumplido, pero tratándose de Amy supongo que podría aludir al gran intelecto que compartía con ellos.

    – [Owen]Perdona pero estos días soy más un lobo por muy mono que sea.-[/Owen] Le mostré mi mejor cara sensual empapada en sudor.

    – [Lekwaa]Creo que dos lobos ganan a un mono, aunque a saber que nos encontramos.-[/Lekwaa] Añadió apartando un par de lianas por el camino, ya podríamos haber cogido un par de machetes para abrirnos paso.

    – [Amy]Una loba y un moribundo en realidad.-[/Amy] Intentaba mantener el ritmo de ambos pero me costaba. No quería ralentizar la marcha, en parte quería salir de allí cuanto antes, ver a Jane y Elliot por última vez, incluso a mi padre y madre.

    – [Owen]Aún me defiendo bien.-[/Owen] Las llamas se arremolinaron alrededor de mi mano. Desde el ataque del lobo sentía mi poder de otra manera, como si el fuego fuera una extensión más de mi.

    – [Lekwaa]El viaje será largo, al menos cinco o seis días.-[/Lekwaa] Cinco días caminando, este pavo quería matarme antes de que la licantropía acabara conmigo. [Lekwaa]- ¿Estarás bien?.[/Lekwaa]

    – [Owen]De maravilla, lo mismo la palmo antes, estas maldiciones son una lotería, nunca sabes cuando te va a tocar.-[/Owen] Ya podría haberme tocado la lotería, o un amor correspondido, yo soy de cosas simples.

    – [Amy]Ni que la muerte normal pudiera predecirse.-[/Amy] En parte tenía razón, lo mismo me daba un chungo en la patata de tanto caminar y me moría antes que por la licantropía.

    – [Lekwaa]Ha habido mucha aquí, muertes mucho antes de su tiempo.-[/Lekwaa] Pobre hombre, debe ser duro estar todo el día rodeado de fantasmas. Por el lado bueno nunca estas solo, pero por el malo ni cagar puedes tranquilo, y no hablemos del sexo, menudos corta rollos.

    – [Amy]Que agradable.-[/Amy] A su lado Amy parecía la alegría de la huerta.

    – [Lekwaa]Antes hablaba de cosas normales…-[/Lekwaa] Añadió con una sonrisilla melancólica.

    – [Owen]Chicos, deportes, caballos…-[/Owen] No era ningún secreto que a Lekwaa le gustaban los caballos… y los chicos.

    – [Lekwaa]Laura me ha dicho que ha contactado con más.-[/Lekwaa] Quise preguntarle por los demás para ver como les iba, echaba de menos los días que pasamos en la nave.

    – [Amy]Me imagino que habrán visto que sin ayuda no íbamos a salir de aquí.-[/Amy] Teniendo en cuanta que llevo un mes aporreando hierro y ella correteando por el bosque, si, si no llegan a intervenir seguimos durmiendo en camas de paja con el culo al raso.

    – [Lekwaa]Siempre viene bien un empujón en la dirección correcta.-[/Lekwaa] Añadió señalando una pendiente descendente cubierta de barro y raíces de árboles.

    – [Amy]¿Es una indirecta?.-[/Amy] Por si acaso retrocedí un poco, si hubiese estado al lado de ella fijo que me habría lanzado por esa pendiente.

    – [Lekwaa]Sin empujón… literal.-[/Lekwaa] Añadió mientras bajaba con agilidad entre las raíces.

    – [Owen]Puedes agarrarte a mí, el terreno esta desnivelado…-[/Owen] De poco me sirvió la caballerosidad cuando caí de culo al suelo y baje un par de metros de barranco con el trasero.

    – [Amy]Lo siento, no debería reírme de un moribundo.-[/Amy] Por encima de mí resonaba la risa de Amy, bueno al menos aun era capaz de sacarle una sonrisa aunque fuera a costa de mi integridad física.

    – [Owen]Tienes un humor retorcido, te ríes de las desgracias ajenas.-[/Owen] Intente quitarme el barro de los brazos pero solo conseguí esparcirlo más, al menos me quedaría un cutis divino.

    – [Amy]No me río de que te vayas a morir.-[/Amy] Agarre su mano y tiro de mí ayudándome a levantarme, o yo estaba más flojo de lo habitual o ella tenía una fuerza sobrehumana por parecía un muñeco en sus manos. -[Amy] Pero no quiero que te lo tomes demasiado en serio.[/Amy]

    – [Owen]A pesar de mi característico sentido del humor no puedo dejar de pensar en que estoy condenado.-[/Owen] Todos vamos a morir, es una realidad. Pero en mi caso siempre pese que sería de viejo, aun viviendo en el mundo que vivimos y a las criaturas que nos enfrentamos nunca pensé que caería ante ellas. Y al final voy a sucumbir a algo por mi condición de aesir.

    – [Amy]No creo, pero por si acaso: ¿hay algo que quieras hacer antes de dejar este mundo?.-[/Amy] Pregunto clavándome esos profundos ojos verdes.

    – [Owen]En este ya está todo hecho, en los otros no lo sé.-[/Owen] Joder que profundo me ha quedado esto ¿no?.

    – [Amy]Me refería a antes de morirte, so palurdo.-[/Amy] Añadió arreándome una colleja que casi me desencaja la cabeza.

    – [Owen]Pues claro que hay cosas que quiero hacer antes de morirme.-[/Owen] La primera de ellas no morirme por una conmoción cerebral después de semejante leche.

    – [Amy]Pues di una, coño.-[/Amy] Añadió resoplando.

    – [Owen]Ser padre, pero lo veo complicado a corto plazo. Tal vez probar algo peligroso como el pez globo, si voy a morir igual…-[/Owen] Parece que estoy pensando con la barriga en vez de con el cerebro, pero que voy a hacer ¿paracaidismo?, salte dentro de una montaña para llegar hasta estos mundo y he viajado a través del espacio tiempo entre mundos, el paracaidismo ya se queda corto.

    – [Amy]¿Ser padre?. ¿Te vas a morir y quieres dejar a un pobre bebé que aun no ha nacido huérfano?. Tu crueldad no tiene limites.[/Amy]

    – [Owen]Eh que yo no he dejado preñada a nadie… que yo sepa.-[/Owen] Ni que fuera el padre de Dante que iba dejando churumbeles allá por donde pasaba.

    – [Amy]Tienes a Anne por ahí que ya te viene con hijo.[/Amy]

    – [Owen]No quiero que el crío se encariñe conmigo y después darle el disgusto cuando ya no este, bastante con perder a un padre.-[/Owen] Me pregunto como reaccionara el mío cuando ya no este. Parece que en nuestra familia nos persigue la muerte.

    – [Amy]La madre puede que también se encariñe. Yo lo dejo caer.-[/Amy] Anne era graciosa y sorprendentemente directa.

    – [Owen]Es complicado, es feliantropa. No se cómo funcionaría eso en mi. Una maldición ya es bastante no crees.-[/Owen] Tal vez me curara la licantropía o a lo mejor empezaba a escupir bolas de pelo.

    – [Amy]Te persiguen las tías con pelo.[/Amy]

    – [Owen]Parece que tengo un tipo después de todo.-[/Owen] Amy me volvió a mirar con sus penetrantes ojos verdes y no dijo nada más.

    Note una punzada en el pecho cada vez más intensa, no le di mayor importancia pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, era como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me hubiesen roto el corazón, y entonces lo entendí, algo le había pasado a mi otra mitad, algo le había pasado a Jane.

  • CON OWEN TODO ES FÁCIL

    Amy – Nexus

    Mañana

    Dejé a los cachorros jugueteando entre ellos, me interné en la maleza y me puse la ropa del lugar. Una vez salí, vi que en la plaza de aquel poblado de madera que ahora era mi hogar, Lekwaa miraba a Owen como el que acaba de ver a un fantasma.

    Me costaba creer que ya lleváramos un mes en este sitio y mi relación con el que había sido un buen amigo, pareciera rota para siempre. Al principio, estaba convencida de que no me hablaba porque no quería nada romántico con él y, aunque quizás en parte fuera cierto, Owen estaba lidiando con algo que le atormentaba y a mi nariz no se la podía engañar.

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  • ABANDONADOS

    5X01 – ABANDONADOS

    DIARIOS DE DESTINO

    Con un último grito, la chispa de Antailtire se desvaneció del Cúmulo Nexus y con ella, los residuos de su magia, buena y mala. Los hechizos protectores que mantenía sobre Dyavol se atenuaron y el mal que tanto tiempo había estado recuperando poder se liberó al fin, alzando sus tentáculos sobre los otros trece mundos.

    Cuando la oscuridad se cernió sobre todos, los portales se cerraron y con ellos, las esferas Daë se quedaron en silencio. Los mundos habían sido aislados.


    NARA

    El sol estaba en su cénit cuando dos barcazas cruzaron la garganta de Takachiho en dirección a la aldea oculta. Cole admiró la catarata frente a ellos, por muchas veces que la contemplase, no dejaba de sorprenderle. Niall, detrás de él, parecía más absorto en sus pensamientos. En la segunda barcaza, Zahra remaba en silencio, vigilando sus espaldas.

    Habían pasado dos meses desde que los tres habían aparecido en las orillas de la aldea. Las heridas se habían curado hacía ya semanas, las físicas, al menos. Y mientras tanto, habían tenido que acostumbrarse a una vida muy distinta, sin saber si los demás habían corrido una suerte similar o eran los únicos supervivientes.


    KOURAS

    El forajido conocido como Jimmy el Rápido era fiel a su apodo. En apenas unos segundos desenfundó sus Colt y disparó hacia el sheriff hasta vaciar ambos tambores. El hombre, al que apodaban «El Mestizo», cayó al suelo, con su camisa teñida de la sangre que manaba de los agujeros de su pecho.

    Jimmy sonrió y lanzó un grito, dispuesto a tomar la ciudad de Bandera junto a sus muchachos. Pero algo raro pasaba, el ayudante del sheriff seguía montado en su caballo, sin moverse. Había quien decía que tenía una pata metálica, aunque seguro que lo que no podía era moverse y por eso Henry el Silencioso seguía ahí.

    Exactamente un minuto y cuarenta segundos después de ser disparado, el sheriff Ezequiel se levantó, aún con la camisa cubierta de sangre y sin ningún orificio de bala. Diez minutos después la banda de Jimmy iba de camino al calabozo de Bandera, cada vez más lleno.


    KARDAS

    El herrero martillaba la última espada que le habían encargado. Cuando terminó de darle forma, la agarró con las pinzas y la metió en el balde para enfriarla. No estaba mal, había mejorado y aunque no era su pasión, le daba de comer y le permitía mantener la cabaña.

    Estaba empaquetando el encargo cuando un muchacho se acercó y se quedó mirándole. No era la primera vez que le veía merodear por allí. Sabía por la gente que iba y venía, hablando de más sin que él quisiera escuchar, que el niño era un huérfano cuyos padres habían muerto a manos del Rey Christian el Cruel. No necesitaba chismes para saber qué buscaba el niño.

    – [Dante]Vete, chaval, aquí no quedan héroes.[/Dante] – el niño echó a correr y él no tuvo tiempo a sentirse mal, porque se encontró con la mirada de reprobación de Chloe.


    KARNAK

    Tras la desaparición de la Gran Diosa Hathor, los teriántropos adorados como viejos dioses lucharon por sus viejas sedes de poder, dominando ciudades que en algunos casos terminaron enfrentadas entre sí. La gente de a pie fue la que más sufrió, cayendo en las luchas sin fin o entregando su vida a la creación de monumentos para sus dioses, que buscaban recuperar el tiempo perdido.

    No todo habían sido desgracias, algunos viejos y dioses y diosas trajeron prosperidad a sus pueblos. Contaba la leyenda que poco después de la desaparición, uno de los viejos dioses benevolente se había instalado cerca de la orilla del río. Decían que él tenía cabeza de pantera y era dios de la medicina y su diosa dominaba las aguas con su piel escamada. Para ello solo había que encontrar la ciudad de Bubastis.


    DAONNA

    Una bandada de velociraptor estaba tratando de rodear y capturar a su presa. El demonio de piel aguamarina al que perseguían no parecía muy fácil de comer, pero había entrado en su territorio y el grupo tenía hambre.

    Acecharon en la maleza y aceleraron para perseguirle cuando fue consciente de su presencia y echó a correr. El ser no era especialmente rápido, en varias ocasiones estuvieron a punto de darle una dentellada y ya estaban más cerca de encerrarlo en el desfiladero que había unos metros más allá. El demonio siguió corriendo, ahora cada vez más y más rápido, dejándoles atrás sin frenar hasta que apoyó un último pie en el borde del desfiladero y dio un gran salto al otro lado.

    Volvió al lago rosa cargado con una bolsa de gigantescos frutos salvajes que le recordaban a una mezcla entre melocotón y coco. De un paso a otro, la verde pradera y la playa a orillas del lago dieron paso al paseo de una gran ciudad. Había entrado en los dominios del poder de Lexie, ya estaba en casa.


    TERRA

    Dresden estaba siendo reconstruida, una ciudad pacífica en mitad de un conflicto que aún no había terminado de solucionarse. El viajero y la viajera, ocultos tras sus capuchas, cruzaron la plaza sin detenerse a admirar las vistas. Su misión era más urgente y aquella no era más que una ciudad de paso.

    Habían ido de una a otra, durante meses, tratando de poner su parte para minimizar todo el daño que había hecho la guerra e intentar que no volviera a ocurrir, por mucho que algunas partes estuvieran a punto de volver a estallar. Al menos, esta vez no había una mano invisible controlando que esa guerra perdurase. Había esperanza.

    Descansaron a comer algo de lo que llevaban en sus petates y mientras Robin usaba su magia para predecir el próximo punto débil para la paz, Ezra volvió a intentarlo. Una vez más no consiguió llegar a nadie. O habían desaparecido todos o algo ocurría con las esferas Daë.


    VALANTIS

    Idris soltó una carcajada. Si alguna ventaja tenía todo aquello, era que al menos la televisión era buenísima y gratis, lo malo era que habría matado por una pantalla plana en lugar de aquella enormidad. Echaba de menos algunas comodidades, pero no podía quejarse, llevaba cuatro meses viviendo con Ellie.

    Al principio, cuando habían llegado al mundo, trataron de contactar con el resto por todos los medios, pero fue imposible. Las esferas se habían callado y ninguno de los portales funcionaba. Estaban encerrados en aquél lugar.

    Así que habían conseguido un trabajo, alquilado una casa en la zona suburbana y se habían dedicado a buscar una forma de volver a la Luna mientras trataban de hacer vida normal en un planeta en el que los no muertos aún luchaban por ser tratados como algo más que propiedades.


    NEXUS

    La loba parda corría entre los árboles, con su melena sacudida por el viento. Olía las hogueras de la villa elfa cercana. Seguramente Owen las había encendido esperando que alguien preparase un buen asado.

    Olisqueó de nuevo y se aseguró de que los lobeznos la siguieran. Allí estaban, un poco más atrás, enzarzados en una batalla de mordiscos. Aún eran demasiado jóvenes, pero Amy estaba orgullosa. En aquél lugar había conseguido encontrar paz incluso después de lo que había pasado.

    Los sobrenaturales les habían acogido y les habían dado un hogar. Ella intentaba que fuera suficiente, no podía asumir que el silencio de los demás era algo bueno después de casi un mes. Pero Owen no se rendía, había tratado de ir a la ciudad de la Flecha pese a que estaba sellada y no se conocía nada de lo que pasaba en su interior, salvo que ahora las sombras acechantes que perseguían a la gente de la superficie habían desaparecido y las aldeas estaban recuperando su vieja gloria.

    Haleth estaba cerca de Owen, la elfa y el aesir parecían esperarla con noticias. Entonces vio que una cara conocida acababa de llegar al pueblo, Lekwaa.


    DAGRKNOT

    Bowie observaba en la distancia cómo Elliot pescaba la cena. Pensó varias formas en las que podría pescar de manera más óptima, pero había decidido que con las personas era mejor dejarles darse golpes hasta que encontraran la solución por sí mismos que dársela en bandeja.

    Lo que sí contó fueron los minutos que llevaba a la intemperie. Según el termómetro instalado bajo sus retinas, la temperatura de Elliot estaba bajando bastante. A esas alturas otro habría sentido tanto frío que hubiese castañeteado los dientes, pero él no tenía ese lujo.

    Decidió intervenir y llamarle justo cuando él pescó al fin algo que no era una espada oxidada. Bowie lo preparó con eficiencia y tras calentarse en una hoguera que ella también había preparado, siguieron el camino hacia la aldea pesquera más próxima. Con suerte allí encontrarían un barco que pudieran usar en ese mundo lleno de aguas siniestras que cobijaban criaturas más siniestras aún.


    ARTISAN

    Vera llevó la leña a la cocina y atizó las brasas para que ardiera con fuerza. Jamie llevaba toda la tarde estudiando en la biblioteca y alguien tenía que encargarse de que no murieran congelados.

    Poco tiempo después de aparecer en una ciudad cercana, habían vuelto a la casa familiar de los Barnes para encontrársela abandonada. Los sirvientes habían tenido que marcharse cuando viejos empleados del padre de Jamie empezaron a aparecer para hostigarles y tratar de recuperar sus salarios perdidos con su repentina desaparición.

    Por suerte no se habían llevado nada de gran valor, porque estaba bien escondido. Gracias a eso podrían mantenerse una buena temporada, porque la casa tenía a su alrededor todo lo que pudieran necesitar. Solo que alguien tenía que encargarse.

    Pese a todo, habían sido unos meses agradables, aunque Vera no conseguía quitarse el regusto amargo de no saber nada de sus hermanas ni de los demás.


    SENATUS

    El gigante se dejó caer en una esquina de su habitación, poco más que una celda pese a los honores que supuestamente le rendían. Miró sus muñecas, donde semanas atrás había tenido cadenas de metal, pero no por eso ahora era libre, sus cadenas eran de otro tipo.

    Aquella tarde había acabado con otra vida, la de un demonio de cabeza cubierta de pinchos. Era fuerte, parecía violento pero eso no lo justificaba. Él también era violento en la arena, la magia del Luditor se encargaba de ello, volcando toda la ira y la rabia del público y de los otros combatientes sobre su empatía para sumirle en una furia que le avergonzaba.

    Habría acabado con su existencia si no tuviera la esperanza de volver con los demás. Por eso, y por ella. Unos pasos resonaron por el pasillo y la puerta se abrió.

    – [b]’Bárbaro’ aquí tienes tu premio. Intenta hacer menos ruido hoy, bestia.[/b] – dijo el guardia, empujando a la mujer hacia el interior. Cuando se marchó, ella sonrió. Era un alivio sentir esa energía positiva. Sin Julia hacía mucho que no habría podido seguir adelante.


    SELAS

    El muchacho arrastró la improvisada camilla por la hierba, algo cansado después de llevar todo el día caminando, cruzando ríos con ella en brazos. Pero no había tiempo para descansar, cada segundo contaba, necesitaba llegar allí cuanto antes.

    – [Xander]Aguanta Jane.[/Xander] – le pidió, girándose para mirarla. Tenía los ojos cerrados, sumida en un sueño febril. Le tocó la frente, ardía. Preocupado, se detuvo. Descubrió con cuidado el vendaje que le cubría el pecho a la altura del corazón. Hacía ya unos días que había dejado de sangrar, pero el veneno seguía extendiéndose, ramificándose desde el orificio de bala hasta el resto de su cuerpo.

    Le cubrió la herida bien, le puso un paño húmedo en la frente y siguió caminando, cargando con la camilla. No podía perderla a ella también, tenía que llegar hasta el Laberinto, encontrar a Caitriona y curar a Jane. Daba igual el coste.


    DYAVOL

    La criatura permaneció atenta, olfateando en busca de la presa. La saliva le caía irremediablemente, el reinado de la oscuridad le había dado seguridad para dar rienda suelta a su maldad, pero al amparo de la noche eterna las criaturas habían acabado demasiado pronto con los tiernos humanos y ahora la comida empezaría a escasear.

    El ser estaba harto de ratas, por eso cuando vio a aquella tierna humana la siguió hasta los confines de aquella montaña. Las dos lunas se alzaban en lo alto del cielo nocturno y entonces vio el bulto cubierto de mantas cerca de la hoguera.

    Ansioso, fue hacia ella preparando sus dientes para masticar, pero antes de que pudiera levantar la manta y descubrir que era un engaño, alguien le rajó la garganta desde atrás. Ruby colocó el pie sobre la criatura y la tiró montaña abajo. Estaba cansada de huir y de correr, de luchar cada día por sobrevivir. Y también, de estar sola.


    LUNA VILTIS

    Los refugiados de Dyavol habían llamado a la ciudad Selene, aunque decirle ciudad quizá sería demasiado. En aquél momento eran poco más que un conjunto de cabañas reunidas, pero era la promesa de algo más, de un futuro a salvo de la oscuridad eterna que prometía su hogar.

    Francis hizo su ronda habitual y ascendió el valle hasta llegar a la colina desde la que podía ver la nave estrellada.  Cada día iba allí para ver si los demás habían vuelto, si William había cumplido su misión con más suerte de la que él mismo esperaba. Pero seguía sin haber nadie. Parecía un monumento a las vidas perdidas más que el hogar que había visto brevemente que era.

    Dio media vuelta y se dirigió a la gran ciudad de la Luna. Allí no era nadie, no tenía que fingir tener las respuestas mientras él mismo las buscaba, entre otros viajeros preocupados porque de pronto ya no podían volver a casa. Todos los portales se habían cerrado. Quizá por eso no habían vuelto ninguno.


    GWIDDON

     

    – [Kaylee]Parece que los Daesdi se han olvidado de nosotros.[/Kaylee] – dijo la hechicera pelirroja después de un nuevo e infructuoso intento de potenciar la esfera Daë para comunicarse con los demás.

    Leo asintió, silencioso. Acababa de preparar la comida para ambos y se observaba las manos con cautela. Ahora unas cicatrices recorrían parte de los dedos de su mano derecha. Cuando fueron absorbidos por el agujero negro de Antailtire, acabaron entrando en Gwiddon por un portal, pero un fragmento de metralla viajó con ellos.

    Instintivamente, Leo puso una mano frente a Kaylee, pensando en convertirse en metal. La metralla fue más rápida, atravesó carne y hueso, destrozando todo a su paso. Por la forma en la que dolía y cómo anulaba su curación sobrenatural, supieron que era plata.

    Había tardado un mes en volver a mover los dedos con normalidad, pero ahora que volvía a estar con fuerzas habían emprendido un viaje para encontrar a los demás. Aunque en aquél mundo ya corrían rumores sobre la hechicera pelirroja y sus habilidades.

     

  • EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NOCHE

    Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

    Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

    – [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

    – [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

    Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

    Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

    – [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

    – [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

    – [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

    – [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

    Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

    Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

    De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

    Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

    – [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

    Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

    – [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

    – [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

    – [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

    – [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

    Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

    Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

    Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

    – [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

    – [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

    – [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

    Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

    – [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

    – [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

    – [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

    – [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

    De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

    Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

    Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

    Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

    Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

    Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

    – [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

    Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

    – [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

    La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

    Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

    Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

    Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

    No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

    Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

    – [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

    Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

    Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

    Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

    Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

  • MI HERMANO, MI HEROE

    ELLIOT WILLIAMS

    NEXUS

    Apenas nos dio tiempo a descansar algo tras regresar a la nave. Nos cambiamos de ropa para no destacar en Nexus y cogimos algo de comida de la cocina. Parecíamos una familia que estaba a punto de salir de vacaciones y que se quedaba dormida, lo que ocasionaba que fuéramos a toda prisa. Me sorprendió ver a tanta gente congregada alrededor de la nave y parecía que nos estaban vitoreando, al menos a algunos de nosotros.

    Llegamos al monolito que nos llevaría hasta el Nexus y tras cruzarlo aparecimos en una plaza. El lugar estaba desierto, no era más que una ciudad en ruinas, sin embargo el cielo estaba iluminado y no por estrellas precisamente. Toda la vida que faltaba en la zona que nos encontrábamos estaba en una futurista ciudad por encima del cielo.

    – [Xander]Por aquí, tenemos que ir con cuidado, dicen que nos esperan ejércitos de Antailtire.-[/Xander] Xander encabezo el grupo ya que era el único que sabía por donde debíamos de ir.

    – [Leo]¿Estamos preparados para eso?.-[/Leo] Leo no parecía muy convencido de nuestras opciones y entendía porque. A lo largo de los diferentes mundos por los que habíamos pasado nos habíamos enfrentado a diferentes criaturas, pero nada comparado al poder que nos estaba esperando en este mundo.

    – [Kaylee]Más nos vale.-[/Kaylee] Kaylee le paso la mano por el brazo a Leo en señal de animo. No puede evitar pensar en Tina, el tacto de su piel grabado a fuego en mi mente.

    – [Xander]Habrá que centrarse en llegar a la iglesia.-[/Xander] Nos especifico Xander, no podíamos hacer mucho más. -[Xander]No podemos enfrentarnos a tantos.[/Xander]

    – [Jane]Deberíamos trazar un plan.-[/Jane] Propuso mi hermana, pero andábamos demasiado ensimismados mirando entre la oscuridad de las esquinas como para pararnos a pensar en algo.

    – [Dante]Pues estamos jodidos porque los fuertes están ahí.-[/Dante] No me pare a debatir con Dante porque estas cosas solía guardarlas para mí, pero estaba equivocado. Mi hermana era la persona más fuerte que conocía, si se lo proponía podía acabar con todo en cuestión de segundos. Es fácil sucumbir ante tú poder, más difícil es contenerse a el.

    – [Kaylee]¿PERDONA?.-[/Kaylee] La voz de Kaylee resonó en el ambiente. Probablemente se estaba sintiendo como yo me había sentido la mayor parte de mi vida, menospreciada.

    – [Dante]Bueno todos menos tu y yo.[/Dante]

    – [Owen]Creído.-[/Owen] Dante sonrió con suficiencia.

    – [Xander]Elle y su grupo abrirán las puertas a la señal, así que preparaos para correr.-[/Xander] Xander desenvaino su espada, a su lado Amy y Ezra volvían a transformarse en licántropos, mientras que Leo optaba por su versión más hibrida recubierto de titanio. – [Xander]A Idris no le va a gustar que hayan acampado tan cerca de la nave.[/Xander]

    – [Kaylee]Algún día habrá que decirle que la nave no es suya.-[/Kaylee] Kaylee aprovecho el cuerpo de Leo y se cubrió tras él mientras avanzaba lanzando bolas de fuego. Amy y Ezra abrieron camino dando dentelladas a unas extrañas criaturas que eran casi todo huesos.

    – [Owen]Francis esta poniendo orden, cuando volvamos ya deberían de estar instalados.-[/Owen] Al parecer toda esa gente que se encontraba acampada en el exterior de la nave provenía del mundo en el que había estado Owen y puesto que lo nombraron líder de equipo se propuso no dejar a nadie atrás. Sus brazos se recubrieron de fuego, era como si las llamas salieran de él, nunca lo había visto usar su poder así.

    Observe como Dante a nuestro lado intentaba abrir la umbra para transportarnos más cerca de la iglesia, pero no era capaz. – [Dante]Puedo usar mi poder pero no entrar en la umbra.[/Dante]

    Amy y Ezra regresaron hasta nuestra posición. La primera cargo a Vera y Jamie mientras que Ezra rondaba cerca de mí para que hiciera lo mismo. Julia se adelanto y se subió encima de él.

    – [Julia]¿Te gusta como cabalgo, guapo?.-[/Julia] Pregunto mientras fingía que movía un sombrero imaginario en el aire. Amy se adelanto siendo cubierta por las bolas de fuego de su hermana.

    – [Elliot]No creo que pueda contestarte.-[/Elliot] Añadí subiendo tras ella. Cuando Ezra salió disparado a toda velocidad hacia la iglesia me agarre a la cintura de Julia inconscientemente. A nuestro lado paso Sophie a lomos de un leopardo.

    – [Julia]Suelo dejar sin palabras a todos mis amantes.-[/Julia] Ezra no podía responderle pero el lobo negó con la cabeza como su pudiera entenderla. Idris desde el otro extremo creo dos muros de hielo haciendo un pasillo para que nos resultara más sencillo llegar a todos.

    – [Xander]Vale, ya estamos aquí pero si cerramos las puertas no van a aguantar.-[/Xander] Añadió Xander tras separarse del abrazo de su hermana. Algunos nos refugiamos en la iglesia mientras otros seguían en el exterior impidiendo que entraran en ella. Cole y Ruby se cubrían las espaldas entre ellos como si llevaran toda la vida peleando juntos.

    – [Dante]¿Siempre tienen que hacerse de rogar?[/Dante] Dante cerro el portal que había creado delante de él cortando a un demonio por la mitad. -[Dante]No estamos en una puta peli, siguen llegando.[/Dante]

    – [Owen]Tal vez si nos hacemos los vencidos aparezcan. Les gusta hacerse los héroes.-[/Owen] Owen lanzaba llamas en un extremo, cortando el paso de un grupo de amazonas.

    – [Jane]Owen, tú deberías de estar descansando.-[/Jane] Al lado de mi hermana, Elle lanzo una espada contra el marco de la entrada impidiendo que un grupo de guerreros entrara en la iglesia.

    – [Xander]Pensad que cuando esto acabe puede que volvamos a casa por fin.-[/Xander] Creo que nada deseábamos más ninguno de nosotros. Habíamos llegado muy lejos como para caer ahora, entregado demasiado en el juego de Caitriona.

    – [Owen]Me encuentro bien.[Owen]

    – [Jane]Tú cara no dice eso.-[/Jane] Algo debía de haber pasado en el mundo que habían visitado. Es cierto que la cara de Owen era de esfuerzo, pero lo estaba asociando el descomunal uso de su poder.

    – [Owen]Mi cara es de que como no lleguen los puñeteros Daës estamos muertos.-[/Owen]

    – [Nate]No os aconsejo desanimarnos.-[/Nate] Nate se encontraba rodeado. Su poder se concentraba en los pensamientos positivos de los demás, como perdiéramos toda esperanza de ganar Nate no podría hacer nada.

    – [Owen]La vida es maravillosa Nate.-[/Owen] El fuego en mi hermano era cada vez menos intenso.

    – [Nate]Así me gusta.-[/Nate] Con las palabras de animo de mi hermano Nate comenzó a rebosar energía y se deshizo de las gárgolas que tenía encima lanzándola por los aires. Lexie creo un montón de copias de si misma peleando. En realidad era una estrategia para que el enemigo pensará que éramos demasiados, ya que las ilusiones de Lexie no eran corpóreas y no golpearían a nadie. Pero no se vieron muy amedrentados cuando entre sus filas aparecieron las manos.

    – [Cole]Esto se pone feo.-[/Cole] Nos fuimos replegando hasta la iglesia mientras el ejercito de Antailtire nos asediaba cada vez más. Estábamos atrapados en una ratonera, no teníamos ninguna otra forma de escapar. Jane salió corriendo en dirección opuesta, cuando me gire encontré a Owen de rodillas. Me lance junto a mi hermana para cargar con él. Cree un escudo a nuestro alrededor con el anillo y lo fui alternando con una espada como me enseño Ezra mientras avanzábamos hasta la iglesia.

    – [Owen]Mi hermano, mi héroe.-[Owen] Añadió sonriendo entre dientes arrastrando los pies. Pose mi mano junto a la suya que llevaba en el costado. Y entonces lo sentí por primera vez, un dolor atroz, un dolor como si me estuvieran desgarrando el costado.

  • EL DESENLACE PRIMERA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NEXUS

    A mitad de camino nos reunimos con el equipo de Selas. No pude reprimir dar un abrazo a mis primas antes de volver recorrer aquellas calles, de pronto vacías, siguiendo el recorrido que nos habían indicado Bowie y Noah.

    A mi lado, Jane caminaba en silencio, sumida en sus pensamientos o quizá en los de alguna otra persona. Parecía extraño pensar que en lo que para nosotros había sido esa misma mañana, habíamos tenido que pasar ya por una lucha desmedida.

    Notaba mi propio cansancio a cuestas, las heridas acumuladas esa misma mañana aún sin cicatrizar. La vida no era como una lucha de bola de dragón en la que con unas judías mágicas te repones de pronto de todo.

    Pero también cargaba con aquel breve instante en el que la distancia entre Jane y yo se había reducido a la nada, el momento en el que todo había vuelto a ser como antes, solo que con los cambios de circunstancias que habían dado los años.

    Cinco horas antes

    – [Xander]¿Captas algo?[/Xander] – le había preguntado a Jane. El combate estaba siendo duro, las fuerzas de la oscuridad de Dyavol eran eternas y teníamos que encargarnos de proteger tanto a la gente inocente como al Daë, cuando resultaba difícil sobrevivir nosotros mismos.

    Jane y yo nos habíamos situado cerca del castillo, yo para tener una buena visibilidad del campo de batalla y ella para tratar de captar las intenciones de las fuerzas enemigas y emitir los avisos al resto.

    Los dos estábamos cansados ya de defender la posición. Jane pese a no entrenarse demasiado, era fuerte por genética y se manejaba perfectamente con el goteo que iba llegando después de que el tenue ejército de terian de William les frenase.

    De pronto había divisado a la gente dirigirse con mayor ritmo hacia el barco y mi mirada se cruzó con la de Jane cuando sus ojos se abrieron ampliamente, como si acabara de recibir una sacudida.

    – [Jane]Confusión.[/Jane]- admitió poniéndose seria de pronto y evitando mirarme.

    Un ser parecido a una criatura murciélago bípeda impidió que pudiera hablar. Cuando terminé con ella, me di cuenta de que Jane estaba tan cerca que notaba el calor que irradiaba su cuerpo. Traté de pensar con claridad, pero mi imaginación me jugaba malas pasadas.

    – [Jane]Bueno, vamos a ver qué podemos hacer.[/Jane]- comentó, parecía un poco distraída. Había algo raro, que no terminaba de encajar. Volví a mirar hacia abajo, a la gente caminando hacia el barco como si necesitaran algo de allí desesperadamente. Entonces vi a Ruby, muy quieta, como si estuviera concentrada en algo.

     -[Xander] ¿Es Ruby?[/Xander] – pregunté a Jane.

    Ella asintió, tragando saliva.- [Jane]Sí. Está alterando las feromonas para que la gente…[/Jane]- su mirada se perdió en el brazo con el que sujetaba la espada. Me sentí fuera de lugar pensando en lo que podría estar pasándole por la mente.

    – [Xander]Ya, que piensen menos en el cansancio.[/Xander] – asesté un tajo a otra criatura que reptaba hacia nosotros. Era una idea brillante, darles algo por lo que luchar apelando a los instintos más primitivos. El problema era que afectaba a todos, incluso a nosotros. Bueno, a todos menos a mí.

    – [Jane]Eso es.[/Jane] – respondió Jane con dificultad, como si su mente estuviera en otro lugar. Traté de concentrarme en la lucha en lugar de pensar que Jane estaba…bueno,ya sabéis. Pero me resultó imposible. Un soldado cadáver me hizo retroceder hasta darme de espaldas con Jane. O más bien, de culo.

    – [Jane]Deja de pensar en mi culo, anda.[/Jane]

    – [Xander]Pero si no puedes leerme los pensamientos.[/Xander] – repliqué. Me giré esperando una reprimenda, pero vi que sonreía. Mandé colina abajo al soldado de una patada y pensé si debía ser totalmente sincero.

    – [Jane]No necesito leerte el pensamiento para saber lo que estás pensando, porque yo estoy pensando lo mismo.[/Jane] –  me sorprendió. Era el efecto de Ruby, aunque en teoría, solo despertaba la atracción, sin controlar por quién la sentías. Lo sabía porque por algún motivo, había un tomo en la biblioteca de la Escuela que trataba de eso.

    – [Xander]¿En tu propio culo o en el mío?[/Xander] – respondí. Necesitaba centrarme, no podía aprovechar ahora para destapar mi atracción, sería injusto.

    – [Jane]No voy a responder a nada de lo que luego pueda arrepentirme.[/Jane] – admitió ella, sin perder la sonrisa. Esa Jane espoleada por el efecto de las hormonas producía en mi el mismo efecto que debía producir el poder de Ruby en los demás. Al menos eso imaginaba, con mi inmunidad nunca lo sabría.

    Al huir la gente, más enemigos empezaron a llegar. Jane y yo seguimos peleando en la misma posición, pero el espacio empezaba a ser tan reducido que notaba el roce de su espalda contra la mía, era capaz de dibujar en mi mente el contorno de su trasero después de quince minutos. Si seguíamos así, algún enemigo aprovecharía mi distracción, o la suya.

    – [Xander]Quizá deberíamos pelear separados.[/Xander] – sugerí, con miedo a que pensara que lo decía porque no me atraía. Ella asintió y se alejó en la dirección contraria, pero no duramos más de diez minutos separados, hasta que un gigante con alas membranosas me lo empezó a poner difícil y ella acudió en mi ayuda.

    El ser lanzó a Jane cuando le asesté un tajo mortal en la femoral y corrí para recogerla. Cayó encima de mí y con la fuerza del golpe acabamos los dos en el suelo. Todo su cuerpo estaba estirado contra el mío, notaba su calor bajo la ropa, su respiración cerca de mi cuello.

    La miré a los ojos, nuestros labios estaban apenas a un centímetro de distancia, aunque de un segundo a otro esa distancia se desvaneció. Pensé apartarme, que no era moral aprovechar que estaba influida por el poder de Ruby, pero cuando la vi querer besarme con tanta intensidad, no pude contenerlo.

    El beso fue pasional, pero no duró mucho. Una explosión cercana nos hizo volver a la realidad en la que nos encontrábamos. Evitamos hablar de ello y miramos hacia el barco, donde casi todos estaban ya resguardados y los Daë se encargaban de abrirse camino hacia William, el último de los suyos.

    Al subir al barco con el resto supe que Ruby había tomado el efecto de su propio poder para que no ocurriera ningún accidente. Saberlo solo me dejó con la duda de si había sido antes o después de nuestro beso.

    Jane evitó mirarme en el camino hacia la Kvasir y después hacia Nexus, así que no parecía que fuera a descubrirlo en el futuro próximo.

    Presente

    Sumido en mis pensamientos, atravesé junto a los demás aquella plaza llena de las huestes de Antailtire. Los y las mejores guerreros y guerreras de cada planeta colonizado por ese dictador.

    Los demás nos prestaron su ayuda para llegar hasta la Catedral, donde los que menos aptitudes de combate tenían pudieron resguardarse mientras que el resto formábamos un semicírculo protector ante la puerta.

    La lucha era agotadora, pero sumido en el combate, evitaba pensar en el futuro menos inmediato. Solo tenía tiempo para preocuparme de que siguiéramos aguantando, hasta que parecía que no podíamos más.

    Fue entonces, como siempre, cuando aparecieron. Los Daë, al completo y al parecer, con varios años de diferencia con respecto a como los habíamos visto hacía unas horas. Era como si hubieran recorrido mucho más aún cada uno de los mundos, en una senda en la que nosotros solo nos habíamos limitado a poner las primeras piedras.

  • FRIO POR FUERA Y CALIENTE POR DENTRO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS

    Corrimos y corrimos atravesando callejones, solo recuperando el aliento cuando nos cruzábamos con gente y teníamos que disimular caminando más despacio. Tenía una sensación bestial de deja vu, solo que en aquél sitio, lo que destacaba no era el color de mi piel, si no mi aspecto de elfo, que por suerte y por desgracia, mantenía oculto.

    El único alivio que tenía era que por suerte, me había tocado con Elle al escapar de los policías. No era por desmerecer a Henry o a Zahra, pero había salido ganando con el reparto. Aunque se hubiera tenido que pasar casi una hora hablando por la esfera con los demás, usando a otros de los que estaban en otros mundos de puente para comunicar con los que no tenía línea directa porque no eran coleguitas elementales.

    – [Elle]Te noto cansado de correr.[/Elle] – me dijo cuando volvimos a estar en un callejón oscuro. Era curioso que hubiera tantas calles por las que no pasaba nadie, supongo que para darles la falsa sensación de peligro que algunos necesitarían.

    – [Idris]No es físico. Estoy cansado de correr de la policía.[/Idris] – confesé. Por mucho que fuera hijo de gente que vivía bien, en cuanto abría la boca cuando no debía, me miraban por mi color de piel y poco más, salvo que alguno conociera a mi padre.

    – [Elle]¿Qué se te ocurre?[/Elle] – preguntó. Se quitó la capucha y dejó al descubierto esa melena rubia. Nunca había sido muy de oro, pero el suyo sacaba mi urraca interior.

    – [Idris]Poco, esta gente odia a los sobrenaturales, la mitad nos delatara si nos ve.[/Idris] – razoné. Como asomara mis orejas puntiagudas o mi piel negra como la noche, hasta la persona más amable de allí llamaría a la policía. No los culpaba, tenían todo lo que necesitaban y la única amenaza a la vista eran los seres como yo, contra los que les habían aleccionado toda su vida. – [Idris]Tenemos que llegar a esa catedral y rezar porque el resto lleguen con los otros Daë.[/Idris] – el plan parecía mejor cuando era…eso, un plan.

    – [Elle]Un sitio muy apropiado para rezar.[/Elle]- comentó ella sonriendo. Me habría quedado allí, mirándola todo el día, pero luego habríamos muerto todos o no nacido, así que tenía motivos para seguir moviéndome.

    Le devolví la sonrisa. – [Idris]Con lo bien que habríamos estado en Grecia con nuestras togas.[/Idris] – repliqué, con mi imaginación volando como era habitual. Le quedaría muy bien esa prenda, no podía negarse.

    – [Elle]O sin ellas.[/Elle] – respondió con una sonrisa pícara. Cómo podía estar tan tentadora cuando era mala. Para qué nos vamos a engañar, también me volvía loco cuando era buena.

    – [Idris]Siempre me ha gustado como piensas.[/Idris] – admití, soltando una risa que reverberó en el callejón. Por suerte no había nadie escondido que nos acorralase. Ni ratas, no sabéis lo que agradecía que no hubiera ratas.

    – [Elle]Siempre te he gustado. Punto.[/Elle]- bromeó ella. No le faltaba razón.

    – [Idris]Vas a conseguir que me olvide de la misión y me de cuenta de que estamos en un callejón oscuro.[/Idris] – repliqué. A los dos nos gustaba nuestro tira y afloja constante. Ella tenía miedo de que teniendo algo más formal lo perdiésemos, pero yo lo dudaba.

    – [Elle]No, primero la misión.[/Elle]

    Resoplé. – [Idris]Sin Coquito y sin fiesta Idris pierde no sé qué y no sé cuanto.[/Idris] – imité. Una pena tener que salvar el mundo siempre. – [Idris]La plaza está ahí, pero está llena de polis ya.[/Idris] – dije cuando nos asomamos al final del callejón. Aquella plaza era enorme y junto a la gente de a pie, caminaban sin disimulo policías y guardias armados.

    – [Elle]¿Y si haces un Elsa?[/Elle] – preguntó mi confirmada alma gemela.

    – [Idris]Llevo toda la vida esperando que alguien me pida eso.[/Idris] – sonreí, frotándome las manos. Quitando algún apaño aquí y allá de la nave y un par de refriegas, la misión había sido más de infiltración que de acción y sentía que me estaba oxidando. – [Idris]¿Esperamos al resto?[/Idris] – pregunté, antes de lanzarme. También es cierto que tenía un poco de miedo a toda la atención que podíamos desatar, pero era un bocazas y me costaba echarme atrás a lo que decía.

    Elle se puso a mi lado y miró. Noté su olor y vi su cuello tan cerca que con solo moverme un poco podría besarlo, pero quizá no era el mejor momento.

    – [Elle]Lo mejor es empezar y que se vayan uniendo.[/Elle]- comentó. Su voz, todo en ella era maravilloso. Releyendo, sueno un poco enamorado, pero que le voy a hacer, lo estaba.- [Elle]Un poco de caos.[/Elle] – añadió, con una sonrisa cargada de picardía.

    – [Idris]Creo que me estoy enamorando de ti…más.[/Idris] – admití. Lo que os decía, no suele haber mucho filtro entre lo que pienso y lo que digo. Me dejé llevar por el calor de su cuerpo cerca del mío y no me di cuenta de lo que estaban viendo mis ojos. – [Idris]¿Eso es un unicornio?[/Idris] – pregunté. En mitad de la plaza había un unicornio de colores menta y rosa que atacaba a los policías con golpes y magia. Una imagen muy bizarra que parecía sacada de una serie de Netflix, de no ser porque un gigante de ébano luchaba a su lado, solo faltaba la banda sonora del Príncipe para rematarlo todo.

    – [Elle]Lo siento, Dris, pero sea quien sea la persona que se puede transformar en unicornio, debería ser mi pareja.[/Elle] – bromeó, con una sonrisa amplia. Estúpido y sensual unicornio.

    Alcé una ceja, era un tipo con miedos, pero si me tocaban el orgullo o a Coquito, los miedos se quedaban en segundo plano. – [Idris]Me siento atacado.[/Idris] – entrecerré los ojos y le di un beso en los labios antes de lanzarme a la pista. De forma literal, porque en cuanto entré la temperatura de la plaza se puso a la altura de la Plaza Roja de Moscú.

    No me paré a mirar a los policías que resbalaban con el hielo, solo hacia atrás, para ver como Elle emergía del callejón iluminando todo a su alrededor, cegando enemigos y lanzando haces de luz que los mandaban varios metros atrás.

    Creé hielo bajo mis pies y empecé a deslizarme como si todo fuera una pista, solo que lanzando bolas de hielo que derribaban a gente a mi paso. Cuando llegué al lado de Nate y Robin, frené con una pose que me habría dado al menos una plata y seguí dando helada a la policía, abriendo camino, sin que lo necesitara, para que Coquito se uniera a nosotros.

    Con un chasquido que me habría puesto el pelo de punta si lo tuviera, Henry apareció a nuestro lado trayendo consigo a Zahra y Ezequiel. Éste último se metió en mitad de un grupo de policías armados y empezó a lanzar tajos a diestro y siniestro con su espada, sin preocuparse mucho de sus propias heridas, que tampoco eran demasiadas.

    Viendo todos los que venían a atacarnos, empezaba a cuadrarme por qué el Antailtire este se dedicaba a llevarse los mejores guerreros y guerreras de cada mundo, y es que salían de cada esquina, ya no solo polis, si no también soldados vestidos como gladiadores, samurais, pistoleros….

    Después de un rato de preocupación, en la otra punta de la plaza empezó a sonar una música que no dejaba lugar a dudas, Lexie acababa de llegar, acompañada de Noah como dios lo trajo al mundo pero en versión escamosa y de Bowie, que había encontrado un palo y estaba repartiendo golpes como una máquina, sin dobles sentidos.

    Les ayudamos a llegar hasta nosotros y cuando estuvimos todos reunidos, Elle pidió que nos fuéramos retirando hacia las puertas de la catedral porque los enemigos seguían llegando. Nate las abrió de par en par a pesar de que eran gigantescas y antes de que volviera a cerrarlas con ayuda de Elle, levanté un muro de hielo delante, para que resistieran un poco más.

    – [Idris]Ahora tenemos que aguantar hasta que venga el resto.[/Idris] – comenté. No es que fuera a ser fácil, pero al menos teníamos un objetivo claro y se me daba mejor trabajar con malas situaciones que con cosas abstractas.

    Lo peor era que no sabíamos cuánto tendríamos que esperar y mirando a Coquito no se me podía quitar una idea de la cabeza, pero no sabía si esa Catedral del Arquitecto contaría para que me excomulgaran.

  • VENGANZA

    EZEQUIEL PONCE DE LEÓN

    NOCHE – NEXUS

     

    La humanidad, sobrenatural o no, apenas había cambiado en los siglos que contaba a mis espaldas, ni siquiera en esa civilización avanzada en el tiempo gracias al sacrificio de más de una docena de mundos.

    Esa gente entre la que caminábamos veneraba al Arquitecto como una especie de ser liberador que había apartado la oscuridad de los mundos y había eliminado la pobreza, las enfermedades, el peligro de los sobrenaturales… Todo lo que les hiciera diferentes, incluso la fealdad. No había nadie feo entre aquellas gentes, nadie tosiendo, nadie con los dientes mal, con calvicie, nada. Incluso en algunos anuncios que habíamos encontrado se mostraban curas a disposición de todos para el cáncer, el alzheimer, la diabetes, para extensión de la vida, para curar la depresión o para enfermedades cuyo nombre desconocía.

    Pero todo eso era a costa de que los sobrenaturales a lo largo de catorce mundos sufrieran, y no solo ellos, si no también el resto de seres humanos que él no había escogido para ser su pueblo elegido. Era la misma desigualdad de siempre, pero llevada al extremo por la todopoderosa magia de ese ser. Era obsceno.

    Después del ataque, nuestro grupo se había dividido en cuatro. Henry llevaba el seguimiento del resto gracias a una esfera que ni Zahra ni yo teníamos. Ese orbe era la esfera Daë, un artefacto mágico que se otorgaba normalmente a los Daë y terminaba convirtiéndose en los discos que abrían las puertas de las pruebas en el Axis Mundi. Conocía bien su historia y habría esperado obtener uno cuando cerré el pacto con Caitriona, pero no fue así. Algo más de la mitad de la nave los tenía y podían comunicarse entre sí, mientras que el resto, los que no habíamos llegado juntos al Cúmulo, no. El resto solía pensar que eso era así porque ellos no eran Daë, que estaban allí por estar, pero yo había elegido serlo, solo que quizá tenía algo que demostrar, como los demás, algo que los New Moondies ya habían cumplido al atreverse a cruzar la entrada al Axis Mundi.

    Las historias solían contar a menudo cómo los Daesdi podían realizar varias pruebas antes de confirmar que alguien era un verdadero Daë y no tenían miedo en cambiar de idea si no lo veían digno. A mí me habían permitido obtener el destino de Daë de Laura Petrov, porque yo lo quería y ella no, pero ahora tenía que seguir demostrando mi valía. Jamie, Ruby, Robin, Lekwaa, Chloe y Zahra habían cruzado sus caminos con los de los demás pero también tenían que demostrarlo, como yo.

    Miré a mis compañeros, Henry, que caminaba al frente, toqueteando un reloj inteligente en el que parecía haber cargado el mapa de la ciudad, silencioso desde el principio. Zahir caminaba más cerca de mí, cubierto con la capucha. Había tomado esa apariencia al separarnos y miraba inquieto en todas direcciones.

    – [Ezequiel]¿No te gusta este lugar verdad?[/Ezequiel] – le pregunté cuando entramos en una calle poco concurrida.

    – [Zahra]No.[/Zahra]- admitió.

    – [Ezequiel]He oído que eres de este mundo, pero de la superficie.[/Ezequiel] – había dedicado mi estancia en la nave para aprender todo lo posible sobre ellos y ellas sin resultar molesto. De Zahir no era de quien más sabía, era una de las personas más reservadas. Por el contrario de Idris lo sabía casi todo.

    – [Zahra]Lo soy.[/Zahra]

    Asentí, imaginando que no debía ser fácil encontrarse en la ciudad. – [Ezequiel]Aquí parecen odiar a los vuestros, como si fuerais malvados.[/Ezequiel] – comenté. Había escuchado conversaciones, visto anuncios contra los sobrenaturales en los que se exageraban sus rasgos, nada distinto de lo que se hacía en mi época con las personas de distinto tono de piel.

    – [Zahra]Nos odian.[/Zahra]- afirmó Zahir. Luego se quedó callado, esquivando mi mirada.

    – [Ezequiel]Disculpa si hablo demasiado. Es una mala costumbre.[/Ezequiel] – aclaré. En otro tiempo mi silencio se veía impuesto, pero la ventaja de vivir en otro siglo radicaba en haber aprendido a ser libre disfrutar de pequeñas cosas como la libertad de expresión.

    – [Zahra]No es que tú hables demasiado. Es que yo no suelo hacerlo.[/Zahra] – respondió él. Era una persona silente, eso era cierto, un misterio en el corazón de la nave.

    – [Ezequiel]Es tan respetable uno como lo otro.[/Ezequiel] – esbocé una sonrisa cortés y él la correspondió. – [Ezequiel]Él tampoco habla mucho.[/Ezequiel] – comenté, apuntando con la cabeza hacia Henry, que dudaba entre dos caminos. Era un hombre diferente, con una personalidad que aún no terminaba de descifrar. Tan enigmático como su tecnología, que escapaba a mi comprensión.

    – [Zahra]Lo está pasando mal.[/Zahra]- explicó Zahir.- [Zahra]O eso parece.[/Zahra] – añadió.

    – [Ezequiel]Era muy cercano a la muchacha que se fue, ¿no?[/Ezequiel] – sabía que la chica cuyo puesto había ocupado yo había decidido marcharse, pero había pedido una forma de comunicarse con la nave, manifiesta en una orbe parecida a las de los Daë pero mayor, que acumulaba polvo porque nadie la había usado aún. O al menos no que hubiera visto.

    Zahir se encogió de hombros.- [Zahra]Supongo que era su compañera.[/Zahra] – parecía una persona que no tenía el romance en sus prioridades. Podría empatizar con eso, porque en ese momento tampoco era la mía, salvo que lo mío era fruto del tiempo, de tener el corazón roto en innumerables ocasiones porque nadie vivía tanto como yo.

    – [Ezequiel]No es fácil ser un héroe. Los sacrificios que se exigen son demasiados a veces.[/Ezequiel]

    – [Zahra]Al final, tienes que decidir si vale la pena ese sacrificio o no y Laura actuó en consecuencia.[/Zahra]

    – [Ezequiel]Es respetable.[/Ezequiel] – pensé en voz alta. – [Ezequiel]Pero si todo el mundo fuera así, no existiría vida a estas alturas.[/Ezequiel] – había aprendido el significado de la tolerancia en mi larga vida, pero también que si todos nos escudábamos en la comodidad de la seguridad, nadie haría nada y nada cambiaría.

    – [Zahra]No veo el problema.[/Zahra]- respondió él sonriendo.

    – [Ezequiel]¿No te motiva la supervivencia?[/Ezequiel] – pregunté, intrigado, mientras le veía aguzar la mirada al entrar en ese callejón oscuro. No conocía a qué especie sobrenatural pertenecía, pero parecía ver mejor que yo en la oscuridad y sabía por lo que se contaba por ahí que sobrevivir era lo que le había alimentado durante una buena temporada.

    Zahir se encogió de hombros.- [Zahra]No a cualquier precio. Eso lo aprendí hace mucho y lo tengo grabado a fuego.[/Zahra]

    – [Ezequiel]El tiempo cambia muchas cosas.[/Ezequiel] – comenté. Si algo tenía que ofrecer al grupo además de mi resistencia, era mi experiencia. – [Ezequiel]Quizá ahora puedas empezar a pensar en un deseo de futuro.[/Ezequiel] – porque al final no se puede vivir solo de luchar y sobrevivir.

    – [Zahra]Quizás.[/Zahra] – dijo antes de guardar silencio una vez más.

    Le sonreí y me adelanté con la esperanza de hablar con Henry, al que apenas se veía en la oscuridad del callejón. Estaba a punto de darle alcance cuando vi unas figuras aparecer al final de camino.

    – [b][i]Hemos avistado a los sospechosos. [/i][/b] – dijo una voz proveniente de uno de ellos. No necesité más. En un par de zancadas me coloqué delante de Henry, que había frenado al verlos. Nos habían encontrado.

    – [Ezequiel]Preparaos para luchar.[/Ezequiel] – les dije desenvainando a Semign, la espada que me acompañaba desde hacía siglos.

    Los policías de Antailtire se acercaron pero cuando me preparaba para luchar, una figura les embistió y empezó a golpearles con una fuerza sobrehumana. En un punto, lanzó a uno de ellos con una mano contra una pared y su cabeza emitió un sonido hueco, probablemente estuviera muerto.

    Detrás de mí Zahir cayó al suelo. Pensé que le había ocurrido algo pero al girarme vi que se estaba haciendo el muerto. Me asaltó una imagen de mí mucho más joven, aprendiendo a hacerlo para protegerme de los temibles osos de la zona.

    – [Ezequiel]¿Quién eres?[/Ezequiel] – pregunté al ver que la figura se acercaba a nosotros después de derribar a todos los policías. No teníamos mucho tiempo, pronto los que estuvieran vivos podrían levantarse y otros acudir a su rescate.

    – [b]Hace mucho que no tengo nombre, pero puedes llamarme Haevn.[/b] – respondió. Al acercarse vi que parecía un hombre, de hombros anchos, cabello rapado y voz ronca. Pero había algo más, algo extraño a lo que mi cuerpo reaccionaba con deseo de huir.

    – [Ezequiel]Gracias por la ayuda, pero, ¿por qué?[/Ezequiel] – pregunté. No parecía alguien de la ciudad y era poco probable encontrar un amigo salido de la nada, menos aún viendo como había matado a algunos de los policías.

    – [b]Daños colaterales, estaban en mi camino. Eres una persona difícil de localizar… Zahra.[/b] – su mirada se centró en un punto detrás de mí. Zahir seguía en el suelo, inmóvil.

    – [Ezequiel]¿Por qué buscas a Zahra?[/Ezequiel] – pregunté.

    – [b]Por su culpa soy lo que soy.[/b] – al acercarse a la tenue luz, sus ojos emitieron un brillo fantasmagórico. Era un reanimado, un espectro ocupando el cuerpo de un fallecido. – [b]Da igual en que mundo o bajo que cara te escondas, siempre te encontraré[/b] – prometió. Un problema más en nuestro camino, esa venganza era una distracción que no podíamos permitirnos.

    Vi que Zahir se levantaba, pero ahora siendo Zahra. Tenía una pose digna, dispuesta a enfrentarse a la venganza de ese ser.- [Zahra]Te equivocas.[/Zahra]

    – [b]Tu pacto no solo acabo con tu gente…[/b] – había escuchado que Zahra era el producto de un trato que salió mal. Una maldición de algún ser mágico que se había aprovechado de sus deseos.

    – [Zahra]No tienes ni idea de qué estás hablando. Qué atrevida es la ignorancia, Haevn.[/Zahra]- discutió ella. Parecía creerlo con firmeza, pero también ese ser llamado Haevn. Aun así, era fácil engañar a un reanimado, lo espíritus que se aferraban a la vida eran incapaces de controlar sus emociones y eso les hacía fácilmente manipulables.

    – [Ezequiel]Estoy seguro de que podéis resolverlo hablando. La venganza nunca lleva a nada bueno.[/Ezequiel] – propuse.

    – [Zahra]Eso díselo a él.[/Zahra]- replicó Zahra. El lenguaje corporal de Haevn no mostraba ningún interés en dialogar.

    – [b]No hay nada que hablar, si os interponéis en mi camino moriréis también.[/b] – sentenció, acercándose con posición amenazadora.

    – [Ezequiel]Deberías reconsiderado.[/Ezequiel] – le advertí, aferrando la espada con disposición a enfrentarnos. – [Ezequiel]No todo el mundo tiene el privilegio de morir.[/Ezequiel] – por mucha fuerza que tuviese, mi cuerpo resistiría sus golpes y las heridas una y otra vez. Pero por otro lado, había sido traído de vuelta de la muerte, así que tampoco podría hacerle mucho. Estaríamos luchando una eternidad.

    – [Zahra]Haevn, estamos en medio de algo importante y tu venganza lo único que hace es interponerse en ello.[/Zahra] – insistió Zahra.

    Pero Haevn ya no escuchaba, su velocidad de espectro le permitió abalanzarse contra nosotros, pero no contaba con Henry, que en silencio todo ese rato se había colocado detrás de Zahra y de mí y nos teletransportó a varias calles de distancia, donde echamos a correr, escuchando el eco del grito de rabia de Haevn